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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Juan de la Cruz Sáb Jun 09, 2012 9:49 pm

El lago de los cisnes by Tchaikovsky on Grooveshark


Una sombra vagaba por el bosque, silenciosa y misteriosa, cubierta por una capucha negra ocultaba sus colores con la sombra que la tela cernía sobre él, a lo lejos solamente un par de rastas salían de su escondite y se alcanzaba a distinguir la sonrisa resplandecientemente macabra del portador jugando con la oscuridad y el silencio. El misterio de lo oculto caracterizaba su aura secando los arboles a su paso y reverdeciéndolos cuando se alejaba lo suficiente como para dejarles respirar, los animales se mantenían ocultos entre la hierba del bosque oliendo el peligro emanar del hombre, porque siendo sinceros aquella amenaza que ellos notaban no era precisamente Juan de La Cruz, sino aquella sombra que se impregnaba a la de este, aquel cuyo único asunto en la tierra de los vivos era el contrato tatuado sobre el cuerpo del brujo, El barón Samedi, el loa de la vida y la muerte.

El canto del pájaro se escuchaba a lo lejos, graznando a los demás en son de pelea, un ave que volaba furiosa hacia el con intensiones poco gratas encontró su final sin lograr tocar siquiera a Juan de La Cruz, él era aquel que vivía por y para el capricho del barón Samedi, si él estaba feliz le prometía vida eterna. Multiplicaba sus poderes y aseguraba su grandeza, si estaba enojado desquitaba años de su vida jugando con apariencia mientras incitaba a su cuerpo a caer en un sueño del que no despertaría jamás, un sueño peor que la muerte pues aunque su corazón dejaría de latir su cuerpo seguiría moviéndose y bailando al chasquido de los dedos de aquella polifacética deidad.

Aquella noche sin embargo el barón se encontraba rebosante, mientras Juan de La Cruz se dirigía a paso calmado hacia su destino el Barón Traía y regresaba almas al más allá, leyendo su futuro en las cartas supo lo que tenía que hacer, pregunto por todos lados hasta que hallo a aquella que escribiría profundo y doloroso en el libro de su vida, una mujer a la que llamaba Angelique, Angelique Delacroix, irónicamente su nombre seria traducido al español a algo como Angélica de La Cruz, un nombre demasiado blanco para ocultar la oscuridad de la bruja.

La carta fue escrita con el puño firme y sabio de Damballa, un antiguo Loa que obedeció a su padre antes de morir, esta expresaba de una manera lingüísticamente exquisita como era su costumbre, su aceptación ante un trabajo que si bien no podría calificarse como un encargo normal podría traerle grandes beneficios en lo que respectaba a la información que necesitaba para su búsqueda, aquel libro mágico prometido en frases engañosas algún seguía en el anonimato y el necesitaba encontrarlo cuanto antes, la muerte jamás dejaba escapar a nadie, pero él esperaba ser la primera persona en deshacer el contrato con el Barón Samedi sin salir afectado de manera permanente.

Sus pies pararon en un claro del bosque, lugar donde había acordado encontrarse con su [si todo salía bien] próxima benefactora, levanto el rostro y noto su presencia cerca de él, al barón susurro algo a su pido y Juan de La Cruz amplio su sonrisa de satisfacción al encontrar en aquel lugar un recinto de piedra a punto de caer destrozado. Su brazo se movió enviando la capa hacia atrás mientras todo a su alrededor se regeneraba hasta reformar las ruinas a su inicial belleza, en medio de la pequeña palapa ahora hecha, dos sillas de piedra se formaron una frente a la otra, el sitio para la reunión estaba listo, solamente quedaba esperar un poco así que aguardo parado esperando a la dama

- El escenario ya está preparado, ahora solo falta la actriz principal-susurro bajo y ronco mientras a sus espaldas la sombra del Barón sonreía divertida ocultándose y perdiéndose entre las sombras del bosque, el jamás intervenía en sus asunto, pero cuando lo hacía siempre al menos una persona terminaba muerta o en alguna situación poco ´placentera, el poder que tenía venía con una carga difícil de aguantar pero que sobrellevaba airadamente
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Mensaje por Angelique Delacroix Dom Jun 10, 2012 5:58 am

Inteligencia y belleza. Grandes dones que pocas personas tienen el privilegio de recibir, muchas luchan a lo largo de su vida para poder obtener ambos, pero contadas criaturas como ella lo tenían desde el primer respiro. Mujer de armas tomar, no se andaba con rodeos. La hipocresía que portaba sólo era utilizada para su beneficio, quién no saca provecho de una doble cara terminará en el valle de las lagrimas sin nada, rogando un poco de privilegios, rogando un poco de riquezas o amor. Con ella todo era diferente, no se tentaba el corazón para arrancar vida, y pocos eran los privilegiados que vivían para contar la supremacía de una bruja como ella, con un apellido ancestral, y con un poder que nadie podría descifrar.

Por más orgullosa que pudiera sentirse de su condición, de su posición, de aquella belleza e inteligencia obtenida desde el nacimiento, en muchas ocasiones la mujer de rubios cabellos prefería buscar peones, soldados que pudieran arriesgar sus vidas por unas cuentas monedas, o por alguna verdadera o errónea información. La mujer siempre les vendía esperanza, una que sólo se puede obtener del interior, y que pocas personas saben siempre han tenido. La esperanza es el sueño del guerrero, el sentimiento que nunca debe morir y que extrañamente siempre tienen enterrado, y ella, esa mujer de la noche, había aprendido a sacudirla a su beneficio. Vender sueños, fe, esperanza y un futuro es fácil para la criatura ignorante, sea humano o criatura sobrenatural, porqué no, no todos los privilegiados seres de la noche poseen la capacidad para dirigir un batallón, o incluso para sobrevivir de la extinción, muchos de ellos se guían por sus instintos naturales, por aquel instinto animal del que preceden.

Desde sus inicios había escuchado un par de nombres, una especie de leyenda entre los brujos, un barón, y un brujo, una sombra y un humano, el títere con el titiritero. Aquellos a quien todos buscan y que pocos se atreven a encontrarlos, pues el temor a ser aniquilados era demasiado, y en el mundo abundan los cobardes, pero ella, no lo era. Le interesaba tenerlo de aliado, le interesaba poder sacar provecho de aquellas habilidades, aprender de ellas, y usar las manos masculinas para su beneficio. Toda su vida había deseado ese encuentro, y una tarde sin buscar, había hallado lo siempre perdido: Juan de la Cruz. Sería suyo, porque ambos sabrían el interés de por medio, y porque ninguno de los dos podría perder la oportunidad tan grande que tendrían enfrente.

Varias misivas fueron intercambiadas durante un par de meses. La noche del encuentro había llegado. La bruja había dado las ordenes precisas, nadie la acompañaría a tan intimo encuentro, para ella ese tipo de reuniones sólo podían ser saboreadas por su persona, era egoísta, bastante cuando algo le interesaba, y estaba segura que si aquel encuentro le dejaba un buen sabor de boca, también buscaría otro tipo de satisfacción: El físico. Sin perder más tiempo, se enfundó en un vestido blanco, el corsé ceñía su cuerpo se manera sugerente, y es que tenía uno de ensueño. Sus cabellos caían en forma de cascada hasta la mitad de la espalda, tonto aquel que no volteara a ver tal belleza, de no hacerlo en duda estaba sus preferencias.

El camino no fue problema. Pues sabía de memoria cada rincón de Paris, años tenía demás, pero su mismo poder la hacía verse joven, lista para poder contraer nupcias como cualquier otra jovencita de esa edad, pero Angelique no buscaba eso, quizás el aparentar y seguir guardando aquel cargo importante en la realeza la obligaría a realizar aquel acto que le parecía una estupidez, pero más adelante. Había tiempo y años a quien robarle para seguir aguardando ese pequeño detalle. El poco expresivo rostro de la rubia mostró una sonrisa tenue, apenas y se había estirado la piel de sus labios al notar el lugar del encuentro - Empieza a agradarme - Musitó al ver la belleza del lugar. Para ella, quien sabía ser un buen anfitrión, también sabía ser buen trabajador, todo dependía de los encuentros y las intenciones.

Se adentró al poco tiempo, no podía distraerse en cosas tan vanas. Con aquel porte elegante, sensual y perfecto, realizó una reverencia, haciendo que su rostro se quedará expuesto, pues la capucha que traía sobre su blanco vestido había caído hacía atrás. - Encantada estoy de conocerle, mucho había ansiado este momento - Indicó con firmeza, dejando en claro que sus palabras eran sinceras, y la sinceridad que poseía debía apreciarle - ¿Juan, verdad? Me han dicho que es el mejor en su rama, y quisiera poder tenerlo bajo mi mando, no se ofenda, no lo veré como un trabajador cualquiera, me interesa tenerlo también de aliado - Angelique mojó con sensualidad el largo de sus labios con la ayuda de su lengua. Sonreía ahora de manera amplía, dejaba que rostro perfecto hablara entre los silencios que ahora estaban compartiendo.
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Mensaje por Juan de la Cruz Dom Jun 10, 2012 4:17 pm

Blanco y etéreo, con la belleza de un verdadero cisne sus movimientos plagados de delicadeza y sensualidad le hicieron sonreír, oculta tras un hermoso plumaje que la volvía la más bella entre las demás aves ella era consciente de su superioridad ante muchas otras mujeres. Juan de La Cruz tenía en su mente clavada la belleza de Ave, aquella mujer que añoro toda su vida, siempre sonriente con un fulgor que desaparecía todas las sombras a su alrededor, una mujer sencilla que vivía su vida con lo que la tierra podía entregarle al lado de Abdul, su marido, sin embargo esa de ahí era diferente, con una sonrisa engañosa en sus labios el color de sus ojos brillaba en la oscuridad cual diamantes bajo el sol, andando con las sombras tan perteneciente a ella que la embellecían aún más. Angelique Delacroix podría vestir plumas blancas que adornasen el canto del cisne, pero su voz demostraba la oscuridad de un alma helada. Juan de La Cruz se sintió inmediatamente atraído por aquel poder que amenazaba con hundir en la oscuridad a cualquiera que se acercase demasiado. Divertido como lo estaba siempre agacho cuerpo arrodillándose para besar la mano de la condesa, ¿Quién mejor para estar cerca de un pozo profundo que la oscuridad encarnada? El no temía a lo que en un futuro pudiese suceder con su alma o su cuerpo ya que los dos estaban perdidos desde hacía años.

- Tome asiento por favor su alteza y descanse un poco que el camino debió ser largo-Contesto señalando una de las sillas de piedra mientras escuchaba a lo lejos la voz del Barón susurrarle al oído, aquella voz de ultratumba que solo aquel con el contrato podía escuchar y comprender-Yo también he escuchado hablar mucho de usted madame Delacroix… Por cierto hermoso apellido el de usted-A sus espaldas, su propia sombra se volvió gigante y portando un sombrero de copa levanto la cabeza a cielo mientras reía histéricamente, sin embargo ni el más mínimo sonido alcanzaba escucharse- El gusto en conocerle no es más que si no nuestro quienes hemos tenido la gracia de poder encontrarnos con una distinguida personalidad como lo es usted Madame Delacroix, sin embargo la curiosidad a asaltado nuestras almas más de lo que normalmente logra hacerlo un trabajo común, ¿Para que desea usted solicitar nuestros servicios?-Juan de La Cruz hablo todo el tiempo en plural suponiendo que la mujer frente a él estaba enterada de todos los pormenores que implicaba tenerlo cerca, El Barón Samendi se confundió nuevamente con su sombra desapareciendo de la vista de los dos pero sin irse por completo, claro, no sin antes susurrar algo al oído de su usuario

Los ojos de Juan de La Cruz se iluminaron con conocimiento al segundo que la sombra se perdió nuevamente en el bosque, los susurros de los muertos volaban a su alrededor formando algarabía y el solamente observo a la muchacha preguntándose cómo había podido ser tan tonto como para no darse cuenta, tal vez se debía a que aquel rostro le distrajo demasiado tiempo o a la falta de interés inicial por el trabajo que no preocupo en averiguar acerca de su cliente, nunca lo hacía en realidad porque a él no le importaba quien era la persona sino lo que quería y si podía pagarle, pero ahora viéndola de frente noto la luz impura proveniente de la magia negra.

Angelique como todos los brujos que había conocido poseía sobre su cabeza un velo deslumbrante que personificaba la magia en ellos, un velo casi imperceptible por cualquier humano normal son embargo Damballa le enseño a verlo claramente, de modo que en ese aspecto nada pasaba desapercibido… al menos no hasta ahora, momento de debilidad humana que le distrajo de su verdadero propósito, información, no solamente aquella proveniente del mas allá sino también de la que los vivos podían hablar, aquella que podía comprobarse con testigos de carne y hueso can la que podía castigarse a quien le mintiera descaradamente

- Desea usted que le dé una prueba de mi trabajo?? Por lo que puedo apreciar usted estaría completamente calificada para juzgar mis habilidades, duelo jugar un poco antes de algún buen trabajo y dar pequeños espectáculos con truquitos parlanchines antes de firmar contratos con el diablo-Comento ladeando la cabeza dejando que sus rastas cayesen sobre sus hombros y retrocediendo un poco hasta llegar a la otra silla de piedra. Con sumo cuidado desabrocho el seguro de su capa para colocarla en el respaldo de la silla, traía puesto un traje sencillo y desgastado común en los magos mulatos provenientes de su tierra, la hermosa Nueva Orleans- Podría sacar un conejo de mi chaqueta si usted desea…-comento en tono burlesco degradando a los magos charlatanes que plagaban las tierras parisinas y desgraciadamente a las suyas propias

El Barón Samedi no daba señales de vida pero se mantenía atento al desarrollo de los hechos que ocurrían frente a sus ojos, podía tratarse simplemente de una sombra burlesca cuando estaba frente a alguien aparte de Juan de La Cruz pero era el quien juzgaba cada acción del mismo y durante cada segundo del día le daba una razón para dejarlo vivo y mantener el contrato
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Mensaje por Angelique Delacroix Mar Jun 12, 2012 2:56 pm

Angelique había hecho toda una gran investigación antes de llegar a ese lugar. Sabía cada detalle del brujo, y no sólo eso, también de aquella sombra que lo acompañaba a todos lados, pues era lo que más le había llamado la atención al saber de su historia. Investigo tanto, que incluso paso grandes noches estudiando escritos que le habían mandado de todas partes del mundo. Se debía saber que Angelique no sólo era una persona llena de hechos, también se trataba de una mujer con un intelecto bastante grande. Tanto, que muchos sabios se acercaban a ella para llegar a momentos de análisis no sólo de información, también de conjuros y hechizos. Una mujer que temer, una mujer que admirar, una mujer para adorar.

No apartaba esa sonrisa burlesca de su rostro. Le encantaba coquetear con quien verdaderamente valía la pena. Y él lo valía, además que estaba de buen ver. Hizo una reverencia respetable como toda una digna mujer de sociedad, y dejó en claro que sabía las reglas del juego, las reglas que le habían enseñado por más poderosa que fuera. Respetar a los varones que estuvieran en su presencia, pero no a todos, pues no todos lo merecían.

Observó a detalle el rostro tostado del caballero. Al menos observaba algo ameno. - Vayamos al grano - Carraspeó, se sacó la capucha que privaba al caballero de su despampanante belleza, y la dejó a un lado, sin importar que se fuera o no a manchar. Cargó ambas manos en la mesa de piedra, no dejaba de sonreír, se notaba bastante entretenida - Te quiero mío, para mi - Indicó sin ningún titubeo, sin llegar a poner nervio en sus palabras, o duda, porque en realidad nunca sentía nada de eso en sus actos. - Te daré todo lo que desees, riquezas, mujeres, información, pero trabajaras para mi el tiempo que yo te demande, te tendré para mi en el momento que lo necesite, y harás cualquier trabajo que desee, así sea torturar o matar a alguien ¿Está claro así? - Movió su cabello, dejándolo atrás de su oreja, un detalle simple pero coqueto.

Espero apenas unos minutos dejando que el hombre procesara sus palabras, sabiendo que era un hombre inteligente, no tendría que esperar demasiado, así que siguió hablando - Lo he contactado antes de tiempo, porque me interesa saber de usted, me interesa poder llegar a tener una estrecha relación. ¿Qué pasa con el Barón que siempre le sigue? También deseo conocerle - Guardó silencio unos momentos. Se puso de pie y caminó alrededor de las sillas, al rededor de él.

Se detuvo en su espalda. Ambas finas y delicadas manos se posaron en sus hombros. Otorgó un pequeño masaje, como queriendo complacer al caballero - Un pequeño truco de magia no estaría mal, peor también deseo adentrarme en su mente ¿Me lo permitirá? - Los delicados y suaves dedos de la mujer, fueron subiendo, ejerciendo cierta presión en su cuello, en sus mejillas, en sus orejas, y luego se posaron en su frente. Angelique se permitió entrar por unos instantes en sus pensamientos, y su pecho se infló de orgullo al notar como lo había cautivado. Se inclinó un poco para poder llegar a la altura de su oreja. - Muéstreme el mundo a través de sus ojos, siento que es más interesante de esa manera - Se relamió los labios, volvió a caminar, alejándose de él, volviendo a tomar asiento, lo miraba a los ojos de manera profunda, dejando ver una especie de deseo por el momento - Muéstrame - Ordenó, pero su voz sonaba tan tranquila como cualquier doncella esperando las instrucciones de su amo.
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Mensaje por Juan de la Cruz Miér Jun 13, 2012 11:40 pm

Dicen que la curiosidad mato al gato, y Juan de La Cruz se había echado la soga al cuello desde hacía ya varios años, sus días comenzaron a registrarse en el reloj de la parca desde el día en que tatuó su cuerpo con el contrato de barón, unas veces su segundero se paraba impidiendo que el día llegase mientras otros la manecilla de las horas avanzaba de manera desmesuradamente rápida acortando diez veces su vida con cada respiración. Su estadía en la tierra estaba convertida en algo incierto cuyo fin simplemente se basaba en la voluntad de una deidad que se encontraba lo suficientemente aburrida como para formar un lazo mágico con un simple humano, y con un carácter tan polifacético que mantenía a Juan de La Cruz bailando un tango entre la vida y la muerte

Aquella era una mujer peligrosa, no solo en el aspecto de la magia, ella era delicada y hermosa como un cisne, pero si tuviesen que compararle con algún animal seria definitivamente con una serpiente, escurridiza, con una lengua afilada y una mordida venenosa, moviéndose sigilosamente sobre el cuerpo de su víctima hasta alcanzar la yugular, donde la vulnerabilidad es latente. Angelique tenía una hermosa sonrisa, sin embargo esta se encontraba plagada por su propia maldad, incluso su expresión podía llegar a causar malestar en los más inocentes, aquellos desde antes de nacer estaban destinados a en un futuro convertirse en víctimas. Juan de la Cruz no atino más que a ampliar la expresión de satisfacción en el rostro al darse cuenta que a pesar de todo aquello, en realidad no le molestaba para nada la presencia de la mujer.

- El precio que hemos de pagar los dos por tenernos el uno al otro no ha de ser muy caro por lo que veo-Aquella pequeña frase la dijo ya desprovisto de su capa mientras como siempre ladeaba el rostro manteniéndolo en aquella perfecta expresión de diversión, restándole importancia los detalles pequeños e insignificantes, él estaba ahí por la información sin embargo si la jefa era más demandante que los beneficios tendría que cortar de lleno el contrato que los uniría como aliados en aquella extraña travesía, claro estaba que eso no planeaba mencionarlo, bien dicen que los de su clase se siente entre si y una clausula como aquella no parecía relevante a esos momentos de la plática-Felicidades Madeimoselle, ha logrado conseguir, que Juan de La Cruz le preste sus servicios, a cambio claro, de toda la información que pueda obtener usted con todas las influencias pertinentes a su título-guardo silencio sonriendo ante un rayo de luz que lo alumbro cuando ella acomodo sus cabellos siendo consciente de lo bien que estaba moviendo sus cartas- Por supuesto, así como los francos deben ser dorados espero que la información que me entrega sea correcta, no quiero pensar que una mujer tan capaz como la condesa Delacroix pueda ser fácilmente engañada por malas fuentes, o que no tiene la palabra ni los recursos para cumplir un simple trato-termino ensombreciendo el rostro mientras hablaba

La noche guardo silencio mientras Juan de La cruz ponía sus condiciones, para después dejar que la bruja jugueteara todo lo que quisiese con el hasta que fuese su turno de hablar, el volvía a parecer travieso ante las palabras de la muchacha sin embargo había uno de sus caprichos que no llegaría a ser cumplido, ya sea que ella quisiese romper relaciones por aquella pequeñez, al menos en eso Juan de La Cruz no planeaba darle satisfacción. Cerro los ojo un instante y al siguiente delante de él se encontraba parado el Barón Samedi, acomodándose su sombrero de copa y cubriendo su rostro con las sombras de los árboles, una sonrisa macabra alcanzaba a asomarse por sus labios apenas visibles por la oscuridad, el Barón los mantuvo en ascuas durante unos cuantos segundos hasta que recogiendo el bastón del suelo se acomodó la solapa y sus pies avanzaron tan lentamente que todo parecía una eternidad en comparación

- Barón por favor retroceda, ella no hablaba en serio-El barón ensancho su sonrisa acercándose hasta quedar de frente a Juan de La Cruz quien estaba interpuesto entre el cazador y su presa- Barón la noche se acaba y las sombras desaparecerán-El hombre ni tardo ni perezoso alargo la mano que aun cuando en un principio parecía normal comenzó a verse huesuda, tan vieja como el tiempo mientras todo alrededor del palco comenzaba a sentirse pesado y las hojas de los árboles se desprendían de sus ramas perdiendo aquella viuda cultivada durante años. Juan de la cruz crispo los labios en la espera de lo que Barón haría, pero este simplemente siguió avanzando hasta que la punta de la yema de su dedo índice choco contra uno de los cabellos de Angelique volviéndolos blancos- Retrocede!!!!-Grito exasperado moviendo el brazo y desvaneciendo a la sombra.

Al girar el rostro hacia la bruja Juan de La Cruz estaba transfigurado por la ira y sus ojos como dagas se clavaron al instante en la mujer ahí parada, de repente la luna se despejo un poco alumbrándole el rostro y conforme la luz le golpeaba comenzaba a preciarse el cambio, sus cabellos se había vuelto plateados y su rostro parecía anciano, sin embargo para cuando todo su rostro se vio encarecido ya había vuelto a ser el joven de ante- NUNCA VUELVAS A INVOCARLO EN TU MALDITA VIDA!!!!!!-enseguida pareció sorprendido por su propia reacción y a sus espaldas el Barón samedi había vuelto a ser una simple sombra bajo sus pies, solo unos segundos bastaron para que recuperara la compostura que se perdía según los deseos de la deidad caprichosa- Madeimoselle Delacroix… Mi más humilde disculpa por el incidente, negocios es de lo que hemos venido a hablar, y si no le molesta le mostrare una buena prueba de magia-A sus espaldas la sombra comenzó a carcajearse volviéndose repentinamente más grande, pero manteniendo su actuación a raya
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Mensaje por Angelique Delacroix Lun Jun 18, 2012 1:25 am

Arqueó una de sus cejas. Estaba sintiendo el ambiente pesado, esas energías oscuras que se sabía de memoria, pero no tan poderosas como las que en ocasiones, muy ocasionalmente, manejaba en los ritos. Angelique no sólo poseía la magia de una bruja común, no sólo había adquirido el poder de la oscuridad, también había hablado con el mismo diablo en persona, dejando que se entrara en su cuerpo, dejando que la profanara con el cuerpo de un hombre al que había poseído, nadie sabía el verdadero poder de Angelique, y no estaba para contarlo a los cuatro vientos como si se tratara de una simple platica con un té de por medio. Observó a la gran sombra acercarse, y le divirtió la expresión de Juan. Sólo había tocado uno de sus cabellos y la función había comenzado.

Sus cabellos rubios tornaron a ese color plateado, semejante al tono de la luz de la luna cuando cubre con su manto la oscuridad de la noche. Sintió su rostro comenzar a contraerse, sus palpitaciones subieron la velocidad pero también tenían menos fuerza, su respiración se agito, y sólo habían pasado escasos segundos que le había tocado el Barón los caballos, a pesar del dolor, y el malestar que eso le produjo, la rubia no dejo de sonreír, con esa sonrisa frívola, desafiante. Cuando volvió a la normalidad, tomó una gran bocana de aire, una prolongada, y la dejó salir recuperando su pulso y respiración de manera correcta. - Así es como me has mostrado un truco de magia, fue emocionante la sensación - Confesó de manera tranquila, como si le hubiera mostrado un conejo salido del sombrero - ¿Me viste? ¿Me contemplaste bien? Muchos años son los que llevo encima, más de los que aparento querido Juan, pero la misma magia que te ha dejado verme de esa forma, me mantiene de esta - Y señaló su deseable cuerpo.

El Barón le había agradado, era una figura, un demonio, un fantasma, como quisieras llamarle, de armas tomar, no se intimidaba ante su presencia, hacía lo que creía necesario para mantener su poder, y dejar en claro quien mandaba, aunque a Angelique nadie le daba ordenes. Pocas eran las figuras que podían hacer eso, de hecho sólo su querido Charles había aprendido a darle frente, y quizás por eso amaba tanto a su primero, porque aunque cualquier dijera que no tenía sentimientos, Angelique amaba a alguien aparte de ella y el poder: A su primo. Alzó una de sus manos, mostrándole la palma de la misma a Juan, pidiéndole que guardará silencio o solamente lo escucharía su mano. - Las disculpas salen sobrando, ya paso, no hay como volver el tiempo atrás para remediarlo, y a mi no me vienen las disculpas - Confesó, bajando la mano, colocándola en su regazo, Se acomodó los cabellos que caían por sus hombros. Su rostro se habían endurecido, mostraba una verdadera mueca de desilusión, era cierto que la había agradado la actitud del varón, pero nadie podía tocarla, no en estás circunstancias. No dijo más por unos minutos, desvió su mirada a la luna, esa que estaba a punto de marcharse, esa que había sido, que era, y sería siempre su cómplice, y quien también le daba fuerzas. Estaba alta, imponente, y alumbraba mejor que otras noches. Le gustaba esa visión por lo que sonrió y pronto volvió su mirada a su nuevo trabajador… O eso creía.

Sus ojos atraparon con rapidez la mirada ajena. Le sonrió por mero compromiso que por deseo, le fastidiaban ese tipo de cosas. Se sentía contrariada, por una parte emocionada por el trato que acababa de cerrar, y por otro le molestaba que la subestimaran, porque a pesar de que ella lo había hecho un sin fin de veces, por primera vez no lo había hecho, y le hartaba que la pusieran en un bajo nivel, uno que estaba más que segura no era el suyo. Ella se encontraba arriba de la pirámide, junto con Juan, porque no estaba dispuesta a menospreciar esas habilidades. Debía sacar beneficio. - ¿Subestima la inteligencia, el poder y la belleza de esta dama? Esta a tiempo de cancelar el trato, le concedo más tiempo de meditarlo, hasta que nos despidamos por completo, porque de mi nunca recibirá menos dinero del pactado, y la información nunca sería mala, si la información que recibo hubiera sido tan mala, usted no estaría frente a mi Juan, así que medite bien lo que dice - Le dedicó una mirada desafiante, una sonrisa frívola se volvió a posar en sus labios. - No volveré a mencionar a su… acompañante, sino volvemos a pasar una situación como esa, es… ¡Intolerable! - Su voz se había ido acrecentando conforme las palabras iban saliendo. Angelique llevó ambas manos a la altura de su pecho, colocando palma contra palma, mostrando una tranquilidad nunca antes vista en ella, una tranquilidad letal.

Se volvió a relamer los labios, con tranquilidad, con esa tranquilidad siempre vista. - ¿Terminará de decir sus condiciones? No estoy dispuesta a salir de los términos de aceptar el trato señor Delacroix - Le dijo su apellido, porque en francés era el mismo, porque era evidente que ambos lo sabían, porque tenían más en común de lo que sabían, y de lo que iban a ir descubriendo.
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Entre Brujos y Brujerias el bosque se tiñe de negro [Privado] Empty Re: Entre Brujos y Brujerias el bosque se tiñe de negro [Privado]

Mensaje por Juan de la Cruz Jue Jun 21, 2012 10:57 pm

Una carcajada salió de sus labios, había muchas cosas que Juan de La Cruz amaba y entre ellas estaba un buen encuentro, el Barón pocas veces se mostraba tangible, comúnmente se arrastraba como un animal en el suelo buscando almas que meter dentro de su sombrero, siempre engañoso burlándose de los mortales, la deidad que controlaba el flujo de vida solía tener una retorcida idea de diversión, Juan de La Cruz era su único invocador actualmente según lo poco que sabía del Loa sus contratos jamás duraban demasiado antes de aburrirse y acabar con los brujos que le llamaba, cinco según Damaballa, habían tenido la desdicha de invocarlo para un contrato, de esos cinco solamente él había podido renovar viviendo más años de los que acostumbradamente aparecían en las clausulas, su madre, la misma Ave Cruz fue una de sus usuarias, sin embargo ella no duro más de unas horas antes de expirar como buena compañía a los ojos del Barón.

- Primero que nada mi bella dama necesitamos tener un poco de privacidad-dijo riendo por lo bajo mientras tronaba los dedos, la sombra del barón había estado imitando todos sus movimientos de una manera burlescamente vulgar hasta llegar en el chasquido- Damballa cuida de tu engendro un rato…-dijo de manera arrogante y el suelo se partió bruscamente dejando salir a una gran serpiente con cabeza humana que se enrollo en la sombra del barón jalándolo hacia el suelo, la tierra se cerró sobre ellos causando que Juan de La Cruz ampliara su sonrisa que fue avanzando un poco hasta convertirse en una limpia carcajada, aquello le costaría algunos años de vida, descontando lo que ya le había quitado seguro no le quedaba mucho, pero valió la pena- Comprendo madeimoselle la apariencia engañosa de alguien que posee tanta magia que se desborda por sus poros a cada segundo puede llegar a quitar el aliento, mi padre, Abdul, vivió muchos años manteniendo la apariencia de un hombre joven y fuerte hasta que la vida se le termino, ochenta años tenía el día que decidió dejarnos sin embargo seguía pareciendo de vente-El aire solemne que su rostro adquiría cada vez que hablaba de su padre le invadió a medida que las palabras salían de su boca, en sus ojos había tanto orgullo dirigido hacia el difunto como el que Abdul portaba siempre que miraba a su hijo crecer y superarlo.

Podía escuchar debajo de la tierra las quejas de Damballa, ellos dos eran de las deidades vudú más antiguas y poderosas, pero el Barón había sido tomado en su forma de sombra y la sabiduría de Damballa quien por algunos siglos se mostraba más viejo que el Barón le permitían enfrentarlo manteniéndolo bajo control, Damballa jamás lo quiso pero el juicio de aquel loa se encontraba afectado por el cariño que desarrollo hacia su padre, el único humano con el que hizo y haría un contrato.

- Las disculpas nunca sobran madeimoselle, después de todo la educación que recibí aunque humilde esta arrugada a mi ser, por lo cual creo que deberá soportar esos pequeños detalles-continua amablemente mientras reía divertido, verla hablar le recordaba un poco a algún puma bebe haciendo una rabita, pequeña pero letal, seguro que no había muchas mujeres como ella en Luisiana, allá todas eran o lo uno o lo otro y Juan de La Cruz no estaba dispuesto a correr el riego con ninguna muchacha que pusiese atraparlo atándolo a algo o a alguien, él no era un objeto o adorno de nadie al igual que no esperaba que nadie lo fuese para el- Mis condiciones están dichas, no soy muy exigente con los trabajos que escojo pues estoy seguro de mis habilidades, por otro lado si soy muy apasionado con aquellos que me interesan, lo que usted me ofrezca lo tomare con ganas pues no esperaba menos de una dama de alcurnia como lo es usted-Continuo moviendo las manos mientras hace uso de su desarrollada labia, pues era conocido en su pueblo por ser el mejor embustero cuando abría la boca mientras al mismo tiempo las verdades surgían entremezcladas con su lengua y su conciencia- Usted ha terminado ya de poner sus términos?? Me queda bien claro que ya he dicho suficiente, al igual que me queda claro que cualquier cosa que no aparezca en el contrato cuando este sea firmado no entrara en el trato-no trataba de parecer impertinente ante nadie pero cuando consideraba que algo debía ser dicho él lo decía- Mamá Brigitte será nuestra intermediaria cuando nos separemos, cuando sienta el aire de la deidad soplar en su cuello será mi voz confirmando sus trabajos, de la misma manera usted puede enviar con ella el mensaje que desee, es mucho más privado y seguro que cualquier carta-termino de decir con un aire divertido en sus palabras
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Mensaje por Angelique Delacroix Vie Jun 29, 2012 2:53 am

La refinada mujer alzó sus manos a la altura de su pecho, sin querer parecer burlona, porque no lo estaba siendo, aplaudió. De manera sonora, observando con fascinación la manera en que Juan dominaba ese ente que minutos antes la había mostrado de una manera horrenda. Se sintió cautivada por tal habilidad. Fascinada. El darse cuenta que el brujo era el "dominante" dejaba en claro como su raza, por más menospreciada que fuera, era una de las grandes. Los brujos como ellos, habían aprendido a mover energías y seres que cualquiera temería, sin embargo ella no temía, y al ver aquel detalle, imaginaba que el hombre tampoco, a fin de cuentas todos van a llegar a morir en algún momento, por más eternidad que tengas frente a tus ojos. Detuvo sus estruendosos aplausos, y se limitó ahora a sonreír, de manera sincera, de manera burlesca.

Angelique se había acomodado en aquel asiento de piedra, le gustaba el contraste de su piel cálida con el frío de las rocas, le gustaba porque sabía que su corazón era tan frío como ellas. Sólo podía bajar las manos, los muros, y descongelar ese órgano para una persona en especial, una persona que había desaparecido hace un tiempo y no había vuelto a Paris. La bruja cuidaba demasiado sus sentimientos, cuidaba cada detalle de ellos para no exponerlos, no entendía entonces porqué en ese instante su adorado primo se asomaba, se hacía presente en su memoria, quizás si lo entendía. Charles de estar en Paris, seguramente estaría a su lado en ese momento, cuidando cada detalle de las cosas que se habían en ese lugar, memorizando cada palabra dicha, cuidando la espalda de su prima, y cuidando que nadie pudiera observarlos, siempre cuidándole las espaldas. De verdad que lo echaba de menos. ¿Qué pensaría al verla con un hombre tan apuesto a su lado? Seguramente le haría una escena de celos, cosa que tendría muy entretenida a Angelique.

Movió la cabeza con suavidad, sólo para borrar las imágenes de su apuesto primo en su cabeza. Quiso entonces ser sincera con Juan, los mejores negocios provenían de la sinceridad completa del negociante, aunque ella por más sincera que fuera, no revelaría todos sus secretos, al menos los más importantes no. No estaba dispuesta a perder los privilegios que había obtenido - Sorprendente es el manejo que tiene con la hechicería mi querido Juan, le he de decir, que estuvo a punto de sorprenderme por completo, pero me quedé en el 90%, no es que menosprecie lo que hace, al contrario, para mi es muy valioso ver pruebas incluso en mi persona, pero estaré completamente satisfecha al ver lo impecable que es en los trabajos que le pida ¿Si me entiende verdad? - Hizo una breve pausa, pequeña, en realidad no quería hacer silencios prolongados cuando sabía que las platicas venideras serían fructíferas - Ahora bien debe saber una cosa, una que seguramente ya intuye o que ha descubierto, un experto como usted debe tener el control de este tipo de situaciones - Carraspeó - Yo también manejo magia oscura querido mío, y he hablado con el mismísimo diablo en persona, he sido su amante, y favores me debe, así que cuidado con una traición, que no dudaré en utilizar también esos lazos… - Se mordió el labio inferior con coquetería, y descansó sus manos en su regazo. Apenas estaba siendo quizás la media noche, el momento en que la luna estaría en su esplendor, y su poder incrementaba por completo.

Sonrió de manera amplia - Es todo mi estimado señor De La Cruz, aquello que me importa es que haga trabajos para mi cuando se los solicite, que sea impecable, y que nadie sepa que somos conocidos por ese tipo de detalles ¿Me entiende? Ni siquiera en las voces ocultas de lo prohibido, si nos ven juntos será por eventos grandes donde personas tan distinguidas como nosotros tienen permitido entrar, no lo niego, aprendo a reconocer, recomendar, y sacar provecho de las personas, créame, de hacer bien los trabajos que le pido, no sólo tendrá acceso a facilidades como información, también en posicionamiento, le presentaré a personas muy importantes, tan importantes que se sentirá de ese circulo, todas casi tan perfectas y ambiciosas como yo, pero sin llegar a mis talones - Le guiñó un ojo, la rubia tenía el ego muy alto, y lo tenía al saber lo hábil que era, al saber que la mismísima corona la necesitaba para su protección - No me vendría mal conocer un poco más de usted - Arqueó una de las cejas - ¿Qué ha dicho? - Arrugó el rostro por unos momentos pero no perdió la compostura - Acepto que alguien sea la intermediaria, lo que no acepto es no volver a compartir una noche con usted señor De La Cruz, que mejor que recibir la información en persona - Se encogió de hombros, a ella le gustaba la claridad de las cosas no sólo en las palabras dichas, también al ver los ojos al mismo tiempo que escuchaba las palabras pronunciadas. - En fin, ya arreglaré otro encuentro, uno que valga la pena tener, sin intrusos - Asentía con la cabeza, reafirmando sus palabras.

Se puso de pie entonces - ¿Me dirá que la reunión a terminado? - Negó en manera de reproche, como si estuviera decepcionada - Estos caballeros de hoy en día no saben disfrutar una hermosa velada con una dama como yo, deberíamos alargar este encuentro, dejar a un lado del negocio y hablar de trivialidades - Angelique no era tonta, las trivialidades vienen acompañadas de verdades, de secretos ocultos en las personas, estás los pronunciaban sin siquiera percatarse de eso. La información otorgada a una persona, es sinónimo de destrucción con tus propias palabras.
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Mensaje por Juan de la Cruz Dom Jul 01, 2012 10:07 pm

Las mujeres no se comparaban con ninguna otra que Juan de La Cruz pudiese haber visto durante su vida, las flores morían rápido y no demostraban para nada la vivacidad de las adolescentes enamoradas, el cielo era hermoso pero no tanto como el de una mujer feliz. Lo que más amaba de ellas residía en la habilidad que poseían para lograr que todo se volviese suave como ellas, sus voces eran peor que un maleficio para Juan de La Cruz pues fácilmente podía dejar que alguna le arrancase el corazón si lo hacía mientras cantaba, los artistas las habían vuelto sus musas porque eran capaces de tirar todas las barreras del tiempo y el espacio, no importaba si no poseían juventud o si la tenían en exceso, la sonrisa de una niña o la de una anciana eran esos espectáculos dignos de ver para cualquier personas. Eran inmortales porque tenían la capacidad de permanecer en la memoria de la gente durante décadas.

La sonrisa de Angelique Delacroix disimulaba la maldad que nacía con cada bombeada de sangre enviada por su negro corazón, esa era otra de las cosas que le fascinaban, la debilidad que causaban en el hombre con su presencia, ella era fuerte y desalmada pero poseía una cierta cualidad que lograba que su belleza fuese iluminada por una luz extraña. La débil risa del conocimiento abandono sus labios en cuanto se dio cuenta de que las cosas eran al revés, ella estaba llena de esa aura mezquina que indicaba lo gélido de su alma, pero su belleza suavizaba ese rasgo dándole aquella luz tan única que la hacía diferente a muchas de las mujeres que conoció y conocería. Juan de La Cruz levanto el rostro viéndola sentada con aquel aire de reina, él no había nacido para ser un peón pero si para recibir órdenes, pues el peón es quien se encuentra abajo obedeciendo y quien recibe órdenes no tiene la obligación de cumplirlas, claro que durante esta ocasión estaría rompiendo la regla.

Juan de la cruz escucho atentamente las palabras de la bruja antes de hablar pues gustaba en exceso meditar sus palabras antes de dejarlas salir de sus labios, lo dicho, dicho estaba y aquello que ya ha sido pronunciado no puede borrarse jamás- No es mi intención impresionar con la magia pues esta no está hecha precisamente para ser enseñada, sin embargo le puedo jurar sobre la tumba de mi madre a quien no conocí que no tengo ninguna intención de faltar a mi trabajo, me enorgullezco de la limpieza de cualquiera de mis actos por lo cual puede perder cuidad, destruiré a cualquiera que intente interferir entre nuestros asuntos secretos si es necesario para mantener todo esto oculto bajo las sombras del anonimato, en donde deben estar-aquellas palabras las había dicho con la solemnidad que se merecía pues si había una cosa que se tomaba en serio era el trabajo, Abdul era un hombre severo en ese sentido y hacia años cuando aún se encontraba hundido en la inmadurez propia de la juventud le había recalcado en innumerables ocasiones acerca de la perfección con la que debían ser realizadas todas las acciones correspondientes a la vida de uno, entre ellas el trabajo.

A pesar de su inicial seriedad no pudo evitar sonreírse ante las palabras de la mujer, ella parecía toda una depredadora en serio, bajo la vista posando sus ojos avellana sobre la muchacha de la cruz, sus juicios sobre los demás de su clase jamás servían de nada, sin duda tenía el bien claro que la idea de que la mujer fuese la amante del demonio no era tan descabellada pues el mismo Barón Samedi había sostenido esa clase de encuentros con mujeres mortales durante muchos siglos, según entendía aquel loa había llegado a ser comparado con el dios Zeus de la mitología griega debido a lo parecido de sus historias, también le había contado una vez, en medio de un debraye de esos que hasta los dioses podían sufrir que ellos recibía diferentes nombres, mostrándose también con diferentes rostros en muchas culturas ajenas a la suya, de modo que bien pudo el haber hablado con el demonio vistiendo alguna de sus pieles durante aquellas invocaciones que tan prohibidas le había dejado Abdul, así como pudo no hacerlo.

- Por supuesto que nos veremos muy seguido, será un placer y perdición observarla en innumerables ocasiones a partir de ahora, sin embargo me gustaría que me convocase de esa manera, así nuestros asuntos privados se mantienen como deben estar, en privado. Mucha gente es la que conozco que tiene influencias en este mundo, algunas me adoran, otras me aman pues mis favores cuestan así como benefician, sin embargo la diferencia entre un noble que esconde la cabeza para que nadie se dé cuenta que le hizo un amarre a su mujer y el de uno que me fue presentado por la mismísima condesa francesa no tiene comparación-rio divertidamente ante su elección de palabras, en realidad era como encontrarse en situaciones tediosas de tratar por aquellos que se daban golpes de pecho ante lo que existía en la oscuridad- Veo que los dos sacaremos provecho de esta relación, espero sin embargo ser de tanta ayuda como usted me lo será a mí-termino mientras ladeando el rostro mientras se encontraba fijo en la bruja

Una limpia carcajada salió directamente desde su garganta mientras la miraba divertido- Como de qué clase de trivialidades podríamos hablar? Solamente soy un brujo que ha vivido su vida trabajando, nada interesante que una mujer de alcurnia como usted no haya visto antes-comento mientras echaba para atrás su cabello tomando un aspecto más desenfadado, bajo sus pies las cosas se habían calmado así que pensó que probablemente aquellos dos habían vuelto a su mundo para continuar la pelea- Usted sin embargo, debe tener un montón de historias increíbles que maravillarían a este incauto mortal-termino observándola ya levantada del trono de piedra
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Mensaje por Angelique Delacroix Jue Jul 05, 2012 3:00 pm

Aquella bruja había estudiado demasiado tiempo atrás a Juan, se había dedicado varios meses a estudiar su caso, la presencia del Barón con la que convivía, sus raíces, el tipo de magia que manejaba, su carácter, incluso las descripciones de los modos en que se movía y hablaba, se había preparado por completo para eso, para saber por completo del joven con quien trabajaría, sin embargo todo aquello que había estudiado se quedaba corto con su presencia, no tenía ningún tipo de comparación aquellos escritos con la realidad, se sintió dichosa, y no precisamente con la presencia, aunque en parte. Lo que le llenaba de dicha es que nuevo había acertado en sus elecciones, en el reclutamiento de su personal. Siempre había visto a sus trabajadores muy por abajo del hombro, ahora puede decir que haría una excepción, no tenía ganas de ver a Juan hacía abajo, tenía ganas de verlo a la par, no tanto como un igual, pero si a la par, y le tendería la mano para disfrutar de los trabajos que ambos realizarían, se sentía satisfecha y feliz.

La mujer suponía, no, no suponía, tenía en claro que ambos estaban disfrutando de la presencia del otro, tenía en claro que se deleitaban con los movimientos ajenos. Angelique sintió el deseo de sentir una caricia proveniente del varón que tenía enfrente pero rápidamente borró ese deseo, no estaba en ese momento, y como una dama correcta, debía respetar el espacio, y esperar a que el hombre diera señales o la iniciativa, además no es que le estuviera carcomiendo el alma la caricia, sólo tenía curiosidad - Seré honesta, no lo trataré como a cualquier empleado a los que tengo la facilidad de destruir con un movimiento de manos, creo que estamos consientes de que este encuentro no surgió de las casualidades, surgió por el poder, el conocimiento, y las nuevas alianzas que nos pueden hacer invencibles, estoy segura que ninguno de los dos va a desaprovechar la oportunidad ¿Me equivoco? - No apartaba esa sonrisa llena de frivolidad, orgullo, y soberbia que la caracterizaba, ni siquiera con el mismo rey podía hacerla a un lado, y no es que fuera una maleducada con los altos soberanos de la corona, pero al menos les dejaba en claro que su palabra era sinónimo de trabajo, de confianza, y lealtad a quienes les sirve, le sirven o son leales con ella.

Ella verdaderamente estaba interesada en Juan de la Cruz, tenía ganas de adentrarse a ese mundo, en invocar al mismo Satanás, que poseía su cuerpo femenino frente al brujo, deseaba cautivarlo, volverlo uno de sus más grandes e íntimos allegados y vaya que tenía muy pocos, sino es que uno sólo, su primo Charles. De nuevo la pregunta de ¿Qué pasará cuando se entere de los tratos de la bruja con un caballero? ¿Se molestia? ¿Se lo prohibiría? Más valía que no, o la mujer estaría faltándole al respeto negándose a un berrinche, porque sería un gran berrinche sin fundamentos, a ambos le serviría la presencia de Juan en la corte. "La corte", pensó la bruja para sus adentros, y entonces su primer y próximo encuentro oficial ante las masas del populacho y la aristocracia se haría más pronto de lo que pensaban ambos. La idea de tenerlo en una celebración importante, mostrándole sus dones sería decisivo para saber si una amistad próxima se haría presente. - Mi querido Juan, debería ser más cortes, prudente y protocolario que usted hiciera la primera invitación, sin embargo hoy romperemos esos parámetros ¿Le parece? - Le hecho un vistazo, una mirada de reojo divertida. Había dado apenas unos pasos para mirar los alrededores del bosque que la luna le había permitido, decidió cortar tales vistas para volver a posar sus ojos en la elegancia del hombre, Angelique sonreía con naturalidad como pocas veces lo hacía, y eso era de aplaudirse, su sonrisa era fría por naturaleza, pero cálida por la importancia del encuentro.

Angelique recordó que en pocos días se haría una gran celebración en el castillo de Versalles, si Juan cometía un error en ese lugar sería demasiado fácil capturarlo, llevarlo a la bastilla y matarlo, pues dentro de las paredes de ese castillo se encontraba no sólo su figura endemoniada, bajo su tutela tenía a una gran cantidad de vampiros, cambiantes, licántropos, brujos e incluso los inservibles pero siempre dispuestos humanos. Sólo pensaba en la posibilidad del error, de nuevo, como siempre, dejaba en la seguridad que él hombre le daría un buen espectáculo, y no tendría error alguno por el cual arrepentirse. - En unos días se hará una gran celebración en Versalles, una esperada por nuestros gobernantes, y que se busca tener grande protección para la corona y sus allegados, nada puede salir mal, cada puerta debe tener el registro de quien entra y quien sabe, y se debe conocer quien esta ahí por la traición, se ha dicho demasiado sobre el sobrino del rey, un hombre que está planeando una revolución, y que logró escapar de la "seguridad" que pusieron los humanos, ahora nuestro trabajo es protegerlos de un posible ataque, para eso, te necesito conmigo en ese lugar, cuidando cada paso que haga todo aquel que entre al castillo - Le dio instrucciones, de hecho muy al aire pues no debía debelar nada comprometedor.

La mujer había avanzado lo suficiente para volver a llegar frente a Juan de la Cruz, se sentía como un pez en el agua, en su habitad natural, se sentía dueña y a la vez invitada de ese momento, se sentía simplemente feliz por lo rápido y bien que habían salido las cosas - ¿Qué dice querido? ¿Acepta la invitación? Recuerde que tiene que ir con el mejor de sus ropajes, verse de la mejor manera, aunque no creo que haga mucho esfuerzo al respecto - Estiró su mano, pasándola con suavidad y lascivia por el rostro aperlado del brujo.
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Entre Brujos y Brujerias el bosque se tiñe de negro [Privado] Empty Re: Entre Brujos y Brujerias el bosque se tiñe de negro [Privado]

Mensaje por Juan de la Cruz Dom Jul 15, 2012 1:21 am

La luna cantaba silenciosa sobre ellos dos, observando desde arriba todo lo acontecido en la tierra, a los amantes secretos, las reuniones que se efectuaban después de años de ausencia, asesinatos que jamás serian resueltos y la luz del nacimiento de algunos mas desafortunados, alumbrando las armaduras de los caballeros que hacia guardia en el palacio dándoles la imponencia que necesitaban para su trabajo o una pareja de desconocidos en medio del bosque que buscaban encontrar un acuerdo común para sus conveniencias, los dos sonreían pero su luz no les hacía brillar pues ellos necesitaban la sombra del anonimato, simplemente se dedicaba a lograr que se distinguiesen sus rasgos más notables ante su tenue luz, ese era el tiempo perfecto para los negocios y los encuentros, el viento acariciaba sus rostros silbando entre las ramas del bosque, tratando de encontrar la salida entre la infinita oscuridad en la que sus alamas había encriptado aquel sitio, haciendo caer las hojas verdes mientras que las secas permanecía flotando en las ramas.

Juan de La Cruz le dedico una íntima mirada antes de desviar la vista hacia la nada, el jamás se permitía ningún tipo de lujo sin embargo la tentación persistía haciendo que su piel hormiguease mientras su rostro mostraba aquella eterna sonrisa, esa que sin importar que pasase alrededor no se borraba de sus labios, su capa se movió cuando una ráfaga de viento les golpeó pero a Juan de La Cruz las telas eran lo que menos le importaba en ese instante, respiro hondo sintiendo otro tipo de hormigueo en la piel, el de la magia que se encandilaba por salir “Descuida mi amor, pronto podrás pasear todo lo que desees”-La magia Madeimoselle Delacroix es un ente hermoso que a de ser tratado igual que una dama, de manera complaciente y delicada e igual que una tiene el mismo efecto en los hombres, los convierte en esclavos de sus dones obligándose a uno mismo a complacerla en lo que desee, esta magia dentro de mi es lo que me mueve, siempre es sinceramente demandante en lo que desea, ¿Sabe usted que desea en estos momentos? …Ella desea esta oportunidad, algo imposible para mi negarle por lo cual no debe preocuparse, yo jamás negaría una oferta tan jugosa como esta, no solo por mi sino también por ella y por supuesto por usted-Juan de La Cruz un anhelaba la libertad pero para él la libertad no existía jamás sin un poco de esclavitud, sin embargo el jamás podría ser sirviente de un mortal, de alguien no digno que aún se encontraba limitado por la línea de la parca con un cuerpo que se encontrase atado a la sociedad y a sus leyes

“Si no soy esclavo de dios, porque habría de serlo de un hombre”

Llegaron a sus oídos los sonidos de la playa, las gaviotas cantando y flotando suavemente sobre las azules aguas saladas, la fresca risa de Abdul a sus espaldas jugando con Zeus, Juan de La Cruz podía traer claramente la imagen del perro labrador con el que jugaba de niño, los dos que conformaban la pequeña familia solían viajar de manera frecuente a la playa recordando a la hermosa Ave, el jamás la vio pero Abdul con su increíble labia consiguió grabarla como un escultor en su cabeza hasta el final de los tiempos, el jamás necesito ningún tipo de pintura para saber la apariencia de su madre, la calidez de su sonrisa o la belleza de sus verdes ojos, brillantes como manantiales había dicho Abdul, con una voz que hacia justicia a su nombre, Ave. El olor a sal había comenzado a relacionarse en su cerebro también con la muchacha delante de él, con la cual sentía una cierta familiaridad que normalmente no era común-No se preocupe madeimoselle que lo que se habla en el bosque se queda en el bosque, en especial tratándose de una descortesía mía-Pensó que tal vez sus ojos podrían ser como las pozas de la bruja, solo que menos sensuales y sin aquel toque de maldad que plagaban a Angélica, después de todo Madeimoselle De la Cruz era un ser que a pesar de su rostro inocente había vivido más de lo que la mayoría de los seres humanos lo hacían, probablemente al igual que el presencio actos tan aberrantes como encantadores, de esos que escandalizarían a las masas con su simple mención.

El pensamiento de dejar su anonimato al menos por una noche en lugar de asustarlo lo excito con la idea de enfrentarse a lo que sobreponía el palacio real de Versalles, durante un segundo estuvo tentado a aparecerse entre las paredes de mármol pulido para dar un buen espectáculo descubriendo a propósito la verdad de los sobrenaturales a los demás, aquel pensamiento le asaltaba de vez en cuando carcomiéndole el cerebro, pero la prudencia le había sido enseñada desde que era chico, razón demás para ocultarse bajo las sombras fuera de la vista del resto de las personas comunes casi divirtiéndole imaginarse cómo reaccionarían si supiesen todo aquellos que se ocultaba bajo el manto de la noche, los niños no podrían dormir pensando que el monstruo debajo de la cama no era lo peor que podrían encontrarse entre los rincones de la casa, en estos casos…

“La ignorancia es una bendición”

- La felicidad de su invitación aun me tiene atónito madeimoselle, jamás había sido invitado a probar las delicias de la corte…-una sonrisa cínica se cruzó por sus labios al pensar en las tantas y numerosas veces que había estado en el palacio- Al menos jamás había hecho una aparición pública en ese distinguido sitio…-“Pues casi siempre el trabajo amerita estar oculto” . Su voz sonaba irónica pero su comentario no poseían ni una sola gota de ironía, el en serio jamás se había presentado en la corte como Juan de La Cruz, casi siempre lo hacía con nombres falsos y vestido como la servidumbre pues la muertes de los nobles ameritaban mucho sigilo en sus movimientos-Le prometo que si me pide ser un filtro ni la más pequeña pelusa lograra flotar entre los invitados, por las ropas no se preocupe, podre ser un hombre salvaje en mi trabajo pero se todo sobre el comportamiento de los nobles, las galas son la cosa más importante en un baile y aun cuando mi función sea meramente como seguridad no pretendo avergonzarme a mí mismo asistiendo como un campesino…-un brillo de diversión se apodero se sus pupilas-Aunque sería divertido ver la reacción de los reyes al verme entrar por las puertas-completo dejando claras sus intenciones en el tono de broma que pinto sus palabras, su sonrisa se amplió al ver a la mujer acercarse mientras alargaba la mano para pasar sus rubios cabellos detrás de su oreja en un toque suave y sutil de esos que se merecen las damas- No soy un hombre egocéntrico pero sé que una dama tan bella como usted jamás podría equivocarse, claro que tendré que poner un especial cuidado si voy a trabajar a su lado, puede que usted eclipse mi presencia si me descuido aunque sea un poco-Termino agachando el rostro para poder verla mejor, los cisnes pueden ser contemplados por los artistas hasta llevarlos a la locura pero Juan de La Cruz trataba con ella muy a menudo por lo cual sabía que a veces, podía resultar tremendamente dulce
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Mensaje por Angelique Delacroix Dom Jul 15, 2012 5:57 pm

La sociedad esta hecha de reglas, leyes, normas protocolares que no se pueden romper, enseñanzas entre las clases sociales, lecciones de vida sobre la jerarquía de la corona hasta el muerto de hambre. Todo está perfectamente organizado, nada puede salirse de los cánones conocidos, de ser así debes tener cuidado, pues hay castigos grandes y terribles que puedes recibir. A pesar de que esos dos seres humanos sabían las reglas que la sociedad demandaba disfrutaban rompiendo cada una de ellas, desde el incesto hasta los homicidios enfrente de los reyes sin que ellos lo noten, algunos gobernantes son verdaderamente ingenuos, o simplemente se hacen de la vista gorda haciéndoles hacer a su antojo, y entonces el cuestionamiento de quienes son los que gobiernan, si ellos por llevar la corona o los brujos por realizar lo que se les antoja. Todo puede ser visto desde cualquier punto de vista, los verdaderos brujos no estaban destinados a la horca, sólo humanos desdichados, malafortunados que toman haciéndose pasar por la herejía del país, mientras a lo lejos, los verdaderos malditos disfrutan del espectáculo, ironías de la vida, los buenos pagan por los malos, y los malos disfrutan de dominio contra los necesitados. Así son las reglas, y por esa razón la bruja se pavonea sin miedo alguno, pues aunque le fuera descubierto algún crimen había quienes se los tapaban, existían quienes cubrían sus espaldas con el mismo amor que les profanaban, la inteligencia y el amor no se mezclan, o cuando lo haces sales manchado más de lo que creías.

A pesar de todo ese conocimiento de la sociedad, Juan De La Cruz le ponía un toque especial a las cosas, su toque de magia interno, y no precisamente por la hechicería que poseía, más bien por ese encanto especial que portaba. Para la rubia aquel hombre era una gran tentación, no se basaba simplemente en el deseo de ver sus misiones completadas, era una tentación carnal, le era inevitablemente atractivo, extremadamente inteligente, y poseedor de una magia que nunca antes había visto, a excepción claro de la suya. Se sentía extasiada por tenerlo frente a ella, como su compañero de travesuras, porqué eso eran, simples travesuras que la sociedad les reprochaba, como cuando un niño hace algo malo, así comparaba las cosas la bruja, ¿Quién en esta sociedad había decidido que era lo bueno y lo malo? Para ella, lo malo era tan común como lo bueno, quizás por eso no pertenecía a ese lugar, o a ningún lugar en la tierra, por que su normalidad era extrañeza para los otros que se pavoneaban a su alrededor. ¿Alguien entiende eso? Si de verdad lo entienden busquen un mundo para invitar a la bruja a caminar sin ser juzgada, aunque en realidad, los pensamientos ajenos hacía su persona no le importan nada. Así de sencillo se las gasta siempre.

Una mujer y un hombre que emanan sabiduría, erotismo y belleza pura en una noche, mirándose a los ojos. Por un lado el fuego que quema los alrededores dejando sufrimiento, por otro le hielo que marchita y mata la vida de manera dolorosa, lenta y cruel, ¿Quién es quién? No lo sabemos, pero quizás ambos tengan una mezcla en su interior. Dos criaturas difíciles de describir, nunca podrías descubrir sus pensamientos, ni siquiera el mejor de los expertos en esa rama podría llegar a descubrirlos, el misterio los envuelve y esa supremacía que todos quieren, pero que pocos nacen con ella, afortunados son.

La mujer odiaba reconocer que alguien pudiera despertar curiosidad en su persona, pero no podía mentir, no ante aquel brujo que tenía en frente, hace mucho tiempo que nadie le sorprendía, la galantería natural que Juan De La Cruz poseía sólo la había visto en otra persona, en aquel con quien podía dormir y despertar en la misma cama: su primo Charles. Aquella era la historia escondida de la bruja, el secreto mejor guardado. - Me sorprende que un caballero como usted pueda decir que una dama pueda declinar la atención que posee - Se burló un poco, o más bien su sonrisa salió de forma burlona - ¿No acaso los hombres son los que se claman dueños de este mundo? - Un hombre inteligente es el que reconoce que detrás de él existe una mujer maravillosa. Existen dichos donde dejan en claro que el hombre es lo que la mujer le ha dejado ser, y no al revés como ellos creen que se juega. Pero mientras las mujeres se hacen a su antojo de lo que desean, ellas les permiten hacer, decir y deshacer a su antojo, así funcionaba todo siempre. Fíjate pues con quien te casas para que sepas como serás a la larga. No dudaba en que Juan supiera eso, estaba segura que lo sabia.

Suspiró de manera profunda. - Antes me pasaba eso, debía entrar al palacio de manera anónima, escondiendo mis cabellos, mi rostro para hacer encargos, pero ahora necesito entrar como la condesa que soy, ya existen demasiadas especulaciones del porque paseo poco por las paredes de Versalles, necesito que dejen esas habladurías del pueblo para no estar en la mira - Y era cierto, Angelique no era tonta, si el pueblo se interesaba en saber sobre su condesa les daría gusto por el simple hecho de buscar su bien, nada de lo que hacía podía ser sin un buen para ella, así se las gastaba. - ¿Le parece entonces que entremos al mismo tiempo? Es decir, escoltada de su brazo claro, así ninguno llama la atención de entrar por su lado, y le daré referencia de cada una de las personas, con quienes debemos quedar bien, y con quienes no - Se relamió los labios de manera sensual sin apartar los orbes de los ajenos.
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Mensaje por Juan de la Cruz Lun Ago 13, 2012 10:11 pm

L as estrellas brillaban curiosas, en el pasado el jamás hubiese aceptado mostrar su rostro frente a la corte, al menos no el verdadero pues la combinación de la pintura natural, las indumentarias del oficio, su color de piel y las vistosas rastas lo volverían rápidamente identificable, su padre le había enseñado las ventajas que le atraerían a un brujo el anonimato, constantemente hablaba acerca de mantenerse en las sombras pues según el aquel que realmente valía algo no tenía nada que demostrar, él estaba de acuerdo con su padre pero por razones diferentes, aun tenia presentes las noches en las que soñaba con su pasado zambulléndose en el futuro mientras flotaba en el presente, su vida correría peligro si no se cuidaba como debía, el Barón Samedi le pondría una prueba extraordinaria en cuanto su nombre saliese a la luz de modo que pretendía extender el momento hasta que estuviese más que confiado en poder ganarle al caprichoso loa, había esperado el momento y este era precisamente el tiempo para mostrarse ante la gente, no deseaba hacerlo de manera demasiado brusca pero el efecto que tendría aquella invitación en su futuro le afectaría de manera permanente.

El llamado de la sangre no solamente ocurría en los vampiros o transformistas, todo ser humano poseía un llamado que le atraía hacia aquella prueba a la que todo el mundo debía someterse a través de su vida, el calor de aquí liquido corriendo por sus venas se volvía mas fuerte día con día hasta el punto de que cuando llegase el momento destinado su carne se encendería en llamas quemándolo desde adentro hasta amenazar a sus huesos con volverlos polvo, sonrió con un poco de curiosidad ante la mujer que tenía enfrente, despedía una naturaleza malvada que probablemente atraería al resto de los nobles como abejas a la miel, hundiéndolos en el color de sus ojos hasta tragarse sus almas por completo, sin duda parecía una especie de devoradora de hombres, quizá hasta de algunas mujeres, y si embargo ahí lo tenían a el, dejándose caer fácilmente en sus garras pero cuidándose de tocarlas. Juan de La Cruz ya había comenzado a a pensar en aquel futuro cercano que las aves de mal agüero le mostraba cada noche, las delicias de la corte serian el punto de partida en el cual el brujo comenzaría su viaje hacia las profundas y oscuras aguas de la sociedad.

El fuego quemaba y enfriaba en su interior haciendo girar su mente alrededor de aquel sitio bendecido por las almas errantes que observaban aquel encuentro, las milenarias presencias de brujos que hacía mucho tiempo esperaban el momento adecuado para volver los tenían en la mira ahora que los cambios de luna se efectuaban, pero a ellos nada los dañaría, el suelo retumbando ante la batalla que se reanudaba a sus pies hacía temblar la tierra y volver a los pájaros, no era adecuado que ningún ser inferior intentase inmiscuirse entre sus miradas que brillaban como la de dos enemigos acérrimos mientras que se suavizaban como si se tratase de amigos de toda la vida, la contradicción era aquello que describía su encuentro en medio del bosque.

Los hombres son los creadores del mundo Madeoiselle, pero ninguno sería nada si una buena mujer- Contesto con naturalidad pues sus pensamientos siempre hablaban solos en situaciones como esa- no importa de quien se trate, de un rey, de un asesino o de un simple cochero, todos ellos tiene una sola razón de ser, la mujer quien ha sido bendecida con la perfección y el don de crear vida, si no fuese por nuestras delicadas contrapartes no existiría nada, absolutamente nada en este mundo-La respuesta del brujo retrato claramente sus creencia, incluso los hombres más ilustres del mundo había perdido aunque fuese una vez ante alguna fémina que con la delicadeza de sus curvas o la ternura de su sonrisa logro calentar sus corazones, su madre era un claro ejemplo de lo que significaba ser una mujer, aunque nunca la conoció el ver la mirada en las personas que hablaban sobre ella era suficiente para saber que aquella mujer fue la belleza encarnada, la tentación hecha mujer, el amor nacido en la tierra, y la perfección esculpida en un cuerpo humano

Mi forma de esconder el rostro era muy diferente, yo siempre disfrute del arte del disfraz Mon beau Angelica, me han conocido por muchos nombres en la corte aunque yo jamás he prestado atención alguna a los nobles que ahí residen, el más usado ha sido sin duda mi aquel que posee el titulo falso creado a base de especulaciones, El Barón De La Croix- Juan de La Cruz parecía divertido y complacido ante la plática pues en pocas ocasiones mostraba a alguien alguno de sus rostros, eran tantos y tan variados que era un poco probable que si comenzaba ese día terminase antes que la noche- Claro que sería un placer presentarme como acompañante de una dama tan distinguida como usted, además de un verdadero alivio tener a alguien que conozca y que considere de mi…confianza-prosiguió diciendo la última palabra con extrañeza pues no estaba muy seguro de haberla dicho alguna vez antes o de saber lo que significaba realmente, pero sonrió hacia la bruja frente a él con aceptación
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Mensaje por Angelique Delacroix Dom Ago 26, 2012 12:29 am

Y entonces sus ojos desbordaron un brillo especial, poco visto en los orbes de la fémina de penetrante e intimidante mirada. Sus oídos aplaudían la voz ajena, incluso se sentía privilegiados con cada sílaba que pronunciaba el brujo. Era cierto que se la había pasado investigando cada detalle del muchacho, y que nada de las acciones que había realizado en el pasado se le había pasado a sus investigadores, incluso sabían de su deidad, y cuando cada pequeña y diminuta información estaba recopilada, cada uno de los hombres fue asesinado para que ella fuera la única privilegiada con esa información. Su rostro era distinto al que comúnmente portaba frente a los demás, se asimilaba a la sonrisa que portaba frente a Charles en privado, se sentía complacida con la presencia masculina, e incluso una corriente de excitación viajó por cada parte de su seductora figura. La rubia estaba satisfecha al haber encontrado a Juan, incluso agradecida con el inframundo por habérselo mandado sin titubeos, después arrojaría un par de almas más para pagar ese trato que había hecho con el dios de la muerte; ella estaba consiente de que por más información importante que tuviera, algo no podría tener, algo valioso que carcomía su curiosidad, y que deseaba conocer a la perfección: sus pensamientos. Quizás no podría adentrarse a la mente ajena (no, porque no pudiera, más bien porque deseaba que él la invitará), pero se empeñaría en saciar esa curiosidad que la estaba cegando, era parte de una ambición extraña pero muy suya.

¿Quién lo habría educado de tal manera? Según los datos que había obtenido, sus padres no es que tuvieran una educación formativa perfecta, pero ese hombre era galante, educado, sacaba las palabras apropiadas en el momento correcto, era seductor por naturaleza, quizás sin notarlo pero lo era, y lo más importante sabía usar magia que quizás sólo Angelique y algunos más (contados con la palma de la mano por supuesto) tenían la fuerza, y la habilidad para manejar. Aspiró un poco el aroma que el hombre destilaba, y se sintió embriagada también; entonces sin pensarlo dos veces, su rostro mostró una mueca de desagrado, no por el olor, más bien al percatarse de lo poco tiempo que llevaba frente al caballero, y lo "embrujada" que se sentía por sus habilidades. Debido a su titulo, se la pasaba rodeada de distintas criaturas, muchas, o quizás la gran mayoría para ella debían estar muertas por inútiles e ineficientes, y ahora, al notarse enfrente de alguien con calidad como Juan de la Cruz, quiso formar parte de su mundo, y que el formara parte del suyo. De antemano ambos sabían los privilegios que dicha unión les daba. Si eran verdaderamente listos permanecerían.

- Es extraño ¿No lo cree? En estos tiempos, el hombre se ha aferrado tanto al mandato, a dejar en claro que su sexo es el fuerte, que las mujeres son poco dignas para levantar la voz, nos creen poco inteligentes para llevar un negocio, o tener un tema de conversación, nos creen sólo inteligentes para la casa, el hogar y criar, pero si nos mantienen infelices, sólo basta que en la oscuridad, en silencio, y apartados de los ojos públicos, son quienes se hincan, nos rinden pleitesía, y no importan los gastos con tal de dibujarnos grandes sonrisas… ¿Por qué lo cree así Juan? ¿Usted es capaz de doblegar a una mujer simplemente para incrementar su hombría ante los ojos ajenos? - Ella había escuchado bien las palabras dichas por Juan, sabía que era la excepción a la regla, pero de todas maneras deseaba indagar más en esa misteriosa mente que la tenía enganchada. - Leí incluso que en tiempos remotos, en Grecia por ejemplo, los hombres se metían con los de su mismo sexo por lo poco propia que nos creían ¿Qué opina al respecto? - Ahora mismo ya no importaban más tratos, sino la sed que ella tenía de conocimiento sobre él.

- La confianza se gana a base de esfuerzo, de vivencias, experiencias conjuntas, pero dado que tenemos mucho que ganar de por medio, depositando la confianza de uno sobre el todo, le agradezco que me la tenga, pues yo busco tener una sobre su cabeza - Angelique en ocasiones pecaba de sincera, pero quizás era parte de sus virtudes, y de su falta de temor en las cosas que hablaba, siempre tenía todas las de ganar, su titulo, las relaciones que portaba, su belleza, la forma de engatusar a quien se le pusiera enfrente, todo la hacía salir victoriosa de cualquier impertinencia o error que tuviera, aunque claro, pocos eran los que esa mujer tenía, incluso deberíamos decir que desde su nacimiento hasta la fecha, no se había arrepentido de nada, y nada la había hecho sentir temor, pesar, o riesgo de perder la cabeza, así que de errores ella nunca hablaba, o poseía claro.

- Es necesario que las mejores galas sean portadas por tú figura, debes también decir que posees grandes riquezas para que la gente de la corona y sus allegados de tomen en cuenta, es elemental que llames la atención, que te tengan confianza, así, algunos de los trabajos o información que deseemos se nos será otorgada, y lo que salga mal, no seremos los primeros implicados, eso nos da tiempo de cubrirnos las espaldas - La rubia le guiñó un ojo - Debes saber Juan, que deseo que el trato sea permanente, por mi parte el pago siempre se otorgará, pero busco más que eso… - Le sonrió con sinceridad, nada de dobles intenciones, si Angelique Delacroix había encontrado a un ser interesante, no sería tonta, aprovecharía esa inteligencia, la tendría como suya, pro también le otorgaría beneficios, y liberad.
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Mensaje por Juan de la Cruz Jue Nov 22, 2012 9:12 pm

“Enciende la llama de las velas sin usar tus dedos, transfórmate en un viento que no sople, vuélvete una sombra que no se proyecte, píntate de un color que no se vea, quiebra sin usar tu fuerza, asesina sin mancharte las manos, odia sin odiar, ama sin amar, crea sin destruir, destruye sin crear, muévete sobre el mundo en lugar de que el mundo se mueva sobre ti, vive intensamente sin que nadie observe tu fulgor, crece hijo, trasciende”

Él quería saber que significaban esas palabras, quería saber como llevarlas acabo, quería saber que pasaba por la cabeza de su padre cuando las dijo, parado delante de la ventana con aquel porte sereno que le caracterizaba, siempre con los ojos brillantes por la luz que venia de afuera como un par de piedras de obsidiana sacadas de los volcanes en Haití, penetrantes cual dagas pero inofensivos igual que el roció de la mañana, recordaba que la piel de Abdul era mas oscura que la de él y eso acentuaba la sensación de alguien mas sabio, siempre cerca de juan pero completamente lejos, con su cabeza hundida en el inframundo, explorando los pasajes desconocidos de la otra tierra, aprendiendo lo que no debería ser aprendido, era un hombre que sabia mas de lo que Juan de La Cruz sabría en toda su vida, porque su contrato principal fue hecho con Damballa, y precisamente aquel detalle era el que le volvía intrigante para el en aquel entonces joven brujo, recordaba que por aquellos tiempo había comenzado a preguntarse como seria ver el mundo a través de los ojos del hombre, como seria ser el, pensar como el, imaginaba que debería ser una experiencia magnifica ser un hombre que no desea nada de la vida, que no anhela, que no desea y aun así es feliz con su existencia.

La siguiente vez que un sentimiento similar le embauco fue cuando conoció al viejo brujo en las calles oscura de Nueva Orleans, el viento soplaba frío aquella noche pegando las hojas secas al asfalto por culpa de la humedad, ese día un visitante inesperado arribo las tierras de la nación sembrando a cada paso que daba una pequeña semilla de esperanza a su maltrecha vida, le dio un conocimiento que tal vez no le ayudaría con el aumento o el control de su magia sino con la conservación de su vida y juventud, mas importante, con la conservación de su alma cuando muriese, él podía tras versar el contrato con el Barón, solamente necesitaba una cosa, una pequeña cosa para lograr, el libro mágico que se supone alguien le robo, una vampiresa milenaria con sed y ambición se lo arrebato de las manos, el hombre parecía amargado, viejo, frágil como una hoja pero con una cierta fuerza muy diferente y mas potente que la que había visto en muchos jóvenes, las arrugas marcada en su rostro eran suficiente prueba de su experiencia y sabiduría

- Los hombres que hablan de esa manera pecan de arrogantes, la mayoría anda por la tierra pisando a los demás sin darse cuenta de que algún día sus pies descalzos pueden clavarse en una estaca y hacerlos caer, las mujeres siempre han y seguirán siendo parte importante de la sociedad, no por nada son ellas las que representan la grandeza de sus maridos, todas tiene ese perfecto balance entre la brutalidad y la inteligencia, la delicadeza y la mano dura, saben lo que quieren, cuando lo quieren, o como lo quieren, han aprendido a usar todo en ellas para salir adelante, son según mi parecer siempre seran la representacion de la prefeccionr-Ahora, delante de él había de nueva cuenta alguien que despertaba su curiosidad, con níveas ropas y dorados cabellos se paseaba por el bosque como un pequeño cisne que mece sus alas con el viento, siendo mas bien la causante del mismo, tenia una especie de aura retorcida que le decía que seria mas que divertido darse una vuelta en el laberinto de sus pensamientos, oh! Porque estaba seguro que era un laberinto, ella no parecía para nada una simple mujer como el resto, ella estaba entre ese grupo que había descrito hacia algunos segundos con palabras.- A mi parecer esa clase de culturas esta simplemente llena de hombres que prefieren culpar a sus mujeres por sus gustos que darse cuenta ellos mismos de sus preferencia, si las cosas fuesen de ese modo las mujeres no existirían en el mundo, si fuesen tan inútiles se habrían extinto hace tiempo –Su razonamiento creía, era el mas acertado en estos casos

- Me agradan sus ideas Madeimoselle, después de todo no esta mal de vez en cuando echar semillas que echen raíces, será divertido ver que es lo que surge de este trato, me comprometo a no decepcionarle en cuanto a lo que pide, aparentar nunca a sido difícil para mi pues en base a eso ejecuto mi trabajo, ser un hombre de muchas caras es parte importante de mi esencia y mantenerla de mi deber-Su voz dio por terminada aquella declaración pues no deseaba parecer demasiado arrogante, aun cuando podía decirse que lo era, al menos en cuestiones de magia podía jactarse un poco de lo que sabia, claro que, todos tienen sus ámbitos y en el Vudú, nadie le vencía.
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Mensaje por Angelique Delacroix Mar Dic 11, 2012 10:46 pm

Angelique estaba demasiado contenta. No es que se la viviera feliz, pero en ese momento lo estaba, se sentía plena y radiante, es cómo ver un eclipse, esos que llegan pocas veces, que esperas con ansia, y que no piensas perderlo de vista. La frialdad de la maldad que su cuerpo, y corazón poseían la hacía apenas sonreír de forma frívola, sin embargo en esa ocasión sus labios se expandían mostrando a una rubia radiante. Estaba encantada con el momento, a cada movimiento, cada palabra dada suya, y también de la pronunciada por su compañero reafirmaba que sus decisiones siempre eran las mejores. El encuentro pactado no podía pasar desapercibidos, en los libros de brujería debía ser escrito, quien se atreviera a escribirlo quizás terminaría con la muerte a causa de la revelación, pero no importaba, incluso una muerte valía la pena por sentenciar ese pacto en la historia de la eternidad. Juan de la Cruz era un hombre en toda la extensión de la palabra, uno que muchas desearían tener enfrente, pero que pocas tenían el privilegio del tiempo de calidad. Incluso el atentado de hace un momento dónde se sintió con la vejez encima le había parecido excitante. ¿Quién sería capaz de retar a la bruja? Pocos sabiendo les seguiría concedería la vida.

Sólo escucharlo podía ser la canción más erótica que existiera en la tierra. La bruja de largos y rubios cabellos incluso se sentía excitada por la situación, sin importar lo extraño que aquello pareciera. Poco le importaba lo que pensaran los demás, nadie podía causar algún dolor por su palabra, esas cosas se le resbalaban como el agua que cae en una cascada. Se mordisqueaba el labio inferior al velo a los ojos. No podía hacer más, se aguantaba las ganas de querer darle un beso para besarlo, para absorber su sabiduría gracias a la unión de sus bocas, algo improbable, pero en demasiada, tentador. Asentía a cada palabra anejada dada, un hombre sabio sabe reconocer el poder de una mujer, de una mujer bella, inteligente y con un titulo que la respalda. Carraspeó de vez en cuando, podía ser una bruja, pero seguía siendo humana, y el sereno de la noche le hacía daño en ocasiones, pues su cuerpo cada determinado tiempo era vulnerable, necesitaba un poco de alguno de sus brebajes, uno de los especiales que la hacía aguantar la tempestad de la noche.

- La cultura es un tema bastante complejo, mi señor. Resulta que nos han educado para servir a los hombres, incluso a nosotras las mujeres pensantes, que tanto odiamos los menosprecios que nos ofrecen, nosotras somos quienes seguimos dando esos patrones a nuestros hijos, diciéndoles: eres el hombrecito de la familia, cómo tal te merecen respeto ¿Sabe a lo que me refiero verdad? El machismo sale de la mujer, de esa necesidad de ser amada, de ser protegida, incluso sentimos excitante que sean posesivos con nosotras… Es algo complejo, pero todo tiene sentido si analizamos esta sociedad - Se encoge de hombros. Desea sentir lo frío o caliente que puede emanar el cuerpo ajeno, es una necesidad enfermiza, que no estará tranquila hasta poder saciar aquel deseo. Ladea el rostro, deja que continúe con sus palabras, pocas veces también tiene interés por el pensamiento ajeno, sólo dos o tres personas le importan en ese aspecto, y Juan de la Cruz se había convertido en esa cantidad casi nula de personas.

- ¿Cuántas semillas cree que hemos cosechado está noche? ¿Cuántas más estamos dispuestos a sembrar para que el bosque después implore nuestro regreso? Yo estoy dispuesta su usted lo está, pero ¿Lo está, Juan? Debe aprovechar mis ofertas, notar que por más negados que podamos estar de algunas situaciones son inevitables, esto fue planeado ¿Pero toda está platica también lo fue? No lo creo, el encanto de está noche también viene de la mano de la espontaneidad que tenemos en este momento - Le sonríe de forma amplia, frívola y encantadora, la seducción de una mujer incluso puede venir de una sonrisa, y ella la posee, posee todo para tener a quien quiera, Juan no puede ser la excepción. Lo desea en ese momento. Lo desea para hacer negocios con él, deseaba saber todo de él, pero saber todo puede ser un pecado, uno que lleva a la muerte.

Ahora una curiosidad más grande se apodero de la bruja, una que deseaba saciar en ese momento - Si hablamos de caretas, me pregunto ¿Cuál me muestra Juan? No me interesa si tiene miles, no me interesa cuales utiliza con los demás, yo deseo conocer la autentica, la que vale la pena pues es la que manda, deseo saber más, muéstreme esa cara, no quiero hipocresías, quiero la que controla a las demás - Le sentencia, sin titubeos, sin nada de eso.
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Entre Brujos y Brujerias el bosque se tiñe de negro [Privado] Empty Re: Entre Brujos y Brujerias el bosque se tiñe de negro [Privado]

Mensaje por Juan de la Cruz Sáb Feb 23, 2013 11:53 am

Juan de La cruz era un brujo por sobre todas las cosas bastante practico, si algo amenazaba aplastarlo, se hacia a un lado para que el objeto sucumbiera ante su propio peso, si alguien intentaba alcanzarlo, lastimosamente debía ponerle el pie encima, si alguien amenazaba su existencia, entonces, debía hacer cosas de las que el resto jamás se enteraría, después de todo se trataba de una sombra en el olvido, sin embargo ahora que se encontraba a alguien a quien consideraba como igual de modo simplemente no había tenido otra opción mas que detener su camino y admirar a aquella figura que lo había alcanzado. Juan de La Cruz sonrió pensando que irónicamente eso no estaba tan mal, haciendo referencia a un viejo dicho que escucho por casualidad en las calles, que dice que los leones se prueban a si mismos cuando son cachorros jugando entre ellos para así comprobar quien es el mas fuerte del grupo, se podía jactar de ser alguien que nunca tuvo a otros cachorros con quien jugar, de modo que aquel encuentro le resultaba en extremo divertido.

El frio aumento con el paso de la noche, a Juan de la Cruz siempre le a parecido que la diferencia de climas entre Paris y Luisiana resulta mínima, sin embargo es solamente su opinión, el como brujo que es siempre a tenido un montón de necesidades bastante diferentes a la de los humanos comunes y corrientes, aunque eso no quiera decir que no poseyera las mismas que estos, claro que el frio no era problema para el a diferencia de muchas personas y esto no tiene absolutamente nada que ver con la magia, como toda persona el brujo también guardaba sus peculiaridades, entre ellas se encuentra la resistencia al frio, la cual por cierto viene acompañada de una molesta repelencia al calor, causando que el invierno sea su debilidad mientras que el verano consigue ponerlo increíblemente irritable a pesar de que en Paris los climas no son extremos como pueden llegar a serlo en otros países, pero Juan de La Cruz por su parte no se encuentra hablando ni pensando en el clima en estos momentos, lo que aguarda en su mente es algo completamente diferente aunque esta relacionado: Ella.

- Todo eso que menciona puede existir sin caer en los estereotipos, como a dicho Mademoiselle en la mayoría de las ocasiones las mujeres actúan inculcando en sus hijos todo aquello que pueden llegar a despreciar, y no solamente hablando del machismo en general, pienso que el pensamiento de los hombres ya esta tan arraigado en todo el mundo que es mas fácil continuar con las creencias que han sido parte de la cultura desde hace varios años atrás, esto causa que en general la postura feminista resulte bastante egoísta, haciendo que las mujeres acepten los regalos, el dinero de sus maridos o de sus padres, que se les trate con delicadeza, como usted menciona adoran ser protegidas, pero exigen igualdad ante los hombres, quieren ser tratadas con los beneficios de los dos géneros, pero eso solamente nos dice que el camino de la humanidad es aun muy largo, aun tenemos mucho que recorrer. No se equivoque, en general estoy a favor de la igualdad en este aspecto, sin embargo la igualdad puede aparecer en muchas diferentes formas-La sombra se había quedado quieta bajo la tierra escuchando la conversación en busca de algo que le molestase aquellas palabras, lo encontró todo lo que Juan de La Cruz acababa de soltar, el Barón Samedi era conocido principalmente por dos cosas, su papel en el mundo de las deidades y también por su increíble debilidad hacia las mujeres humanas, sus características mas sobresalientes en este aspecto eran el hecho de que se tratase de un hombre machista y cínico, de modo que no encontraba ningún placer en aquella conversación

- Mademoiselle encuentro su tenacidad encantadora!-Exclamo divertido alargando la mano hacia la de Angelique, e inclinándose un poco para besar la comisura de la misma-Pero pienso que los dos deberíamos cuidar nuestra acciones ya que podemos terminar cayendo en un juego que resultara poco beneficioso para los dos-Con una sonrisa en los labios pudo darse cuenta de que el barón saltaba disparado de la boca de Damballa quien en un descuido lo dejo salir, no parecía muy contento pero se limito a tomar la capa de lo hombros de Juan de La Cruz poniéndola sobre Angelique, el brujo ya se había dado cuenta de que la temperatura de la mujer se encontraba baja, pero le pareció una grosería interrumpirla mientras hablaba, además de una verdadera lastima, de modo que cumplió mediante su lazo con la sombra aquello que había estado pensando hacer hacia un rato. Negó con la cabeza sonriendo- Déjeme aclararle que esto que le muestro no es una careta, este es mi rostro que se a hecho uno con la mascara, la tengo tan encarnada que no puedo estar completamente seguro de como deshacer toda la mentira en mi, pero puedo asegurarle una cosa, esto que tiene delante es lo mas autentico que tengo-Las inscripciones en su pecho comenzaron a quemar, decía la verdad.
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Entre Brujos y Brujerias el bosque se tiñe de negro [Privado] Empty Re: Entre Brujos y Brujerias el bosque se tiñe de negro [Privado]

Mensaje por Angelique Delacroix Vie Abr 19, 2013 6:56 pm

Angelique se percató que en realidad estaba hablando demasiado, cosa que no lo hacía de forma muy frecuente, de hecho era una mujer de pocas palabras, incluso para darle instrucciones a sus empleados, no repetía instrucciones dos veces, ella era clara, precisa, y como tal le gustaba que salieran las cosas. ¿Entonces porque gastaba su saliva en ese momento? Claro, había una simple razón, Juan valía la pena, su conocimiento, su esencia, incluso su misma naturaleza, todo, con todo y el alma que le rondaba, por eso quizás se sentía tan embriagada y atraída por él que decidía otorgar al joven el privilegio de sus palabras. Se quedó en silencio, porque ella sentía que ahora se trataba del turno del joven por compartir palabras, era un intercambio muy nutritivo de información, no con cualquiera se tenían tales privilegios, ambos tenían sin duda que sacarle jugo al momento, porque antes que nada, la información de encuentros así no tenían precio, pero eran demasiado costosas. Claro, depende de la perspectiva.

El tema relacionado al machismo, al feminismo, los ideales que cada quien podría durar no sólo aquella noche, también la mañana siguiente, y el día que proseguía, y quizás una semana más, claro, con descansos y alimentos, al menos ellos no poseían las habilidades de criaturas de la noche para poder sobrevivir sin descanso, pero el punto era que el tema era amplio, extenso y muchas veces no se llegaba a un común acuerdo, la cosa era fácil y sencilla, no puedes meterte a la cabeza ajena simplemente para implantar tu idea, o para enseñarle a las personas que siempre vas a tener razón, por el contrario, es mejor aprender a diferenciar y disfrutar los puntos de vista, es muchas veces como dicen, como el tema de la política y la religión, pero de otras maneras, aunque incluso se podía salir de pleito. Ella estaba segura de una cosa si, con él no saldría ridículamente en discusión, porque ambos sabían sus posiciones, y se sabían que con un paso en falso podrían terminar sin la ayuda ajena, y la verdad es que a ambos les convenía tenerse contentos mutuamente.

- Pero que galante - Musitó a la sombra que le colocó aquella prenda sobre los hombros, la rubia le dedicó una sonrisa llena de complacencia, incluso inclinó su cabeza en señal de gratitud, ella podría ser una bruja despiadada, pero una cosa si era cierta, sabía reconocer cuando debía dar las gracias, por más mínimo que fuera el detalle, así era la situación, no había más. La mujer le siguió observando con mucha picardía, se sentía atraída por esa figura que sólo había podido leer entre libros, ¿la podría tocar? Hace un rato había causado efectos en su apariencia, pero ¿Qué pasaba si ella tenía la necesidad de tocarla? ¿Se reflejaba en Juan? Tocar a Juan sería una forma cercana de sentirla, pero nunca sería lo mismo, menos cuando esa bruja no se conformaba con cualquier cosa. Hasta ese momento claro, ya se vería con el tiempo.

- Siempre he sabido recompensar la sinceridad, Juan, claro, aparte de una buena charla y créame que está noche a salido mejor de lo que pensaba, aparte de cuidar de mis acciones, creo que merece usted una gran gratificación, claro que ahora no tengo la manera de como otorgarla, pero en cuanto mis pies toquen mi castillo será lo primero que enviaré a hacer, darle algo que le deje en claro mi gratitud ¿Tiene acaso un pedido en especial? Tenga la confianza de decirlo, si está en mis manos podría ver la manera de otorgarlo, de no poderlo hacer, aunque eso lo creo imposible, vería la manera de darle algo que asemeje, o un pago amplio - Se encogió de hombros por unos momentos de la forma más despreocupada posible.
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