AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dulcie Sterling
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Dulcie Sterling
Dulcie Sterling
25 años■ Humana ■ Cortesana ■ Clase Baja
■ Heterosexual ■ Portsmuth, Inglaterra
■ Heterosexual ■ Portsmuth, Inglaterra
Descripción física
Para describir a Dulcie, hay que comenzar por su larga, espesa, abundante y ondulada cabellera rubia. Sus brillantes ojos celestes están rodeados de sus arqueadas pestañas rubias, que armonizan con sus delgadas cejas. Su lozana piel lechosa, está cubierta por diminutas pecas, que acentúan su rostro aniñado.
Su estatura es baja, por pocos centímetros sobre pasa el metro cincuenta, es delgada y menuda. Pero llama la atención el tamaño de sus senos, que no son acordes a su contextura física, hasta parecen exagerados para ella, al igual que su trasero respingado, aunque pequeño. Si cintura fina y su vientre chato, armonizan en su cuerpo, al igual que sus delgadas piernas y brazos.
Su estatura es baja, por pocos centímetros sobre pasa el metro cincuenta, es delgada y menuda. Pero llama la atención el tamaño de sus senos, que no son acordes a su contextura física, hasta parecen exagerados para ella, al igual que su trasero respingado, aunque pequeño. Si cintura fina y su vientre chato, armonizan en su cuerpo, al igual que sus delgadas piernas y brazos.
Descripción psicológica
El frágil pétalo de una rosa…
Sus belleza casi etérea, es el reflejo de su bondadosa alma. Su corazón puro y sin rencores es incapaz de albergar malos sentimientos, y siempre está predispuesto a amar y ayudar al prójimo. Dotada de una sensibilidad inacabable, Dulcie es una niña en el cuerpo de una mujer. De grandes demostraciones de cariño, hará sentir a todo el que la rodea como si estuviera en un sueño y ella fuera un ángel que despliega su luz para contagiar alegría.
No es exagerado decir que es una criatura encantadora, algunos creen que no es humana o que muestra algo que no es, sin embargo, Dulcie es una joven que se refugió en sus sueños para hacer su vida más fácil. De una imaginación inconmensurable, su mente puede vagar por diversos universos.
Dueña de una gran inteligencia, es paciente y perseverante, de una elegancia que desmiente su origen humilde y hace pareciera que nació en una cuna de oro. Siempre se la verá sonriente y radiante, como si nada pasara y su vida fuera un jardín primaveral.
Las espinas del rosal…
Detrás de la encantadora máscara de Dulcie, se oculta una joven melancólica e infeliz. A pesar de conocer la maldad en el mundo, prefirió abstraer su mente en su mundo de ensoñaciones, lo que la hace ingenua, fácil de manipular y extremadamente crédula. Confía en todos y es incapaz de ver la miseria humana, siempre intenta encontrarle el lado bueno, hasta al más cruel de los seres.
Culposa, se siente responsable de todo lo que sucede, por más que nada tenga que ver. Eso se relaciona con su niñez, desde siempre supo que su madre murió al darla a luz, lo que la hace sentir responsable; además, siente culpa porque su adorado hermano mellizo nunca fue instruido, en cambio, ella, recibió una maravillosa educación.
Demasiado reservada de sus cuestiones íntimas, sumisa y callada. Prefiere agachar la cabeza, jamás se revelará, ni hará escándalos, contiene lo que siente y reprime aquellas emociones y sentimientos oscuros, convirtiéndolos en una falsa alegría.
Inmadura, por sus características aniñadas, podría tildársela de tal. Es susceptible y llora con facilidad, y a pesar de aparentar fragilidad, todos los mecanismos psicológicos de defensa que puso a lo largo de su vida, han sido para mantenerse en pie, muestra de una gran valentía, coraje y fortaleza, que, a pesar de no ser consciente de esas tres virtudes, saca a relucir sin darse cuenta.
Sus belleza casi etérea, es el reflejo de su bondadosa alma. Su corazón puro y sin rencores es incapaz de albergar malos sentimientos, y siempre está predispuesto a amar y ayudar al prójimo. Dotada de una sensibilidad inacabable, Dulcie es una niña en el cuerpo de una mujer. De grandes demostraciones de cariño, hará sentir a todo el que la rodea como si estuviera en un sueño y ella fuera un ángel que despliega su luz para contagiar alegría.
No es exagerado decir que es una criatura encantadora, algunos creen que no es humana o que muestra algo que no es, sin embargo, Dulcie es una joven que se refugió en sus sueños para hacer su vida más fácil. De una imaginación inconmensurable, su mente puede vagar por diversos universos.
Dueña de una gran inteligencia, es paciente y perseverante, de una elegancia que desmiente su origen humilde y hace pareciera que nació en una cuna de oro. Siempre se la verá sonriente y radiante, como si nada pasara y su vida fuera un jardín primaveral.
Las espinas del rosal…
Detrás de la encantadora máscara de Dulcie, se oculta una joven melancólica e infeliz. A pesar de conocer la maldad en el mundo, prefirió abstraer su mente en su mundo de ensoñaciones, lo que la hace ingenua, fácil de manipular y extremadamente crédula. Confía en todos y es incapaz de ver la miseria humana, siempre intenta encontrarle el lado bueno, hasta al más cruel de los seres.
Culposa, se siente responsable de todo lo que sucede, por más que nada tenga que ver. Eso se relaciona con su niñez, desde siempre supo que su madre murió al darla a luz, lo que la hace sentir responsable; además, siente culpa porque su adorado hermano mellizo nunca fue instruido, en cambio, ella, recibió una maravillosa educación.
Demasiado reservada de sus cuestiones íntimas, sumisa y callada. Prefiere agachar la cabeza, jamás se revelará, ni hará escándalos, contiene lo que siente y reprime aquellas emociones y sentimientos oscuros, convirtiéndolos en una falsa alegría.
Inmadura, por sus características aniñadas, podría tildársela de tal. Es susceptible y llora con facilidad, y a pesar de aparentar fragilidad, todos los mecanismos psicológicos de defensa que puso a lo largo de su vida, han sido para mantenerse en pie, muestra de una gran valentía, coraje y fortaleza, que, a pesar de no ser consciente de esas tres virtudes, saca a relucir sin darse cuenta.
Historia
Como un vestigio de lo que sería su vida futura, la tragedia marcó el nacimiento de los mellizos Sterling. Tras el alumbramiento del mayor, Strider, la madre de ellos, agotada por las horas intensas del trabajo de parto y por parir a un bebé como él, falleció al dar a luz a la pequeña Dulcie, que llegó al mundo con sus signos vitales bajos. Tras varios días de esperar la evolución de su cuadro, y en que los médicos no daban esperanzas sobre sus expectativas de vida, la recién nacida comenzó a mejorar. Una vecina de los Sterling, que había perdido a su hijo al darlo a luz, se ofreció como nodriza de los hermanos, que comenzaron a ser amamantados por la mujer.
Atrás había quedado el trágico Noviembre de 1775 en Portsmuth, y los niños empezaron a crecer, conociendo las limitaciones a las que su padre, un hombre de escasos recursos, los sometía debido a la falta de dinero. Dulcie fue forjando su tranquilo y encantador carácter desde que empezó a caminar y a hablar a los nueve meses. A pesar de las complicaciones que había padecido los primeros días de vida, se convirtió en una bebé de salud admirable. La señora que los amamantó fue una profesora que perdió sus riquezas y terminó el suburbios ingleses, pero le tomó gran cariño a la pequeña, que terminó siendo su alumna, así fue como Dulcie aprendió a leer y a escribir.
La niña siempre sintió profunda admiración por su hermano. A pesar de que él no era educado como ella, Dulcie se sentía a gusto leyéndole algún cuento que la señora le había prestado para practicar sus lecciones. El sentimiento que albergaba por su hermano era muy intenso, lo sentía unido de una manera especial a su corazón, aquel lazo no era sólo la sangre, ella sabía que él jamás la dejaría o permitiría que algo malo le sucediera, por eso se entristeció tanto cuando Strider debió salir a trabajar vendiendo periódicos para colaborar con la casa, ya no lo veía tan seguido, y cuando compartía con él, sabía estar muy cansado. De a poco, el pequeño mundo de ensueño que ella había creado en su imaginación, empezaba a derrumbarse. La pobreza extrema en la que vivían a veces los obligaba a racionar aún más la comida, sin embargo, ella siempre veía como le daban la porción más grande, en ocasiones, lo escuchaba a su padre decir que era porque al haber sido tan débil cuando nació, debía alimentarse bien para crecer fuerte.
A pesar de intentar mantenerse ajena a los inconvenientes familiares, Dulcie sabía que su vida no era como la de las princesas de los cuentos, o como la de las señoritas de la alta sociedad. Sin embargo, no era infeliz, ella sentía que todo lo podía cuando su hermano le sonreía o le dispensaba una caricia, él era todo lo que necesitaba para ser feliz. Pero cuando tenía ocho años, todo dio un vuelco que no esperaba. Esa mañana Strider había ido a trabajar como de costumbre, ella no vería a su profesora porque su padre le había pedido que se quedara, el día anterior había llegado con un vestido nuevo en color celeste, que Dulcie no entendía cómo había hecho para obtener el dinero para un atuendo tan hermoso, le dio jabón y perfume, la ayudó a bañarse con la poca agua caliente que tenían, peinó su larga cabellera rubia y la dejó hecha un princesa, enfundada en esas sedas y puntillas. Le preguntó por qué había gastado tanto dinero en ella, que por qué no le había comprado algo a su hermano, también le cuestionó que la vistiera así para un día común y corriente, a lo que su padre respondió “mereces esto, Dulcie, porque salvarás a la familia”, no logró comprender el significado de esas palabras, hasta que cerca del mediodía, cuando una lluvia torrencial azotaba Portsmuth, se escuchó que golpeaban la puerta de la precaria vivienda. Un hombre alto, delgado, de nariz aguileña, ojos oscuros, y ataviado de finas ropas, saludó a su padre con cortesía y luego preguntó si era ella, el hombre asintió y la llamó. “Dulcie, busca tus pertenencias” le dijo. Desconfiada, la niña fue al único cuarto de la vivienda y tomó la pequeña valija con algunos harapos que tenía y su única muñeca. A pesar de no querer, presentía que algo malo estaba sucediendo. Tomó un guardapelo oxidado que había encontrado en la calle, se cortó un mechó de su bello cabello rubio, lo guardó dentro junto a una pequeña nota que decía “Te estaré esperando”, y lo escondió bajo la almohada de su hermano. Volvió a la sala, notó lágrimas en los ojos de su padre, y a pesar de ella tener deseos de romper a llorar, se contuvo y le dispensó una amplia sonrisa, sabiendo que a él le fascinaba cuando ella lo hacía.
Viajó sola en la cabina de un carruaje negro tirado por dos caballos. Por momentos se dormía y despertaba sobresaltada por alguna pesadilla. No soltaba a Monique, su muñeca, se aferraba a ella para llorar en silencio. Llegó de noche a la ciudad de Londres, donde estuvo alojada en un hotel lujoso durante cinco días. Encerrada en la habitación, fue atendida por una mujer que le llevó vestidos de todos colores, muñecas, perfumes, mantillas, guantes, y también le dio lecciones de protocolo, la señora de sorprendió por la rapidez con que aprendía, pero más aún la sorprendió que supiera leer, escribir, sumar y restar. Si bien no podía decirse que esa dama era amable, Dulcie se sentía a gusto con ella, puesto que cada vez que aparecía era para darle un regalo. Se pasaba las tardes asomada por la ventana observando a las personas elegantes que transitaban, y copiaba las maneras y ademanes de ellos, al amanecer, veía a los niños que vendían periódicos y recordaba a Strider, ¿qué habrá dicho él cuando llegó a su hogar y ella ya no estaba? ¿Qué explicaciones le daría su padre? ¿La extrañaría? ¿Volverían a verse?
El quinto día se despidió de la mujer que había estado con ella, y el mismo hombre que la había buscado en su casa, la subió al carruaje, viajaron hasta el puerto, donde ambos zarparon en un buque. Ellos se ubicaron, cada uno, en un camarote, el de Dulcie era extremadamente lujoso. La niña seguía sin comprender qué era todo lo que estaba sucediendo. La confusión se veía agravada por los mareos consecuencia del viaje, debía asistirse sola. Fueron unos terroríficos días hasta llegar a tierra firme, no sabía dónde se encontraba, las personas no hablaban su idioma y ese sitio, definitivamente, no eran ni Portsmuth ni Londres. El señor que la custodiaba, le explicó que su vida cambiaría radicalmente gracias a la ayuda de su jefe, que ella le debía obediencia y respeto por sacarla de la pobreza, y que si era una niña buena, podría conseguir grandes favores de él. Otro viaje más y llegaron de noche a un castillo impresionante, rodeado de espesa flora. Sin embargo, al ingresar allí, un frío le recorrió la espalda y la obligó a aferrarse a Monique.
Conoció a Mikhail Argeneau, un hombre muy guapo, que la trató con cortesía y le explicó que ese era su nuevo hogar. Dulcie se sintió automáticamente atraída por su intensa mirada, por el sonido de su voz, por su estampa imponente, jamás había conocido a alguien como él y sintió que estaba frente a uno de los príncipes de sus cuentos. Él mismo la acompañó hasta su alcoba, repleta de lujos y la ayudó con sus pertenencias. La niña le contó con entusiasmo quién era ella, su padre, le habló de su hermano, de sus cuentos, le relató el viaje, y si bien, él no respondía, ella estaba a gusto con su relato. Pasaron los días y la tristeza y soledad comenzaron a hacer mella en su ánimo, pasaba los días enteros sin salir de la habitación, no veía la luz del Sol, era alimentada a través de una ventanita que había en la puerta, y así fue como se decidió a crear en su imaginación un mundo de fantasías, jugaba con las muñecas, leía cuentos, y así los años pasaron, a veces no sabía si hablaba en su mente o en voz alta. Su adolescencia llegó repleta de sobresaltos, sobre todo, por los cambios que se suscitaban en su cuerpo y ella no encontraba razón, tampoco sabía por qué estaba allí, a veces, el señor Argeneau la visitaba y se sentaba a observarla en silencio, mientras ella peinaba a las muñecas o pintaba. A los catorce años descubrió que lo amaba profundamente, a pesar de todo, él era su única compañía, un día le preguntó qué hacía ella allí y él le explicó que su padre había contraído una deuda y ella era la paga, quedó confundida, pero pensó que si eso había ayudado a Strider a dejar de trabajar, estaba bien, ¿qué sería de él?
A los diecisiete años, Dulcie se entregó a Mikhail, que la desvirgó y convirtió en su amante. En ocasiones ella no podía creer de todo lo que eran capaces un hombre y una mujer, aunque en ocasiones los juegos a los que la sometía le hacían daño, ella sentía que haría todo por él, con tal de complacerlo. Descubrió que Argeneau era un vampiro, sin embargo, el sentimiento era tan profundo, que no le temía, y se sentía gustosa de darle su sangre para que se alimentase. Fue un año en el que su mente se debatía entre la eterna soledad de los días, y el despliegue de lujuria junto a Mikhail por las noches. Sin embargo, un buen día, él le informó que podría salir del castillo, Dulcie se puso feliz, pero nunca imaginó el por qué. La convirtió en prostituta, a veces le enviaban carruajes al Castillo de If, que la trasladaban a otros palacios o residencias, donde era otro quien la poseía, a veces, entre varios hombres, también vampiros que tomaban su cuerpo y su sangre. En otras ocasiones, era llevada a un burdel, donde ofrecía sus servicios a cualquier hombre de cualquier estrato social, la madame de allí les hacía creer a los más borrachos que se llevaban una virgen a la cama y cobraba más caro, su aspecto de niña, hacía que creyeran tal cosa. A los veinte años, quedó embarazada, sin embargo, a los cinco meses de gestación, un cliente del burdel que estaba muy ebrio la golpeó y terminó padeciendo un aborto, estuvo en grave estado de salud, pero logró sobrevivir. A los veinticuatro años, quedó embarazada de un reconocido cliente que había pedido exclusividad durante casi un año, al enterarse que la muchacha estaba en cinta, dejó de mantenerla, el embarazo prosperó, pero el niño nació muerto. A pesar de que Dulcie debía no haber deseado a esos hijos, la muerte de ambos pequeños la entristeció, no sabía qué vida podía darles, y seguramente terminarían como esclavos de Mikhail, sin embargo, ella los deseaba y los amaba, a pesar de ser fruto del pecado, no estaba en su naturaleza el odio.
El creer que todo en su existencia se limitaba al mundo al que la habían sometido desde pequeña, era erróneo. Ese sobrevivir sólo con la esperanza de algún día escapar, se convirtió en un sobrevivir para alguien más cuando vuelve a entrar en escena su hermano perdido, Strider. Dulcie pensó que nunca más lo vería, que él no la recordaba, ella, en ocasiones, soñaba con que él la rescataba del mar de basura en el que estaba sumergida, en otras, imaginaba cómo sería de adulto, ella tenía un vago recuerdo del niño que vio por última vez hacía más de quince años, en ocasiones, la necesidad de tener un afecto se hacía tan fuerte, que su imagen cobraba vida y le hablaba, luego caía que todo era obra de su loca cabeza. Pero el día que él se presentó ante Argeneau, reclamándola, su corazón dio un vuelco, pero conocía lo suficiente al vampiro como para saber que nada sería fácil para ellos, había aprendido que todo lo hacía por conveniencia, que se divertía moviendo a las personas como marionetas, como piezas de ajedrez que le servían para su juego macabro, y allí ellos eran sólo insignificantes criaturas. Mikhail Argeneau utilizaría a su hermano, él sería una víctima más, sólo por rescatarla, lo que él no sabe, es que Dulcie ya no tiene salvación y que está dispuesta a todo por salvarlo a él.
Atrás había quedado el trágico Noviembre de 1775 en Portsmuth, y los niños empezaron a crecer, conociendo las limitaciones a las que su padre, un hombre de escasos recursos, los sometía debido a la falta de dinero. Dulcie fue forjando su tranquilo y encantador carácter desde que empezó a caminar y a hablar a los nueve meses. A pesar de las complicaciones que había padecido los primeros días de vida, se convirtió en una bebé de salud admirable. La señora que los amamantó fue una profesora que perdió sus riquezas y terminó el suburbios ingleses, pero le tomó gran cariño a la pequeña, que terminó siendo su alumna, así fue como Dulcie aprendió a leer y a escribir.
La niña siempre sintió profunda admiración por su hermano. A pesar de que él no era educado como ella, Dulcie se sentía a gusto leyéndole algún cuento que la señora le había prestado para practicar sus lecciones. El sentimiento que albergaba por su hermano era muy intenso, lo sentía unido de una manera especial a su corazón, aquel lazo no era sólo la sangre, ella sabía que él jamás la dejaría o permitiría que algo malo le sucediera, por eso se entristeció tanto cuando Strider debió salir a trabajar vendiendo periódicos para colaborar con la casa, ya no lo veía tan seguido, y cuando compartía con él, sabía estar muy cansado. De a poco, el pequeño mundo de ensueño que ella había creado en su imaginación, empezaba a derrumbarse. La pobreza extrema en la que vivían a veces los obligaba a racionar aún más la comida, sin embargo, ella siempre veía como le daban la porción más grande, en ocasiones, lo escuchaba a su padre decir que era porque al haber sido tan débil cuando nació, debía alimentarse bien para crecer fuerte.
A pesar de intentar mantenerse ajena a los inconvenientes familiares, Dulcie sabía que su vida no era como la de las princesas de los cuentos, o como la de las señoritas de la alta sociedad. Sin embargo, no era infeliz, ella sentía que todo lo podía cuando su hermano le sonreía o le dispensaba una caricia, él era todo lo que necesitaba para ser feliz. Pero cuando tenía ocho años, todo dio un vuelco que no esperaba. Esa mañana Strider había ido a trabajar como de costumbre, ella no vería a su profesora porque su padre le había pedido que se quedara, el día anterior había llegado con un vestido nuevo en color celeste, que Dulcie no entendía cómo había hecho para obtener el dinero para un atuendo tan hermoso, le dio jabón y perfume, la ayudó a bañarse con la poca agua caliente que tenían, peinó su larga cabellera rubia y la dejó hecha un princesa, enfundada en esas sedas y puntillas. Le preguntó por qué había gastado tanto dinero en ella, que por qué no le había comprado algo a su hermano, también le cuestionó que la vistiera así para un día común y corriente, a lo que su padre respondió “mereces esto, Dulcie, porque salvarás a la familia”, no logró comprender el significado de esas palabras, hasta que cerca del mediodía, cuando una lluvia torrencial azotaba Portsmuth, se escuchó que golpeaban la puerta de la precaria vivienda. Un hombre alto, delgado, de nariz aguileña, ojos oscuros, y ataviado de finas ropas, saludó a su padre con cortesía y luego preguntó si era ella, el hombre asintió y la llamó. “Dulcie, busca tus pertenencias” le dijo. Desconfiada, la niña fue al único cuarto de la vivienda y tomó la pequeña valija con algunos harapos que tenía y su única muñeca. A pesar de no querer, presentía que algo malo estaba sucediendo. Tomó un guardapelo oxidado que había encontrado en la calle, se cortó un mechó de su bello cabello rubio, lo guardó dentro junto a una pequeña nota que decía “Te estaré esperando”, y lo escondió bajo la almohada de su hermano. Volvió a la sala, notó lágrimas en los ojos de su padre, y a pesar de ella tener deseos de romper a llorar, se contuvo y le dispensó una amplia sonrisa, sabiendo que a él le fascinaba cuando ella lo hacía.
Viajó sola en la cabina de un carruaje negro tirado por dos caballos. Por momentos se dormía y despertaba sobresaltada por alguna pesadilla. No soltaba a Monique, su muñeca, se aferraba a ella para llorar en silencio. Llegó de noche a la ciudad de Londres, donde estuvo alojada en un hotel lujoso durante cinco días. Encerrada en la habitación, fue atendida por una mujer que le llevó vestidos de todos colores, muñecas, perfumes, mantillas, guantes, y también le dio lecciones de protocolo, la señora de sorprendió por la rapidez con que aprendía, pero más aún la sorprendió que supiera leer, escribir, sumar y restar. Si bien no podía decirse que esa dama era amable, Dulcie se sentía a gusto con ella, puesto que cada vez que aparecía era para darle un regalo. Se pasaba las tardes asomada por la ventana observando a las personas elegantes que transitaban, y copiaba las maneras y ademanes de ellos, al amanecer, veía a los niños que vendían periódicos y recordaba a Strider, ¿qué habrá dicho él cuando llegó a su hogar y ella ya no estaba? ¿Qué explicaciones le daría su padre? ¿La extrañaría? ¿Volverían a verse?
El quinto día se despidió de la mujer que había estado con ella, y el mismo hombre que la había buscado en su casa, la subió al carruaje, viajaron hasta el puerto, donde ambos zarparon en un buque. Ellos se ubicaron, cada uno, en un camarote, el de Dulcie era extremadamente lujoso. La niña seguía sin comprender qué era todo lo que estaba sucediendo. La confusión se veía agravada por los mareos consecuencia del viaje, debía asistirse sola. Fueron unos terroríficos días hasta llegar a tierra firme, no sabía dónde se encontraba, las personas no hablaban su idioma y ese sitio, definitivamente, no eran ni Portsmuth ni Londres. El señor que la custodiaba, le explicó que su vida cambiaría radicalmente gracias a la ayuda de su jefe, que ella le debía obediencia y respeto por sacarla de la pobreza, y que si era una niña buena, podría conseguir grandes favores de él. Otro viaje más y llegaron de noche a un castillo impresionante, rodeado de espesa flora. Sin embargo, al ingresar allí, un frío le recorrió la espalda y la obligó a aferrarse a Monique.
Conoció a Mikhail Argeneau, un hombre muy guapo, que la trató con cortesía y le explicó que ese era su nuevo hogar. Dulcie se sintió automáticamente atraída por su intensa mirada, por el sonido de su voz, por su estampa imponente, jamás había conocido a alguien como él y sintió que estaba frente a uno de los príncipes de sus cuentos. Él mismo la acompañó hasta su alcoba, repleta de lujos y la ayudó con sus pertenencias. La niña le contó con entusiasmo quién era ella, su padre, le habló de su hermano, de sus cuentos, le relató el viaje, y si bien, él no respondía, ella estaba a gusto con su relato. Pasaron los días y la tristeza y soledad comenzaron a hacer mella en su ánimo, pasaba los días enteros sin salir de la habitación, no veía la luz del Sol, era alimentada a través de una ventanita que había en la puerta, y así fue como se decidió a crear en su imaginación un mundo de fantasías, jugaba con las muñecas, leía cuentos, y así los años pasaron, a veces no sabía si hablaba en su mente o en voz alta. Su adolescencia llegó repleta de sobresaltos, sobre todo, por los cambios que se suscitaban en su cuerpo y ella no encontraba razón, tampoco sabía por qué estaba allí, a veces, el señor Argeneau la visitaba y se sentaba a observarla en silencio, mientras ella peinaba a las muñecas o pintaba. A los catorce años descubrió que lo amaba profundamente, a pesar de todo, él era su única compañía, un día le preguntó qué hacía ella allí y él le explicó que su padre había contraído una deuda y ella era la paga, quedó confundida, pero pensó que si eso había ayudado a Strider a dejar de trabajar, estaba bien, ¿qué sería de él?
A los diecisiete años, Dulcie se entregó a Mikhail, que la desvirgó y convirtió en su amante. En ocasiones ella no podía creer de todo lo que eran capaces un hombre y una mujer, aunque en ocasiones los juegos a los que la sometía le hacían daño, ella sentía que haría todo por él, con tal de complacerlo. Descubrió que Argeneau era un vampiro, sin embargo, el sentimiento era tan profundo, que no le temía, y se sentía gustosa de darle su sangre para que se alimentase. Fue un año en el que su mente se debatía entre la eterna soledad de los días, y el despliegue de lujuria junto a Mikhail por las noches. Sin embargo, un buen día, él le informó que podría salir del castillo, Dulcie se puso feliz, pero nunca imaginó el por qué. La convirtió en prostituta, a veces le enviaban carruajes al Castillo de If, que la trasladaban a otros palacios o residencias, donde era otro quien la poseía, a veces, entre varios hombres, también vampiros que tomaban su cuerpo y su sangre. En otras ocasiones, era llevada a un burdel, donde ofrecía sus servicios a cualquier hombre de cualquier estrato social, la madame de allí les hacía creer a los más borrachos que se llevaban una virgen a la cama y cobraba más caro, su aspecto de niña, hacía que creyeran tal cosa. A los veinte años, quedó embarazada, sin embargo, a los cinco meses de gestación, un cliente del burdel que estaba muy ebrio la golpeó y terminó padeciendo un aborto, estuvo en grave estado de salud, pero logró sobrevivir. A los veinticuatro años, quedó embarazada de un reconocido cliente que había pedido exclusividad durante casi un año, al enterarse que la muchacha estaba en cinta, dejó de mantenerla, el embarazo prosperó, pero el niño nació muerto. A pesar de que Dulcie debía no haber deseado a esos hijos, la muerte de ambos pequeños la entristeció, no sabía qué vida podía darles, y seguramente terminarían como esclavos de Mikhail, sin embargo, ella los deseaba y los amaba, a pesar de ser fruto del pecado, no estaba en su naturaleza el odio.
El creer que todo en su existencia se limitaba al mundo al que la habían sometido desde pequeña, era erróneo. Ese sobrevivir sólo con la esperanza de algún día escapar, se convirtió en un sobrevivir para alguien más cuando vuelve a entrar en escena su hermano perdido, Strider. Dulcie pensó que nunca más lo vería, que él no la recordaba, ella, en ocasiones, soñaba con que él la rescataba del mar de basura en el que estaba sumergida, en otras, imaginaba cómo sería de adulto, ella tenía un vago recuerdo del niño que vio por última vez hacía más de quince años, en ocasiones, la necesidad de tener un afecto se hacía tan fuerte, que su imagen cobraba vida y le hablaba, luego caía que todo era obra de su loca cabeza. Pero el día que él se presentó ante Argeneau, reclamándola, su corazón dio un vuelco, pero conocía lo suficiente al vampiro como para saber que nada sería fácil para ellos, había aprendido que todo lo hacía por conveniencia, que se divertía moviendo a las personas como marionetas, como piezas de ajedrez que le servían para su juego macabro, y allí ellos eran sólo insignificantes criaturas. Mikhail Argeneau utilizaría a su hermano, él sería una víctima más, sólo por rescatarla, lo que él no sabe, es que Dulcie ya no tiene salvación y que está dispuesta a todo por salvarlo a él.
Datos Extra
■ Dulcie habla cuatro idiomas además del propio: francés, ruso, árabe y latín
■ Ella es exactamente igual a su madre, algo que su padre siempre le recordaba
■ Tiene guardados todos los costosos regalos que le hacen sus clientes
■ No es una persona con inclinación a hacer muchas amistades
■ Ella es exactamente igual a su madre, algo que su padre siempre le recordaba
■ Tiene guardados todos los costosos regalos que le hacen sus clientes
■ No es una persona con inclinación a hacer muchas amistades
Última edición por Dulcie Sterling el Mar Mayo 21, 2013 11:36 pm, editado 4 veces
Dulcie Sterling- Mensajes : 48
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Re: Dulcie Sterling
CUANDO TERMINES TU FICHA POSTEA AVISANDO PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF PASE A REVISARLA. GRACIAS.
Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Dulcie Sterling
La ficha está lista. Muchas gracias!
Dulcie Sterling- Mensajes : 48
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Re: Dulcie Sterling
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Tarik Pattakie- Vampiro/Realeza
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