Los Farsantes: nada es aqui lo que parece ( Beatrice Denwonts)

Alexandrai amaba y odiaba las mascaradas. Amaba el lujo, el refinamiento, la delicadeza y la hipocresia, sobre todo esta ultima que le divertia. La gente se miraba con desprecio y envidia, y se sonreian, ladeaban la cabeza y se inclinaban, como un par de tortolas, pero por dentro son serpientes. Alexandrai vestido con un lujoso tuxedo, giraba el anillo de piedra de rubi, casi como un tic, eso era lo que odiaba de las mascaradas: Que tenia que comportarse como un humano, el preferiria otro tipo de fiestas mas salvajes. Caminada como un rey, elegante y soberbio, haciendo una mueca de desagrado, cuando se dio cuenta que dos solteronas, con horrendos vestidos de encajes le miraban coqueteando. Parecian ya a las parcas, y nisiquiera les contesto la mirada, observandolas de reojo y retirandose. Aburrido salio hacia el gran balcon del palacio, ha admirar como la nieve le daba un aire funebre a la noche, le daba una molestia enorme ser lo que realmente su naturaleza pedia... pero los tumultos le incomodaban, preferia la caceria solitaria, la sangre desbordandose en sus labios, mientras la pobre victima se sacudia a manera de defensa, gemia y lloraba sin nadie que la pudiera librar. Hoy se sentia disfrazado de gran señor, pero en realidad era una bestia con buenos modales, una hiena con frac.

Dejo el bullicio y bajo por las escalerillas al majestuoso jardin del palacio, oculto en el invierno, blanco y palido, Alexandrai buscaba una distraccion a su terrible tedio. Queria emocion pero no podia ubicar de que modo... ni loco les prestaria atencion a las parcas, preferiria morir. La belleza marchita para el era un desperdicio, y se veia asi mismo como un bendecido por permanecer siempre joven sin que el invierno de la muerte pudiera alcanzarlo y robandole la vida a otros idiotas, alimentandose de la belleza... ninguna de sus victimas podia llenarlo, solo una pelirroja gitana que se le escabullo de las manos... pero ella no le llenaba su soberbia cultura y distincion.

Metido en sus cavilaciones, como pantera oculta en las sombras, una hermosa humana, en medio del jardin, como una rosa en plena nieve, distinguida. Bueno al menos la noche le habia traido por ventura un regalo... podia sentir su sangre recorriendo su cuello, sus brazos, sus piernas, su corazon palpitando debajo de su corse, cubierto por su seno. Podia verla a traves de sus vestimentas en medio de la nieve. Su bestia deseaba beberla, recorrerla, robarle el latido del corazon... Alexandrai entonces se disfrazo entonces del caballero que solia ser... Se convertia entonces de nuevo en un farsante, papel que no le disgustaba si obtenia lo que deseaba. Camino silencioso y solo cuando estuvo cerca de ella, musito con voz grave.
- Madame ¿ Esta usted bien?... hace mucho frio aqui afuera..- ]Le fijo sus frios ojos azules-Disculpe... mi nombre es Alexandrai Ivanovik Lermotov, Señor de Godunov, a sus pies...- afba8a]]Beso delicadamente su mano

Otro baile más...otra fiesta más a la que me vería obligada a asistir para no dar que hablar. Mi tío me había insistido, al igual que la dama de compañía que me habían asignado, y yo finalmente accedía a asistir a todas y a cada una de las fiestas a las que me invitaban en Francia. Debía ir, me decían. Era mi deber, me decían. Debía honrar a mi familia y hacer honor a su apellido. Y yo lo hacía, a pesar de que casi estaba segura de que estaban vivos...pero no podía fiarme del todo de la suerte.
De todos modos, no me disgustaban las fiestas del todo. La gente...no me gustaba, exceptuando algunas personas de las que me había hecho amiga. Pero la hipocresía era algo que odiaba con todo mi corazón, y muchas conversaciones me aburrían hasta el punto de que debía escuchar con paciencia, callada como una dama...y con una sonrisita dulce en el rostro.
Pero no todo me disgustaba de aquellas fiestas, debía admitirlo. Por ejemplo...la música. Muchas veces la música me gustaba, la suave música de Mozart...de Beethoven o de aquellas que invitaban a salir a bailar. Y los bailes también me gustaban, a pesar de que no se me diesen nada bien. Moverse por la pista, dando vueltas con un caballero...que supiese bailar. Eso se me antojaba algo sencillamente delicioso.
Y...el vino. Era la única bebida alcohólica de la que disfrutaba de cuando en cuando.
Aquella noche en cuestión había asistido al baile junto a mi dama de compañía, con un vestido de tafetán verde que adoraba y que me quedaba...elegante. Dándome una elegancia que no me veía a mí misma. Llevaba en el cuello un collar de rubíes que relucían en la noche casi como si fuese sangre.
Y la máscara que llevaba...sencilla, doraba, cuyo palo tenía que llevar agarrado pero que me soltaba de vez en cuando para que me viese la cara mi dama de compañía y poder decirle algo de cuando en cuando.
El pelo lo llevaba recogido en un moño intrincado con algunas piedrecillas blancas como adorno, y con tirabuzones.
Cuando llegamos a la fiesta mi dama de compañía se perdió entre la gente...no pude evitar suspirar. Mi dama de compañía tenía la fea costumbre de querer buscar algo adecuado...para pillar. Aunque dijese que lo que buscaba era un buen marido entre aquellos caballeros. En fin, hipocresía había por todas partes pero a mí la verdad es que me daba igual. Me permitía pasearme entre la gente con total libertad...contemplando lo que había a mi alrededor...
Y deseaba pasar un poquitín desapercibida...pero al pertenecer a la realeza escocesa mucha gente conocía mi nombre...por lo que muchos se acercaron a hablar conmigo. Sonreí delicadamente y estuve charlando con ellos durante un buen rato...pero enseguida me aburrí y me las arreglé para deshacerme de ellos y meterme entre la gente.
Pero luego salí al jardín a despejarme un rato...necesitaba sentir el frescor de la noche en mi rostro...el pequeño retazo de soledad lejos de aquella gente, de aquella hipocresía...y de paso para prepararme para volver adentro y volver a comportarme como una dama...¡ah, cuánto echaba de menos a mis amigos! O a mis hermanos. Ellos me lo habrían hecho mucho más fácil.
El frescor de la noche me animó un poco más, incluso me devolvió un poco de mi jovialidad natural, lo que hizo que diese un par de vueltas y comenzase a canturrear algo en francés...para luego pasear por el jardín, con la máscara puesta.
No supe cuanto rato pasé así...pero la verdad es que me sorprendí cuando oí una voz grave detrás de mí. Me giré y entonces vi a un caballero delante de mí, que me miraba fijamente a los ojos y que me besaba la mano, presentándose.
Le observé con cierta sorpresa y con una curiosidad casi infantil y jovial, tal como hacía cuando conocía a alguien por primera vez. No pude evitar sonreír de medio lado...aquel caballero era soberanamente apuesto. Pálido...vestido con aún más elegancia de lo que había visto allá dentro y con un porte más...elegante, sí, pero también regio, no sabría cómo decirlo exactamente. Pero frío. Parecía ser una persona fría, pero galante.
-¿Frío? A mí no me lo parece...siempre me ha sentado bien el frescor de la noche...despeja bastante después de estar tanto rato allí dentro. Además...la noche está hermosa, ¿no cree vos?-luego hizo una leve reverencia y dije-Un placer conocerle, monsieur Ivanovik...mi nombre es...Beatrice Denwonts, baronesa de Escocia...-si no hubiésemos estado en un baile así de elegante probablemente le habría mentido descaradamente, pero no valía la pena que le mintiese acerca de quién era. Allí los de la realeza no podían ocultarse mucho precisamente

A Alexandrai le complacio la sonrisa que la Baronesa le regalo distraidamente. Cada gesto podia revelarle que tan bien podia estar haciendo su papel. La observo como quien observa un obeto caro y bonito. Supuso que si estaba alli sola en medio del jardin del palacio era por que ella tambien estaba aburrida. Punto a su favor. Alexandrai, como siempre se dio espera, no queria magullar a esta mujer sin medir su mente, sus pensamento, saber que tan influenciable era. Al menos aun no queria magullarla. Su soltura le demostro a Alexandrai que no era una mujer timida, y se tomo su tiempo, de todos modos era sangre azul la que pretendia beber. ¡ Que cacerias tan complicadas le habian tocado en Paris!. Sonrio para si, y saco su mejor mascara humana.

- ¿ Suele estar sola en lugares tan solitarios Baronesa?, me disculpara pero mi caballerosidad no permitiria tal cosa- dijo con un dejo cinico casi imperceptible- aunque he aprendido... que una mujer que esta sola, simplemente pueden ser dos cosas: sabe defenderse o quiere ser salvada... ¿ Que piensa usted Baronesa?

Le miré con una curiosidad increíble, bien disimulada pero que debía de revelar en mis ojos como mínimo una chispa de entusiasmo, o más bien de un interés que seguramente iría a más. ¿Qué por qué? Porque tenía el presentimiento de que aquella conversación sería sumamente interesante. Algo mucho más productivo que quedarse ahí dentro escuchando cosas que no me interesaban lo más mínimo. A pesar de que aquellas últimas palabras se me habían antojado un poquitín...extrañas.
Así que dije:
-Ooooh...no es mi costumbre...-comencé a decir-a no ser que sienta deseos de desconectar un poco del mundo. La soledad a veces es buena para entrar en contacto con uno mismo, o para hacer algo tan bello como la poesía...paisajes como éstos son divinos para crear algo que dure eternamente...¿no cree vos?
Esto no era cierto del todo. Había cosas que no había dicho y cosas que no pensaba decir por nada del mundo. Quizás le dijese otras más luego pero había otras que no diría, como algún secretito de esos de los que estarían sorprendidos de enterarse algunos...como los del baile.
O la Inquisición.
Ay...¿cómo podía pensar en eso en un momento como aquel? Se me venía a la cabeza en los momentos más inesperados. Hice un pequeño puchero que casi ni se notó y alejé ese pensamiento de mi mente.
Alcé la cabeza con cierto orgullo y más elegancia y dije después:
-Defenderse...ser salvada. Hay muchos motivos más por los que una mujer podría estar sola monsieur...tantas que quizás sea imposible contarlas.......algunas más interesantes que otras y unas pocas qué...son bastante interesantes.

A Alexandrai se le antojo interesante Beatrice, no solo era refinada, era culta y contundente entre la dulzura que su rango le exigia, y la fuerza de algo mas que no podia percibir. Bellamente adornada, era la mujer que muchos hombres seguramente ni soñarian, pero el no queria enamorarse, no podia, y no era una mujer que lo arrebatara, pero su mente no era tan fragil como el suponia, y eso el principio de su interes. Miro su perfil, su piel perlada, su maquillaje suave, su boca delinead, cada cosa en su lugar; con su mirada perdida mientras observaba el paisaje hablando de poesia. Alexandrai tuvo que contenerse y anejarse al ver de nuevo su cuello de cisne, y sentir el latido de sus venas, y bajar la mirada hasta el escote bien llevado. El no era un caballero, era un patan lleno de lujuria, que deseaba beber literalmente a una mujer de alta arcunia. Alexandrai considero que en el fondo seguia siendo una mujer, con anhelos y pasiones, y a esto ultimo queria apelar. Su talle delgado marcada la respiracion, sus movimientos detallados sin exageracion. Pero aun tenia la sensacion que no era una sangre azul comun y corriente, que no compartia la estupidez de adentro. En este momento la soledad le eran complices... ella no tendria ni la remota idea de lo que le cruzaba en la mente. Si era culta, pero era mujer y presa. Alexandrai quitaria la mascara para buscar a la carne y estimularla...

- Demos un paseo por este jardin, realmente es hermoso- le dijo colocando el brazo en gancho para caminar con ella- en realidad soy un mentiroso... el verdadero paisaje realmente bello es usted Baronesa...- Sonrio. Llevaria su farsa hasta el instante que ella se lo permitiera.

Le miré fijamente durante un buen rato sin decir nada ni borrar la sonrisa de mi rostro, estando completamente segura de que me habría sonrojado de haber sido un poquitín más tímida, y eso que había pocas cosas que lograban hacer que me sonrojase...pero ésta vez casi no pude evitarlo. Creo que me sonrojé un poquito. No sabía si se veía o no, pero si no se veía probablemente sería gracias al maquillaje que llevaba.
-Muchas gracias, milord...
Y en mis ojos apareció ese brillo de curiosidad tan típico de mí cuando estaba en una situación interesante. Aquel caballero se me antojaba sumamente interesante, mucho más de los que había visto allí dentro. No me extrañaría que hubiera acabado ahí fuera por el mismo motivo que yo, para huir de la gente.
Era demasiado fácil imaginárselo allí dentro, con las damas girándose al verlo pasar y cuchicheando entre ellas, algunas de esas cosas que no se deberían decir pero que se decían entre bastidores. Cosas que no deberían ser un secreto.
-Será un placer dar un paseo con vos por este jardín...estoy segura de que podremos hablar de cosas la mar de interesantes-le respondí, cogiendo el brazo que éste me ofrecía.
Pensé entonces en una pequeña idea...pero la deseché de inmediato. Algo que se me acababa de venir de repente a la cabeza, como en un rápido flash.
Anda qué...¿por qué se me tenían que venir cosas tan raras a la cabeza en momentos cómo aquel?
-¿Y qué lo que os ha llevado a vos a huir del ajetro de la fiesta...algo más aparte de para disfrutar de la belleza de la noche en este lugar?-le pregunté entonces.

Alexandrai noto detras del maquillaje un asomo de sonrojo ¿ Asi que la baronesa se sonroja? Tenia que ser cuidadoso, por que seguramente lo que la habia llevado alli era el asedio de hombres con mucho renombre, alcurnia y poco cerebro. Debia ser para Beatrice agotador fingir todo el tiempo, sonreir de estupideses y que le busquen un marido. A veces para el mismo Alexandrai era una carga todo el preambulo para alimentarse, pero eso resultaba al final lo encantador. Sintio el cuerpo calido de la baronesa recargarse un poco en su brazo frio. Cortesmente, le sonrio como respuesta y le miro fijo a los ojos, grandes y ovalados, brillantes llenos de "magia" Era guapa, no mas que otras que habia conocido, pero si exepcional para las mujeres de su clase.

-Los tumultos, la habladuria, la adulacion excesiva... no creo que eso sea una fiesta si no una jauria de lobos... prefiero esto el silencio, la melodia del viento surcando las ramas, una hermosa compañia... sin tanto protocolo.- Para hablarle se acercaba a su rostro, mirandole los labios sin ninguna verguenza.Ya habian caminado entre miosotis, lirios, rosas... un pequeño butaco en medio de lo lejano del jardin ofrecia un descanso.Una farola que rompia la prenumbra. Alexandrai descubria entonces si lo que Beatrice necesita es una aventura romantica. El ya tenia claro que queria de ella.

Como una jauría de lobos...podía ser, sin duda, tan peligrosa como una jauría de lobos. Aquella fiesta, la gente de dentro, podría ser tan escandalosa como una jauría de lobos, o tan peligrosa como tal si descubría algunas cosas que se suponía que no debía saber por nada del mundo...daba igual a qué precio.
Pero la verdad es que estaba de acuerdo con él.
Dejé escapar una sonrisa más...llena de amabilidad. De cordialidad, de alegría, cuando dijo aquello.
-Concuerdo con vos, milord...las fiestas como ésta a menudo son demasiado...aburridas.-era la única forma en la que podía calificar fiestas como aquellas. La única, y lo decía abiertamente, sin poder evitarlo.
Cuando acercó su cara a la mía, mientras hablaba, no pude evitar que mi mente actuase a toda velocidad...que un montón de pensamientos se asomasen por mi cabeza, haciéndome pensar en muchas cosas. No sabía lo que quería aquel caballero...debía de tener un poquitín más de cuidado. Había algo que me ponía nerviosa de él y que al mismo tiempo me atraía casi de forma irresistible.
A lo mejor fuese simplemente algo más simple, porque puedo jurar que cuando acercó su cara a la mía sentí la tentación de acariciarle la mejilla o de decirle algo que sin duda le haría huir por patas. Sí, así estaba yo de loca.
Acababa de darme cuenta de ello. Pero no era de las personas que se dejaban llevar por esas cosas...pero...¡ah! No pude evitar sonreír con más cordialidad...y no pude evitar tampoco morderme el labio inferior.
Pero no era una de esas personas a las que gustase sucumbir a las tentaciones, incluso a una como aquella, así que iba a tener cuidado...aunque no estaba segura de si iba a poder.
-El silencio...pero..¿Y la música? ¿No ha oído alguna vez alguien o algo tocando algo que le llegase al alma? ¿O toca vos? El piano...o algo más.-ea, ya estaba dirigiendo la conversación hacia la música. Es que la música me encantaba...siempre acababa dirigiendo la conversación hacia la música. Era una de las cosas que más me gustaban en la vida.
Mientras esperaba una respuesta me llevé una mano suavemente al cuello, de forma inconsciente...sin apartar la mirada de él. Luego bajé la mano colocándola en el regazo de mi vestido, y le miré curiosa. Aquello se estaba poniendo cada vez más interesante.

Los gestos de Beatrice eran sutiles pero contundentes. Morderse el labio inferior fue señal para Alexandrai que su futuro con la baronesa iba por buen camino. Acaricio inconcientemente el cuello, y le parecio divertido pues el cuello era lo que mas anhelaba en este momento, aunque bajando un poco, su escote mostraba, las formas bien torneadas de su busto, la textura suave de su piel, un talle estrecho, deliciosa en realidad la dama. Su jugueteo mostraba una mujer aburrida de su alcurnia, de su vida, y ponerle un poco de canela y pimienta era su intencion. Alexandrai estaba dispuesto a asegurarle todo eso y un poco mas. No se lo imaginaba siquiera, el viento soplaba como un murmullo, y recorria el jardin solo para mostrar que estaba solo. En el palacio seguia el bullicio, cada vez mas lejano, para el una ventaja inequivoca. la dirgio con cortesia a que se sentara al banco, tomando su talle y guiandola, sentandose al lado de ella. La luz del farol le daba un aire mistico a Beatrice y uno un poco humano a Alexandrai. Quedo muy cerca, con mucha intencion.

- La musica es fascinante, provocadora, sensual, fuerte y debil, son muchas cosas, pero lo que realmente detesto es la ignorancia, el hecho que sobrevaluen cualquier cosa ... soy muy exigente a lo que se refiere a gustos- Alzo la mirada y la fijo en ella, sonriendo, cosa que no hacia tan a menudo. No la engañaba por completo, por que estimulaba su mente, pero si no tuviera necesidad de alimentarse tal vez la hubiera visto de lejos y ya, el preferia algo mas salvaje. Pero habia descubierto desde que era un vampiro, pues no lo analizo desde antes, que los humanos, esconden en lo profundo de su alma lo mas salvaje y perverso. Tomo su mano y la acaricio con cuidado, tuvo que contenerse otra vez, tomaria su sangre solo debia ser mas farsante para su cometido.

"Ya lo creo que sí. Ya lo creo que sí" Me repetí en mi cabeza varias veces sin dejar de mirarla. No le conocía demasiado bien, es más, le acababa de conocer, pero ya me imaginaba que era así.
No era muy difícil averigüarlo de todos modos.
Sonreí delicadamente y agaché un poco la cabeza, con una pequeña sonrisa. Una sonrisa que parecería...misteriosa.
-¿Verdad que sí? La música tiene tanta fuerza...a veces pienso que tiene más fuerza que la palabra impresa misma, o incluso que la palabra hablada. La música es, en cierto modo, algo así como...magia.
Lo juro por Merlín, no pude evitar dejar caer aquello, me moría de ganas de saber cómo reaccionaba ante mis palabras. Se me estaba antojando sumamente interesante, quizás incluso demasiado.
Y estaba empezando a averigüar el por qué.

La luz de la farola era intermitente, sumia en una penumbra el rostro de Beatrice. Aquellas palabras a los oidos de Alexandrai eran misteriosas, sintio que su voz se lleno de un suave tono intimo. Magia habia dicho... viendola ahora fijamente adentrado en sus ojos ovalados, en verdad era magica... la miro y sonrio de nuevo. Ahora le intrigaba, el misterio la envolvia, y en un instante se volvio mucho mas atrayente, atractiva... sin los adornos innecesarios de la alcurnia, podia sentir que algo se escondia, que como el, mostraba una mascara... pero el velo estaba cayendo, asi lo percibio Alexandrai. La atraccion se volvio insoportable, y la mirada del vampiro llego de sus ojos ovalados hsta el nacimiento de su escote... le deseo como un animal, pero Alexandrai tenia la sangre fria para mantenerse aun en su papel... pero sintio que la piel de la baronesa no solo necesitaba la marca de unos colmillos, si no las caricias que la hicieran estremecer tremula... enigmatica e interesante mujer...

- No dudo que la magia exista, Beatrice - no la llamo baronesa, pues sentia que ella misma habia dado pie a acercarse mas- si la miro bien... usted posee una especial... si su pregunta tacita es que si lo sobrenatural existe... si existe - se atrevio a mas, la tension se hizo insoportable y el aire denso. Se acerco al rostro y con su gelida mano acarcio el contorno... y otra vez esos ojos ovalados. Sintio que la habia subestimado- me dsculpara pero a veces olvido que soy todo un caballero...- se acerco para besar el su mejilla, muy cerca de su boca. El bullicio del palacio ahora era solo un eco lejano en el viento. Tomaria su sangre, pero tambien su carne. las mascaras empiezan a develar....

Abrí mucho los ojos cuando me dijo aquellos. La verdad es que me había sorprendido...y mucho. Muchísimo más de lo que le había dado a entender a aquel caballero, o al menos eso es lo que creía yo. Seguramente entreabrí un poco los labios y volví a ladear la cabeza...
Pero la cosa no acababa ahí. No, no, las sorpresas no acababan ahí, ni por asomo. Ivanovik me acarició suavemente la mejilla mientras hablaba...y luego...y luego...me besó en la mejilla. Y todo eso mientras hablaba.
No pude evitar estremecerme un poco. Quise evitarlo pero no pude. Pero también me había sentido algo sorprendida por lo que había dicho. Y mucho...así que, bajando la voz, como si temiese que nos oyesen, bajé un poco la cabeza y dije:
-¿Lo sobrenatural? ¿Qué es lo sobrenatural? Podría ser un simple concepto filosófico, al igual que el platonismo, o las teorías de Aristóteles-que en mi opinión algunas estaban bastante equivocadas, pero éso no lo dije.-O podría ser una agradable experiencia que nos dé la sensación de estar volando, en un mundo nuevo...o un lugar del que no queremos salir jamás.
Entonces tuve una sensación muy extraña. Algo que se ocultaba en lo más profundo de mis instintos me advirtió que debía andar con cuidado. Qué algo se ocultaba tras aquello. Qué debía...humm...¿cómo decirlo? Huir. Salir de allí. Mi parte sensata me empujaba a salir de allí.
Pero mi parte sensata nunca había sido demasiado poderosa...además, tenía curiosidad. Aquello me estaba pareciendo sumamente...excitante.
No, no podía. No podía irme ahora.
-¡O podría ser tal como se cuentan en esas viejas historias de terror! Poderes salidos del cielo o del mismísimo infierno...-ahí me estaba desviando un poco, lo sabía bien...estaba rememorando algunos recuerdos del pasado.
Pero luego dejé de lado esos recuerdos y me acerqué un poco más a él, agachando un poco la cabeza. No pude evitarlo. Y la verdad es que ni siquiera quería hacerlo. Pasé delicadamente una mano por su mejila y...sonreí misteriosamente.

La mano de Beatrice en la mejilla de Alexandrai era un paso inequivoco, que el vampiro sintio como una pequeña victoria. Sus ojos de zafiro brillaron, con un dejo oculto de lujuria, tal vez el unico reflejo humano que poseia. Tomo la mano de la Baronesa, y la beso, acercandose a tal punto que parecian casi estar cuerpo a cuerpo.

- Lo sobrenatural existe... del cielo o del infierno, sus criaturas son admiradas o temidas, incomprendidas y deseadas... no creo que usted sea una mujer tan racional, lo intuyo, y mi intuicion Beatrice, rara vez falla...- Alexandrai dudaba si dar el paso final o no.

Miro los ojos brillantes y ovalados de la Baronesa, que parecian estar excitados, llenos de curiosidad, de ganas de vivir fuera de la frialdad. Alexandrai podia ofrecerle eso y mas, y dejando que sus instintos lo dominara, la atrajo con fuerza hacia el. Era un paso riesgoso que podia arruinarlo todo, su caballerosidad, que hasta hace un momento parecia parte de el, se diluyo en una mirada que descendio de nuevo al escote, subiendo por el cuello y quedandose divagando en los labios de Beatrice. la tomo por el talle con fuerza, hasta que sus rostros quedaron separados por un milimetro.

- Tal vez mi querida Beatrice, la unica forma de descubrir lo sobrenatural, es provocando y rompiendo nuestra aburrida naturaleza...

Era curioso. Demasiado curioso incluso. En el fondo me estaba preguntando el por qué de todo aquello. Había una parte de mí que no dejaba de advertirme una y una vez, que me decía que saliese de allí cuanto antes y que me olvidase lo antes posible de aquel asunto, de aquella noche, de aquel encuentro, de lo que podría suceder, como si jamás hubiese existido siquiera tal posibilidad.
Pero yo sabía que esa parte de mí, la parte racional, era la parte relacionada...con el rencor. Algo que se ocultaba dentro de mí y que no lograba recordar, pero que yo siempre había sabido que estaba ahí.
Por eso dejé que Ivanovik me acercara a él de esa forma. Por eso consentí que me dijera todo aquello...que se acercase tantísimo a mí. Le estaba haciendo caso a esa parte de mí que deseaba arriesgarse... dejarse llevar por la tentación...y no precisamente por pura... ansia de pecado.
No, podría ser eso, pero no era hipócrita ni conmigo misma. Yo quería comprobar otra cosa. Ni siquiera tendría remordimientos si le daba a entender qué podía dar el paso final.
Y probablemente no me arrepentiría de eso. No sabía o recordaba el por qué, pero deseaba dejarme llevar por la tentación. Adentrarme en terrenos peligrosos. Quería jugar. Me daba igual lo que pudiese pensar de mí luego.
-La racionalidad...no creo en ella. Es algo tan poco común que no sé si existe en realidad-dije con una pequeña y encantadora sonrisa, algo melancólica incluso-La verdad debería estar acompañada de la racionalidad...y juraría que eso no lo tiene nadie...ni yo...ni vos...ni nadie...-dije casi como si estuviese canturreando. Algo que me salía con demasiada asiduidad.
-¿Aburrida?-dije acariciando de nuevo su mejilla, ladeando aún la cabeza como una niña caprichosa. Aún así le di un beso en la frente y esperé. Que diese él el paso final. Quería ver qué pasaba ahora.

Alexandrai intuia que mas que una baronesa enojada podia desencadenarse, pero tan temerario, se sentia con la emocion suficiente para dejarse llevar y al diablo las consecuencias, Beatrice emanaba todo el encanto y el misterio para develar y embriagarse, alli encerrado en sus ojos almendrados habia un secreto viejo, a punto de develarse. Alexandrai miro jugueton el rostro bien delineado de Beatrice, tan segura, tan inexorable, tan imperturbable. ¿ Que ocultaba esta mujer que la hacia tan segura? estuvo a punto de reirse en su cara si ella adivinara que se escondia detras de su estampa, de su postura, de su belleza cruel y mortal. Frio, solo frio, momentos de placer que terminaban en caceria y sangre y ya. No habia ningun otro motivo para vivir que moviera a Alexandrai Ivanovik.[/color]

- Mi querida Beatrice, no queda mas que entonces romper toda tension entre nosotros, sin consecuencias, sin pasado ni futuro- sin esperar respuesta, Alexandrai la toma completamente entre sus brazos, y sonrie enigmaticamente. El aliento de Beatrice lo domina, el latir de su corazon, el fluir de su sangre. La besa deslizando su beso hasta el cuello... se acabo la mascara la bestia que luchaba por salir se abre paso... deliciosa creatura, Alexandrai resbala su boca hasta el escote dispuesto a ser un animal... en todo sentido.

No sabía por qué había terminado en medio de aquella situación. Cuando entré en el baile me había esperado una noche aburrida, en la que tendría que contener mis verdaderos pensamientos, sonreír con dulzura, abanicarme y bailar con algunos aburridos caballeros para quedar bien hasta que el baile terminase al fin y pudiera regresar a casa, o a mi refugio secreto. No había muro que se interpusiera en mi camino cuando mi tío y los demás se iban a dormir. Nada, absolutamente nada que pudiera impedir que, a pesar de todo...continuase la farsa.
No. En vez de eso estaba allí fuera, en un jardín exquisito, junto con un apuesto caballero, alguien que sin saber por qué se las había arreglado para atraerme de un modo irresistible, y que, tras hablar un rato...me había besado, tal como prácticamente tenía que suceder, porque creo que le había incitado para ello. Y aún no sabía el por qué, pero había deseado que lo hiciera.
Me besó...y me dejé llevar por el beso. Le seguí el beso en el poco rato que duró, con cierta dulzura, pero con algo más, algo que no reconocía. Era un poco como caer al vacío. Estaba como hipnotizada
Pero cuando el beso, que me había encendido, terminó, cuando sus labios fueron poco a poco hacia mi cuello, lo entendí todo. Lo entendí. Entendí lo que iba a hacer y el por qué me había sentido irresistiblemente atraída por él, por aquella charla, por el beso, por...todo. Y también comprendí el por qué no me había dado cuenta de nada antes.
Era por la atracción por el peligro. Por lo prohibido. Mi hermana me había dicho desde siempre que era una criatura muy inocente, pero con una peligrosa atracción por el peligro, por coquetear con la muerte. Y había tenido toda la razón del mundo.
Porque aquello para mí...estaba totalmente prohibido. Y sabía que no podría resistirlo, ni sabía si podría hacer que parase. Era algo que me arrastraba sin que yo pudiese evitarlo.
Eso sí, aparte de inocente era cabezota. Así que coloqué una mano en su pelo, con suavidad, y susurré:
-Muy bien...-susurré levemente.-Muy bien...-dije después, como si de un canturreo se tratara-Pero...procura no acercarme a la destructora de las delicias...o me convertiré en su mensajera-dije refiriéndome a la muerte. Aunque claro, tenía la sensación de que la cosa no se acercaría a eso.

Alexandrai sonrio retorcidamente, beatrice no queria escapar de el aunque , si sus oidos no le mentian, sabia lo que era. Lo excito lo temeraria, valiente y hasta seductora , que se habia convertido la humana ¿ temer a la muerte? No, tal vez una criatura tan especial y rara sin que tuviese una especie de temo, debia llevarla al placer que el dolor proporciona. Matarla no estaba entre sus planes. Subio a la boca profana de Beatrice, a esa boca que le proporcionaba el medio perfecto de comunicacion con su mente, que para la sorpresa agradable de Alexandrai resulto prodigiosa, pero que podia tener otras utilidades. Subio de nuevo a la boca, sin tocarla, liberando una tension del querer el beso y no darlo, la tomo por la pequeña cintura, levantandola del suelo, el hombron la puso ligeramente mas arriba de el, Alexandrai saco su lengua y lamio las comisuras de la boca de Beatrice. Luego volvio a besarla, intensamente, su lengua jugueteo en la caverna de la mujer, con la sensacion de vacio... Se deslizo hasta el suelo, no permitiendo mucha resistencia de aquella dama... Sin dejarla de besarla, o mas bien comiendosela a beso limpio, puso todo su peso encima de ella, pegando su cuerpo al amplio vestido...

- Jamas Beatrice seria tan cruel de oscurecer esta luz tan maravillosa... la muerte es relativa mi querida y distinguida dama, usted merece hacerla sentir muy viva, por que estoy seguro que lo mejor de la vida no se lo han hecho probar bien...- le respondio lento y jadeante. Los incisivos se asomaban de la boca de Alexandrai y se relamio los labios vulgarmente, saboreando de antemano a Beatrice. Su mano la llevo a las faldas de la dama, suviendola lentamete, y forzando con sus caderas, que las piernas femeninas abrieran sus misterios para el goze... Por que Alexandrai estaba seguro que Beatrice deseaba lo mismo que el...

¿Quién iba a imaginarlo? ¿Quién iba a imaginarlo? Cuando puse un pie en aquella fiesta jamás me habría imaginado que acabaría allí, junto a aquel vampiro, a punto de caer en un hechizo irremediable. Sí, así es como le llamé al deseo salvaje que estaba sintiendo por aquel entonces. Porque no quería que aquello acabase, no quería, quería que siguiera, que siquiera, que siguiera...a pesar del peligro. O más bien por eso. Precisamente por eso.
Estaba como hechizada. Solté un pequeño gemido cuando me levantó... cuando subió de mi cuello a mis labios, alargando aquel momento durante un ratito que se me antojó interminable, con una anticipación, dulce, deseosa, dolorosa. Mis manos se movieron...pasé las manos suavemente por su pecho, para irlas subiendo poquito a poco hasta su cuello, dónde mis brazos se afianzaron, para acercarlo más a mí, aunque esto de todos modos no hacía falta puesto que era bastante más fuerte que yo y antes de que me diese cuenta ya me tenía bien agarrada. Nuestros cuerpos estaban pegados...y aquello me dejó aún más hechizada. Quería más, más y más...no quería que parase. Casi me había olvidado de la fiesta, del lugar en el que estábamos, y de la posibilidad de que alguien nos pillara. Me importaba un comino.
Los besos se volvieron salvajes, y traté de seguirle el beso lo mejor que puse, aunque en los pocos segundois que me dejaba libres los labios jadeaba o gemía un poquito con esa anticipación dulce, deseosa, dolorosa.
Hasta el punto de que incluso que quería hasta que me mordiese. En aquel momento verle los colmillos se me antojó algo increíblemente erótico. Después fuimos bajando poco a poco hasta el suelo...la hierba fresca y limpia por la noche, aunque apenas me fijé en ello siguiera. Y cuando subió la mano por mi falda...hasta mis caderas...aquello pudo conmigo. Eché la cabeza hacia atrás y me mordí el labio inferior, arqueando las caderas para pegarme aún más a él...aunque tenía la sensación de que áun no lo tenía lo suficientemente cerca.
-Lo mejor de la vida...el éxtasis, el abismo que nos acerca a la vida y a la muerte...¿será éso?-mi mano le acarició suavemente la mejilla, la otra la nuca. La verdad es que hasta me costaba hablar. A estas alturas...

[justify] Alexandrai escucho la voz de Beatrice como el aullido de los chacales para aparearse, seductora, dulce , jadeante, dolorosa. Dolor, delicioso dolor para el que lo da y para el que lo recibe, la mujer de sangre azul, tenia pasiones como cualquier otra y aun mas, mucho mas... los abismos habia dicho nada mas correcto para ella y Alexandrai, la vida en el sexo que se debate entre el pudor y el deseo y la muerte, entre la crueldad, y la sangre. Los zafiros de Alexandrai brillaron cuando fue la propia Beatrice ofrecio su cuello, tan salvaje y perfecta para eternizar, ¿ Que mas secretos y deseos retorcidos escondera la mente de la Baronesa?... lamio el cuello no se daria y ni le daria gusto tan pronto... apenas era el aperitivo. Separo las rodillas de Betarice, alzando aquel fino vestido, dejando al descubierto aquellas torneadas piernas, que Alexandrai acaricio suavemente, hasta llegar a la cadera, al abismo prohibido tan accequible para el... Acaricio con fuerza, la levanto pegandola a su cadera... queria que ella rogara, que le pidiera...

- Mi querida Beatrice, digame que mas secretos esconde que este fastidioso vestido no deja ver- Le beso la barbilla y deslizo su boca a los pechos y alli se quedo

Volvió a subir una oleada de placer por mi cuerpo mientras monsieur Ivanovik subía una mano por mi pierna, una mano fría como sólo pueden tenerla los bebedores de sangre, aunque en aquel momento sentía de todo menos frío. Y volvió a subir otra cuando me besó en los pechos, aunque aún no me había quitado nada, ni había posado sus labios en mi cuello de la forma que quería aún...y además tenía la sensación de que aún no había sucedido todo, de que aún faltaban muchas sensaciones, muchas subidas y bajadas...por decirlo de alguna forma. Y a decir verdad era difícil encontrar un nombre adecuado para aquello.
Arqueé un poco más las caderas, le volví a acariciar su cabello con la mano que quedaba libre y con la otra bajó por el vestido, como si tratara de ayudarle a quitármelo. No creía que fuera a ser muy difícil. Estos vestidos siempre tenían una cosa que si la quitabas...
-Inmumerables secreTos que debería averigüar. Quizá esconda las puertas del paraíso-dije casi desafiante, pero susurrante. Le sonreí con cierta audacia, ese desafío, como retándole a seguir. Y quería que siguiera, aunque creo que también querría suplicarle que siguiera. Tenía la sensación de que aún quedaba mucho tiempo por delante. En realidad, hasta el alba.
Y aún quedaba mucho para que llegara.
-Me encantaría que lo averigüara...-esto sonó ya casi suplicante. Me mordí el labio inferior y solté otro gemido-Por favor...-más que el paraíso...podría decir otra cosa. Algo que podría ser exquisito y fatal.
Exquisito y fatal...qué bien sonaba en aquel momento. Esperaba poder proporcionárselo a él como pudiera también. Aunque eso tampoco lo veía muy...difícil.

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