Ariadna Fabrizia Montechiaro

Ariadna Montechiaro

Descripción psicológica

Toda su vida debió adaptarse a los cambios. Ariadna tiene una enorme facilidad para amoldarse a las situaciones y a las personas. Es una gran observadora y dueña de una gran empatía, además de ser una joven sensible, lo que le permite siempre tener una perspectiva diferente, ya que, como dice, ve con los ojos del corazón. Se deja llevar por su intuición, se toma su tiempo para escuchar lo que le dicta su alma, y actúa en consecuencia, aunque a veces se equivoque por no usar un poco más la razón.

Es sumamente indecisa porque está en la constante búsqueda del equilibrio y la armonía, tanto consigo misma como con su entorno. Cuando se encuentra en momentos claves, suele angustiarse y anularse; le cuesta reaccionar de forma rápida ante la adversidad. Sin embargo, una vez que ha tomado una decisión no hay poder que la pueda mover de ese lugar. Pase lo que pase, Ariadna seguirá el camino que tomó, a pesar de todo.

No soporta las discusiones, el conflicto, la violencia; realmente le hacen daño cuando se generan. Los evita de todas las formas posibles. Se maneja con cuidado, intentado no hacerle daño a quienes la rodean, incluso en detrimento de su propia felicidad. Ariadna es la clase de muchacha que va a priorizar al otro, porque le es muy difícil manejar la culpa. En el fondo, se oculta una necesidad profunda de ser aceptada, y cree que mientras más conforme a las personas, más la querrán. Le teme enormemente al rechazo y a la soledad.

Sin embargo, le gusta que la mimen y la complazcan. Es demostrativa de sus sentimientos, afectiva y familiera. También muy sociable y seductora, y le encanta conversar. Ariadna si tiene que hablar con una piedra, lo hará sin ninguna duda. No le cuesta, en lo más mínimo, relacionarse con desconocidos.

Tiene un enorme sentido de la estética, le gusta decorar, la moda y verse bien, sin importar si debe asistir a un evento o no. Es bastante obsesiva con su imagen, siempre está en el detalle, mirándose cada tanto en un espejo para arreglar algo que considera desprolijo.

Ariadna también es romántica, soñadora, justiciera e idealista. Ayudará a cualquiera que se cruce en su camino, aún cuando eso le implique un problema.

Historia

Ariadna nació en el seno de una acaudalada e importante familia de Niza, un 5 de Octubre de 1781. Su infancia fue feliz, siempre protegida de las constantes disputas entre italianos y franceses por esa parte del territorio. A ella la mantuvieron alejada, aunque en su memoria siempre viviría el gesto constante de preocupación de sus padres, que fingían una sonrisa cuando ella o su hermano mayor, Pietro, aparecían. Era la niña mimada por todos, incluso por la familia del mejor amigo de su papá, quien también era su padrino. Los Montechiaro y los Joubert eran compinches, como si se trataran de las dos caras de una misma moneda: unos eran de origen italiano, los otros franceses. Era la prueba viviente de que todos podían convivir, sin importar el idioma que cada uno hablara.

El asedio, la guerra, el hambre, las batallas, terminaron por expulsar a los Montechiaro. Ariadna, junto a sus padres y hermano, decidieron exiliarse a Mónaco, en el crudo invierno de 1792. El viaje fue largo, tedioso, y se llevó la salud de Pietro, quien no logró sobrevivir. La familia y los pocos empleados que los habían seguido, viajaron junto al cuerpito del muchacho hasta que pudieron darle cristiana sepultura en el lugar de destino. Ariadna nunca olvidaría el rostro demacrado de su madre; la mujer nunca volvió a ser la misma tras esa tragedia. La alegría se le consumió, era como si le hubieran arrancado el alma. A Ariadna, que era alegre y amorosa por naturaleza y siempre la había hecho reír, le costaba enormemente arrancarle una sonrisa.

Debieron reconstruirse en Mónaco, tarea que no fue muy difícil debido a los contactos que su padre tenía en ese país. A pesar de que la casa era menos opulenta, la niña no tardó en hacer de ese su lugar. De cierta forma, tomó el lugar que Monica ya no podía ocupar, y se encargó de la decoración, de ordenar al personal y de acompañar a su querido padre todo lo que pudiera. Ella entendía que su mamá estaba ausente, y se dedicaba a mimarla mientras leía en el balcón o lograba que dieran un paseo por los hermosos jardines.

A los quince años, a Ariadna la comprometieron con un joven soldado, hijo de un importante Duque. Era el matrimonio soñado, ya que ambas fortunas se fusionarían. A ella, la idea de casarse tan tempranamente le parecía aterradora, pero lo hizo sin chistar, pues sabía que la familia comenzaría a necesitar el dinero en algún momento. Carlo resultó ser un muchachito soberbio, que desde la noche de bodas se dedicó a maltratarla. Todos los ideales sobre ese momento que tenía Ariadna, desaparecieron ante el dolor y la brutalidad con la que la trató. Para desgracia de Carlo, una semana después del casamiento fue llamado por el ejército, y un mes después les llegó la noticia de que había muerto en combate.

Ariadna era libre y tenía consigo una fortuna enorme que se la daría a su padre para administrar. Sin embargo, la disputa de bienes con la familia de su difunto esposo se tornó peligrosa. Todo comenzó cuando Ariadna regresó a su antigua residencia y, misteriosamente, asesinaron a veinte ovejas. Las matanzas de animales continuaron, luego algunas propiedades fueron incendiadas; tanto Monica como ella fueron atacadas en la calle. Si bien todo se hacía bajo anonimato, los Montechiaro sabían de quiénes se trataban.

Una noche, fue despertada por su padre, que la sacudía entre espasmos de tos. Desde la puerta se oían los llamados de su madre. La cubrieron con una colcha mojada. La casa entera se incendiaba, el humo y el fuego se esparcían a una velocidad tremenda. Comenzaron a bajar la escalera, hasta que la explosión de una ventana lanzó a la joven hacia la planta baja, mientras la estructura se desmoronaba. Sus padres quedaron en la planta alta. “Vete a Niza, busca a Alain, busca a tu padrino.” fue la frase que ambos repitieron. Le costó reaccionar hasta que sus padres le sonrieron con aquel mismo gesto de la infancia, ese que fingía alegría en medio de la preocupación. Entre lágrimas, la muchacha salió corriendo y logró agarrar a un caballo, que corría desbocado. Se subió y emprendió el camino a todo galope, dejando tras de sí, una estela de tragedia.

Datos Extra

• El nombre Fabrizia es en honor a la bisabuela maternal.
• Es una excelente jineta.
• Además de su idioma natal, habla francés, español , inglés y alemán.
• Odia las bebidas alcohólicas.
• No quiere volver a casarse ni tener hijos.
• Le encantan los animales.
• Le gusta mucho pintar. Es su bálsamo.

Creado por Frozen •