Ariadna Raibow

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Es una persona tranquila y callada, no piensa demasiado en su aspecto físico así que suele llevar vestidos anodinos y poco llamativos. Su única vanidad es su pelo rubio y largo con ondulaciones que heredó de su madre y que suele soltar en la intimidad de su casa y llevar pulcramente recogido cuando sale de ella. Con tendencia a encerrarse en su propio mundo podrían llamarla soñadora, pero en verdad es una persona centrada y que sabe lo que quiere en cada momento sin dejarse arrastrar por los demás. Cabezota y obstinada en sus creencias pocos pueden hacer que de su brazo a torcer una vez tomó una decisión.

Es dada a esconderse en las bibliotecas ajenas y leer libros de todo tipo para ampliar sus conocimientos, le gusta llevar siempre la razón pero es sumamente educada y nunca llevaría la contraría a alguien en público, aunque una vez a solas no duda en expresar su opinión y poner sus razonamientos a colación. Fuerte de carácter aunque en un principio parezca lo contrario defiende lo que cree con fervor y convicción, ya sea acertado o incorrecto, y si resulta que no lleva la razón revisa la teoría y empieza desde cero para encontrar la solución.

Algo aniñada a veces puede apretar los puños con fuerza para ahogar las ganas de pegar patadas en las espinillas, o morderse el labio para no soltar una respuesta mordaz. Nunca utilizaría el poder de su familia como carta de presentación, ni la posición de su madre fallecida. Ante las demás personas siempre mantiene una sonrisa suave, una mirada gacha y las manos enlazadas delante del cuerpo, por otro lado cuando se encuentra a solas puede formar los planes más descabellados en su pequeña cabecita y lo que es peor... intentar llevarlo a cabo.

Tiene un traje de hombre bien guardado en el fondo de su armario y más de una vez lo ha utilizado, con el pelo recogido debajo de un sombrero y disimulando sus atributos femeninos. Es amiga de grandes científicos aunque estos lo mantienen en secreto para no meterla en problemas con su padre que es un poco sobre-protector con ella. Aunque su madrastra intenta denigrarla para conseguir un mejor puesto para su propia hija ella simplemente la ignora, sabe que es una actitud normal y se considera afortunada por tener la libertad que posee.

Es extremadamente sensible aunque lo camufle detrás de una máscara de fría racionalidad, debe de estar muy alterada para mostrar sus sentimientos. Sólo llora a solas en la cercanía de la fecha del fallecimiento de su madre y expresa todas sus emociones reprimidas a través de su violín... aunque sea mucho más correcto que una señorita toque el piano.

HISTORIA

Eduard Raibow se convirtió en el hombre más afortunado de toda Inglaterra cuando el día cinco de Septiembre Enmma Figthis, tercera y más hermosa hija de un barón venido a menos, accedió a casarse con él. Apenas estaba empezando con su negocio de navegación pero ya le daba grandes beneficios, su futura mujer era maravillosa y diferente a todas las señoritas que había conocido nunca, era fuerte, decidida, algo rebelde... quizás por esa razón y por la poca perspectiva de conseguir un marido en una mejor posición le había sido entregada en mano, pero él adoraba su ingenio y sus críticas que siempre le hacían ser mejor. Pudiera ser que no fueran un matrimonio normal, pero él era tan feliz que nada más le importaba y que todos pensaran que su mujer estaba loca y era demasiado masculina.

Un año después del feliz enlace nació Ariadna, un pequeño diablillo juguetón que hacía tener al mayordomo y la cocinera mil ojos para que no se hiciera daño. Con su masa de pelo rubio como el de su madre y los ojos azules de su padre encandilaba a todos con su vivacidad e inteligencia a pesar de su corta edad. Durante los siguientes siete años su madre se encargaría de que sacara tanto su carácter como su sentido femenino y su padre de enseñarle igual que si fuera un chico sobre el negocio familiar. En este tiempo empezó a tocar el violín, a montar a horcajadas y a disparar. Eran una familia feliz y distinguida que podo a poco se habían hecho un hueco en la sociedad.

Tan solo tres días antes de que la niña cumpliera los siete años de edad sucedió la desgracia, su madre montaba la yegua más mansa, la que pensaba regalarle a ella, para ver si era segura y nadie sabía porque estaba se había encabritado y al caer había muerto al instante al golpearse la cabeza contra una piedra. Tanto el padre como la hija entraron en una espiral de dolor y abandono, pero la peor fue Ariadna, que incluso dejó de hablar y se aferró a los diarios que su amada madre había dejado como única compañía. Eduard desesperado pensó que necesitaba urgentemente una madre, tras tan sólo cinco meses de luto y tres de noviazgo se casó con otra viuda.

Pero esta mujer no venía sola, sino con una graciosa niña de pelo moreno y tan solo dos años menor que ella. Al momento la pequeña niña rubia amó a su hermana, pero percibió que su madre no iba a darle el afecto que necesitaba, como confirmó cuando se dio cuenta del favoritismo que se fue creando en sus padres por Enmma. Lejos de deprimirse la pequeña Ariadna se recluyó en las bibliotecas, aprendió, creció tanto mentalmente como físicamente y disfrutó de la libertad que le proporcionaba su lugar en la casa como futura solterona.

El verano de sus 17 años se cansó de esperar la acción en casa, encontró el disfraz de hombre de su madre y ataviada con él fue a recorrer la ciudad. Durante los siguientes dos años se convirtió en una sombra en la noche, alguien verdaderamente culto para algunos científicos, algunos incluso sabían de su naturaleza femenina y apreciaban su presencia. Se coló en burdeles y locales para hombres, amplió sus horizontes y sus expectativas, amplió sus campos de estudio y se hizo más sabia. Empezó a recibir invitaciones a lugares nocturnos en los que se le conocía no como Ariadna Raibow, sino como Andrey Wobiar.

Así empezó la doble vida de Ariadna, por el día una muchacha estudiosa y de reputación impecable que acompañaba a su hermana a las fiestas y procuraba regresar pronto a su casa. Por la noche un hombre desconocido y adinerado, culto y cultivado en casi todos los campos de estudio y mientras la peluca que había confeccionado hacía ya tiempo se mantuviera en su sitio pensaba que siguiera siendo así el mayor tiempo posible.