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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Faye Miér Mar 07, 2018 10:40 am

La rubia estaba detrás de la barra, seleccionando jarras para echar a la hoguera, aquellas que ya estaban desportilladas y con grietas que hacían perder tanta bebida que nada quedaba dentro de ellas, cuando entró el albino, su amigo Valiont, cargando con un saco que no parecía pesar demasiado pero que, al mismo tiempo, llamó la atención de la tabernera. Siempre había sido muy curiosa, más aún cuando se trataba del brujo, cuyos descubrimientos solían regalar los oídos de la antigua prostituta con relatos asombrosos de seres para ella desconocidos. Se acercó a él con una sonrisa y le saludó, tomando asiento a su lado. -¿Qué llevas ahí?- Preguntó sin prolongar su propia intriga y él respondió que había pasado semanas siguiendo a una criatura extraña, jamás descrita en libro alguno que él conociera. Aquello no hizo sino acrecentar aún más el interés de Faye que intentó tocar el cuero de la bolsa, mas el cazador de monstruos la detuvo con una advertencia y ella frunció el ceño. -Podrías haberme avisado antes, amigo. Ya sabes que yo soy de tocar primero y preguntar después…- El isleño le dedicó una leve sonrisa, una de aquellas que siempre había ablandado a la pirata. No podía enfadarse con él cuando sabía que no tenía malicia, que simplemente a veces se le olvidaban algunas cosas básicas como avisar a su amiga de que tocar lo que había en la bolsa podía convertirla en una especie de mutante.

La rubia resopló, cruzándose de brazos y el contrario metió la mano en el saco, extrayendo de su interior una escama irisada. El color base era violáceo, pero cambiaba según cómo la luz incidía en la superficie y se degradaba, variaba suavemente. En cuanto los ojos color miel de la muchacha se posaron en aquel fragmento de ser, ella quedó hipnotizada. Sus pupilas se dilataron, oscureciendo sus orbes y el rostro de ella se apagó, incapaz de parpadear. Valiont habló, comentó algo, pero ella no le oía. Una nube gris tormenta se cernía sobre ella y un vacío se formó en su pecho, casi como si le fuera sustraída el alma. Ella era ajena a lo que ocurría a su alrededor, al vibrar de la escama, a los susurros que desprendía y que con su cántico áspero y sumamente bajo la tenían encandilada. Como si de un poderoso hechizo se tratara, su mente se separó del cuerpo. Su conciencia, obnubilada, prendada de una voz etérea, cuyo origen se desconoce, y que reverbera en la cabeza de una semi-dormida humana, encandilada cual doncella enamorada de un horror indescriptible que se hace eco en su memoria. Un recuerdo quedó grabado, escondido, aguardando a ser despertado en un futuro intangible y volátil no marcado en el calendario.

De repente, sin motivo alguno, el aire contenido en los pulmones de Faye fue expulsado y sus párpados cayeron. Sorbió de pronto, con fuerza e intensidad, despertando de un letargo sumamente breve que, para su cuerpo había parecido una eternidad. Se llevó ambas manos a la cabeza, sujetándose las sienes, intentando recuperar la cordura que, durante un instante de desesperación tras recuperar el control de su propio ser, parecía haber perdido. Emitió un grito sordo, acompañado de una extraña mueca de dolor, buscando luego a su amigo con la vista y su diestra, palpando hasta dar con su antebrazo y luego la mano. -¿Qué ha sido eso… Valiont?- El hilo de voz se quebró, como si sus cuerdas temblaran torpemente, igual que el momento tras un llanto que nunca estuvo allí.


Última edición por Faye el Lun Oct 15, 2018 11:16 am, editado 2 veces
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Mensaje por Valiont de Skellig Miér Mar 07, 2018 11:53 am



El principio.





En la taberna de Faye. 21:09 de la noche.




Los ojos de Valiont quedaron prendados de la reacción abrupta que había sufrido en cadena el cuerpo de su amiga la tabernera, la pirata Faye. Incluso tuvo que recurrir al truco del Axia para calmarla, pues de algún modo, aquél artefacto Olvidado había establecido algún tipo de enlace con la susodicha. Agarró el brazo que le buscaba y finalmente la abrazó con ganas hasta achucharla contra su propio pecho, quedando su boca cerca del oído foráneo. -¿Que es lo que has sentido, Faye? No soy del todo humano, de modo.. que no tengo esa capacidad sensitiva que tenéis los humanos para ser atraídos por todo tipo de poder y promesas susurrantes.. -Quería saber que había pasado, por que Faye, con todo lo que ella es, no era capaz de reaccionar, por que se había quedado tan parada, parecida a un Ghoul de poca monta.

Valiont notaba como las piernas de su amiga temblaban, había experimentado algo que jamás olvidaría, aunque ella misma así lo quisiera. Recordó como los ojos de la navegante se volvieron negros como el ónice de la Capital Profanada que hace meses visitaron. Buscó con el pulgar aplacar la tormenta que había en su piel, en su tono. Acariciando suavemente uno de sus párpados. -Ya ha pasado.. Faye, estás conmigo. Estoy aquí contigo. -La voz relajante del Albino actuaba como antídoto al horror vivido instantes atrás. No obstante, Valiont había mentido un poco.

Él si que escuchaba esas voces sin rostro, esos sonidos sin dueño. Los susurros que emanaban de aquella magia ignominiosa de la que carecía todo tipo de sentido común y lógica dada por la vida normal y rutinaria. Voces campantes, ramificadas como una tormenta que va de mas a menos y de menos a más. Como un globo que se infla, se expande hasta explotar y volver a ser una pequeña mota de plástico arrastrada por el viento de su destino. Algo de aquél artefacto, de aquella escama, ponía los pelos de punta incluso a quien no tenía miedo de nada por que no podía tenerlo: Valiont. Aquella sensación totalmente nueva para él le aterraba, le horrorizaba. Tan solo había experimentado algo parecido, y muy muy por encima.. Cuando habló aquella vez con Envidia Blackbird. Con cualquiera de los Blackbird, a decir verdad. Esa familia tiene unas conexiones muy extrañas y oscuras, demasiado como para tratar de conocerlas. En estos casos.. siempre era mejor vivir en tu isla desierta llamada ignorancia, ajena a las tormentas venideras, pero ya no. Ahora no.

Una vez visto el horro, una vez vestido de aquella sensación, no había vuelta atrás. ¿Era acaso la criatura a la que ha tratado de dar caza durante tantas semanas, una quimera de su imaginación mas oscura? ¿O por el contrario, era una criatura que jamás debió de existir en esta vida? ¿Donde estaba cuando encontró la escama? ¿Era su escama realmente? ¿O era algo mas oscuro y natural que eso? Aquella cosa, lo que si era cierto, es que pertenecía a ese monstruo ignoto, cuyo único recuerdo que guardaba el Albino eran Alas como la noche y el sonido de un enjambre de un millar de moscas de la sangre. Dentro de sus oídos aún seguían aquellos sonidos, reverberantes, omniosos, impíos, tratando de emular algún tipo de voz dando forma a un horror mayor. La sensación de embotellamiento era cruda y real, si cerraba los ojos casi podía imaginar el negro y basto océano lleno de estrellas y planetas, el cosmos, con voz propia.

¿Tenía frío? ¿En la taberna cuya lumbre alcanzaba su mayor esplendor en esta hora? Aquello si que fue extraño. Se separó lentamente de Faye hasta juntar sus labios a los de ella para tratar de calmarla y por ende, tratar de calmarse él. -¿Que tal si me lo cuentas mientras bebemos algo? Necesito relajarme, Faye. -Pronunció suavemente a la vez que acariciaba con el pulgar una de las comisuras de su buena amiga y compañera. No podía evitar lanzar sendas miradas de reojo a la escama, cuya presencia y sonidos, voces cuyo conjunto parecían decir una palabra extraña, "R'lyeh" habían cesado.









Por ahora.
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Mensaje por Faye Miér Mar 07, 2018 1:36 pm

Ya no podía escuchar los susurros, pero un estridente pitido resonaba en sus oídos, uno que nada tenía que ver con aquellos sonidos que, de vez en cuando, retumbaban en su cabeza como voces del pasado, recuerdos de otro tiempo, vagos y recónditos. Mas este silbido inhumano no lo podía entender, si hablaba, era en un idioma que ella desconocía, y en algo que ni siquiera podía interpretar como una lengua muerta de esas que había oído hablar o escuchado en boca de monstruos antiguos, milenarios, que entre gruñidos se intentaban explicar.

Se dejó abrazar por el albino, rodeándole por el torso al mismo tiempo. Se sentía perdida en su propia casa, en aquella taberna que llevaba ya tiempo regentando y de la cuál se conocía hasta la carcoma que se hospedaba en algunos tablones. Sin embargo, en aquellos instantes, todo le resultaba alieno a ella, desconocido y lo único que la reconfortó en cierto grado fue la presencia de aquel al que consideraba su amigo, aunque en ese mismo momento, sintiera que en su pecho no latía un corazón, sino que pulsaba un pozo negro.

Incluso ese gesto de afecto que, en el fondo, sabía era habitual entre ellos, un beso suave, breve y cargado, supuestamente, de ternura, por parte del brujo, Faye lo sintió vacío. Asintió a la pregunta del cazador de monstruos al separarse por completo de él y fue a buscar un par de jarras. Se las quedó mirando unos instantes, como si quisiera recordar cómo se rellenaban. ¿Acaso había olvidado cómo abrir el grifo de un barril? Sacudió la cabeza, llevando la mano al cierre y dejó que el licor cayera en cada uno de los recipientes hasta que casi rebosaron. Regresó luego junto a Valiont, tendiéndole una. -No sé qué contarte exactamente…- Se dejó caer de nuevo en la silla, pero no en la misma, sino en una alejada de aquella irisada escama. La observó de reojo, con una mezcla de recelo, desdén y atracción que se entremezclaban de manera aberrante. -Lo que he visto es… indescriptible. No tengo palabras para… definir su falta de forma o el hedor que parecía desprender en mi mente.- Sin darse cuenta, cada vez apresaba con mayor fuerza la jarra entre sus dedos, y de haber sido sobrenatural como William o poseyera la fuerza del brujo, hubiese convertido el recipiente en astillas y salpicado de ron. Si bien en su estado habitual jamás le hubiese servido aquella bebida, a no ser que no quedara hidromiel en la taberna, tal y como su mente se hallaba en aquellas circunstancias, ni siquiera fue capaz de recordar algo tan sencillo como las preferencias de uno de sus clientes habituales y buen amigo.

Resopló con la mirada fija de nuevo en el trozo extraño que reposaba sobre la mesa. Parecía vibrar de nuevo, oscilar como si pretendiera alzar el vuelo. La pirata entrecerró los ojos, siendo casi arrastrada de nuevo a ese rincón oscuro de su memoria donde un monstruo sin cara, pero lleno de ojos la observaba. Pareciera una amalgama de carne, lodo y excrementos por lo mal que olía. Gritaba aún careciendo de boca. La llamaba.
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Mensaje por Valiont de Skellig Lun Mar 12, 2018 7:31 am



La conversación.



En la taberna de Faye. 22:32.



L
os susurros yacían latentes en un interior muy rebuscado de la mente de la Pirata, un sitio al que nunca se accede, un sitio imaginario, casi onírico, esperando por algo o sin esperar a nada, simplemente, estaba ahí, pulsante, sin amenaza pero pronunciando siempre lo mismo, cada dos minutos, dos pulsos que decían “R’lyeh”. Valiont abrazaba de forma tierna y cándida a su amiga Tabernera y Pirata. Pasaba sus manos por sus cabello suavemente, escuchando todo lo que ella tenía que decirle, lo que tenía que contarle. No perdía detalle si es que pudiese haberlo, pues la voz de su camarada parecía temblorosa y su pulso rayaba lo inaudito.

-Calma, Faye. Ya ha pasado. -Se separó un momento de la rubia para tapar aquél artefacto de orígenes insospechados. Llevó la bolsa de cuero a uno de los cuartos de arriba y volvió, tan pronto como aquella cosa abandonó el lugar, todo parecía volver a la normalidad. No había agobio ni el ambiente estaba cargado aunque si es verdad que algo, una voz demasiado tenue como para darse cuenta plenamente, parecía llamar a los presentes, atraerlos de nuevo a aquella escama en forma de silencio. El cazador de monstruos cogió la mano de Faye con firmeza y la atrajo hasta una de las mesas mas elegantes que tenía el establecimiento y la sentó, observándola. -Vamos a tener una cena, y vamos a tratar de olvidar lo que ha ocurrido, ¿Vale Faye? Ahora cuéntame que has hecho en el día de hoy. ¿Como esta ese capitán testarudo que tienes como amigo? ¿Y que hay de Roberts? Aún no le he conocido y ya me muero de curiosidad por saber más. Ah.. y Corbin, o como lo llama Will... ¿Gauldur? Si, eso creo, jeje. Vamos, cuentame esas aventuras que vivis que siempre me cuentas y adoro escuchar, Faye. Esta noche, soy tu escucha, completamente para tí.-Como si fuera algo facil. El albino lo sabía, pero tenía que intentarlo, tratar de mantener la mente de la chica ocupada para que no pudiese volver a imaginar los horrores de la No existencia. Él también lo había presenciado pero de formas distintas, incluso en su persecución a la extraña bestia de alas indomables de la cual, no ha vuelto a saber nada.

¿Acaso había muerto tras dejar una parte de ella? ¿Era ese su cometido? A la mañana siguiente, Valiont pensaba examinar la composición de esa escama, todo parecía indicar que, o era una especie totalmente nueva… O no era de este mundo.
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Mensaje por Faye Sáb Abr 07, 2018 5:15 am

El albino se percató del poder que intentaba ejercer de nuevo la escama sobre la pirata y rápidamente lo cubrió y alejó, llevándolo arriba, a una de las habitaciones que, posteriormente, cerró con llave, evitando así que ningún cliente se acercara a ella, por su propio bien más que por el miedo a que nadie la robara.

Cuando regresó abajo, la rubia estaba sumida en una especie de trance, y aunque ya no tenía los susurros rodeándola, seguían escondidos en lo más profundo de su mente, pulsando como recuerdos que el cerebro se negaba a apartar a un lado y olvidar. Al principio, las palabras de Valiont no calaron en Faye, cuyos oídos parecían haberse cerrado de nuevo, como meses atrás. Pero, poco a poco, el conducto fue abriéndose, hasta que como murmuros, las sílabas se colaron hasta hacer despertar a la tabernera de aquel sueño de ojos abiertos que estaba experimentando. Parpadeó un par de veces, alzando sus ojos claros de pupilas aún dilatadas hacia los dorados orbes de su amigo. -¿Gauldur?- Frunció el ceño con confusión y, ella misma, se dio un par de palmadas en la cara, intentando espabilarse, porque a pesar de todo, era consciente que algo extraño le ocurría. Sacudió después la cabeza y, para terminar, le dio un largo trago al ron de su jarra, la cual golpeó contra la mesa al dejar caer el brazo que la sujetaba sin poner esfuerzo alguno en frenarla. Pero, en vez de responder a lo que el albino le pedía, al hablar de nuevo la pirata se centró en aquello que le tenía la mente ocupada. -Aún puedo oírlo, ¿sabes? No sé lo que dice, ni lo que pretende… Pero es como si se hubiera instalado en mi cabeza y no tuviera pensado marcharse…- La mirada de la rubia se ensombreció ligeramente, como si estuviera cargada de pesadumbre, de una extraña melancolía cuya procedencia desconocía. -Siento lástima… ¿Es posible que la escama llore?- No tenía claro si lo que preguntaba podía tener algún tipo de lógica o los susurros la estaban alterando tanto que ya desvariaba. Pero era lo que la aquejaba, una pena profunda en el pecho, como un agujero abierto por el que todo caía y desaparecía. Un viaje directo a la nada.
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Mensaje por Valiont de Skellig Jue Jun 07, 2018 9:34 am



Todo ocurre ahora.








A través del tiempo. Valle onírico.





En el profundo sueño de la Pirata no existía nada más que risas y compañeros. Despertaba, como si fuera una mañana normal y natural en su taberna. Al bajar, el griterío de toda su tripulación. Roberts como siempre, trayéndole algún regalo, flores y cosas de unicornio variadas. William brindando, cantando y riendo junto a Corbin Lockwood, llamándole como a él le gustaba, Gauldur. Dio abriendo botellas de ron, quejándose de forma instintiva del ruido pero riendo todos los chistes que salían de la boca del Capitán. Todo muy agradable alrededor del fuego, de la chimenea de la Sirena Borracha.

Negó el regalo de Roberts, no sabía bien por qué y la mirada de éste se ensombreció. -¿Siempre vas a rechazarme? ¿Para esto no te gusta ser puta? -Dijo su voz, distorsionada. -Eso es, ¿No quieres volver a ser una puta, Faye? -Dijo esta vez el Capitán. -La puta del Sleipnir. Podriamos cobrar incluso mas, muchachos. ¿Que os parece? -Nunca me han gustado tus métodos para ganar dinero, capitán, pero esta idea me gusta mucho. -Incluso Corbin estaba diciendo esas cosas cuando él odiaba a los burdeles por haber pertenecido a uno de ellos. -Pues no se hable mas, muchachos. ¡Tenemos una puta! A partir de ahora, trabajarás de puta para nosotros. -Eso te pasa por rechazarme, ramera de mierda. ¿Quien eres? No eres nadie. -Pronto los ojos de todos ellos quedaron totalmente vacuos. La taberna desapareció dejando paso a un paraje blanquecino cuyas paredes parecían derretirse como si fueran cera o espuma. Algo parecido pasaba con la piel de los piratas.

Tras eso, la escena cambió, seguía en ese lugar vacío de vida, pero ahora cada uno de los piratas de ojos vacuos, se la follaba por turnos, sin turnos. Cada vez que querían. Tenía la boca, las tetas y el cuello, todo lleno de semen, ya ni sabía de quien o quienes. Todos se reían de ella, le pegaban le escupían en la boca y tiraban del pelo. Cuando el turno fue de William, al penetrarla, su imagen cambió. La cabeza de William se transformó tras una explosión de sangre y carne. La cabeza tenía forma de.. ¿Amígdala? Una imagen muy grotesca.. Sin ojos, sin boca, tan solo una pared carnosa y viscosa, asemejada a una Amígdala de la garganta babeaba directamente en la boca de la ex-ramera. El cuerpo cambió también a una criatura gigante, de muchos brazos, muchas piernas.. La boca la tenía en el estirado cuello, mientras sacaba 6 viscosas lenguas que parecían moverse como anguilas fuera del agua.

¿La cama? Un amasijo de rocas cuya textura.. era carnosa y viscosa. Cuando Faye miró, la cama era una boca llena de fauces. La Amígdala seguía follándosela sin parar, sus gemidos eran extraños y etéreos. Podía notar como a través del infinito.. la observaban, tras la niebla blanca parecida a cera derretida, unos colosales ojos.. criaturas. -Ya nos has visto.. Ya nos conoces.





No podrás olvidarnos. -Tras eso, sintió el enorme latido de la escama de la noche anterior y.. Despertó. Sudorosa, fría, blanca. En el mundo real, si. Pero ida. A su lado, Valiont se despertó al instante y acarició sus hombros. -¿¡Faye!?
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Mensaje por Faye Jue Jun 07, 2018 4:59 pm

Como no recordaba haberse dormido, todo aquello le parecía real, vívido. Ella siempre hablaba de sí misma como si jamás hubiese dejado de ser una prostituta, algo que enojaba enormemente a William cada vez que lo oía y, sin embargo, ahora estaba no sólo instándola a serlo, sino obligándola y de manera vejatoria. Nunca se había sentido tan humillada en toda su vida ni tan dolida como en aquel instante, cuando sus amigos, aquellos a los que apreciaba, los únicos en los que confiaba, comenzaron a turnársela como si fuera un objeto sin valor. No sólo se la follaban por cada orificio posible, sino que le escupían y se meaban en ella, la golpeaban, le cubrían la boca para que no gritara. No les importaba desgarrarla en su visceral acto sexual, sólo pensaban en su propio placer y en reírse de ella, de la que hasta entonces había sido su amiga. Se sentía abandonada, traicionada, utilizada. Sucia. Pero aún y con todo el dolor que anidaba en su pecho, no derramó ni una sola lágrima. Tampoco cerró los ojos. Les miró a todos y cada uno de ellos a la cara cada vez que se le acercaban, que le ponían una mano encima, que la sometían a su voluntad sin recordar lo que juntos habían sido. Quería ser testigo de ese momento, grabarlo a fuego en su memoria para que jamás volviera a cometer la misma estupidez de confiar en alguien. Pero cuando William se acercó de nuevo, los enrojecidos ojos de la rubia se humedecieron haciéndole una muda pregunta al que una vez había sido su salvación “¿Ha sido todo una mentira?”.
 
De repente, cuando todo parecía que estaba en su punto álgido, que ya nada podía sorprenderla, una explosión de sangre y carne fresca la sobresaltó y la imagen de Bones desapareció, dejando en su lugar a un engendro. Fue entonces cuando las gotas salinas rodaron por sus mejillas, no porque estuviera asustada, sino porque aquello significaba que no era el verdadero William y jamás la había traicionado. Y a pesar del dolor corporal, del asco que aquella cosa le producía, se sentía aliviada. El monstruo era cada vez más horrendo y no era sólo su aspecto, sino el hedor, su tacto viscoso. Las tripas de Faye se revolvieron y cuando el trozo de músculo sin piel rozó su cara como si la lamiera lascivamente, vomitó por el pestilente olor que se le metió hasta lo más profundo del cerebro. Tal y como estaba, tendida, mirando hacia arriba y aprisionada por aquella tentaculada criatura, parte de los fluidos expulsados volvieron a caer en su boca y fueron tragados. Regurgitó de nuevo, girando la cabeza esta vez para expulsarlo todo. Las voces resonaban en su mente, lamían sus conexiones nerviosas, se colaban entre sus recuerdos y los profanaban. Intentó zafarse como pudo, pero con cada tirón que daba, uno de aquellos afilados dientes la cortaba, abría su piel y su carne, exponiéndola hasta el hueso pero, extrañamente, no manaba sangre.
 
En ese instante lo sintió de nuevo, el latido de la escama, los susurros oscuros y poderosos. La atraía una vez más, la llamaba a su encuentro. De repente, se cortó el vínculo y despertó de un sobresalto, perlada en sudor, con la respiración agitada, el corazón desbocado y los labios azulados. Giró despacio la cabeza, encontrándose con el preocupado albino a su lado. Los orbes habitualmente color miel de la pirata, ahora se veían grisáceos y de pupilas pequeñas. -Me quieren a mí...- Murmuró con la voz quebrada, antes de perder la consciencia.
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Mensaje por Valiont de Skellig Sáb Jul 07, 2018 4:51 am



El útero del mundo que no debió ser.













A través del tiempo. Valle onírico.





Los ojos de Faye se abrieron, Valiont exclamó su nombre en una interrogante, pero cuando mejor vio la pirata.. mas se dio cuenta de que la Pesadilla no había acabado. Lo que le había exclamado su nombre no era Valiont, era cualquier cosa menos su mejor amigo. Estaba sentado a su lado, pero su cabeza se abrió en seis tiras como si fuera el capullo de una Flor tropical, cuya membrana interior estaba llena de fauces y una lengua en su interior salió despedida hacia el cuello de la Chica, conectando así ambos sistemas nerviosos haciéndolos uno.

La cabeza de la ex-puta se apagó completamente, dando como resultado.. que caminase por un extraño valle con unas extrañas flores y una tierra baldía. Aquello que estaba viendo.. era la Tierra, el lugar donde ella vivía. Si miraba hacia el cielo.. podía ver algo distinto, el sol no parecía el sol, el cielo… No era azul, si no que parecía permanentemente en llamas. No había nubes poblando el ancho y basto cielo, en su lugar, una enorme cadena de un metal que no había visto en su vida cruzaba un extremo y otro, brillando como si el propio planeta estuviese cautivo por algo o.. alguien. Cada paso que daba sentía los susurros de “Ellos” en un idioma ignoto, sin rostro y sin traducción.


Cahf ah nafl mglw'nafh hh' ahor syha'h ah'legeth, ng llll or'azath syha'hnahh n'ghftephai n'gha ahornah ah'mglw'nafh..

C' mgep ymg' mgepmgah'n'ghft ng hai, ahagl ah mg saving.  Ymg' ahor nafl n'ghftephai save ymg'

C' ymg' gotha.  C' ymg' gotha.  C' ymg' gotha.  C' gotha.  nilgh'ri ph'nglui fahf shuggog.


Aquellas palabras, aquellas voces.. aquella voragine de terror, horror y desconocimiento hacia el conocimiento.. Faye caminaba sola mientras el viento daba en sus rodillas, un viento que era gélido y horriblemente caluroso a la misma vez, pero, ¿Cómo podía ser posible aquello?. Llegó a un gran acantilado cuyo mar eran llamas negras y un abismo de fauces, parecido a la boca de una sanguijuela enorme con infinitas filas de afilados dientes. Aquella boca.. abismo, lo que diantres fuera, no paraba de latir como una herida, una herida del propio planeta, como si “Aquello” fuera un parásito que no podía ser extirpado y que no paraba de esputar pús y sangre negra, de aquella sangre emergían criaturas que jamás había conseguido siquiera imaginar, no tenían una forma clara, ni órganos, pero parecían.. Evolucionar, adaptarse con el tiempo necesario.

Al mirar mas al fondo, pudo notar aquella presencia impresenciable.. aquello innombrable. Aquello inimaginable. Lo que no tenía rostro. “Lo que esta muerto, no puede morir”. Sus ojos, diminutos en comparación con lo demás de su cuerpo, se abrieron. Algo.. enorme y colosal, un titán se levantó creando maremotos e inundaciones a lo largo y ancho del planeta, su cabeza parecía una mezcla entre un calamar y un pulpo, pero tenía dientes de parásito, aire de enfermedad. Su sólo lenguaje hacía estallar hasta la cabeza mas firme. Su sola visión… era indescriptible. Pero.. era extraño, no parecía hostil, no hacia ella. No hacía el mundo.. como todo lo demás. Aquella enorme criatura.. parecía encadenada, como si el planeta fuera una criatura aún mayor y pretendiera tenerla en sus propias entrañas para siempre. Su millar de ojos miraron a Faye. “Somos la única salvación. Nunca despertéis a Yogg-Sototh.. “

Aquél nombre. Aquél maldito nombre. Faye se desvaneció con solo escucharlo del titan.. y pudo imaginar, en el sueño dentro del sueño de la propia pesadilla, una última forma en el mundo enfermo que visitó. Un árbol.. en llamas, cuyo tronco estaba hecho de carne y sus espuelas eran ojos danzantes. ¿Sus raices? Era un útero que no paraba de dar a luz a engendros.. Engendros como el de la escama. ¡La escama!. Justo en ese momento.. lo vió, el interior de aquello, una suerte de laberintos interiores, donde criaturas pequeñas y con orejas grandes, piel verde y ojos huraños parecían trabajar con martillos y yunques, golpeando algo enorme, algo titánico. Algo… que no debía ser despertado. La piel de algo mucho mayor, algo que parecía tener una forma de un extraño dragón sin ojos y sin boca. Cuya piel.. tenía las mismas escamas que la criatura de Valiont.







Faye despertó. Ésta vez de verdad. Valiont no paraba de abrazarla. Besarla. Mimarla. -..¿Faye? ¿Estás bien?.
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Mensaje por Faye Sáb Jul 07, 2018 6:58 am

Antes de que su consciencia se desvaneciera, la rubia pudo ver como el que creía era su amigo, demostraba no serlo. La piel de su rostro se abrió como si la cortaran e igual que la piel de una banana, se separó, dejando a la vista una lengua vistosa, morada y alargada con cuatro dientes afilados en la punta que se clavaron en el cuello de la chica, robándole de nuevo el sentido a todo lo que vivía.
 
Lo que ocurrió a continuación fue extraño, más aún que la escena de la violación, pero mucho menos terrorífico para la pirata. Todo le sonaba, pero nada estaba igual que lo recordaba. Como si alguna vez hubiera soñado ya con aquel lugar, pero ahora todo estuviera del revés. El cielo se asemejaba a la idea que tenía Faye del infierno y las extrañas plantas que parecían surgir de la tierra a una velocidad inexplicable, parecían invertidas, igual que las criaturas. Como si nada tuviese dermis, como si los huesos estuvieran por fuera de los músculos y la sangre circulara adherida a los tejidos, sin venas siquiera, siguiendo los surcos que la carne tenía.
 
Las voces retumbaban en su cabeza y, aunque no entendía lo que le decían, subconscientemente, las seguía. Sus piernas avanzaban por aquel terreno viscoso, como si sus pies se hundieran a cada paso en una especie de lodo negro. No fue hasta que no llegó al precipicio que se percató que no era fango, sino la sangre de una criatura enorme y sumamente desagradable. Ésta se alzó, no se le podía llamar de otro modo al acto, porque no tenía pies, únicamente aquellos tentáculos. Estaba encadenada y lejos de verse agresiva u hostil hacia la rubia, parecía querer comunicarse con ella, avisarla de algo. Mas lo que le dijeron no lo entendió, ¿de quién le estaban hablando? ¿Quién diablos era Yogg-Sototh? Le sobrevino un mareo, pero uno distinto, como si el mundo se desfigurara en una espiral, como cuando el artista hundía la brocha llena de pintura en un bote de agua. Al volver a formarse todo, si es que se podía decir así, porque la visión frente a sus ojos carecía precisamente de lo que comúnmente se llamaba forma, o lo que todos conocían como tal, pudo ver unas extrañas raíces pulsantes. Casi se sentía como éstas drenaban el planeta, consumiendo su vida a cada latido. La Tierra se apagaba, si es que ese mundo era la Tierra y el horrendo árbol que ascendía hasta perderse en las llamaradas del cielo, se fortalecía. La abertura que se apreciaba en el supuesto tronco, le recordaba a una vagina y pronto supo que su similitud no se quedaba únicamente en la apariencia, pues engendros de todo tipo salían de ella como si los pariera.
 
Faye reculó dando varios pasos hacia atrás, pero el abismo se abría también por detrás. Se detuvo al notar que no había más suelo y que en la caída, seres con los brazos extendidos clamaban como almas en pena. Parecían aguardar su llegada, que se despeñara para atraparla entre sus garras y despedazarla. Sentía la oscuridad envolverla por todos los flancos posibles. Estaba rodeada.
 
Fijó de nuevo la mirada al frente y fue entonces cuando lo vio, entre tanto monstruo, seres verduzcos trabajando sobre otro ser aún más grande, inmenso. Fue en una de las pulsaciones de las raíces cuando se percató del brillo irisado, como si una corriente recorriera a la bestia y lo recordó. Recordó aquella escama, la que lo había iniciado todo, la que la había llevado a las pesadillas y al pozo oscuro de su corazón. La que había enrarecido el ambiente en la taberna y vuelto extraña su relación con Valiont.
 
Algo cambió allí, en ese lugar en el que se hallaba, como si hubiera sido medio invisible para todos excepto la criatura encadenada hasta aquel instante. Sintió como miles de ojos se clavaban en ella, la atravesaban como flechas. Se le detuvo el corazón al dar una bocanada de aire y, de repente, todo se fundió a negro.
 
Despertó sobresaltada, al fin en la realidad, con el verdadero Valiont a su lado que parecía seriamente preocupado. No sabía si, tal vez, habría dicho algo en sueños, si habría sudado, gritado, pataleado… Pero si algo tenía claro, era que la Faye que se había metido en la cama horas antes y la que ahora salía de aquella horrible serie de sueños, no eran la misma persona.
 
Correspondió al abrazo del albino, estrechándole con fuerza, aunque se notaba hasta en eso que estaba cansada. Las pesadillas habían drenado su energía, como si aquel ser que chupaba de la Tierra, lo hubiese hecho también de la rubia. Escondió la cara en el pecho foráneo, flexionando las piernas hacia un lado para sentir la temperatura del brujo envolviéndola, calmándola. Aún no se había dado cuenta, pero una considerable mancha de sangre estaba empapando entre sus muslos la sábana bajera. -Ha sido horrible...- Murmuró con un hilo quebrado de voz.
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Mensaje por Valiont de Skellig Lun Ago 06, 2018 4:17 pm

En la taberna de Faye. 22:32.





Los dorados de Valiont afirmaban la realidad, una de ellas, al menos, pues Faye ya había comprobado que había todo un menú disponible de realidades distintas y alternas, tan solo había que saber como abrirlas o llegar hasta ellas. El albino le acariciaba el rostro con suma ternura y cuidado, sonriendo tal y como a la pirata le gustaba. Escuchándole y contestando al abrazo que ésta le daba. -Shhhh… Lo sé, Faye. Sé que ha sido horrible. Lo he notado en tus latidos. En tu rostro. En tus labios. Te preguntaría tantas cosas.. que no te preguntaré aún ninguna, no es el momento. Has estado dos días asumida en.. una especie de Coma, y necesitas recuperarte.-Los latidos de la Escama estaban presentes lo que significaba.. que aún seguía allí. Lo cual era extraño.. si te pones a recordar, la escama era de un monstruo, la descripción de Valiont se parecía a una especie de Mantis, sin embargo.. lo que vio Faye era un enorme dragón. ¿Es que las escamas de ese dragón eran monstruos propios? -Sé que estás pensando en ello.. deja de pensar en ello.

La levantó y le besó el dorso de la mano, encaminándola a la cocina. -William estuvo aquí esta mañana, le dije que estabas de compras, de lo contrario me habría matado a mi y a cualquiera, ya sabes lo que significa tu bien estar para tu Amigo y Capitán. Y también estuvo aquí ese raro muchacho.. Roberts. Te trajo un ramo de flores violetas, bastante bonito a decir verdad. -Todo se juntaba, imágenes del sueño e imágenes de la realidad, pero había que despertar. Llegaron a la cocina, Valiont había estado preparando tortitas y leche con café, lo que significaba que lo primero estaría horriblemente malo y lo segundo delicioso, Valiont no era hábil haciendo Tortitas, pero, ¿Quien se lo iba a decir? Faye no, desde luego. Ese marrón era para otro. Ciertamnete a la pirata le dolía la tripa a parte de cada una de las partes de la cabeza. -Tengo otro contrato, bastante sencillo. ...Creo. Por si quieres venir a acompañarme y ayudarme, así te distraigo un poco, ¿Que me dices, Faye?
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Mensaje por Faye Jue Ago 09, 2018 3:08 am

A pesar del horror, el tiempo había volado, porque ni por asumo hubiese pensado que llevaba dos días enteros sumida en aquel profundo y desagradable mundo de sueños. La relatividad del tiempo era algo que aún estaba por descubrirse oficialmente, pero que, al mismo tiempo, todo el mundo experimentaba en carne propia. Por ello mismo, la rubia estaba tan desconcertada sin poder darle una explicación lógica a lo ocurrido.

Su pensamiento intentaba conectar partes del sueño con la realidad, con aquellas cosas que recordaba previas a dormirse, con la historia que le había narrado el albino sobre el origen de la escama, de aquel trozo de engendro que había originado la vorágine de terror que había consumido a la pirata. Fue la voz de Valiont la que la regresó a la realidad, una vez más, alejando, momentáneamente, los pensamientos sobre ese extraño más allá que había descubierto.

Se incorporó cuando el brujo tiró de su mano, delicadamente, con cariño, de aquel modo que le caracterizaba siempre. Ella se dejó llevar, sin fijarse en la mancha que quedaba ni en la cama ni en la parte trasera de la larga blusa blanca que portaba y le cubría hasta por encima de las rodillas. -William es el rey oportuno...- Comentó, intentando mostrarse tranquila y hasta bromista, aunque el dolor que sentía en el abdomen empezaba a ser tan molesto que hasta caminar le costaba. -Roberts debería ser jardinero en vez de pirata, ¿no crees?- Rio levemente, apoyándose en la barra de la taberna en cuanto tuvo oportunidad, usando la propia tabla para presionarse el estómago en busca de un poco de calma. -Hambre no tengo… creo que sólo me tomaré el café. Pero muchas gracias por las molestias, Valiont.- No le iba a decir que sólo le faltaba hincarle el diente a ese desayuno para estar segura de vomitar hasta la cena de la semana pasada. Le dedicó una débil sonrisa, buscando un taburete en el que aposentarse, cuando se percató de la humedad de la tela contra su trasero, aunque pensó que sería de algún borracho, pero al levantarse vio los restos rojizos y extrañada, con el ceño fruncido, miró al brujo. -¿Hubo heridos hace poco?- No podía hacer mucho o la sangre se habría secado. Pero todo parecía excesivamente en su lugar, aunque fueran habituales las trifulcas en el lugar.
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Mensaje por Valiont de Skellig Dom Ago 12, 2018 6:20 am



La melodía.













En la taberna de faye: 23:00







Valiont daba hasta el último de sus suspiros contra los labios de su amiga Faye. Le arropaba, le daba calor pues.. la piel de aquella chica parecía estar congelada, lo estaba al tacto y lo estaba a la vista. -No causas ninguna molestia… Y si, Roberts debería ser jardinero.-El brujo parecía muy preocupado pese a la leve sonrisa de su amiga, en todos sus años de oficio no había visto nada parecido, nada que se acercase a lo que estaba viendo. Los ojos de Faye parecían haber cambiado.. pero volvían a su color natural. Cambiaban.. y de nuevo volvían a su color natural. Cambiaban entre ese tono azul gélido, y su tono normal. Valiont se fijó en ello y se levantó, llevándola tras él hacia la cocina. Ya que no quería comer, al menos le haría café con alguna infusión.

Abrió su zurrón y sacó una de las hierbas mas fuertes que tenía, tenía muy pocas por que su uso estaba casi prohibido. -No puedo dejar que te quedes en mitad de lo que quiera que estés.. Has de quedarte conmigo. Y no.. No hubo heridos, al menos, que esté en mi saber.. -El brujo no vio aquella sangre, si bien por que ella estaba delante, o si bien por que en la mente de Faye todo daba vueltas, había vuelto a la realidad si, pero el velo que había entre ésta y la otra Realidad que ahora conocía bien la chica, se había rasgado tanto que.. Ahora mismo, Navegaba de un lado a otro de ambos sitios sin darse cuenta. Podía ver a Valiont preocupado, preparándole el Brebaje, pero todo parpadeaba y en cada parpadeo.. Veía otra versiíon de su mundo. Todo de color azul y retorcido, los árboles eran de carne y las lunas de Sangre. Al cerrar los ojos escuchaba en su mente… Un sin fin de voces que la llamaban, parecía una canción… Una melodía críptica que se repetía una y otra vez. Como un lamento de una voz que no existía, de tonos graves, como un saxofón.

Algo la llamaba.. pero por el contrario, los ecos remanentes de aquella criatura que vio encadenada… La llamaba a otro lugar, quería impedir que se fuera con los susurros de aquél otro vacío, de… Yogg-sottoth. Recordaba el nombre de aquél mundo, o aquél reino que dijeron.. R’lyeh.

Fuera todo era normal, los helechos eran verdes, y al cambiar de realidad eran azules verdosos, con hongos fluorescente que rezumaban pus, como si algo quisiera contaminarlos, algo que parasitaba al propio planeta. Volvía de nuevo a la realidad, con sus ojos normales. Valiont había acabado el brebaje. -Tomate esto. Escocerá y te dolerá, quizá te cueste dormir.. Pero así pararás de escuchar.. -Valiont sabía lo de los susurros de la escama, pero nada más. Y por ahora, no iba a preguntar. -Sea lo que sea lo que te esté pasando.. Iremos a la Biblioteca a intentar comprender más, ¿Esta bien, Faye? -En los parpadeos de realidad, podía ver detrás de él una salva de tentáculos que parecían querer rasgar la Realidad y colarse en el mundo “Real”. Pero desaparecieron tan pronto como volvía a parpadear. Entonces fue cuando la olió, la sangre. Valiont se crispó, quería saber, pero..

-Bebe.. Faye. Por favor. Necesito que bebas. Se.. que lo estás pasando mal, ¿Necesitas hablarme de ello..? No preguntaré, pero si quieres hablarlo, aquí estoy. Si necesitas hablar de.. esa sangre.. También, estoy aquí. -Volvió a besarla con muchísimo mimo. La miró a los ojos directamente. -No dejaré que te ocurra nada, ¿Esta bien? -La quería, y era obvio que no dejaría que nada se la llevase, ni a un lugar, ni a otro, en el que no estuviera él para salvaguardarla.
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Mensaje por Faye Lun Ago 13, 2018 4:42 pm

La mente de Faye parecía luchar contra algo, algo imposible de tocar y aún menos de describir. Dos algos en realidad, uno tiraba de ella hacia un lado de un abismo, el otro hacia el contrario y ella permanecía en vilo, flotando, incapaz de mirar a otro lado que no fueran sus pies que pendían sobre un vacío infinito. Sus orbes viraban de color, envolviendo unas pupilas dilatadas, oscuras y sin brillo. La voz de su amigo se perdía en un eco de palabras incomprensibles, de susurros apagados y ásperos, profundos como el miedo mismo. La realidad se disgregaba alrededor, parcheada de mundos inexistentes o tal vez sí existían, por imposibles que fueran, por increíbles que se le antojaran a la pirata. Increíbles en el mal sentido, en uno terrorífico y que desearía poder olvidar para siempre. Pero no podía, era imposible separarse de esa esencia corrupta que se adhería a ella como si fuera su propia piel, colapsándole los poros, reptando al interior, mezclándose con la musculatura y envolviendo sus órganos. Estrangulándolos de manera invisible e indolora, pero eficaz.

Sus párpados cayeron lentamente, tan despacio que el tiempo mismo se ralentizó para acompañar el mínimo movimiento de las pestañas al cortar el aire que las rodeaba. Las sílabas se distorsionaban como si fueran estiradas por las manos de una arpista en el espacio, perdiendo todo sentido, todo significado. La rubia ladeó la cabeza, sumida en una neblina espesa y pesada.

De nuevo se abrieron sus ojos, igual de despacio que se cerraron anteriormente y un leve e imperceptible titilar le permitió ver que el albino le ofrecía algo para beber. Extendió ambos brazos en la dirección y tomó con las dos manos el pequeño vaso, temiendo no ser capaz de acertar las tres dimensiones con una sola y que se le escurriera entre los dedos. Sin realmente escuchar lo que su compañero le decía, guiada por instinto o, tal vez, por una fuerza mayor, se llevó la copa a los labios y le dio varios tragos hasta vaciarla, igual que hubiese hecho un sediento en mitad del desierto al encontrar el primer oasis en veinte días. El líquido quemó al bajar por su garganta, abrasó en sus pulmones y pareció que le erosionaba la lengua. El objetó cayó al suelo rompiéndose en mil pedazos, mas ella ni se inmutó, no por eso al menos, pues se llevó diestra y siniestra al cuello como si se ahogara. La sensación fue horrible, duró únicamente unos segundos, pero antes de perder la consciencia de nuevo y caer, golpeando fuertemente la barra con la cabeza y después el suelo con todo su cuerpo, pudo escuchar y comprender las palabras del cazador de monstruos "Aquí estoy".

Esa vez no hubo sueño, ni susurros, ni dolor mental. Sólo había dolor físico como si se hiciera añicos y se recompusiera una y otra vez, sin cesar. Yacía en la cama, al parecer el brujo la había llevado allí de nuevo tras perder el conocimiento. La rubia convulsionaba de vez en cuando como si el tormento corporal fuera demasiado para soportarlo y se liberara de ese extraño e incomprensible modo. No se quejaba, no lloraba, no emitía sonido alguno como si, en vez de sorda como antaño, ahora se hubiese vuelto muda. Su amigo podía verla sufrir pero no podía hacer nada más que esperar que aquello que le había hecho beber, surtiera efecto lo antes posible. Lo había hecho ya, pero el cuerpo y la mente se habían separado y así como la segunda descansaba del suplicio experimentado, el primero cargaba con todo el peso de haber pisado el mundo onírico.

***

Sin ser consciente de nada, el torso se elevó de pronto, quedando así la pirata sentada. Sus párpados se despegaron y aunque se le resentía hasta el último músculo, sus ojos volvían a tener vida. -¿No estábamos abajo en la taberna?- Quiso saber una confusa Faye que no comprendía nada.
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Mensaje por Valiont de Skellig Dom Sep 02, 2018 11:36 am



Magnhild de Skellig.




En la taberna de faye: 23:20






E
l Peliblanco asintió con suavidad guardando varios mechones rubios de aquella cabellera tras la oreja, acarició con conciencia y se acercó a besar unos labios que le enamoraban. Abrió los ojos y la miró. -Si, estábamos abajo.. Pero has tenido algunos.. Bueno, sueños. -Suspiró lentamente. -Yo también me he visto expuesto a los Susurros desde que encontré a aquella criatura. Pero ya había sentido eso tiempo ha, en una de mis primeras cacerías. Una que me llevó a las costas de Innsmouth. Aquél pueblo costero.. era fantasma, pero descubrí algunas cosas allí, entre ellas uno de mis mejores amigos y allegados, un viejo Sabiomar que busca sabiduría en las Mareas y su poder reside en controlar las profundidades y el saber del Salitre. -Comentó con tranquilidad, posando su mano esta vez en el muslo de Faye.

-¿Te ha hecho efecto el brebaje que te di? -Se notaba que estaba preocupado, pese a estar mutado había cosas, “Sentimientos” que no podía evitar, ni siquiera se daba cuenta, y eso era algo que a su aprendiz le gustaba mucho, pese a que no lo dijese abiertamente. -Le he estado dando vueltas.. Si no presentas mejoría, es mejor que consulte con Magnhild la idea de.. Llevarte a Innsmouth, bueno, cerca, no al pueblo en sí. -Pues el pueblo daba horror. Y los susurros impregnados en la atmósfera no serían buenos para Faye. Valiont sabía la historia de aquél lugar, y de por que los marineros acabaron… Transformados. Pero no lo diría, por ahora no. No hasta saber con exactitud quienes susurran a su mejor amiga y por qué. Sentía que había dos fuerzas iguales, pero a su vez, enfrentadas una contra la otra, y ambas querían a Faye. ¿Pero por que a Faye? Tenía que llegar al fondo de ese asunto, y su aprendiz es posible que supiera algo, alguna pista, pues ella había ido sola a aquél lugar, quería descubrirlo por ella misma, y si iba la primera vez con su Maestro, sabía que acabarían follando hasta debajo del mar, y no era plan.

-Abajo, en el sótano de tu taberna, Tenemos un viejo megascopio, ¿Recuerdas?- Era un artilugio que usaban los Magos hace mucho tiempo, también los Alquimistas de la guerra y los Médicos de la Peste para comunicarse mediante algo parecido a la magia pero sin llegar a ser magia en sí, mas bien.. algún tipo de Tecnología incomprensible en estos tiempos, pero funcionaba. A Valiont le daba nauseas todo lo que era relacionado con ese tipo de magia: Portales, Teletransportación, Telecomunicación.. Pero esta vez era necesario, si querían comunicarse con Magnhild sin abandonar la Taberna, no podían hacerlo, no con Faye así. No en este preciso instante. -Aún recuerdo la cara del Mago al que se lo robamos.. -Dijo, tratando de añadir jocosidad al asunto, quería ver a su amiga sonreir. -Debemos alertar a mi ahijada, Faye. Además, dos Yeguas siempre son mejor que una. -En su primer viaje con su “Ahijada” como él la llama, incluso con.. Morbo, ejem. Le ayudó a adiestrar a una Yegua salvaje, de ese modo, ambos podrían viajar juntos y en el mismo “Automovil”.

Selló los labios de la rubia con otro beso más, esta vez, con un abrazo incluido, tumbándola con sumo cuidado, sin apartar su boca de los labios ajenos haciendo que el beso se tornara en un delicioso morreo. La quería. La quería muchísimo.
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Mensaje por Faye Lun Sep 10, 2018 7:29 am

Que el albino hablara tanto y tan deprisa, que en realidad no iba más rápido de lo normal pero a ella se lo parecía, estaba aturullando un poco la mente aún espesa de la pirata, cuyo torso se movía ligeramente como si se encontraba en un barco en plena mar agitada. Había una especie de vaivén, un mareo extraño que la obligaba a intentar mantener su cuerpo en posición perpendicular al suelo. Pero el problema era que el parqué no se movía, ni tampoco lo hacía la cama, era sólo una sensación errada. -No entiendo nada, Valiont… ¿Innsmouth? ¿De qué me estás hablando?- La palabra le sonaba, pero, sin embargo, no la había escuchado nunca antes. Jamás se la había mencionado el brujo, ni tampoco su discípula. Nadie le había hecho comentario alguno sobre dicho lugar, ni siquiera William, pues él había estado allí también, pero la rubia no tenía la menor idea sobre aquello, ¿o tal vez sí? Un recuerdo en el pasado, en su primer encuentro, tras sacarla del burdel y llevarla a una taberna a comer algo y hablar, hablar el Perro, porque ella apenas dijo nada, pero claro, en aquella época era sorda, la palabra no la había escuchado y al leerla en unos labios, sin conocerla, la había omitido por completo. Pero, aún con todo, sentía como si conociera ese destino, no sólo su nombre, sino su aspecto, su hedor, incluso el tacto que tenía bajo sus pies desnudos.

Intentó no pensar más en ello. Se llevó la mano izquierda a la frente y presionó con pulgar e índice sus sienes. Cerró los ojos, tomando aire muy lentamente, tan despacio que casi sentía como los pulmones se llenaban milímetro a milímetro cúbico. Dejó escapar éste en un largo suspiro y elevó de nuevo el rostro, buscando aquellos ofidios ojos ambarinos con los propios. -Recuerdo el megascopio, ¿pero seguro que sigue en el sótano? Creía que te lo habías llevado meses atrás cuando me pediste… algo.- Su memoria estaba fragmentada o, al menos, desordenada. No parecía encontrar ciertas cosas y otras aparecían, de repente, sin venir a cuento. Los orbes de Faye destilaban incertidumbre, inquietud incluso. -Podemos bajar a ver, aunque estoy algo mareada, a decir verdad...- No había ya susurros en sus oídos, en su cabeza, pero ahora parecía que, junto con ellos, habían desaparecido más cosas que sólo aquellas incesantes lenguas muertas empeñadas en atraerla, en corromperla, en hundirla en el fango más pestilente habido y por haber sobre la faz de la Tierra.

Se apoyó con ambas manos en el colchón, empujándose para aproximarse al borde. Parecía que no estaba tan mal después de todo. Posó los pies con cuidado en los tablones tibios de madera y se impulsó con suma lentitud para incorporarse. Aguardó varios segundos, asegurándose de no perder el equilibrio, antes de dar el primer paso al frente. -¿Me pasas algo de ropa del armario?- Prefería no hacer esfuerzos de más y su amigo se conocía bien la habitación. No sería la primera vez que la ayudaba a vestirse, aunque prefiriera hacer lo contrario y desnudarla. También ella prefería que le arrancara las prendas a que se las abotonara, pero todo tenía un lugar y un momento y aquel requería de cierta ayuda para poder contactar con cazadora de monstruos que era la compañera de Valiont.
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Mensaje por Valiont de Skellig Dom Sep 30, 2018 9:35 am



El Megascopio.






En la taberna de faye: 23:29







El nombre de aquél pueblo costero de Costa rica resonaba en su mente como si estuviese ya en él, pero no dijo nada para no alertar a su mejor amigo. -Eso no importa ahora.. antes de ponernos a todo eso, hay que calmar tus aguas, o de lo contrario el huracán podría acabar en tempestad.- Tras tumbarla, la observó con obsequio y le sonrió asintiendo de forma leve y pasiva, mientras el corazón de Faye parecía ser un cráter que poco a poco, comenzaba a llenarse de calor de nuevo, alejándose del frío de antes. -Si, sigo teniendo el Megascopio. -Entonces, el pequeño Duende que el mismo cazador adiestró desde su estado mas salvaje, apareció con el utensilio, era un trasto mas que algo inteligente, pero era el modo que tenían los Magos en la Antigua Guerra de comunicarse sin usar específicamente la magia. Fue así como los Alquimistas se hicieron ricos en aquella época.

Valiont lo observó y asintió a la pregunta de Faye, yendo al armario a por algo de ropa, los gustos de la rubia eran tan exquisitos como el sabor de sus labios y cerveza. Lo dejó a su lado para que ella lo pudiese alcanzar y se acercó al Megascopio para ponerlo en marcha. Tras varios chispazos rudimentarios, aquello consiguió hacerse eco, mostrando una imagen hecha de la propia electricidad y energía del lugar. Magnhild tenía uno en su cabaña, Valiont confiaba en que a estas horas, la Rubia estuviese en casa, o bien follando o bien comiendo de algo que haya cazado, y así era. Estaba desnuda, comiéndose una buena polla, cuando la tos del Albino interrumpió. -Siento interrumpir, Magnhild. -Pero el individuo se corrió en la boca de la Cazamonstruos y Valiont sonrió. -Parece que al final, no he interrumpido tanto. -Volvió a ponerse serio, por mucho que quisiera atravesar aquello y unirse. -Necesito que vengas, hay un tema que debemos… hablar con urgencia, se trata de Faye y el.. Vacío. -Ellos ya habían luchado anteriormente con el Vacío, pero de otras formas distntas.. y no tan físicas como lo ha sido la criatura a la que le han robado la escama que ha detonado todo esto. -Te esperamos, Magnhild.


Cortó la comunicación. Faye y ella ya habían tenido algún que otro encuentro,
el día que conoció a la cazadora.
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Mensaje por Magnhild de Skellig Mar Oct 09, 2018 1:10 pm

Hacía tiempo que se había “instalado” en París, en las afueras para ser exactos, suficientemente cerca de Valiont como para trabajar juntos, pero con cierto espacio para que cada uno hiciera vida a su modo. La curiosidad por el albino había seguido creciendo con los meses, al tiempo que había aprendido muchas cosas de él como cazador de monstruos. Seguían sin ver las cosas del mismo modo, pero se compenetraban muy bien en la lucha y, al ser ambos mutados, pasaban de las discusiones o de los malos rollos. Cada uno decía una cosa y que el otro hiciera lo que se le antojara. Así funcionaba todo entre ellos.

Aquella noche, después de darle caza a un pequeño y desagradable ser, a la rubia le habían entrado unas terribles ganas de follarse a alguien y se había acercado a la taberna a buscar otro tipo de presa. Era una mujer atractiva a pesar de la extrañez de sus ojos o de la multitud de cicatrices que surcaban sus extremidades o torso. Así que no le resultó difícil encontrar a un tipo fornido que aparentaba ser capaz de aguantar a una hembra salvaje como lo era ella, al menos durante un par de rondas.

Se lo llevó a su casa, le dio un buen repaso y cuando estaba a punto de correrse el hombre en su boca por tercera vez, un conocido carraspeo hizo que los felinos ojos de Magnhild se girasen hacia un lado. En ese mismo instante el tipo se corrió en su cara y mientras su amigo brujo le decía que necesitaba que fuera a casa de su amiga la posadera, la lengua de la vikinga recorría su propia mejilla en busca de los restos de esperma. Asintió a la petición ajena y la comunicación se cortó.

El rostro de la rubia se elevó hasta encontrarse con la confusa mirada del hombre -Ya has oído, me tengo que ir. Coge tus cosas y lárgate.- La cazadora de monstruos no era ninguna experta en empatía y no tenía necesidad alguna de fingir nada. Sólo le había traído para follar y ahora que no podían iniciar otra ronda, ya no le servía para nada.

Se levantó y fue a por su ropa y armas. Se vistió enseguida, asegurando cada cosa en su sitio y mientras se calzaba las botas, pudo ver que el tipo seguía allí plantado sin entender nada. -O te vas tú solo o te saco yo de mi casa. Elige y deprisa.- El hombre se apabulló de inmediato y se apresuró en ponerse la ropa para irse antes de que ella le ensartara con una de las dos espadas que llevaba a la espalda.
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El poder de los susurros // Privado Empty Re: El poder de los susurros // Privado

Mensaje por Faye Lun Oct 15, 2018 11:00 am

Mientras el albino se tomaba su tiempo para contactar con Magnhild, la pirata alcanzó la ropa que el brujo había depositado cuidadosamente a su lado y empezó a vestirse despacio. Temía que cualquier movimiento brusco la marearía y provocaría náuseas de nuevo, así que se lo tomó con calma. No tenía prisa, menos aún teniendo en cuenta que debían esperar a que la amiga de Valiont llegara, lo que le llevaría cerca de una hora por lo que le había contado el cazador de monstruos sobre dónde se había instalado la otra rubia.

Una vez estuvo lista, se giró, de pie como estaba junto a la cama y se encontró con la atenta mirada del albino puesta en ella. Faye sonrió débilmente, con cariño. -¿Tan guapa estoy?- Bromeó, intentando quitarle algo de hierro al asunto. Sinceramente, aún sentía el corazón pesado, como si lo hubiese envuelto una mano de alquitrán y lo estuviese intentando arrastrar hacia el estómago. Pero, al menos, ya no escuchaba las voces haciendo eco en su cabeza y aunque se le iba un poco la concentración y parecían faltarle fragmentos de memoria relativamente reciente, por lo demás estaba bastante mejor.

Se acercó al brujo y llevó ambas manos a ahuecarle las mejillas. La blanca barba le hacía cosquillas en las palmas, algo que la reconfortaba ciertamente. Se inclinó lentamente hacia delante y depositó un breve beso en la frente de su amigo. -Vamos abajo. Magnhild no tardará en llegar y quiero un poco de café.- Comentó con voz más tranquila y presente. Los orbes de la posadera ya no se veían tan ausentes, ni oscuros. Habían recobrado su tonalidad habitual, aunque sus pupilas habían empequeñecido tanto que casi ni se veían.

Sintió un retortijón extraño y con la diestra se acarició el vientre. No tenía hambre, pero algo parecía moverse donde debían estar sus tripas. Se miró a sí misma, ladeando un poco la cabeza. Como si su propio cerebro la obligara a descartar la preocupación, se encogió de hombros y olvidó, de inmediato, lo que acababa de ocurrir para dirigir sus pasos pausados hacia la puerta y, seguidamente, por la escalera hasta llegar a la barra. Se colocó en su lugar de siempre y como una autómata empezó a prepararlo todo para servirse un café. -¿Tú quieres uno?- Le preguntó al cazador de monstruos, sin mirarle, mientras preparaba el filtro con una piel de tripa animal especial que le había conseguido Dio.
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