Susurros del corazón {Kilyann P. Tehrror}

El sonido del agua corriendo por los lados de la calle y las gotas de lluvia golpeando el cuerpo de Monique hacía que la joven no cayese al suelo sin sentido. Con paso lento y bastante inseguro siguió caminando por la orilla de la calle, la gente que se cruzaba con ella la observaba de arriba abajo, señalándola y murmurando, ante eso ella no decía nada pues estaba demasiado cansada y dolorida como para hacerlo, sentía como su propia vida se le escapaba de los dedos con cada bocanada de aire que tomaba. Frenó sus pasos y apoyó su temblorosa mano contra la pared de un gran edificio, durante unos instantes tomó aire de forma ansiada y necesitada, después sus ojos se cerraron lentamente dejando paso a un estado de descanso tanto mental. Toda su ropa estaba completamente mojada por la lluvia, pero eso no le molestaba o afectaba de ninguna forma a la joven, al contrario parecía que aquello la mantenía despierta y consciente.

Un empujón bastante brusco provocó que el cuerpo de Monique cayese al suelo, de sus labios salió algo parecido a un quejido a la par que sus ojos se abrían, con lentitud se intentó sentar para así levantarse, llevó la mano contraria hasta el costado apretándolo con fuerza, entre sus dedos empezó a colarse un hilo rojo. Nuevamente sus heridas se habían abierto dejando que la sangre manase ahora mucho más a causa del agua. El hombre que la había arrojado al suelo se giró un poco para observarla.- Muertos de hambre… -Ante ese comentario, intentó levantarse, pero le costaba incluso respirar. El dolor se había vuelto demasiado intenso como para poder soportarlo, una segunda voz pareció retumbar en su cabeza, era una voz familiar que la animaba a levantarse de allí ¿Qué le estaba pasando? Sentía la necesidad de cerrar los ojos y no abrirlos, con fuerza mantuvo su mano aferrada a la herida, pero minutos más tarde el cuerpo que estaba apoyado contra la pared del edificio se deslizó hasta caer sin sentido. La actividad de la ciudad no se frenó ante aquello ¿Quién se podría preocupar por una joven de la calle?

Pasaron varias horas hasta que notó que algo o alguien la intentaba despertar. Un movimiento lento y vago de su brazo intentó separar el de él, tras eso sus ojos se abrieron lentamente, aún la lluvia caía y eso provocaba que se le cerrasen, en un intento de protegerse.- Alejaos de mí… Malditas alimañas…-Musitaba algo ida. El hombre, que no era otro que un enviado de la casa de dios no hizo caso a las palabras de la muchacha que estaba allí tendida. Con decisión se agachó lo suficiente como para tomar en brazos a la joven, pasó uno de sus brazos bajo las piernas de Monique y el otro lo colocó bajo los brazos por detrás de la espalda, al asegurarse de que estaba bien agarrada se levantó con algo de dificultad. Monique no estaba gorda, pero igualmente pesaba. El monje bajó la mirada hacia el rostro tranquilo de la mujer que tenía en brazos, hizo una mueca de disgusto y echó a caminar calle arriba en silencio. A esas horas todo estaba más tranquilo, solo pasaban carruajes tirados por caballos y algunos hombres que corrían para resguardarse del agua que caía desde entrada la mañana y que parecía no querer dar tregua a la ciudad parisina.

Frente a ellos se levantó un pequeño edificio, desde fuera no se veía nada llamativo, sobre la puerta colgaba un cartel de madera en el cual estaba tallada “Posada Cuatro Vientos”. El hombre alzó la mirada lentamente, sus ojos pasaron por la pequeña y descuidada escalinata que daba entrada , hasta posarse sobre la puerta que permanecía cerrada, pero desde la cual se podía escuchar las voces de los que allí pasarían la noche o los cuales solo estaban tomando algo antes de regresarse con sus familias. Con paso pausado empezó a subir las escaleras, al llegar a la última empujó la puerta con brusquedad y todos en el interior se quedaron callados observándolos, una mujer que parecía ser la posadera corrió junto a él al ver que llevaba un bulto entre sus brazos, al ver el cuerpo que parecía sin vida de Monique soltó un grito.- ¡Oh dios todo poderoso! ¡Que le han hecho a esta joven criatura!.-Su voz chillona y sus ojos asustados crisparon levemente al monje.- ¡Pero si es la joven que duerme ocasionalmente aquí! ¡Qué diablo pudo hacerle tanto daño!.-Seguía diciendo mientras intentaba enfocar todos sus pensamientos.- Venga venga… Sígame, rápido.-Pidió la mujer sin necesidad de que el hombre le pidiese una habitación.- Esta joven suele pasar las noches aquí… Creo que su nombre es Monique, por las cartas que llegan y ella recoge… Sí sí. ¡Pero quien pudo hacerle tal atrocidad! ¡Cómo hay gente tan cruel!.-Musitaba mientras subía a pasos acelerados por las escaleras.

El pasillo levemente iluminado pareció hacerse eterno para ambos. La madera parecía quejarse bajo el peso de los pies del hombre que sostenía a Monique, al llegar a la puerta, pasó sin preguntar y la tendió sobre la cama. Antes de separarse de ella comprobó sus constantes vitales, asegurándose de que aún seguía con vida y tras eso se giró hacia la mujer que frotaba sus manos de forma nerviosa a la vez que se mordía el labio.- ¿Sabéis si tiene familia?.-Por primera vez habló el hombre, su voz era grave y profunda, la mujer al escucharlo se encogió de hombros confusa.- No lo sé, hace tiempo… Venía un joven a verla. Y le dejaba cartas, pero hace tiempo que dejó de venir y escribir.-Aseguró la mujer con voz quebrada y temblorosa, presa del miedo.- ¿Podríais darme una de las cartas? –Preguntó mientras se acercaba a una mesa y cogía uno de los papeles.- Claro señor…-Ella se conocía cada uno de los rincones de la habitación, incluso sabía donde guardaba cada carta o llamada. Sacó del cajón una carta con un grabado cuidado.- Kilyann P. Tehrror –Susurró suavemente al ver que Monique se movía levemente, posiblemente presa de las alucinaciones que le causaba la fiebre.

Bonsoir Monsieur Tehrror
Ojalá no fuese yo quien le diese estas nuevas.
Me dirijo exclusivamente a usted, al tener constancia de que mi protegida carece de más familiares o personas conocidas a las que pueda pedir ayuda. Mi misión no fue otra que poner a salvo a la muchacha, pero ahora le toca a usted, pues mi cometido termina aquí.
Esta es la dirección. Posada Cuatro Vientos. Habitación 6.

Atentamente un enviado de la casa de dios.

Tras cerrar la carta se la entregó a la mujer.- Hágala enviar de inmediato.-Pidió. Tras eso se levantó con lentitud de su silla y se acercó a Monique, colocó una de sus manos sobre la frente sudorosa de ella notando como la fiebre subía, posiblemente a causa de alguna infección. La joven entre quejidos y murmullos, no dejaba de pronunciar una y otra vez el nombre de Kilyann, como si le pidiera ayuda en algo. Apenado y preocupada se separó finalmente.- Ahora solo queda esperar, hija mía. Debes ser fuerte…-Masculló. Antes de irse hizo una cruz sobre su frente y le dedicó unas oraciones, ahora solo dependía de ella y aquel que había sido llamado. Cómo había llegado allí, desapareció de la habitación, dejándola sola luchando con su propia batalla personal.

Ya llegaba bastante tarde a casa cuando me encontraba totalmente cansado, mis ropas no eran las mas adecuadas para hablar en ese momento porque estaban totalmente raidas y destrozadas, manchas de sangre bañaban varias zonas de mi cuerpo asi dejando ver algunas marcas que habian conseguido hacerme. No era invencible pero tampoco era tan tonto como para no estar bien preparado despues de todo el entrenamiento requerido para llegar a ser un cazador. Podia notar como los trozos de camisa se me quedaban pegadas a mi piel a causa del sudor, asi como los cabellos en mi rostro que dejaban poca vision. Una respiracion jadeante logrando que mi pecho subiera y bajara, hasta los mismos brazos me pesaban mientras sujetaban las riendas del caballo que me llevaba en direccion hasta mi casa. Por el camino venia lo mas centrado que podia en el sendero aunque no fuera mucho ya que estaba cansado y mi cuerpo daba tumbos asi como mi cabeza hacia delante.

Mis manos se cerraron en torno a las riendas aferrandome para no caer del caballo, me quede escuchando los sonidos de alrededor aunque solo se escuchaba los cascos del caballo. No tarde mucho en llegar a lo que era la ciudad paradisina donde en una de las calles ya se encontraba mi casa. Deje el caballo en la parte trasera que tenia un pequeño establo para los caballos y daba una puerta hasta mi casa. Nada mas quitarme lo que era un trozo de tela destrozado que momentos antes habia sido mi abrigo el timbre de la puerta se dio a conocer. Alce la mirada extrañado pero preocupado porque no sabia quien podia ser a esas horas. Tome una de las dagas de mi bota escondiendola tras de mi.

Con mis armas en el caballo aun no lo habia terminado de desempacar cuando ya tenia que ir a atender otros asuntos, me dirigi a la puerta abriendola y en ella estaba un mensajero esperando a que yo me dignara a tomar la carta que llevaba en las manos.- Buenas noches.- mi voz seria y ruda. Mis ojos se abrieron como platos cuando aquellas palabras quebraron algo en mi interior, era lo peor que podian decirme en un momento asi. Cuando levante la mirada se habia ido el mensajero pero alli mismo en la carta me decian donde ir. No perdi tiempo en subir y cambiarme de ropa, tome lo primero que pille del armario y lavandome un poco la cara por encima. Corri hacia el establo montando en el caballo y dando rienda suelta al galope en direccion donde estaba ella.

Mi corazon estaba desbocado como mismo estaba el caballo dirigiendose al galoope algo que no seria tan facil para mi despues de la noche que habia pasado estaba agotado pero no sabia de donde sacaba esa fuerza interior mia aguantando de esa forma. Nada mas llegar a las grandes puertas de madera envejecidas toque con mi puño cerrado haciendo fuerza a cada toque para que me escucharan bien. Enseguida abrireron la puerta pequeña y le entregue la carta la cual reconocieron permitiendome el paso pero no solo eso sino me llevaron hasta ella. Cuando llegue la vi alli en la cama y lo primero que hice fue comprobar si aun tenia el cuerpo calido como antaño y las marcas de su cuerpo.- Que te ha pasado?.- fue lo unico que pude decir de mis labios. - Me las pagaran.- Amenace entre dientes sin saber bien quien seria.

La mujer abrió la puerta con suavidad, tenía entre sus manos una pequeña palangana de agua teñida de rojo con un par de gasas en el interior. Posiblemente hasta hacía unos instantes había estado en la habitación junto a la joven Monique. Al ver al hombre se quedó dudosa, incluso apunto estuvo de gritar para que su esposo viniese, pero al ver que sacaba una carta húmeda por la lluvia sonrió de la forma más tierna posible.- Veo que estáis de vuelta una vez más... Aunque esta vez no sea por placer.-Se apartó del medio de la puerta y dejó que pasase en el interior de la posada. Dentro el calor de la chimenea se dejaba notar por todo el lugar, haciendo del sitio un lugar agradable y hogareño.

-¿Dónde váis? ¡Esperar, esperar! No creo que os guste lo que encontraréis en la habitación.-Apuró a decir la mujer mientras lo seguía por las escaleras, dando pequeños saltitos pues su estatura era bastante cómica a primera vista. Al llegar al pasillo ella dejó la palangana sobre el suelo y corrió para ponerse delante de él, sus rechonchas manos se dirigieron al mandil donde se secaron con cuidado mientras los ojos de la mujer se clavaban en los del joven.- Escuchadme por favor, no creo que sea bueno. Aparte debe descansar…-Aclaró ella con un tono nervioso y titubeante, lejos de ese que había dejado ver cuando había llegado él allí.

Finalmente el joven consiguió pasar la muralla que se suponía que era la mujer. Se echó a un lado y suspiró pesadamente. Tras eso lo siguió al interior, pero se colocó por el otro lado de la cama y con sumo cuidado acomodó las ropas de la joven Monique, que pese a los cuidados de la posadera seguía en un profundo sueño, del cual parecía no querer volver a salir. Su pecho subía y bajaba de forma lenta, como si le costase la vida tomar aire. La mujer al escuchar al joven negó con la cabeza un par de veces, para después hablar tranquilamente.- De nada servirá la venganza… Vuestro deber ahora es cuidar de ella. Su salud es delicada, más de lo que parece.-Se quedó callada unos instantes, los mismos que utilizó para apartar algunos mechones de pelo de la joven.- Y ella parece querer aferrarse a la vida. Estoy segura de que algo la atormenta tanto que es capaz de aguantar hasta su último suspiro.-La mujer de avanzada edad miró al muchacho y mostró una pequeña sonrisa.- Olvidaros de esas cuentas pendientes, ahora buscar la forma de que ella mejore y despierte. Nadie sabe a ciencia cierta que es lo que le pasó, ni siquiera el enviado de dios supo lo que le había pasado, tan solo encontró rastros de heridas en sus costados, muñecas y tobillos. Al igual que en su rostro, como si la hubieran golpeado..... -En realidad la mujer sabía algo más pero no lo quería contar. Mientras la aseaba y acomodaba nuevamente en la cama, había encontrado algunos signos de forcejeo que apuntaban claramente a una violación desmedida.

La mujer volvió a separarse para dirigirse hasta donde estaba la chimenea, se agachó y metió otro tronco más para que el fuego no muriese.- Tan solo puedo decirte que apareció en la calle mayor, estaba medio muerta bajo la lluvia, repetía tu nombre una y otra vez.-Se giró hacia él levantándose.- Hacía varias noches que no venía, creí que estaba con vos… Pero veo que erré.

Solo podia mirarla y en ese caso saber que habia pasado pero algo hervia dentro de mi que pedia que la vengara sabia que no serviria de nada pero por otra parte no podia mas que verla tumbada en la cama y dormida. La habian herido y no habia estado alli para salvarla, eso no me lo perdonaria en la vida ya que habia prometido protegerla desde que la conoci.Me aproxime acariciando su mejilla esperando o al menos tenia esperanza de que abriera los ojos y me dedicara una sonrisa la cual en su rostro me haria mucha falta.- No se preocupe, se bien lo que me hago.- respondi de mala forma pero ahora mismo lo unico que estaba centrado era en averiguar como habia llegado hasta ese extremo y que quien era el culpable.

Tome su mano acariciandola suavemente mientras mi mirada se fijaba en ella cuando un suspiro abandono mis labios para quedarse prendado de ella. Sentia una fuerte presion e impotencia al estar alli como si nada hubiera pasado, a saber que mas fue lo que paso y nunca llegaria a saberlo con certeza. Lo que si estaba seguro era que me las pagarian con todas las que tuviera en mis manos, asi perdiera la vida.- Solo quiero saber quien ha sido y si se pondra bien.- volvi a hablar de lo poco que hacia mi tono era seco y sabia que la mujer no tenia culpa pero en ese momento no sabia si era yo mismo o mi propia rabia que seguia creciendo de forma incontrolada en mi interior. Una parte de mi queria quedar con ella pero la otra luchaba por ir en busca.

Volvi la mirada hacia la señora negando con la cabeza.- Digamos que hacia tiempo que no nos veiamos y como siempre nos paso factura por algunas cosas o por otras...- se echaba la culpa de lo que le habia pasado y no solamente eso sino de que ella estuviera asi como estaba. De los momentos en que siempre chocaban.- Ojala hubiera estado conmigo, seguro que esto no hubiera pasado.- por lo menos sabia donde habia aparecido ya solo era cosa de rastrear el lugar o al menos saber si alguien habia visto algo .- Se que no soy el mejor de los hombres pero no debi dejarla sola sino obligarla a hacerme caso.- suspire pesadamente mientras cerraba los ojos y volvi a abrirlos aunque hubiera sido una pequeña esperanza de que todo lo que estaba pasando ahora mismo fuera un sueño. Lleve mi mano a su mejilla acariciandola suavemente, incline mi cuerpo para besar sus labios a penas un poco.- Por favor abre los ojos.- susurre suavemente.-

off: siento el post :S en cuanto pueda lo agrandare