AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Justo castigo. [Violine]
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Justo castigo. [Violine]
Ya había pasado más de media hora desde que le había sugerido subirse a uno de los reservados,m y tras los saludos pertinentes a los clientes habituales y asegurarse de que todo sigue su habitual ritmo, totalmente controlado, se ha decidido a subir. Se toma todo el tiempo del mundo en subir las pequeñas escaleras que conducen al pasillo en el que se encuentran las habitaciones. Aquí ya son más audibles los gemidos de puro placer y algún que otro chillido de dolor, y es que no todos pagaban por tener sexo simplemente... De hecho creía recordar que uo le pagó por matar a una, y él, inteligente y astuto, le había dado a una de las viejas que ya no servían demasiado.
Lo bueno de esto es que es capaz de encontrar la habitación de Violine solo por el olor de su sangre... Lo que ella no sabe es que ha hecho una pequeña parada en el sótano y lleva algo escondido entre sus ropas. Alcanza la susodicha habitación y, sin golpear ni nada por el estilo puesto que es su local, se cuela dentro, cerrando después. Con un suspiro apoya la espalda en la puerta de madera, clavando sus ojos azules en la figura de la muchacha:
-¿Se puede saber qué os ha pasado, Violine...? -Quiere una explicación, aunque habiendo observado el rostro de la joven ya sabe por donde van los tiros... Pero mejor empezar por esa faceta que lleva mostrando desde que la ha visto, como si buscase comprenderla, total, le responda lo que le responda, el castigo se lo va a llevar.
Lo bueno de esto es que es capaz de encontrar la habitación de Violine solo por el olor de su sangre... Lo que ella no sabe es que ha hecho una pequeña parada en el sótano y lleva algo escondido entre sus ropas. Alcanza la susodicha habitación y, sin golpear ni nada por el estilo puesto que es su local, se cuela dentro, cerrando después. Con un suspiro apoya la espalda en la puerta de madera, clavando sus ojos azules en la figura de la muchacha:
-¿Se puede saber qué os ha pasado, Violine...? -Quiere una explicación, aunque habiendo observado el rostro de la joven ya sabe por donde van los tiros... Pero mejor empezar por esa faceta que lleva mostrando desde que la ha visto, como si buscase comprenderla, total, le responda lo que le responda, el castigo se lo va a llevar.
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
Si Jared creía que enviarla ahí arriba serviría para tranquilizarla de algún modo, estaba del todo equivocado. Cierto que al principio había funcionado, movida por la desesperación de encontrar alguna vía de escape de aquella bacanal infernal que se sucedía una planta más abajo. Subidas las escaleras, se introdujo en una de las habitaciones, concretamente la que le habían asignado para dormir si deseaba habitar en ese lugar, y creyó que, en efecto, lograría librarse de esa melodía aterradora que taladraba sus sienes desde el comienzo de la fiesta, la melodía de la lujuria y el dolor... Cuán equivocada estaba que, apenas llevaba tres minutos allí, había vuelto a escucharla: gritos en la noche, entremezclados con gemidos, procedentes de las estancias contiguas, hicieron que la poca calma que había logrado reunir se desvaneciera dando paso de nuevo al pánico.
Durante los primeros veinte minutos permaneció aterrorizada, sentada en el suelo junto a la cama y apoyada contra la pared. Deshecho su recogido, Violine había enterrado la cabeza en sus rodillas, abrazándose así las desnudas piernas con los brazos, y dejando a su larga cabellera caer en cascada cubriéndola el rostro, como si de un mar de sangre se tratara. Cada segundo se le volvía insufrible, como una confirmación de que aquello no era sino la manifestación del averno en la tierra, una muestra de la condena que le esperaba cuando su deteriorado reloj se detuviera del todo, y los temblores de su cuerpo, delatadores de su silencioso llanto, eran la consecuencia de esos pensamientos.
Había llegado un momento en el que ni abrazarse a si misma la servía para soportarlo, cada sonido procedente del exterior y de las otras habitaciones se le antojaba insufrible, y solo pensaba en encontrar la forma de ahogar esos gritos y evadirse de ellos, de cubrirlos de algún modo... Y entonces encontró la forma. Despacio, como si temiera que la idea se desvaneciera en caso de acelerarse, la joven pelirroja estiró una mano hacia debajo de la cama, sacando del lugar una de las escasas cosas de las que no había querido separarse: el violín que la había rebautizado.
En un desesperado intento de lograr acallar esos chillidos agónicos que se entremezclaban con los procedentes de la lascivia, Violine desenfundó el instrumento, colocándose de pie y apoyándolo en la posición correcta, arco en mano. Cinco largos minutos pasaron hasta que consiguió reunir las fuerza suficientes para dejar de temblar y poder mantener el violín recto... Comenzó entonces a hacer sonar una melodía tan desgarradora como el resto de sonidos que impregnaban el ambiente, logrando de esa forma olvidarse de todos ellos y abstraerse, fluyendo en cada nota, evadiéndose y olvidándose de todo el presente que rodeaba su mísera existencia... Y llegó al punto de no darse cuenta de la entrada de Jared y su presencia hasta que este no habló.
Entreabrió los labios, cesando al instante de tocar con un chirriante rasgar de cuerdas, reflejando en el rostro la expresión de alguien que ha sido descubierto robando y no simplemente tocando un violín. Dejó caer este y el arco al suelo, con delicadeza y sumo cuidado, y tras eso ella misma se deslizó pared abajo, como si no creyera merecer estar de pie o cara a cara con él. En parte era eso, pero también, dado que una parte de ella desconfiaba de esa faceta comprensiva que él parecía mostrarle, se debía a que rodeando sus rodillas y apoyando de nuevo en estas el mentón se sentía absurdamente protegida. Alzo sus grises ojos hacia los azules de Jared, observándole con una mezcla de recelo y vergüenza, meditando bien las palabras que iba a emplear y, finalmente, comenzó a hablar, no sin antes dejar escapar un suspiro:
-Lo siento, mi señor pero... No puedo -Comenzó en un susurro- Realmente esto se me antoja demasiado similar al fuego eterno que sería mi condena cuando llegase mi inevitable desenlace, y la verdad, para eso prefiero esperar a que este se suceda en lugar de comenzar antes de tiempo -Añadió, con el mismo tono de voz medido- Imagino que no vais a dejarme marchar por las buenas, así que podemos quedarnos aquí y que intentéis convencerme de cualquier cruenta manera, algo que no funcionará, o podéis matarme directamente... -Dejó claro entonces que intuía, de algun inexplicable modo, sus intenciones... Eso, o que nunca se había creido que fuera como le mostraba ser, y que pensaba que esa era su verdadera faz. Quizá tuviera que ver con lo leído en sus líneas, quizá todo lo que estaba haciendo tenía que ver... O quizá, sencillamente su enfermedad y tantos años con los gitanos le habían hecho volverse loca por completo- Creedme que lo primero no va a funcionar, y no quisiera que malgastaseis vuestro tiempo con alguien insignificante y perecedero como lo es mi persona
Durante los primeros veinte minutos permaneció aterrorizada, sentada en el suelo junto a la cama y apoyada contra la pared. Deshecho su recogido, Violine había enterrado la cabeza en sus rodillas, abrazándose así las desnudas piernas con los brazos, y dejando a su larga cabellera caer en cascada cubriéndola el rostro, como si de un mar de sangre se tratara. Cada segundo se le volvía insufrible, como una confirmación de que aquello no era sino la manifestación del averno en la tierra, una muestra de la condena que le esperaba cuando su deteriorado reloj se detuviera del todo, y los temblores de su cuerpo, delatadores de su silencioso llanto, eran la consecuencia de esos pensamientos.
Había llegado un momento en el que ni abrazarse a si misma la servía para soportarlo, cada sonido procedente del exterior y de las otras habitaciones se le antojaba insufrible, y solo pensaba en encontrar la forma de ahogar esos gritos y evadirse de ellos, de cubrirlos de algún modo... Y entonces encontró la forma. Despacio, como si temiera que la idea se desvaneciera en caso de acelerarse, la joven pelirroja estiró una mano hacia debajo de la cama, sacando del lugar una de las escasas cosas de las que no había querido separarse: el violín que la había rebautizado.
En un desesperado intento de lograr acallar esos chillidos agónicos que se entremezclaban con los procedentes de la lascivia, Violine desenfundó el instrumento, colocándose de pie y apoyándolo en la posición correcta, arco en mano. Cinco largos minutos pasaron hasta que consiguió reunir las fuerza suficientes para dejar de temblar y poder mantener el violín recto... Comenzó entonces a hacer sonar una melodía tan desgarradora como el resto de sonidos que impregnaban el ambiente, logrando de esa forma olvidarse de todos ellos y abstraerse, fluyendo en cada nota, evadiéndose y olvidándose de todo el presente que rodeaba su mísera existencia... Y llegó al punto de no darse cuenta de la entrada de Jared y su presencia hasta que este no habló.
Entreabrió los labios, cesando al instante de tocar con un chirriante rasgar de cuerdas, reflejando en el rostro la expresión de alguien que ha sido descubierto robando y no simplemente tocando un violín. Dejó caer este y el arco al suelo, con delicadeza y sumo cuidado, y tras eso ella misma se deslizó pared abajo, como si no creyera merecer estar de pie o cara a cara con él. En parte era eso, pero también, dado que una parte de ella desconfiaba de esa faceta comprensiva que él parecía mostrarle, se debía a que rodeando sus rodillas y apoyando de nuevo en estas el mentón se sentía absurdamente protegida. Alzo sus grises ojos hacia los azules de Jared, observándole con una mezcla de recelo y vergüenza, meditando bien las palabras que iba a emplear y, finalmente, comenzó a hablar, no sin antes dejar escapar un suspiro:
-Lo siento, mi señor pero... No puedo -Comenzó en un susurro- Realmente esto se me antoja demasiado similar al fuego eterno que sería mi condena cuando llegase mi inevitable desenlace, y la verdad, para eso prefiero esperar a que este se suceda en lugar de comenzar antes de tiempo -Añadió, con el mismo tono de voz medido- Imagino que no vais a dejarme marchar por las buenas, así que podemos quedarnos aquí y que intentéis convencerme de cualquier cruenta manera, algo que no funcionará, o podéis matarme directamente... -Dejó claro entonces que intuía, de algun inexplicable modo, sus intenciones... Eso, o que nunca se había creido que fuera como le mostraba ser, y que pensaba que esa era su verdadera faz. Quizá tuviera que ver con lo leído en sus líneas, quizá todo lo que estaba haciendo tenía que ver... O quizá, sencillamente su enfermedad y tantos años con los gitanos le habían hecho volverse loca por completo- Creedme que lo primero no va a funcionar, y no quisiera que malgastaseis vuestro tiempo con alguien insignificante y perecedero como lo es mi persona
Violine- Gitano
- Mensajes : 84
Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
Apenas parpadea, sus ojos fijos en los de ella, aún intentando digerir lo que acaba de ver, o más bien, lo que acaba de sentir con las notas del violín... Una habilidad que desconocía por parte de Violine, una que le hacía aumentar el precio cais sin pretenderlo, pero no es eso lo que le deja así, si no más bien el efecto que ha logrado darle a las notas, la desesperación, el miedo, la opresión...
Como aquella fatídica mañana. Sus ojos parecen volar en los rincones de la memoria, volviéndose algo más translúcidos y ausentes. Los chillidos femeninos, las llamas consumiéndolo todo, el pútrido olor a carne quemada, los coreos de ánimo de los aldeanos, una aberración para la humanidad y para el supuesto signficado que tendría que tener... Una pérdida que jamás podrá reemplazar. Se fuerza a volver por mera voluntad y por deseo de que Violine no vea absolutamente nada, clavando de nuevo el azul contra el gris, escuchando todas y cada una de las palabras que le va dedicando. ¿Que no puede? Eso debería haberlo pensado antes, ya no de hablar con él, si no de haberse encontrado en su camino... Y es que Jared Stroganoff no solía dejar escapar a sus muñecas, y mucho menos cuando resultaban tan valiosas como la que tiene delante.
Cierto es que nota el miedo de la joven, un miedo que supera con creces el que ha visto en otras ocasiones, hasta el punto de preferir morir por la enfermedad que aguantar hasta que llegué el momento... Si tuviese remordimientos, o mejor dicho, si fuese capaz de hacerlos revivir, de despertar ese lado humano que, le guste o no, consciente o inconsciente, aún tiene, probablemente sentiría culpa y la dejaría marchar...
Pero no es el caso. Lleva una de sus manos a la barbilla, mesándosela en movimientos circulares y constantes, sin despegar su mirada de la de Violine:
-No usaría el término insignificante para ti, Violine. -Siendo él quién es y ella su muñeca, la cortesía la deja a un lado, pudiendo tutearla sin problemas. -Vales demasiado como para que te deje marchar, y realmente no quieres irte y esperar a la muerte... Lo que estás viendo es el curso de las cosas, Violine. El fuerte se come al débil, y en cierto modo tendríais que estarme agradecidas, lo mismo que sucede aquí podría suceder en las calles, y créeme que ninguno pararía. -Y ahi no está mintiendo, conoce los instintos vampíricos como el que más, y más de una estaría muerta en una situación menos controlada.- Pero, al parecer, estás dispuesta a desestimar mi generosidad... Porque convertirte no es algo precisamente fácil, es un regalo muy valioso. De todos modos...
Realiza un ademán con la mano libre, acercándose hasta ella y acluquillándose enfrente, esbozando un amago de sonrisa:
-Tenemos toda la noche para pensarlo, ¿no? -Realmente parece que tiene algo que pensar, pero antes de hacer nada quiere una cosa más, una petición, por así decirlo... Y, sin dejar de mirarla, coge el violín y lo deja sobre sus rodillas.- Vuelve a tocar, estás demasiado nerviosa como para pensar con claridad.
Como aquella fatídica mañana. Sus ojos parecen volar en los rincones de la memoria, volviéndose algo más translúcidos y ausentes. Los chillidos femeninos, las llamas consumiéndolo todo, el pútrido olor a carne quemada, los coreos de ánimo de los aldeanos, una aberración para la humanidad y para el supuesto signficado que tendría que tener... Una pérdida que jamás podrá reemplazar. Se fuerza a volver por mera voluntad y por deseo de que Violine no vea absolutamente nada, clavando de nuevo el azul contra el gris, escuchando todas y cada una de las palabras que le va dedicando. ¿Que no puede? Eso debería haberlo pensado antes, ya no de hablar con él, si no de haberse encontrado en su camino... Y es que Jared Stroganoff no solía dejar escapar a sus muñecas, y mucho menos cuando resultaban tan valiosas como la que tiene delante.
Cierto es que nota el miedo de la joven, un miedo que supera con creces el que ha visto en otras ocasiones, hasta el punto de preferir morir por la enfermedad que aguantar hasta que llegué el momento... Si tuviese remordimientos, o mejor dicho, si fuese capaz de hacerlos revivir, de despertar ese lado humano que, le guste o no, consciente o inconsciente, aún tiene, probablemente sentiría culpa y la dejaría marchar...
Pero no es el caso. Lleva una de sus manos a la barbilla, mesándosela en movimientos circulares y constantes, sin despegar su mirada de la de Violine:
-No usaría el término insignificante para ti, Violine. -Siendo él quién es y ella su muñeca, la cortesía la deja a un lado, pudiendo tutearla sin problemas. -Vales demasiado como para que te deje marchar, y realmente no quieres irte y esperar a la muerte... Lo que estás viendo es el curso de las cosas, Violine. El fuerte se come al débil, y en cierto modo tendríais que estarme agradecidas, lo mismo que sucede aquí podría suceder en las calles, y créeme que ninguno pararía. -Y ahi no está mintiendo, conoce los instintos vampíricos como el que más, y más de una estaría muerta en una situación menos controlada.- Pero, al parecer, estás dispuesta a desestimar mi generosidad... Porque convertirte no es algo precisamente fácil, es un regalo muy valioso. De todos modos...
Realiza un ademán con la mano libre, acercándose hasta ella y acluquillándose enfrente, esbozando un amago de sonrisa:
-Tenemos toda la noche para pensarlo, ¿no? -Realmente parece que tiene algo que pensar, pero antes de hacer nada quiere una cosa más, una petición, por así decirlo... Y, sin dejar de mirarla, coge el violín y lo deja sobre sus rodillas.- Vuelve a tocar, estás demasiado nerviosa como para pensar con claridad.
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
El regreso de los chillidos y gemidos entremezclados como sonido ambiental hicieron que, de nuevo, se reafirmara en su rechazo hacia la idea de seguir allí, reconfirmándose para ella que era preferible morir siendo una persona digna que lanzarse de cabeza al infierno que la esperaba de todas formas. Sin embargo, hubo algo que evitó que volviera a caer presa del pánico, y ese algo fue el fugaz cambio que se dio en la mirada azul de Jared... Sus ojos grises, aún húmedos por el llanto que minutos atrás la había sacudido, se fijaron en los del vampiro con curiosidad, en lo que duró esa sensación de vacío y desolación que estos parecieron transmitir por unos instantes.
Aquello no hizo sino confirmar una parte de todo lo que pudo leer en las líneas del destino de ese hombre, y, aunque seguía sin tener detalles concretos y poseyendo tan solo una información general y limitada, fue suficiente: La compasión, la lástima, y todos esos sentimientos humanos que incluso algunos los que pertenecían a aquella raza parecían haber olvidado, afloraron en el interior de la joven... Entreabrió los labios, con intención de decir algo, pero en cuanto él empezó a hablar, los cerró sin haberles dejado exhalar nada más que el silencio.
Escuchó con atención, inmóvil, cerrando los ojos unos instantes en un intento de ignorar una nueva oleada de gritos y algunos golpes en la pared continúa... Le ponía demasiado nerviosa como para conseguir disimuilarlo, pero algo de compostura consiguió mantener. Hubo algo en todo lo que él dijo que hizo que su rostro, marcado por los surcos de las lagrimas derramadas, reflejase escepticismo. Y no solo eso, sino que solto una carcajada, fugaz y lastimera, pero se había reido de igual forma. Mantuvo la sonrisa aún cesado ese sonido, negando con la cabeza antes de volver a retomar el contacto visual entre ambos, niebla contra hielo:
-¿Ahora es cuando yo debería deciros que me siento halagada? -Inquirió irónica, con una ceja enarcada- Pues la verdad, monsieur, sigo considerando adecuado el término insignificante siendo que mi valor se reduce a cuestiones meramente materiales -Suspiró, sin molestarse en ocultar la amargura expulsada en forma de oxígeno, y prosiguió con sus palabras- De todas formas, mi señor, os permito que, en vuestra clasificación mercantil y ganadera me consideréis valiosa... Pero lo que no pienso tolerar es que oseis decir lo que quiero o no realmente, porque por muchos pensamientos que podáis captar, no podéis saber algo que no se piensa, se siente -Añadió, en un tono tan educado que contrastaba con lo osado de ese mensaje- Y por favor, quizá ese tipo de charlas pseudoexistencialistas puedan hacer mella en cualquier joven tan ambiciosa como para ceder a una promesa suculenta, pero realmente... -Se encogió de hombres antes de continuar- ...no considero que deba agradeceros nada, porque no me habéis dado nada merecedor de mi gratitud, solo palabras que de momento no son más que eso... y no me asusta que ahí fuera me pueda suceder, al fin y al cabo si no paran me moriré, que es precisamente para lo que quiero irme de aquí... -Y era verdad, no estaba mintiendo- ...o en su lugar, lo que terminaréis por hacer cuando veáis que no hay forma alguna, tanto mediante la persuasión como por medio de la violencia, para que me convenzcáis -Repitió, tajante- Oh, y una vez más, desvirtualizais un valor importante como la generosidad... Lastima, soltáis verborreas insulsas cuando tenéis abrumadores conocimientos que impedirían que así fuera...
Su mirada felina se intensificó cuando él se acuclilló frente a ella, aguantando esta vez sin cerrar los ojos pese a que los golpes en la pared y los chillidos se habían hecho más fuertes. Fue eso lo que encontró para responder a lo siguiente que él dijo, desviando la vista hacia el punto del que parecían proceder y volviendo a fijarla después en los ojos de Jared:
-¿Pensar en qué? ¿En si quiero terminar como quien quiera que sea la pobre desgraciada de la habitación de al lado? -Preguntó sin disimular el sarcasmo- No, gracias, milord, pero creo que al contrario de lo que pensáis, la claridad está más que presente en mi cabeza cuando os digo que nada de lo que tengáis planeado hacerme me hará cambiar de idea... -En contraposición con esa determinación en sus palabras, Violine cogió el instrumento que él depositó sobre sus rodillas, observándolo unos segundos para después ponerse en pie, temblorosa.
Al igual que cuando esperaba a solas, se colocó el instrumento perfectamente posicionado, tomando el arco con fluidez y cerrando los ojos, intentando ignorar el ruido tan desmoralizador y escalofriante que seguía presente. De nuevo, la magia hace acto de presencia en esa estancia cuando las cuerdas comienzan a ser rasgadas, impregnándose del sentimiento dado a la nueva pieza que hace sonar, haciéndose notorio a cada nota... Esta vez no es agonía, sino la más profunda de las tristezas, la pura melancolía y desolación, lo que la muchacha de ígnea cabellera parece estar interrpretando por medio de la música.
Aquello no hizo sino confirmar una parte de todo lo que pudo leer en las líneas del destino de ese hombre, y, aunque seguía sin tener detalles concretos y poseyendo tan solo una información general y limitada, fue suficiente: La compasión, la lástima, y todos esos sentimientos humanos que incluso algunos los que pertenecían a aquella raza parecían haber olvidado, afloraron en el interior de la joven... Entreabrió los labios, con intención de decir algo, pero en cuanto él empezó a hablar, los cerró sin haberles dejado exhalar nada más que el silencio.
Escuchó con atención, inmóvil, cerrando los ojos unos instantes en un intento de ignorar una nueva oleada de gritos y algunos golpes en la pared continúa... Le ponía demasiado nerviosa como para conseguir disimuilarlo, pero algo de compostura consiguió mantener. Hubo algo en todo lo que él dijo que hizo que su rostro, marcado por los surcos de las lagrimas derramadas, reflejase escepticismo. Y no solo eso, sino que solto una carcajada, fugaz y lastimera, pero se había reido de igual forma. Mantuvo la sonrisa aún cesado ese sonido, negando con la cabeza antes de volver a retomar el contacto visual entre ambos, niebla contra hielo:
-¿Ahora es cuando yo debería deciros que me siento halagada? -Inquirió irónica, con una ceja enarcada- Pues la verdad, monsieur, sigo considerando adecuado el término insignificante siendo que mi valor se reduce a cuestiones meramente materiales -Suspiró, sin molestarse en ocultar la amargura expulsada en forma de oxígeno, y prosiguió con sus palabras- De todas formas, mi señor, os permito que, en vuestra clasificación mercantil y ganadera me consideréis valiosa... Pero lo que no pienso tolerar es que oseis decir lo que quiero o no realmente, porque por muchos pensamientos que podáis captar, no podéis saber algo que no se piensa, se siente -Añadió, en un tono tan educado que contrastaba con lo osado de ese mensaje- Y por favor, quizá ese tipo de charlas pseudoexistencialistas puedan hacer mella en cualquier joven tan ambiciosa como para ceder a una promesa suculenta, pero realmente... -Se encogió de hombres antes de continuar- ...no considero que deba agradeceros nada, porque no me habéis dado nada merecedor de mi gratitud, solo palabras que de momento no son más que eso... y no me asusta que ahí fuera me pueda suceder, al fin y al cabo si no paran me moriré, que es precisamente para lo que quiero irme de aquí... -Y era verdad, no estaba mintiendo- ...o en su lugar, lo que terminaréis por hacer cuando veáis que no hay forma alguna, tanto mediante la persuasión como por medio de la violencia, para que me convenzcáis -Repitió, tajante- Oh, y una vez más, desvirtualizais un valor importante como la generosidad... Lastima, soltáis verborreas insulsas cuando tenéis abrumadores conocimientos que impedirían que así fuera...
Su mirada felina se intensificó cuando él se acuclilló frente a ella, aguantando esta vez sin cerrar los ojos pese a que los golpes en la pared y los chillidos se habían hecho más fuertes. Fue eso lo que encontró para responder a lo siguiente que él dijo, desviando la vista hacia el punto del que parecían proceder y volviendo a fijarla después en los ojos de Jared:
-¿Pensar en qué? ¿En si quiero terminar como quien quiera que sea la pobre desgraciada de la habitación de al lado? -Preguntó sin disimular el sarcasmo- No, gracias, milord, pero creo que al contrario de lo que pensáis, la claridad está más que presente en mi cabeza cuando os digo que nada de lo que tengáis planeado hacerme me hará cambiar de idea... -En contraposición con esa determinación en sus palabras, Violine cogió el instrumento que él depositó sobre sus rodillas, observándolo unos segundos para después ponerse en pie, temblorosa.
Al igual que cuando esperaba a solas, se colocó el instrumento perfectamente posicionado, tomando el arco con fluidez y cerrando los ojos, intentando ignorar el ruido tan desmoralizador y escalofriante que seguía presente. De nuevo, la magia hace acto de presencia en esa estancia cuando las cuerdas comienzan a ser rasgadas, impregnándose del sentimiento dado a la nueva pieza que hace sonar, haciéndose notorio a cada nota... Esta vez no es agonía, sino la más profunda de las tristezas, la pura melancolía y desolación, lo que la muchacha de ígnea cabellera parece estar interrpretando por medio de la música.
Violine- Gitano
- Mensajes : 84
Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
No se olvida de ninguna de las palabras, los significados o las intenciones de las frases de Violine, guardándolas en un rincón de su mente, desmenuzándolas como si piezas de un puzzle se tratase y buscando significados... Tampoco le hace falta tomarse mucho tiempo, puesto que por muy educada o cortés que haya sido los mensajes eran más bien claros, directos y, sobretodo, sinceros... No ha podido, ni querido, evitar alzar una ceja durante las respuestas de la pelirroja, y es que había dado en el clavo en muchas cosas, quizá demasiadas. ¿Talento natural, tal vez, o meramente suerte? Algo difícil de discernir incluso para alguien como él, pero dispuesto está a alcanzar la base del asunto, aún cuando la situación, emocionalmente intensa, podría considerarse peligrosa.
Y es que es cierto, no tiene nada que agradecerle puesto que no le ha dado nada, ni siquiera es capaz tampoco de sbaer lo que ella puede querer o dejar de querer, no tiene ese poder, ni siquiera Dios, si existe, lo tiene, así como tampoco sus palabras, cargadas de sutilezas y poder, son capaces de penetrar en algo que una persona impone por mera voluntad, como es el deseo de Violine de marcharse. ¿Una batalla perdida? Eso parece, de no ser porque Jared no conoce ese significado.
Sin embargo, hay tiempo para todo, de hecho, tiene toda la eternidad para cualquier cosa que se proponga... Y por ello mismo es por lo que, aún con las palabras de la joven humana en mente, se levanta después de ella, sentándose en la cama, cruzando una pierna sobre la otra de forma varonil. Las notas comienzan a emanar de las cuerdas del violín, tocadas con suma precisión... De nuevo esa sensación casi apabullante, los recuerdos aumentando en viveza, como si lo estuviese volviendo a vivir, como si acabase de volver a aquella pesadilla que supuso el final de su vida y el principio de lo que es ahora, la muerte del hombre y el nacimiento de la bestia.
Sus manos se tensan sobre los muslos, crispándose los nudillos y frunciendo el ceño de forma imperceptible, tanto que su rostro parece una máscara hecha del más perfecto mármol. La música amansaba a las fieras, o eso decían y, al parecer, con él funcionaba en cierto modo. Pero no todo puede durar eternamente, y el dolor de recordar, esa melancolía que parece imprimirle a cada nota, termina por vencerle, dando una única palmada:
-Basta. -Ordena, tajante también, levantándose después y plantándose enfrente de ella. Ya se han acabado los juegos, Violine ha cruzado la raya y, si bien no está dispuesto a hacerle lo mismo que antes, no va a permitir que se fugue a las primeras de cambio... Pero algo le incita a responder a todo lo anteriormente mencionado, y no duda en hacerlo.- ¿Sabes qué? Puede que tengas hasta razón, Violine... Pero, ¿qué importa quién tenga razón? Como tú misma has dicho, tengo abrumadores conocimientos, he visto cosas que tú, pequeña mortal, ni siquiera te imaginas... Y he aprendido lo suficiente como para saber que no todo en este mundo es voluntad, ni todo en esta vida es tener razón. A veces la fuerza o las mentiras se imponen. -Y bien lo sabe, de poco le sirvió la voluntad o el tener razón para no ver lo que vio, para no perder a aquello que amaba... Su voz no parece reflejar nada, pero su mirada parece un oceáno descontrolado durante un par de eternos segundos, los que tarda en recobrar la compostura.- Como tampoco me importa lo que quieras. Hicimos un trato, y te guste o no, vas a cumplirlo... Rebusca entre sus ropajes y, tras un par de segundos más, saca un pequeño látigo de cuero negro, fino, elegante y doloroso. Parece dejar claras sus intenciones con el mismo, hasta el punto de indicarle con un admeán que se de la vuelta.- Ahora, quítate el corsé... No puedo permitir que salgas indemne de lo que has hecho ahi abajo... Será breve, no te preocupes.
Y es que es cierto, no tiene nada que agradecerle puesto que no le ha dado nada, ni siquiera es capaz tampoco de sbaer lo que ella puede querer o dejar de querer, no tiene ese poder, ni siquiera Dios, si existe, lo tiene, así como tampoco sus palabras, cargadas de sutilezas y poder, son capaces de penetrar en algo que una persona impone por mera voluntad, como es el deseo de Violine de marcharse. ¿Una batalla perdida? Eso parece, de no ser porque Jared no conoce ese significado.
Sin embargo, hay tiempo para todo, de hecho, tiene toda la eternidad para cualquier cosa que se proponga... Y por ello mismo es por lo que, aún con las palabras de la joven humana en mente, se levanta después de ella, sentándose en la cama, cruzando una pierna sobre la otra de forma varonil. Las notas comienzan a emanar de las cuerdas del violín, tocadas con suma precisión... De nuevo esa sensación casi apabullante, los recuerdos aumentando en viveza, como si lo estuviese volviendo a vivir, como si acabase de volver a aquella pesadilla que supuso el final de su vida y el principio de lo que es ahora, la muerte del hombre y el nacimiento de la bestia.
Sus manos se tensan sobre los muslos, crispándose los nudillos y frunciendo el ceño de forma imperceptible, tanto que su rostro parece una máscara hecha del más perfecto mármol. La música amansaba a las fieras, o eso decían y, al parecer, con él funcionaba en cierto modo. Pero no todo puede durar eternamente, y el dolor de recordar, esa melancolía que parece imprimirle a cada nota, termina por vencerle, dando una única palmada:
-Basta. -Ordena, tajante también, levantándose después y plantándose enfrente de ella. Ya se han acabado los juegos, Violine ha cruzado la raya y, si bien no está dispuesto a hacerle lo mismo que antes, no va a permitir que se fugue a las primeras de cambio... Pero algo le incita a responder a todo lo anteriormente mencionado, y no duda en hacerlo.- ¿Sabes qué? Puede que tengas hasta razón, Violine... Pero, ¿qué importa quién tenga razón? Como tú misma has dicho, tengo abrumadores conocimientos, he visto cosas que tú, pequeña mortal, ni siquiera te imaginas... Y he aprendido lo suficiente como para saber que no todo en este mundo es voluntad, ni todo en esta vida es tener razón. A veces la fuerza o las mentiras se imponen. -Y bien lo sabe, de poco le sirvió la voluntad o el tener razón para no ver lo que vio, para no perder a aquello que amaba... Su voz no parece reflejar nada, pero su mirada parece un oceáno descontrolado durante un par de eternos segundos, los que tarda en recobrar la compostura.- Como tampoco me importa lo que quieras. Hicimos un trato, y te guste o no, vas a cumplirlo... Rebusca entre sus ropajes y, tras un par de segundos más, saca un pequeño látigo de cuero negro, fino, elegante y doloroso. Parece dejar claras sus intenciones con el mismo, hasta el punto de indicarle con un admeán que se de la vuelta.- Ahora, quítate el corsé... No puedo permitir que salgas indemne de lo que has hecho ahi abajo... Será breve, no te preocupes.
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
Violine abrió los ojos, observando la trayectoria de Jared hasta la cama. Lejos de cesar su melodía cuando él se lo ordenó, siguió tocando... Quizá le hubiera pasado desapercibido cualquier cambio leve en un rostro que parecía esculpido por el cincel de la frialdad, pero el crispamiento de sus manos, por ejemplo, no era algo que hubiera ignorado. Pequeñas confirmaciones que hacían que insistiera en seguir con aquella pieza hasta el final, amén de que no le gustaba que nadie mandase en cuando tenía o no que parar de expresarse. Llegó al punto de alzar su mirada hacia él cuando se colocó enfrente, en lo que proseguía tocando, intentando traspasarle con sus irises grises y ver más allá, como si de repente ya no hubiera miedo... Hasta que la música alcanzó su punto final y entonces, permaneció unos segundos quieta, relajándose tras el torrente de emociones manifestados, para después dejar caer el violín y el arco con suavidad.
Escuchó entonces todo lo que él tenía que decirle. Cada frase dicha desde su oscuro pedestal de poder, cada palabra en apariencia desmoralizadora... Todo. Y lejos de pensar que el único significado que tenía aquel mensaje era el aparente, Violine tuvo la sensación, y a ella se aferró fervientemente, de que todo lo que Jared le había dicho estaba impregnado de su propia experiencia personal, de lo que el dolor de alguna época pasada le había hecho creer, de su propia frustración... Algo que creyó confirmar durante los fugaces segundos que la mirada de él sufrió otro cambio. Quizá por eso, al principio, cuando le manifestó esa pesimista visión de las cosas, lo que los ojos de Violine reflejaron no fue ofensa o miedo, sino lástima, una lástima que no se molestó en ocultar. Dejó que tan solo esa mirada fuese su respuesta, siendo la ausencia de palabras que tanto la caracterizaba en ocasiones lo que se sucedió, unido a la comprensión que parecía reflejar en su expresión.
Pero, cuando añadió aquello sobre que cumpliría quisiera o no y, sobretodo, cuando sacó aquel látigo, aquella sensación se borró de sus grises ojos para dar paso al escepticismo, en forma de ceja enarcada y de una nueva carcajada. Se reía, él la había amenazado con herirla y ella se reía, y no parecía importarle que no fuese una reacción normal. Negó con la cabeza, cesada la risa, y le observó fijamente unos segundos en silencio, antes de suspirar... Ahora sí, iba dejar a un lado su afán por el silencio y a hablar, a decir todo lo que tenía que decir, sin reparos:
-De verás, mi señor, tendréis en efecto muchos saberes cosechados pero... En otros sois un completo ignorante y necio -Soltó sin mucho afán de suavizar sus palabras- Debe ser porque me consideráis tan inferior, que no sois capaz de ver que es un hecho irrefutable el que mi voluntad si vaya imponerse a cualquier cosa, porque no me rindo tras una batalla, y sigo hasta el final de la guerra... -Volvió a suspirar, cansinamente- Pero bien, ahora vais a castigarme con ese látigo para hacerme experimentar el dolor y la humillación... ¿Créeis que eso va a funcionar, sinceramente? -Se encogió de hombros, con total indiferencia- Os diré milord, que no será así. No aprenderé ningun tipo de lección y, si no logro salir de aquí, me esforzaré en que mi comportamiento abajo se repita siempre que lo vea necesario... Y si eso supone recibir más latigazos pues muy bien: que lo suponga. Me resignaré a esperar que la inercia actúe sola y el dolor sea tan fuerte que mi cuerpo decida descansar, lo que me llevará a conseguir la muerte para la cual quiero marcharme... -Resolvió finalmente, en un tono que denotaba que consideraba lo que decía una obviedad.
Sin embargo, con un tercer suspiro, volvió a encogerse de hombros, encaminándose hacia la cama, en una actitud aparentemente sumisiva. Se tumbó bocabajo, apartándose ella misma la larga cabellera escarlata de la nuca y haciéndola a un lado, como si realmente quisiera facilitarle las cosas... Pero no, porque hubo algo que no hizo: atender a su petición de quitarse el corsé. En lugar de eso cerró los ojos, ladeando el rostro y quedándose completamente quieta:
-La verdad, no tengo ganas de hacer malabarismos con las cuerdas y facilitaros el que perdáis el tiempo... -Comentó a modo de explicación- Así que, sencillamente, si tanta obecación tenéis en que herir mi cuerpo os servirá para forzar a mi mente o, más imposible aún, mi alma, a obedeceros... Tomaos vos la molestia -Y entonces, justo a la altura de aquella cama, en la pared a la que se pegaba el cabecero, resonaron otra vez los golpes que acompañaban a esos agónicos chillidos... Violine, desesperada, cogió la almohada y se la colocó sobre la cabeza, intentando acallar ese horrible sonido- Felicidades, mi señor... Realmente habéis conseguido crear una atmósfera desmoralizadora y escalofriante -Ironizó en un susurro, limitándose después a esperar que el dolor comenzase a atacar su ser.
Escuchó entonces todo lo que él tenía que decirle. Cada frase dicha desde su oscuro pedestal de poder, cada palabra en apariencia desmoralizadora... Todo. Y lejos de pensar que el único significado que tenía aquel mensaje era el aparente, Violine tuvo la sensación, y a ella se aferró fervientemente, de que todo lo que Jared le había dicho estaba impregnado de su propia experiencia personal, de lo que el dolor de alguna época pasada le había hecho creer, de su propia frustración... Algo que creyó confirmar durante los fugaces segundos que la mirada de él sufrió otro cambio. Quizá por eso, al principio, cuando le manifestó esa pesimista visión de las cosas, lo que los ojos de Violine reflejaron no fue ofensa o miedo, sino lástima, una lástima que no se molestó en ocultar. Dejó que tan solo esa mirada fuese su respuesta, siendo la ausencia de palabras que tanto la caracterizaba en ocasiones lo que se sucedió, unido a la comprensión que parecía reflejar en su expresión.
Pero, cuando añadió aquello sobre que cumpliría quisiera o no y, sobretodo, cuando sacó aquel látigo, aquella sensación se borró de sus grises ojos para dar paso al escepticismo, en forma de ceja enarcada y de una nueva carcajada. Se reía, él la había amenazado con herirla y ella se reía, y no parecía importarle que no fuese una reacción normal. Negó con la cabeza, cesada la risa, y le observó fijamente unos segundos en silencio, antes de suspirar... Ahora sí, iba dejar a un lado su afán por el silencio y a hablar, a decir todo lo que tenía que decir, sin reparos:
-De verás, mi señor, tendréis en efecto muchos saberes cosechados pero... En otros sois un completo ignorante y necio -Soltó sin mucho afán de suavizar sus palabras- Debe ser porque me consideráis tan inferior, que no sois capaz de ver que es un hecho irrefutable el que mi voluntad si vaya imponerse a cualquier cosa, porque no me rindo tras una batalla, y sigo hasta el final de la guerra... -Volvió a suspirar, cansinamente- Pero bien, ahora vais a castigarme con ese látigo para hacerme experimentar el dolor y la humillación... ¿Créeis que eso va a funcionar, sinceramente? -Se encogió de hombros, con total indiferencia- Os diré milord, que no será así. No aprenderé ningun tipo de lección y, si no logro salir de aquí, me esforzaré en que mi comportamiento abajo se repita siempre que lo vea necesario... Y si eso supone recibir más latigazos pues muy bien: que lo suponga. Me resignaré a esperar que la inercia actúe sola y el dolor sea tan fuerte que mi cuerpo decida descansar, lo que me llevará a conseguir la muerte para la cual quiero marcharme... -Resolvió finalmente, en un tono que denotaba que consideraba lo que decía una obviedad.
Sin embargo, con un tercer suspiro, volvió a encogerse de hombros, encaminándose hacia la cama, en una actitud aparentemente sumisiva. Se tumbó bocabajo, apartándose ella misma la larga cabellera escarlata de la nuca y haciéndola a un lado, como si realmente quisiera facilitarle las cosas... Pero no, porque hubo algo que no hizo: atender a su petición de quitarse el corsé. En lugar de eso cerró los ojos, ladeando el rostro y quedándose completamente quieta:
-La verdad, no tengo ganas de hacer malabarismos con las cuerdas y facilitaros el que perdáis el tiempo... -Comentó a modo de explicación- Así que, sencillamente, si tanta obecación tenéis en que herir mi cuerpo os servirá para forzar a mi mente o, más imposible aún, mi alma, a obedeceros... Tomaos vos la molestia -Y entonces, justo a la altura de aquella cama, en la pared a la que se pegaba el cabecero, resonaron otra vez los golpes que acompañaban a esos agónicos chillidos... Violine, desesperada, cogió la almohada y se la colocó sobre la cabeza, intentando acallar ese horrible sonido- Felicidades, mi señor... Realmente habéis conseguido crear una atmósfera desmoralizadora y escalofriante -Ironizó en un susurro, limitándose después a esperar que el dolor comenzase a atacar su ser.
Violine- Gitano
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
Tiene que contener una sonrisa más franca y sincera cuando Violine comienza a hablar. En efecto, está empezando a coinocerla, a ver cuales son sus pautas de comportamiento y, por lo tanto, a ver de qué pie cojea... Por supuesto que ya sabe que, en este caso en concreto, no va a servir de nada que le aseste decenas de latyigazos, de nada excepto para matarla, puesto que su voluntad es esta vez la que se impone, en un uno contra uno, así como también sabe que suena casi hasta repetitivo e ignorante por repetir una vez y otra la misma cosa...
Pero, ¿quién le ha dicho a la joven pelirroja que lo que busca es fustiugarla y castigarla? Si algo era, era práctico, y si los latigazos no funcionaban para rteenerla encontraría otro método. Entreabre los labios para hablar, pero es entonces cuando Violine se tiende boca abajo en la cama, sin haberse quitado la prenda. Alza una ceja ante sus palabras, divertido e intrigado a la vez... Cuánta osadía, parece que esté hablando con un niño en vez de con una persona que tiene lsu vida entre sus dedos... Pero no va anegarlo, es algo nuevo, algo diferente y, por lo tanto, gratificante.
La última frase de ella, en cambio, sí que logra crear un efecto en él, y es que ya se están pasando de la ralla. Lleva una de sus manos al bolsillo de su pantalón, observando el reloj. Ya se ha pasado de la hor apor la cual pagó, así que le tocará ejercer de buen amo, si es que su muñeca no está muerta.... Pero tampoco va a dejar a Violine campar a sus anchas, por lo que se decide a empezar por donde tiene que empezar. Termina por acostarse encima de ella, una pierna a cada lado de la cintura de ella, desabrochando con suma soltura las tiras del corsé, dejando que este finalmente ceda... Junto con el resto del vestido, dejándola en ropa interior y el pecho desnudo. Chasquea el látigo un par de veces, dándole más dramatismo a la escena...
Pero es entonces cuando lo aparta a un lado y, de entre sus ropajes de nuevo, saca un par de pequeños grilletes que coloca con suma rapidez alrededor de los tobillos de la joven, reduciéndole drásticamente la movilidad. Se levanta con rapidez, esbozando de nuevo ese amago de sonrisa indescifrable:
-Te precipitas presuponiendo cosas... Soy una persona práctica, así seguro que no te escapas. Ahora, si me disculpas, vuelvo en unos instantes... -Realiza una reverencia y después sale al pasillo, aporreando la puerta de al lado. Un intercambio de palabrass y los sonidos cesan, tras lo cual él vuelve a la habitación, mirándola fijamente desde la puerta. No ddua demasiado en acercarse de nuevo, sacando otro par de grilletes y, con su habitual forcejeo, colocárselos las muñecas, separándose después.- Por si acaso...
Pero, ¿quién le ha dicho a la joven pelirroja que lo que busca es fustiugarla y castigarla? Si algo era, era práctico, y si los latigazos no funcionaban para rteenerla encontraría otro método. Entreabre los labios para hablar, pero es entonces cuando Violine se tiende boca abajo en la cama, sin haberse quitado la prenda. Alza una ceja ante sus palabras, divertido e intrigado a la vez... Cuánta osadía, parece que esté hablando con un niño en vez de con una persona que tiene lsu vida entre sus dedos... Pero no va anegarlo, es algo nuevo, algo diferente y, por lo tanto, gratificante.
La última frase de ella, en cambio, sí que logra crear un efecto en él, y es que ya se están pasando de la ralla. Lleva una de sus manos al bolsillo de su pantalón, observando el reloj. Ya se ha pasado de la hor apor la cual pagó, así que le tocará ejercer de buen amo, si es que su muñeca no está muerta.... Pero tampoco va a dejar a Violine campar a sus anchas, por lo que se decide a empezar por donde tiene que empezar. Termina por acostarse encima de ella, una pierna a cada lado de la cintura de ella, desabrochando con suma soltura las tiras del corsé, dejando que este finalmente ceda... Junto con el resto del vestido, dejándola en ropa interior y el pecho desnudo. Chasquea el látigo un par de veces, dándole más dramatismo a la escena...
Pero es entonces cuando lo aparta a un lado y, de entre sus ropajes de nuevo, saca un par de pequeños grilletes que coloca con suma rapidez alrededor de los tobillos de la joven, reduciéndole drásticamente la movilidad. Se levanta con rapidez, esbozando de nuevo ese amago de sonrisa indescifrable:
-Te precipitas presuponiendo cosas... Soy una persona práctica, así seguro que no te escapas. Ahora, si me disculpas, vuelvo en unos instantes... -Realiza una reverencia y después sale al pasillo, aporreando la puerta de al lado. Un intercambio de palabrass y los sonidos cesan, tras lo cual él vuelve a la habitación, mirándola fijamente desde la puerta. No ddua demasiado en acercarse de nuevo, sacando otro par de grilletes y, con su habitual forcejeo, colocárselos las muñecas, separándose después.- Por si acaso...
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
Los segundos de silencio pasaron, y Violine se mantuvo expectante durante todos estos, hasta que escuchó los pasos de Jared hacia la cama e, instantes después, el crujir del somier cuando la primera de sus piernas se apoyó en el colchón. Su propio cuerpo también cedió, hundiendo aún más el susodicho colchón cuando él se colocó encima suyo, teniendo que contener un leve quejido, sintiendo el vestido ceder bajo las manos del vampiro y dejarla expuesta, indefensa, y con una sensación de desprotección abrumadora... Y esperó, esperó a oír ese romper del aire ante el chasquear del látigo, clavando las uñas sobre la almohada que cubría su rostro, en un intento de anticiparse al dolor que sabía que iba a sentir en cuestión de milésimas de segundo... Un dolor que, sin embargo, no llegó.
Violine parpadeó, confusa, sin poder preveer lo que Jared haría, sin poder hacer nada que evitara que los grilletes se asentaran en sus tobillos. Dejó caer la almohada a un lado, incorporándose con suma dificultad y tapándose con ambos brazos el pecho, mirándole fijamente con una ceja enarcada ante sus palabras... Genial, sin lugar a dudas. Estuvo apunto de abrir la boca para decirle que no, no se escaparía, pero que eso no significaba que fuera a comportarse de otra forma con sus clientes, porque no necesitaba tirar copas y correr para fastidiarles, podía escupir, morder, insultar, y dar cabezazos si era necesario... Algo que, si no llegó a soltarle, es porque se fue, pero que agradeció después no haber dicho ya que seguramente solo habría servido para empeorar su situación. De todas formas, seguramente él ya sabría que así era, puesto que dudaba que la subestimara hasta el punto de creer que coartarla físicamente la va a volver dócil por dentro...
Con ese pensamiento, y mientras esperaba a que regresara, Violine intentó, en vano, atisbar a escuchar lo que Jared le decía a los de la habitación de al lado. Sintió una enorme opresión en el pecho ante la idea de que la pobre chica, fuera quien fuera, estuviese malherida o incluso muerta, y tuvo que obligarse a si misma a dejar de darle vueltas a ese pensamiento... No logró enterarse de absolutamente nada, pero sí supo que se habían ido y que ya no volvería a escuchar esos escalofriantes chillidos, aunque de alguna habitación más lejana si que pudiera intuír de cuando en cuando algún gemido que, dadas las circunstancias, la joven había logrado ignorar por completo.
-¿Y bien? -Inquirió cuando él, tras volver, la observó desde la puerta. Correspondió a su mirada, con las manos cubriéndole aún el busto, y sus felinos ojos teñidos de recelo, en lo que él se acercaba hacia ella. En efecto, forcejeó pese a saber que no conseguiría nada, en un intento ya no de que le pusiera los grilletes en las muñecas, sino de evitar que él pudiera ver su parcial desnudez... Absurdo que fuese aquello lo que más le importaba, pero no podía evitarlo- Debí suponerlo... -Suspiró al ver su movilidad tan reducida, limitándose finalmente a taparse con los brazos, pegando las muñecas con un entrechocar de la cadena- De acuerdo, pues, ¿y ahora qué? -Preguntó, tratando así, sin éxito alguno, de disimular el rubor que había acudido a sus mejillas ante la idea de estar con tal escasez de ropa en la presencia de un hombre por primera vez en su vida.
En efecto, no logró camuflarlo, el agolpamiento de la sangre a su rostro, fruto de la vergüenza, provocó un sonrojo más que evidente, que hizo a Violine ladear el rostro y apartar su mirada de la de Jared. La cabellera escarlata cayó entonces, algo desordenada por el anterior forcejeo, cubriéndole parcialmente el semblante... No se molestó en intentar apartarla a un lado, primero porque eso supondría hacer malabarimos y, además, dejar su pecho expuesto, y segundo porque realmente no quería que su cara quedase descubierta ahora. Se mordió el labio inferior, dejando que pasasen los segundos de silencio, en lo que su cabeza daba vueltas alrededor de todos los detalles que había podido captar en lo que él había estado allí, recordando lo que había visto aquella noche del primer encuentro y meditando sobre algo en concreto...
-Decidme, oh, mi amo y señor... -Rompió el silencio de forma repentina, volteándose a mirarle a través de esa cortina ígnea que nublaba sus ojos grises. Resaltó con un matiz irónicco la nueva forma en la que se había dirigido a él, en sustitución al apelativo meramente cortés que siempre había empleado... Pero realmente eso no fue lo más grave que hizo, sino lo que a continuación añadió, algo que seguramente le costaría caro, y que sin embargo ella o no lo sabía, o contaba con ello y le daba igual porque tenía que decirlo... Su voz cambio, abandonando el sarcasmo y tomando un tinte de comprensión abrumador, compasivo e incluso dulce- ...aquella cuya pérdida os hace comportaros como el monstruo que realmente no sois... ¿Estaría orgullosa de ver todo esto?
Violine parpadeó, confusa, sin poder preveer lo que Jared haría, sin poder hacer nada que evitara que los grilletes se asentaran en sus tobillos. Dejó caer la almohada a un lado, incorporándose con suma dificultad y tapándose con ambos brazos el pecho, mirándole fijamente con una ceja enarcada ante sus palabras... Genial, sin lugar a dudas. Estuvo apunto de abrir la boca para decirle que no, no se escaparía, pero que eso no significaba que fuera a comportarse de otra forma con sus clientes, porque no necesitaba tirar copas y correr para fastidiarles, podía escupir, morder, insultar, y dar cabezazos si era necesario... Algo que, si no llegó a soltarle, es porque se fue, pero que agradeció después no haber dicho ya que seguramente solo habría servido para empeorar su situación. De todas formas, seguramente él ya sabría que así era, puesto que dudaba que la subestimara hasta el punto de creer que coartarla físicamente la va a volver dócil por dentro...
Con ese pensamiento, y mientras esperaba a que regresara, Violine intentó, en vano, atisbar a escuchar lo que Jared le decía a los de la habitación de al lado. Sintió una enorme opresión en el pecho ante la idea de que la pobre chica, fuera quien fuera, estuviese malherida o incluso muerta, y tuvo que obligarse a si misma a dejar de darle vueltas a ese pensamiento... No logró enterarse de absolutamente nada, pero sí supo que se habían ido y que ya no volvería a escuchar esos escalofriantes chillidos, aunque de alguna habitación más lejana si que pudiera intuír de cuando en cuando algún gemido que, dadas las circunstancias, la joven había logrado ignorar por completo.
-¿Y bien? -Inquirió cuando él, tras volver, la observó desde la puerta. Correspondió a su mirada, con las manos cubriéndole aún el busto, y sus felinos ojos teñidos de recelo, en lo que él se acercaba hacia ella. En efecto, forcejeó pese a saber que no conseguiría nada, en un intento ya no de que le pusiera los grilletes en las muñecas, sino de evitar que él pudiera ver su parcial desnudez... Absurdo que fuese aquello lo que más le importaba, pero no podía evitarlo- Debí suponerlo... -Suspiró al ver su movilidad tan reducida, limitándose finalmente a taparse con los brazos, pegando las muñecas con un entrechocar de la cadena- De acuerdo, pues, ¿y ahora qué? -Preguntó, tratando así, sin éxito alguno, de disimular el rubor que había acudido a sus mejillas ante la idea de estar con tal escasez de ropa en la presencia de un hombre por primera vez en su vida.
En efecto, no logró camuflarlo, el agolpamiento de la sangre a su rostro, fruto de la vergüenza, provocó un sonrojo más que evidente, que hizo a Violine ladear el rostro y apartar su mirada de la de Jared. La cabellera escarlata cayó entonces, algo desordenada por el anterior forcejeo, cubriéndole parcialmente el semblante... No se molestó en intentar apartarla a un lado, primero porque eso supondría hacer malabarimos y, además, dejar su pecho expuesto, y segundo porque realmente no quería que su cara quedase descubierta ahora. Se mordió el labio inferior, dejando que pasasen los segundos de silencio, en lo que su cabeza daba vueltas alrededor de todos los detalles que había podido captar en lo que él había estado allí, recordando lo que había visto aquella noche del primer encuentro y meditando sobre algo en concreto...
-Decidme, oh, mi amo y señor... -Rompió el silencio de forma repentina, volteándose a mirarle a través de esa cortina ígnea que nublaba sus ojos grises. Resaltó con un matiz irónicco la nueva forma en la que se había dirigido a él, en sustitución al apelativo meramente cortés que siempre había empleado... Pero realmente eso no fue lo más grave que hizo, sino lo que a continuación añadió, algo que seguramente le costaría caro, y que sin embargo ella o no lo sabía, o contaba con ello y le daba igual porque tenía que decirlo... Su voz cambio, abandonando el sarcasmo y tomando un tinte de comprensión abrumador, compasivo e incluso dulce- ...aquella cuya pérdida os hace comportaros como el monstruo que realmente no sois... ¿Estaría orgullosa de ver todo esto?
Violine- Gitano
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Re: Justo castigo. [Violine]
El frocejeo, a decir verdad, no dura demasiado, y es que la diferencia de fuerza entre ambos, de poder en sí mismo, es demasiado grande. Eso no quita que le haya resultado entretenido, puesto que verla forcejear aún cuando sabe de antemano (porque estúpida ha comprobado que no es) que no va a conseguir nada significa tener una voluntad que roza lo irracional. La observa de arriba a abajo, la ropa interior cubriendo su desnudez de cintura para abajo y los brazos de Violine cubriendo sus senos, sin denotar lascivia o lujuria alguna en su mirada. Puede parecer cruel o humillante, pero cierto es que no ha buscado conseguir nada de eso, lo único que ha hecho es asegurarse de que no se va a escapar:
-En respuesta a tus preguntas te diré que, por el momento, me conformo con tenerte vigilada y saber que no volverás a huir... Esta noche la pasarás en el sótano, sería demasiado antiestético que te viesen pasear en grilletes con la cara que tienes... En otro tipo de situación quizá le de morbo a alguno, aunque claro, para pagar tu precio hay que tener mucho dinero. -Le explica, dejándole claro de forma indirecta que aún no sabe qué hacer exactamente con ella. En cambio ese sonrojo que se agolpa en las mejillas de ella le turba por dentro. La tensión acelerándose, el flujo de sangre volviéndose más rápido, el corazón bombeando con mayor potencia, las venas palpitando, el cuerpo de Violine aumentando de temperatura... Suculento, y esa idea, sumada a no haber cenado, le hace barajar muy seriamente una osibilidad que, en apenas segundos, convierte en decisión cuando se acerca hacia ella, apartándole los brazos del pecho y dejándolos visibles. Firmes, de buen tamaño y turgentes, en resumen, bastante buenos...
Cualquiera podría pensar que va a aprovecharse de ella o algo similar, pero la verdad es que la idea que tiene dista mucho de ser esa. Sus dedos apartan el pelo ígneo del rostro de Violine, dejándolo caer por la espalda, comenzando a rozar su cuello, ascendiendo por su barbilla y bordeando los labios en una caricia sutil e incitante. Sus labios quedan entreabiertos, avistándose la punta de sus blancos colmillos, y el magnetismo de sus ojos se va haciendo más intenso conforme el hambre va aumentando y la cosa queda cada vez más clara.
Hasta que ella habla. Esa última frase, esa última pregunta, parece ser una bala destinada a su mismo corazón, a su mismísimo ser, destrozando en miles de pedazos todo aquello que fue, es y probablemente será. Lo deja tan sumamente trastocado que se olvida de todo, retrocediendo un par de pasos como si estuviese delante del mismísimo Diablo, demasiado inconsciente ahora mismo como para darse cuenta de que, con ese gesto, acaba de cerciorarle a Violine que ha dado en el clavo. La confusión de sus ojos no se borra, entremezclándose a los pocos instantes con un oscuro mar embravecido, el de los recuerdos sellados a fuego por él mismo, el de esa misma tarde en el que decidió ser como eran los demás, en enseñarle a la humanidad una lección al precio que fuese, la de la hipocresía, la falta de diferencias entre un asesino de inocentes y un vampiro o cualquier ser infernal, por mucho que se enmascare con una religión o creencia. Eternos se le hacen los pocos segundos en los que queda expuesto y Violine puede observar a placer, pero, tras esos mismos instantes, vuelve en sí...
Y lo malo de descubrir a una bestia, de acorrararla, es que el contraataque suele ser demasiado brutal. Tendría que matarla por tal osadía, cuando realmente lo haría por miedo... Y es que nadie conocía ese detalle, absolutamente nadie. ¿Por que ella? ¿Qué es lo que ha visto? ¿Acaso aquella noche, cuando le leyó la mano...? Desgraciadamente es demasiado inteligente y realista como para negar lo evidente y quedar como un estúpido, por lo que, rompiendo con el estereotipo o con lo que supuesamente tendría que hacer, opta por hacer lo sensato, ser tajante y directo:
-Eso, Violine, no es de tu incumbencia... Y el término monstruo resulta ofensivo, así que ahorrátelo... Por donde íbamos... -Lo intenta, de corazón y con todas sus fuerzas, intenta parecer calmado, sereno... Pero la tormenta interior ya se ha desatado, el miedo a verse descubierto le atenaza en conjunto con una mínima desesperación, la de su humanidad, de aprovechar la oportunidad que se le presenta delante. Jared, en cambio, ignora a ambas, acercándose de nuevo a ella y empujándola con suavidad contra la cama. La toma de la cintura, girándola de nuevo en el colchón y tumbándola boca abajo. No le va a dar tiempo a hablar, a que responda o indague más, no debe, y es por ello mismo por lo que termina de rodillas en la cama, inclinado hacia ella...
Comenzando, pues, a alimentarse, pero de una forma mucho menos directa y más tortuosa/placentera para la víctima... Y es que sus colmillos van clavándose a lo largo de toda la espalda de Violine, dejando unas pequeñas marcas que apenas sangran, comenzando por la parte baja de la espald,a allá donde muere, y ascendiendo poco a poco a lo largo de su columna vertebral. Al no penetrar apenas el placer es mayor que el dolor, pequeñas corrientes eléctricas dispuestas a hacer estremecer y excitar a la más osada.
-En respuesta a tus preguntas te diré que, por el momento, me conformo con tenerte vigilada y saber que no volverás a huir... Esta noche la pasarás en el sótano, sería demasiado antiestético que te viesen pasear en grilletes con la cara que tienes... En otro tipo de situación quizá le de morbo a alguno, aunque claro, para pagar tu precio hay que tener mucho dinero. -Le explica, dejándole claro de forma indirecta que aún no sabe qué hacer exactamente con ella. En cambio ese sonrojo que se agolpa en las mejillas de ella le turba por dentro. La tensión acelerándose, el flujo de sangre volviéndose más rápido, el corazón bombeando con mayor potencia, las venas palpitando, el cuerpo de Violine aumentando de temperatura... Suculento, y esa idea, sumada a no haber cenado, le hace barajar muy seriamente una osibilidad que, en apenas segundos, convierte en decisión cuando se acerca hacia ella, apartándole los brazos del pecho y dejándolos visibles. Firmes, de buen tamaño y turgentes, en resumen, bastante buenos...
Cualquiera podría pensar que va a aprovecharse de ella o algo similar, pero la verdad es que la idea que tiene dista mucho de ser esa. Sus dedos apartan el pelo ígneo del rostro de Violine, dejándolo caer por la espalda, comenzando a rozar su cuello, ascendiendo por su barbilla y bordeando los labios en una caricia sutil e incitante. Sus labios quedan entreabiertos, avistándose la punta de sus blancos colmillos, y el magnetismo de sus ojos se va haciendo más intenso conforme el hambre va aumentando y la cosa queda cada vez más clara.
Hasta que ella habla. Esa última frase, esa última pregunta, parece ser una bala destinada a su mismo corazón, a su mismísimo ser, destrozando en miles de pedazos todo aquello que fue, es y probablemente será. Lo deja tan sumamente trastocado que se olvida de todo, retrocediendo un par de pasos como si estuviese delante del mismísimo Diablo, demasiado inconsciente ahora mismo como para darse cuenta de que, con ese gesto, acaba de cerciorarle a Violine que ha dado en el clavo. La confusión de sus ojos no se borra, entremezclándose a los pocos instantes con un oscuro mar embravecido, el de los recuerdos sellados a fuego por él mismo, el de esa misma tarde en el que decidió ser como eran los demás, en enseñarle a la humanidad una lección al precio que fuese, la de la hipocresía, la falta de diferencias entre un asesino de inocentes y un vampiro o cualquier ser infernal, por mucho que se enmascare con una religión o creencia. Eternos se le hacen los pocos segundos en los que queda expuesto y Violine puede observar a placer, pero, tras esos mismos instantes, vuelve en sí...
Y lo malo de descubrir a una bestia, de acorrararla, es que el contraataque suele ser demasiado brutal. Tendría que matarla por tal osadía, cuando realmente lo haría por miedo... Y es que nadie conocía ese detalle, absolutamente nadie. ¿Por que ella? ¿Qué es lo que ha visto? ¿Acaso aquella noche, cuando le leyó la mano...? Desgraciadamente es demasiado inteligente y realista como para negar lo evidente y quedar como un estúpido, por lo que, rompiendo con el estereotipo o con lo que supuesamente tendría que hacer, opta por hacer lo sensato, ser tajante y directo:
-Eso, Violine, no es de tu incumbencia... Y el término monstruo resulta ofensivo, así que ahorrátelo... Por donde íbamos... -Lo intenta, de corazón y con todas sus fuerzas, intenta parecer calmado, sereno... Pero la tormenta interior ya se ha desatado, el miedo a verse descubierto le atenaza en conjunto con una mínima desesperación, la de su humanidad, de aprovechar la oportunidad que se le presenta delante. Jared, en cambio, ignora a ambas, acercándose de nuevo a ella y empujándola con suavidad contra la cama. La toma de la cintura, girándola de nuevo en el colchón y tumbándola boca abajo. No le va a dar tiempo a hablar, a que responda o indague más, no debe, y es por ello mismo por lo que termina de rodillas en la cama, inclinado hacia ella...
Comenzando, pues, a alimentarse, pero de una forma mucho menos directa y más tortuosa/placentera para la víctima... Y es que sus colmillos van clavándose a lo largo de toda la espalda de Violine, dejando unas pequeñas marcas que apenas sangran, comenzando por la parte baja de la espald,a allá donde muere, y ascendiendo poco a poco a lo largo de su columna vertebral. Al no penetrar apenas el placer es mayor que el dolor, pequeñas corrientes eléctricas dispuestas a hacer estremecer y excitar a la más osada.
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
No tardaron en llegarle respuestas, de nuevo por medio de las duras palabras de Jared, que le explicaba, como quien hablaba del tiempo, cual iba a ser su destino. En efecto, captó la indirecta, dándose cuenta de que realmente algo de lo que había hecho o dicho había dejado al vampiro sin ideas... Estuvo entonces segura de que el látigo sí había estado destinado a maltratar su espalda y de que, probablemente porque él era inteligente y sabía que realmente no llevaba a ninguna parte, no lo había hecho. Y entonces le surgió una incógnita que necesitaba resolver: ¿por qué, si aparentemente no sentía remordimiento ni emoción alguna, no la había golpeado por el mero placer de herirla? Una cuestión que encajaba como una pieza más en el puzzle que poco a poco iba conformando.
-O sea, que mi señor no tiene ni idea de como castigar a su nueva esclava... Vaya -Dijo aquello en lugar de lo que realmente pensaba, guardándoselo por el momento en su interior- Bueno, os avisaré entonces de que darán igual los grilletes, si alguien está dispuesto a pagar la suma que pedís, recibirá el mismo trato que LeBlanc... Me las arreglaré para importunarle de alguna forma y fastidiarle la cena -Advirtió, reafirmándose en su postura.
Al verle acercarse, Violine creyó que iba a llevarla al sótano. Hizo pues ademán de levantarse, pero se quedó en eso, un ademán, cuando él la sorprendió descubriéndole el busto. Sabía que resistirse a ello era estúpido y, además, intuía que no tenía intención alguna de aprovecharse de ella en ese sentido... Al fin y al cabo, en su cinismo, Jared pensaría que virgen valía más dinero y que mejor conservarla intacta. Sin embargo, no pudo evitar que sus ojos grises se quedasen hipnotizados con los azules del vampiro cuando este, tras apartarle el cabello, comenzó a acariciar su cuello hasta alcanzar el contorno de sus labios... Sabía lo que pretendía, pero era incapaz de ponerle pega alguna, debido a que inevitablemente el recuerdo de la sensación de la primera vez revivía ante ese gesto, amén de que la incitación que él causaba era demasiado poderosa como para resistirse del todo.
Pero todo acto tiene su consecuencia, y la de las palabras que había dicho instantes atrás no tardó en llegar. La muchacha observó como él retrocedía, y, sobretodo, no perdió detalle de la tormenta de emociones que asedió sus ojos durante largos segundos... Leyó cada sentimineto entremezclado con confusión, vio todos y cada uno de los matices que fueron sucediéndose, y sintió, entonces, una mezcla de compasión, opresión y alivio a partes iguales, por imposible que pareciera. Compasión, por el hombre que se escondía bajo el monstruo, por el ser perdido que tenía ante sus ojos. Opresión por la magnitud del dolor que había visto reflejado, por lo agónico de los sentimientos que transmitía. Y alivio por saber que no se había equivocado, que lo que aquella noche encontró trazado en sus líneas y hoy había creido tener confirmado en pequeños detalles, era verdad.
Ante esa certeza, tomó entonces una decisión que sabía que le costaría esfuerzos inhumanos de su humanidad mantener: no se marcharía y aguantaría ahí, no por ambicionar una cura que realmente sabía que él no tenía pensado darle, no hoy aunque quizá sí mañana... Sino por la constatación de su destino. Claro que tampoco pudo decirle que había cambiado de idea, de hecho no pudo decirle nada, porque en un abrir y cerrar de ojos se vio puesta bocabajo. Sintió en ese momento que todavía no era tiempo de comunicar nada, que ahora debía callar y resignarse... Y eso hizo, apoyando el rostro ladeado sobre la almohada y preparándose para lo que fuese a venir.
Para su sorpresa, no hubo esta vez un mordisco en su yugular, sino varios a lo largo de su espalda, ascendiendo a través de esta. Algo menos profundos, bastante menos dolorosos y... Terriblemente más placenteros. No puedo evitarlo y, al tercer contacto de los dientes de Jared en su piel, mientras sentía la sangre fluir y deshacerse en los labios del vampiro, Violine dejó escapar el primer jadeo, delatador de su respiración acelerada por aquella sensación desbordante, y clavó las uñas sobre el colchón, no sin dificultad, dejándose hacer...
-O sea, que mi señor no tiene ni idea de como castigar a su nueva esclava... Vaya -Dijo aquello en lugar de lo que realmente pensaba, guardándoselo por el momento en su interior- Bueno, os avisaré entonces de que darán igual los grilletes, si alguien está dispuesto a pagar la suma que pedís, recibirá el mismo trato que LeBlanc... Me las arreglaré para importunarle de alguna forma y fastidiarle la cena -Advirtió, reafirmándose en su postura.
Al verle acercarse, Violine creyó que iba a llevarla al sótano. Hizo pues ademán de levantarse, pero se quedó en eso, un ademán, cuando él la sorprendió descubriéndole el busto. Sabía que resistirse a ello era estúpido y, además, intuía que no tenía intención alguna de aprovecharse de ella en ese sentido... Al fin y al cabo, en su cinismo, Jared pensaría que virgen valía más dinero y que mejor conservarla intacta. Sin embargo, no pudo evitar que sus ojos grises se quedasen hipnotizados con los azules del vampiro cuando este, tras apartarle el cabello, comenzó a acariciar su cuello hasta alcanzar el contorno de sus labios... Sabía lo que pretendía, pero era incapaz de ponerle pega alguna, debido a que inevitablemente el recuerdo de la sensación de la primera vez revivía ante ese gesto, amén de que la incitación que él causaba era demasiado poderosa como para resistirse del todo.
Pero todo acto tiene su consecuencia, y la de las palabras que había dicho instantes atrás no tardó en llegar. La muchacha observó como él retrocedía, y, sobretodo, no perdió detalle de la tormenta de emociones que asedió sus ojos durante largos segundos... Leyó cada sentimineto entremezclado con confusión, vio todos y cada uno de los matices que fueron sucediéndose, y sintió, entonces, una mezcla de compasión, opresión y alivio a partes iguales, por imposible que pareciera. Compasión, por el hombre que se escondía bajo el monstruo, por el ser perdido que tenía ante sus ojos. Opresión por la magnitud del dolor que había visto reflejado, por lo agónico de los sentimientos que transmitía. Y alivio por saber que no se había equivocado, que lo que aquella noche encontró trazado en sus líneas y hoy había creido tener confirmado en pequeños detalles, era verdad.
Ante esa certeza, tomó entonces una decisión que sabía que le costaría esfuerzos inhumanos de su humanidad mantener: no se marcharía y aguantaría ahí, no por ambicionar una cura que realmente sabía que él no tenía pensado darle, no hoy aunque quizá sí mañana... Sino por la constatación de su destino. Claro que tampoco pudo decirle que había cambiado de idea, de hecho no pudo decirle nada, porque en un abrir y cerrar de ojos se vio puesta bocabajo. Sintió en ese momento que todavía no era tiempo de comunicar nada, que ahora debía callar y resignarse... Y eso hizo, apoyando el rostro ladeado sobre la almohada y preparándose para lo que fuese a venir.
Para su sorpresa, no hubo esta vez un mordisco en su yugular, sino varios a lo largo de su espalda, ascendiendo a través de esta. Algo menos profundos, bastante menos dolorosos y... Terriblemente más placenteros. No puedo evitarlo y, al tercer contacto de los dientes de Jared en su piel, mientras sentía la sangre fluir y deshacerse en los labios del vampiro, Violine dejó escapar el primer jadeo, delatador de su respiración acelerada por aquella sensación desbordante, y clavó las uñas sobre el colchón, no sin dificultad, dejándose hacer...
Violine- Gitano
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
No es consciente siquiera, o mejor dicho, no quiere serlo, de lo que Violine acaba de ver o de descubrir... Y una parte de él se plantea seriamente si el objetivo de la joven no fue ese, ya que de esa manera podría explicar la insistencia, esa lectura de manos, la aceptación prácticamente instantánea a su ofrecimiento. Sin embargo, es algo que, ahora mismo, es incapaz de saber, demasiado centrado en probar esa sangre exquisita de lo extraña que es, sintiendo el dulzor inicial penetrar en su paladas, un dulzor que se va transformando en otro sabor algo más amargo, quedando finalmente una inusual mezcla entre ambos sabores.
Se toma su tiempo en recorrer la espalda, depositando un mordisco en cada vértebra de la columna y otros dos en los costados y sus hombros, dejándole toda la zona llena de pequeñas marcas, como picotazos, que apenas tardarán un par de días en cicatrizar, dejando que esos sangren mínimamente y recorriendo cada uno de sus mordiscos con su lengua, alimentándose de forma sumamente lenta, casi tortuosa... Los jadeos de ella le incitan, casi sin quererlo, a continuar con su obra, mordiendo de nuevo sobre una de las marcas, provocando más placer y un poco de dolor, recogiendo la sangre que la marca emana, acelerándose su inservible pero autómata respiración, derramando su frío aliento sobre la pálida piel de Violine como una brisa que avecina algo...
Y lo que esa respiración avecina es el clímax de su obra, no sin dejar de pensar en qué puede hacer para evitar tener a una rebelde entre sus filas... Y es que de poco le sirve retenerla si va a seguir molestando a los clientes y hundiéndole el negocio, para eso casi mejor la mata. Pero sería un desperdicio demasiado grande, un sacrificio que, por el momento, no está dispuesto a pagar. Así, sin dejar de darle vueltas, vuelve a ascender, mordiendo esta vez su nuca, recogiendo y lamiendo la sangre que se escapa por sendos orificios, siendo totalmente consciente del efecto que está causando. Su rostro termina inclinado hacia el oído de ella, mordiendo el lóbulo de la oreja de forma milimétrica y susurrando al mismo tiempo:
-Quién sabe... Quizá solo sea yo el beneficiado de este sabor tan indescrptible. -Sensual, cautivador, aparentemente perfecto... Parece haber reconstruido su coraza en cuestión de segundos, y lo que a ella le ha planteado como posibilidad él lo ve más bien un hecho, siendo realistas. Pocos estarán dispuestos a pagar la cantidad que pide, y puede que, si ella tiene la certeza de que será él quién se alimente de su sangre, permanezca aquí.... Ahora bien, ¿lo hace para dejar que se acostumbre y luego ponerla en escaparate definitivamente, o existe alguna intención oculta que hasta su misma mente desconoce...? No lo sabe, y no tener la respuesta a una pregunta es algo que a Jared le resulta sumamente exasperante.
Por ello mismo, en un intento de desviar la atención, de olvidarse momentáneamente de lo que acaba de sugerir y de dejar que Violine se piense la respuesta a esa sugerencia, termina por hincar los colmillos en la yugular de la joven, esta vez sí, en un mordisco más profundo pero no menos placentero y doloroso a la vez, comenzando a succionar ese líquido vital, sintiendo arder sus ya desgastados vasos sanguíneos ante el ardiente líquido que parece darle vida de nuevo. Se excita, no puede evitarlo ni aún con la edad que tiene, y esa excitación se hace palpable en como estira una de sus manos y la agarra del pelo con firmeza y suavidad, alzándole el rostro del colchón para tener mejor acceso a su cuello, permitiéndose el lujo de dejar de morder, de esperar a que los orificios sangren, lamer ésta y volver a clavarlos en constantes oleadas... Y es que, realmente, no es de beber de un solo mordisco, prefiere tomárselo poco a poco y en pequeñas cantidades... Algo que a él le encanta y que, por irónico que suene, a su víctima también.
Se toma su tiempo en recorrer la espalda, depositando un mordisco en cada vértebra de la columna y otros dos en los costados y sus hombros, dejándole toda la zona llena de pequeñas marcas, como picotazos, que apenas tardarán un par de días en cicatrizar, dejando que esos sangren mínimamente y recorriendo cada uno de sus mordiscos con su lengua, alimentándose de forma sumamente lenta, casi tortuosa... Los jadeos de ella le incitan, casi sin quererlo, a continuar con su obra, mordiendo de nuevo sobre una de las marcas, provocando más placer y un poco de dolor, recogiendo la sangre que la marca emana, acelerándose su inservible pero autómata respiración, derramando su frío aliento sobre la pálida piel de Violine como una brisa que avecina algo...
Y lo que esa respiración avecina es el clímax de su obra, no sin dejar de pensar en qué puede hacer para evitar tener a una rebelde entre sus filas... Y es que de poco le sirve retenerla si va a seguir molestando a los clientes y hundiéndole el negocio, para eso casi mejor la mata. Pero sería un desperdicio demasiado grande, un sacrificio que, por el momento, no está dispuesto a pagar. Así, sin dejar de darle vueltas, vuelve a ascender, mordiendo esta vez su nuca, recogiendo y lamiendo la sangre que se escapa por sendos orificios, siendo totalmente consciente del efecto que está causando. Su rostro termina inclinado hacia el oído de ella, mordiendo el lóbulo de la oreja de forma milimétrica y susurrando al mismo tiempo:
-Quién sabe... Quizá solo sea yo el beneficiado de este sabor tan indescrptible. -Sensual, cautivador, aparentemente perfecto... Parece haber reconstruido su coraza en cuestión de segundos, y lo que a ella le ha planteado como posibilidad él lo ve más bien un hecho, siendo realistas. Pocos estarán dispuestos a pagar la cantidad que pide, y puede que, si ella tiene la certeza de que será él quién se alimente de su sangre, permanezca aquí.... Ahora bien, ¿lo hace para dejar que se acostumbre y luego ponerla en escaparate definitivamente, o existe alguna intención oculta que hasta su misma mente desconoce...? No lo sabe, y no tener la respuesta a una pregunta es algo que a Jared le resulta sumamente exasperante.
Por ello mismo, en un intento de desviar la atención, de olvidarse momentáneamente de lo que acaba de sugerir y de dejar que Violine se piense la respuesta a esa sugerencia, termina por hincar los colmillos en la yugular de la joven, esta vez sí, en un mordisco más profundo pero no menos placentero y doloroso a la vez, comenzando a succionar ese líquido vital, sintiendo arder sus ya desgastados vasos sanguíneos ante el ardiente líquido que parece darle vida de nuevo. Se excita, no puede evitarlo ni aún con la edad que tiene, y esa excitación se hace palpable en como estira una de sus manos y la agarra del pelo con firmeza y suavidad, alzándole el rostro del colchón para tener mejor acceso a su cuello, permitiéndose el lujo de dejar de morder, de esperar a que los orificios sangren, lamer ésta y volver a clavarlos en constantes oleadas... Y es que, realmente, no es de beber de un solo mordisco, prefiere tomárselo poco a poco y en pequeñas cantidades... Algo que a él le encanta y que, por irónico que suene, a su víctima también.
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
El hecho de que Jared se tomara su tiempo en el recorrido que, mordisco a mordisco, iba haciendo por su espalda, no ayudaba en absoluto al autocontrol de Violine. La joven pelirroja no pudo evitar comenzar a estremecerse, arqueando inevitablemente la espalda. Los jadeos comenzaron a ser más acusados, seguidos y entrecortados, y ella supo que su respiración se estaba descontrolando, como reaccionando ante la fría del vampiro, derramada sobre su piel... Y, cuando en una de las marcas el mordisco se repitió, aumentando el placer y mezclándolo con una punzada de dolor, Violine supo también que su pulso se aceleraba y hacía fluír con más fuerza la sangre... Algo que seguramente a él le agradaría, porque sería mayor la concentración que obtendría a cada mordisco.
Eternos se le hicieron los instantes en los que, intuyendo que algo se avecinaba, no terminaba por llegar lo que quiera que fuera. Y, cuando lo hizo, cuando llegó en forma de ese enloquecedor mordisco en su lóbulo seguido por aquellas palabras, su mente quedó nublada unos segundos... ¿Qué había querido decir con eso? ¿Qué no iba a tener que pasar por situaciones como la de la fiesta, sino como la de ahora, en sus manos? Poco a poco logró disipar la confusión e ir pensando con toda la claridad que las circunstancias le permitían... No podía tener la certeza de si mentía o decía la verdad, pero prefería creer que era lo segundo porque, aunque no cambiara mucho el hecho de sentir que ahora era valiosa para él por lo que su enfermedad provocaba a su sangre, y no por el dinero que pudiera costar beber esta, al menos con una variación así no tendría porque pasar por el pánico que le inspiraba estar en aquellas bacanales vampíricas. Además, tenía que admitir que lo que Jared le hacía, aunque le pesase, le resultaba agradable y apenas doloroso, y era una opción mucho más tentadora que terminar como la chica de la habitación contigua...
Sin embargo, por encima de todo, lo que hizo que se decidiera a aceptar esa condición, fue el hecho de saber que de ese modo tendría que pasar tiempo a su lado, y por tanto, eso le otorgaba nuevas oportunidades de indagar en lo que había ido descubriendo, de concretarlo y darle forma, y así haber una opción para que el destino que ella creía escrito se cumpliera. Y con ese pensamiento, se dispuso a hacerle saber que en ese caso, no habría más rebeldía por su parte... Pero se quedó en una idea no llevada a cabo cuando los colmillos del vampiro se hundieron en su yugular. Un gemido nació de su garganta, resultado del placer que, superior al dolor que pudiera causarle el mordisco, aumentó en esos instantes. Tras este, intentó recuperar mínimamente el aliento y, cuando él la tomó del cabello para alzar su rostro, tomó una bocanada de aire y se dispuso a responderle a duras penas:
-¿Sugerís convertirme... en uno de... vuestros juguetes particulares? -Susurró con la voz entrecortada ante los lametones propinados a la sangre que manaba de los orificios de su cuello- En ese caso... que así sea... -No le dio tiempo a decir nada más, si es que tenía pensado hacerlo, porque enseguida él volvió a profundizar en su cuello clavando de nuevo los colmillos en el mismo punto, acción que comenzó a repetirse una y otra vez, enloqueciéndola.
Jared mordía, provocándole un gemido cada vez que lo hacía; dejaba manar la sangre, momento en el que ella aprovechaba para coger aire; la recogía con su lengua, causando que lo expulsase en jadeos; y volvía a morder... Demasiado delirante, demasiado fuerte como para que una inexperta Violine, quien jamás se había visto en semejante situación, puediera contenerse: Sin saber si quiera lo que realmente era eso, la joven estalló repentinamente, en el primer orgasmo de su corta vida... No era en absoluto consciente de que estaba sucediendo exactamente, únicamente pudo retorcerse bajo él, entre gemidos y sacudidas que la recorrían de los pies a la cabeza. Una oleada de placer que opacaba el dolor y que, sin embargo, fue desvaneciéndose lentamente, dejándola temblorosa, jadeante y, por encima de todo, confusa...
Y fue precisamente esa desoladora confusión, tan abrumadora, la que provocó lo que sucedió a continuación: Con el corazón desbocado, y volviendo a hundir de nuevo el rostro en la almohada, Violine rompió a llorar, dándole nuevas fuerzas a los estremecimientos que aún perduraban.
Eternos se le hicieron los instantes en los que, intuyendo que algo se avecinaba, no terminaba por llegar lo que quiera que fuera. Y, cuando lo hizo, cuando llegó en forma de ese enloquecedor mordisco en su lóbulo seguido por aquellas palabras, su mente quedó nublada unos segundos... ¿Qué había querido decir con eso? ¿Qué no iba a tener que pasar por situaciones como la de la fiesta, sino como la de ahora, en sus manos? Poco a poco logró disipar la confusión e ir pensando con toda la claridad que las circunstancias le permitían... No podía tener la certeza de si mentía o decía la verdad, pero prefería creer que era lo segundo porque, aunque no cambiara mucho el hecho de sentir que ahora era valiosa para él por lo que su enfermedad provocaba a su sangre, y no por el dinero que pudiera costar beber esta, al menos con una variación así no tendría porque pasar por el pánico que le inspiraba estar en aquellas bacanales vampíricas. Además, tenía que admitir que lo que Jared le hacía, aunque le pesase, le resultaba agradable y apenas doloroso, y era una opción mucho más tentadora que terminar como la chica de la habitación contigua...
Sin embargo, por encima de todo, lo que hizo que se decidiera a aceptar esa condición, fue el hecho de saber que de ese modo tendría que pasar tiempo a su lado, y por tanto, eso le otorgaba nuevas oportunidades de indagar en lo que había ido descubriendo, de concretarlo y darle forma, y así haber una opción para que el destino que ella creía escrito se cumpliera. Y con ese pensamiento, se dispuso a hacerle saber que en ese caso, no habría más rebeldía por su parte... Pero se quedó en una idea no llevada a cabo cuando los colmillos del vampiro se hundieron en su yugular. Un gemido nació de su garganta, resultado del placer que, superior al dolor que pudiera causarle el mordisco, aumentó en esos instantes. Tras este, intentó recuperar mínimamente el aliento y, cuando él la tomó del cabello para alzar su rostro, tomó una bocanada de aire y se dispuso a responderle a duras penas:
-¿Sugerís convertirme... en uno de... vuestros juguetes particulares? -Susurró con la voz entrecortada ante los lametones propinados a la sangre que manaba de los orificios de su cuello- En ese caso... que así sea... -No le dio tiempo a decir nada más, si es que tenía pensado hacerlo, porque enseguida él volvió a profundizar en su cuello clavando de nuevo los colmillos en el mismo punto, acción que comenzó a repetirse una y otra vez, enloqueciéndola.
Jared mordía, provocándole un gemido cada vez que lo hacía; dejaba manar la sangre, momento en el que ella aprovechaba para coger aire; la recogía con su lengua, causando que lo expulsase en jadeos; y volvía a morder... Demasiado delirante, demasiado fuerte como para que una inexperta Violine, quien jamás se había visto en semejante situación, puediera contenerse: Sin saber si quiera lo que realmente era eso, la joven estalló repentinamente, en el primer orgasmo de su corta vida... No era en absoluto consciente de que estaba sucediendo exactamente, únicamente pudo retorcerse bajo él, entre gemidos y sacudidas que la recorrían de los pies a la cabeza. Una oleada de placer que opacaba el dolor y que, sin embargo, fue desvaneciéndose lentamente, dejándola temblorosa, jadeante y, por encima de todo, confusa...
Y fue precisamente esa desoladora confusión, tan abrumadora, la que provocó lo que sucedió a continuación: Con el corazón desbocado, y volviendo a hundir de nuevo el rostro en la almohada, Violine rompió a llorar, dándole nuevas fuerzas a los estremecimientos que aún perduraban.
Violine- Gitano
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
-Muy perspicaz... Y sí, que así sea... -Es la única respuesta que da a las palabras de Violine, ya completamente convencido de que va a ser una de sus muñecas personales. El tiempo, ni él mismo lo sabe, quizá lo suficiente como para acostumbrarla e insensibilizarla (si es que eso es posible), o quizá algo más por el mero hecho de tener una sangre deliciosa... Lo mejor de todo es que Violine puede estar tranquila, ya que su interés, por el momento, no es más que alimenticio, al fin y al cabo desflorarla supondría perder ese toque único en su sangre, algo a lo que no está, por el momento, dispuesto...
De lo que no es demasiado consciente ahora mismo es del intensísimo efecto que cada uno de sus movimientos crea en el perecedero y mortal cuerpo de Violine. Sí es cierto que escucha esos gemidos y esos jadeos, pero lo que no se espera, por nada del mundo de hecho, es que ellla llegue a estallar solo con eso. Entendía que fuese virgen, pero era la primera vez que le sucedía algo semejante... Y, a decir verdad, no sabe como actuar ni qué decir. Coincidencia también que ese orgasmo termine con su cena puesto que ya se ha saciado suficiente, separándose con los labios enrojecidos y de nuevo el fino hilillo de sangre resbalando por su comisura, sus ojos azules fijos en las marcas de la espalda de Violine. Apenas ha dejado ninguna seria, pequeños puntos que en apenas días habrán desaparecido.
Y, entonces, es cuando Violine rompe a llorar. Parpadea un par de veces, totalmente confundido ahora él, alzando una ceja de forma escéptica... ¿Qué ha sucedido exactamente para que ella actúe así? Un orgasmo, a resumidas cuentas, era una sensación placentera... ¿Será la causa del mismo, o el hecho de haber temblado de placer bajo sus manos, de haber sucumbido a algo que jamás había probado de una forma que pocas desearían...? De nuevo incógnitas sin respuesta, y Jared, habiendo perdido esa capacidad tan valiosa y esencial, su humanidad, es incapaz de dedicarle unas palabras de consuelo o intentar aliviarle... Tampoco va a ser un hipócrita e intentar hacerlo si no sabe, ha quedado bastante claro entre ambos que las cosas directas y sin rodeos, las verborreas resultan innecesarias, así que, ¿por qué hacerlo?
Se levanta de la cama, dejando que llore a gusto varios minutos, buscando él, a su vez, las causas de ese llanto, plantado de nuevo enfrente de la puerta, los brazos cruzados sobre el pecho y su mirada fija en el cuerpo de la joven, observando los acusados estremecimientos que la recorren. Como es de esperar, no pregunta sobre lo que le sucede ni busca consolarla cuando se decide a hablar...
Lo único que hace es asegurarse de algo, como si no fuese consciente de lo que está sucediendo delante de sus narices, o más bien como si no le importase lo más mínimo:
-¿Puedo quitarte los grilletes, o intentarás huir...? Como ves, puedo tratarte mucho mejor que otros clientes. La decisión es tuya, Violine. -Y, por primera vez en mucho tiempo, le da una mínima elección a una de sus muñecas: O continúa con los grilletes siendo su muñeca, o se los quita siéndolo de igual forma. Va a serlo de todas maneras, ahora la cuestión es qué quiere su voluntad.
De lo que no es demasiado consciente ahora mismo es del intensísimo efecto que cada uno de sus movimientos crea en el perecedero y mortal cuerpo de Violine. Sí es cierto que escucha esos gemidos y esos jadeos, pero lo que no se espera, por nada del mundo de hecho, es que ellla llegue a estallar solo con eso. Entendía que fuese virgen, pero era la primera vez que le sucedía algo semejante... Y, a decir verdad, no sabe como actuar ni qué decir. Coincidencia también que ese orgasmo termine con su cena puesto que ya se ha saciado suficiente, separándose con los labios enrojecidos y de nuevo el fino hilillo de sangre resbalando por su comisura, sus ojos azules fijos en las marcas de la espalda de Violine. Apenas ha dejado ninguna seria, pequeños puntos que en apenas días habrán desaparecido.
Y, entonces, es cuando Violine rompe a llorar. Parpadea un par de veces, totalmente confundido ahora él, alzando una ceja de forma escéptica... ¿Qué ha sucedido exactamente para que ella actúe así? Un orgasmo, a resumidas cuentas, era una sensación placentera... ¿Será la causa del mismo, o el hecho de haber temblado de placer bajo sus manos, de haber sucumbido a algo que jamás había probado de una forma que pocas desearían...? De nuevo incógnitas sin respuesta, y Jared, habiendo perdido esa capacidad tan valiosa y esencial, su humanidad, es incapaz de dedicarle unas palabras de consuelo o intentar aliviarle... Tampoco va a ser un hipócrita e intentar hacerlo si no sabe, ha quedado bastante claro entre ambos que las cosas directas y sin rodeos, las verborreas resultan innecesarias, así que, ¿por qué hacerlo?
Se levanta de la cama, dejando que llore a gusto varios minutos, buscando él, a su vez, las causas de ese llanto, plantado de nuevo enfrente de la puerta, los brazos cruzados sobre el pecho y su mirada fija en el cuerpo de la joven, observando los acusados estremecimientos que la recorren. Como es de esperar, no pregunta sobre lo que le sucede ni busca consolarla cuando se decide a hablar...
Lo único que hace es asegurarse de algo, como si no fuese consciente de lo que está sucediendo delante de sus narices, o más bien como si no le importase lo más mínimo:
-¿Puedo quitarte los grilletes, o intentarás huir...? Como ves, puedo tratarte mucho mejor que otros clientes. La decisión es tuya, Violine. -Y, por primera vez en mucho tiempo, le da una mínima elección a una de sus muñecas: O continúa con los grilletes siendo su muñeca, o se los quita siéndolo de igual forma. Va a serlo de todas maneras, ahora la cuestión es qué quiere su voluntad.
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
Lo que empezó siendo una oleada de sollozos desesperados, fue moderándose hasta transformarse en un llanto continúo pero mucho más calmado, tan solo perceptible por el hecho de que, pasados los efectos de su primer orgasmo, Violine seguía temblando espásmodicamente, de forma sutil pero constante. Sabía que se encontraba ya sola sobre esa cama, que en aquel momento se le antojaba enorme e insegura, y sabía también que estaba siendo observada por esas dos dagas de hielo que eran los azules ojos de Jared, pero nada de eso servía para hacerla usar el sentido común y contenerse... Sus lágrimas seguían empapando la almohada y dejando su semblante marcado por sinuosos surcos, y la jadeante respiración que se escuchaba en la habitación poco tenía que ver ya con el placer.
Poco a poco ese sonido fue haciéndose cada vez menos acusado, hasta convertirse en un murmullo que, finalmente, dio paso al más abrupto y opresivo de los silencios. Sin embargo, el hecho de que el llanto terminara por cesar, no hizo que ella desenterrase su rostro de muñeca, ahora húmedo y enrojecido, de aquella almohada. Continuó, sin emitir sonido alguno, en la misma posición, y la quietud que acabó por adoptar su cuerpo daba la sensación de que estaba inconsciente, como si hubiese entrado en un letargo del que nunca despertaría, pues era el paso previó al descanso final... Nada más lejos de la realidad porque, cuando Jared habló, la joven alzó con lentitud la cabeza, girándose para observarle con una expresión indescifrable en su vidriosa mirada, y posteriormente se incorporó a duras penas sobre el colchón.
No contestó en un principio a su pregunta, pues hubo algo que se le antojó más prioritario por absurdo que fuera: cubrir su parcial desnudez. Con gran dificultad debido a los grilletes, Violine trató de tirar de algún modo de la elegante colcha roja bordeada por negros encajes, con la clara idea de taparse con ella... Como es obvio, no lo consiguió, y en su torpeza, mareada por la pérdida de sangre que a su organismo afectaba más que a la de alguien con una salud aceptable, lo que obtuvo fue otra cosa: la pérdida del equilibrio.
Cayó al suelo, con un estrepitoso sonido seco, arrastrando parte de la colcha al mismo pero sin haber logrado en ningún momento el objetivo de cubrirse con esta. En el suelo, con esos grilletes en muñecas y tobillos, y luchando ridículamente por un trozo de tela, daba una sensación de completa vulnerabilidad. Su aspecto no ayudaba; la cara surcada de lágrimas, los ojos algo hinchados y cubiertos parcialmente por los mechones rojos de su desordenada cabellera, que caía completamente revuelta por sus hombros... Patético. Así fue como se sintió, y como a ojos de la mayoría resultaría: absolutamente patética, digno objeto de cualquier tipo de burla o carcajada.
No se había dado si quiera cuenta que con la caída, insignificante para cualquiera pero no para alguien de escasa resistencia como lo era ella, una de sus rodillas había comenzado a sangrar y ahora perlaba el suelo de gotitas rojas... Ni si quiera había sentido el dolor, demasiado angustiada por el emborronamiento repentino de su visión, que la obligó a parpadear varias veces hasta poder enfocar la figura de Jared correctamente y, haciendo un acopio de fuerzas (o mejor dicho, de la fuerza de voluntad, porque de las otras no tenía) responderle:
-No... No quiero huir... -Dijo en un susurro, arrastrando algunas sílabas, aumentando así la imagen de triste patetismo que tenía la sensación de estar dando...- Ya no...
Poco a poco ese sonido fue haciéndose cada vez menos acusado, hasta convertirse en un murmullo que, finalmente, dio paso al más abrupto y opresivo de los silencios. Sin embargo, el hecho de que el llanto terminara por cesar, no hizo que ella desenterrase su rostro de muñeca, ahora húmedo y enrojecido, de aquella almohada. Continuó, sin emitir sonido alguno, en la misma posición, y la quietud que acabó por adoptar su cuerpo daba la sensación de que estaba inconsciente, como si hubiese entrado en un letargo del que nunca despertaría, pues era el paso previó al descanso final... Nada más lejos de la realidad porque, cuando Jared habló, la joven alzó con lentitud la cabeza, girándose para observarle con una expresión indescifrable en su vidriosa mirada, y posteriormente se incorporó a duras penas sobre el colchón.
No contestó en un principio a su pregunta, pues hubo algo que se le antojó más prioritario por absurdo que fuera: cubrir su parcial desnudez. Con gran dificultad debido a los grilletes, Violine trató de tirar de algún modo de la elegante colcha roja bordeada por negros encajes, con la clara idea de taparse con ella... Como es obvio, no lo consiguió, y en su torpeza, mareada por la pérdida de sangre que a su organismo afectaba más que a la de alguien con una salud aceptable, lo que obtuvo fue otra cosa: la pérdida del equilibrio.
Cayó al suelo, con un estrepitoso sonido seco, arrastrando parte de la colcha al mismo pero sin haber logrado en ningún momento el objetivo de cubrirse con esta. En el suelo, con esos grilletes en muñecas y tobillos, y luchando ridículamente por un trozo de tela, daba una sensación de completa vulnerabilidad. Su aspecto no ayudaba; la cara surcada de lágrimas, los ojos algo hinchados y cubiertos parcialmente por los mechones rojos de su desordenada cabellera, que caía completamente revuelta por sus hombros... Patético. Así fue como se sintió, y como a ojos de la mayoría resultaría: absolutamente patética, digno objeto de cualquier tipo de burla o carcajada.
No se había dado si quiera cuenta que con la caída, insignificante para cualquiera pero no para alguien de escasa resistencia como lo era ella, una de sus rodillas había comenzado a sangrar y ahora perlaba el suelo de gotitas rojas... Ni si quiera había sentido el dolor, demasiado angustiada por el emborronamiento repentino de su visión, que la obligó a parpadear varias veces hasta poder enfocar la figura de Jared correctamente y, haciendo un acopio de fuerzas (o mejor dicho, de la fuerza de voluntad, porque de las otras no tenía) responderle:
-No... No quiero huir... -Dijo en un susurro, arrastrando algunas sílabas, aumentando así la imagen de triste patetismo que tenía la sensación de estar dando...- Ya no...
Violine- Gitano
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
Se toma todo el tiempo del mundo, al fin y al cabo la paciencia sí que entra entre sus cualidades, en observarla. No hay indiferencia en su mirada, pero tampoco existe compasión o lástima... Únicamente contempla un hecho de forma totalmente objetiva y ajena a sí mismo, contemplando como Violine sigue llorando, notando que va dejando de llorar conforme los minutos van pasando. El silencio sacude tan rápido la estancia que se torna tenso, una tensión a la que él está perfectamente acostumbrado y que, por ende, no le afecta lo más mínimo...
Hasta que Violine reacciona y lo mira fijamente. Esa mirada gris, anteriormente recelosa, desconfiada y en cierto modo osada, esta vez no le transmite lo más mínimo, cualquier emoción o sensación oculta entre barreras, y él, en respuesta, alza una ceja, una muda pregunta de "Que es lo que te ha pasado" que ni siquiera sabe si ella responderá. Parece estar viéndolo todo desde una especie de burbuja, un agujero en la pared, totalmente ausente... La observa levantarse, dedicándole en el proceso una mirada de arriba a abajo, tan indescifrable o más como la de la misma Violine.
Es entonces cuando todo sucede. La joven pelirroja intenta taparse la desnudez tirando de la colcha, algo pesada todo hay que decirlo, y ella, ante la falta de fuerzas, la pérdida de sangre y la enfermedad que la corre, lo único que consigue es estrellarse contra el suelo, buscando con ahinco y desesperación cubrirse con la colcha. Lamentable, sumamente lamentable... Otro se estaría riendo, él mismo debería estar mirándola desde arriba, humillándola de forma completa... Y, en cambio, no lo hace. Porque él tiene cuentas pendientes con la raza humana, pero, sin saber el por qué, no parece querer cobrarse parte de la misma con la muchacha que tiene delante. ¿Qué demonios...? No lo comprende, y eso es algo que a la larga terminará por exasperarle. En cambio, desvía su azul mirada a la rodilla de ella, observando el corte que se acaba de producir. Violine sigue en su desesperado intento de taparse, algo que, en conjunto con sus suplicantes promesas, le dan a la escena un tinte más lamentable, si cabe, que el anterior...
"Vamos, ríete, márchate, déjala así, ¿qué te cuesta?" La bestia en su mente parece incitarle, avivar esos oscuros e inhumanos deseos y dejarla así, encadenada y con dificultad hasta para moverse... Pero no puede. Es incapaz, y lo único que hace es justificar un comportamiento que sabe que va a realizar. Está herida, y no puede permitir daños en sus muñecas, así como tampoco puede dejarla aquí, quizá otro cliente necesite el reservado...
Sí, eso es. Con un tenue suspiro se acerca hasta ella, levantando la colcha con una de sus manos sin dificultad alguna. Una vez hecho utliza la mano libre para, cogiéndola por uno de los brazos, levantarla sin esfuerzo. Una vez hecho la rodea con la colcha y la sienta en la cama, cerciorándose de que así no volverá a hacer ninguna estupidez... De lo que no es consciente siquiera es de que esa decisión, de que todos esos movimientos, han sido decididos por esa parte de él que está prácticamente muerta y que, con el ataque de ella, ha dado un coletazo... Una actitud que contrasta mucho con sus posteriores palabras, sacadas de su parte racional y, por tanto, más maquiavélica y manipuladora:
-Perfecto entonces... Confío en tu palabra, Violine, aunque no me des ningún hecho, como tú misma me habías reprochado a mí. -Matiza, esbozando un amago de sonrisa antes de acluquillarse delante de ella y abrir los grilletes de los tobillos para después hacer lo propio con los de las muñecas. Una vez liberada se levanta, ladeando el rostro un par de centímetros.- Deberías comer algo, es necesario que te alimentes después de haber perdido sangre. -Otra vez el contraste, porque su tono de voz no parece indicar que vaya a mover ni un solo dedo por ella... Y, en cambio, sus pies se encaminan hacia la puerta, abriendo y cerrando tras de sí, encaminándose a la primera planta, donde probablemente podrá encontrar algo para cenar.
No tarda más de quince minutos en volver. colándose dentro con una bandeja y dos platos, uno de carne y otro con una sopa. La deposita sobre el colchón, todo acompañado de una jarra de agua con su correspondiente vaso, y después, como siempre, se coloca en el umbral de la puerta:
-No es tan horrible como parece... Hasta has estallado. y es la primera vez que me pasa algo así... SIn embargo, no comprendo el motivo de tu llanto. -Comenta con brutal sinceridad, viendo si, de una vez por toda,s puede obtener respuestas a sus incógnitas. No esperademasiado tampoco a acercarse hasta su posición de nuevo, volviendo a arrodillarse enfrente suya, rebuscando de nuevo entre sus ropajes y sacando un pequeño bote de desinfectante y un par de vendas, y es que no puede permitir que la herida se infecte y que pueda enfermar más de lo que ya lo está.- Te va a escocer. -La advierte, no dándole tiempo a réplica cuando le echa un buen chorro sobre la herida, desinfectándola así. Una vez hecho procede a vendarle la rodilla...
Pero sus ojos, en cambio, no se desvían de los de grises de Violine, no rompen el contacto visual, realizando su tarea de forma mecánica en lo que inconscientemente busca ver nuevas cosas de ella.
Hasta que Violine reacciona y lo mira fijamente. Esa mirada gris, anteriormente recelosa, desconfiada y en cierto modo osada, esta vez no le transmite lo más mínimo, cualquier emoción o sensación oculta entre barreras, y él, en respuesta, alza una ceja, una muda pregunta de "Que es lo que te ha pasado" que ni siquiera sabe si ella responderá. Parece estar viéndolo todo desde una especie de burbuja, un agujero en la pared, totalmente ausente... La observa levantarse, dedicándole en el proceso una mirada de arriba a abajo, tan indescifrable o más como la de la misma Violine.
Es entonces cuando todo sucede. La joven pelirroja intenta taparse la desnudez tirando de la colcha, algo pesada todo hay que decirlo, y ella, ante la falta de fuerzas, la pérdida de sangre y la enfermedad que la corre, lo único que consigue es estrellarse contra el suelo, buscando con ahinco y desesperación cubrirse con la colcha. Lamentable, sumamente lamentable... Otro se estaría riendo, él mismo debería estar mirándola desde arriba, humillándola de forma completa... Y, en cambio, no lo hace. Porque él tiene cuentas pendientes con la raza humana, pero, sin saber el por qué, no parece querer cobrarse parte de la misma con la muchacha que tiene delante. ¿Qué demonios...? No lo comprende, y eso es algo que a la larga terminará por exasperarle. En cambio, desvía su azul mirada a la rodilla de ella, observando el corte que se acaba de producir. Violine sigue en su desesperado intento de taparse, algo que, en conjunto con sus suplicantes promesas, le dan a la escena un tinte más lamentable, si cabe, que el anterior...
"Vamos, ríete, márchate, déjala así, ¿qué te cuesta?" La bestia en su mente parece incitarle, avivar esos oscuros e inhumanos deseos y dejarla así, encadenada y con dificultad hasta para moverse... Pero no puede. Es incapaz, y lo único que hace es justificar un comportamiento que sabe que va a realizar. Está herida, y no puede permitir daños en sus muñecas, así como tampoco puede dejarla aquí, quizá otro cliente necesite el reservado...
Sí, eso es. Con un tenue suspiro se acerca hasta ella, levantando la colcha con una de sus manos sin dificultad alguna. Una vez hecho utliza la mano libre para, cogiéndola por uno de los brazos, levantarla sin esfuerzo. Una vez hecho la rodea con la colcha y la sienta en la cama, cerciorándose de que así no volverá a hacer ninguna estupidez... De lo que no es consciente siquiera es de que esa decisión, de que todos esos movimientos, han sido decididos por esa parte de él que está prácticamente muerta y que, con el ataque de ella, ha dado un coletazo... Una actitud que contrasta mucho con sus posteriores palabras, sacadas de su parte racional y, por tanto, más maquiavélica y manipuladora:
-Perfecto entonces... Confío en tu palabra, Violine, aunque no me des ningún hecho, como tú misma me habías reprochado a mí. -Matiza, esbozando un amago de sonrisa antes de acluquillarse delante de ella y abrir los grilletes de los tobillos para después hacer lo propio con los de las muñecas. Una vez liberada se levanta, ladeando el rostro un par de centímetros.- Deberías comer algo, es necesario que te alimentes después de haber perdido sangre. -Otra vez el contraste, porque su tono de voz no parece indicar que vaya a mover ni un solo dedo por ella... Y, en cambio, sus pies se encaminan hacia la puerta, abriendo y cerrando tras de sí, encaminándose a la primera planta, donde probablemente podrá encontrar algo para cenar.
No tarda más de quince minutos en volver. colándose dentro con una bandeja y dos platos, uno de carne y otro con una sopa. La deposita sobre el colchón, todo acompañado de una jarra de agua con su correspondiente vaso, y después, como siempre, se coloca en el umbral de la puerta:
-No es tan horrible como parece... Hasta has estallado. y es la primera vez que me pasa algo así... SIn embargo, no comprendo el motivo de tu llanto. -Comenta con brutal sinceridad, viendo si, de una vez por toda,s puede obtener respuestas a sus incógnitas. No esperademasiado tampoco a acercarse hasta su posición de nuevo, volviendo a arrodillarse enfrente suya, rebuscando de nuevo entre sus ropajes y sacando un pequeño bote de desinfectante y un par de vendas, y es que no puede permitir que la herida se infecte y que pueda enfermar más de lo que ya lo está.- Te va a escocer. -La advierte, no dándole tiempo a réplica cuando le echa un buen chorro sobre la herida, desinfectándola así. Una vez hecho procede a vendarle la rodilla...
Pero sus ojos, en cambio, no se desvían de los de grises de Violine, no rompen el contacto visual, realizando su tarea de forma mecánica en lo que inconscientemente busca ver nuevas cosas de ella.
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
No supo con exactitud cuando tiempo pasó tirada en el suelo, dando esa imagen tan deplorable y patética, con una de sus manos aferrada a aquella colcha que no había sido capaz de levantar... Cerró los ojos, incapaz de aguantar el contacto visual con Jared por más tiempo. Estaba esperando a que cualquier carcajada hiriente o comentario burlesco saliera de los labios del vampiro, que a fin de cuentas era quien acababa de utilizarla como si de un animal de ganadería se tratase, y quien la veía como un ser completamente inferior, o eso aparentab... Pero nada de eso llegó, ningun gesto ofensivo hacia ella.
En su lugar, lo que aconteció, hizo que abriera los ojos con sorpresa, completamente desconcertada, ya no solo porque la recogiera del suelo, sino porque la cubriese el mismo con la colcha que había sido incapaz de coger. Clavó la vista en el suelo, cabizbaja, sin sentirse con fuerzas suficientes aún para retomar el contacto visual con él, presa de la vergüenza, la humillación, y un extraño sentimiento de desolación que no lograba definir, como una triste pero silenciosa angustia que, sibilina, golpeaba su interior.
No respondió a ninguno de sus comentarios, sintiendo que en aquel momento, el contradictorio tinte maquiavélico que adquirían sus palabras, en contraste con lo que acababa de hacer, ahora mismo la desbordaba y superaba... Jared tenía, en efecto, la victoria, pues todas las barreras de dignidad y orgullo, de voluntad y osadía, habían ido cayendo una a una en los últimos minutos. Tan solo se dejó liberar de los grilletes de su cuerpo, que no su alma, abriendo y cerrando las manos en un gesto dolorido. Las dejó caer después, junto con los brazos, a cada lado de su cuerpo, inertes, en lo que escuchaba su consejo sobre que debía alimentarse como quien oye un eco lejano, como si realmente no fuese con ella o viniera de otra parte, como si no estuviera presente ni dándose cuenta de la situación que le pertenecía...
De hecho, ni si quiera tuvo consciencia total de que él se había ido, ni de cuanto tardó en volver, únicamente se encontró de forma repentina con una bandeja de comida delante suyo... La observó, ladeando el rostro, pero apartándola levemente con una mano. Era incapaz de plantearse si quiera la idea de llevarse algo al estómago, que parecía cerrado a cal y canto, y el solo olor de la comida le produjo nauseas, o quizá estas se debieran a su sigilosa enfermedad, que se había reforzado con la pérdida de sangre, cualquiera podría saberlo. La explicación que Jared le dio sobre lo que le había sucedido mientras él se alimentaba de ella, hizo que alzara finalmente la vista hacia aquel frío que emanaban sus azules ojos. En los suyos, con un gris que ahora se asemejaba más al de la niebla, el cúmulo de expresiones resultaba desgarrador, como si su quebrada voluntad se escapase a través de esa mirada... No contestó.
No, no hubo respuesta a ninguna de sus palabras, guardando un silencio mucho más opresivo que los usuales en ella... Solo volvió a agachar la cabeza, desviando la mirada hacia la rodilla que él vendaba, como si realmente fuese una muñeca sin vida ni voluntad propias.
En su lugar, lo que aconteció, hizo que abriera los ojos con sorpresa, completamente desconcertada, ya no solo porque la recogiera del suelo, sino porque la cubriese el mismo con la colcha que había sido incapaz de coger. Clavó la vista en el suelo, cabizbaja, sin sentirse con fuerzas suficientes aún para retomar el contacto visual con él, presa de la vergüenza, la humillación, y un extraño sentimiento de desolación que no lograba definir, como una triste pero silenciosa angustia que, sibilina, golpeaba su interior.
No respondió a ninguno de sus comentarios, sintiendo que en aquel momento, el contradictorio tinte maquiavélico que adquirían sus palabras, en contraste con lo que acababa de hacer, ahora mismo la desbordaba y superaba... Jared tenía, en efecto, la victoria, pues todas las barreras de dignidad y orgullo, de voluntad y osadía, habían ido cayendo una a una en los últimos minutos. Tan solo se dejó liberar de los grilletes de su cuerpo, que no su alma, abriendo y cerrando las manos en un gesto dolorido. Las dejó caer después, junto con los brazos, a cada lado de su cuerpo, inertes, en lo que escuchaba su consejo sobre que debía alimentarse como quien oye un eco lejano, como si realmente no fuese con ella o viniera de otra parte, como si no estuviera presente ni dándose cuenta de la situación que le pertenecía...
De hecho, ni si quiera tuvo consciencia total de que él se había ido, ni de cuanto tardó en volver, únicamente se encontró de forma repentina con una bandeja de comida delante suyo... La observó, ladeando el rostro, pero apartándola levemente con una mano. Era incapaz de plantearse si quiera la idea de llevarse algo al estómago, que parecía cerrado a cal y canto, y el solo olor de la comida le produjo nauseas, o quizá estas se debieran a su sigilosa enfermedad, que se había reforzado con la pérdida de sangre, cualquiera podría saberlo. La explicación que Jared le dio sobre lo que le había sucedido mientras él se alimentaba de ella, hizo que alzara finalmente la vista hacia aquel frío que emanaban sus azules ojos. En los suyos, con un gris que ahora se asemejaba más al de la niebla, el cúmulo de expresiones resultaba desgarrador, como si su quebrada voluntad se escapase a través de esa mirada... No contestó.
No, no hubo respuesta a ninguna de sus palabras, guardando un silencio mucho más opresivo que los usuales en ella... Solo volvió a agachar la cabeza, desviando la mirada hacia la rodilla que él vendaba, como si realmente fuese una muñeca sin vida ni voluntad propias.
Violine- Gitano
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
Aparta la bandeja con un gesto y él, no dispuesto a insistir por el momento, la echa finalmente a un lado. Sería perfectamente capaz de hacerla comer, pero eso no quita que probablemente no sirviera para nada... Y es que a veces actos como el comer por mera voluntad resultaban más satisfactorios que por oblligación.
Después, lo único que obtiene como respuesta por parte de Violine es silencio, el más puro y sepulcral silencio. Ni una mísera palabra escapa de esos carnosos y rojizos por naturaleza labios, contemplando, aún acluquillado y ya vendada la rodilla, ese mar gris ahora nublado... La intensidad de esa mirada y los sentimientos que parecen manifestar esos ojos fijos en los propios le turba de nuevo por dentro, porque reconoce todas y cada una de esas sensaciones que Violine le deja ver. La voluntad quebrada, la humillación, el pateticismo, el sentirse lamentable... Lo ha experimentado todo en su vida, y el cúmulo de esas circunstancias, el no haber sido capaz de afrontarlas, es lo que le ha hecho ser lo que es ahora mismo, ser lo que Violine tiene enfrente de sus ojos.
No sabe qué hacer, no tiene la más mínima idea y, por primera vez en bastante tiempo, Jared se queda sin respuesta o solución alguno, el pragmático perfecto parece ahora un niño demasiado crecido y atormentado que no es capaz siquiera de pensar. Y en esa falta de actitud, en esa falta total de algo que hacer, de algo que logre sacarla de ese estado de ausentismo, lo único que hace es volver a la puerta, plantándose en el marco de nuevo y observándola fijamente. No puede marcharse ahora, no puede permitir que haga alguna locura en el estado en el que está, y es que es demasiado valiosa como para perderla por un ataque estúpido...
O, al menos, eso es lo que él se quiere creer. Los segundos transcurren, trnasformándose en minutos que se agotan de la misma forma sin remisión alguna, y sus ojos azules no se desvían de la figura femenina en un silencio prácticamente absoluto, únicamente ininterrumpido por algún quejido esporádico.
...
Para cuando se quiere dar cuenta, alguien aporrea a la puerta un par de veces:
-Señor, voy a cerrar ya... ¿Saliís?
-No, William, me quedo... Que descanséis. -No recibe más respuesta por parte de su subordinado, escuchando los pasos alejarse. Ahora sí, el silencio es absoluto, y no es hasta que han pasado otros largos diez minutos cuando finalmente abre la puerta un palmo, girándose hacia Violine- Es hora de marcharse... Como dije, te toca dormir en el sótano. -De nuevo el contraste presente, su actitud, observándola, cuidándola podría decirse, y sus palabras, pareciendo dispuesto a encerrarla en un agujero inmundo y oscuro en el que el sonido nocturno son las ratas buscando algo que llevarse a la boca. No tiene por qué arrastrarla, puesto que ella misma le ha prometido que no va a huir, así que, sin más, se encamina escaleras abajo, alcanzando en apenas segundos la primera planta, siempre a una distancia cercana de la joven.
Es en ese momento cuando vislumbra el piano. Sus ojos azules se encuentran con el instrumento apenas unas décimas de segundo, las suficientes como para que algo, un algo llamado consciencia, esencia, le haga detenerse. Tenía que aguantar verlo utilizado de forma chavacana e inculta, dando melodías típicas para emborracharse o pasar un buen rato... pero en sus manos un instrumento así se volvía algo difícil de soportar. Parece volar, abstraerse sin darse cuenta, una parte de su mente, su inconsciente, atando cabos entre unas cosas y otras...
Y la conclusión final a la que llega queda de manifiesto cuando, ignorando lo que antes había dicho, se encamina hacia el piano, sentándose en el banco. Destapa las teclas, acariciándolas con las yemas de sus dedos de forma suave, milimétrica, como si realmente fuese la única cosa que sigue amando de este mundo, ese compañero fiel que, para bien o para mal, siempre está ahi dispuesto a escuchar sus penas y miserias, a darles forma y realidad.
Quizá sea eso, esa necesidad de sentirse de nuevo comprendido por algo que es inerte, lo que termina por hacer que empiece a mover sus dedos sobre las teclas con suma maestría, entonando primero para, segundos después, comenzar una melodía. Ahora fluye, siempre lo ha hecho... Pero no es alegría, felicidad o alivio lo que esa melodía está expresando, no es bienestar lo que sus dedos buscan formar con el constante y perfecto teclear...
Es angustía, agonía, desolación, melancolía y miseria lo que expresa, aumentadas e intensificadas por la vida eterna que le ha tocado por crueldades del destino. Y lo peor es que, una vez empezado, no puede parar...
No puede evitar que otra persona como la que tiene detrás, le esté escuchando.
Después, lo único que obtiene como respuesta por parte de Violine es silencio, el más puro y sepulcral silencio. Ni una mísera palabra escapa de esos carnosos y rojizos por naturaleza labios, contemplando, aún acluquillado y ya vendada la rodilla, ese mar gris ahora nublado... La intensidad de esa mirada y los sentimientos que parecen manifestar esos ojos fijos en los propios le turba de nuevo por dentro, porque reconoce todas y cada una de esas sensaciones que Violine le deja ver. La voluntad quebrada, la humillación, el pateticismo, el sentirse lamentable... Lo ha experimentado todo en su vida, y el cúmulo de esas circunstancias, el no haber sido capaz de afrontarlas, es lo que le ha hecho ser lo que es ahora mismo, ser lo que Violine tiene enfrente de sus ojos.
No sabe qué hacer, no tiene la más mínima idea y, por primera vez en bastante tiempo, Jared se queda sin respuesta o solución alguno, el pragmático perfecto parece ahora un niño demasiado crecido y atormentado que no es capaz siquiera de pensar. Y en esa falta de actitud, en esa falta total de algo que hacer, de algo que logre sacarla de ese estado de ausentismo, lo único que hace es volver a la puerta, plantándose en el marco de nuevo y observándola fijamente. No puede marcharse ahora, no puede permitir que haga alguna locura en el estado en el que está, y es que es demasiado valiosa como para perderla por un ataque estúpido...
O, al menos, eso es lo que él se quiere creer. Los segundos transcurren, trnasformándose en minutos que se agotan de la misma forma sin remisión alguna, y sus ojos azules no se desvían de la figura femenina en un silencio prácticamente absoluto, únicamente ininterrumpido por algún quejido esporádico.
...
Para cuando se quiere dar cuenta, alguien aporrea a la puerta un par de veces:
-Señor, voy a cerrar ya... ¿Saliís?
-No, William, me quedo... Que descanséis. -No recibe más respuesta por parte de su subordinado, escuchando los pasos alejarse. Ahora sí, el silencio es absoluto, y no es hasta que han pasado otros largos diez minutos cuando finalmente abre la puerta un palmo, girándose hacia Violine- Es hora de marcharse... Como dije, te toca dormir en el sótano. -De nuevo el contraste presente, su actitud, observándola, cuidándola podría decirse, y sus palabras, pareciendo dispuesto a encerrarla en un agujero inmundo y oscuro en el que el sonido nocturno son las ratas buscando algo que llevarse a la boca. No tiene por qué arrastrarla, puesto que ella misma le ha prometido que no va a huir, así que, sin más, se encamina escaleras abajo, alcanzando en apenas segundos la primera planta, siempre a una distancia cercana de la joven.
Es en ese momento cuando vislumbra el piano. Sus ojos azules se encuentran con el instrumento apenas unas décimas de segundo, las suficientes como para que algo, un algo llamado consciencia, esencia, le haga detenerse. Tenía que aguantar verlo utilizado de forma chavacana e inculta, dando melodías típicas para emborracharse o pasar un buen rato... pero en sus manos un instrumento así se volvía algo difícil de soportar. Parece volar, abstraerse sin darse cuenta, una parte de su mente, su inconsciente, atando cabos entre unas cosas y otras...
Y la conclusión final a la que llega queda de manifiesto cuando, ignorando lo que antes había dicho, se encamina hacia el piano, sentándose en el banco. Destapa las teclas, acariciándolas con las yemas de sus dedos de forma suave, milimétrica, como si realmente fuese la única cosa que sigue amando de este mundo, ese compañero fiel que, para bien o para mal, siempre está ahi dispuesto a escuchar sus penas y miserias, a darles forma y realidad.
Quizá sea eso, esa necesidad de sentirse de nuevo comprendido por algo que es inerte, lo que termina por hacer que empiece a mover sus dedos sobre las teclas con suma maestría, entonando primero para, segundos después, comenzar una melodía. Ahora fluye, siempre lo ha hecho... Pero no es alegría, felicidad o alivio lo que esa melodía está expresando, no es bienestar lo que sus dedos buscan formar con el constante y perfecto teclear...
Es angustía, agonía, desolación, melancolía y miseria lo que expresa, aumentadas e intensificadas por la vida eterna que le ha tocado por crueldades del destino. Y lo peor es que, una vez empezado, no puede parar...
No puede evitar que otra persona como la que tiene detrás, le esté escuchando.
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
Apenas fue consciente de en que momento Jared se levantó y quedó parado en la puerta, vigilándola por así decirlo. Supo que estaba siendo observada por esas dos dagas de hielo azul que tenía enfrente, pero de nuevo fue incapaz de alzar la vista, de sostener esa mirada que no sabía que iba a transmitirle esta vez, ni si iba a poder aguantar lo que se pudiera encontrar en caso de hacerlo. Por eso volvió a permanecer cabizbaja, prosiguiendo con ese abrupto silencio, y sin variar un ápice la postura en la que había quedado sentada. El único cambio fue que sus manos, en lugar de seguir descansando a cada lado, ahora se aferraban a esa colcha como si se tratase de un escudo, de un salvavidas protector...
¿Cuánto tiempo pasó hasta que llegó aquella interrupción, aquella voz ajena a ambos que rompió el mutuo silencio? Quizá una hora, posiblemente dos, puede que algo más... Violine no lo sabía, pero tampoco le importó en un principio. No desvió su mirada del suelo, ignorando a aquel empleado por completo, y sin atender a su conversación con Jared... Hasta que este último, pasados largos minutos, se dirigió a ella con esa especie de orden. Violine, por fin, levanto la vista para observarle, y no se paró a ocultar en sus ojos que estaba realmente atemorizada, rota, consumiéndose despacio... El sótano, había dicho él. Su expresión no varió mucho más, salvo para brillar en esta un repentino ramalazo de amargura. Había pensado, ilusa de ella, que tras lo sucedido, la "perdonaría" y libraría de ese castigo que, en aquellos momentos, se le antojaba fruto del horror... Gran equivocación la suya.
Se levantó, temblorosa e insegura, antes de desviar su atención hacia el preciado violín que a todas partes le acompañaba. Como si así fuese a sentirse mejor en el agujero inmundo que le esperaba, lo cogió, junto con el arco, antes de seguir al vampiro por el pasillo y posteriormente escaleras abajo, descendiendo las dos plantas de rigor. Parecía una muerta en vida, un alma errante, que se movía por mera inercia, sin fijarse en que pasos daba, y es que realmente así era en ese momento... Cuando él se detuvo, ella comenzó a buscar con la mirada las siguientes escaleras, las que la llevarían a ese oscuro infierno al que él la había condenado, hasta que le vio encaminarse hacia aquel piano que servía de comparsa a los borrachos ignorantes de lo que en las plantas superiores sucedía. Lo que vino después, fue algo que Violine no esperaba, algo que la hizo salir a medias de esa especie de estado de shock para quedar absorvida por la espiral que ahora formaba Jared: la espiral de la música y los sentimientos que con esta comenzaron a fluir.
Se quedó a su espalda, incapaz en un primer momento de hacer nada más que observarle boquiabierta, conmovida por todo ese dolor, toda esa tristeza, que con el danzar de sus dedos sobre las teclas él estaba transmitiendo. Similares a los que ella sentía ahora, y a la vez diferentes, más longevos, más arraigados, más... suyos. Y entonces se dio cuenta de lo que realmente él estaba haciendo, de lo que aquello significaba, y pudo así reaccionar.
Despacio, temerosa de que esa repentina atmósfera mágica pudiera romperse, Violine se colocó al lado de Jared, a una distancia cercana pero que no coartaba su libertad de movimientos con el instrumento. Puso el suyo propio en posición para ser tocado, y lo mismo hizo con el arco que, segundos después, saludaba a las cuerdas sin llegar aún a frotarlas, acariciando el aire... Y, en un momento musicalmente idóneo, finalmente el contacto se sucedió y el violín comenzó a sonar, siguiendo la melodía que el piano había iniciado...
Con esa conexión de instrumentos, las emociones de uno y otro se entremezclaron, con sus diferencias y similitudes, dando lugar a algo que parecía que fuera de la música nunca podría existir entre ambos: comprensión.
¿Cuánto tiempo pasó hasta que llegó aquella interrupción, aquella voz ajena a ambos que rompió el mutuo silencio? Quizá una hora, posiblemente dos, puede que algo más... Violine no lo sabía, pero tampoco le importó en un principio. No desvió su mirada del suelo, ignorando a aquel empleado por completo, y sin atender a su conversación con Jared... Hasta que este último, pasados largos minutos, se dirigió a ella con esa especie de orden. Violine, por fin, levanto la vista para observarle, y no se paró a ocultar en sus ojos que estaba realmente atemorizada, rota, consumiéndose despacio... El sótano, había dicho él. Su expresión no varió mucho más, salvo para brillar en esta un repentino ramalazo de amargura. Había pensado, ilusa de ella, que tras lo sucedido, la "perdonaría" y libraría de ese castigo que, en aquellos momentos, se le antojaba fruto del horror... Gran equivocación la suya.
Se levantó, temblorosa e insegura, antes de desviar su atención hacia el preciado violín que a todas partes le acompañaba. Como si así fuese a sentirse mejor en el agujero inmundo que le esperaba, lo cogió, junto con el arco, antes de seguir al vampiro por el pasillo y posteriormente escaleras abajo, descendiendo las dos plantas de rigor. Parecía una muerta en vida, un alma errante, que se movía por mera inercia, sin fijarse en que pasos daba, y es que realmente así era en ese momento... Cuando él se detuvo, ella comenzó a buscar con la mirada las siguientes escaleras, las que la llevarían a ese oscuro infierno al que él la había condenado, hasta que le vio encaminarse hacia aquel piano que servía de comparsa a los borrachos ignorantes de lo que en las plantas superiores sucedía. Lo que vino después, fue algo que Violine no esperaba, algo que la hizo salir a medias de esa especie de estado de shock para quedar absorvida por la espiral que ahora formaba Jared: la espiral de la música y los sentimientos que con esta comenzaron a fluir.
Se quedó a su espalda, incapaz en un primer momento de hacer nada más que observarle boquiabierta, conmovida por todo ese dolor, toda esa tristeza, que con el danzar de sus dedos sobre las teclas él estaba transmitiendo. Similares a los que ella sentía ahora, y a la vez diferentes, más longevos, más arraigados, más... suyos. Y entonces se dio cuenta de lo que realmente él estaba haciendo, de lo que aquello significaba, y pudo así reaccionar.
Despacio, temerosa de que esa repentina atmósfera mágica pudiera romperse, Violine se colocó al lado de Jared, a una distancia cercana pero que no coartaba su libertad de movimientos con el instrumento. Puso el suyo propio en posición para ser tocado, y lo mismo hizo con el arco que, segundos después, saludaba a las cuerdas sin llegar aún a frotarlas, acariciando el aire... Y, en un momento musicalmente idóneo, finalmente el contacto se sucedió y el violín comenzó a sonar, siguiendo la melodía que el piano había iniciado...
Con esa conexión de instrumentos, las emociones de uno y otro se entremezclaron, con sus diferencias y similitudes, dando lugar a algo que parecía que fuera de la música nunca podría existir entre ambos: comprensión.
Violine- Gitano
- Mensajes : 84
Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
¿Qué está haciendo? Debería parar al instante, ni siquiera tendría que haber empezado con esa melodía, haberse sentado en el piano... Y, sin embargo, lo está haciendo, totalmente inconsciente, dejándose llevar como tantas otras veces, solo que, ahora, no estaba completamente solo, tenía a alguien detrás, a alguien que, para bien o para mal le estaba escuchando, algo que, hasta el momento, no había hecho absolutamente nadie. Y difícil es digerir todo lo que expresa con el vaivén de sus dedos sobre el teclado, los ojos cerrados, labios ligeramente entreabiertos y cuerpo erguido.
Los recuerdos viajan de nuevo libres, las despedidas que nunca se pudieron dar, los "te amo" que nunca fueron dichos, las caricias que nunca volverán a ser repartidas, las tardes paseando por la estepa nórdica, los jadeos y gemidos susurrados bajo las sábanas... Todas y cada una de esas cosas que le gustaría haber hecho hasta el día de su muerte y que no han podido ser por caprichos de unos pocos ahora vuelan en forma de la más absoluta y abrumadora melancolía. Ni siquiera es capaz de detenerse o de sorprenderse mínimamente cuando Violine acompasa su violín al piano, un hecho que, si bien no le altera por fuera, sí le turba por dentro... ¿Acaso ha podido aguantar todo eso, y encima expresarlo ella también? No, es imposible, no puede ser...
Pero lo es, una verdad tan innegable, tan clara, que hasta un necio sería capaz de contemplarlo en su máximo esplendor... Y es que Violine, al parecer y con sus matices, siente algo muy parecido o similar. Su intención no era sacarla del shock ni mucho menos, pero sin quererlo lo acababa de conseguir... A un precio que no sabe si está dispuesto a pagar, no sabe si aceptará el hecho de haber abierto su alma mínimamente a una persona inferior a él en todos los aspectos. Ese desconocimiento le crea un potentísimo dilema interno que no acabará en varios días, sumido entre el seguir o el detenerse, y no refiriéndose únicamente a esta pieza ahora compartida.
Es entonces cuando él, por mera inconsciencia, inercia y, sorprendentemente, comprensión para con la pelirroja, va pasando a un segundo plano, creando el ritmo, el compás, dejando que ahora sea ella quién exprese lo que tenga que expresar. Las notas inundan la estancia como si de pequeñas ráfagas luminosas y cálidas se tratara, creando una burbuja en cierto modo mágica, una magia muy diferente a la que se lee en los cuentos: La magia de la oscuridad, y es que no hay alegría, felicidad, o amor, en lo que ambos tocan...
Lo único que existe en estos momentos son dos almas heridas hasta la saciedad que comparten un mismo mecanismo de expresión.
La música.
Los recuerdos viajan de nuevo libres, las despedidas que nunca se pudieron dar, los "te amo" que nunca fueron dichos, las caricias que nunca volverán a ser repartidas, las tardes paseando por la estepa nórdica, los jadeos y gemidos susurrados bajo las sábanas... Todas y cada una de esas cosas que le gustaría haber hecho hasta el día de su muerte y que no han podido ser por caprichos de unos pocos ahora vuelan en forma de la más absoluta y abrumadora melancolía. Ni siquiera es capaz de detenerse o de sorprenderse mínimamente cuando Violine acompasa su violín al piano, un hecho que, si bien no le altera por fuera, sí le turba por dentro... ¿Acaso ha podido aguantar todo eso, y encima expresarlo ella también? No, es imposible, no puede ser...
Pero lo es, una verdad tan innegable, tan clara, que hasta un necio sería capaz de contemplarlo en su máximo esplendor... Y es que Violine, al parecer y con sus matices, siente algo muy parecido o similar. Su intención no era sacarla del shock ni mucho menos, pero sin quererlo lo acababa de conseguir... A un precio que no sabe si está dispuesto a pagar, no sabe si aceptará el hecho de haber abierto su alma mínimamente a una persona inferior a él en todos los aspectos. Ese desconocimiento le crea un potentísimo dilema interno que no acabará en varios días, sumido entre el seguir o el detenerse, y no refiriéndose únicamente a esta pieza ahora compartida.
Es entonces cuando él, por mera inconsciencia, inercia y, sorprendentemente, comprensión para con la pelirroja, va pasando a un segundo plano, creando el ritmo, el compás, dejando que ahora sea ella quién exprese lo que tenga que expresar. Las notas inundan la estancia como si de pequeñas ráfagas luminosas y cálidas se tratara, creando una burbuja en cierto modo mágica, una magia muy diferente a la que se lee en los cuentos: La magia de la oscuridad, y es que no hay alegría, felicidad, o amor, en lo que ambos tocan...
Lo único que existe en estos momentos son dos almas heridas hasta la saciedad que comparten un mismo mecanismo de expresión.
La música.
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Justo castigo. [Violine]
No podía ser... Pero era.
Era, y de forma tan evidente que resultaba imposible negarlo. Motivos diferentes, intensidades variables, pero similitudes innegables. Granos de arena distintitos pero un mismo reloj haciéndolos caer... Recuerdos. Una infancia dorada, un destino trazado por terceros sin que su voluntad influyera en lo que este rezara, una jaula de oro... Cuyos dueños creyeron finalmente que ella no merecía. El desconcierto, la negación y los reproches. El rechazo, el miedo, la impotencia. Los planes a su alrededor, en torno suyo, planes con los que librarse de la vergonzosa carga. Mediático, conmovedor, y fruto de futuros enlaces nobiliarios el que perdieran a una hija tan joven por una grave enfermedad... Cinismo, doloroso y fatal, planes de quitarle la vida procedentes de aquellos que se la habían dado, tejidos en torno a su ser como si no importara que estuviese ahí. Pánico. La huída, ese secreto tan bien guardado. Su esquela en los periódicos, su muerte formando parte de los cotilleos de la alta sociedad, su nombre en una lápida que solo ocultaba la nada, y ella siendo la espectadora en la lejanía, escapando sin rumbo ni hogar... Y sabiendo que, algún día, la mentira sería una realidad, marchitándose quizá sin que le diera tiempo si quiera a florecer.
Cada desgarrador pensamiento, con su consecuente emoción, fruto del rememorar, quedó plasmado en las notas que inundaban la sala, en cada vaivén del arco sobre las cuerdas, acariciándolas, instándolas a proseguir con esa triste melodía en la que los sentimientos paralelos parecían complementarse... Y aceptó el protagonismo que él le había dado, llevando ella ahora la voz cantante mediante su violín, mediante aquel compañero fiel pero inerte que en sus manos cobraba vida y que en labios ajenos le había dado a ella un nuevo nombre, afianzando así esos lazos invisibles y repentinos: los lazos de la música...
La pieza alcanzó ese punto álgido que en todas las grandes obras existe, ese crescendo que precede al punto final, al broche de oro, al cierre musical... Y hubo algo, en términos emocionales, que, en manos de Violine, varió: un nuevo sentimiento, sutil, efímero, pero constante, apareció uniéndose a todos los demás, al dolor, la desolación, la angustia y la nostalgia... Esperanza. Esa luz que, si bien en esta ocasión brillaba tenuemente y en la penumbra, aún seguía encendida, como indicando que pese a lo duro de la adversidad la rendición completa nunca debe darse. Fue esa la última emoción que se reflejó en ese frotar de cuerdas que, finalmente, cesaron su cantar y quedaron en silencio... El broche había sido colocado, dorado y brillante, pese a que lo opacase la abrupta oscuridad que envolvía a ambos.
Ella, trémula, extasiada una parte de si misma y aún confusa y asustada la otra, dejó caer los brazos a cada lado de su cuerpo, aferrando entre sus dedos el arco con una mano y el mango del violín con la otra. Dejó que ese silencio fluyera igual que la ausencia del mismo acababa de hacerlo, que se extendiera entre las sombras que cubrían el improvisado escenario. La parte de su ser que se había conmovido y a la vez maravillado ante aquello, quería hablar, quería acercarse a él y traspasar esa conexión más allá los muros musicales... La otra, que aún seguía siendo presa de la humillación, el desconcierto, y el dolor, tenía miedo de lo que pudiera encontrarse, de lo que le esperaría ahora.
En ese duelo interno, Violine solo supo tomar una trayectoria, una que no seguían realmente ni su mente ni su alma, pero que sí lo hicieron sus pies... Con lentitud, intentando no causar un ruido innecesario, se dio la vuelta, comenzando a andar hacia una dirección concreta: las escaleras que daban rumbo al sótano.
Era, y de forma tan evidente que resultaba imposible negarlo. Motivos diferentes, intensidades variables, pero similitudes innegables. Granos de arena distintitos pero un mismo reloj haciéndolos caer... Recuerdos. Una infancia dorada, un destino trazado por terceros sin que su voluntad influyera en lo que este rezara, una jaula de oro... Cuyos dueños creyeron finalmente que ella no merecía. El desconcierto, la negación y los reproches. El rechazo, el miedo, la impotencia. Los planes a su alrededor, en torno suyo, planes con los que librarse de la vergonzosa carga. Mediático, conmovedor, y fruto de futuros enlaces nobiliarios el que perdieran a una hija tan joven por una grave enfermedad... Cinismo, doloroso y fatal, planes de quitarle la vida procedentes de aquellos que se la habían dado, tejidos en torno a su ser como si no importara que estuviese ahí. Pánico. La huída, ese secreto tan bien guardado. Su esquela en los periódicos, su muerte formando parte de los cotilleos de la alta sociedad, su nombre en una lápida que solo ocultaba la nada, y ella siendo la espectadora en la lejanía, escapando sin rumbo ni hogar... Y sabiendo que, algún día, la mentira sería una realidad, marchitándose quizá sin que le diera tiempo si quiera a florecer.
Cada desgarrador pensamiento, con su consecuente emoción, fruto del rememorar, quedó plasmado en las notas que inundaban la sala, en cada vaivén del arco sobre las cuerdas, acariciándolas, instándolas a proseguir con esa triste melodía en la que los sentimientos paralelos parecían complementarse... Y aceptó el protagonismo que él le había dado, llevando ella ahora la voz cantante mediante su violín, mediante aquel compañero fiel pero inerte que en sus manos cobraba vida y que en labios ajenos le había dado a ella un nuevo nombre, afianzando así esos lazos invisibles y repentinos: los lazos de la música...
La pieza alcanzó ese punto álgido que en todas las grandes obras existe, ese crescendo que precede al punto final, al broche de oro, al cierre musical... Y hubo algo, en términos emocionales, que, en manos de Violine, varió: un nuevo sentimiento, sutil, efímero, pero constante, apareció uniéndose a todos los demás, al dolor, la desolación, la angustia y la nostalgia... Esperanza. Esa luz que, si bien en esta ocasión brillaba tenuemente y en la penumbra, aún seguía encendida, como indicando que pese a lo duro de la adversidad la rendición completa nunca debe darse. Fue esa la última emoción que se reflejó en ese frotar de cuerdas que, finalmente, cesaron su cantar y quedaron en silencio... El broche había sido colocado, dorado y brillante, pese a que lo opacase la abrupta oscuridad que envolvía a ambos.
Ella, trémula, extasiada una parte de si misma y aún confusa y asustada la otra, dejó caer los brazos a cada lado de su cuerpo, aferrando entre sus dedos el arco con una mano y el mango del violín con la otra. Dejó que ese silencio fluyera igual que la ausencia del mismo acababa de hacerlo, que se extendiera entre las sombras que cubrían el improvisado escenario. La parte de su ser que se había conmovido y a la vez maravillado ante aquello, quería hablar, quería acercarse a él y traspasar esa conexión más allá los muros musicales... La otra, que aún seguía siendo presa de la humillación, el desconcierto, y el dolor, tenía miedo de lo que pudiera encontrarse, de lo que le esperaría ahora.
En ese duelo interno, Violine solo supo tomar una trayectoria, una que no seguían realmente ni su mente ni su alma, pero que sí lo hicieron sus pies... Con lentitud, intentando no causar un ruido innecesario, se dio la vuelta, comenzando a andar hacia una dirección concreta: las escaleras que daban rumbo al sótano.
Violine- Gitano
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
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