Verdades y consecuencias [Darcy Trudeau y Emma Zwaan]

por **Mina Zwaan** Jue Jul 19, 2012 10:22 pm

"La violencia jamás resuelve los conflictos,
ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas."

Emma despertó bruscamente, sus parpados se retrajeron con violencia a la par que su corazón tamborileaba frenéticamente dentro de su pecho. Pudo sentir como una fría gota de sudor recorría su cuello al tiempo que la rubia lentamente trataba de estabilizar su agitada respiración. El sueño que había surcado su mente mientras dormía había sido tan real, tan palpable que la adrenalina del momento parecía aun ahondar en cada recoveco de la humanidad de la inquieta neerlandesa. Y en verdad aquel sentimiento golpeaba tan fuerte al cuerpo de Emma porque más que un sueño, aquello que surcaba su mente en los terrenos del sueño había sido completamente vívido, real.

Sus ojos se movían de un lado a otro observando cada detalle, cada tonta minuciosidad a su alrededor. No sabía donde se encontraba ni cuanto tiempo había transcurrido desde el último momento de consciencia que vagaba en su cabeza. No podía reincorporarse, el dolor sobre su vendado hombro derecho punzaba demasiado como para siquiera pensar en moverse del incomodo lecho donde yacía recostada desde quien sabe cuando. Relamió sus rojizos y secos labios a la par que su mente trataba de atar cabos sueltos, de encajar piezas que aclararan el confuso panorama presente en su psiquis. Sentía frio en sus pies pese a la cobija de lana que cubría la mitad baja de su cuerpo ¿Quién le habría atendido? Y sobre todo ¿Quiñen la habría salvado de las salvajes fauces de la bestia interna que Darcy había revelado ante ella?

Entre pestañeos las imágenes se iban haciendo más claras, pero era su propia racionalidad por sobre los hechos la que no le permitía asumir aquellos acontecimientos como ciertos. Jamás, entre todas las cosas que su mente podría haber pensado sobre el Conde de Montecristo hubiese imaginado que éste era un ser sobrenatural, un hombre lobo. Pero Darcy lo era bajo la luz de la luna llena, una bestia instintiva que sin piedad alguna la había atacado y quien sabe, si no fuese por la desconocida ayuda de alguien ella estaría muerta para aquellos momentos. Sus ojos se impregnaron de la acuosidad propia de las lágrimas al imaginarse sin vida, llevándose a la tumba el secreto de ser la madre de Lluvia sin que la pequeña tuviese siquiera la oportunidad de saber la verdad ¿Sería acaso por tal razón que Darcy la había atacado? Emma respiró hondo tratando de encontrar la estabilidad, la compresión necesaria para creer que aquel con el que había vivido una historia particular muchos años atrás aun resguardaba en su interior algún rastro de humanidad con en aquellas viejas épocas donde todo era más pintoresco y prometedor para ambos.

La recamara era humilde, pequeña y silenciosa. La rubia no escuchaba ningún sonido fuera de aquellas paredes, tal vez porque su ángel de la guarda no se encontraba en la casa para aquellas horas, de las cuales Emma no tenia noción alguna para ese entonces, pues no sabia si había dormido una, dos o diez horas tras la espeluznante noche que le había tocado vivir. Si su paradero había desaparecido por más de un día, estaría segura que tanto las autoridades del Collage de France como algunos miembros de la Orden del Cisne ya se habrían percatado de tal suceso, pues la neerlandesa era característica por no faltar en ninguna ocasión a las obligaciones que con tanta eficiencia había asumido tiempo atrás.

Necesitaba aire, aire y agua. Sentía que sus labios se resquebrajaban por la sed y las ganas de intercambiar palabras con alguien que le explicase como había llegado a la habitación donde se encontraba - Hola… hola ¿Hay alguien aquí? - cuestionó lo más fuerte que pudo, sintiendo como el pronunciamiento de sus palabras generaba mayor dolor en su profunda herida. Pero la incertidumbre en aquellas instancias era más fuerte que cualquier otra dolencia en el cuerpo de Emma, quien solamente deseaba saber si pequeña Lluvia se encontraba bien ¿El resto? El resto lo iría dilucidando más adelante, ahora la prioridad era otra.

por **Henry Birdwhistle** Dom Jul 22, 2012 5:01 am

La noche anterior todo había sido confuso. Las cosas no marchaban bien en absoluto. El pasado cobraba vida en formas misteriosas e insospechadas. De todas las personas que tenía posibilidad de volver a ver, Emma no estaba entre ellas. Y para empeorarlo todo, no sólo ella hacía acto de presencia sino que se le había revelado la identidad de una que rechazó desde el vientre.

Fue el lobo quién le recibió. Aunque no había asumido la forma completa, los colmillos afilados y los ojos negros, profundos pozos de lo salvaje, asustaron a Emma. Más que eso, le agredieron bajo al forma de una mordida profunda en el hombro. Dos noches más y se habría encontrado con un gran lobo negro, de tupido pelaje. Eso sería mucho más difícil de explicar.... Sin embargo, Darcy dejándose llevar por la furia había sarandeado el cuerpo humano de Emma, reclámadole que volviera justo ahora, como una tercer Furia exigiendo derechos de los que jamás había sido acredora. Deseaba que desapareciera, que se la tragase el negro abismo de donde emergiera. A pesar de que pareciera tan indefensa y vulnerable cuando sus hombres la recogieron. Incluso ahora que estaba inconsciente en la cama de la pequeña habitación de la enfermería, podía semejarse a un angel durmiente, invitando a ser protegido, acogido, consentido...

Desde las sombras el lobo le miraba, frunciendo el ceño con todos esos pensamientos en su cabeza. Le daba vueltas al asunto, intentando encontrar una forma de escapar. Acababa de anochecer. Un dia y una noche era lo que ella se perdió, no más... Observó cuando se desperto, más permaneció en silencio, estudiando cada uno de sus gestos con cuidado. No era su intención asustarle. Aguardó unos momentos para levantarse del sillón acomodado en la esquina del cuarto, cerca de la cama.

-No se levante... se golpeó fuerte.- advirtió antes de dar un paso a la luz, pero respetando la distancia que había entre ellos. Encendió una vela más, sobre la mecita de noche. Buscó su mirada -¿Estas bien?-

por **Mina Zwaan** Sáb Jul 28, 2012 10:51 pm

"Los recuerdos de unos
suelen ser las pesadillas de otros."

Podría haber reaccionado de otra forma, una mucho más violenta donde los gritos y la exaltación se apoderasen de su persona creando un ambiente tenso y hostil, pero no lo quiso de esa forma porque simplemente no iba con ella, con su personalidad, con su forma de ser y obrar para con otros. Además ¿Qué conseguiría con eso? Nada, absolutamente nada. Ya estaba herida y consciente de quien había sido su agresor. Y no había real necesidad de dar vueltas en su mente para comprender porque él había actuado de esa manera. No obstante, la rubia ya se ocuparía de dejar en claro lo desacertada que fue tal reacción. El tiempo no podía volverse atrás para borrar memorias o sucesos y por esa misma razón es que ella se encontraba allí, ahora consciente de la naturaleza oculta del que una vez cautivó por completo su interés.

- No soy amiga de los cuestionamientos retóricos - sus labios se despegaron lentamente, con cierto dejo de cansancio a la hora de despojar aquellos vocablos molestos que anulaban la necesidad de cortesía pero que pese a todo se impartían con voz serena. Los parpados de la neerlandesa se cerraron lentamente para retraerse unos momentos después, enfocando su azulado y vivo mirar en la silueta de quien le acompañaba en la pequeña recamara desde quien sabe cuando ¿Sería que la culpa tenia aprisionado al francés entre aquellas cuatro paredes o simplemente sus intereses eran otros?

Frunció el seño con notoriedad cuando una imagen repentina invadió sus pensamientos, disipándolos bruscamente dada su impetuosidad. El bosque se ilustraba a la perfección, con su oscuridad envolvente, acompañado de los inmensos y altos arboles de follaje áspero que atestiguaban como ella trataba de escapar ¿Pero de qué? De las desgarradoras fauces de aquella bestia de ojos color ébano que solamente proyectaba rabia, sentimiento animal que parecía cegar la parte humana que la criatura también poseía por lo menos exteriormente. Un hibrido que mezclaba acémila con un avance sin pausa y de modales zafios.

Pestañeó un par de veces para alejar la ilusión, la pesadilla consciente que azotaba su cabeza en aquellos instantes. Notó por segunda vez como su respirar se aceleraba nuevamente y sintió temor no por lo vivido, sino por el hecho de pensar que jamás podría olvidarlo.

Cuando retrajo nuevamente sus parpados todo se encontraba como antes, salvo que ahora la habitación parecía más iluminada ante sus inquietos ojos. Él seguía allí, estático, observándola sin detenimiento ¿Querría saber si sobreviviría? No le importaba, a él no le importaba nada, salvo que la rubia desapareciera. Emma era consciente de ello, pero lamentablemente no podía entregarle al Conde Montecristo tal gusto, al contrario, sus acciones directa o indirectamente terminarían por complicarle la vida mucho más de lo que el seguramente imaginaba, pero los accionares de la neerlandesa iban mucho más allá del simple egoísmo, del beneficio propio. Su obrar también comprendía la alegría, la verdad para muchas otras personas. Y simplemente ella no podía dar un paso al costado en aquella ocasión, ni siquiera sabiendo que su vida corría peligro.

- ¿Cuándo puedo irme de aquí? Puede que me estén buscando - informó observando al techo, pues en aquellos instantes no podía sostenerle la mirada a Darcy por mucho tiempo, no sin ver plasmado en su rostro las características animales que la habían atacado, que se habían incrustado en su cuello cuan can enceguecido por el odio, por la fiereza más instintiva y primitiva.

por **Henry Birdwhistle** Lun Jul 30, 2012 9:23 pm

Como era de esperar Emma se recobró bastante rapido de la desorientación de la que cualquiera es víctima al despertar en otro lugar que no sea el propio hogar. De inmediato ella asumió la postura de mujer indignada, desdeñando los modales de Darcy que ahora era plenamente consciente de sus actos, sin la sombra de la ira del lobo irguiéndose sobre él. Además tampoco la sorpresa de la noticia, en circusntancias poco favorables, habían ayudado a que Emma fuera recibida de mejor forma unas noches atrás. Pero ¿qué tanto conocía ella de los seres sobre naturales? Sin duda seguía siendo humana y por lo tanto que estuviese involucrada con otros lobos, vampiros y demás enseres extraños, era poco probable. Y sin embargo Darcy no descartaba esa posibilidad, por lo que iba con cuidado, meditando cada palabra y cada paso a dar. Su esperanza radicaba en hacerla dudar...

-Es cierto, mi médico se a asegurado de que este bien. Aunque fue bastante difícil.- se cruzó de brazos. -La mordida por suerte no fue profunda. Al principio pueden estar algo confusos sus recuerdos, es natural por la impresión causada.- informó con convicción. En su mente aún no podía creer que aquella niña fuese... Ni si quiera podía terminar la frase. Todo este tiempo no había sido difícil ignorarlo, casi relevarlo a lo irreal. Había tenido otras preocupaciones, cosas en que entretenerse. Aún en los meses que pasó encerrado no le cruzó por la cabeza la posibilidad de que aquella criatura no deseada pudiese seguir con vida o si quiera existir. Los pensamientos del pasado en general los evitaba con todas sus fuerzas, pero más aún esos. Ahora con la más hermosa Emma sentada en la cama, con los ojos cerrados, sentía escalofríos. ¿Qué imágenes estaría invocando en su mente? No necesitaba compartir sus pensamientos para adivinar con fácildiad. Suspiró. Las primeras horas le había preocupado su estado, en estos momentos quería encontrarle el modo de borrarle la memoria si era necesario. Después de todo no sería la primera vez que lo hiciera... -Me temo que se tiene que quedar aquí un día más para asegurarnos que este bien. Descuide nos aseguramos que nadie perturbara su tranquilidad mientras se repone. No tema, estan buscando al animal que le mordió. Una vez que prueban sangre humana... - detuvó la oración e hizo una mueca. -Es bueno verle de nuevo, a pesar de las circunstancias.-

por **Mina Zwaan** Jue Ago 16, 2012 8:39 am

"Cubrir una falta con una mentira,
es reemplazar una mancha con un agujero."

Si bien le había conocido hacia unos cuantos años atrás, Emma jamás dudó que Darcy era una de las personas mas astutas que se cruzaron por su vida. Algo en su persona, o mas bien en su mente era capaz de voltear cualquier situación desfavorable a su beneficio en un abrir y cerrar de ojos. Contadas eran las personas capaces de denotar aquella herramienta tan peligrosa para ellos pero tan útil para él y cada uno de sus planes. La mente de Trudeau se había tornado tan mecánica como la suya propia, pero inclinada hacia otro ángulo, a una causa completamente diferente. Tal vez por eso, la rubia se veía cada vez más desprendida de aquella historia de la que nació un hermoso retoño en forma de niña. Aunque no quisiera que fuese así, encontrar nexo con aquel caballero era cada vez más imposible.

- Puedo verme afectada en muchos aspectos de mi vida, salvo en el plano mental. Os agradecería que me tomen por todo, menos por una mujer tonta - confirió firme como la neerlandesa mas fría podía llegar a ser. Su parte más aristócrata lentamente salía a flote en posición defensiva, porque no sabía con certeza hasta que punto trataba con un aliado o un posible enemigo. Después de todo ¡Había querido matarla! Y para colmo, caía con semblante serio en el juego de pretender desentendimiento ¿En qué se había tornado Darcy? ¿Acaso la bestia de su interior lo había cambiado por completo dejando sus valores de lado? Una tras otras las sorpresas y los desenmascaramientos, alineados como los mismos vagones de un tren que va directo a estrellarse con el muro mas rígido de todos; la realidad.

Ella ya no sabía si reír o sumergirse en la resignación por aquel trato tan fingido. Incrédula se encontraba de que el mismo Darcy pusiera en tela de juicio sus conocimientos ¡Él sabía que una de las cosas que ella adoraba más en el mundo era hacerse con todo tipo de sabiduría! Era hasta vergonzoso para el Conde suponer que la rubia no estaba al tanto sobre la existencia de seres sobrenaturales ¿Pero sería prudente decírselo? Eso desencadenaría en confesar que ha frecuentado las visitas de uno últimamente, pero completamente diferente a él. Un vampiro. Obstinado y algo complejo de tratar, pero sincero a fin de cuentas, virtud que la bestia frente a sus ojos parecía no conocer, o no recordar en absoluto.

- Sería bueno conocer a la persona que me trajo hasta aquí, haya sido ordenada por usted y su remordimiento o no, le debo una gratificación - solicitó aunque más bien con un tono algo autoritario. Todavía pasaba por la molestia de no recordar el rostro de la persona que salvó su vida y a eso se le sumaba tener que lidiar con veinticuatro horas más de reposo en los condominios de un hombre lobo. Si, ella sabía lo que Darcy era, finalmente lo sabía ni más ni menos que a través de aquel espeluznante ataque, el que sin dudas viviría en sus pesadillas por un largo periodo de tiempo - Deje la falacia, que a ninguna bestia están buscando. Y los dos somos conscientes de eso - ¿Podría llegar a ser más clara? Claro que no. Pese a su estado desfavorable, vulnerable frente a él, la rubia no temía en poner las cartas sobre la mesa, como si su psiquis la obligará a saber de una vez como reaccionaria el caballero. En una noche había conocido tantas facetas de Darcy, que la verdad ya no sabia que esperar. Que el destino dictará lo que su mano desease.

por **Henry Birdwhistle** Sáb Ago 18, 2012 9:02 pm

Emma por su puesto se aferraba a su idea sobre... ¿sobre qué? ¿En verdad era conocedora de los secretos de la noche? Y si era así, ¿qué tan bien los conocía? Estaban aquellos que tan solo escucharon de la existencia de seres extraños, incluso algunas de sus características pero les costaba darles un nombre. U otros más sólo conocían a los vampiros o a los seres que cambian de forma a una animal... Él mismo había sido ingnorante de tales existencias hasta la noche en que se había convertido en uno, y aún entonces no había querido creerlo del todo. No hasta que vio sus mismas manos transformarse en garras y su cuerpo ensanchar y crecer como una quimera extraña.

-Jamás osaría insultar su inteligencia de ese modo.- concordó, y era cierto. Esto no tenía nada que ver con su inteligencia, más probablemente se relacionaba con su pureza o la que hubiera logrado conservar a lo largo del tiempo. La piel pálida y los ojos brillantes a pesar del mal paso de la noche anterior, hablaban de un estado de salud favorable y de que su cuerpo permanecía sin marca... Darcy deseaba que también su mente continuara del mismo modo, si bien era algo difícil después de las cosas que habían ocurrido cuando dejaron de verse. -He sido yo quién le trajo hasta aquí... y por gratificación me basta saberle a salvo y bien.- No había sido el lobo quién cargara a Emma medio herida a la Fortaleza, pero él había dispuesto todo y hecho los arreglos para que a pesar de ser una extraña pudiera reposar en el escondite de los Dragones. Así que venía a ser casi lo mismo. Darcy suspiró a las palabras de Emma y avisándole con la mirada, se sentó en la orilla de la cama. -No es mi intención dejar a la bestia que le atacó suelta por allí, sino dejarla tranquila con ese respecto.- Ladeó la cabeza pensativo y observo el rostro de Emma con atención. -Cuando le encontré estaba gritando, tenía mucho dolor. Intentó defenderse y yo que se calmara... - giró un poco el rostro para mostrarle tres marcas de heridas no muy profundas, rasguños trazados a lo largo de su mejilla. Habían sido hechas mucho mas profundas, con plata, hacía no mucho... los hombres lobo sanan rápido, aunque tardan más las hechas con este material. Sin embargo no había modo que ella supiera eso... a menos que fuese una, y su aroma la delataba como humana. -Esto lo hizo usted en afán de resguardarse.- dijo con tranquilidad. -Y entiendo su molestia, pero no tiene por que temer... es libre de irse en cuanto se recupere, pues sé muy bien que verme de nuevo no es el mayor de sus placeres.-

por **Mina Zwaan** Miér Sep 19, 2012 11:38 pm

La neerlandesa lentamente iba asumiendo la idea en su atenciosa mente de que el caballero frente a sus azulados orbes jamás daría el brazo a torcer en cuanto al tema presente, pues dicha acción llevaría a éste sin dudas a una confesión obligatoria, atada a centenares de explicaciones de las que seguramente él no tendría interés de esclarecer, o mas bien, de evidenciar. Emma debía concientizarse de ello y dejar el asunto en un segundo plano, en un estado de pausa hasta que todo aquello relacionado a la sobrenaturalidad del Conde fuese conveniente. La rubia no era la estratega mas despiadada ni mucho menos, pero desde hacia ya un par de años el señor Trudeau había dejado de ser objeto de su admiración y alto respeto. Ella no podía dejar el lado emocional completamente en el olvido, sus entrañas femeninas así la limitaban y aunque su mente fuese tan erudita como la del caballero mas ilustrado, Emma siempre escuchaba a su corazón, siempre.

Observó callada al castaño mientras éste tomaba asiento en el borde de su incomodo catre. Aquel acercamiento era confuso y hasta ciertamente hipócrita ¿Se supone que tal atención cubriría la realidad que residía en la mente de la rubia? Nuevamente, ella creía que su acompañante la tomaba por tonta, por mujer de pocos recursos intelectuales. Pero si la partida se daría bajo aquellos términos, le dejaría creer aquello que él gustase. El tema quedaría resguardado en la mente de la neerlandesa hasta nuevo aviso y estaba segura de que habría uno a la vuelta de la esquina, el tiempo pasaba volando y aquella información solo podría traer como beneficio un acercamiento más próximo a su anhelada Lluvia.

- Comprenderá que bajo ciertos estados de euforia no hay persona que controle sus acciones totalmente - no pensaba pedirle disculpas por aquellas marcas que sus ojos vislumbraban, mas aun cuando su mente caía en la duda de si realmente ella había sido capaz de generar tal accionar violento. Frunció sus rosáceos labios hacia un lado, como proyectando una culpa medida. Bajó la mirada por unos instantes algo reflexiva y nuevamente clavo sus ojos en Darcy - No tengo interés de tratar temas del pasado con usted Conde, y si lo hiciera bien sabe que lo que me importa podría limitarse a solamente un asunto - aquella firmeza teatral pero creíble generalmente se presentaba en Emma a la hora de tratar asuntos políticos, relacionados mayormente a sus deberes como nobiliaria neerlandesa, pero frente a él le era inevitable no armarse de todos aquellos recursos que la tornasen mas inaccesible, menos vulnerable. El tiempo había pasado para ambos y la oriunda de las tierras de Assen solo quería dejarle en claro al Conde que ya no era la misma de antes, por lo menos en algunos aspectos. Ella podía ser una mujer tan dura como él como hombre. Un encuentro de pares, ni más ni menos, salvo esa sobrenaturalidad que la rubia no poseería jamás.

- Me ocuparé en comunicarle a la realeza francesa de la existencia de estas criaturas peligrosas, esperando su ejercito se encargue de exterminarlas. Sé que nadie pondría un “pero” por el bienestar de sus habitantes - sus vocablos advertían que no olvidaría el tema tan fácilmente y que por su parte las acciones comenzarían a darse una tras otra hasta encontrar respuestas certeras y palpables, tal como una dama racional como ella gustaba de ver. Posó silenciosa la vista en el techo rozando mentalmente el cuestionamiento del porqué Darcy la había dejado con vida, pero estaba claro que no encontraría explicación pronta a tal pregunta. Sus labios se sumergieron en la serenidad de no pronunciar palabra alguna por unos instantes. Pero su mente, su mente jamas podía darse el gusto de descansar.

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