Estrenando París [+18] [Privado. Kiara]

por **Aryam** Miér Jun 13, 2012 1:50 pm

París, en el siglo XIV. ¿Quién se podía quejar? Solo los estúpidos, los incultos y los más idiotas de todo el planeta. Allí estaba la una del arte, la cultura, la literatura, la ciencia, y todo lo que se te pudiese ocurrir, y ahora se reunían allí, no solo las más brillantes mentes, si no las más brillantes presencias, y entre ellos, dos... ¿personas? Que había ya rondado por el resto de Europa. Nadie llamaría a eso una pareja común, ni mucho menos, pero allí había llegado. Justo a tiempo para que el joven neófito se encuentre con su padre, y con otra coincidencia aún mayor, aunque eso no es el episodio que nos ocupa en estos momentos.

Llegar hasta París no había sido complicado, ni mucho menos, sin embargo pocos podrían haber tenido tantos problemas como ellos para llegar a ocupar una casa como aquella... Después de todo, la familia del siglo XIV era una gran familia, y asesinar a tanta gente tan rápido era algo digno de clamor. Peor como fuese, ese tampoco es el tema que nos ocupa.

Lo que nos ocupa ahora es la siguiente situación: Aryam apenas acababa de terminar de beber, por supuesto, y se encontraba en el frenesí más absoluto. Un neófito como él a penas tiene dos deseos. Sangre y carne, y allí había todo lo que quería.

La casa era una casa parisina, nada especial. Era mejor no llamar la atención, sobretodo si pretendías asesinar a los propietarios y dejarlos tirados en el salón para follar con tu creadora, que era la intención del vampiro. Sonrió con solo imaginarlo, y no dudó un segundo. Se quedó mirando su figura, con la mandíbula manchada de la sangre de aquellos... humanos.

–¿No crees que es hora de estrenar la cama?– Se trataba de un colchón de plumas que parecía tan puro como el de dos niñitos de seis años, colocado en un gran somier, con las típicas cortinas que ponían para ocultar sus actividades... Era algo absurdo para aquellos dos, capaces de follar en cualquier parte, siempre y cuando la noche los protegiera.

por **Kiara Ridrick** Miér Jun 13, 2012 4:32 pm

Mi vida había cambiado mucho en los últimos años. Los viajes me habían llevado a pasar una temporada en la India, donde conocí a mi actual aprendiz. No puedo negar que era feo cuando lo conocí pero con su carácter arrogante y tras saber su historia supe que era el candidato perfecto.

Pasamos apenas unos meses en el país pero debido a su soledad y tras recibir el muchacho la muerte “accidental” de su abuela nos dirigimos a lugares de climas mas fríos. Nuestras noches desde la primera vez fueron apasionadas y satisfactorias asi que tras admitirlo como aprendí le coloqué mi marca, un piercing en su pezon izquierdo.

Yo había tenido que sufrir por lo mismo cuando comencé con mi amo y no iba a ser menos, si Amyar quería ser un inmortal iba a tener que pasar por todo o más que lo que tuve que sufrir. Durante el camino tuvimos un percance en Grecia, una joven dama llamó mi atención y tras desear tenerla en mi poder le ordené al muchacho que la raptara.

Agradecí internamente la devoción del muchacho y tras tener a la chica en nuestro poder nos dirigimos a Paris, días despues de convertirlo y asegurar que no cometería ninguna locura por la sangre. Después de dejar a la mujer amordazada y atada en el motel donde nos alojamos el primer alba nos dirigimos a buscar una vivienda.

Nos dirigimos a una zona acomodada, las casas no eran muy grande pero la pequeña mansión tenía un buen ver por lo que no seríamos muy llamativos. Se que podíamos comprar una casa por la fortuna que tenía acumulada pero esto era mas emocionante. Tras confirmar que en la casa solo había una pareja y un par de sirvientes entramos sigilosamente por la puerta trasera y en menos de lo que canta un gallo ya estaban todos amordazados.

Cada uno se cogió un par de humanos y comenzamos a alimentarnos a la par que nuestra lujuria iba creciendo hasta tal punto de que al escuchar la proposicion de Amyr no lo dudé y salté a sus brazos comenzando a besarlo mientras mi lengua saboreaba su boca.

Sabía que esta noche iba a ser una de las mejores pues los juegos de sangre era de lo mejor para un vampiro. Mis dientes comenzaron a mordisquear sus labios, mis piernas rodeaban su cintura haciendo rozar ambas caderas y mis manos se repartían, una en su cabello y la otra jugueteaba con el anillo de su pezón.

por **Aryam** Miér Jun 13, 2012 4:52 pm

Todo había sido sencillo, y mucho más cuando captó a su creadora, corriendo hacia él. Desde luego, era la mujer más bella que jamás había visto, en cierto modo... La verdad es que no tenía muy claro que era la atracción que aquella mujer ejercía sobre él, ni mucho menos tenía claro si debía dejarse llevar, o mucho peor, si debía mantenerse a su lado. Pero... ¿A caso se lo iba a plantear en aquella situación? Tal vez los pensamientos volasen por su mente, pero no era más que eso. Un rápido vuelo, mientras sujetaba aquellas caderas perfectamente proporcionadas con el resto del cuerpo.

Aryam habría preferido quedarse hipnotizado en los ojos de aquella mujer. Desde pequeño le habían enseñado el respeto hacia las mujeres, en cierta forma, que eran árabes. Sin embargo no pudo. La sonrisa se hizo más que prominente, al igual que el bulto en sus pantalones, que al sentir el roce de la mujer, no tardó en aflorar. Su miembro se había puesto duro, y Aryam tenía más ganas de penetrarla, tantas como cualquier otro día, pero más por culpa de la sangre que acababa de ingerir. Aquellas prácticas siempre hacían que su libido se desatase, por suerte siempre tenía a Kiara para saciarle, o al menos casi siempre.

No tardó en fusionar sus labios con los de la mujer. Entrelazando su lengua con la de su creadora, mezclando sus manos con el cuerpo de aquella dama que tanto... ¿Amaba? No estaba realmente seguro, pero no lo pensaba en aquellos momentos. Solo se dejaba llevar por la terrible pasión, o el deseo sexual que aquella mujer desinhibía.

Agarraba con fuerza las caderas de aquella mujer, pero cuando se dio cuenta de lo que quería hacer de verdad, comenzó a caminar hacia el dormitorio. La mujer ya estaba tirando del piercing del pezón, para variar. Odiaba que hiciese eso, con todo su alma. Pero por mucho que le dijera nada no parecía cambiar de comportamiento.

Lanzó a la mujer directa a la cama, y saltó detrás de ella, depositando sus labios en el ombligo de la misma. Su tersa piel... Su vientre, siempre había sido lo que más le gustaba de las mujeres. Un vientre plano era mucho más bello, más erótico que cualquier busto, o trasero, que cualquier mirada y que cualquier posición.

También deslizó sus manos mientras besaba el vientre de la mujer. La derecha fue directa al pecho izquierdo de la mujer, mientras que la izquierda, adelantada a los labios del hombre, se introdujo en el interior de la vampiresa. Pero esto duró poco, pues fue la lengua de Aryam la que ocupó ese puesto pocos segundos después. Con repeticiones lentas y largas, en círculos, acariciando el clítoris de aquella mujer.

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