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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Béla Bucur Mar Jun 12, 2012 7:38 pm

El tiempo no espera... El tiempo es oro...
Mi dilema con el tiempo no existe... Hace muchos años que dejé de preocuparme por algo tan banal como lo es tener un calendario o un reloj pues el horario de mi vida se reduce a la oscuridad de la noche y a lo sublime de la luna que muchas veces se esconde. La soledad.
Mientras que los humanos corren y se aceleran porque a ellos, el tiempo ¡Sí les interesa!. Criaturas vulnerables pero siguen siendo mayoría... Lastimosamente. Seres egoístas y también primitivos, llenos de miedos, cautivos de sus sentimientos y huecos de alma. Sin embargo, ¿Quién soy para juzgar algo que tenga que ver con el alma?... Sin dura, ésta noche tengo intención de conseguir alimento.

Me pregunto, ¿Qué será de mis Cárpatos mañana por la mañana? Hoy en esta ciudad húmeda como lo es Londres, extraño de más a mi amada Rumania.





Siguiendo por tierra a lo largo de esa isla británica donde los montes verdes y algunos altos árboles que extienden sus ramas cuan brazos delgados y tétricos, muertos e infinitos a lo largo del paisaje en medio de la noche pues son las sombras que observa el rey por la ventana del coche que lo ha ido transportando desde escocia hasta la siguiente capital que es Londres. Enormes caballos negros de músculos fuertes y pelaje brillante cuyos ojos castaños parecen ser más escarlatas que podrían minimizar al mismísimo líquido vital de los seres humanos, la apreciada sangre.

Tras unas horas de viaje, donde la velocidad de los caballos parecía anormal pues en medio de la soledad y la pesadez de la noche sólo podía escucharse el fuerte galope de terribles bestias que respiran de manera salvaje y que ahora andaban por el sendero que limitaba ambos reinos: Escoses e Inglés. Pero, aquella geografía era insignificante para el máximo regente de la joven Rumania.



Escribiendo líneas de mi último encuentro con Vincent Cromwell, sin duda ha sido un viaje exquisito aunque un poco lento dado que viajar en barco cansa el cuerpo y lo debilita, no fue mi intención delatar mi estirpe pero ante la necesidad de comer tuve que devorar a un modesto marino… Su sangre exquisita aunque su cuerpo sucio sirvió para apaciguar mi necesidad… No acostumbro beber de tan baja clase, es como si probara de las ratas pero en alta mar es lo más próximo a un manjar, quizá es la desventaja de llevar una vida tan solitaria como la mía pero la muerte es tan caprichosa que sólo se dedica a reírse de mi llevándose lo que apenas comienzo a tomar como mío… Igual, no me interesa su lucha insensata conmigo… Humanos nunca faltan, a veces son tan inocentes que jugar con sus pequeñas mentes primitivas no sólo resulta relajante sino excitante verle hacer lo que se les pide. Animales obedientes... Así me siento menos solo... Supongo.

De pronto, el carro se detiene justo a la puerta de uno de los hoteles más ostentosos de la ciudad. Viktor abre delicadamente la cortina de la ventanilla y observa los faroles encendido a media luz mientras que el flujo de caballos y de la misma gente parece constante e incansable sobre las calles encharcadas y empedradas. Humedad caracteristica de aquella ciudad, un milagro era el que no estuviera lloviendo.

- Hemos llegado mi Señor - carro apoyando primero el bastón cuya base es el escudo real de su natal Rumania.
- Así que ésta es la famosisíma Londres... Hace mucho tiempo de mi última visita. - Exclama dando un ligero suspiro mientras se acomoda el sombrero de copa al mismo tiempo en el que baja del coche apoyando primero el bastón cuya cabeza no es más que el simbolo real de su natal Rumania.
- Su habitación está lista - Acota un fiel lacayo mientras hace reverencia y el cochero baja las maletas del Rey
- Aún es demasiado temprano para dormir, tengo tiempo para descanasar... ¡Caminaré! - dice temperamental cuando voltea por encima del hombro haciendo que su mirada esmeralda resplandezca de forma habitual en él. - Iré solo - acota con seriedad cuando el cochero que es un hombre un tanto más alto y de facciones toscas asiente sin replicar tomando las maletas que ha llevado el rey como si éstas no representaran un gran peso
.





Hace poco más de un par de décadas que la cacería no forma parte de mi vida pero los humanos se agotan y mueren demasiado rápido. No duran demasiado antes de que su sangre comience a perder firmeza y alta calidad para comenzar a saber mal... La vejez, eso es lo que pasa. La noche es larga y corta al mismo tiempo pero mi paciencia es suficiente. Quizá una hermosa damisela o un educado caballero... Hoy, esta noche no deseo estar solo. Muero de hambre.

Medita cuando se ve la mano y observa cómo va perdiendo firmeza ante la carencia de sangre, su piel blanca y casi traslucida lo delata por lo que se pone un par de guantes oscuros y sigue caminando por las calles viejas de la caital Inglesa.


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Mensaje por Ariadna Raibow Miér Jun 13, 2012 7:19 am

La juventud es algo incorregible que hace hasta la criatura más racional y tranquila se convierta en algo impredecible y desbocado. Lo mismo ocurrió conmigo, en mis tiernos diecisiete años. aún siendo mi mente marcadamente empírica y tener más conocimientos que todas las féminas que habitaban la casa y tener mi propio laboratorio de ciencias no me sentía bien. Hacía apenas unos días que mi querido padre, totalmente dominado por mi madrastra, había decidido que al terminar la temporada social en Londres nos marcharíamos a vivir a París... una ciudad donde su hermana, Emma, tendría más opciones a conseguir atrapar a un noble o un adinerado.

Cansada de la hipocresía reinante en la casa, de una madre que simplemente la veía como un pasaje para su hija a la alta sociedad, una hermana pequeña que poco a poco se convertía en una arpía por las atenciones e ideas de su madre y un padre que no podía decidir nada por sí solo y cedía ante todo lo que su muer decía... decidí escapar de casa. No era la idea más adecuada ni la más inteligente, más adelante me daría cuenta de que simplemente aparentando docilidad podía conseguir todo lo que deseara sin que nadie se atreviera siquiera a negarmelo.

Envuelta por la pesada capa de lana con capucha, rodeando el sencillo vestido de labores que utilizaba en mis tareas de investigación, me escabullí por la puerta camino a la húmeda noche londinense. Mis pasos resonaban en los adoquines, a lo lejos se escuchaban los pesados cascos de los caballos y las ruedas de los transportes... bien podían ser los carros que se podían alquilar y que tenían un maloliente interior o las perfumadas calesas de los que podían presumir, o no, de su poder y dinero. Hacía mucho que la sociedad alta de la ciudad había quedado a segundo plano, demasiada falsedad y opulencia, prefería la compañía de el servicio de mi casa, podía pasar horas con la cocinera y un libro charlando de cosas sin importancia.

Dentro de la oscuridad que me proporcionaba la capucha de la capa olía a una mezcla entre galletas y jazmín, debido a que había estado en la cocina con ese vestido mientras se cocinaban los dulces y a que había estado experimentando con esencias de distintas flores para distintos fines. Pero el relajante y hermoso olor que empapaba mi nariz podía relajar la tensión de mis músculos... no había salido sola en la noche nunca, era mi primera escapada.

Mis ojos se movían nervioso por todos los lugares, esperando encontrar un malhechor en cualquier lugar... en lugar de eso mis ojos captaron un pequeño bulto escondido en un callejón sin salida. Me acerqué lentamente al niño que allí se escondía y parecía sucio y desnutrido, me arrodillé a su lado y lentamente acerqué mi mano para que notara mi presencia. Antes de que pudiera acariciar su frente con mis dedos enguantados él se movió como si temiera que le hiciera daño. Miré su pequeño cuerpo y localicé una herida de mal aspecto en si pierna.

- Tranquilo pequeño, sólo voy a ayudarte - murmuré con voz calmada y firme, si algo sabía es que los enfermos y heridos necesitaba a alguien firme para sentirse seguiros.

El niño alzó sus ojos hacia mi persona con reticente esperanza y yo para tranquilizarme aparté la capucha de mi cabeza para que pudiera ver mi cara y mi sincera preocupación. No se si fue el olor hogareño que me envolvía o mis facciones aparentemente tranquilas pero el niño pareció relajarse un tanto y dejarme inspeccionarle mejor. Parecía que alguien le había pegado un navajazo en su pierna. Suspirando me propuse salvar a esa pequeña criatura esa noche. Agarré el borde del delantal limpio y blanco que había en mi vestido y con un fuerte tirón lo rompí en tiras para poder vendar la herida y para la hemorragia antes de hacer nada más... tenía que moverlo a un lugar más seguro pero no tenía fuerza para alzarlo...


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Mensaje por Béla Bucur Mar Jun 19, 2012 9:09 pm


… No ha cambiado mucho desde que le ví la última vez… sigue siendo tan…

Momento en el que sus pensamientos dejan de existir mientras se coloca por debajo de una marquesina para sacudirse el agua sobre su larga gabardina fina y del sombrero el cual sacude con delicadeza evidenciando su alto rango dentro de la sociedad londinense aunque ésta no tenga conocimiento exacto de su nombre y cargo a nivel continental. Es en ese pequeño instante en el que se disponía a ponerse de nuevo el sombrero sobre el cabello oscuro cuando el sonido infantil llama su atención por lo que inevitablemente gira el cuello y encuentra con esa mirada esmeralda no muy lejos de él, la silueta de un par de personas al otro lado de la calle.

Sinceramente, Viktor no es de las personas propiamente bondadosas así que el motivo de su cercanía para con la mujer y el chiquillo no era esa pues aquella noche lluviosa había decidido que no deseaba estar solo y que su vieja mañana de cazar animales, ahora humanos; no había desaparecido por completo. Así que se colocó adecuadamente el sombrero, abotonó el último botón de su abrigo y apoyó el bastón sobre la orilla de la acera de la cual bajo y se dispuso a ir en ayuda de aquellos lamentos y preocupación.

El dolor no significaba lo mismo para el monarca que para el resto de los humanos pues disfrutaba de él aunque eran pocos los momentos en los que lograba sentirlo dado que su naturaleza insensible era tan dominante que apenas y podía percibirlo. Sabía que existía cuando veía la preocupación en las miradas tristes que se llenaban con lágrimas y sollozos que parecían ir muriendo desde adentro… Esa era la expresión que le gustaba ver.

¿Lágrimas? ¿Será que mis ojos están secos? ¡Claro! Como el resto de mi alma. Apenas y recuerdo la última vez que sentí ese sabor salado sobre mis mejillas y en el que tuve esa sensación que en ese instante para mí fue horrible y hoy no logro distinguir dado que a mis edad y en mi estado de vida eterna esa emoción ha dejado de parecer terrible para convertirse en algo que ellos llaman felicidad cosa que lamentablemente tampoco logro sentir si no es que puedo visualizarla solamente. No puedo evitar reír ante aquello que carezco y a los humanos les parece tan común, que nubla su juicio y los hace vulnerables e ingenuos, que retrasan su evolución dejándolos como simples cuerpos contenedores de lo único que pueden ofrecerme sin embargo… Hoy ese sentimiento vuelve para serme de utilidad.



Medita
durante su transcurso al cruzar la calle llegando por la espalda de la mujer a quien toma del hombro con delicadeza evitando que ella pueda verle pues al inclinar la cabeza su sombrero ejerce una sombra sobre su rostro dejando ver solo el brillo cristalino de sus ojos aceitunados imponentes y fríos pero que se desvanecen cuando toma el brazo de la jovencilla… Su frialdad no pudo sentirse a causa de los guantes pero igual podía camuflagearlo por la lluvia que se detenía por periodos.

- No
te preocupes – acota con severidad pero sin violencia en sus palabras cuando toma al chiquillo entre sus fornidos brazos ladeando el rostro hacia la mujer a quien observa detenidamente pero ante los quejidos del infante tuvo que retirarle su atención – Tal parece que se ha fracturado algo – sentencia con seriedad y como si conociera lo que pudo haberle pasado al niño Pero veo que le ha dado los primeros auxilios mi Lady – afirma cuando vira nuevamente hacia la chica – ¿Tiene a donde llevarlo o lo acerco a un consultorio médico? – cuestiona mientras abraza al pequeño sintiendo el aroma que tanto le seduce y le hace perder el control mismo que mantiene ante la mirada de la chica.


Este olor, éste aroma… Tan sublime hedor que revive mi cuerpo y alimenta mis venas, su suave sabor ferroso t consistencia ligeramente viscosa. Roja cuan fruta fresca.
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Mensaje por Ariadna Raibow Sáb Jun 30, 2012 12:19 pm

Inmersa en los pocos cuidados que podía ofrecerle al niño no me di cuenta de que alguien se acercaba, o sencillamente no habría podido oírlo por la agilidad y forma silenciosa de moverse del hombre que posó su mano sobre mi hombro. En ese momento estaba ocupada secando las lágrimas del niño con mi pañuelo mientras le quitaba el pelo de la cara y acariciaba sus facciones demasiado escuálidas para que se tranquilizara, si no entraba en razones y dejaba de llorar no podía hacer demasiado, además se movía cada vez que intentaba tocar la parte afectada así que no me atrevía a hurgar más hasta que pudiera estarse quieto.

Alcé la cabeza asustada hacia el caballero, siempre me habían dicho que las calles en las noches eran peligrosas y precisamente por eso el corazón se desbocó en mi pecho y la respiración pareció quedarse atascada en mis pulmones. Al mirar las sombras que envolvía la cara de ese hombre por alguna razón se me erizó el bello y un escalofrío recorrió mi espalda desde la coronilla hasta la base de la espalda. Agarré con fuerza las faldas, dispuesta a defender al niño si era necesario, después de todo él era el más indefenso de dos en ese momento y siempre había pensado que el más fuerte es el que debe proteger a los demás.

Se mantuvo cerca del niño mientras el hombre lo alzaba en brazos y por la autoridad en la que dio la orden estaba segura de que ese hombre estaba acostumbrado a mandar en todo a su alrededor y que además los demás solían obedecer sin pensarlo. Apretando los dientes vi como alzaba al chiquillo sin aparente esfuerzo y al oírlo quejarse todo el miedo y demás sensaciones fueron intercambiadas por ansiedad y preocupación que oprimieron su corazón.

- Hi... Hice lo que pude- respondió a las palabras del desconocido mientras miraba alrededor, sabía que la casa del médico más cercano estaba verdaderamente lejos así que la opción más segura era llevarlo a mi casa en Londres, estaba apenas a una manzana de distancia y podía coserle la herida y encontrarle la rotura para curarla-, si le parece podemos llevarlo a mi casa, no está lejos, pero si no lo desea por alguna razón y tiene otra sugerencia me gustaría escucharla.

Justo en ese momento el tiempo arreció y pareció que las nubes soltara todo lo que tenían en sus entrañas de golpe. Las gotas agolparon mi cabello rubio y largo alrededor de mi cara pero no paré a pensar en mi aspecto o en la tela fina que tenía mi vestido de labores, con manos rápidas desaté la capa que pendía de mis hombros y la puse sobre el niño para que no se mojara, ya tenía suficientes heridas y enfermedades para que además pescara un resfriado. La coloqué lo mejor que pude envolviendo su pequeño cuerpo tembloroso y después le acaricié la frente con los dedos de mi mano con suavidad para mirarle a los ojos.

- Todo va a ir bien pequeño... ¿Cual es tu nombre pequeñín?- pregunté al darme cuenta de que no sabía siquiera ese dato de la criatura.
- Mi nombre es Jacob señorita- respondió con voz temblorosa.
- Bien Jacob, yo me llamo Ariadna y este señor es... - me quedé mirando fijamente a su persona con las cejas alzadas de curiosidad- Si no es demasiada indiscreción y sin animo de parecerle grosera... ¿podría decirme su nombre?

Sentía como el agua fría caída del cielo empezaba a empapar cada parte de mi cuerpo, la ropa se pegaba a mi como una segunda piel y el pelo pesado se iba a la cara. Con una mano temblorosa aparté los mechones de mi cara y me abracé a mí misma sintiendo cada vez más pesada la tela mojada y más fría la piel a la que se estaba pegando... si esto seguía así quizás fuera yo misma la que necesitara cuidados médicos por una pulmonía o una gripe... dios no lo quisiera, entonces mi padre no me dejaría salir nunca más y pondría severa vigilancia sobre mi persona.


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Mensaje por Béla Bucur Mar Jul 03, 2012 7:12 pm

Aún con esa manera tan desaliñada de comunicarse frente a un ser vulnerable conserva su alta escuela... Esas mejillas rozadas y el calor que desprende desde los poros de su piel ante el frío que hace en esta ciudad. No puedo... ¡No puedo dejar de olerlo!
Ante la intervención de la mujer, Viktor apenas y ladeo el rostro manteniendo esa mirada aceitunada en ella como si la estuviese analizando desde lo más profundo de su humanidad, condición que desprecia pero que consiente pues es la fuente de su vitalidad y en ese momento se encontraba lejos de su amada Rumania para alimentarse como es debido. De igual forma le representaba un reto comer fuera de su hogar pues su nacionalismo sobrepasaba fronteras así que beber de algún inglés le causaba cierto conflicto pero como bien se repetía: No estaba en condiciones de ponerse exigente y menos con un platillo tan jovial como representaba aquel chiquillo.

El
rey en incógnita deseaba que la mujer se diera por vencida cuando le ofreció su ayuda para poder llevarse al infeliz infante pero su sorpresa fue cuando ella le comunicó que no lo dejaría solo por lo que enfocó con mayor ímpetu sus ojos en la chica para saber qué es lo que escondía. Jovial, educada y además humana. Lo podía saber por el calor que sale de su cuerpo escondido entre la ropa
pomposa...
Ella, ella podía dejármelo... Un humano cualquiera no titubearía en hacerlo más viéndome sabiendo que me haré cargo de él. Nadie se interesa por nadie en esta época sin embargo...
Analiza con intriga cuando voltea nuevamente el rostro hacia el chiquillo a quien mira con ojos de querer devorarlo al momento, sus facciones duras pero bien parecidas no podía delatar su ansiedad por el líquido vital, él sabía que de estar en un callejón más apartado el infante y la mujer ya estarían sin vida. Así es como la malicia brota de si mismo al simular que su mirada se torna escarlata brillando cuan demonio lleno de maldad pero no es más que el hambre que lo hace apretar con mayor fuerza al cuerpo con nombre. - Jacob... – dice en un murmullo enalteciendo la virilidad de su voz – Estás siendo muy valiente – continua torciendo los labios de manera que logra divisarse una sonrisa aun cuando el niño muestra cierta incomodidad pero que rápidamente elimina al sentirse protegido por la mujer y ahora por el noble caballero que le da ánimo ante su desgraciada existencia. – Para una mujer soltera, y disculpe si le parece una grosería de mi parte pero he notado que su anula no posee joya que la comprometa o la declare en una condición distinta a la que le comentado – dice cuando voltea por completo con Jacob en brazos – No me parece correcto ir a su casa My lady – acota con una amable sonrisa.

Si
bien Viktor es un hombre serio y con cierta hostilidad a la hora de interactuar con las personas también es capaz de mostrar tanta amabilidad y confianza como le sea posible siendo esa la principal cualidad para poder cazar. Su violencia es destinada para seres que él considera repugnantes aun cuando éstos sean humanos pero aquella chica le ha intrigado no teniendo más opción que disfrazarse de la más tierna oveja.

- Perdone mi grosería My Lady al no presentarme – dice haciendo notar su acento extranjero que aún cuando su inglés es fluido éste permite hacer notar que no pertenece a la ciudad – Mi nombre es Viktor Vladislav Dracul, pero puede llamarme sólo por mi apellido – sentencia con autoridad pero con amabilidad haciendo evidente sus facciones bien parecidas. – Perdone que no le extienda la mano pero como verá se encuentran ocupadas – reitera. – ¿Es nombre lady es? – cuestiona intrigado.

Así
con una sonrisa en los labios el joven pero maduro Viktor espera ansioso cuando la lluvia comienza a caer de forma despiadada por lo que camina para cubrirse bajo una marquesina ahí cerca invitando a la chica que haga lo mismo.
Parece que no habrá más opción que ir a su casa...
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Mensaje por Ariadna Raibow Miér Jul 04, 2012 8:54 am

- ¿Quien querría casarse o estar con alguien como yo? - respondí con claro autodesprecio, después de años viviendo con mi madrastra había llegado a creer que mi fealdad era insoportable para cualquiera que me mirara-. En cuanto al niño... bueno yo lo encontré así que estaré con él hasta que esté curado del todo en brazos de su madre... será la única manera de que me quede tranquila, después de todo tengo que protegerlo- acaricié el pelo del chiquillo con ternura.

El niño parecía tan inquieto como yo misma, aunque no lo demostrara abiertamente, por la presencia del hombre, algo me decía que no todo estaba bien con él y que debía de tener cuidado y no separarme de la criatura que ahora este portaba en brazos. Cuando se presentó pude notar el acento extranjero así como sus impecables modales... ¿de donde podía proceder? escuché atentamente para localizarlo mentalmente por los acentos de las distintas mucamas europeas que había tenido, su padre las había cambiado como si fueran camisas en los primeros años. No era español, ni italiano ni francés... tampoco alemán así que me decanté por algún país del este europeo.

- Un gusto señor Vladislav - contesté con una reverencia perfecta y mostrando mis modales bien trabajados, por la forma que tenía de mandar seguro que tenía un puesto alto dentro de la sociedad en un su país-. Mi nombre es Ariadna Raibow... y aunque no pueda extenderme la mano se lo agradezco de igual modo.

Cuando el agua empezó a caer de un modo castigador sobre nosotros supe que no importaba que él notara incómodo en ir a mi casa, ese aguacero no remitiría pronto y el niño necesitaba atenciones lo antes posible. Empapada ande hasta la marquesina en la que el hombre se había refugiado con el niño y con los labios temblorosos me cercioré de que a el niño no le hubiera llegado siquiera un poco de humedad. Suspiré de alivio ante la comodidad ajena y después sonreí al hombre agradecida por su rapidez al refugiarse.

- Creo que será mejor que nos pongamos en marcha... el aguacero no remitirá fácilmente y Jacob parece necesitar ayuda ya mismo- puse mi mano sobre la frente del pequeño y noté una leve fiebre-, la herida puede haberse infectado, hay que desinfectala y coserla además de entablillarle el hueso roto.

Me moví nerviosa en el sitio, la ropa estaba pesada e incomoda, demasiado pegada a la piel. Recogí todo mi pelo hacia un lado sobre mi hombro y me pequé a la pequeña figura del niño. Me había dado cuenta de que el niño cambiaba de estado según el mío, su nerviosismo crecía cuando lo hacía él mío, así que antes de salir me propuse tranquilizarlo. Agarré una de sus manitas sucias de debajo de la capa y la apreté con suavidad mientras le miraba a los ojos y le apartaba el pelo de la cara.

- Cuando lleguemos a la casa le diré a un lacayo que lleve una carta a tu madre para que venga a por ti y no se preocupe, te daré de comer, te curaré y te darás un baño calentito para entrar en calor ¿que te parece?- le alenté antes de soltarla de nuevo y taparlo con cuidado. Después miré a el señor Vladislav y sonreí-Sigame por favor...

Me lancé bajo la lluvia y una ve allí miré a ver si me seguía y sonreí. Me volví en el momento en el que él se decidió a seguirme y corrí por el suelo resbaladizo el pequeño trayecto que antes había hecho con la intención de escaparme... bueno de todas maneras aquello era una razón de peso, ya buscaría otro momento para hacerle. Por ahora toda mi prioridad estaba en los brazos de un aristocrático extranjero y se llamaba Jacob. Una vez entré por el jardín delantero los guié por un lateral hasta la puerta que daba a las cocinas y las abrí para dejar paso a mis invitados.


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Mensaje por Béla Bucur Jue Jul 05, 2012 6:50 pm


¡Imperdonable! El afecto limita al cuerpo y nubla el pensamiento. No hay más razón de existencia que el prevalecer intocable y de pie sobre los vulnerables que han nacido para servir a otros. No hay más excusas para detenerse y limpiar lágrimas ajenas cuando las nuestras se han secado solas... ¡No! No soporto su mirada tierna y sus ansias de protegerlo pero, ¿Por qué estoy siguiéndola? No lo entiendo.
Incrédulo de lo que escuchaba ante su fuerte menosprecio que es resultado de un amor propio casi nulo, ahora entendía el porqué de su preocupación desmedida por el pequeño trozo de carne pues alguien que se ama de sobra no podría amar a los demás, eso es lo que él había concluido con el trato diario con aquellos mortales egoístas y ruines, aquellos que le quitaron a su familia siglos atrás y lo arrastraron al odio y el homicidio por el bien de los últimos que le quedaban. El rostro pálido y pícaro de Vlad, como él llamaba a su hermano menor; aparecía a cada momento marcando la repugnancia hacia los hombres de poder y narcisismo, los que anhelaban más de todo sin dar nada. Sí, eso le llenaba de asco siendo lo que lo había dejado en un ser vacío y que posteriormente lo convirtieron en un ente son alma y una larga vida condenada a la oscuridad privándole de lo único que amaba: El amanecer en sus amados Cárpatos.

Mirándola fijamente cuando escucha el nombre de los labios cálidos y tembloroso de la dama a quien no podía dejar de ver, ¿Por qué? Algo que él no podía terminar de explicarse cuando baja la mirada y se encuentra con el cuerpo esbelto de la mujer que se muestra delicado, friolento y tembloroso bajo esa ropa ajustada a causa del agua que le golpea sintiendo deseos de posesión que logra ocultar con esa calidez falsa en su actitud “Pese a lo que piensa su belleza es evidente” piensa retirando la vista para no evidenciar su acción perversa. Sin duda ella estaba intrigándole demasiado y él no hacía nada por detener esa sensación por lo que sonriente asiente ante la chica – Señorita Raibow... – dice entrecortando sus palabras que comienzan a sonar cada vez más tenues denotando en ellas amabilidad y cortesía, una educación desmesurada producto de su vida longeva y al estudio de la humanidad que ha ido dejando rastros a lo largo del tiempo y que ellos mismos la conocen como Historia. – Permítame si ínsito pero me parece una falta de respeto ir a su casa... – pero antes de terminar se hallaba siguiéndola entre los charcos de la ciudad.


¿Qué demonios?
No daba crédito de lo que sucedía cuando el agua cae sobre sus ojos cegándole por momentos sólo viendo la silueta de la dama que corre delante de él llevándolo entre las calles hasta finalmente llegar hasta la morada que por su estructura ya daba un respuesta del porque la mujer vestía con telas finas y se dirigía con respeto demostrando en sus actitudes una educación aristócrata. Él no había nacido en cuna de oro sino todo lo contrario, sus padres eran quizá más miserables que el infante al que se aferraba y olía con hambre; pero por azares del destino y gracias al anciano él ahora era importante y gobernaba lo único que lo ligaba con la humanidad: Rumania.

Ya en la residencia se sintió aminorado pues acostumbrado a la exaltación de los lugares a donde es invitado aquello le resultaba ofensivo. Nunca, que es lo que recuerda; había deseado ser alabado pero por momentos sentirse superior no le desagradaba del todo pues ver como las personas inclinaban sus rostros evitando hacer contacto visual le hacía sentir aún más repugnancia por esos hombres de poder, él lo tomaba como cierto castigo o flagelación al deshonrar la memoria de sus antecesores que valientes pelearon por una tierra libre. La verdad es que no se entendía ni a sí mismo un día los odiaba y al siguiente se sentía parte de ellos al sentir gusto de ser superior que era la mayor parte de las veces pues poseía esclavos de sangre entre ellos, ella; quizá estaba echándola de menos pero había salido de Rumania justamente para eso, quitarse el fastidio de verla todo el día.

Empapado ingresó después de la dama quien seguramente no podría verle a los ojos a causa del sombrero que así como el resto de la ropa escurría...


Salir de mi tierra natal sólo para seguir a un mujer con un estúpido niño entre mis brazos, tan bajo he llegado sólo para comer un poco. ¡Imperdonable! Esto es ¡Imperdonable! Tal como el clima horrible de éste lugar, si tan sólo pudiera sentir el calor del sol al amanecer en los Cárpatos, su brillo anaranjado con tintes escarlatas y luces doradas... Esto es una porquería pero...
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Cacería nocturna [Ariadna Raibow] Empty Re: Cacería nocturna [Ariadna Raibow]

Mensaje por Ariadna Raibow Vie Jul 06, 2012 5:30 am

- Aún así creo que es única solución ahora ¿no cree? -pregunté con una sonrisa suave en los labios.

Después de la carrera debajo de la lluvia tenía la respiración acelerada y las mejillas habían tomado algo de calor, pero sabía que este calor era sólo ficticio y que podíamos resfriarnos los tres si no entrabamos en calor pronto. Por eso cuando el señor Vladislav entró tras de mí en la casa me apresuré a acercarme a lo que quedaba de fuego, añadiendo algunos leños que había al lado de esta y raspandome las manos con ello, pero no di demasiada importancia y después me acerqué de nuevo a ellos restregando mis manos juntas para que el escozor de ellas desapareciera. Les miré a ambos preocupada.

- Disculpeme - murmuré mientras le quitaba el sombrero para ponerlo al lado del fuego y que se secara- ¿Puede dejar al niño sobre esa mesa? - la señalé-, ahora voy a conseguir algo para que se sequen.

Me quité los zapatos y los dejé al lado de la puerta antes de correr silenciosamente por la casa al cuarto de la colada. Agarré una camisa de mi padre, dos toallas y una camisa y un vestido de labor seco para mi, siempre intentando mantener el silencio volví a las cocinas y dejé mi vestido y la camisa de interior en la mesa antes de tenderle con algo de timidez la camisa seca y la toalla a mi invitado y volverme hacia el niño con la otra para secarlo y quitarle la empapada capa que me pertenecía. Una vez hecho miré en los cajones, sin darme cuenta de que dejaba un rastro mojado allí a donde iba, hasta que encontré un pequeño frasco con laudano.

- Mi cocinera es propensa a los dolores de cabeza y siempre tiene por aquí- comenté mientras vertía un poco en un paño-. Verás pequeño- le dije al niño-, esto hará que el dolor se vaya y que cuando te cure no te duela tanto ¿Está bien?- cuando el niño asintió confiado lo acerqué a su nariz y pronto estuvo tranquilamente dormido.

Ahora que me encontraba a solas con el hombre, en la penumbrosa cocina, y sin nadie que acudiera en mi ayuda me sentía algo nerviosa... pero, después de todo, el me había ayudado, a mi y al niño, así que no podía ser mala persona ¿no?. Sonreí en su dirección mientras ponía todo mi pelo hacia un lado y lo escurría apretándolo con firmeza, lo que hizo que me escocieran las manos de nuevo y poniéndolas delante de mi cara las sople delicadamente. Las sacudí un momento antes de encararme con él y aclarandome la garganta me propuse hablar.

- Verá... esta, aún siendo mi propia casa donde he nacido y me he criado, no es muy agradable para mi y no deseo despertar a mi doncella pues despertaría a mi madrastra y yo no debería haber estado en las calles esta noche- bajé la mirada para que no viera la tristeza que me producía el hecho de que el lugar que tendría que ser mi refugio, el lugar donde se congregaran la gente que cuidara de mí y se preocupara por mi existencia, no fuera más que un nido de víboras y cuando me recompuse volví a alzar la mirada para encontrarme con sus ojos-... se que es un atrevimiento y que no debería pedirselo... pero... ¿podría ayudarme a desabrochar el vestido?- pregunté mientras me daba la vuelta con el pelo sobre un hombro para que pudiera ver la ristra de botones que llegaba hasta la base de la espalda.

Sentía que iba a morir de vergüenza mientras esperaba que las manos de un hombre desconocido me ayudaran a quitarme esa prenda, no pensaba siquiera en tener un esposo que hiciera eso por mí así que el hecho de que tuviera que ser él me ponía más nerviosa aún. Con la cara sonrojada y los ojos fijados en el suelo, en la punta de mis zapatos, para no ser tan consciente de todo lo que hacía mi acompañante masculino. Era una mujer después de todo y debía admitir que el señor Vladislav era verdaderamente atractivo, cosa en la que no debía pensar justo en este momento ya que eran sus manos las que tenían que lidiar con la tela mojada.


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Mensaje por Béla Bucur Jue Jul 12, 2012 8:52 pm


Antes de que los cadáveres dancen y la soledad abrace,

Antes de que el sol salga y se escondan las ànimas,
Antes de que la luna desaparezca y con ella la penumbra,
Antes de que el dolor se vaya y sólo quede el recuerdo...
El recuerdo de una feliz mañana que se empapa
Con las lágrimas de quien la extraña.
Pero el Sol no volverá a salir
Ni las almas volverán a sonreír... El sol está muerto
Y las lágrimas secas, no hay recuerdo de nada más
Que las ansias de engullir, de saciar su hambre voraz.


- Supongo que sí – murmura sin dejar de seguirla

Totalmente empapado voltea hacia su alrededor observando con detalle cada uno de los vértices de la habitación percatándose de un fogón que alumbra y calienta al mismo tiempo pero él no es capaz de liberar calor así que no siente frío alguno por lo que se le ve gallardo e imponente manteniendo esa figura varonil intacta aun cuando la chica le ha quitado el sombrero mismo que ve alejarse siendo depositado a un lado de la fogata, posteriormente Viktor avanza hasta la mesa dejando al infante sobre ella. Luego, el caballero agita la cabeza de un lado a otro salpicando un poco pues las puntas de su cabello están mojadas; un brillante y oscuro cabello que se ondula a causa de la humedad y que hacen que esos ojos verdes resalten aún en la poca visibilidad de las antorchas que se concentran sobre el cuerpo de la mujer al ver descubierto su cuello dándose cuenta de la suavidad y la palidez de su piel. ¡Cómo gustaba de eso!... La juventud en un ser humano. Pensaba mientras la veía desaparecer en medio de la oscuridad.

Sin hacer más que tomar la ropa que ella le ha dado, se quita el abrigo, chaleco, fajilla y la camisa en holanes dejando al descubierto su bien torneado cuerpo de donde destaca una delicada vellosidad y un par de cicatrices que sin duda debieron ser dolorosas pero siendo la más llamativa la que ésta justo en el corazón, inmediatamente el rey se tapa poniendo se la camisa – Agradezco sus atenciones mi Lady, espero no molestar a su señor padre ante mi llegada tan agresiva en su morada y más que tenga que verme en este estado si así se diera el caso – acota con severidad pero con esa voz ronca y llena de confianza notándose ese acento extranjero - ¡Láudano! – Exclama con sorpresa – Me parece que mi Lady conoce demasiado así que este hombrecito está en excelentes manos – culmina terminando de secarse mientras se sacude un poco los pantalones de fina costura.

Inerte y de pie sólo observa a detalle cuando las flamas titubean y pierden su rostro varonil y bien parecido en la oscuridad que de inmediato se disipa con una sola palabra de Ariadna, palabras que hicieron eco en la mente perversa del vampiro que sólo se limitó a escucharla sin poder evitar que sus ojos se fijaran en el cuerpo de la mujer a quien se acerca con pasos lentos y seguros cuan felino por su presa, así de sigiloso y en completo silencio alcanzó el hombro de la chica el cual tomó y sintió cálido dejando que su mano suave pero helada pudiera erizar la piel tersa de la joven muchacha – Lo lamento – susurra permitiendo que su aliento se sienta igual de gélido que su mano que va deslizándose al ritmo que el nervio que ella presenta. Bajando lentamente con sutileza y apenas rozándola hasta encontrarse con el lazo que sujeta el corsé que lleva puesto y que se ha adherido a la piel – No tema en pedirme nada mi Lady – reafirma con ese tono lleno de confianza pero al mismo tiempo de sometimiento pues pareciera que todo se desvanece con el sonido de su voz viril.

En ese momento la suelta un poco y toma la toalla que le fue dada en un principio con la cual seca el cabello rubio y desliza hasta el nudo el cual desata con maestría aflojando las pomposas prendas que comienzan por deslizarse hacia abajo sin dejar de frotar el cuerpo húmedo con cierta ternura y algo más que no lograba diferenciarse entre el deseo y cariño ante la forma de manejar los sentimientos mundanos según Viktor – No se sienta con vergüenza... – reitera el hombre que no puede dejar de ver esa carne fresca y viva, tan colorida como el sonido del palpitar acelerado de Ariadna.


Tan cálida... Tan suave... Sonido del Silencio.
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Mensaje por Ariadna Raibow Sáb Jul 14, 2012 11:27 am

Una jovencita insensata seguramente se habría quedado nerviosa y quieta ante la vista del torso masculino al descubierto. He de admitir que si que mis ojos se desviaron de su tarea ante el vestigio de el cuerpo masculino, pero de todas maneras yo seguía pensando que mi futuro seguramente sería un convento, ya que ningún hombre me desearía. Pero al siguiente instante mis pupilas ya se había fijado en otro lugar y tras haber recopilado información estuve mirando fijamente el suelo hasta que estuvo totalmente cubierto de nuevo. No sólo mi educación no me permitía comportarme como una adolescente, sino también mi educación, después de todo mis estudios de medicina estaban avanzados y estaba versada en muchas teorías y campos ¿Qué pensaría de mí si me mostraba como una mujer descerebrada por algo de piel al descubierto? No, no podía permitirmelo.

- Mi padre no llegará siquiera a saber de su estancia en este lugar -le dije sin darme cuenta antes de volverme hacia él-, no es que usted no sea bienvenido ni que lo recibieramos de mala manera, simplemente las circunstancias obligan... ¿Se imagina cual sería la reacción ante tan inocente encuentro? -negué con la cabeza mientras suspiraba- es mejor el silencio en este momento.

Estaba concentrada en no poner demasiado Laudano, debía de calcularse por la variedad de la planta que diera la medicina y el peso de el paciente así que debía hacer algunos cálculos. No perdí mi sonrisa mientras dormía al niño y cuando estuvo inconsciente lo tendí con delicadeza en la mesa y le coloqué el pelo con dedos trémulos, en apenas una caricia.

- Verso conocimientos sobre medicina así que me veo capacitada para tratarlo- sonreí hacia él sin darme cuenta-, estudio varios campos en este momento, pero el que más me atrae es el médico por el momento.

Mientras me encontraba volteada, de espaldas a él, y esperaba que sus manos me tocaran no estaba preparada para sentir su piel contra la mía de repente. Me mordí el labio al sentir sus fríos dedos y la piel se me erizó en respuesta, estaba verdaderamente helado, seguramente era por el frío y la lluvia, debía calentarse. Mientras pensaba esto sentí su aliento también frío sobre mi nuca y me estremecí sin poder evitarlo. Lentamente las ataduras fueron desapareciendo y la pesada y mojada tela fue cediendo y deslizándose sobre mi piel, mientras con mis manos mantenía el corpiño en su lugar para que mis pechos no quedaran expuestos. Cuando empezó a secarme lentamente sentí como el calor subía por mis mejillas como fuego, ese trato no lo había tenido ni de mi propio padre, era normal que ante tales atenciones de un guapo desconocido me sintiera así y que mi corazón perdiera un latido antes de empezar a latir desbocado.

Cuando ya no pude aguantarlo más me di la vuelta y capté una de sus manos con la mía, utilizando las dos la agarré y la lleve a mis labios para dejar que mi aliento diera su calor a la piel del hombre. Sin darme cuenta de que el vestido se había bajado peligrosamente hasta mostrar casi mis pechos, alcé mis ojos hacia él y sonreí mientras le soltaba lentamente la mano.

- Mi madre solía calentar mis manos frías de ese modo, siento si le incomodé- dije mientras intentaba subir de nuevo el vestido y volvía a agarrarlo.


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Mensaje por Béla Bucur Vie Jul 20, 2012 8:32 pm

Siglos han pasado desde el último día en el que sentí el calor arder en mi cuerpo, esa temperatura ardiente que rebasa la razón y permite que el corazón se agite cuan máquina destilando vapor. Aquellos días las máquinas no existían pero si ese movimiento veloz que decían mis compañeros sentir al ver a las mujeres que había dejado atrás sin haberles dicho adiós. Jamás lo entendí y jamás entenderé lo que ellos quisieron decir. Pero si puedo imaginarme aquel calor que acelera las pulsaciones y hace vibrar al cuerpo cándido deseoso de placer, de poder... ¿Será la intriga que me causa ésa mujer?

Es lo que Viktor pensaba mientras desataba el cordón del vestido que adherido ala piel temblorosa lo hacía preguntarse muchas cosas, cosas que no tenían demasiada explicación pero que tampoco le quitaban el sueño aun así, pensaba por qué aquella mujer no le causaba lo que comenzaba a inquietarlo en ese momento. Había salido de su tierra por no querer verla más pese a que ella le miraba con devoción y lo hacía sentir un ser superior pero Ariadna era la contraparte del concepto humano que él tenía sobre la especie a la que formó parte años atrás. Eso es lo que iba pensando conforme sus dedos fríos acariciaban la piel al descubierto. ¡Claro que podía sentir su calor! Pero él era tan frío...

Y como si ella pudiera leer sus pensamientos la vio de frente con esas mejillas sonrojadas y la piel blanca de su pecho la cual no pudo evitar verle, la juventud y vitalidad era algo que podía apreciar sabiendo que su fortaleza y vida dependían de ello. Ese era el momento preciso para tomarla entre sus brazos y robar lo único que podía servirle: Su sangre. De todas maneras el pequeño ya estaba dormido así que una mujer frágil y claramente encantada con él no eran exactamente un reto así que por que no hacerlo, nadie sabía que él estaba ahí y por la forma de pensar de la mujer quizá tampoco nadie la extrañe así que sus ojos se tiñeron de cierta malicia al verla tan desvalida sin embargo en ese momento, ella tomó sus manos y comenzó a entibiarlas (lo que ella no sabía es que jamás sucedería eso) acción que causo en Viktor algo de conmoción ¿Porqué hacía eso? Se cuestiono cuando la miro fijamente.

Pasaron fracciones de segundos y él retiro sus manos evitando que ella se diera cuenta de su condición o quizá es que ella lo soltó, no era que le importara pero en ese momento mucho de lo que creía parecía no tener fundamento. Ariadna parecía tan distinta y el simple hecho de que él la siguiera ya implicaba algo que tenía que tener una respuesta pero entre tanto no lograba encontrarla.


Ella es inglesa, una mujer educada pero no deja de ser inglesa y humana... Ella lo es pero son tan distintas, la misma tristeza y motivos diferentes ¿Por qué demonios tengo que encontrármela en todas partes?

Es entonces que borrando cualquier recuerdo una sonrisa suave y galante se dibujó en el rostro pálido del rey quien tomo de nuevo las manos de la chica – Me disculpo My Lady si mi frialdad le ha molestado pero es algo de familia y... – entrecorta sus palabras al soltarla - ...No se preocupe me ha parecido un gesto muy amable de su parte – sentencia sin borrar esa sonrisa que lo único que hace es engalanar aún más su rostro maduro. – ¡Así que es usted médico! – exclama con cierta sorpresa mientras se pone nuevamente los guates que ya están secos y tibios debido a que estuvieron antes muy cerca del fuego por lo que acercándose nuevamente a Ariadna sólo que ésta vez le acerca el vestido seco que ella misma había llevado minutos atrás.

Pasando los segundos que inevitablemente se transformaban en minutos Viktor se acerca más a ella sabiendo que la noche no duraría una eternidad tal como su vida así que sin titubear se lanza sobre su cuerpo abrazándolo con fuerza pero sin lastimarla por lo que cierra los ojos y murmura justo al oído de la dama
Tengo hambre... – dice aferrándose más al cuerpo femenino al mismo tiempo en el que los finos y afilados colmillos aparecen amenazando el cuello pálido y palpitante el que se niega a soltar, tan es así que esa mirada suave y pasiva se ha convertido en una feroz que no es más que la hambruna o mejor dicho, el deseo de pertenencia y posesión.

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