Amistades Improbables [Darcy Trudeau]

por **Soren Makelyne** Miér Jun 13, 2012 6:47 am

Un año después de su llegada, Soren ya conocía bastante bien las calles céntricas de París. Acostumbraba a pasear por ellas hasta altas horas de la madrugada, dándole vueltas a sus pensamientos e intentando poner en orden sus confusos recuerdos, siempre que no hubiera sido tentado una vez más por el opio, la absenta y/o los placeres de la carne.

En cuyo caso, normalmente, se veía forzado a salir corriendo como alma que lleva el diablo a la villa de su hermano.

Pero no, aquella no era una de esas noches. El amanecer estaba próximo, su instinto se lo decía, aunque aún quedaba tiempo, unas horas antes de que los primeros rayos despuntaran el alba. Aún tenía tiempo de sobra para caminar un poco más, quizás incluso para entretenerse tomando un último aperitivo antes de ir a dormir... ventajas de la inmortalidad, la comida entre horas no engorda, pensó Soren.

Entonces un ruido lo sacó de sus cavilaciones. Alguien se iba a topar con él otra noche, y a aquellas alturas de su vida, Soren comprendía muy bien que era el peculiar método que tenían los Parisinos de iniciar sus relaciones.

por **Henry Birdwhistle** Dom Jun 17, 2012 12:56 am

La noche avanzaba rápidamente y Darcy presionaba al corcel para que corriera tan rápido como le era posible. Necesitaba cumplir varios objetivos en un día, nadie en la Fortaleza sabía que había abandonado sus inmediaciones para embarcarse en una serie de misiones, tanto personales como convenientes para la Hermandad del Dragón Azul. Así que ahora corría contra reloj para intentar cubrir cada uno de sus objetivos antes de que llegara el siguiente día. Dos de ellos involuncraban vampiros, de modo que el tiempo apremiaba puesto que faltaban unas horas para el amanecer. Las calles de Paris aparecieron ante si después de recorrer el bosque nocturno, casi escabroso. Se introdujo en ellas agradecido de la tranquilidad que reinaba en ellas, era demasiado temprano para cualquier mortal por mucho que pudieran madrugar para hacer su trabajo diario.

Precisamente uno de los pocos que se atrevían a importunidad la tranquilidad de la noche, era quién había venido a buscar: Soren Makelyne. Ya era poco más de un año desde que le viera por primera vez en esa fiesta, entre mujeres, opio y muchas apuestas. Darcy descubrió sus habilidades para que la gente lo siguiera, Soren tenía carisma y un alma suficientemente noble para querer ayuda a la causa. Pero en aquél tiempo la Hermandad aún no existía más que en su cabeza. Sin embargo el lobo memorizó su nombre y seña para poder dar con él en el futuro. Y ahora aquí estaba, siguiendo su rastro pues según decían tenía por "mal hábito" caminar solo en las noches.

Una vez que el lobo encontró su escencia, fue fácil dar con él, parecía no tener mucha prisa, disfrutaba como el resto de los parisinos de la tranquilidad de estas horas. Condujo el caballo más cerca del vampiro.

-Buenas noches joven Soren, veo que los malos habitos le persiguen.- comentó bajando del caballo, reteniendo las riendas con una mano. -Soy Darcy Trudeau ¿me recuerda?-

por **Soren Makelyne** Dom Jun 17, 2012 8:34 am

Escuchó los cascos del caballo acercarse, no era del todo extraño a esas horas, pues había quien madrugaba demasiado pronto. Pero su instinto le puso en alerta sobre el jinete del corcel, cuyos apresurados cascos estaban cada vez más cerca. Una voz lo saludó a sus espaldas, mencionando su nombre, se giró raudo recogiendo los labios y mostrando las afiladas dagas marfileñas que tenía por colmillos, totalmente en guardia por si tenía que defenderse.

Entonces vio a la silueta sobre el caballo: Un hombre atractivo, sin duda, alto y atlético, de cabello medio castaño y unos hermosos ojos azules que difícilmente hubiera podido olvidar. Darcy se le había escapado de sus seductoras redes una noche un año atrás, una noche que recordaba vagamente pero con cierto cariño.

-¿Monsieur Trudeau?- Sonrió mientras los colmillos se recogían en sus encías.- Sabía que ni siquiera usted podría resistirse mucho tiempo a mis joviales encantos, milord.- Bromeó.

Se acercó al jinete para verlo más de cerca, en efecto y sin duda alguna, se trataba de su viejo conocido. Había sido una noche movida, donde las copas de whisky y absenta entrechocaban, se vertían y se vaciaban rápidas, con numerosas caladas de opio entre apuesta y apuesta, con una grata compañía para ambos; y lo mejor de todo, con una compleja conversación bien estructurada sobre filosofía y política, algo que no abundaba en el mundo.

Solo le recordaba dos defectos a aquella noche: Que había terminado y que Trudeau fuera heterosexual. Pero en fin, al menos era una buena amistad.

-¿A qué se debe este inesperado encuentro, milord?

por **Henry Birdwhistle** Vie Jun 22, 2012 10:36 pm

Soren mostró los colmillos en acto reflejo. Los seres nocturnos pueden andar entre los seres humanos sin que les noten, si se esfuerzan en ello, pero inevitablemente revelan su naturaleza cuando les provocan. Es una de las pocas máscaras que estan fuera del control consciente, por que se adhiere a la piel y surge en los momentos menos inesperados, cuando todas las demás caen. A veces el amparo de la noche sirve para proteger de la luz y de los ojos curiosos, la verdadera naturaleza de un hombre maldito. Ahora bajo amenaza de muerte, declarado oficialmente como fugitivo y traidor a la Corona, Darcy había salido muy temprano de la Fortaleza, usando precisamente la falta de luz diruna para ocultarse de sus perseguidores. Sabía que no era bueno arriesgarse de ese modo, después de todo, escapar de la Bastilal es diícil, escapar dos veces es imposible...

Y sin embargo allí estaba, frente a frente con ese joven con el que una vez hubiera entablado una intersante conversación sobre política, eso al menos hasta que lo distrajeron algunas sirenas. Dejaba la máscara que le protegía para hacercarse a Soren. Lo buscaba por que le habían llegado informes de sus habilidades, las cuales podrían ser muy útiles para la causa.

-Lamentablemente no son motivos festivos los que me traen esta noche- dedicó uan mriada a la calles, en busca de oídos invisibles -Sígame joven Soren, no es seguro aquí... - probablemente Soren habría escuchado sobre los disturbios provocados por los revolucionarios. Era momento de ver de que lado estaba. Se encaminó a un callejón etrecho a pocos pasos de allí, el caballo le seguía. En ese momento Darcy se lamentaba de no tener consigo a Bucéfalo, el corcel hubiera soportado el día tan largo que se avecinaba. Se giró para encarar a Soren y al fin soltó las riendas. -¿Recuerda aquella conversación que tuvimos sobre... política?- se cruzó de brazos -¿Que tanto conoce sobre la situación en Francia actualmente?-

por **Soren Makelyne** Lun Jun 25, 2012 8:53 am

Soren siguió a Trudeau hasta el callejón. Iba disfrazado y vigilaba con atención cuanto se movía a su alrededor, no era difícil deducir que se encontraba en peligro y, por tanto, también lo estaría cualquier otra persona que estuviera cerca. Sin embargo, a pesar de su gran astucia, la última y menor de las virtudes que poseía el viejo joven vampiro era la del sentido común.

Trudeau era atractivo y misterioso. ¿Cómo diablos iba a resistirse a sus encantos?

Al fin se detuvo y se giró de nuevo hacia él, haciéndole una pregunta que lo pilló desprevenido. Una pregunta que despejaba toda duda de lo que estaba sucediendo aquella oscura y fría madrugada en aquel sucio y apartado callejón.

-Procuro no meterme en estos asuntos, Trudeau, aprecio mi no-vida, pero los tambores de guerra resuenan cada vez con más fuerza y los rumores prenden tan rápido como la pólvora al mismo tiempo que la sangre fluye hacia París.- Respondió con un tono frío y preocupado.- Y no tardará en derramarse.

Soren caminó hacia una pared y se apoyó de espaldas contra ella. Había pasado ya un largo año desde que había llegado a la ciudad, un año maravilloso en el que había conocido decenas de hombres que habían sucumbido a sus redes de seducción y engaños. Soren Makelyne era un nombre muy popular entre los círculos de hombres atractivos que querían compartir su lecho con otro hombre, y también era un nombre que iba tomando fuerza lentamente en las representaciones del Teatro... pero sobre todo, Soren Makelyne era uno de los hombres mejor informados de París.

Y es que entre orgasmos y embriaguez, pocos hombres saben contener la lengua.

Recordaba perfectamente la conversación de política que había mantenido con Trudeau: Una conversación sobre bufones y tiranos. Había sido una conversación entretenida, pero ahora, un año después, una helada daga se hundía en el pecho del Escocés, porque había escuchado las historias y rumores sobre un grupo de rebeldes y sus impresionantes actuaciones. Un grupo que parecía bien organizado y dirigido por un hombre inteligente.

Tan inteligente como lo parecía el propio Trudeau.

Y se sabía que ya habían sufrido algunas bajas entre las filas rebeldes, y en la guerra, los huecos que dejan unos soldados deben ser reemplazados por otros. Ahora no estaba seguro si aquella entretenida conversación le parecía tan divertida...

-Vienes a reclutarme...- Añadió sin el más mínimo asomo de duda.

por **Henry Birdwhistle** Dom Jul 01, 2012 5:33 am

Asintió a las palabras de Soren. Ciertamente la sangre escurría ya por las alcantarillas de París, era cuestión de tiempo para que llegar hasta las fuentes y ríos de agua cristalina. Pero no se trataba de derramar el líquido vital sólo por causar temor entre los parisinos. El propósito era mayor que eso. Ahora los rumores ya no eran tales después de haberse expueto frente ante Notre Dame, nadie podía negar la existencia de los Dragones Azules viviendo entre ellos, y que cada vez eran más númerosos. Era gente del propio pueblo, de todas las clases sociales las que se unían gustosas a la cuasa, decididas a sacrificar su vida en el trayecto si era necesario. Pero así como había quienes en sus plegarias rezaban por un cambio, otros más trabajan incansablemente en encontrar el modo de parar el fuego que lentamente consumía a Francia con ideas nuevas, con sueños y ambiciones que nunca antes se había atrevido a concebir. Sólo para los nobles y los sangre azul se reservaba dicho privilegio.

Darcy se mantuvo en su lugar mientras observaba a Soreen recargarse contra la pared.

-Se ha derramado ya, aunque han sido las circunstancias las que infortunadamente nos han llevado hasta ese extremo... - El lobo frunció el ceño ante el recuerdo que le trajeron sus palabras sobre la Bastilla. Agitó un poco la cabeza intentando deshacerse de esas imagenes que le asaltaban de pronto.

Sonrió a medias cuando Soren llegó a la conclusión por si mismo con rapidez. -Precisamente vengo a reclutarle. Pero más que eso vengo a decirle que tiene la oportunidad de ayudar a la causa. Los franceses han vivido en la opresión del régimen monárquico durante demasiadas generaciones. Se que usted no es nativo de Francia... aún así me parece que no dejaría pasar la oportunidad de defender la libertad y poner a prueba todo lo que conversamos aquella vez. Incluso aquellos vampiros que monopolizan el poder han hecho una tiranía.- ladeó la cabeza -Hoy es Francia la que se rebela y exige justicia, mañana seguirán los demás hombres que deseen ser libres. Por su puesto hay peligro, como cualquier empresa digna de esfuerzo conlleva, pero sé que a usted no le asustan los riesgos. Siempre corremos tales... ¿que mejor que arriesgarse por una causa noble?-

por **Soren Makelyne** Dom Jul 01, 2012 8:34 am

-Creo que se equivoca respecto a mí, Trudeau.- Respondió con voz queda.

Se separó de la pared y caminó en silencio, dando lentos pasos de largas zancadas al rededor del hombre lobo.

-He vivido mucho tiempo y he recorrido un largo camino, y si algo me ha quedado claro es que el Hombre se alimenta de sangre más que cualquier vampiro. Allí por donde he pasado siempre ha habido una guerra, una revuelta, un engaño, una traición... y todo desemboca siempre del mismo modo: Miles de humanos sufren durante décadas, derramando su sangre por un ideal que es aplastado o que, si logra sobrevivir, acaba convirtiéndose en una parodia de su inicial intención a causa del odio y el rencor nacido del recuerdo de los hijos y nietos de aquellos cuantos murieron.

Negó con la cabeza.

-Y no es suficiente con eso. Todo el arte y conocimiento engendrado y alimentado durante siglos pasa a considerarse profano, símbolo de un pasado cruel y monstruoso que debe ser borrado y olvidad. Cuántos libros no he salvado, cuantas pinturas he visto quemarse, cuantas estatuas tan trabajosamente forjadas o cinceladas se han convertido en lingotes o cimientos de alguna casa, cuantas melodías se han perdido en el tiempo...- Soren alzó la mirada hacia la luna, que se perdía ya entre la fría niebla previa al amanecer. Sus ojos, profundos y oscurecidos, brillaban como si estuvieran a punto de llorar.- La revolución trae consigo muerte y destrucción, pero rara vez el cambio que promete.

Se giró hacia Trudeau y lo miró fijamente a los ojos, con sinceridad.

-No soy un guerrero, soy un artista. No nací para derramar más sangre que la que necesito para alimentarme, y aún así, jamás me verá consumir a una víctima hasta su último aliento. Los únicos ideales por los que lucho, mi bello licántropo, son la belleza, el placer y las artes...- Se giró de nuevo hacia la luna. Parecía estar debatiéndose por dentro.- ...aunque también he creído siempre en la igualdad y la unidad, supongo.

por **Henry Birdwhistle** Miér Jul 11, 2012 1:42 am

Sonrió a medias a las palabras de Soren, observando como se debatía. Por su puesto no lo había contactado por sus habildiades como guerrero, sino por las dimplomáticas, para ser su espía. Cada uno de los que se había unido a la hermandad tenían un objetivo meramente egoísta, aunque abiertamente todos sólo reconocieran la nobleza del objetivo en general. Nadie puede realizar un acto altruista sin que se beneficie a si mismo como individuo. Es imposible apaciguar el instinto de supervivencia, de conveniencia, por más noble que sea la persona en cuestión. Así lo expresaba Soren ahora a pesar de afirmar que le importaban la igualdad y la justicia. Ni si quiera los dioses estaban exentos de esta cualidad ¿porqué habrían de estarlo los sobrenaturales?

El lobo sostuvo la mirada del vampiro, y luego la siguió hasta la luna. Era luna creciente. Hizo una mueca. Nunca volvería a disfrutar de la visión de una luna llena.

Darcy aguardó a que Soren terminara de exponer su punto de vista antes de responder.

-No le pediría que derramara sangre por sangre. Eso sería muy injusto de mi parte conociendo su carácter.- comenzó -Sé que tienen más vocación de artista que de guerrero. Precisamente son las habilidades que busco, quiero que utilice sus talentos de actor y sea los ojos del Dragón.- El lobo entornó la mirada, como si contemplara las posiblidades mientras hablaba. -Y si todo sale como esta planeado, si la monarquía cae y brilla la estrella de la República sobre Francia, no tendrá que preocuparse por que el arte se pierda en rencillas entre nobles y otras instituciones. Me ayudará a adminsitrar las escuelas de arte que serán abiertas y usted mismo podrá asegurarse de proteger el arte del tiempo y de los hombres... - se acercó más a Soren -Es una buena oportunidad de lograr grandes cosas y hacer que permanezcan. Estas ocasiones no se presentan dos veces en la vida... -

por **Soren Makelyne** Miér Jul 11, 2012 7:08 am

Miró fijamente a Trudeu, tan inmóvil, tan frío, tan blanco que podría haber sido confundido por una estatua. Antes las dudas que lo asaltaban eran vanas, equiparables a las que siente un hombre que se debate entre beber un buen vino o una buena cerveza... pero ahora meditaba en profundidad, imaginando su futuro.

Se imaginó infiltrándose, otra vez, en las cortes enemigas, seduciendo de nuevo la carne de los hombres débiles para llegar a ellos, sonsacándoles información en las alcobas, dejándolos secos y fríos allí donde ningún guardia podría protegerlos, convirtiendo a alguno en uno de sus fieles chiquillos que tarde o temprano morirían por él... Era algo que había hecho ya muchas veces, tantas que le aburrían, y nunca había cambiado realmente nada.

Pero el instinto depredador prima.

Y siguió imaginándose a sí mismo, dirigiendo escuelas, museos e instituciones públicas, controlando el devenir del arte y los conocimientos. No directamente, por supuesto, los inmortales llaman mucho la atención después de veinte o cuarenta años en el puesto. Pero sí moviendo los hilos de todos aquellos hombres y mujeres que se dedicarían a organizar y divulgar la cultura, comandando a aquellos que la protegerían, siendo anfitrión y mecenas de cuantos la hicieran aún más extensa.

Y él estaría allí para enseñar y para aprender, y perfeccionaría su obra y a sí mismo, y su gloria alcanzaría cotas que jamás se hubieran soñado e imaginado, susurrando su creación a los oídos de aquellos que lo merecieran. Y así se convertiría, al fin, en amo de cuanto había deseado de este mundo.

Sonrió. Sus oscuros y vacíos ojos, perdidos en su propio pensamiento, brillaron con una fuerza inusitada, casi sobrenatural.

-Juro por Dios, por mi casi extinto Clan y por Escocia, Darcy Trudeau, que serviré a la causa del Dragón Azul y lograré cuantas glorias hagan falta por y para vos, mi atractivo señor.

por **Henry Birdwhistle** Miér Jul 18, 2012 1:58 pm

Darcy sostuvo la mirada del vampiro mientras esta se despejaba del mismo modo que lo hace el cielo cuando emerge de entre las nubes grises la pálida luna. Se hizo el silencio, pero era un silencio burbujeante, casi prometedor. El silencio que embarga las almas y las mentes cuando se inagura una nueva y magnífica obra, o cuando vienen, al despertar, claramente las respuestas que se han estado buscando durante noches de vigilia. Esa anticipación de alcanzar finalmente lo que se ha deseado por largo tiempo, es la que se percibía en los ojos de Soren. No hacía falta que respondiese, su gesto traicionaba sus intenciones. Y para beneficio del lobo, eran a favor de la Hermandad.

Esbozó una sonrisa lobuna cuando Soren confirmo lo que adivinaba con las palabras que sellaban el pacto.

-Sea entonces bienvenido a la Hermandad.- el final de la oración casi fue un susurro. Nunca se sabe cuando hay ojos u oídos detrás de las paredes. -Aunque debo advertirle que una vez dentro, no hay salida... Seguro puede imaginar porque.- Como los demás Dragones que se habían integrado uno a uno al movimiento, Darcy debía asegurarse de que comprendiera que era un pacto hasta la victoria o hasta la muerte. A pesar de ello era poco probable que Soren dicidiese retractarse, los riesgos de la empresa eran implícitos. -No podemos arriesgarnos a que alguien divulgue los secretos de la Hermandad.- volvió el rostro hacia la entrada del callejón, como si temiese que alguien los escuchara. Luego retrocedio unos pasos y montó el caballo, tirando del as riendas para girarlo hacia la salida. -Pronto tendrá noticias nuestras. Larga vida al Arte, larga vida a la República. Y recuerde, esta noche no ha visto nada. Tenga buena noche.- hizo un asentimiento con la cabeza modo de despedida y golpeó los costados del animal con los talones. El caballo relinchó y dejo escapar vapor por los ollares antes de perderse en la noche a gran velocidad, dejando tras de si la bruma y los dragones.

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