Los Farsantes: nada es aqui lo que parece ( Beatrice Denwonts)

por **Alexandrai Ivanovik** Mar Mayo 22, 2012 4:35 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Alexandrai amaba y odiaba las mascaradas. Amaba el lujo, el refinamiento, la delicadeza y la hipocresia, sobre todo esta ultima que le divertia. La gente se miraba con desprecio y envidia, y se sonreian, ladeaban la cabeza y se inclinaban, como un par de tortolas, pero por dentro son serpientes. Alexandrai vestido con un lujoso tuxedo, giraba el anillo de piedra de rubi, casi como un tic, eso era lo que odiaba de las mascaradas: Que tenia que comportarse como un humano, el preferiria otro tipo de fiestas mas salvajes. Caminada como un rey, elegante y soberbio, haciendo una mueca de desagrado, cuando se dio cuenta que dos solteronas, con horrendos vestidos de encajes le miraban coqueteando. Parecian ya a las parcas, y nisiquiera les contesto la mirada, observandolas de reojo y retirandose. Aburrido salio hacia el gran balcon del palacio, ha admirar como la nieve le daba un aire funebre a la noche, le daba una molestia enorme ser lo que realmente su naturaleza pedia... pero los tumultos le incomodaban, preferia la caceria solitaria, la sangre desbordandose en sus labios, mientras la pobre victima se sacudia a manera de defensa, gemia y lloraba sin nadie que la pudiera librar. Hoy se sentia disfrazado de gran señor, pero en realidad era una bestia con buenos modales, una hiena con frac.

Dejo el bullicio y bajo por las escalerillas al majestuoso jardin del palacio, oculto en el invierno, blanco y palido, Alexandrai buscaba una distraccion a su terrible tedio. Queria emocion pero no podia ubicar de que modo... ni loco les prestaria atencion a las parcas, preferiria morir. La belleza marchita para el era un desperdicio, y se veia asi mismo como un bendecido por permanecer siempre joven sin que el invierno de la muerte pudiera alcanzarlo y robandole la vida a otros idiotas, alimentandose de la belleza... ninguna de sus victimas podia llenarlo, solo una pelirroja gitana que se le escabullo de las manos... pero ella no le llenaba su soberbia cultura y distincion.

Metido en sus cavilaciones, como pantera oculta en las sombras, una hermosa humana, en medio del jardin, como una rosa en plena nieve, distinguida. Bueno al menos la noche le habia traido por ventura un regalo... podia sentir su sangre recorriendo su cuello, sus brazos, sus piernas, su corazon palpitando debajo de su corse, cubierto por su seno. Podia verla a traves de sus vestimentas en medio de la nieve. Su bestia deseaba beberla, recorrerla, robarle el latido del corazon... Alexandrai entonces se disfrazo entonces del caballero que solia ser... Se convertia entonces de nuevo en un farsante, papel que no le disgustaba si obtenia lo que deseaba. Camino silencioso y solo cuando estuvo cerca de ella, musito con voz grave.
- Madame ¿ Esta usted bien?... hace mucho frio aqui afuera..- ]Le fijo sus frios ojos azules-Disculpe... mi nombre es Alexandrai Ivanovik Lermotov, Señor de Godunov, a sus pies...- afba8a]]Beso delicadamente su mano

por **Alexandrai Ivanovik** Lun Sep 24, 2012 2:25 pm

[justify] Alexandrai se sintio embriagado de fascinacion con Beatrice. Sonrio casi como un gruñido ya que su animal interno ya estaba suelto, ser un caballero ya no era una prioridad. Ella misma lo ayudaba a desnudarse, podia sentir el fluir de la sangre alebrestada dentro de sus venas, que palpitaba en su cuello. Con una de sus manos solto la larga cabellera castaña que como cascada se derramo sobre la hierba. Sonrio complacido de sentir que ganaba la partida, que al final ella era presa del deseo que puede desembocar en muerte. No queria matarla, queria usarla y reutilizarla. Una humana unica, que tal vez lo echaria a perder si la dejaba yerta. Le rogo, su orgullo se hincho, y la carcajada fue un estruendo en el profundo silencio. Los gemidos dejaban de ser susurros y se hacian mas fuertes. Acaricio su entrepierna y dejo que el vestido rodara hasta los pies de Beatrice, su desnudes se descubria ante los ojos del vampiro, que estaba dominado por el cuello de cisne de la Baronesa. Le separo las piernas hasta el punto del dolor, se poso entre ellas, sintiendo que su cuerpo de muerto respondia a la vida y a las ganas de sus acompañante. Se quedo en el cuello...

- No dudo que usted tenga las llaves de un paraiso, madame, tal vez las llaves de mi paraiso... pero le puedo asegurar que es algo violento...- Palpo con su miembro la entrada del vientre de Beatrice, se desajusto el pantalon para dejarlo libre, para que abriera la cerradura donde se aprisionaba las pasiones... Entro con fuerza, como queriendo desgajarla, sintio la humedad y se deslizo en ella; mientras lo hacia, la mordio y empezo a succionar su sangre.

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