Todo paso tiene una intención. [Jessenia]

por **Jared Stroganoff** Lun Jul 12, 2010 5:12 pm

A estas horas de la noche por las calles parisinas apenas se encontraba gente. Mendigos, vagabundos, y variada estirpe de la clase socia más baja de la ciudad... Allá por donde miraba veía desesperación, desolación, amargura, agonía y dolor, y él, en mitad de eseo caos, vestido con unos pantalones de cuero y una camisa a juego, desentonaba completamente... Pero simples miradas les quitaban a los osados cualquier intención de robarle o algo peor, siendo él el depredador y no la presa.

¿Qué busca? Exactamente nada, pero necesitaba despejarse tras lo acontecido la noche anterior con Violine... Y si era encontrando algo interesante, mejor, no sería la primera vez que, haciendo algo aparentemente sin sentido, lograba entonctrar a una de esas niñitas inocentes pidiendo cobijo, o una adolescente exuberante con ganas de escalar, tanto social como económicamente, al precio que fuera... Dan cualquier cosa para que alguien les saque de sus miserias, y de esas mismas penas y deseos él se aprovecha, ofreciéndolas una salvación que, en vez de eso, suele tornarse en una dulce pesadilla... Y es que la mayoría viven atadas a ese sueño, a esa promesa, hasta el día de su muerte cuando menos se lo esperan.

El negocio, sin duda algunas, era redondo y perfecto, y él, en respuesta, sonríe, dejando que sus zapatos de color negro sean los que adelantan su llegada cuando dobla otra esquina, entrando en un pequeño callejón.

por Invitado Mar Jul 13, 2010 8:51 am

La noche en París. Hermosa pero triste. Más o menos como me sentía en este momento. Con ganas de disfrutar pero sin ánimos de nada.
Como solía hacer dos noches a la semana, me dirigí a la casa de la familia de un buen doctor. Eran buena gente. No eran muy ricos, por eso no tenían criada, pero dos veces a la semana, yo recogía en su casa un saco lleno de ropa, que yo debía lavar y entregárselo tres días después. Entonces, hoy, yo había llevado las ropas limpias a casa del doctor...Pero, de muy malos modos, la mujer del doctor me quitó las ropas de la mano y me echó de allí. Maldiciéndome y quién sabe que más. Y todo sin decirme por qué.
Estaba bastante triste, pero tampoco no quería llorar, aunque me fué difícil aguantar las lágrimas, por rabia y la sensación de impotencia. Porque no podía hacer anda más que lamentarme. No tenía ningún trabajo y para comer la única solución posible era ir a los campos y roabrle alguna verdura a los pobres campesinos. Lo que cada vez me dolía más.
Así, sumida en esos pensamientos llegué a un callejón, bastante oscuro, pero al menos solitario. Me senté allí en un rincón y saqué del bolsillo una manzana, que empecé a comer con más ganas que normalmente. Desde la mañana no comía nada y estaba hambrienta. Cuando acabé sentí unos pasos entrar en el callejón. Alzé la mirada y vi a un hombre. Espectacular, sus ropas, su mirada, su porte. Lo observé detenidamente peor no me atreví a moverme ni decir nada. Sólo observaba esas ropas, tan caras y espectaculares que contrastaban con el ambiente que había por las noches en estas calles parisinas. ¿Buscaría a alguien? Me mordí el labio inderior y después me levanté, dejando de mirarlo directamente y haciéndolo ahora de reojo.
Mientras sacudía el polvo de mi falda azul oscura y me colocaba disimuladamente la blusa y el sorset, que se me había movido al sentarme de cualquier manera en el frío suelo, pensé en si decirle algo o no, pero tenía mucha curiosidad así que aunque me temablaba un poco la voz, quizás por los nervios, le pregunté.
- ¿Monsieur, busca algo?

por **Jared Stroganoff** Mar Jul 13, 2010 5:20 pm

No parece percatarse lo más mínimo en la vagabunda que hay en el callejón, conntinuando su camino, echando a andar y pasando por su lado como el rey que pasa ante los geuerreros del reino vencido, pisoteando de forma indirecta, dejando entrever que jamás será como él y que probablemente morirá en apenas meses...

Un pensamiento sumamente curioso que se ve interrumpido cuando ella alza la voz para preguntar, encima, nerviosa... ¿La mata? Sí, podría hacerlo, hace meses que no asesina a nadie, y a veces no estaba nada mal... Pero, cuando se gira, se encuentra con algo sumamente inusual. Va con harapos, huele a cloaca y da un poco de vergüenza ajena ver su aspecto. Sin embargo, Jared ve, percibe y huele más allá. El dulzón olor de la sangre virginal se combina con algo más inusual y peculiar: Unos rasgos que no muchas tienen. La observa atentamente, ensimismado, sus ojos azules como dos dagas de hielo clavados en los de la joven, intentando discernir su procedencia...

No lo logra, pero, sin duda alguna, es peculiar, lo suficiente como para que deje de pensar en matarla y pase a barajar posibilidades más productivas. Ahora bien, si coge a cualquier muchachita de la calle terminará por tener demasiadas y llamar la atención, por lo que se dispone a averigüar más y, de paso, divertirse. Carraspea, agitando la cabeza y metiéndose en el papel, mirando a un lado y a otro como si de un viajero extraviado se tratase:

-Sí, gracias, mademoiselle... -Podría hablar perfectamente con acento francés, pero en lugar de ello se decanta por el fuerte acento ruso, dando así más la sensación de extranjero. -Mi nombre es Jared, un placer conoceros... Andaba buscando un restaurante, pero creo que me he extraviado... Demasiadas calles. -Murmura con pesar, mostrando unas maneras perfectas para ser actor si lo desease. No le sugiere que le guíe ni mucho menos, dejando eso a disposición d ela muchacha, poniendo a prueba su capacidad para prevenir movimientos mientras tanto. -¿Y vos soís...?

por Invitado Miér Jul 14, 2010 7:47 am

El hombre me examina, me mira de una manera inusual. Soy como el resto de las mujeres que viven en las calles. Bueno, tengo la diferencia de que mis rasgos son diferentes y peculiares...
El hombre me contesta con un acento extraño, que yo, por supuesto, no logro reconocer. Sé que es del norte, pues escucho a la gente en el mercado hablar y los del norte tienen un acento parecido. O eso creo, claro.
Sonrío amablemente y más tranquila. Es normal que se haya perdido, París es una ciudad muy complicada, de hecho, yo de pequeña siempre me perdía. Me acerco un poco a él, como pequeña muestra de educación, pues no hay que hablar con los extrangeros a 4 metros de distancia.
- No se preocupe, Jared. Le puedo indicar un par de restaurantes que hay por esta zona, si usted quiere. - Digo vocalizando bien por si no entiende muy bien el francés. Aunque parece que si.- Jessenia Anaëlle Florit. - Le dije mi nombre completo, pues me salía solo. Al llegar a París me habían acostumbrado a presentarme así, pero luego aclaré como quería que me llamara.- Pero sólo llámeme Jessenia.- Le dije añadiendo a mis palabras una dulce sonrisa. - ¿Que tipo de restaurante busca? ¿Familiar, elegante..?- Le pregunté para tratar de ayudarle. Intentando ser hospitalaria.
El hombre, tan elegante, me sigue observando. Le indico con una mano que salgamos del callejón para indicarle mejor la calle por la que debe ir, pero él no se mueve. Mis pies, impacientes, no saben para dónde moverse mientras esperan una respuesta.

por **Jared Stroganoff** Jue Jul 15, 2010 6:46 am

Esboza un amago de sutil sonrisa, camuflada perfectamente por ese matiz de educación y cortesía que, en él, se tornan exquisitos... Dejando entrever de forma tan indirecta que apenas se ve la diferencia entre ambos. La vida sin juegos no es vida, al menos la suya, y había que aprovechar cualquier momento u oportunidad para comenzar uno... El premio, estaba más que claro.

Así, escucha las primeras palabras de la joven y la posterior presentación, asintiendo y tomando una de sus manos, besando el dorso de la misma en señal de educación y respeto, aunque vaya hecha unos zorros... Algo que a cualquier mujer de esa índole podría turbarla, y por ello mismo lo hace:

-No es necesario que vocalicéis de forma tan lenta, mademoiselle Florit, entiendo perfectamente el idioma, el problema son estas condenadas calles del demonio... -Se lleva una mano al pelo y se lo echa hacia atrás en una especie de señal de desesperación, llevándose después una mano a la barbilla, mesándosela, como si realmente estuviese pensando a qué tipo de restaurante desea ir.- Buscaba uno ciertamente elegante, pero sin demasiados excesos y en el que se pueda comer bien, mademoiselle... ¿Me haríais el gran favor de acompañarme, si no tenéis nada mejor que hacer? Prometo recompensaros por vuestros servicios. -Deja caer, sabiendo que si toca el tema del dinero, de la recompensa, la gente se lo piensa menos. Capta el gesto de la mano de la joven pero no se mueve, esperando a que sea ella quién acepte su propuesta, a que sea ellla quién le guie hasta para sacarle del callejón...

A que sea ella quién vaya cayendo en la red perfectamente entretejida de la araña.

por Invitado Jue Jul 15, 2010 11:27 am

Es un hombre muy educado. Lo que queda totalmente claro cuando se inclina para besar mi mano. Algo que casi hace que me ruborice. Ningún hombre con unas ropas tan elegantes me había tratado así. Era...perturbador.

Asiento con la cabeza cuando me aclara que me entiende perfectamente. Hace un gesto como de desesperación, cansancio o quien sabe que. Esta perdido, totalmente. Entonces, como ya le había ofrecido, le ayudo. Lo cual, era bastante extraño que se dejara ayudar por una persona con mi presencia... pero mucho mas extraño aun era el que me hubiera pedido que le acompañara. Y a un buen restaurante nada mas y nada menos. Increíble. Pero Por que iba a desconfiar? Un buen hombre me invita y yo iba a rechazarlo? De ningún modo podría.

- Conozco un restaurante tal cual usted lo quiere, estoy segura de que le gustara.- Opino amablemente.- Le acompañare encantada, si así lo desea, pero no preciso de ninguna recompensa. Es mi deber como buena ciudadana.- Le contesto siempre con una leve pero sincera sonrisa. El que ese hombre me pidiera que lo acompañara era suficiente. No me gustaba que la gente me tuviera pena y me ofreciera cosas por mi estado económico o físico. Porque si, por el físico también daba pena,habia algunos ancianos me creían enferma o maldita.

Le sonrío y quizás pareciera impaciente pero quería salir de aquel callejón. Me coloque las ropas, que estaban bastante viejas pero presentables. Estaba clara mi posición social pero aun así el hombre no me trataba mal. Lo que, tenia que admitir, que me encantaba.

Le explique el camino que debiamos tomar. Todo recto y luego doblar la esqina a la derecha. El restaurante se llamaba "Le bon chef". Era elegante, de muebles preciosos y comida casera, muy buena, decian, ya que yo, obviamente, no lo habia probado.

por **Jared Stroganoff** Jue Jul 15, 2010 4:25 pm

Tiene que contener el impulso de alzar una ceja cuando Jessenia rechaza la posible recompensa. Curioso comportamiento, sin duda alguna, más aún viendo las pintas que tiene. No hace falta más que darle un vistazo para saber que es pobre, y aún así había rechazado un más que sustentoso pago económico por sus, aparentemente, necesarios servicios. Pero no era el caso, y no va a ser él quien pregunte, no ahora al menos, a qué se debe ese alarde de generosidad y de... Eso... Ah, sí, humildad.

Conoce el restaurante que hay cerca de aquí, unos cuantos meses aquí, ya casi un año, le dan a uno para conocerse esos sitios elegantes a los que hay que acudir para dejarse ver. Lo que duda mucho es que Jessenia lo conozca por dentro. Asiente a su explicación y echa a andar, siempre con ella detrás por si se "equivoca" o algo, cosa que, como es obvio, no sucede...

En apenas quince minutos alcanzan la entrada al restaurante y Jared se gira de cara a ella, esbozando una educada y agradecida sonrisa, atractiva, perfecta y hechizante:

-Muchas gracias, mademoiselle, no sé como recompensaros... Aunque quizá podáis hacerle otro favor a este humilde caballero. -Da esos segundos de margen en los que las dudas, las posibilidades y la ilusión que de ellas deriva se extiendan por el cuerpo de la joven, para después ser él mismo quién lo aclara, volviendo a estirar su mano para atrapar la de ella.- ¿Cenaríais conmigo? La soledad en un recién llegado nunca es agradable, y vos parecéis una persona educada y grata, digna para compartir mesa... No os forzaré ni os obligaré si no lo deseáis, por supuesto, vos decidíis. -Concluye, esperando, expectante, a que ella tome una decisión, sin separar su mirada azul de la de Jessenia, entretenido con lo que en ella lee.

por Invitado Jue Jul 15, 2010 4:55 pm

No puedo evitar sorprenderme cuando me pide un nuevo favor. ¿Por qué quiere más de esta humilde joven? Inculta, humilde, pobre, sin ninguna gracia especial y mucho menos belleza. Ni tan siquiera mi piel era bonita. Suave sí. pero de un color que no gusta por las zonas ricas.

¿Que favor querría? A menos que quisiera...bueno, mi "compañía". Mi cuerpo se estremeció sólo de pensar eso. Pero pronto desechó esa idea. Mejor era escucharlo y no inventarme cosas absurdas y sin sentido. Él, de sonrisa perfecta, por fin me habló, pero después de cogerme la mano, hecho que me perturbó todavía más.

- Disculpeme monsieur, pero yo no puedo cenar con usted. - Le contesto sin dejar de mirarlo a los ojos. Verde con azul.- No soy digna de entrar en un lugar así. Discúlpeme por favor. Si usted quiere charlar conmigo podemos hacerlo en otro lugar, pero por favor, allí no. Sería muy humillante para mí entrar en un lugar así con estas ropas. - Le explico mis motivos.- Soy demasiado vulgar para un local así. Podemos charlar en cualquier lugar pero allí no. Ni soy digna de entrar allí ni me gustaría hacerlo por los comentarios de la gente. Usted sabe que en todas partes hay mujeres chismosas, y ya tengo muy mala imagen por cómo soy...

Por mucho que me apeteciera cenar bien y en un lugar elegante esta no era la situación que prefería. Lo veía demasiado humillante. La gente era muy chismosa y seguro que luego hablarían cosas de mí en el mercado que no son ciertas. Era muy fácil imaginar cuales, sinceramente, no me importaban esos comentarios, pero si las repercusiones que pudieran tener.

por **Jared Stroganoff** Vie Jul 16, 2010 2:49 pm

Se espera exactamente la misma respuesta que Jessenia le está dando. Sonreiría, por supuesto que lo haría, pero tiene que contener ese gesto para que la joven no se percate del juego que se trae entre manos, y en lugar de ello tiene que fruncir el ceño, sin entender, o eso parece, a qué se está refiriendo. No le extraña, por supuesto, que no quiera entrar, resulta casi humillante con esas ropas, limpias, sí, pero poco ostentosas y de callejera, así como el aspecto descuidado que lleva. Eso sin contar la peculiaridad de unos rasgos que, en este sitio en concreto, chocan demasiado... Y lo raro, a grandes rasgos, asusta, siempre trae cuchicheos y chismorreos.

Pero Jared no es persona de rendirse ni mucho menos, y viendo que mediante el método convencional, el normal, no va a conseguir demasiado, decide recurrir al medio ilegal: Sus poderes, perfectamente disimulados con la cortesía y la atractiva petición:

-En mi país esas normas no existen tal que aquí, mademoiselle Florit, tengo derecho a invitar a quién me place, sea de la clase social que sea... Vos sois agradable, más que muchas de esas ricachonas que suelen cenar en este lugar, así que, por favor... Cenar solo nunca es plato de buen gusto para nadie.Persuasión, pura y dura persuasión es lo que transmite sus palabras, un veneno dulce, sutil y encantador que parece adormilar, provocando en sus víctimas que se dejen llevar, como abejas a la miel.- ¿Qué importarán las mujeres y sus chismorreos si lo pasamos bien, mademoiselle Florit? Lo vulgar y lo no vulgar es subjetivo... Fijáos, ¿qué es más vulgar, vestir así, o criticar a las espaldas de otra persona con suma vanidad? -La pregunta es retórica, y viniendo de él es sumamente cíncio, teniendo en cuenta que él es una de esas muchas personas...

Pero claro, Jessenia no tiene por qué saber nada. No dice nada más, dejando la pregunta en el aire, dejando que su habilidad surta efecto.. Comprobando de primera mano cómo de resistente es su posible futura muñeca.

por Invitado Vie Jul 16, 2010 3:14 pm

Jared dice unas palabras que me sorprenden si y no, a la vez. ¿Pero qué puedo contestarle? Él dice que en su país eso no pasa pero no le creo. Hasta en África pasa. Y tiene razón, vaya si la tiene, pero... no me convence.

- Yo...- Digo, reflexionando y pensando como negarle, intentando ser capaz de negarselo pero me resultaba difícil...- No me crea una atrevida ni una irrespetuosa pero...Ceno sola todas las noches de hecho, esta noche ya lo he hecho,.- Le digo, en realidad, sólo había sido una manzana.- Además, ¿Por qué quiere usted mi compañia? No tengo nada interesante que aportarle. Y creo que usted a mí tampoco a menos que me ofrezca un puesto de trabajo, porque si le digo la verdad, ahora mismo es lo que más necesito. - Las palabras me salen solas. Quiero y no quiero entrar allí. Quiero cenar bien pero no humillarme, algo me dice que eso sería lo que ocurriría.

No dejo de mirarlo dijamente un instante. No tengo nada que ocultar para bajar la mirada. La mantengo todo el tiempo. Mis palabras son sinceras. Este hombre era muy amable pero merecía una compañía mejor. Debería estar aprovechando el tiempo en buscar un trabajo, en el mercado, burdel, dónde fuese. Porque yo no podría vivir más tiempo de fruta y verduras. Necesitaba algo más sustancioso. Necesitaba comer bien. Vivir bajo un techo y no por las calles.

Por fin bajé la mirada al acabar de hablar, dudé y volví a levantar la vista.
- Debo irme...- Dije casi en un susurro, para después girar sobre mí misma y decidirme a ir a algún lugar, cómo las cabañas fuera de la ciudad, dónde ahora mismo tenía mis pertenencias.

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