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por **Jacquot Placek** Miér Feb 26, 2014 10:44 am

19 de Marzo de 1703
Sobre la esclavitud del alma:

Los autores que he consultado utilizan el término “esclavitud del alma” para definir el periodo de tiempo durante el que la propiedad de ésta no pertenece a sí misma, sino que, por la cláusula de un acuerdo, su voluntad queda subordinada a los deseos de su nuevo y temporal dueño. Hay que subrayar esta disposición, dado que al finalizar este periodo preestablecido, el alma recupera su libertad. Sin embargo, el estado de las ánimas tras la servidumbre parece ser deplorable. Además, los autores no se ponen de acuerdo acerca de la duración de dicha etapa.

Cometario: Me parece incorrecto usar el término esclavitud, ya que posee demasiadas connotaciones negativas y, en este caso, tan sólo es el pago previamente establecido por los beneficios percibidos con anterioridad.

23 de Agosto de 1715
Sobre ~~la esclavitud~~ el servicio del alma:

Tras mis indagaciones entre libros y mis contactos con los diversos tipos de espíritus, he llegado a la conclusión de que, posiblemente, la teoría de la Potestad T. Budka sea la que determina cuál es su real duración. Dice ésta: “(la potestad) se extiende por siete veces doce años de esclavitud ininterrumpida en los que el alma quedará ligada a la voluntad de su dueño una vez muerto el recipiente que la contuviese, siempre y cuando no haya aclaraciones de prórrogas o repeticiones de servicio.” O, lo que es lo mismo, ochenta y cuatro años de base en el mundo etéreo, que vendrían a equivaler unos cuarenta pasados en el mundo terrenal, lustro arriba, lustro abajo.

No termino de comprender el por qué de que sean siete veces doce, aunque sí que entiendo que tiene que ver con la forma de organización de los entes mayores que rigen el Otro Lado. Según Budka, los dos primeros séptimos estarían destinados al entrenamiento y aprendizaje de las dotes que les serán necesarias en las dos siguientes etapas; los tres séptimos siguientes serían de servicio personal a su dueño y en los tres últimos, conocidos como Redención, el alma sería enviada como soldado a las guerras del Éter, las cuales parecen darse desde el principio de los tiempos. Una vez finalizada la duración de dichos años, el alma quedaría, en principio, libre para continuar el ciclo natural de muerte y reencarnación. En principio.

La realidad es que, al parecer, los conflictos etéreos son extremadamente violentos y las almas, por regla general, necesitan un tiempo de recuperación posterior a los años de redención antes de recuperar un estado mínimamente aceptable. Mientras tanto, esos espíritus son denominados como Ruinas, y al parecer abundan el panorama del otro lado del Velo, siendo uno de los principales peligros para un vivo -en el muy remoto caso de que alguno lograra visitarlo, claro está-.