Redada en París [Privado]

Cada minuto que pasaba, el show se volvía cada vez más espectacular y sorprendente para aquellos que desconocían el verdadero poder detrás de cada uno de los trucos del mago, pero para Emerick cada minuto, poco a poco, pasaba a ser una especie de suplicio que sólo deseaba que acabara de una vez pues se le antojaba similar aquellos espectáculos que brindaban los soldados de la Inquisición, de manera gratuita, en las plazas de cada poblado en realizaban sus multitudinarias masacres. Ese hombre, el maravilloso Mago de Amsterdam, estaba tentando a la muerte de manera descarada, y a la vez presentando una suerte de iluminismo tan irreal que era inevitable que otros intentasen copiar sin darse cuenta que sin la “ayuda del Diablo” sería algo imposible de hacer. Le aplaudió solo por cortesía aunque en su serio semblante ya hacía un buen rato que había dejado de aparecer la sonrisa.

Escuchó la despedida del mago y vio como toda la gente buscaba con mucha esperanza por debajo de sus asientos, si acaso habrían sido los afortunados de recibir una asistencia para la cena, pero el Duque en cambio, seguía con la vista fija sobre el mago, y el ceño irremediablemente fruncido, hasta que éste se perdió de vista. Podría decirse que en el fondo estaba molesto, no entendía como un hombre con tanto mundo y tanta cultura, fuese a comportarse con tanta estupidez y descaro para, de cierto modo, exhibir la existencia de los de su clase. Resopló y finalmente, sin quererlo del todo, revisó por debajo de su asiento para encontrar la non grata asistencia que pensó en desechar, pero tras un par de segundos que jugueteó con ella entre sus manos, se decidió a ir y poder decirle a la cara un poco de sus opiniones.

Se puso de pie y cogió su bastón y sombrero para dejarse guiar por una de las damas del teatro ante dicha recepción que estaba al parecer en un piso superior en donde les esperaban a puertas abiertas, pero en el camino, un aroma familiar se vino hasta su nariz y le hizo alzar la cabeza, al asecho de su lugar de origen, para descubrir a una sombra conocida (Riful) pasearse por las vigas del teatro en lo que parecía la vigilancia de una pareja de invitados bastante bien vestidos (Cammy White y Hayden Vaggö), entonces le picó la curiosidad.

Observó a todos los presentes aún con el semblante serio, y tras dedicar un par de reverencias de cortesía, avanzó hasta la mesa del buffet y el bar del fondo en donde observó la comida sin molestarse en servirse nada aún, con la intención de esperar pacientemente a que el mago apareciera. Sin embargo, en alguno de los momentos, el hombre que acompañaba a la mujer que Riful seguía, se separó de ella dejándole sola por lo que Emerick aprovechó aquella oportunidad para intentar saciar un poco de curiosidad.

— Buena noche — saludó a la mujer acercándose a ella con una sonrisa cordial — Su rostro me parece familiar ¿Nos conocemos de alguna parte o... en verdad sois la dueña de un rostro sumamente famoso que pretende andar de encubierto? — preguntó de forma astuta y con verdadera curiosidad.