AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Redada en París [Privado]
Recuerdo del primer mensaje :
Hola compañeros de rol y demás comunidad,
Redada en París es un tema privado, pero si algún rolero quisiera participar pueden enviar un mensaje a Crystall Van Wijs o Ruggero Rosso para anunciarles su entrada.
Compañeros están prohibidos los dobles post, el único permitido será este primero y no más.
Si piensan en determinado momento no continuar por diversas circunstancias hacerlo saber, sobre todo con quién se encuentren en interacción.
Sugerencias.
La forma narrativa es libre, pero se ha acordado entre varios escribir en tercera persona. Otra mención, usemos el modelo del reglamento. Los pensamientos irán en cursiva [i] y se recomienda escribir con un color en específico y diferente si es posible al de otro compañero, así como manejar el color blanco en diálogos propios.
La historia tendrá mucho contenido de acción y combate entre los personaje, consultar a sus rivales si piensan hacer un determinado ataque para que el otro se los autorice.
Cuando usen un poder y lo citen marcarlo en negrita [b] para distinguirlo.
Sin más,
Bienvenidos y a divertirnos.
Hola compañeros de rol y demás comunidad,
Redada en París es un tema privado, pero si algún rolero quisiera participar pueden enviar un mensaje a Crystall Van Wijs o Ruggero Rosso para anunciarles su entrada.
Compañeros están prohibidos los dobles post, el único permitido será este primero y no más.
Si piensan en determinado momento no continuar por diversas circunstancias hacerlo saber, sobre todo con quién se encuentren en interacción.
Sugerencias.
La forma narrativa es libre, pero se ha acordado entre varios escribir en tercera persona. Otra mención, usemos el modelo del reglamento. Los pensamientos irán en cursiva [i] y se recomienda escribir con un color en específico y diferente si es posible al de otro compañero, así como manejar el color blanco en diálogos propios.
La historia tendrá mucho contenido de acción y combate entre los personaje, consultar a sus rivales si piensan hacer un determinado ataque para que el otro se los autorice.
Cuando usen un poder y lo citen marcarlo en negrita [b] para distinguirlo.
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=Lectores=
Disfruten
Disfruten
Última edición por Doreckmair O' Raven el Jue Oct 04, 2012 2:29 pm, editado 2 veces
Derek Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: Redada en París [Privado]
-¿Qué Killer Bee está con quién?- pensó Hayden y volteó a donde el mago había señalado, el inquisidor sintió celos, -¿en qué momento se apartó de mi lado y por qué lo hizo si la idea era conocer al mago?- meditaba y volvió a mirar al mago dedicándole una sonrisa hipócrita, el hecho era que Hayden Vaggö quería ir con Cammy White, tener nuevamente su atención, aquella mujer le causaba una afinidad, lo estaba enamorando y eso le acojonaba.
-¿Hermana?- respondió al fin Hayden y volvió a ver a Killer Bee, -¿por qué dirá eso, acaso Cammy y Doreckmair ya se han conocido?- era lo más probable.
-Si, es mi hermana y aunque la información no fue la correcta me encontró- dijo y soltó una risa falsa esperando que su respuesta cuadrara con el momento en el que vivieron Killer Bee y Doreckmair.
-Ahora si me permite- dijo Hayden, -voy a con mi hermana, que continúe con éxitos y larga vida- volvió a dedicarle una sonrisa y fue hasta Cammy.
Llegó hasta ella y el caballero, Killer Bee le miró con irritación, como si hubiera oportunado algo, Hayden saludo al caballero con un movimiento de cabeza y le dijo a Cammy -Deberíamos de irnos ya... ¡Hermana!-
-¿Hermana?- respondió al fin Hayden y volvió a ver a Killer Bee, -¿por qué dirá eso, acaso Cammy y Doreckmair ya se han conocido?- era lo más probable.
-Si, es mi hermana y aunque la información no fue la correcta me encontró- dijo y soltó una risa falsa esperando que su respuesta cuadrara con el momento en el que vivieron Killer Bee y Doreckmair.
-Ahora si me permite- dijo Hayden, -voy a con mi hermana, que continúe con éxitos y larga vida- volvió a dedicarle una sonrisa y fue hasta Cammy.
Llegó hasta ella y el caballero, Killer Bee le miró con irritación, como si hubiera oportunado algo, Hayden saludo al caballero con un movimiento de cabeza y le dijo a Cammy -Deberíamos de irnos ya... ¡Hermana!-
Hayden Vaggö- Humano Clase Alta
- Mensajes : 85
Fecha de inscripción : 09/10/2012
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Re: Redada en París [Privado]
A Alexês Nyíri también le había tocado la "suerte de ir al salón comedor", pero para ella fue algo desafortunado, deseó que aquella invitación en mano no existiere así podrá decirle a Ruggero, -lo siento, el mago se escabulló al salón comedor y no pude hacer nada al respecto-.
Pero tenía opciones, cualquier desafortunado desearía el boleto sólo era cuestión de ofrecerlo, pero ella faltaría a su compromiso, Ruggero le había dado tanto que ella se lo debía, suspiró y fue hasta el comedor.
El recorrido hasta el comedor fue un seceso que le trajo recuerdos a Alexês, todo aquello le recordaba su mansión, de hecho los escalones eran del mismo color y material del que tenía aquella mansión que bastante tiempo atrás se hubo quemado en aquella batalla entre monstruos... Pero eso ya era cosa del pasado.
Llegó y vio al mago hablando con alguien, un hombre apuesto, se sintió aliviada, pero entre más cercana estaba al mago, ella se figuraba con un puñal en mano, el sentimiento de culpabilidad una vez más le invadió, el mago seguía su converzación y a Alexes su corazón le decía -Marchate, que haces ahí mujer, mejor busca al vampiro-.
Y Alexês se repetía, se lo debo, se sintió sofocada y decidió ir a servirse ponche, allí encontró a una mujer que le sugirió algo, era parte de la sinfonía, una música.
-Sus sonatas me encantaron, ¿trabaja en el teatro o sólo en las funciones del mago?- se dirigió a la mujer y se sirvió ponche. -Vaya está rico- dijo después de probarlo y volvió a ver aquella singular mujer.
Pero tenía opciones, cualquier desafortunado desearía el boleto sólo era cuestión de ofrecerlo, pero ella faltaría a su compromiso, Ruggero le había dado tanto que ella se lo debía, suspiró y fue hasta el comedor.
El recorrido hasta el comedor fue un seceso que le trajo recuerdos a Alexês, todo aquello le recordaba su mansión, de hecho los escalones eran del mismo color y material del que tenía aquella mansión que bastante tiempo atrás se hubo quemado en aquella batalla entre monstruos... Pero eso ya era cosa del pasado.
Llegó y vio al mago hablando con alguien, un hombre apuesto, se sintió aliviada, pero entre más cercana estaba al mago, ella se figuraba con un puñal en mano, el sentimiento de culpabilidad una vez más le invadió, el mago seguía su converzación y a Alexes su corazón le decía -Marchate, que haces ahí mujer, mejor busca al vampiro-.
Y Alexês se repetía, se lo debo, se sintió sofocada y decidió ir a servirse ponche, allí encontró a una mujer que le sugirió algo, era parte de la sinfonía, una música.
-Sus sonatas me encantaron, ¿trabaja en el teatro o sólo en las funciones del mago?- se dirigió a la mujer y se sirvió ponche. -Vaya está rico- dijo después de probarlo y volvió a ver aquella singular mujer.
Alexês Nyíri- Vampiro Clase Alta
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Re: Redada en París [Privado]
"Los buenos modales son la flor de la humanidad. El que no es suficientemente cortés no es suficientemente humano."
Petrus Jacobus Joubert
Petrus Jacobus Joubert
La mujer a quien se había acercado, le sonrió como acto de bienvenida, del mismo modo como respondió a su saludo y se encargó de responder amable y abiertamente a sus curiosas preguntas. Debía reconocerle una mujer atractiva y sumamente agraciada, una dama que sin duda alguna se vería bien en la vestimenta que le pusiesen y que además parecía tener el encanto de poder adaptarse a cualquier grupo de gente, lo que le hizo pensar que quizás no era a ella sino al joven, que se había alejado, a quien Riful seguía. Evidentemente estaba muy equivocado.
— Si le recordase, creedme que seguramente sería yo quien os acompañaría en esta ocación — le respondió con una sincera sonrisa, mas instintivamente alzó el hombro del lado que la mujer había olido, como mera respuesta a sus tan afloradas, incontrolables y odiadas cosquillas.
La joven le confesó entonces, sobre su tan apasionada afición al arte de los perfumes, al mismo tiempo que le sonreía de una manera tal que, como ella de seguro esperaba, provocaba en él una cuota de agradable nerviosismo.
Era curioso como algunas mujeres lograban conocer tan bien las técnicas de conquista de los hombres, y a pesar de que Emerick tuviese muy en claro las condiciones de ambos presentes; desconocidos, extranjeros y probablemente de razas diferentes, pues la mujer no tenía aroma más allá del exquisito aroma de la existencia humana y los perfumes que éstos solían usar para encubrirlo como si naturalmente no fuese ya una obra de arte. Por un momento, llegó a pensar incluso que se trataba de una cortesana, más olvidó su absurda teoría tan pronto recordó volver a mirar su porte altivo de mujer de buena cuna, a quien su piel no ha recibido más maltrato que el de sus padres a la hora de enseñarle cuando sólo era una niña.
— Muchas gracias, Misses, aunque estoy segurísimo de que vuestra merced no necesitáis de perfume alguno para tener consigo el mismo aroma de los cielos — volvió a sonreír y aceptó con una caballerosa reverencia aquella invitación para ir en busca de una copa de ponche, mas cuando tomó aquella mano femenina para posarla sobre su propio brazo, el hombre que antes le acompañaba regresó, refiriéndose a ella como su hermana, pero a gritos, lo cual fue motivo suficiente para hacerle fruncir el ceño y apuntar al hombre aquel con su propio bastón.
— Más respeto, jovencito, no importa si es vuestra hermana o la mía, pero aquí no estamos en un mercado ambulante y la dama presente no deja ser dama — le regañó sin sacarle la mirada furibunda de encima.
Odiaba realmente, cuando un hombre aparecía de la nada, para faltar el respeto sin motivo alguno a cualquier mujer que tuviese cerca, ya que si bien, él no era realmente un gallardo caballero, procuraba siempre mantener una mínima cuota de respeto aún cuando muchas de las veces se le escapara el tiro por la culata.
— Si le recordase, creedme que seguramente sería yo quien os acompañaría en esta ocación — le respondió con una sincera sonrisa, mas instintivamente alzó el hombro del lado que la mujer había olido, como mera respuesta a sus tan afloradas, incontrolables y odiadas cosquillas.
La joven le confesó entonces, sobre su tan apasionada afición al arte de los perfumes, al mismo tiempo que le sonreía de una manera tal que, como ella de seguro esperaba, provocaba en él una cuota de agradable nerviosismo.
Era curioso como algunas mujeres lograban conocer tan bien las técnicas de conquista de los hombres, y a pesar de que Emerick tuviese muy en claro las condiciones de ambos presentes; desconocidos, extranjeros y probablemente de razas diferentes, pues la mujer no tenía aroma más allá del exquisito aroma de la existencia humana y los perfumes que éstos solían usar para encubrirlo como si naturalmente no fuese ya una obra de arte. Por un momento, llegó a pensar incluso que se trataba de una cortesana, más olvidó su absurda teoría tan pronto recordó volver a mirar su porte altivo de mujer de buena cuna, a quien su piel no ha recibido más maltrato que el de sus padres a la hora de enseñarle cuando sólo era una niña.
— Muchas gracias, Misses, aunque estoy segurísimo de que vuestra merced no necesitáis de perfume alguno para tener consigo el mismo aroma de los cielos — volvió a sonreír y aceptó con una caballerosa reverencia aquella invitación para ir en busca de una copa de ponche, mas cuando tomó aquella mano femenina para posarla sobre su propio brazo, el hombre que antes le acompañaba regresó, refiriéndose a ella como su hermana, pero a gritos, lo cual fue motivo suficiente para hacerle fruncir el ceño y apuntar al hombre aquel con su propio bastón.
— Más respeto, jovencito, no importa si es vuestra hermana o la mía, pero aquí no estamos en un mercado ambulante y la dama presente no deja ser dama — le regañó sin sacarle la mirada furibunda de encima.
Odiaba realmente, cuando un hombre aparecía de la nada, para faltar el respeto sin motivo alguno a cualquier mujer que tuviese cerca, ya que si bien, él no era realmente un gallardo caballero, procuraba siempre mantener una mínima cuota de respeto aún cuando muchas de las veces se le escapara el tiro por la culata.
Última edición por Emerick Boussingaut el Miér Nov 07, 2012 12:15 pm, editado 1 vez
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: Redada en París [Privado]
El conde se había alejado de la bruja perdiéndose el espectáculo, el gran final, el prestigio, pero y a pesar de hallarse lejos escuchó la voz del mago aludiendo a un comedor, a una cena.
A Arleken le pareció interesante, seguramente se encontraría con alguna bella joven y la poseería, se sintió embriagado por la idea y se decidió ir a dicha estancia, se encaminó y vio como gente subía y otra tanta iba de salida, pobres no les tocó la "suerte" y cabizbajos van a casa... Típico.
Arleken finalmente llegó e intentó ingresar pero no se le permitió, -su boleto señor- le retuvo el guardia.
-Pero que se cree...- pensó Arleken y con su manipulación de la memoria entró a su mente, la pervirtió al borde de la locura y luego a poco antes de que su mente muriera Arleken la volvió a manipular volviéndolo sumiso, le reagrupó sus recuerdos y alegre espero. -Adelante conde Lundberg- dijo el guardia.
Satisfecho Arleken se acomodo en un rincón, la gente continuaba llegando, algunos se abalanzaban como cerdos a la comida, otros iban a por ponche y muchos otros esperaban al mago.
-Como si el mago vaya aparecer a estas horas ya ha de estar... muerto- pensó Arleken y recordó la visión que por la mente Dorekmair le hubo proyectado aquel miércoles por la noche. El mago había visto su muerte y a pesar de ello fanfarroneó con semejante espectáculo sobrenatural que al vampiro sólo se le pudo ocurrir algo... -él busca el suicidio, que infeliz- y evocó sus propios recuerdos, hace tanto tiempo cuando la vida vampírica le estaba matando, cuando la desesperación y remordimiento lo carcomían y la muerte era lo único que anhelaba.
Y Doreckmair O' Raven apareció y de inmediato la gente lo asedió, -por eso odio estar en fiesta- musitó Arleken y otro recuerdo le llegó, los viejos días en los que Alexês le pedía grandes fiestas.
Arleken continuó observando y entonces vio al duque de su misma patria, pese a pertenecer a la realeza no se llevaban muy bien, ambos conocían su naturaleza y no se debía a eso, era tan sencillo que el duque no aprobaba el modo de vivir de Arleken. Convivían pero siempre en una tenue niebla de tensión, colaboradores por compromiso y ellos luchando una guerra fría, donde no intercambiaban insultos, una hipócrita comedia su relación; o al menos así lo veía el Conde.
-Vaya Duque eres muy bueno al seleccionar las mujeres- susurró en un tono poco audible para el hombre, -una bella dama- continuó y luego le divirtió escuchar al tan correcto Duque Boussingaut y desde donde él estaba le aplaudió.
El vampiro estaba disfrutando la velada sin perder de vista al mago y entonces la vio... Alexês su amada que llevaría a Doreckmair a la soga. El Conde se sintió incomodo sabía que si Crystall Van Wijs sobrevivía a lo que sea que sucediere esa noche no descansaría hasta dar muerte a los culpables en la muerte de su hermano y eso también iba para Alexês.
Arleken deseó intervenir, ir a por ella y llevársela de allí, si aquel inquisidor va a matar al mago no le ayudes tu, no te condenes... Sin embargo, Arleken se había hecho una promesa, no volvería a cambiar la vida de su amada ya lo había hecho y no lo haría jamás. Pasara lo que pasara él no intervendría.
Y antes de que Alexês tuviera tiempo de verle se marchó, -que la vida siga su curso-
A Arleken le pareció interesante, seguramente se encontraría con alguna bella joven y la poseería, se sintió embriagado por la idea y se decidió ir a dicha estancia, se encaminó y vio como gente subía y otra tanta iba de salida, pobres no les tocó la "suerte" y cabizbajos van a casa... Típico.
Arleken finalmente llegó e intentó ingresar pero no se le permitió, -su boleto señor- le retuvo el guardia.
-Pero que se cree...- pensó Arleken y con su manipulación de la memoria entró a su mente, la pervirtió al borde de la locura y luego a poco antes de que su mente muriera Arleken la volvió a manipular volviéndolo sumiso, le reagrupó sus recuerdos y alegre espero. -Adelante conde Lundberg- dijo el guardia.
Satisfecho Arleken se acomodo en un rincón, la gente continuaba llegando, algunos se abalanzaban como cerdos a la comida, otros iban a por ponche y muchos otros esperaban al mago.
-Como si el mago vaya aparecer a estas horas ya ha de estar... muerto- pensó Arleken y recordó la visión que por la mente Dorekmair le hubo proyectado aquel miércoles por la noche. El mago había visto su muerte y a pesar de ello fanfarroneó con semejante espectáculo sobrenatural que al vampiro sólo se le pudo ocurrir algo... -él busca el suicidio, que infeliz- y evocó sus propios recuerdos, hace tanto tiempo cuando la vida vampírica le estaba matando, cuando la desesperación y remordimiento lo carcomían y la muerte era lo único que anhelaba.
Y Doreckmair O' Raven apareció y de inmediato la gente lo asedió, -por eso odio estar en fiesta- musitó Arleken y otro recuerdo le llegó, los viejos días en los que Alexês le pedía grandes fiestas.
Arleken continuó observando y entonces vio al duque de su misma patria, pese a pertenecer a la realeza no se llevaban muy bien, ambos conocían su naturaleza y no se debía a eso, era tan sencillo que el duque no aprobaba el modo de vivir de Arleken. Convivían pero siempre en una tenue niebla de tensión, colaboradores por compromiso y ellos luchando una guerra fría, donde no intercambiaban insultos, una hipócrita comedia su relación; o al menos así lo veía el Conde.
-Vaya Duque eres muy bueno al seleccionar las mujeres- susurró en un tono poco audible para el hombre, -una bella dama- continuó y luego le divirtió escuchar al tan correcto Duque Boussingaut y desde donde él estaba le aplaudió.
El vampiro estaba disfrutando la velada sin perder de vista al mago y entonces la vio... Alexês su amada que llevaría a Doreckmair a la soga. El Conde se sintió incomodo sabía que si Crystall Van Wijs sobrevivía a lo que sea que sucediere esa noche no descansaría hasta dar muerte a los culpables en la muerte de su hermano y eso también iba para Alexês.
Arleken deseó intervenir, ir a por ella y llevársela de allí, si aquel inquisidor va a matar al mago no le ayudes tu, no te condenes... Sin embargo, Arleken se había hecho una promesa, no volvería a cambiar la vida de su amada ya lo había hecho y no lo haría jamás. Pasara lo que pasara él no intervendría.
Y antes de que Alexês tuviera tiempo de verle se marchó, -que la vida siga su curso-
Arleken Lundberg- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 13/09/2012
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Re: Redada en París [Privado]
Observé cómo una mujer de cabellos dorados se acercaba al lugar en el que me encontraba, apoyada levemente sobre la mesa en una fingida actitud despreocupada. Se sirvió una copa de ponche con delicadeza y, para mi sorpresa, se dirigió a mí mientras le daba un sorbo a la mía.
Enarqué una ceja, sorprendida por sus palabras.
Qué observadora —dije para mis adentros. Al parecer mi intento de parecer una invitada más había sido en vano y eso me preocupaba de sobremanera. La intención, desde el principio, era pasar desapercibida, que nadie me reconociera como músico, pues eso podría acarrear ciertos problemas, ya no sólo con mis superiores.
Bueno, se supone que no estamos invitados a asistir a esta fiesta, pero tampoco nos lo han prohibido —pensé, tratando de consolarme a mí misma, aunque ése no era mi mal mayor.
Si podían reconocerme de algún modo, tampoco sería difícil percibir la magia que fluía en mi interior para alguien entrenado en esta función. Un inquisidor, ¿cuántos habría allí esa noche? Me había puesto en peligro de una forma estúpida, sólo por tratar de evitar lo que fuera que estaba por ocurrir, lo cual, probablemente, ni siquiera estaría en mi mano. Comenzaba a inquietarme aún más, pero no permitía que eso se reflejara en mi expresión ni ningún gesto de mi cuerpo. Mañana mismo pido que me den un puesto como actriz.
Separé mis labios de la copa de ponche para poder responder a la señorita.
— Le agradezco el cumplido, mademoiselle. Trabajo aquí todos los días en la función de la noche, cualquiera que sea ésta. ¿Le ha gustado la actuación de esta noche? —pregunté con cortesía, esperando poder disipar de este modo cualquier tipo de sospecha, aunque sabía que posiblemente nadie más sospechara de mí, aparte de yo misma.
Off-rol: Gracias, Alexês (:
Enarqué una ceja, sorprendida por sus palabras.
Qué observadora —dije para mis adentros. Al parecer mi intento de parecer una invitada más había sido en vano y eso me preocupaba de sobremanera. La intención, desde el principio, era pasar desapercibida, que nadie me reconociera como músico, pues eso podría acarrear ciertos problemas, ya no sólo con mis superiores.
Bueno, se supone que no estamos invitados a asistir a esta fiesta, pero tampoco nos lo han prohibido —pensé, tratando de consolarme a mí misma, aunque ése no era mi mal mayor.
Si podían reconocerme de algún modo, tampoco sería difícil percibir la magia que fluía en mi interior para alguien entrenado en esta función. Un inquisidor, ¿cuántos habría allí esa noche? Me había puesto en peligro de una forma estúpida, sólo por tratar de evitar lo que fuera que estaba por ocurrir, lo cual, probablemente, ni siquiera estaría en mi mano. Comenzaba a inquietarme aún más, pero no permitía que eso se reflejara en mi expresión ni ningún gesto de mi cuerpo. Mañana mismo pido que me den un puesto como actriz.
Separé mis labios de la copa de ponche para poder responder a la señorita.
— Le agradezco el cumplido, mademoiselle. Trabajo aquí todos los días en la función de la noche, cualquiera que sea ésta. ¿Le ha gustado la actuación de esta noche? —pregunté con cortesía, esperando poder disipar de este modo cualquier tipo de sospecha, aunque sabía que posiblemente nadie más sospechara de mí, aparte de yo misma.
Off-rol: Gracias, Alexês (:
Nói Runa Hauksdóttir- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 15/09/2012
Localización : Akureyri, Islandia
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Re: Redada en París [Privado]
A Cammy White le estaba resultando sumamente encantador el caballero, muy cortes y atento, lo que cualquier mujer desearía de un hombre, para Killer Bee le pintaba una conversación amena e inteligente.
—Muchas gracias, Misses, auqne estoy segurísimo de que vuestra merced no necesitáis de perfume alguno para tener consigo el mismo aroma de los cielos— dijo y le sonrió, Killer Bee se vio sorprendida y se sonrojó, no había recibido un cumplido desde hacía mucho, ahora en cambio con la orden que se le dio investigación de una supuesta organización tendría tiempo para socializar más, llevar elegantes vestidos y pocas armas.
Killer Bee le dedicó en respuesta una sincera sonrisa y con un movimiento de cabeza el caballero tomó la mano mas cuando comenzarían su andar el inoportuno de Hayden les interrumpió plantándose frente a ellos, Killer Bee cerró los ojos y después le miró irritada, furiosa.
—Deberíamos de irnos ya... ¡Hermana!—dijo.
–Pero... ¿Qué se cree?– Pensó Killer Bee y se contuvo para no soltarle una bofetada, si Hayden no tenía refinamiento, ella sí y lo conservaría.
Y continuando el papel de un caballero, del principe de sueños, el ahora acompañante de Killer Bee dio una catedra de educación a Hayden, Cammy se sintió entonces alagada, aquel hombre le estaba generando una extraña sensación, de protección, como si ella se tratase solamente de una delicada dama, por un breve momento se sintió Cammy White la encantadora hija, prodigio de la Iglesia y no Killer Bee, la mortal asesina y eso le consternó.
—Disculpe los malos modales de este... Mi hermano— hizo una pausa mirando con ojos furiosos a Hayden, –¿por qué demonios me llamó hermana? Maldito ¿cómo se atrevió?– y le sonrió al caballero muy apenada.
—Hermano, creía que tenías deseos infantiles de conocer al mago...— continuó—. —Disculpe caballero tengo que atender un pendiente y reprender a mi hermano menor— se dirigió al hombre que le hubo ruborizado. —Espero volverlo haber, mi nombre es Cammile White— dijo e hizo una reverencia con su falda.
—Muchas gracias, Misses, auqne estoy segurísimo de que vuestra merced no necesitáis de perfume alguno para tener consigo el mismo aroma de los cielos— dijo y le sonrió, Killer Bee se vio sorprendida y se sonrojó, no había recibido un cumplido desde hacía mucho, ahora en cambio con la orden que se le dio investigación de una supuesta organización tendría tiempo para socializar más, llevar elegantes vestidos y pocas armas.
Killer Bee le dedicó en respuesta una sincera sonrisa y con un movimiento de cabeza el caballero tomó la mano mas cuando comenzarían su andar el inoportuno de Hayden les interrumpió plantándose frente a ellos, Killer Bee cerró los ojos y después le miró irritada, furiosa.
—Deberíamos de irnos ya... ¡Hermana!—dijo.
–Pero... ¿Qué se cree?– Pensó Killer Bee y se contuvo para no soltarle una bofetada, si Hayden no tenía refinamiento, ella sí y lo conservaría.
Y continuando el papel de un caballero, del principe de sueños, el ahora acompañante de Killer Bee dio una catedra de educación a Hayden, Cammy se sintió entonces alagada, aquel hombre le estaba generando una extraña sensación, de protección, como si ella se tratase solamente de una delicada dama, por un breve momento se sintió Cammy White la encantadora hija, prodigio de la Iglesia y no Killer Bee, la mortal asesina y eso le consternó.
—Disculpe los malos modales de este... Mi hermano— hizo una pausa mirando con ojos furiosos a Hayden, –¿por qué demonios me llamó hermana? Maldito ¿cómo se atrevió?– y le sonrió al caballero muy apenada.
—Hermano, creía que tenías deseos infantiles de conocer al mago...— continuó—. —Disculpe caballero tengo que atender un pendiente y reprender a mi hermano menor— se dirigió al hombre que le hubo ruborizado. —Espero volverlo haber, mi nombre es Cammile White— dijo e hizo una reverencia con su falda.
Camile Avery- Inquisidor Clase Alta
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Re: Redada en París [Privado]
Doreckmair logró notar celos en aquel caballero, ¿realmente será su hermana?- pensó pero estaba tan harto de la velada que sintió un alivió cuando él se fue, el mago dio un lánguido suspiro y contempló sus manos, luego al sentir reseca su garganta caminó hasta al ponche y allí la vio… Era Alexês la cortesana de aquel burdel de la noche anterior, del miércoles por la noche.
Conversaba con la mujer músico y olvidándose de todo fue a donde ellas.
-Disculpen la intromisión ha estado genial mademoiselle- dijo el mago viendo a la músico, me gustaría que acompañara con mi orquesta a la gira que lleváremos a cabo el próximo mes a Inglaterra. Ahora con su permiso tomaré a la dama- y el mago tomó con delicadeza a Alexês y se apartaron a otro lugar.
-Hola Alexês me alegra verla al parecer no tuvo ningún problema con Irvine… ¿Le agrado la función?- decía el mago mientras la cortesana lucía nerviosa, ¿a qué se debía?- pensaba.
-Y dime bella dama, ¿usted viene sola?- respondió esperando que Tania le hubiera acompañado, aquella cortesana que había cautivado su corazón el miércoles, la indomable de piel trigueña… Tania Fernandez…
Pero Alexês no respondía, dio unos sorbos a su ponche y el mago sintió la incomodidad de ella, ¿qué sucede?- quiso decir Doreckmair mas no lo hizo sólo la tomó de las manos y dejó su ponche en la mesa junto a ellos, y entonces Alexês dijo…
Conversaba con la mujer músico y olvidándose de todo fue a donde ellas.
-Disculpen la intromisión ha estado genial mademoiselle- dijo el mago viendo a la músico, me gustaría que acompañara con mi orquesta a la gira que lleváremos a cabo el próximo mes a Inglaterra. Ahora con su permiso tomaré a la dama- y el mago tomó con delicadeza a Alexês y se apartaron a otro lugar.
-Hola Alexês me alegra verla al parecer no tuvo ningún problema con Irvine… ¿Le agrado la función?- decía el mago mientras la cortesana lucía nerviosa, ¿a qué se debía?- pensaba.
-Y dime bella dama, ¿usted viene sola?- respondió esperando que Tania le hubiera acompañado, aquella cortesana que había cautivado su corazón el miércoles, la indomable de piel trigueña… Tania Fernandez…
Pero Alexês no respondía, dio unos sorbos a su ponche y el mago sintió la incomodidad de ella, ¿qué sucede?- quiso decir Doreckmair mas no lo hizo sólo la tomó de las manos y dejó su ponche en la mesa junto a ellos, y entonces Alexês dijo…
Derek Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: Redada en París [Privado]
-Me ha encantado, de niña iba a grandes conciertos de orquesta, circos, opera pero nunca a una función de magia, a sido increible, la verdad me es difícil de creer todo lo que vi. Si no fuera ya grande juraría que es magia de verdad- respondió Alexês como si de una niñata se tratara, con emoción y brillo en sus ojos azules.
Luego la pesadilla volvió a ella, Doreckmair O' Raven hizo presencia ante ellas, dedicó unas palabras a la mujer con la que Alexês conversaba y después hizo algo que Alexês no quiso que sucediera, Doreckmair la apartó.
El corazón parecía que se le salía, iba a mil por hora, esa culpabilidad nuevamente le atormentaba, se imaginaba con puñal en mano, en la oscuridad atacándolo sin piedad, por la espalda como una cobarde y Alexês sintió ganas de llorar.
-Y dime bella dama, ¿usted viene sola?- preguntó Doreckmair y como una cuchilla al corazón Alexês se sintió herida, sabía que hablaba de Tania, recordó la noche anterior, sólo un miércoles por la noche que terminó siendo un día de tempestad emocional, menuda noche había sido y Alexês volvió a sentir ganas de llorar, estaba sola allí, con la promesa de llevar al mago al callejón donde Ruggero les esperaría, el vampiro nuevamente se había ido de su vida y después ella regresaría al burdel, viviendo con ese cargo de consciencia por toda su miserable vida.
-Nos gustó la función, gracias por invitarnos vos sos un gran anfitrión y gran artista, he de confesaros que quedé asombrada en todos los actos realizados... Bueno quedamos que estoy segura que Tania lo ha pasado igual- dijo con una seguridad que sentía podía convencer incluso al astuto Ruggero Rosso, al mago se le iluminaron los ojos y nuevamente Alexês se sintió herida, la sonrisa era por Tania y sintió envidia.
-Ella no corrió con suerte pero me pidio decire que os espera en el callejón, donde está ubicada vuestra entrada, supongo que vos sabé a que se refiere ella- dijo e hiso el famoso no sé con sus hombros, como lo haría una niñata orgullosa que se niega a decir palabra.
-Bueno creo que no debería hacerla esperar, no es caballeroso- dijo y tomó el ponche que el mago había retirado de sus manos.
Luego la pesadilla volvió a ella, Doreckmair O' Raven hizo presencia ante ellas, dedicó unas palabras a la mujer con la que Alexês conversaba y después hizo algo que Alexês no quiso que sucediera, Doreckmair la apartó.
El corazón parecía que se le salía, iba a mil por hora, esa culpabilidad nuevamente le atormentaba, se imaginaba con puñal en mano, en la oscuridad atacándolo sin piedad, por la espalda como una cobarde y Alexês sintió ganas de llorar.
-Y dime bella dama, ¿usted viene sola?- preguntó Doreckmair y como una cuchilla al corazón Alexês se sintió herida, sabía que hablaba de Tania, recordó la noche anterior, sólo un miércoles por la noche que terminó siendo un día de tempestad emocional, menuda noche había sido y Alexês volvió a sentir ganas de llorar, estaba sola allí, con la promesa de llevar al mago al callejón donde Ruggero les esperaría, el vampiro nuevamente se había ido de su vida y después ella regresaría al burdel, viviendo con ese cargo de consciencia por toda su miserable vida.
-Nos gustó la función, gracias por invitarnos vos sos un gran anfitrión y gran artista, he de confesaros que quedé asombrada en todos los actos realizados... Bueno quedamos que estoy segura que Tania lo ha pasado igual- dijo con una seguridad que sentía podía convencer incluso al astuto Ruggero Rosso, al mago se le iluminaron los ojos y nuevamente Alexês se sintió herida, la sonrisa era por Tania y sintió envidia.
-Ella no corrió con suerte pero me pidio decire que os espera en el callejón, donde está ubicada vuestra entrada, supongo que vos sabé a que se refiere ella- dijo e hiso el famoso no sé con sus hombros, como lo haría una niñata orgullosa que se niega a decir palabra.
-Bueno creo que no debería hacerla esperar, no es caballeroso- dijo y tomó el ponche que el mago había retirado de sus manos.
Alexês Nyíri- Vampiro Clase Alta
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Re: Redada en París [Privado]
Parte III
=El Ataque de Ruggero Rosso=
=El Ataque de Ruggero Rosso=
¿Tania le estaba esperando?
Doreckmair O’ Raven no lo creía le parecía algo increíble inclusive más que lo que pensaban los hombres de su magia, pero recordó la charla con el conde Lundberg donde le mencionó la buena acogida que Tania había recibido de sus palabras, aunque claro, el mago se había creído ese engaño del conde.
—Entonces no hay que hacerla esperar— dijo Doreckmair, Alexês le miró confundida, ella había experimentado varios cambios en sus expresiones y el mago se había percatado de ello, por lo que uno más no le fue sospechoso.
El simple conocimiento de que Tania Fernandez lo esperaba en los callejones le llenaba el corazón de pasión, la cortesana dejó su ponche en la mesa y el mago la tomó de la mano y casi corriendo abandonaron el comedor.
Bajaron por las escaleras y volvieron a ingresar a las gradas del teatro, las atravesaron hasta el plató, subieron y se colaron entre el telón llegando a las localidades de mantenimiento. Ahí se detuvieron, Alexês estaba agitada al igual que Doreckmair.
El mago estaba más que entusiasmado el estomago se le revolvió y sintió un gran nerviosismo, él sabía que una relación con Tania le salvaría su existencia, no podía darse el lujo de perder a tan magnifica mujer, la amaba, de eso no dudaba así pues respiró hondo y continuó teniendo la mano de Alexês bien sujeta.
Doreckmair pudo sentir el sudor de la mano de la cortesana y sus intenciones de no continuar, —acompáñame Alexês que estoy nervioso— dijo y se hecho a reír.
Finalmente llegaron hasta la puerta de salida.
Era una noche fría el callejón brindaba una luz tenue, lo suficientemente visible para distinguir rostros y el donde andar. Pero Doreckmair O’ Raven no vio a Tania Fernandez por ningún lugar, sólo estaba aquel hombre del burdel, aquel descortés que lo llamó brujo…
Derek Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: Redada en París [Privado]
Tradición, honor, disciplina, grandeza
Tarde o temprano tenía que terminar la obra. Y sabía que cuando lo hiciera comenzaría el juego...o al menos la tensión de aquel lugar aumentaría. En cierto modo podía sentirlo. Había algo extraño en el ambiente. Aún más que lo que había visto antes. Y las sensaciones de los mortales y no tan mortales de aquel lugar podían golpearte como si tuvieras de veras un cuerpo físico, así, de golpe. Y a veces era algo confuso, a pesar de que a menudo esas emociones que desprendían los mortales servían para que tú tomases forma, porque ésa es la única manera en la que algunos pueden coger forma. Alimentándose del miedo.
Pero no era miedo lo que se palpaba en el ambiente.
Por eso mismo no dije nada en un buen rato. Me había quedado aturdida, por la obra y por lo que había percibido a mi alrededor, las emociones, todo casi todo. Y ese aturdimiento era como una especie de colapso. Un despiste imperdonable. Esto no me había pasado desde hacía tiempo...¡Por el amor de...! A veces esto de ser fantasma pesaba un poco.
Respiré e inspiré hondo. Luego, cuando sentí que más o menos podía manejar mis propias emociones sin contagiarme de nada, volví a mirar a Crystall, que me había dicho algunas cosas bastante interesantes, sobre las que había reflexionado mientras me recuperaba de mi pequeño mareo.
-Sí. Vamos al comedor...pronto. Casi me entra hambre al pensar en la comida que habrá allí-dije en voz baja, mientras le indicaba que fuéramos allí cuántos antes. Algo apresurada. Casi deseé poder comer también además de ver lo que había allí. O más bien de saborear la comida porque en mi estado corpóreo podía comer si me daba la gana, pero nada de saborear.
Cuando entramos en el Comedor vimos a un montón de gente allí. Miré a mi alrededor asombrada. Cuánta gente. Y allí estaba el mago...¡el hermano! Sentía curiosidad, pero también estaba alerta por si alguien...pero todavía no parecía que fuera a suceder.
Junté las manos, observando a la gente con los ojos entrecerrados. Quería ahora que esa sensación que había sentido antes, esa especie de colapso, volviera.
-¡Mira, tu hermano está allí!-le susurré a Crystall señalando hacia dónde estaba.
Tarde o temprano tenía que terminar la obra. Y sabía que cuando lo hiciera comenzaría el juego...o al menos la tensión de aquel lugar aumentaría. En cierto modo podía sentirlo. Había algo extraño en el ambiente. Aún más que lo que había visto antes. Y las sensaciones de los mortales y no tan mortales de aquel lugar podían golpearte como si tuvieras de veras un cuerpo físico, así, de golpe. Y a veces era algo confuso, a pesar de que a menudo esas emociones que desprendían los mortales servían para que tú tomases forma, porque ésa es la única manera en la que algunos pueden coger forma. Alimentándose del miedo.
Pero no era miedo lo que se palpaba en el ambiente.
Por eso mismo no dije nada en un buen rato. Me había quedado aturdida, por la obra y por lo que había percibido a mi alrededor, las emociones, todo casi todo. Y ese aturdimiento era como una especie de colapso. Un despiste imperdonable. Esto no me había pasado desde hacía tiempo...¡Por el amor de...! A veces esto de ser fantasma pesaba un poco.
Respiré e inspiré hondo. Luego, cuando sentí que más o menos podía manejar mis propias emociones sin contagiarme de nada, volví a mirar a Crystall, que me había dicho algunas cosas bastante interesantes, sobre las que había reflexionado mientras me recuperaba de mi pequeño mareo.
-Sí. Vamos al comedor...pronto. Casi me entra hambre al pensar en la comida que habrá allí-dije en voz baja, mientras le indicaba que fuéramos allí cuántos antes. Algo apresurada. Casi deseé poder comer también además de ver lo que había allí. O más bien de saborear la comida porque en mi estado corpóreo podía comer si me daba la gana, pero nada de saborear.
Cuando entramos en el Comedor vimos a un montón de gente allí. Miré a mi alrededor asombrada. Cuánta gente. Y allí estaba el mago...¡el hermano! Sentía curiosidad, pero también estaba alerta por si alguien...pero todavía no parecía que fuera a suceder.
Junté las manos, observando a la gente con los ojos entrecerrados. Quería ahora que esa sensación que había sentido antes, esa especie de colapso, volviera.
-¡Mira, tu hermano está allí!-le susurré a Crystall señalando hacia dónde estaba.
Cynthia Dalma- Fantasma
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Re: Redada en París [Privado]
En las afueras del teatro.
-Muy bien señor V, es momento de que me retire a ejercer mi trabajo, confiado estaré de no tener problemas con un bebedor de sangre lo veré después-
Ruggero le dio la espalda y se marchó, caminó hasta los callejones y allí esperó por diez minutos, la puerta se abrió y el inquisidor pudo ver primero el rostro del mago salir y luego a Alexês.
Lo había conseguido, su amada cortesana cumplió ahora tenía al brujo entre sus manos.
El brujo miró a Ruggero con sorpresa, su semblante feliz decayó y comenzó a comprender que había sido una trampa.
-¡Brujo, llegó tu momento espero que hayas arreglado tus pendientes porque está noche te enviaré al infierno!- la voz oscura del inquisidor resonó por el callejón de esa luz mortecina, no había nadie, salvo Alexês y quizás V en alguna parte viendo todo.
El brujo dedicó unas palabras a Alexês que se encontraba al borde del llanto.
-Alexês ya es tiempo de que te retires, no tienes porqué ver más- aconsejó y desenfundó su revólver, quitó el seguro y dedicó una sonrisa maliciosa, después apuntó al brujo.
-Muy bien señor V, es momento de que me retire a ejercer mi trabajo, confiado estaré de no tener problemas con un bebedor de sangre lo veré después-
Ruggero le dio la espalda y se marchó, caminó hasta los callejones y allí esperó por diez minutos, la puerta se abrió y el inquisidor pudo ver primero el rostro del mago salir y luego a Alexês.
Lo había conseguido, su amada cortesana cumplió ahora tenía al brujo entre sus manos.
El brujo miró a Ruggero con sorpresa, su semblante feliz decayó y comenzó a comprender que había sido una trampa.
-¡Brujo, llegó tu momento espero que hayas arreglado tus pendientes porque está noche te enviaré al infierno!- la voz oscura del inquisidor resonó por el callejón de esa luz mortecina, no había nadie, salvo Alexês y quizás V en alguna parte viendo todo.
El brujo dedicó unas palabras a Alexês que se encontraba al borde del llanto.
-Alexês ya es tiempo de que te retires, no tienes porqué ver más- aconsejó y desenfundó su revólver, quitó el seguro y dedicó una sonrisa maliciosa, después apuntó al brujo.
Ruggero Rosso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Redada en París [Privado]
Vale, Hayden comprendió que hizo mal, ahora Killer Bee le miraba cabreada y al parecer su "relación" no avanzaría por buen camino, pero... ¿Acaso Killer Bee? Se estaba enamorando de aquel sujeto tan correcto que dio un cátedra de cortesía.
Hayden se sintió muy apenado -tragadme tierra- pensaba y entonces Killer Bee y él se apartaron de aquel hombre.
-Discúlpame Cammy no era mi intención insultarte, te he llamado hermana porque el mago cree que lo somos y creo que era mejor seguir la corriente al tío- dijo y sintió la mirada de aquel hombre.
Cammy no mudó de expresión, siguió igual mirando a Hayden con molestia. Fue entonces que el mago salió con una mujer... era aquella que estaba con Ruggero.
-Cammy esa mujer de allá- dijo e hizo una pausa señalando a Alexês, -estaba con Ruggero afuera, fijo que ella lo llevará hasta él, debemos seguirla- concluyó e intentó encaminarse para seguirlos pero Killer Bee le detuvo.
Hayden la miró, Killer Bee tenía más experiencia pero no comprendía porqué lo había detenido, -¿quizás se debía a que seguirlos ahora sin darles ventaja sería descubrirnos? Sí seguramente era por eso- razonó y esperó a que Killer Bee le diera la orden para seguirlos.
Hayden se sintió muy apenado -tragadme tierra- pensaba y entonces Killer Bee y él se apartaron de aquel hombre.
-Discúlpame Cammy no era mi intención insultarte, te he llamado hermana porque el mago cree que lo somos y creo que era mejor seguir la corriente al tío- dijo y sintió la mirada de aquel hombre.
Cammy no mudó de expresión, siguió igual mirando a Hayden con molestia. Fue entonces que el mago salió con una mujer... era aquella que estaba con Ruggero.
-Cammy esa mujer de allá- dijo e hizo una pausa señalando a Alexês, -estaba con Ruggero afuera, fijo que ella lo llevará hasta él, debemos seguirla- concluyó e intentó encaminarse para seguirlos pero Killer Bee le detuvo.
Hayden la miró, Killer Bee tenía más experiencia pero no comprendía porqué lo había detenido, -¿quizás se debía a que seguirlos ahora sin darles ventaja sería descubrirnos? Sí seguramente era por eso- razonó y esperó a que Killer Bee le diera la orden para seguirlos.
Hayden Vaggö- Humano Clase Alta
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Re: Redada en París [Privado]
En las afueras del teatro:
Cual sombra era permanecía callado, más Dios sabe que expresión tendría aquel misterio encarnado detrás de la máscara, Puede que quizás estuviese pensando o dentro de su cabeza estaba planeando que hacer en caso de que su socio fuese amenazado.
Las manos cubiertas tras la capa y la voz atrapada en la garganta esperaban ser utilizadas cuando el momento fuese propicio, más ya no pudo decir nada, aquel caballero con el arma enfundada se dirigía al matadero de los oscuros, de muchos había visto miedo al tomar la muerte entre los puños más este hombre arisco y de tosco sayal se despedía dejando ver la valentía que dé el emanaba, pudo Leviathán concretar entonces que ya no había marcha atrás y un trato era un trato palabra de caballero daba, palabra de honor que cumpliría.
-Para mí suele ser más propicio el silencio como respuesta- finalmente rompió su imponente silencio -Pero en verdad te digo que la decisión y la valentía que de ti emana me hace decirte que vos tengáis suerte y que esta pálida sombra estará detrás para protegerte- asintió -Basta que aclames a la oscuridad y la V se dibujará en quién ose asesinar- volvió a despojarse del sombrero -No me entrometo más, nos veremos más adelante- con la mano y vista Leviathán señalo el camino que seguiría: Tejados, muros y sombras, desde allí salvaguardaría y vigilaría todo cuanto sucediese a partir de las próximas horas.
Aquel inquisidor fue alejándose a cada paso que daba su marcha, más Leviathán no dijo nada, de la misma manera el tomo su camino esperando el momento de peligro -Escuchad y atacar- se dijo así mismo -Será esa hoy la aventura de este ser de oscuridad- concluyo su pensar en silencio mientras se adentraba al camino que eligió tomar.
Cual sombra era permanecía callado, más Dios sabe que expresión tendría aquel misterio encarnado detrás de la máscara, Puede que quizás estuviese pensando o dentro de su cabeza estaba planeando que hacer en caso de que su socio fuese amenazado.
Las manos cubiertas tras la capa y la voz atrapada en la garganta esperaban ser utilizadas cuando el momento fuese propicio, más ya no pudo decir nada, aquel caballero con el arma enfundada se dirigía al matadero de los oscuros, de muchos había visto miedo al tomar la muerte entre los puños más este hombre arisco y de tosco sayal se despedía dejando ver la valentía que dé el emanaba, pudo Leviathán concretar entonces que ya no había marcha atrás y un trato era un trato palabra de caballero daba, palabra de honor que cumpliría.
-Para mí suele ser más propicio el silencio como respuesta- finalmente rompió su imponente silencio -Pero en verdad te digo que la decisión y la valentía que de ti emana me hace decirte que vos tengáis suerte y que esta pálida sombra estará detrás para protegerte- asintió -Basta que aclames a la oscuridad y la V se dibujará en quién ose asesinar- volvió a despojarse del sombrero -No me entrometo más, nos veremos más adelante- con la mano y vista Leviathán señalo el camino que seguiría: Tejados, muros y sombras, desde allí salvaguardaría y vigilaría todo cuanto sucediese a partir de las próximas horas.
Aquel inquisidor fue alejándose a cada paso que daba su marcha, más Leviathán no dijo nada, de la misma manera el tomo su camino esperando el momento de peligro -Escuchad y atacar- se dijo así mismo -Será esa hoy la aventura de este ser de oscuridad- concluyo su pensar en silencio mientras se adentraba al camino que eligió tomar.
Leviathán Shadow- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Redada en París [Privado]
Riful había dejado un poco de lado su vigilancia a Killer Bee, para concentrar su vista en dos caballeros a las afueras del teatro. Agazapada, observó al Inquisidor que al parecer había orquestado toda esta masacre. Se veía... duro, difícil. Un enemigo de los que a la cambiaformas le gustaba tener. Se relamió los labios, gustosa. De alguna macabra manera, le agradaba ese hombre. Le gustaba la idea de tener que enfrentarse a él algún día, más que nada por la esencia de muerte que desprendía, una a la que Riful no podía resistirse.
Ése se ve peligroso. Debes tener cuidado. Es un hombre de temer. De alguna manera, me recuerda a Killer Bee, pero es más... mortífero que ella, no lo sé.
-Lo noto, Liza. Este hombre está acostumbrado a jugar con la muerte. La corteja, la tiene a su favor. Mis probabilidades de vencerlo en combate son de cincuenta y cincuenta. Nunca había visto a alguien así en mi vida.
Luego, se fijó en el otro hombre con el que el inquisidor conversaba. Si es que era un hombre. Más bien, era una especie de sombra, oculta bajo una extraña máscara de teatro y que hablaba con artificios extraños y palabras rebuscadas que la simplicidad de Riful apenas entendía. De cualquier modo, pronto aquella sombra se fue, dejando al inquisidor solo. No pudo evitar dejar escapar una pequeña carcajada. La sombra le había agradado. Se parecía un poco a ella, quitándole algo de sadismo, claro.
Va a pasar algo feo, Riful. Lo presiento.
-Desde que llegamos aquí sabíamos que iba a pasar algo feo, Liza. De hecho, esa es la razón por la que estamos aquí. Para ver la sangre correr en el inicio de una guerra absurda. Siento pasos...
La cambiaformas se agazapó más, adoptando la pose de un tigre al acecho. Vio a dos personas salir del Teatro, en dirección al inquisidor. Una mujer preciosa, con pinta de ser cortesana o algo parecido, acompañada del brujo, que sin darse cuenta iba a su propia muerte. Una trampa. Una linda trampa de la inquisición. Entonces, la sangre comenzaría a correr. Tuvo que contener los gritos de júbilo. Había esperado por esto toda la noche, en su palco especial. La carnicería estaba por comenzar.
Y justo en ese momento, el inquisidor apuntó su pistola hacia el Mago, como una afirmación a los pensamientos de aquella sobrenatural que hace tiempo estaba atrapada en las redes del sadismo y la demencia.
Ése se ve peligroso. Debes tener cuidado. Es un hombre de temer. De alguna manera, me recuerda a Killer Bee, pero es más... mortífero que ella, no lo sé.
-Lo noto, Liza. Este hombre está acostumbrado a jugar con la muerte. La corteja, la tiene a su favor. Mis probabilidades de vencerlo en combate son de cincuenta y cincuenta. Nunca había visto a alguien así en mi vida.
Luego, se fijó en el otro hombre con el que el inquisidor conversaba. Si es que era un hombre. Más bien, era una especie de sombra, oculta bajo una extraña máscara de teatro y que hablaba con artificios extraños y palabras rebuscadas que la simplicidad de Riful apenas entendía. De cualquier modo, pronto aquella sombra se fue, dejando al inquisidor solo. No pudo evitar dejar escapar una pequeña carcajada. La sombra le había agradado. Se parecía un poco a ella, quitándole algo de sadismo, claro.
Va a pasar algo feo, Riful. Lo presiento.
-Desde que llegamos aquí sabíamos que iba a pasar algo feo, Liza. De hecho, esa es la razón por la que estamos aquí. Para ver la sangre correr en el inicio de una guerra absurda. Siento pasos...
La cambiaformas se agazapó más, adoptando la pose de un tigre al acecho. Vio a dos personas salir del Teatro, en dirección al inquisidor. Una mujer preciosa, con pinta de ser cortesana o algo parecido, acompañada del brujo, que sin darse cuenta iba a su propia muerte. Una trampa. Una linda trampa de la inquisición. Entonces, la sangre comenzaría a correr. Tuvo que contener los gritos de júbilo. Había esperado por esto toda la noche, en su palco especial. La carnicería estaba por comenzar.
Y justo en ese momento, el inquisidor apuntó su pistola hacia el Mago, como una afirmación a los pensamientos de aquella sobrenatural que hace tiempo estaba atrapada en las redes del sadismo y la demencia.
Riful- Cambiante Clase Baja
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Re: Redada en París [Privado]
"El hombre noble conserva durante toda su vida la ingenuidad e inocencia propias de la infancia."
Confucio
Confucio
Ni las discusiones, ni los engaños faltaban en las reuniones protocolares, y aunque esta velada era dedicada principalmente a aquellos que quisieran conocer al Gran Mago de Amsterdan, aquellos toques de intrigas y falsedad estaban presentes, como siempre, se comportaban como la sombra de a etiqueta; colgantes a sus pies y deslizándose de cerca, omnipresentes e ineludibles, al igual que los comentarios sagaces de los vampiros recelosos.
Arleken Lundberg estaba presente, lo sabía aunque hasta ahora no lo hubiese visto, acaba de escuchar en apenas un murmullo poco audible, uno de sus característicos comentarios, que a pesar de lo mucho que el vampiro quisiera cargarlos de veneno, sólo se quedaban en un par de simples palabras ácidas. Emerick, por su parte, a pesar de su aparente porte de caballero, siempre encendería tan rápido como la pólvora y esta vez tampoco sería diferente: Así bajó su bastón del pecho de supuesto hermano, mas en el mismo acto, se aprovechó de su agarre para, con mucho disimulo, enseñárselo al vampiro como si reemplazara en verdad a un humillante y ampliado dedo medio.
Por suerte, ni el supuesto hermano, ni la señorita que le acompañaba, parecieron darse cuenta de semejante comportamiento, aunque no pondría las manos al fuego por ello. Les dejó marchar, asintiendo a la dama con una reverencia que evidenciaba sus disculpas y con ello le regresaba su libertad para marcharse con “su hermano”.
— No os preocupéis, Misses White, ya habrá una nueva oportunidad — señaló a la mujer cuando ella se excusó de su partida — Sólo recordad que en todas las familias, siempre hay una bestia mal educada — agregó dedicándole una sonrisa torcida al hombre que se la llevaba y entonces se giró para recoger una copa de ponche.
Sus ojos recorrieron en salón, inspeccionando a cada uno de los rostros, e incluso las vigas en donde aún continuaba la cambiaformas, siempre en alerta, pero en ningún lado había rastro de Arleken ¿Ya se habría ido? Buscó nuevamente, pero definitivamente el vampiro ya no se encontraba. Lastima, siempre le había gustado sacarle en cara en poder de su ducado por sobre todos los condes escoceses, pues sabía lo mucho que el chupa-sangre le detestaba por ello, entre otros motivos de raza y un par de encuentros desafortunados. Para otra vez sería.
Bebió un poco de su copa y regresó la mirada hacia la gente, incluyendo al propio Mago que una vez más se encontraba en compañía, aquella misma mujer que hace un momento había visto colgada al cuello del hombre de la espada e involuntariamente frunció el entrecejo y despegó la copa de sus labios mientras miraba a la mujer con sospecha. El mago se había expuesto de manera escandalosa y ahora la misma mujer de hace un momento le hacía salir a solas del teatro; nadie podría negar que resultaba sospechoso.
Observó a ambos salir y dedicó una mirada al resto de la gente para ver si alguien más les seguía y entonces notó aquellas miradas interesadas en los ojos Cammile y su acompañante, y tuvo la esperanza de que aquellos les siguieran como buenos admiradores. Como era habitual, una vez más pecaba de ingenuidad.
Arleken Lundberg estaba presente, lo sabía aunque hasta ahora no lo hubiese visto, acaba de escuchar en apenas un murmullo poco audible, uno de sus característicos comentarios, que a pesar de lo mucho que el vampiro quisiera cargarlos de veneno, sólo se quedaban en un par de simples palabras ácidas. Emerick, por su parte, a pesar de su aparente porte de caballero, siempre encendería tan rápido como la pólvora y esta vez tampoco sería diferente: Así bajó su bastón del pecho de supuesto hermano, mas en el mismo acto, se aprovechó de su agarre para, con mucho disimulo, enseñárselo al vampiro como si reemplazara en verdad a un humillante y ampliado dedo medio.
Por suerte, ni el supuesto hermano, ni la señorita que le acompañaba, parecieron darse cuenta de semejante comportamiento, aunque no pondría las manos al fuego por ello. Les dejó marchar, asintiendo a la dama con una reverencia que evidenciaba sus disculpas y con ello le regresaba su libertad para marcharse con “su hermano”.
— No os preocupéis, Misses White, ya habrá una nueva oportunidad — señaló a la mujer cuando ella se excusó de su partida — Sólo recordad que en todas las familias, siempre hay una bestia mal educada — agregó dedicándole una sonrisa torcida al hombre que se la llevaba y entonces se giró para recoger una copa de ponche.
Sus ojos recorrieron en salón, inspeccionando a cada uno de los rostros, e incluso las vigas en donde aún continuaba la cambiaformas, siempre en alerta, pero en ningún lado había rastro de Arleken ¿Ya se habría ido? Buscó nuevamente, pero definitivamente el vampiro ya no se encontraba. Lastima, siempre le había gustado sacarle en cara en poder de su ducado por sobre todos los condes escoceses, pues sabía lo mucho que el chupa-sangre le detestaba por ello, entre otros motivos de raza y un par de encuentros desafortunados. Para otra vez sería.
Bebió un poco de su copa y regresó la mirada hacia la gente, incluyendo al propio Mago que una vez más se encontraba en compañía, aquella misma mujer que hace un momento había visto colgada al cuello del hombre de la espada e involuntariamente frunció el entrecejo y despegó la copa de sus labios mientras miraba a la mujer con sospecha. El mago se había expuesto de manera escandalosa y ahora la misma mujer de hace un momento le hacía salir a solas del teatro; nadie podría negar que resultaba sospechoso.
Observó a ambos salir y dedicó una mirada al resto de la gente para ver si alguien más les seguía y entonces notó aquellas miradas interesadas en los ojos Cammile y su acompañante, y tuvo la esperanza de que aquellos les siguieran como buenos admiradores. Como era habitual, una vez más pecaba de ingenuidad.
Última edición por Emerick Boussingaut el Miér Nov 07, 2012 12:16 pm, editado 1 vez
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: Redada en París [Privado]
Y ahí estaba Doreckmair bajo la sombra de la traición, Alexês estaba con el inquisidor y eso le dolió, no porque sintiera afecto hacía ella, sino, por haber usado a Tania como carnada.
Como un ingenuo cayó en la garras, pero que significaba entonces... El vampiro le había mentido, Tania realmente no apreció mis palabras o quizás Alexês se encargó de que ella no asistiera y fastidiara lo que había planeado con el inquisidor, esa sucia jugarreta, y Doreckmair se maldecía por haber sido tan estúpido, la muerte se encontraba frente a él, disfrazada de un revólver, pronto el arma asesina rugiría y una bala terminaría la miserable vida del mago... sólo era cuestión de tiempo.
El seguro fue quitado y el sonido generado se agazapó sobre el mago, un temblor comenzó a invadirle; no era el frío viento que se colaba entre las rejas que cercaban los callejones aledaños al teatro, no, era el pánico, ya había visto este momento y se había preparado para él, o al menos eso creyó hasta el momento en el que el seguro fue removido.
Pensó en su vida, en su familia muerta a manos de la inquisición, su amor con aquella gitana de suiza, su retorno al espectáculo y la efimera satisfacción que por años le brindó, las cortesanas que le dieron calor por las noches del miércoles, viernes y lunes y este último espectáculo.
Doreckmair miró una vez más a Alexês, quería ver los ojos de una asesina, pero ella no lo miraba de esa forma, la cortesana lucía al borde de las lágrimas y entonces el mago sintió lastima. —¿Quizás no tenía otro remedio... era yo o ella?— quiso justificarla Doreckmair, perdonarla y luego pensó —¿por qué temes Derek Van Wijs... acaso no era o que estabas buscando?—
Pero su instinto de sobrevivencia le ordenaba correr y ese instinto creció más en él, se acusó de cobarde, —¿querías encarar a la muerte no, pues que esperas, entregate a ella?— se decía pero sus miembros no actuaban, sus ojos se posaron en los del inquisidor y un desgarrador grito de “estúpido” resonaba por su cabeza, comprendió que no quería aquello, cerró por unos momentos sus ojos esperando que se tratase de un sueño, no que va, una pesadilla, deseaba abrirlos y encontrarse en la cama con Lilibeth u otra de sus cortesanas, pensando en que nuevo acto realizaría en la función del jueves.
Abrió sus ojos y siguió viendo el arma asesina y en su interior lloró, estaba aterrado, entonces como desesperado vio de un lado a otro, una posible ruta de escape, Alexês estorbaba la entrada no podía buscar refugio allí, no alcanzaría su objetivo.
Regresó sus ojos al rostro del inquisidor, que con una sonrisa de malicia parecía disfrutar todo aquello —y cómo no lo disfrutaría si es un asesino?— pensaba el mago y entonces decidió usar su poder para confundirlo y poder escapar.
Una neblina comenzó a subir hasta cubrir todo el callejón, luego, Doreckmair creo muchas ilusiones de él mismo, algunas con armas otras indefensas como él y entonces se echó a correr, dandole la espalda al inquisidor y añorando que éste se mantuviera ocupado el tiempo suficiente para que el mago se pusiera bajo resguardo, mas no salió como lo planeó.
Se escuchó un disparo, el arma asesina había escupido la bala infernal, una bala que destelló luz a su paso y que penetró el pecho del lado izquierdo del mago, a penas unos centímetros del corazón y el pulmón izquierdo, así como entró el demonio salió dejando un amplio hueco en el pecho. La sangre comenzó a emanar con avides y como si lo succionara el propio cuerpo, el frío aire lo envolvió, su cuerpo comenzó a pesarle y cayó de rodillas. La vida se le escapaba con cada respiración y finalmente se desplomó hacia un costado.
Doreckmair hizo un último esfuerzo para ver a su verdugo, la neblina había desaparecido por completo y las ilusiones también, no escuchaba nada más que pasos, los pasos del inquisidor y entonces, justo del otro lado vio una silueta borrosa, Doreckmair entrecerró sus ojos como buscando agudizar su vista y la vio era su hermana y él sonrió.
Sí, ya estaba muriendo y su hermana, su amada Crystall Van Wijs lo venía a recibir.
—¡Allá voy hermana!— susurró Doreckmair, el inquisidor hablaba pero el mago no entendía, era como si le hablase en otra lengua, el sonido comenzó a distorsionarse y entonces escuchó con toda claridad. —¡Ruggero Rosso!—
Era la voz de su hermana, Doreckmair abrió sus ojos como platos cuando vio que el inquisidor daba media vuelta para atender al llamado, —No... mi hermana vive—
Como un ingenuo cayó en la garras, pero que significaba entonces... El vampiro le había mentido, Tania realmente no apreció mis palabras o quizás Alexês se encargó de que ella no asistiera y fastidiara lo que había planeado con el inquisidor, esa sucia jugarreta, y Doreckmair se maldecía por haber sido tan estúpido, la muerte se encontraba frente a él, disfrazada de un revólver, pronto el arma asesina rugiría y una bala terminaría la miserable vida del mago... sólo era cuestión de tiempo.
El seguro fue quitado y el sonido generado se agazapó sobre el mago, un temblor comenzó a invadirle; no era el frío viento que se colaba entre las rejas que cercaban los callejones aledaños al teatro, no, era el pánico, ya había visto este momento y se había preparado para él, o al menos eso creyó hasta el momento en el que el seguro fue removido.
Pensó en su vida, en su familia muerta a manos de la inquisición, su amor con aquella gitana de suiza, su retorno al espectáculo y la efimera satisfacción que por años le brindó, las cortesanas que le dieron calor por las noches del miércoles, viernes y lunes y este último espectáculo.
Doreckmair miró una vez más a Alexês, quería ver los ojos de una asesina, pero ella no lo miraba de esa forma, la cortesana lucía al borde de las lágrimas y entonces el mago sintió lastima. —¿Quizás no tenía otro remedio... era yo o ella?— quiso justificarla Doreckmair, perdonarla y luego pensó —¿por qué temes Derek Van Wijs... acaso no era o que estabas buscando?—
Pero su instinto de sobrevivencia le ordenaba correr y ese instinto creció más en él, se acusó de cobarde, —¿querías encarar a la muerte no, pues que esperas, entregate a ella?— se decía pero sus miembros no actuaban, sus ojos se posaron en los del inquisidor y un desgarrador grito de “estúpido” resonaba por su cabeza, comprendió que no quería aquello, cerró por unos momentos sus ojos esperando que se tratase de un sueño, no que va, una pesadilla, deseaba abrirlos y encontrarse en la cama con Lilibeth u otra de sus cortesanas, pensando en que nuevo acto realizaría en la función del jueves.
Abrió sus ojos y siguió viendo el arma asesina y en su interior lloró, estaba aterrado, entonces como desesperado vio de un lado a otro, una posible ruta de escape, Alexês estorbaba la entrada no podía buscar refugio allí, no alcanzaría su objetivo.
Regresó sus ojos al rostro del inquisidor, que con una sonrisa de malicia parecía disfrutar todo aquello —y cómo no lo disfrutaría si es un asesino?— pensaba el mago y entonces decidió usar su poder para confundirlo y poder escapar.
Una neblina comenzó a subir hasta cubrir todo el callejón, luego, Doreckmair creo muchas ilusiones de él mismo, algunas con armas otras indefensas como él y entonces se echó a correr, dandole la espalda al inquisidor y añorando que éste se mantuviera ocupado el tiempo suficiente para que el mago se pusiera bajo resguardo, mas no salió como lo planeó.
Se escuchó un disparo, el arma asesina había escupido la bala infernal, una bala que destelló luz a su paso y que penetró el pecho del lado izquierdo del mago, a penas unos centímetros del corazón y el pulmón izquierdo, así como entró el demonio salió dejando un amplio hueco en el pecho. La sangre comenzó a emanar con avides y como si lo succionara el propio cuerpo, el frío aire lo envolvió, su cuerpo comenzó a pesarle y cayó de rodillas. La vida se le escapaba con cada respiración y finalmente se desplomó hacia un costado.
Doreckmair hizo un último esfuerzo para ver a su verdugo, la neblina había desaparecido por completo y las ilusiones también, no escuchaba nada más que pasos, los pasos del inquisidor y entonces, justo del otro lado vio una silueta borrosa, Doreckmair entrecerró sus ojos como buscando agudizar su vista y la vio era su hermana y él sonrió.
Sí, ya estaba muriendo y su hermana, su amada Crystall Van Wijs lo venía a recibir.
—¡Allá voy hermana!— susurró Doreckmair, el inquisidor hablaba pero el mago no entendía, era como si le hablase en otra lengua, el sonido comenzó a distorsionarse y entonces escuchó con toda claridad. —¡Ruggero Rosso!—
Era la voz de su hermana, Doreckmair abrió sus ojos como platos cuando vio que el inquisidor daba media vuelta para atender al llamado, —No... mi hermana vive—
Derek Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: Redada en París [Privado]
Fuimos al comedor, entregamos nuestros pases y buscamos nuestro propio lugar.
Allí estaba el vampiro, Crystall estaba nerviosa y de pronto le pareció una muy mala idea estar en aquel lugar y la bruja pensaba —¿y si mi hermano me descubre?— temía por ello.
Fue entonces que Cynthia vio primero a su hermano Derek y susurrándole la fantasma así le dijo —¡Mira, tu hermano está allí!— y eso exaltó a la bruja, el nerviosismo tomó absoluto posesión de ella, su hermano estaba tan cerca de ella y tenía tantos deseos de ir a abrazarle, de llorar en su hombro... Pero no era el momento la vida de él corría peligro y Cynthia y ella se encargarían de que la visión que les contó el vampiro no se cumpliera.
Crystall media vuelta se dio, dandole la espalda pues no quería ser reconocida, la fantasma se percató y no insistió más. En estas, su hermano se acercó a una mujer, Crystall miraba todo de reojo y después de que ellos intercambiaran palabras salieron corriendo del lugar.
La gente se vio extrañada, algunos murmuraban y cuchilleaban por debajo, la bruja en cambio miró a Cynthia y así le habló, —Cynthia ha llegado el momento, tenemos que seguir a Derek, el inquisidor lo ha de estar esperando esa mujer debe de ser su complice. no perdamos más el tiempo— así dijo y corrió, seguido de Cynthia, detrás de ellos.
Bajaron por la larga y amplia escalera y llegaron hasta la recepción, no había nadie ahí, de hecho estaba cerrado y Crystall sintió más que nunca la ausencia de Dalma o cualquier otro fantasma que la acompañaba.en sus cacerías, en los momentos en los que asesinaba a los inquisidores como ellos lo hicieron con su familia.
La bruja quiso pedirle a Cynthia que tomara forma fantasmal y buscara afuera, mientras que ella conseguía salir, pero entonces se le ocurrió algo...
—Pudo haberse ido por la salida que los artistas usan— dijo al aire.
Crystall recordó entonces aquella época en la que ayudaba a su hermano, entraban y salían por un apuerta ajena a donde entra el público y normalmente esa salida estaba detrás del telón, más allá del equipo teatral y los camerinos. Y cuando se convenció de que esa era la ruta miró a Cynthia y estás palabras le dijo —Cynthia, debiero de salir por la salida de los artistas, vamos regresemos a las butacas— y volvieron a subir los escalones pero esta vez no llegaron al comedor, sino, a las butacas, fueron bajando y corriendo llegaron hasta el plató, luego, pasaron por entre el telón con dirección a los camerinos.
De pronto, se escuchó el sonido de un disparo y Crystall comprendió que habían llegado tarde, se detuvo un instante y cerró sus ojos esperando que no se tratase de su hermano. Volvió correr y llegó a la salida, la puerta estaba entre abierta y con fuerza la azotó. Crystall vio a la mujer que condució a Derek al inquisidor y más allá, en una dirección opuesta a las calles que dan a la entrada del teatro estaba Ruggero caminando con arma en mano hacía Derek, el caído hermano de Crystall que moribundo la miraba.
El inquisidor caminaba sin prisa, su hermano aún vivía, aquel monstruo buscaría torturarlo, sí eso haría.
—¡Ruggero Rosso!— gritó la bruja para llamar la atención de aquel que estaba apunto de matar a su hermano. El inquisidor dio la vuelta y contempló la figura de Crystall y quizás la de Cynthia que estaba detrás de la bruja y que no sabía si seguía teniendo forma corporal o ya no. Crystall vio la sonrisa maliciosa de Ruggero y antes de que dijera algo, la bruja así le dijo —¡Terminemos con esto Ruggero, ven por mí está vez no te perdonaré la vida!— así le retó y se echó a correr, confiada en que el inquisidor la seguiría.
Allí estaba el vampiro, Crystall estaba nerviosa y de pronto le pareció una muy mala idea estar en aquel lugar y la bruja pensaba —¿y si mi hermano me descubre?— temía por ello.
Fue entonces que Cynthia vio primero a su hermano Derek y susurrándole la fantasma así le dijo —¡Mira, tu hermano está allí!— y eso exaltó a la bruja, el nerviosismo tomó absoluto posesión de ella, su hermano estaba tan cerca de ella y tenía tantos deseos de ir a abrazarle, de llorar en su hombro... Pero no era el momento la vida de él corría peligro y Cynthia y ella se encargarían de que la visión que les contó el vampiro no se cumpliera.
Crystall media vuelta se dio, dandole la espalda pues no quería ser reconocida, la fantasma se percató y no insistió más. En estas, su hermano se acercó a una mujer, Crystall miraba todo de reojo y después de que ellos intercambiaran palabras salieron corriendo del lugar.
La gente se vio extrañada, algunos murmuraban y cuchilleaban por debajo, la bruja en cambio miró a Cynthia y así le habló, —Cynthia ha llegado el momento, tenemos que seguir a Derek, el inquisidor lo ha de estar esperando esa mujer debe de ser su complice. no perdamos más el tiempo— así dijo y corrió, seguido de Cynthia, detrás de ellos.
Bajaron por la larga y amplia escalera y llegaron hasta la recepción, no había nadie ahí, de hecho estaba cerrado y Crystall sintió más que nunca la ausencia de Dalma o cualquier otro fantasma que la acompañaba.en sus cacerías, en los momentos en los que asesinaba a los inquisidores como ellos lo hicieron con su familia.
La bruja quiso pedirle a Cynthia que tomara forma fantasmal y buscara afuera, mientras que ella conseguía salir, pero entonces se le ocurrió algo...
—Pudo haberse ido por la salida que los artistas usan— dijo al aire.
Crystall recordó entonces aquella época en la que ayudaba a su hermano, entraban y salían por un apuerta ajena a donde entra el público y normalmente esa salida estaba detrás del telón, más allá del equipo teatral y los camerinos. Y cuando se convenció de que esa era la ruta miró a Cynthia y estás palabras le dijo —Cynthia, debiero de salir por la salida de los artistas, vamos regresemos a las butacas— y volvieron a subir los escalones pero esta vez no llegaron al comedor, sino, a las butacas, fueron bajando y corriendo llegaron hasta el plató, luego, pasaron por entre el telón con dirección a los camerinos.
De pronto, se escuchó el sonido de un disparo y Crystall comprendió que habían llegado tarde, se detuvo un instante y cerró sus ojos esperando que no se tratase de su hermano. Volvió correr y llegó a la salida, la puerta estaba entre abierta y con fuerza la azotó. Crystall vio a la mujer que condució a Derek al inquisidor y más allá, en una dirección opuesta a las calles que dan a la entrada del teatro estaba Ruggero caminando con arma en mano hacía Derek, el caído hermano de Crystall que moribundo la miraba.
El inquisidor caminaba sin prisa, su hermano aún vivía, aquel monstruo buscaría torturarlo, sí eso haría.
—¡Ruggero Rosso!— gritó la bruja para llamar la atención de aquel que estaba apunto de matar a su hermano. El inquisidor dio la vuelta y contempló la figura de Crystall y quizás la de Cynthia que estaba detrás de la bruja y que no sabía si seguía teniendo forma corporal o ya no. Crystall vio la sonrisa maliciosa de Ruggero y antes de que dijera algo, la bruja así le dijo —¡Terminemos con esto Ruggero, ven por mí está vez no te perdonaré la vida!— así le retó y se echó a correr, confiada en que el inquisidor la seguiría.
Crystall Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: Redada en París [Privado]
Cammy White le sonrió por última vez al caballero habían sido unas palabras distinguidas.
Se alejaron un poco de la gente y entonces Hayden se disculpó, Killer Bee mantenía su semblante orgulloso y al ver pensó, —¿acaso le provoco atracción?—, y casi se echó a reír. Hayden enamorado de ella que perdida de tiempo, aunque Killer Bee no podía afirmar semejante acusación con el simple arrebato de celos que Hayden tuvo frente aquel caballero de aires de realeza; lo que no importaba en esos momentos, al menos no a Killer Bee.
—Cammy esa mujer de allá— dijo Hayden y con discresión miró con dirección al mago y la cortesana, Killer Bee la recordaba era la mujer que estaba con el vampiro y ahora se iba con Doreckmair. —Estaba con Ruggero afuera, fijo que ella lo llevará hasta él, debemos seguirla— continuó y apresurado trató de ir por ellos, mas Killer Bee lo detuvo, tenía que meditar la situación antes de precipitarse era algo que su maestro Ruggero Rosso le había enseñado y la inquisidora no se podía creer como aquel novato impulsivo fuera ya un inquisidor... —¿Cómo fue que Ruggero Rosso lo creyó apto para la iniciación?— pero Killer Bee no siempre comprendía el pensamiento de su maestro.
Si el mago aquella noche de miércoles le había indicado ver a un hombre muy parecido a Ruggero era posible que aquella cortesana trabajara con su maestro, Killer Bee no sabía porqué y ni le importaba; ahora, si Hayden afirmaba haber visto aquella mujer con Ruggero su teoría estaba confirmada, en efecto esa cortesana llevaría a Doreckmair a morir.
A un par de minutos de haberse retirado el mago con la mujer, dos mujeres más salieron corriendo, como si fueran detrás de ellos y a Killer Bee le pareció interesante y se preguntó si realmente ella y Hayden tuvieran la misma misión, Killer Bee sabía que en el teatro podría conseguir información de lo que buscaba y una consulta con su maestro podría ayudarla, sin embargo, Hayden estaba muy impaciente por hallar a Ruggero. Killer Bee recordó entonces una orden expedida para la búsqueda y detención de su maestro.
—¿Sería Hayden el inquisidor enviado para cumplir el trabajo?— meditaba la inquisidora, sí lo era lo tenía muy difícil, tal vez por eso la iglesia lo envió con ella, aunque todo no era más que suposiciones.
—Ve Hayden, ve detrás de ella, que no te vean y mantente lejos de Ruggero. Yo tomaré otro camino y a mi señal lo haremos— ordenó reparando en las expresiones que hiciera Hayden, las estudiaría y así podría tener más firmeza en la sospecha del trabajo de Hayden. —Y no preguntes cual será la señal novato, ya te darás cuenta—dijo y caminó hasta una de las mesas, tomó una copa de ponche y esperó a que Hayden siguiera a las mujeres, luego cuando él se fue también abandonó el comedor.
Se alejaron un poco de la gente y entonces Hayden se disculpó, Killer Bee mantenía su semblante orgulloso y al ver pensó, —¿acaso le provoco atracción?—, y casi se echó a reír. Hayden enamorado de ella que perdida de tiempo, aunque Killer Bee no podía afirmar semejante acusación con el simple arrebato de celos que Hayden tuvo frente aquel caballero de aires de realeza; lo que no importaba en esos momentos, al menos no a Killer Bee.
—Cammy esa mujer de allá— dijo Hayden y con discresión miró con dirección al mago y la cortesana, Killer Bee la recordaba era la mujer que estaba con el vampiro y ahora se iba con Doreckmair. —Estaba con Ruggero afuera, fijo que ella lo llevará hasta él, debemos seguirla— continuó y apresurado trató de ir por ellos, mas Killer Bee lo detuvo, tenía que meditar la situación antes de precipitarse era algo que su maestro Ruggero Rosso le había enseñado y la inquisidora no se podía creer como aquel novato impulsivo fuera ya un inquisidor... —¿Cómo fue que Ruggero Rosso lo creyó apto para la iniciación?— pero Killer Bee no siempre comprendía el pensamiento de su maestro.
Si el mago aquella noche de miércoles le había indicado ver a un hombre muy parecido a Ruggero era posible que aquella cortesana trabajara con su maestro, Killer Bee no sabía porqué y ni le importaba; ahora, si Hayden afirmaba haber visto aquella mujer con Ruggero su teoría estaba confirmada, en efecto esa cortesana llevaría a Doreckmair a morir.
A un par de minutos de haberse retirado el mago con la mujer, dos mujeres más salieron corriendo, como si fueran detrás de ellos y a Killer Bee le pareció interesante y se preguntó si realmente ella y Hayden tuvieran la misma misión, Killer Bee sabía que en el teatro podría conseguir información de lo que buscaba y una consulta con su maestro podría ayudarla, sin embargo, Hayden estaba muy impaciente por hallar a Ruggero. Killer Bee recordó entonces una orden expedida para la búsqueda y detención de su maestro.
—¿Sería Hayden el inquisidor enviado para cumplir el trabajo?— meditaba la inquisidora, sí lo era lo tenía muy difícil, tal vez por eso la iglesia lo envió con ella, aunque todo no era más que suposiciones.
—Ve Hayden, ve detrás de ella, que no te vean y mantente lejos de Ruggero. Yo tomaré otro camino y a mi señal lo haremos— ordenó reparando en las expresiones que hiciera Hayden, las estudiaría y así podría tener más firmeza en la sospecha del trabajo de Hayden. —Y no preguntes cual será la señal novato, ya te darás cuenta—dijo y caminó hasta una de las mesas, tomó una copa de ponche y esperó a que Hayden siguiera a las mujeres, luego cuando él se fue también abandonó el comedor.
Camile Avery- Inquisidor Clase Alta
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Re: Redada en París [Privado]
El mago se mantenía allí, sin moverse sin poder reaccionar eso a Ruggero le fastidió, -menudo tío que es un cobarde-.
Pero entonces el mago comenzó a hacer ilusiones para confundir el sentido del inquisidor. Ruggero se echó a reír, -que ingenuo era el mago si creía que con esas ilusiones podrían detenerme- pensaba y dio un paso con el arma por delante. Escuchó los pasos del mago en un intento vano de huir de su muerte.
El inquisidor jaló del gatillo, como el rugido de un león la bala de plata se abrió camino entre las ilusiones, las proyecciones falsas de Doreckmair y un gemido cortado se escuchó; Ruggero había acertado y se echó a reír.
-Dime tío, ¿realmente creíais escapar de mi?- y volvió a reír.
Doreckmair se desplomó y sin embargo se movió lo suficiente para ver al inquisidor acercarse lentamente, dejando que en ese tiempo el aire frío penetrara el vacío de su pecho generando un ardor abrumador.
-¿Realmente sois imbécil, acaso no sabéis que los magos son los primeros en ser estudiados por la iglesia? ¡Tu pecado vanidoso te a entregado a mí demonio y yo te enviaré al infierno donde perteneces!- dijo al tiempo que a puntaba la frente y se disponía a pisar la herida, deseaba escucharle gritar, sollozar.
-¡Ruggero Rosso!- escuchó... Era aquella voz femenina del parque de diversiones, el inquisidor dio media vuelta y la vio... Sí, era aquella bruja de poder titiritero. Ruggero regresó su vista al mago. -¡Terminemos con esto Ruggero, ven por mí está vez no te perdonaré la vida!- retó y eso pareció hervirle la sangre al inquisidor... -Total, el brujo ya se está muriendo- pensó Ruggero con ansiedad, -esa maldita bruja no volverá a escapar-, pero lo hizo, la bruja se echó a correr doblando en la esquina.
-¡Ah, no. Esta vez no!- dijo Ruggero y fue detrás de ella, corrió tan rápido que en menos de un minuto dobló la esquina.
-¡Loult didesis vàyker!- recitó la bruja, -!Jodeeerrrr!- exclamó mientras cruzaba los brazos y recibió el golpe directo. Sus brazos amortiguaron el ataque pero no evitó que su cuerpo saliera volando unos metros. Mas el inquisidor no se quedó tendido en el suelo, rodó en el suelo hasta estar en una postura favorable para ponerse de pie en un sólo movimiento, impulsando su cuerpo desde abajo.
La bruja volvió a invocar el conjuro, Ruggero se tiró a un costado con una maroma y desenfundó su arma y comenzó a disparar. La bruja se puso en refugio.
Ruggero se echó a reír, -¡al menos tu me haces frente, aquel cobarde no provocó en mí más que decepción!- exclamó de forma burlona y como si se tratase de un insulto a ella soltó conjuros a diestra y siniestra, el inquisidor los esquivaba de tal forma que avanzaba hacía ella.
Pero entonces el mago comenzó a hacer ilusiones para confundir el sentido del inquisidor. Ruggero se echó a reír, -que ingenuo era el mago si creía que con esas ilusiones podrían detenerme- pensaba y dio un paso con el arma por delante. Escuchó los pasos del mago en un intento vano de huir de su muerte.
El inquisidor jaló del gatillo, como el rugido de un león la bala de plata se abrió camino entre las ilusiones, las proyecciones falsas de Doreckmair y un gemido cortado se escuchó; Ruggero había acertado y se echó a reír.
-Dime tío, ¿realmente creíais escapar de mi?- y volvió a reír.
Doreckmair se desplomó y sin embargo se movió lo suficiente para ver al inquisidor acercarse lentamente, dejando que en ese tiempo el aire frío penetrara el vacío de su pecho generando un ardor abrumador.
-¿Realmente sois imbécil, acaso no sabéis que los magos son los primeros en ser estudiados por la iglesia? ¡Tu pecado vanidoso te a entregado a mí demonio y yo te enviaré al infierno donde perteneces!- dijo al tiempo que a puntaba la frente y se disponía a pisar la herida, deseaba escucharle gritar, sollozar.
-¡Ruggero Rosso!- escuchó... Era aquella voz femenina del parque de diversiones, el inquisidor dio media vuelta y la vio... Sí, era aquella bruja de poder titiritero. Ruggero regresó su vista al mago. -¡Terminemos con esto Ruggero, ven por mí está vez no te perdonaré la vida!- retó y eso pareció hervirle la sangre al inquisidor... -Total, el brujo ya se está muriendo- pensó Ruggero con ansiedad, -esa maldita bruja no volverá a escapar-, pero lo hizo, la bruja se echó a correr doblando en la esquina.
-¡Ah, no. Esta vez no!- dijo Ruggero y fue detrás de ella, corrió tan rápido que en menos de un minuto dobló la esquina.
-¡Loult didesis vàyker!- recitó la bruja, -!Jodeeerrrr!- exclamó mientras cruzaba los brazos y recibió el golpe directo. Sus brazos amortiguaron el ataque pero no evitó que su cuerpo saliera volando unos metros. Mas el inquisidor no se quedó tendido en el suelo, rodó en el suelo hasta estar en una postura favorable para ponerse de pie en un sólo movimiento, impulsando su cuerpo desde abajo.
La bruja volvió a invocar el conjuro, Ruggero se tiró a un costado con una maroma y desenfundó su arma y comenzó a disparar. La bruja se puso en refugio.
Ruggero se echó a reír, -¡al menos tu me haces frente, aquel cobarde no provocó en mí más que decepción!- exclamó de forma burlona y como si se tratase de un insulto a ella soltó conjuros a diestra y siniestra, el inquisidor los esquivaba de tal forma que avanzaba hacía ella.
Ruggero Rosso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Redada en París [Privado]
"Los ojos de los muertos se cierran cuidadosamente, con no menos cautela deberíamos abrir los ojos de los vivos."
Jean Cocteau
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Dicho y hecho, tanto Cammile como su supuesto hermano salieron detrás del mago, así que respiró con alivio, al menos así ya habría dos pares más de ojos que retrasarían cualquier amago de coartada y por tanto, le daría a él, la tranquilidad deseada para seguir disfrutando de la velada. Una vez más bebió de su copa y vio entonces a una de las ayudantes de la función a quien tuvo ganas de acercarse de charlar un momento, pero ya se había acercado a una mujer y jamás se acercaba a una segunda durante la misma velada, era un asunto absurdo de prejuicios propios que hasta ahora no había encontrado una razón de peso que le hiciera dimitir.
Pensó que quizás sería el momento de irse, ya que dudaba que el mago regresara luego de haberse ido con aquella mujer; en asuntos de mujeres los hombres solían ser unos gilipollas, poco les importaba dejar a sus invitados esperando y dudaba que Doreckmair fuese la excepción. Se puso así el sombrero de copa y dejó el vaso medio vacío sobre la misma mesa de la cual lo había cogido cuando el sonido de un disparo resonó en algún lugar en el exterior y todo el mundo se quedó en silencio mientras uno de los encargados aconsejó alejarse de las ventanas.
Emerick miró hacia todos lados y, aprovechando el alboroto, se escabulló entre los presentes y salió del salón. Corrió a toda prisa por las escaleras, era una cosa de instintos, una corazonada producto de las rebuscadas sospechas que, como siempre, temía haber mal interpretado. Tenía que encontrar al mago y su cortesana para poder sentirse tranquilo, o al menos escuchar sus jadeos de placer para saber que seguía vivo.
Cammile y su hermano habían salido antes que él y le pareció verlos meterse por entre medio de las cortinas del escenario, pero no podía estar seguro, sólo esperaba que pronto se marcharan del teatro en lugar de meterse en problemas. Volteó un par de veces para ver si alguien le seguía, mas las miradas de los curiosos asomándose por la puerta de donde había salido, le hizo mermar el trote y fingir hablar a alguno de sus criados, al que imagino hacia el costado de la salida.
— ¡Rápido, traed mi carruaje! ¡No me quedaré ni un segundo más en este antro! — exclamó con fingida molestia y tras dar la vuelta a la esquina del pasillo, se apoyó detrás de la muralla para escuchar con cautela si acaso alguien más bajaba las escaleras. Entonces escuchó los gritos.
— ¡Ruggero Rosso! ¡Terminemos con esto Ruggero, ven por mí está vez no te perdonaré la vida!
Ruggero Rosso... conocía ese nombre, era el nombre de un maestro inquisidor, y si en verdad estaba por ahí, la situación no tenía muy buen color para Doreckmair O’Raven. Miró hacia ambos lados, con la respiración acelerándose a causa de la adrenalina y sacó de sus bolsillos una especie de túnica marrón con capucha franciscana, la cual se echó encima para ocultar su vestimenta; era un disfraz sencillo y ligero, estaba hecho de arpillera fina y por tanto enrollado podía alcanzar el tamaño de un pan, lo suficiente pequeño para ser transportado con facilidad en cualquiera de sus bolsillos, mas no brindaba protección alguna ni mucho menos era una vestimenta atractiva, pero al menos cumplía su objetivo. Inmediatamente se echó a correr de nuevo, ya con la velocidad verdadera de un sobrenatural, y salió del teatro dándole la vuelta por uno de los callejones mientras se amarraba el antifaz.
— Esto de tener una doble vida, a veces me hace sentir ridículo — rezongó por lo bajo en medio de una especie de gruñido, mas el aroma de la pólvora de un disparo reciente, le hizo saber que estaba cerca. Se detuvo con precaución y miró hacia ambos lados del callejón; al final de él alguien corría en la dirección opuesta, y a la mitad de éste, el Mago de Amsterdan yacía sangrante en el piso.
— Oh no... — dejó escapar en medio de un respiro y se apresuró en llegar al cuerpo que por un momento creyó inerte, por lo que no dudo en sacudirlo para hacerlo reaccionar.
— Estúpido mago exhibicionista ¡responde! — le espetó con rabia, teniendo el cuidado de no alzar demasiado la voz.
Sólo esperaba que aún estuviera vivo para poder sacarle de ahí, mas la herida en su pecho, en esa zona tan peligrosa y cercana al corazón, no auguraba nada bueno.
Pensó que quizás sería el momento de irse, ya que dudaba que el mago regresara luego de haberse ido con aquella mujer; en asuntos de mujeres los hombres solían ser unos gilipollas, poco les importaba dejar a sus invitados esperando y dudaba que Doreckmair fuese la excepción. Se puso así el sombrero de copa y dejó el vaso medio vacío sobre la misma mesa de la cual lo había cogido cuando el sonido de un disparo resonó en algún lugar en el exterior y todo el mundo se quedó en silencio mientras uno de los encargados aconsejó alejarse de las ventanas.
Emerick miró hacia todos lados y, aprovechando el alboroto, se escabulló entre los presentes y salió del salón. Corrió a toda prisa por las escaleras, era una cosa de instintos, una corazonada producto de las rebuscadas sospechas que, como siempre, temía haber mal interpretado. Tenía que encontrar al mago y su cortesana para poder sentirse tranquilo, o al menos escuchar sus jadeos de placer para saber que seguía vivo.
Cammile y su hermano habían salido antes que él y le pareció verlos meterse por entre medio de las cortinas del escenario, pero no podía estar seguro, sólo esperaba que pronto se marcharan del teatro en lugar de meterse en problemas. Volteó un par de veces para ver si alguien le seguía, mas las miradas de los curiosos asomándose por la puerta de donde había salido, le hizo mermar el trote y fingir hablar a alguno de sus criados, al que imagino hacia el costado de la salida.
— ¡Rápido, traed mi carruaje! ¡No me quedaré ni un segundo más en este antro! — exclamó con fingida molestia y tras dar la vuelta a la esquina del pasillo, se apoyó detrás de la muralla para escuchar con cautela si acaso alguien más bajaba las escaleras. Entonces escuchó los gritos.
— ¡Ruggero Rosso! ¡Terminemos con esto Ruggero, ven por mí está vez no te perdonaré la vida!
Ruggero Rosso... conocía ese nombre, era el nombre de un maestro inquisidor, y si en verdad estaba por ahí, la situación no tenía muy buen color para Doreckmair O’Raven. Miró hacia ambos lados, con la respiración acelerándose a causa de la adrenalina y sacó de sus bolsillos una especie de túnica marrón con capucha franciscana, la cual se echó encima para ocultar su vestimenta; era un disfraz sencillo y ligero, estaba hecho de arpillera fina y por tanto enrollado podía alcanzar el tamaño de un pan, lo suficiente pequeño para ser transportado con facilidad en cualquiera de sus bolsillos, mas no brindaba protección alguna ni mucho menos era una vestimenta atractiva, pero al menos cumplía su objetivo. Inmediatamente se echó a correr de nuevo, ya con la velocidad verdadera de un sobrenatural, y salió del teatro dándole la vuelta por uno de los callejones mientras se amarraba el antifaz.
— Esto de tener una doble vida, a veces me hace sentir ridículo — rezongó por lo bajo en medio de una especie de gruñido, mas el aroma de la pólvora de un disparo reciente, le hizo saber que estaba cerca. Se detuvo con precaución y miró hacia ambos lados del callejón; al final de él alguien corría en la dirección opuesta, y a la mitad de éste, el Mago de Amsterdan yacía sangrante en el piso.
— Oh no... — dejó escapar en medio de un respiro y se apresuró en llegar al cuerpo que por un momento creyó inerte, por lo que no dudo en sacudirlo para hacerlo reaccionar.
— Estúpido mago exhibicionista ¡responde! — le espetó con rabia, teniendo el cuidado de no alzar demasiado la voz.
Sólo esperaba que aún estuviera vivo para poder sacarle de ahí, mas la herida en su pecho, en esa zona tan peligrosa y cercana al corazón, no auguraba nada bueno.
Última edición por Emerick Boussingaut el Miér Nov 07, 2012 12:17 pm, editado 1 vez
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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