Nueva investigación: "Suspendidos verdades y mitos en las leyendas" {Soren}

por **Ariadna Raibow** Vie Jun 01, 2012 6:34 pm

Recuerdo del primer mensaje :

La monotonía puede ser algo desagradable verdaderamente. Las horas encerrada en casa se volvían insoportables, pero no sabía que era peor, si el confinamiento auto impuesto con bordado y libros como única compañía o la incesante charla de los salones de baile a los que me veía obligada a asistir como carabina para mi hermana. Enmma era el diamante de la temporada ciertamente, era pequeña, con el pelo brillantemente rubio y lacio, ojos y piel clara, modales refinados instruidos por mí misma... el sueño de todo señor con sangre azul, además de todo tenía una jugosa dote. Esto último me aseguraba de toda una noche dándome cuenta de que nadie captaba mi presencia tras mi hermosa hermanastra y de ahuyentar moscones indeseados de su alrededor sin apenas tiempo para tomar una limonada.

Como si eso fuera poco, al llegar a casa debía dar un informe detallado de los hechos a la madre de esta y mi padre que simplemente bebía brandy delante de la chimenea y tengo la sensación de que nunca me escucha en estos momentos. Cuando por fin pude conseguir el permiso para subir a las habitaciones las doncellas se tiraron gran tiempo atendiendo a Enmma así que correteaban por el pasillo de un lado a otro y no podía utilizar mi salida por miedo a ser descubierta. Una vez por fin todo se calmó, después de perder valiosas horas de tiempo, me dispuse a ponerme mi disfraz, una vez colocado y mucho más cómoda me escurrí por la ventana hasta el suelo y después marché hacia la noche parisina sin mirar atrás.

La peluca daba calor, a veces desearía no tener que utilizarla, pero sabía que era parte clave de mi disfraz y como siempre iba colocada a la perfección escondiendo mi larga melena rubia ondulada. Los pantalones se sentían cómodos y al instante mis piernas tomaron un andar más masculino. La capa cumplía dos funciones, hacer que mis hombros parecieran más anchos y ocultar mi figura entre la bruma nocturna, el sombrero calado completaba el atuendo.

Caminaba cavilando hacia que lugar debería marchar, hacía unas semanas que no me acercaba a los burdeles y de seguro las chicas tenían nuevas cosas que contarme. También podía ir de visita médica a los barrios bajos o a casa de uno de mis amigos científicos que estaba formulando nuevas teorías y empezando nuevas lineas de investigación... el caso es que todas las investigaciones de mis amigos científicos se habían vuelto predecibles y aburridas y aunque sí eran interesantes... dejaban de atraerme con tanta pasión. Estaba pensando en esto cuando choqué con un sujeto y me tambaleé un poco hacia atrás.

- Disculpe, fue culpa mía... mis más sinceras disculpas- dije agravando mi voz al instante.

por **Ariadna Raibow** Miér Jul 04, 2012 4:35 am

Reí de forma ronca ante sus palabras y asentí dándole la razón, en estos lugares eran donde estaba lo peor de lo peor en cuanto a ladrones, traficantes y asesinos, pero también lo mejor en cuanto a amigos se refería y de eso podía dar yo buena fe. Vi pasar al muchacho a nuestro lado y tras dar unos paso me di cuenta de que la cartera me faltaba... eso quería decir que hacía apenas unos días que había llegado porque alguien que hubiera estado allí más de una semana habría oído de mi y de que uno no se podía meter conmigo sin tener represalias.

Me volví mientras me quitaba el sombrero y se lo daba a mi acompañante, en apenas unas zancadas había agarrado al muchacho. En cuanto a tamaño y fuerza me superaba, pero eso no quería decir que yo fuera a dejarlo marchar, la rapidez era mi baza, así que mientras que se daba la vuelta le asesté un duro golpe en el plexo solar que lo dejó son aliento y le hizo caer de rodillas a mis pies. Con una fuerte patada en su costado derecho le hice caer de espaldas sobre el sucio suelo mientras gimoteaba como una mujer débil. Había escuchado de fondo mientras perseguía al muchacho que Soren me había dicho algo pero estaba ocupado con otras cosas así que simplemente lo olvidé.

- ¿Dónde está mi cartera?
- No se de que me habla.

Suspirando puse un pie sobre su garganta mientras un grupo de prostitutas se congregaba a mi alrededor y empezaban a murmurar cosas como "¿Cómo se le ocurre robarle a Wobiar? ¿Nadie le avisó?" "Pobre chico... pero va a recibir su merecido" "Tengo entendido que le quita los corazones a los muertos y los corta"... dejando de lado las murmuraciones me concentré en el muchacho que estaba a mis pies y parecía mortalmente blanco bajo las cicatrices de las enfermedades.

- Bien, demos unas clases de anatomía muchacho- comenté apretando un poco para que sintiera la presión de mi pie-, por aquí pasa la traquea, que es lo que necesitas para tragar y para respirar, es un órgano muy importante porque ¿sabes lo que pasa si no respiras verdad? - comenté mientras el chico abría mucho los ojos y asentía un poco-... bien, pues para ser tan importante es muy frágil... tanto que apenas con unos quilos puede ser aplastada llevándote a una muerte lenta y bastante dolorosa...- le miré, ahora parecía incluso más blanco- bien... haré la pregunta de nuevo ¿Donde está mi cartera?
- Aquí señor- respondió sacándola de uno de sus bolsillos y tendiéndomela.
- Bien sabía que nos entenderíamos...

Agarré mi cartera y la guardé mientras me volvía hacia mi acompañante y le arrebataba el gorro, ahora podía haber visto mi rostro totalmente iluminado, pero no me importaba demasiado ya que había decidido dejar de jugar, si quería saber quien era yo lo sabría... pero en un territorio totalmente seguro para mi, donde no pudiera atacarme y si lo hacía estuviera bien cubierta. Sonriendo pasé por su lado y murmuré sólo para él.

- ¿Quiere saber mis secretos señor Makelyne?... entonces sígame...

por **Soren Makelyne** Miér Jul 04, 2012 5:42 am

Contempló cómo de repente Wobiar se giraba sobre sus talones, le pasaba su sombrero y se lanzaba contra la retaguardia de un ladronzuelo más alto y fuerte que él.

-Milord...- Intentó detenerlo, sonriendo y negando con la cabeza.- ¿Qué se supone que va...?

Pero ni Wobiar le prestaba atención ni le dio tiempo de concluir la pregunta. Simplemente, el ladrón apareció bajo sus pies al segundo siguiente, más blanco que el propio vampiro y tendiéndole la cartera de nuevo. Fue una gran sorpresa que su culto y refinado compañero supiera pelear con semejante soltura y se moviera con tal rapidez, pero no era más rápido que el propio Soren... no si usaba sus reflejos y agilidad sobrehumanos, claro, porque al viejo Soren humano lo hubiera aplastado aún más fácil y rápido que al truhán. Pero por otro lado, también había descubierto que la agresividad del carácter de Wobiar alcanzaba niveles que no había imaginado.

Wobiar regresó y le arrancó el sombrero de las manos. Y de paso, dejó a Soren boquiabierto.

La luz le había bañado completamente el rostro y los viejos ojos del vampiro notaron algo extraño en los rasgos del hombre. No fue mucho tiempo, tampoco estaba atento, pero antes de que se hubiera ceñido el sombrero y hubiera vuelto a hablar con aquella voz susurrante hubiera jurado que era...

¿Cómo podía haber sido tan estúpido?

Se ocultaba entre las sombras, apenas era más grande que él, nunca hablaba sino que siempre se comunicaba por susurro... Ya lo había visto antes, pero el detalle le había pasado inadvertido porque aquella vez en Japón, hacía ya siglos, había sido al revés: En aquella ocasión había sido un hombre disfrazado de mujer.

Wobiar le ofreció desvelar sus secretos y siguió avanzando.

Ahora sí que había sabido captar toda su atención.

por **Ariadna Raibow** Miér Jul 04, 2012 9:07 am

Tenía la sensación de que mi acompañante ya había adivinado mi verdadera condición, pero de todas maneras lo guié por aquel lugar hasta una puerta verdaderamente fortificada a la cual golpeé tres veces fuerte y contundentemente, casi al instante la pequeña portezuela que tenían para ver quien era se abrió y apareció la cara de un hombre que siempre me había recordado a un chimpancé de los que se exhibían en los zoológicos. Tras decir algunas palabras en latín, ya que Clariss pensaba que así le daba un toque de distinción, el hombre la abrió y dejó paso a un salón de grandes proporciones donde las mujeres de vida bella se agolpaban. Al instante Clariss apareció para abrazarse a mí.

- Hola hermosura- murmuró zalamera a mi oído.
- Déjalo Clariss... este es Soren- le presenté y después me giré hacia él- Soren, esta es Clariss, la dueña... - tras eso me volví a girar y me dirigí a la parte trasera mientras una enfurruñada Clariss se dedicaba a beberse un baso bien cargado de un fuerte licor de rara procedencia.

Pasé de largo de las habitaciones donde se fumaba opio, de las peleas de perros que había hacia un lado y de varias diversiones morbosas más que había por todos lados y me interné en el laboratorio de la parte posterior, donde nadie se atrevía a entrar pues era verdad que se habrían corazónes. El dueño no estaba pero me apresuré a quitarme la capa y el sombrero así como la peluca, dejando que mi pelo rubio cayera largo y sedoso hasta la cintura. Me volví hacia Soren, si es que me había seguido... vi que si y sonreí de medio lado.

- ¿Le agrada descubrir los más íntimos secretos de los demás señor Makelyne?

por **Soren Makelyne** Miér Jul 04, 2012 5:47 pm

La siguió. Saludó cortés a la señora que les abrió la puerta y le dedicó una amable sonrisa mientras la Srta. Wobiar los presentaba con palabras secas y toscas.

-Un placer...- Replicó mientras ojeaba el pecaminoso paraíso oculto a su alrededor.- ...Podría acostumbrarme a las noches de este lugar.-Añadió mientras aspiraba profundamente el humo del opio que flotaba en el ambiente.

Sin embargo, lo de los perros no le hizo tanta gracia; no se tomó ningún esfuerzo en disimular el asco y la desaprobación que sentía de un puñado de humanos harapientos apostando el dinero de sus familias y vitoreaban a un par de perros mientras se desgarraban el pelaje y la piel. Aquellas criaturas de la sala no se diferenciaban en absolutamente nada de los cánidos que se peleaban.

Y finalmente entró en la última sala. Los corazones no le sobresaltaron en absoluto, era escocés, estaba acostumbrado a las vísceras; pero tampoco le agradaron en un primer momento, después de cerciorarse de que efectivamente eran humanos. Digamos que no se sentía "tan" escocés... Pero no cabía duda alguna de que se encontraba en un laboratorio, un laboratorio clandestino.

Y sabía lo que eso significaba. Estaba en un reducto de inteligencia y sabiduría que se oponía a la opresión tiránica de las viejas supersticiones. O dicho en cristiano: Tipos que odian a la Iglesia.

Y el enemigo del enemigo siempre puede ser una pieza fácilmente manipulable.

-Me temo que solo he rascado en la epidermis, milady...- Giró sobre sus talones, contemplando el laboratorio.- O milord,- Replicó fijando la mirada en ella, divertido.- lo cierto es que me siento confuso al respecto.

por **Ariadna Raibow** Sáb Jul 07, 2012 9:52 am

Puede que hubiera sido algo brusca y desconsiderada con la dueña al entrar pero en verdad si no era así se tiraría sobre mí en cualquier momento... y sinceramente, aunque no encuentro perspectiva de encontrar marido o alguien interesado en mi persona, mis preferencias no son esas, aunque ya sabía que las preferencias pueden ser muy extravagantes entre las personas. Me estremecí recordando a algún hombre que había deseado a una joven que trajeron para que pudiéramos examinar su corazón después de su muerte repentina... desde luego estaba demasiado loco incluso para mi.

Dejando de pensar en eso intenté ver el laboratorio desde los ojos de alguien que no lo encontrara como una verdadera fuente de conocimiento... y no pude hacerlo así que me dirigí a una percha y me quité la capa y la chaqueta para dejarlas colgadas. Una vez me deshice de ambas me preocupé en recoger mi pelo en un pequeño moño en la nuca que me permitía realizar mis experimentos sin la intromisión de los largos mechones dorados. Una vez hecho esto agarré la bata que tan amablemente dueño del lugar me había prestado, aunque tenía que voltear las mangas hacia arriba un par de veces, y me la puse sobre los hombros para acercarme a las últimas practicas de mi colega para inspeccionarlas.

- Le aseguro que es señorita, aunque no lo parezca en este momento... y si, podría decirse que tan solo ha descubierto la superficie, pero... ¿que es una persona sin sus secretos?- ya había dejado de utilizar el tono más ronco y bajo para dejar libre mi voz por lo que podía hablar más alto-. Si le molesta que trabaje dígamelo, muy pocos pueden soportar verme hacer estas cosas... - comenté antes de agarrar el afilado bisturí de una de las mesas.

Me acerqué a una pequeña caja con hielo que había en un rincón bien protegido y extraje un corazón dejándolo sobre la mesa con cuidado. Realicé una incisión en la parte derecha y la abrí con cuidado, dándome cuenta al instante de que estaba atrofiada y una parte parecía haberse encogido, como quemado, estado de un color mucho más apagado que el resto.

- Enfermedad congénita... atrofiamiento del lado derecho del corazón, pobre hombre, no se como soportó tanto tiempo- murmuré para mi frunciendo el ceño.

por **Soren Makelyne** Sáb Jul 07, 2012 3:29 pm

Cuando cogió el afilado bisturí no pudo evitar sentirse ligeramente amenazado. Aquella herramienta no era directamente letal contra un vampiro, pero desvelaría su naturaleza no-muerta... y eso sí podría resultar letal para él, cuando su acalorado club de admiradores se lanzaran con horcas en su persecución. Pero cuando vio cómo sacaba un corazón humano y lo ponía en la mesa, una curiosidad puramente infantil, aunque un tanto siniestra viniendo de un ser humano, lo invadió.

Apoyó los brazos en la mesa y el mentón sobre estos, con los ojos grises brillando y la boca ligeramente abierta.

-Debo reconocer que me sorprende que una señorita tan bella como usted tenga que ocultar su aspecto y voz... aunque claro, puedo entenderlo dado el oficio que desempeña. Porque será oficio, y no entretenimiento, presupongo.- Respondió con una sonrisa burlonamente divertida.- Supongo que no es necesario aclararlo, pero no, esto no me molesta lo más mínimo... es más, me parece realmente sorprendente.

por **Ariadna Raibow** Miér Jul 11, 2012 12:32 pm

- Mi oficio es aprender señor Makelyne.... porque como alguien me dijo alguna vez, para ser un buen médico no hay que aprender sobre la vida, sino de la muerte, si conoces al enemigo puedes combatirlo- dije mientras cortaba el trozo de corazón afectado y se lo mostraba más de cerca- ¿Ve esta zona descolorida?, esto surge ya que por alguna razón la sangre no riega esta zona del corazón y este se debilita... puede que haya nacido con ello o que de algún esfuerzo físico su corazón haya sufrido esta grave lesión. Mis investigaciones giran alrededor de esto, mientras más sepa sobre los corazones y sus enfermedades más personas salvaré - solté un suspiro- y en cuanto a lo de bella... usted y yo estaremos de acuerdo en que no lo soy, puede dejar la galantería para otro momento.

Deseché el resto del corazón sin pensar demasiado, en un principio me había dado remordimiento pero en este momento ya había pasado esta fase, esas personas ya no lo necesitaban y puede que gracias a ellas pudiera salvar a otras muchas. Soplé hacia arriba para quitar de mis ojos un mechón de pelo y examiné más de cerca la zona enferma antes de mirar fijamente a mi acompañante.

- Ahora que lo pienso señor Makelyne... usted sabe mis secreto más celosamente guardado... y en cambio yo no conozco ninguno suyo... - alcé una ceja.

por **Soren Makelyne** Jue Jul 12, 2012 10:01 am

Soren soltó una carcajada.

Por un lado fue la inquisitiva afirmación de Wobiar, pero por otro lado también fue cómo cortaba, fileteaba y desechaba un corazón humano sin remordimiento alguno. Poco a poco, esos jóvenes, cobardes y supersticiosos humanos iban aprendiendo a olvidarse de los tabúes por sí solos; y cuanto menos los detuvieran, más lejos llegarían.

-Puede que porque sé ocultar mejor mis secretos, o porque simplemente carezco de ellos,- Replicó con tono despreocupado.- mi humilde y parca dama. Usted me da una lección de medicina y anatomía, pues es una estudiosa y, presumiblemente, experta en tal campo, así que agradecería que me permitiera usted devolverle el favor con una lección de mis ámbitos intelectuales: La belleza no se limita por unos cuantos rasgos físicos, milady, ni por la proximidad a una ignota perfección divina; y lo que hace usted es muy bello, y la hace a usted bella.

Se levantó y caminó curioseando los estantes y mesas, sin tocar nada, con las manos cruzadas a la espalda mientras se reclinaba aquí o allí para echar un vistazo.

-Dígame... ¿Cuál cree usted que es el secreto que le oculto?

por **Ariadna Raibow** Miér Jul 18, 2012 9:29 am

Cuando escuché su carcajada le miré con una ceja alzada, no es que me resultara algo fuera de lo común contando con que el tal señor Makelyne no era nada normal. Había visto a hombres hechos y derechos desmayarse al verla tratar así un corazón humano, y a otros muchos vomitar el contenido de su estómago... pero una se acababa acostumbrando. Cuando dijo que él no poseía secretos me tocó el turno a mí de reír.

- Señor Makelyne, puedo asegurar como mujer que soy que usted tiene más secretos que la mayoría de las personas... incluso más que yo misma- le comenté mientras agarraba el trozo de corazón que había apartado de la demás carne y me dirigía al microscopio que había cerca.

Le escuché mientras colocaba la muestra debajo de la lente y la ajustaba para poder mucho más de cerca las roturas y circunstancias en las que se encontraba esa zona. Al escucharlo terminar con su perorata suspiré y aparté mis ojos de las lentes pera poder verlo recorrer la zona inspeccionando las estanterías con curiosidad.

- Puedo decirle que aunque yo también soy partidaria de esas ideas la mayoría de los hombres no piensan de esa manera... y menos después de verme diseccionar un corazón- Ante la última pregunta me quedé pensativa unos segundos y después me apoyé en la mesa mientras le miraba fijamente-, No lo tengo claro... tan sólo tuve esta sensación una vez hace dos años ya, cuando aún estaba en mi lugar de origen y no había comenzado mi traslado a París- comenté- ¿Tanto teme que una frágil y débil mujer conozca un secreto suyo?- pregunté con media sonrisa.

por **Soren Makelyne** Miér Jul 18, 2012 2:56 pm

Dejó de inspeccionar la sala, se giró hacia ella con una juguetona sonrisa y los grises ojos brillantes, su rostro guardaba un aspecto sombrío y siniestro, se traslucía algo salvaje y depredador de entre aquellos rasgos infantiles.

-Mi querida dama. Habrá advertido que no soy un hombre corriente, no tengo necesidad alguna de ocultar secreto alguno, sencillamente soy una persona discreta que ha vivido tanto tiempo que le faltarían siglos para poner por dicho o por escrito un detallado archivo de todo ello.- Abrió los labios y unos afilados colmillos sobresalieron lentamente entre ellos.- Es más, hay quien insiste en opinar que ni siquiera soy un hombre.

Soren caminó a una silla próxima y se sentó allí, deslizándose sobre el respaldo y cruzando las piernas, como si estuviera en sus propios dominios; una fea costumbre de cualquiera que haya sido noble. Apoyó el brazo en el reposa brazos de la silla, y el mentón en la mano, dedicando una perversa mirada a la dama, mezcla de curiosidad hacia su reacción y de un siniestro placer por causar miedo o impresión en los humanos.

-Pero por favor, no se alarme, milady. Si acaso estuviera en mi voluntad herirla de algún modo hace rato que así hubiera sido, he tenido ocasiones mucho mejores para hacerlo que cuando estoy atrapado en su madriguera, rodeada de sus lacayos. Es más, ahora que sé que es mujer, ni siquiera tengo la más mínima intención de cruzar la frontera de las palabras.

por **Ariadna Raibow** Vie Jul 20, 2012 10:50 am

Durante un segundo me quedé quita en mi lugar, mirando los afilados colmillos que mi interlocutor poseía, los vi refulgir con la luz y algo de mi se aclaró en ese momento. Debería estar asustada, debería haber tenido la necesidad de correr alejándome de él... pero tan solo una profunda curiosidad se apoderó de mi y ladeé la cabeza mientras mis ojos seguía pegados en sus labios.

- ¿Puedo tocarlos? me refiero a los colmillos... que interesante- dije mientras apoderaba de una libreta que había encima de mi mesa y pasaba rápidamente las hojas hasta encontrar una en blanco, apunté algunas cosas relacionadas con el vampirismo y después alcé mis ojos hacia él de nuevo-, esto si que es nuevo... ¿me deja investigarle?- pregunté sonriendo como una niña ilusionada.

Me acerqué lentamente a él mientras seguía apuntando furiosamente cosas en mi libreta y mordía mi labio inferior concentrada en que la vorágine de ideas que se había formado en mi cabeza no se marchara, cuando ocurría las ideas se quedaban a medias y no había nada que me frustrara más. Alcé mis ojos hacia él cuando le escuché hablar de nuevo y solté una carcajada al escucharle.

- ¿En verdad piensa que puede asustarme? hace tiempo que nada lo consigue... aquello que debería darme terror me causa una gran curiosidad, si deberían darme miedo es que no lo conozco y aquello que no conozco debe de ser investigado.

por **Soren Makelyne** Vie Jul 20, 2012 12:08 pm

Una larga carcajada se apoderó del joven viejo vampiro al ver la reacción de la Srta. Wobiar. Las reacciones que su auténtica naturaleza habían provocado en los mortales era de lo más variado: Algunos gritaron, otros corrieron, otros se quedaron helados de pavor, otros sonrieron triunfantes, otros se mostraron aún más interesados, a otros fue como un afrodisíaco, otros intentaron matarle...

...Pero nunca, jamás, le habían preguntado "¿Puedo tocarte los colmillos?"

La curiosa científica se había ganado un hueco en el corazón de Soren. Ahora solo faltaba que supiera conservarlo.

-No es una petición que acostumbre a aprobar pero... dada la situación, se lo permitiré.- Sonrió.- Pero tenga cuidado, el extremo inferior está diseñado para perforar la piel, el músculo y la arteria con facilidad, limpiamente, es muy afilado.

Explicó con naturalidad.

-Me alegro de no causarle temor alguno y admiro su carácter investigador y visionario, es tan prometedor, tan brillante, tan...- Suspiró.- ... humano.

La miró a los ojos, le brillaban como pocas veces habían hecho. Sonrió, sin recoger los colmillos, y aún así algo en sus facciones brillaba con carácter de niño pequeño; muy lejos de la clásica imagen de monstruo de los vampiros.

-Lo cierto es que... tras novecientos años de una no-vida de excesos, nunca me había planteado la naturaleza de mi Estirpe.- Respondió pensativo.- Y créame, muy pocos vampiros son los que han debido intentar hacerlo, dado que no he conocido a ninguno. Podría ser útil comprender qué somos y de dónde venimos, sí...- Guardó silencio, pensativo.- Pero... necesito que entienda una cosa: Hay muchos enemigos para un vampiro, sea la Inquisición, los Cazadores u otros vampiros... Esta investigación podría darles armas terribles contra nosotros, y obviamente, eso no me resulta tan tentador.

por **Ariadna Raibow** Vie Jul 20, 2012 5:27 pm

Terminé de acercarme a él y alargué mis dedos lentamente, estirándolos hacia los dientes que habían aparecido en la boca de el señor Makelyne. Con un dedo acaricié la superficie del colmillo derecho notando la suavidad y perfección de este.

- Es perfecto, condicionado para conseguir el alimento... ¿Puedes retraerlos?- los miré de todos los ángulos posibles-. Esto si que es eficacia y adaptación... - dije mientras me apartaba un poco por respeto.

Sin casi escuchar lo que estaba diciendo asentí con la cabeza mientras agarraba la libreta de nuevo y realizaba un rápido boceto de sus incisivos antes y después, apunté rápidamente la función que parecía realizar y unos posibles causas o formas de que esto fuera posible. Fruncí el ceño y la nariz mientras pensaba la forma de ponerlo y tras unos segundos terminé de escribir todo lo que tenía en mi cabeza y sonreí.

- Me permitiría una investigación... no invasiva por supuesto, los sujetos que se mueven no se someten a mi escalpelo- comenté mientras le sonreía y después empecé a registrar datos- ¡Oh! doscientos años de vida... entonces eso de que no envejecéis es verdad ¿os late el corazón? ¿Puedo escucharlo?

Mientras escuchaba lo que decía buscaba entre las mesas mi estetoscopio, hacía poco que lo habían inventado y había adquirido uno ya que mi especialidad eran los corazones y para escucharlos ese instrumento era una maravilla. Una vez lo conseguí localizar en lo alto de una mesa lo agarré y me volví hacia él mostrándoselo.

- No te preocupes, la mayoría de mis investigaciones son para mi propia curiosidad, no los muestro... si lo deseas una vez termine la investigación te entregaré una copia y el original lo esconderé en un lugar seguro... no me gustaría que os mataran después de que he descubierto lo curioso de vuestra naturaleza- comenté sincera-. ¿Me dejas escucharlo?

por **Soren Makelyne** Vie Jul 20, 2012 5:44 pm

-Doscientos no, Wobiar,- Respondió con una sonrisa, mientras los colmillos se ocultaban en sus encías, igualmente afilados pero casi inadvertidos en comparación al resto de la dentadura.- más de novecientos... aunque lamentablemente no recuerdo la edad exacta.

La analizó. Sus gestos, sus acciones, sus movimientos, todo... Definitivamente la empujaba exclusivamente una irrefrenable sed de conocimientos y sabiduría que maravillaban a Soren hasta tal punto que, de haber seguido siendo un hombre, no hubiera dudado lo más mínimo intentar seducirlo.

Sin embargo, el riesgo seguía deambulando por su cabeza: Aquella investigación podría resolver un antiguo enigma a quien nadie había prestado jamás ninguna atención, aquella investigación podría explicarle a los Vampiros cuál era su razón de ser o demostrarle a los Humanos que no debían temerlos o admirarlos más que a sí mismos. Podría igualar a ambas raza de una vez por todas...

Pero también revelaría las debilidades de la Estirpe. Si cayera en malas manos, es decir, la Inquisición, una nueva purga recorrería el mundo como ya lo había echo durante los siglos anteriores. Pero esta vez no perseguirían a las Brujas, cuyo don sobrevivirá a los vacuos intentos de esos viejos supersticiosos; perseguirían a los Vampiros, que sí podían extinguirse si es que no estaban ya en esa categoría...

No tenía ningún interés por ser el último Vampiro del mundo, mucho menos dejar de ser, en general. Lástima que su curiosidad siempre era más fuerte que su sensatez.

-Me alegra saber que no pretende abrirme mientras me mueva.- Respondió con cierto sarcasmo mientras se abría el chaleco y la dejaba acercarse con aquel extraño aparato que se puso en los oídos.- Y creo que acepto, con la única condición de que esta investigación no se rebele sin mi consentimiento. Puede sonar autoritario, pero créame, es por el bien de ambos.

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