Redada en París [Privado]

Había llegado el momento de que Doreckmair O' Raven saliera al escenario.

El telón seguía abajo y él del otro lado ya podía escuchar los murmullos de la gente, como cada noche el nerviosismo antes de cada función le invadió, mas no era algo que le preocupara era una extraña manía que ya tenía bajo control, pues después de los tambores anunciando al público que el telón será subido, de forma irónica los nervios desaparecían por arte de magia. De cierto modo, aquellos momentos previos eran muy placenteros.

La curiosidad como era común lo doblegó y acercándose a una esquina ente abrió el rojo telón de terciopelo y pudo visualizar al público, clase alta y media, pero también pudo distinguir a uno que otro vampiro y que de hecho para él no presentaban ningún problema nunca hacían algo en la función dejaban al mago de Amsterdam dar su espectáculo sin ningún inconveniente. No estaba lleno aún pero el hecho era de qué en un inicio nunca lo estaba, y si bien es cierto que las funciones del mago eran llenos totales, se llenaba conforme avanzaba la función.

El mago O' Raven vestía un traje de gala negro, con guantes blancos y sombrero de copa, de su saco sacó su reloj de bolsillo y vio la hora, luego se escuchó la voz del presentador anunciando la primera llamada. El mago suspiró mientras buscaba una relajación vana y que llegaría por sí sola al son de los tambores.

La música de la orquesta comenzó a sonar de forma ambientada y armónica, y Doreckmair pensó en el ayer, recordó a Tania y un deseo de verla entre el público se ancló en sus fantasías.

Abandonó la esquina y caminó hasta el centro del plató y tomó aire hasta llenar sus pulmones, luego, lo liberó lentamente. Dio una rápida vista hacia la derecha donde vio a su asistente y ambos asintieron el mago mantenía un semblante feliz y es que, aquel escenario era su vida.

De pronto los tambores se escucharon y Doreckmair se asombró, ya ¿cómo fue que no escuché la última llamada?— pensó. —¡No importa... hagamos magia!— dijo y usando su ilusión hizo desaparecer su cuerpo.

El telón se levantó y en el plató sólo estaba su asistente y una silla.

La bella mujer caminó hasta la silla y la presentó al público con un gesto de manos, luego le echó encima una capa negra que cubrió, la capa tomó la forma de la silla y se hizo un suspenso, entonces la asistente nuevamente cogió la capa y esta vez la retiro con fuerza de la silla, mas la silla seguía vacía.

La asistente actuó como si no comprendiera lo que sucedía y volvió a ejercer la misma acción y nuevamente la silla estaba vacía, la mujer dramatizo de una forma cómica que generó una que otra risa. Fue entonces que apareció de la nada el mago y sorprendiendo a la asistente por detrás se sentó en la silla y pidió que lo cubriera con la capa, la asistente la arrojó al aire con dirección al mago sentado pero la capa tomó la forma de la silla en vez del mago y el público se asombró luego, la asistente retiró la capa y encontró un ramo de rosas. El público aplaudió.

Crystall había llegado al teatro dolida por no saber nada de Dalma, en su corazón crecía cada vez más el temor de que aquel inquisidor la hubiere destruido.

La bruja poseía un boleto sencillo por lo que se sentó en un lugar lejano al escenario. El telón aún estaba abajo y pronto dejó de pensar en Dalma y se concentró en el plató, en breves minutos el espectáculo daría inicio y vería después de tantos años a su hermano.

Pero también estaba pendiente a la llegada de Cynthia, había hecho una reservación para cuando llegará se sentará junto a ella, si es que Cynthia deseaba tomar forma corporal sino, pues no tendría que lidiar con algún fastidioso espectador.

Los tambores comenzaron a sonar y una combinación de sentimientos bloquearon por completo la mente de Crystall, pensaba en Dalma, en Cynthia y en su amado hermano Derek Van Wijs que ahora se hacía llamar Doreckmair O' Raven el mago de Amsterdam.

El telón se subió y Crystall pudo ver a la asistente, era bella y eso lo reconocía, su hermano tenía gustos para elegir su personal era algo que lo caracterizaba, el show era un tanto cómico y de pronto hizo presencia Derek, el corazón de Crystall pareció detenerse, inclusive y en contra de su voluntad lágrimas se escaparon de sus ojos, un sentimiento que tenía reprimido desde que fue víctima de la inquisición. Aquellas lágrimas eran completamente a las que había derramado en antaño, su corazón se llenó de dicha y los deseos de estar junto a él, de abrazarlo, de decirle que lo extraño y que lo ama casi logran doblegarla a abandonar su lugar, sin embargo recordó que estaba bajo amenaza.

Aquel inquisidor debía de estar presente y Crystall se aseguraría de que su hermano no corriera peligro.

—Cynthia, espero que llegues pronto— pensó y continuó disfrutando del espectáculo.

En las afueras del teatro.

Ruggero llegó tarde a la función y no era debido a un atraso provocado por la bruja o el exorcismo de los fantasmas, no, el inquisidor había hecho una relación, no creía que aquella bruja lo atacara sin algún motivo y sus instintos le indicaban que aquella atrevida estaría en el teatro. Ese era el motivo por el cual Ruggero llegó tarde, tenía que dejar que la bruja llegara antes para tener la ventaja sobre ella.

El teatro era una estructura maravillosa, construido en mármol y con esos adornos majestuosos que varios artistas crearon entorno a éste, había gente aún entrando y Ruggero Rosso se sentó frente al teatro, del otro lado de la calle parisina, sobre una banca de metal y junto a un faro que desprendía una luz mortecina.

La ansiedad de Ruggero crecía por cada minuto y la inquietud de que Alexês aún no hacía acto de presencia le irritó y entonces pensó, -¿Será que Alexês ya estará adentro?- perdió su vista al norte de la calle y continuó -No, no es posible claramente le dije que me esperara antes de entrar- pero existía algo en lo que Ruggero no había reparado. -Y si Alexês fracasó y no consiguió los boletos, o tal vez, y si Irvine no le permitió salir- el inquisidor golpeó la banca irritado y se puso en pie.

-¡Maldición!- exclamó y la gente a su alrededor le miró, Ruggero les dedicó una mirada aterradora y después cayó en la cuenta de que esa mirada no le serviría de nada, sólo lo perjudicaría, si de algo tenía que estar seguro era de pasar desapercibido, no quería problemas ni obstáculos así que volvió a tomar asiento.

En su ansiedad abrió su chaqueta y comprobó que estuvieran listos sus dos revólver de plata, su daga y en la cintura la espada. Cerró la chaqueta y descansó todo su cuerpo en la banca, sacó una pipa y después de colocar tabaco de las indias lo encendió, esa era su forma de eludir sus pensamientos, de alcanzar cierto grado de tranquilidad o quizás de sosegar la excitación que le causaba enfrentar a un brujo o mejor dicho, matarlo.

Y entonces la gente dejó de entrar, las calles estaban vacías y el hecho de que Alexês nunca se presentara le causó una decepción, pero no importaba más, el inquisidor no se daría por vencido, el brujo debería de tener una salida en especial, esas que sólo usan los artistas y Ruggero estaba decidido a encontrar dicho acceso y ejecutar el resto del plan.

Cuando Alexês desperto ya había caído la noche, el día anterior le parecía un sueño y sólo eso. Suspiró mientras cerraba los ojos y evocaba el pasado junto al vampiro y como una niña levantó con emoción los brazos y cuando cayeron en la cama su mano derecha cayo sobre un pedazo de papel.

Alexês dirigio la vista hacía dicho papel y vio que se trataba del boleto a la función del mago, se levanto rápidamente, su cuerpo desnudo corrio hasta el baño y tan rápido como le fue posible se ducho, se puso el vestido más hermoso que tenía, rojo y con pliegues negros muy parecido al que el vampiro le dio bastante tiempo atrás, se maquillo, se calzo unas zapatillas de cristal, tomó el boleto, recorrió el largo pasillo hasta las escalera, bajo por éstas y llegó hasta Irvine.

-Madame me dirijo al teatro como acordo con el mago- dijo Alexês esperándo la aprobación de Irvine, sin embargo, Irvine no mudo de expresión y Alexês comenzo a suponer que no la dejaría asistir, ya era muy tarde y no llegaría a tiempo para encontrarse con Ruggero Rosso si Irvine continuaba reteniendola.

Pero Irvine asintió, -divierte y te espero antes de media noche que tienes que trabajar- y como una niña emocionada, una niña que le dan un regalo por su cumpleaños Alexês tomo las manos de Irvine y comenzo a saltar de emoción, luego recordo que llegaba tarde así que salio de inmediato y a pasos rápidos se dirigió al teatro.

Del burdel al teatro no era un camino largo, por lo cual no se necesitaba un carruaje para llegar, caminar era suficiente y eso era lo que Alexês hacía.

Y llego, las calles estaban desoladas, no había absolutamente nadie y eso entristecio a Alexês, oh, pero se equivocaba ahí estaba Ruggero sentado con pipa en mano y aguardando. Entonces Alexês se acerco con sigilo y le tapo los ojos con sus delicadas manos.

-¿A quién espera monsieur que se perderá la función?-

Aquella era la noche. Había llegado al fin la noche en la que comenzaría la caza. Pero muy pronto sabríamos si aquello terminaría siendo una caza de inquisidores o una caza de seres sobrenaturales como las de antes. Bueno...¿de veras podría ser así? No ignoraba que se habían sucedido a lo largo de los años algunas que, efectivamente, eran como las de antes, como las de aquel día...
Le había dado mi palabra a Crystall de que iría, pero no lo había hecho porque me sintiera obligada, no por algo apenas las había conocido a ella y a Dalma la otra noche, en la que también había conocido a Niall, a mi...sonreía cada vez que pensaba en ello. Tenía que hablar con Niall muy pronto. Porque estaba segura de que podría hablar con él. Por mucho que pudieran hacerme daño aquella noche, no podían matarme. No pueden matar a algo que está muerto, a alguien que no es más que un alma descubierta. Aunque claro, siempre puede ocurrir que entre esos inquisidores esté algún condenado que sea brujo. Y alguno podría...no, no podía ser. Eso siempre había sido un secreto que jamás se había averiguado.
Pero quizás se descubriera tarde o temprano.
Pensaba en estas cosas y más mientras me encaminaba hacia el teatro. Hacia el anochecer había flotando hasta el suelo para adoptar forma corpórea, después de haberme pasado el resto del día vagando por el bosque, pensando en lo que ocurriría, preparándome también. Al menos en parte.
Había sopesado la posibilidad de ir hacia allá en mi forma translúcida. Pero la había descartado enseguida. No podía faltar a mi vieja costumbre de adoptar forma corpórea por la noche, aunque tenía la sensación de que no estaría así durante mucho tiempo. Pero eso no quitaba que quisiera caminar por las calles de París hacia el teatro siendo sólida.
Así que fui hacia el teatro caminando como una humana más, con el clásido vestido negro que llevaba cuando morí, sencillo y con algunos adornos dorados en las mangas y en el dobladillo del vestido, la expresión maliciosa y brillante de mis ojos verdes y el cabello suelto por la espalda y los hombros, con unos pequeños tirabuzones rojos en las puntas del cabello, hechos a toda prisa y que acentúaban mi aspecto de muñequita de porcelana.
Miraba a mi alrededor con cierta curiosidad, y algo de excitación. Contemplaba a la gente por las calles y luego miraba al frente, con una expresión casi petulante. Esperaba que la función comenzara pronto.
Cuando llegué al teatro ya había algunas personas. Y la función...había comenzado. Vaya, parece que llegué un poco tarde. ¡Qué me hubiera gustado haber podido llegar antes de que comenzara la función! Me metí en el teatro confundiéndome entre un grupo de burgueses que había llegado casi al mismo tiempo que yo. Era algo fácil, y algo que hacía una infinidad de veces, la verdad.
Anduve lentamente por el teatro, mirando a mi alrededor, tanto a la gente que estaba sentada como a la función que se estaba desarrollando en el escenario. Aquel mago...¿sería Doreckmair? Y la bella dama que era su asistenta. Sonreí encantanda cuando vi que retiraba la capa y hacía aparecer el ramo. Mis manos se juntaron como si fuera a aplaudir, pero seguía caminando en búsqueda de Crystall.
¡Y la encontré! Estaba sentada, observando el espectáculo. Disimuladamente me acerqué hacia dónde estaba, procurando que me viera la menor cantidad de gente posible, buscando de paso a Dalma, quién por cierto no veía.
¿Dónde estaría? Aquel fantasma debería haber venido al espectáculo. Al menos podría haber estado vigilando desde fuera, tal como había estado a punto de hacer yo. Pero no se le veía por ninguna parte.
Quizás apareciera más tarde.
Me senté al lado de la bruja, sin importarme mucho si el sitio estaba reservado para alguien más. Esas cosas no solían preocuparme demasiado estuviera en forma corpórea o no. Miré a Crystall de forma solemne, y luego miré al escenario.
-Buenas noches-la saludé bajito, como si temiera interrumpir el espectáculo, que era bastante fascinante. Sobre todo porque había en mí una expectación casi salvaje-Espero no haber llegado muy tarde.

Arleken había llegado tarde y vio al inquisidor bien armado sentado en una banca frente al teatro, esperaba alguien y él sabía perfectamente a quién... Alexês Nyíri. Sintió curiosidad de lo que estuviera pensando el inquisidor pero no quería arriesgarse usando su manipulación de la memoria no sabía que tan fuerte sería la mente del tan mencionado en los recuerdos de Alexês, Ruggero Rosso. Pero no quería sacrificarse.

Llegó a la entrada, entregó su boleto e ingresó.

La función ya había empezado, el mago se encontraba haciendo una serie de trucos atractivos y muy sencillos, a Arleken le pareció difícil distinguir si realmente eran trucos o brujeria, dejó de contemplarlo desde los escalones y subió hasta su butaca ubicada en una estancia alejado del plató.

Habían dos mujeres cercas de su asiento en una de ellas distinguian sus tirabuzones rojos en las raíces del cabello, la otra sentada tenía el cabello castaño oscuro.

Arleken pasó entre ellas y se sentó junto a la mujer del cabello castaño oscuro, no sin antes disculparse por la molestia que hubiere causado.

Al sentarse miró de reojo a la mujer de cabello castaño y sintió una extraña atracción por ella, era bella y la otra mujer igual; entonces usando su manipulación de la memoria entró en su mente, ¿Crystall Van Wijs? Pero que demonios... Es hermana del mago vaya ironía, pero hay algo más, –Pero, ¿qué es?– Arleken siguió indagando en la mente pero de pronto sucedió algo imprevisto... Aquella era bruja y detectó la intromisión de Arleken Lundberg en su mente.

La presentación el público lo había tomado bien, era una acogida espectacular.

El mago se quitó su sombrero de copa, mostró que no tenía nada en su interior y les dijo —¿Quieren que saque un aburrido conejo del sombrero, o quizás unos velos?—

El público se miraba y cuchicheaban, —No damas y caballeros, eso es absurdo para mi— continuó e hizo girar el sombrero, luego volvió a mostrar el contenido y del sombrero salió un halcón, no, el sombrero se transformó en un halcón. El público quedó asombrado, el animal dio una vuelta por el teatro y regresó al brazo del mago cuando éste le llamó con un silbido.

El halcón se dirigió en picada y antes de llegar Doreckmair chasqueó sus dedos y el ave se transformó nuevamente en el sombrero de copa, el mago lo recibió e hizo una reverencia a los aplausos.

Pero aún era el comienzo, Doreckmair llamó a su asistente y cuando ella llegó se dirigió al público.

—Ahora serán testigos de como en aquel féretro— y en el momento el mago señaló al ataud que descendía de una polea que simulaba ser oro gracias a la ilusión del mago. —Yo, desafiaré a la muerte. Mi hermosa asistente que dispone de estás filosas espadas hará de mi verdugo— y al decir aquello tomó una de las espadas y ratificó que la hoja era real, hizo unos movimientos al aire y entregó la espada a la asistente que puso la espada en una mesa que previamente había dispuesto ella.

Pero el mago se mantuvo pensativo y llevó su mano derecha al mentón tomando una forma de pensador.

—¡Ay público que me encuentro en un dilema! ¿cómo realizaré este truco cuando me falta un asistente?— dio una mirada al público como si buscase alguien y allí pudo ver al duque Boussingaut le sonrió y le asintió, luego volvió a mirar al público. —Pues bien, tendré que invocar a un asistente— citó de forma misteriosa.

Luego caminó al centro y tiró su sombrero al suelo, se agachó a modo de rozarlo y al momento en el que subió la mano mágicamente creció hasta volverse un banco, el mago hizo una invitación a su asistente, ella llegó y se sentó.

Doreckmair cubrió a su asistente con una manta de plata, brillante, los tambores sonaron y las luces se enfocaron solamente a la asistente debajo de la manta, ésta emitió un resplandor provocado por el mago y de pronto los tambores dejaron de sonar, Doreckmair retiró la manta y ya habían dos asistentes, exactamente iguales y no solo en vestimenta sino también en apariencia; con el cabello dorado, el lunar por arriba del labio del lado derecho, los pechos medianos y las piernas perfectamente torneadas.

El público aplaudió.

Killer Bee fue una de las personas que llegó primero, se ubicaba en el palco de la planta alta, un lugar digno de clase alta. Vestía un vestido color zafiro y llevaba consigo unos anteojos de vista a distancia, iba acompañada de un inquisidor espía y que sólo estaba ahí como compañía y nada más.

Como lo esperaba Killer Bee no encontró a su maestro Ruggero Rosso entre el público, vio entrar a varias celebridades y también uno que otro ser sobrenatural que ya estaban marcados en la lista de la Iglesia y que sin embargo ella respetaría debido a sus ordenes específicas.

La función inició y como Killer Bee lo esperaba no se trataban de trucos baratos, era magia, era brujería...

El acto del halcón y después el de la asistente duplicada había ratificado dichas suposiciones, afianzando el hecho de que Doreckmair O´Raven era un brujo y su maestro estaría afuera listo para darle muerte.

Lo que se preguntaba Killer Bee era cómo actuar, salvaría al mago o dejaría actuar a su maestro y luego ejecutar lo que se le habían ordenado. Ella como muchos otros inquisidores perdonaban la vida a los brujos, después de todo de los sobrenaturales eran los más humanos; lastima que para Ruggero fuera distinto.

Si Ruggero Rosso no pensara de esa forma Killer Bee no estaría allí disfrutando de la función y planeando la actuación que ella tendría más adelante.

Y en una de esas meditaciones perdió la vista en los palcos traseros y entonces lo vio... -¡El vampiro! exclamó en sus adentros y algo en ella supo que las cosas se complicarían.

Alexês se dio cuenta de que Ruggero sabía perfectamente de quien se trataba y que de hecho ya sabía lo que Alexês haría.

-Hé de suponer que es una mujer que se ha escapado de su hogar y tiene el atrevimiento de juguetear con un desconocido, que, no se imagina cual peligroso puede ser o si resulta ser un gran amante-

Dijo Ruggero y Alexês no pudo evitar reír, le encantaba pasar el tiempo con el inquisidor y esa carisma de él le provocaba gran atracción.

-Es posible- respondió Alexês, Ruggero cambió de postura y asombró a Alexês con un rápido movimiento que hizo que ella cayera sobre él, y éste la tomara en brazos. Alexês suspiró y continuó riendo era un maravilloso momento para ella, se encontraba afuera del burdel y en compañía de una de las personas más importante de su vida y que quizás amaba.

Ruggero sorprendió nuevamente a Alexês con un beso, de una pasión tal como si anunciara que sería el último.

-Alexês me he enterado que después de la función el mago ofrece una comida en el comedor del teatro, una estancia dedicada a las grandes celebridades, vamos a la clase alta. Tenéis que colarte y acedlo salir a los callejones, justo por donde entran los músicos y él mismo, luego y sin decir más te iras... Ahora ve y goza de la última función del mago O´Raven- le dijo Ruggero como un susurro, aquellas palabras consternaron a Alexês y recordó los momento que vivió con el mago, evocó lo que pretendía ser un enamoramiento y una tristeza le invadió. Comprendía lo que sucedería, Ruggero daría muerte al mago.

En tono fingido, como si aún no comprendiera, en una búsqueda de engañarse a sí misma preguntó a Ruggero. -¿Qué va a suceder?-

Ruggero no contestó dejando que Alexês se levantara.

-No necesitáis saberlo, sólo has lo que te he pedido-

Alexês afirmó con la cabeza y caminó a paso rápido al teatro, contenía sus lágrimas el futuro que se le había revelado le haría daño y ya lloraba.

Llegó a la entrada y fue recibida, el acomodador le dio la bienvenida y la llevó a uno de los asientos de en frente, Alexês se había maravillado desde su entrada y ahora al sentarse en aquel asiento de gran categoria sintió un gran remordimiento. El mago le había dado cortésmente un boleto de clase alta y ella lo llevaría a morir.

Cuando Alexês comenzó a enfocarse a la función, el mago removió un velo y dos mujeres aparecieron cuando una era la que estaba sentada. Como muchos, Alexês rompió su alma en aplausos, era la primera vez en ver magia y a pesar de ello, ella sentía que ese clase de acto era único.

La llegada de Cynthia había tranquilizado a Crystall, le asintió con la cabeza y con estas palabras le respondió, —No te preocupes Cynthia, llegas justo a tiempo... Pero por favor, toma asiento lo reservé para ti—.

Crystall noto que Cynthia dio vistazo a su alrededor buscando a Dalma y quizás a los otros y eso le recordó la batalla contra Ruggero horas antes. Quiso decirle lo que sucedió, que Dalma y los otros se quedaron a entretener a Ruggero, –¿qué pensaría Cynthia si Crystall le confesaba que el inquisidor la había derrotado, cuándo ella, había afirmado ser una caza inquisidores?– ese pensamiento le atormentó la derrota le dolía, pero estaba segura que con la ayuda de Cynthia podría contra Ruggero.

Entonces un hombre joven y bien parecido paso entre nosotras, se disculpó como todo un caballero y se sentó junto a mí, del lado izquierdo.

Ignorándole contemplaba a Cynthia, en lo que haría, en lo que diría. De pronto, recuerdos de su pasado le llegaron y lo supo, había un intruso en su mente, esculcando como un atrevido, un sinvergüenza y lo descubrió era aquel joven que se sentó junto a ella.

—¡Retírese de mi mente!— se comunicó por medio de la mente, pero el joven no respondió, lo que significaba que no tenía la capacidad de comunicarse por la mente... Entonces era una manipulación de memoria, él era un vampiro.

Crystall le miró y así le dijo, en voz baja, como susurrando —Le aconsejo que abandone mi mente o no querrá que declare su naturaleza— y le miró con molestia.

Lo que había logrado descubrir dentro de la fascinante mente de aquella bruja le causó gran emoción, ¿vaya mente la tuya si tan sólo fuera como la de su hermano? Va pero no todos son iguales siempre hay uno más fuerte. Sin embargo qué haría, podría incrementar la potencia de la manipulación de la memoria pero existían contras, la principal, si la mente de la bruja era más poderosa de nada serviría y con la amenaza que ella había declarado era muy arriesgado. La segunda, aquella otra mujer también poseía algo sobrehumano, y si Crystall no se percatara de mi necedad posiblemente ella sí.

El conde sonrió y abandonó la mente de la bruja.

-Un interesante pasado...- susurró también Arleken, por cierto, conocí a su hermano ¿usted sabe que la cree muerta?- Continuó y miró a Crystall con picardía, intentó la persuación y el control de emociones para que la bruja cayera en un hechizo de confianza y fuera ella por su propia cuenta la que contara lo que Arleken no pudo descubrir.

Miró de reojo a la otra mujer que lo miraba, -¿sabrá lo que estoy intentando?-

Pero la bruja estaba callada y el conde miró al escenario, aquel mago era muy bueno y ese atrevimiento de exhibir verdadera magia había traído a un inquisidor que le esperaba, un desalmado que estaba usando a su amada Alexês como carnada y el vampiro sabía que aquel mago caería.

-Lastima que no tienes la premonición bien desarrollada- quiso pensarlo pero lo susurró, dándose cuenta de su error se puso en pie para marcharse.

Hayden también había seguido el camino de su maestro, Killer Bee no era la única inquisidora con la orden de encontrar a Ruggero Rosso.

Como sí de un espía se tratase siguió cada pista de Killer Bee, desde el burdel hasta la llegada al teatro. Él, a pesar de su arrogancia y credulidad conocía a su maestro y sabía perfectamente que si las cosas se tensaban Killer Bee no sería suficiente para la orden dictada por el Papa.

Él entró después, cuando el público ingresaba a mansalva y a diferencia de Killer Bee que había entrado después si vio a su maestro, se encontraba del otro lado de la calle, sentado y ansioso como si esperase a alguien. Hayden agachó su cabeza y entró de inmediato, había logrado conseguir boletos en el palco de la planta alta, junto a Killer Bee, ya que su destino era encontrarse.

Fue llevado por el acomodador, de reojo miraba los excéntricos trucos del brujo, tenía que admitir que el tío era bueno, -lastima de su vida- pensó hasta que finalmente llegó ante la bella y mortal soldado "Killer Bee".

Hayden siempre sintió una gran atracción por ella, aunque nunca la había conocido personalmente, pero eso quedaría atrás esa noche se presentaría y sabría más de ella, lo único que Hayden sabía era que al igual que él, Killer Bee había sido alumna de Ruggero, era por eso que ambos alumnos eran enviados en esa misión.

Con sigilo se acercó, hizo un gesto al espía para que se apartara y tomó su lugar.

-Buenas noches, ¿disfruta la función?- preguntó con sutileza, la inquisidora le miró sin decir nada. -Así es Cammy, yo también he sido enviado para la misma causa y como supondréis, si, Ruggero está afuera vosotros acertasteis, el espía y vos sois muy buenos... Nuestro maestro viene a por el mago- dijo y se detuvo a aplaudir uno de los trucos.

Killer Bee siguió silenciosa mientras que Hayden emitió un suspiro, -¿Estáis preparados para lo que sucederá, Cammy tenéis ya un plan?-

Crystall pareció alegrarse de verme. Me dijo que tomara el asiento poco después de que, efectivamente, me sentara. Menos mal que lo había reservado para mí, porque nunca se sabía lo que yo podría hacer, por mucho que tomara la costumbre de tomar forma corpórea a esas horas. Sonreí divertida. Esa impulsividad era algo que arrastraba desde que estaba viva, y de la que me sentía sumamente orgullosa.
-¡Gracias!-dije de todos modos. Luego estuve en silencio durante unos minutos, contemplando la obra con la misma fascinación de antes. Era magia, pero magia de verdad. Nada de trucos baratos como los que veías en las ferias. Eso lo sabía yo porque había sido bruja, y quizás aún tenía algo de bruja, por mucho que mis poderes fantasmales hubieran sustituido a los que tenía antes. En la facilidad para manejar algunas cosas, por ejemplo.
La verdad es que por eso mismo no me extrañaba que allí, justamente allí, fuera a celebrarse la caza. Por llamarlo de alguna forma, claro. Aquel mago era valiente. Sólo por eso me empezó a caer bien, a pesar de que aún no lo conocía. Un tipo tan valiente y tan osado como para hacer semejante espectáculo tiene que ser una gran persona, al menos para mí. Después de la función a lo mejor me presentaba también ante él.
Luego miré a Crystall, inclinándome un poco ante ella para susurrarle algo. Pero entonces alguien se sentó cerca nuestra. Un hombre pálido que nos miró, o más bien podría decirse que la miró a ella, a Crystall. Un vampiro. Reconocía a un vampiro nada más verlo, me había codeado con demasiados cuando estaba viva. Había algo en sus gestos, en su palidez...en su frialdad, que les delataba. Le miré con una curiosidad casi infantil, saludándole con una inclinación de cabeza. Y luego con una sonrisa pícara. Luego maliciosa. Y después me incliné hacia Crystall.
-Pues sí que hay gente...curiosa en este lugar.-suspiré con una sonrisa-Me trae muchos recuerdos, ¿sabe?
Casi podría haberme puesto a hablar de los recuerdos del pasado. De aquellas fiestas, de lo que sucedía después de la medianoche...
Luego me pregunté una cosa. Algo que me llevaba preguntando desde hacía bastante rato. ¿Habría llegado aquel famoso inquisidor? ¿Habría más? Quizás reconociera algunas caras si curioseaba un poco entre el público.
¡Pero tampoco podía hacer semejante cosa de forma tan descarada! No, eso sería algo infantil y estúpido.
Y eso no podía ser. Ya era demasiado vieja como para andar actuando de esa forma. La irresponsabilidad la dejamos para otros ámbitos más...propios.
-¿Ha llegado ya? Parece que hay mucha gente por aquí...y había varias personas fuera del teatro-susurré tratando de que nadie más se enterara aparte de Crystall. Luego pensé en preguntarle dónde estaba Dalma.
Y lo hice:
-¿Dalma dónde está?-le pregunté.-Creí que vendría. Luego volví a mirar al escenario, justo caundo sacaron a la segunda asistente. Espectacular. Sencillamente espectacular. No pude evitar aplaudir. ¿Cómo lograba hacerlo? Casi sentí envidia de aquel caballero. Luego ladeé la cabeza, pensativa. En mi mente comenzó a maquinarse una idea que probablemente le comunicaría ahora a Crystall. Estaba segura de que le gustaría mi idea.