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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Derek Van Wijs Jue Oct 04, 2012 1:52 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Hola compañeros de rol y demás comunidad,

Redada en París es un tema privado, pero si algún rolero quisiera participar pueden enviar un mensaje a Crystall Van Wijs o Ruggero Rosso para anunciarles su entrada.

Compañeros están prohibidos los dobles post, el único permitido será este primero y no más.
Si piensan en determinado momento no continuar por diversas circunstancias hacerlo saber, sobre todo con quién se encuentren en interacción.

Sugerencias.

La forma narrativa es libre, pero se ha acordado entre varios escribir en tercera persona. Otra mención, usemos el modelo del reglamento. Los pensamientos irán en cursiva [i] y se recomienda escribir con un color en específico y diferente si es posible al de otro compañero, así como manejar el color blanco en diálogos propios.

La historia tendrá mucho contenido de acción y combate entre los personaje, consultar a sus rivales si piensan hacer un determinado ataque para que el otro se los autorice.

Cuando usen un poder y lo citen marcarlo en negrita [b] para distinguirlo.

Sin más,
Bienvenidos y a divertirnos.


=Lectores=
Disfruten


Última edición por Doreckmair O' Raven el Jue Oct 04, 2012 2:29 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Camile Avery Jue Nov 01, 2012 1:33 pm

Hayden y Killer Bee tomaron caminos diferentes, conocía muchos teatro y saldría por un acceso de emergencia subió por el plató y entró en el camerino del mago.

No se detuvo a contemplar la mesa con artilugios, los grandes espejos y la colecciones de imágenes de Amsterdam. Antes de subir a la mesa y salir por la ventanilla Killer Bee se quitó el vestido, una ingeniosa prenda que se transformaba en un bolso. Ahora vestía una blusa azul y unos pantalones cortos color caqui.

Finalmente salió y escuchó un disparo... —
Ruggero Rosso— pronunció Killer Bee y se dirigió al origen del disparo, llegó hasta la esquina que conducía a un pasillo, pero no tomó ese camino, sino que se ocultó en las sombras, de allí alcanzaba a ver a Ruggero y un hombre caído, posiblemente el mago.

No veía a Hayden pero sí a la cortesana, de pronto, del otro lado, a espaldas de Ruggero Killer Bee distinguió a una mujer, no alcanzó a escuchar las palabras pero hicieron que su maestro fuera por ella.

La inquisidora llevó la mano a su boca, pensando, aquel mago iba a morir y ella no podía hacer nada al respecto y no es que ella pretendiera salvarlo, porque no era así, pero si podía evitarle el sufrimiento y darle la comunión, se santiguó y desde donde estaba dijo —
¡Qué Dios tenga misericordia de tu alma y cuerpo!—santiguó al aire y continuó, —¡En el nombre del padre, del hijo y del...— mas no terminó, un ser encapuchado, un sobrenatural con una vestimenta sencilla, una túnica marrón que lo cubría ocultando su identidad corrió a una velocidad digna de un vampiro o un licántropo tal vez.

Killer Bee sintió entonces una curiosidad pero acercarse así podría ser peligroso, recordó la presencia que la asechaba en el teatro y aunque aquel ser que ahora estaba con el mago era un sobrenatural sabía que no era su acechador.

No perdió más tiempo y se encaminó sin prisa, a un ritmo tranquilo como una sencilla humana ignorante a la situación por un callejón que la sacó a otro, continuó a su izquierda y llegó hasta un gran contenedor de basura, o al menos eso parecía ser.

Abrió la tapa metálica y echó la bolsa, luego se vistió los arneses en el pecho, uno más en la pierna izquierda y otro en la derecha donde colocó su puñal. Sacó un revólver con mango de madera y cañón de plata, se aseguró de que el arma estuviera cargada con balas de plata y la enfundó en su arnés ubicado cerca del pecho izquierdo, repitió el procedimiento dos veces más, colocando lo otros revólveres a su pecho derecha y pierna izquierda; luego, sacó una gran estaca, parecida a una espada de madera con una pequeña cruz y con un cristo perfectamente tallado, lo bañó en agua bendita e hizo una previa oración para después montársela a su espalda, se colgó una cruz de plata al pecho y un rosario, nuevamente se santiguó, tomó balas de plata guardándolas en sus bolsillos y se colocó un cinturón que tenía varios objetos, agua bendita y diversos venenos. Se calzó unas botas de piel largas y cuando ya se consideró lista, bajó la tapa metálica y se fue nuevamente al teatro. Algo le decía que necesitaría todo ese armamento.


Última edición por Cammy White "Killer Bee" el Vie Nov 02, 2012 11:06 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Alexês Nyíri Jue Nov 01, 2012 2:14 pm

Doreckmair O' Raven miraba a Alexês no con furia, sino con decepción y eso le rompió el alma a Alexês.

Quería decirle,
-perdoname Doreckmair, perdoname- y a Ruggero -no le hagas daño por favor no es perverso- pero sabía que era inútil, el inquisidor no se iba a detener por nada y Alexês comenzó a llorar.

Luego llegó el disparo, Alexês emitió un corto grito de terror, el cuerpo del mago cayó y Ruggero le ordenaba irse y aunque a Alexês hubiera deseado obedecer simple y sencillamente no podía, sus piernas no le respondían.


-¡Ruggero Rosso!- se escuchó, era una mujer retadora y ésta la miró a los ojos, los llorosos ojos de Alexês.

-¿Qué he hecho?- se preguntaba y como una niñata se soltó a llorar a rienda suelta, era una asesina, era una asesina, era una asesina y esa carga la llevaría toda su vida, su ya desgraciable vida.

Y Ruggero se fue, dejándola con el moribundo cuerpo del mago y Alexês lo contemplaba con horror, allí inerte y se dijo
-Tengo que ir a con él, socorrerlo- pero tenía miedo de las palabras del mago, de verlo a los ojos y él viera los ojos asesinos de Alexês.

Alexês no pudo soportar escuchar los gemidos de dolor del mago y exclamando
-¡perdoname, perdoname!- entró por la puerta por donde salieron y se encerró en un camerino, a llorar e insultarse a sí misma.
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Mensaje por Derek Van Wijs Sáb Nov 03, 2012 1:36 am

Gracias a los sacudidos Doreckmair reaccionó, intentó decir algo pero no pudo, aquel hombre que lo tenía en brazos protegía su identidad con una mascara, en un principio al mago le pareció ser un ángel que había venido a llevárselo, sin embargo, la mano de Doreckmair rozó la del hombre y su premonición se desenvolvió en contra de su voluntad.

Vio una fiesta, ningún rostro conocido era algo privado y allí estaba él con la misma mascara y luego de palabras que en la visión Doreckmair no descifró, aquel hombre se desenmascaró... Era el Duque Emerick Boussingaut.

La visión desapareció luego de un nuevo sacudido.


—Es lamentable que en esta situación le conozca en persona...— dijo el mago y decidió no continuar, no era correcto declarar el nombre de un hombre que no quiere ser reconocido. El mago le sonrió, si él mantenía su rostro oculto Doreckmair no cometería el error de delatarlo, sobre todo si era una figura importante de la sociedad y líder de un prometedor y ambicioso proyecto.

—¡Está viva...!— quiso continuar pero una forzoza pausa lo detuvo, el dolor incrementó ligeramente y tomó como pudo una postura más cómoda. —Mi hermana vive y yo aquí me encuentro muriendo— trató de reír ante la ironía pero el dolor y la sangre que había llegado hasta su garganta se lo impidieron.

En desgaste de sus pobres energías llevó su mano derecha al chaleco impregnado de sangre y sacó un reloj de bolsillo. Una magistral obra en oro que tenía un grabado “Derek Van Wijs”, el artilugio como un relicario llevaba otro grabado “Con amor Crystall Van Wijs”, las manecillas también eran de plata y era de cuerda, se encontraba parado y marcaba las 7 p.m.

En otro esfuerzo entregó el reloj al Duque,
—buen hombre sé que es mucho pedir, suficiente ha hecho con asistir a este moribundo... No permitas que el inquisidor maté a mi hermana, asegúrate de que se salve y entrégale este reloj— un dolor lo forzó a detenerse y no pudo contener un gemido, tocio sangre y luego trato sin éxito reír.

—Quizás se pregunte porqué realizaba semejantes ilusiones— se pausó y volvió a toser, negándose a conservar fuerzas, —le contaré... Mi familia siempre se dedicó al entretenimiento, sólo mi padre y mi hermana Crystall poseíamos el poder, yo era superior a ellos en generar ilusiones y tomé posesión del espectáculo... Mi familia hizo un viaje cuando el show era mio y en España la inquisición les capturó, les asesino y en la frontera de Holanda empalaron sus cabezas como advertencia... Fui al exilio y por años me mantuve en el anonimato hasta que decidí nuevamente montar un show, algo sencillo con artilugios baratos, sencillas ilusiones y trucos que cualquier humano podría, con mucho empeño y constancia, hacer; esa era mi vida y por un tiempo fue suficiente, mas no lo sería siempre— nuevamente se vio obligado, volvió a escupir sangre y cerró por breve lapso sus ojos.

—Y llegó la soledad, me abrazó de una forma que nada me complacía, extrañaba a mi familia y la única posibilidad de terminar con mi miseria era llamar a la inquisición, incrementé la dificultad de mis ilusiones, cada vez era más descarado, más osado, desafiaba la realidad, mandaba mensajes a la inquisición con semejantes actos dignos de un alma que se vende al diablo, les decía a aquellos asesinos ¡aquí estoy... vengan por mí! Terminen de una vez con mi tormento— se detuvo y se dio cuenta de que lloraba.

—Duele tanto...— continuó y se aferró a la capa del Duque, —tengo tanto frío... No quiero morir... No ahora que sé que mi hermana vive, entrégale el reloj y dile... dile... dile— y perdió el sentido.
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Mensaje por Chase Rider Nicklebly Dom Nov 04, 2012 11:01 pm

"Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo.
Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti. "


Friedrich Wilhelm Nietzsche. Filosofo alemán.


Venecia… La hermosa Venecia, una ciudad romántica de paseos en barcas y arquitectura exquisita, su ciudad natal, en donde vivió gran parte de su vida disfrutando de los lujos que la clase alta le ofrecía, perdido en la frivolidad de los nobles, hundida en la perversión que le ofrecieron las fiestas de palacio, sexo, alcohol, opio y otros vicios terminaron por hundirlo en la porquería, aquella pura belleza que logro apreciar en su infancia se fue transformando poco a poco, manchándose con la brea que se destilaba entre la nobleza. Quizás era que Francesco frecuento a las personas equivocadas en su vertiginosa adolescencia, pero nunca borro de su imagen la maldad oculta detrás de los títulos y el renombre. Nuevamente había visitado la gran ciudad, ahora con un nuevo aire, depuro su alma durante los años que paso sirviendo a la iglesia como misionero mientras por otro lado termino de ensuciar su cuerpo cuando fue asignado a los inquisidores, en este viaje descubrió una oscuridad diferente en Venecia, una oscuridad que no solo se remite a la lujuria o la injusticia, una mas mortífera que asecha a todos en la oscuridad, una con la que le seria imposible engañarse mas debido a que por fin había asesinado directamente, no solo asesinado como alguien que se defiende de un ataque, el arranco la vida de su presa a sangre fría…

El viaje de regreso fue menos que placentero, en sus hombros cargaba un peso mas grande que cuando se fue, aun cuando el santo pontificio envió felicitaciones nada mas terminar la misión, pero la victoria se sintió vacía, el no paro de suspirar llenándose la cabeza como siempre de pensamientos inútiles mientras sus ojos se clavaban en el mar añorando hundirse en el hasta que la sal desinfectara su piel del pecado. Su llegada a Paris fue nocturna, como siempre incluso el sol ocultaba la cara de vergüenza al verlo bajar de la embarcación, sus pasos hicieron rechinar la madera de la rampa y el viento de la costa le obligo a ajustarse la gabardina, nada mas bajar se encontró con una sombra esperándoles, esa sombra tan conocida que aparecía de vez en cuando con instrucciones secretas por parte del Vaticano, esa que solamente visitaba a las personas de la Facción liderada por Tamina, la existencia de los condenados era un secreto incluso para los miembros de la inquisición, según sabia ni siquiera los lideres de las demás facciones tenia conocimiento de estos, el santo pontificio había gastado años crenado perfumes que ocultasen el olor de los cambiaformas, vampiros y de mases, brazaletes que contuviesen la magia hasta el punto de desparecerla frente al resto, incluso se decía con miedo que hacia unos meses comenzaron las investigaciones para evitar los cabios en luna llena o inhibir la sed de los vampiros.

Un suspiro delato su cansancio mientras viajaba rumbo al teatro donde Doreckmar O´Raven daría su función, ¿La encomienda? Servir como posible refuerzo a un soldado de nombre Hayden en la captura de un posible traidor de nombre Ruggero Rosso. Llevo una mano a su frente mirando la nota en sus manos la cual estaba en un sobre con el sello del vaticano, podía escuchar los cascos de los caballos y sentir las llantas de el carruaje rebotar al chocar contra las piedras mientras trataba con fuerza de recordar los rostros de dichos inquisidores, siendo sinceros apenas llevaba un año sirviendo al Papa, y sus misiones siempre fueron individuales o con los demás condenados, siempre yendo a los sitios en donde tamina se sentía sin ganas de ir entonces su conocimiento sobre el resto era muy limitado, el solo se limitaba a cumplir sus misiones, sin especulaciones, sin preguntas, sus razones, el perro de la reina italiana había cambiado de jaula esperando ser recibido por su dueña.

Suspiro bajando del vehículo, entrando rápidamente al teatro, se ubico en uno de los palcos colocado de frente al que le asignaron a Hayden, desde ahí miro a un joven inquisidor hablando con una fémina que gritaba a muerte, desde ahí su vista le guio hasta los miembros clave invadieron la función, la bruja, la muerta, el “muerto”, la cambiaforma y el brujo, después de ese corto tiempo de entrenamiento al menos era capaz de reconocer a los sobrenaturales cuando los miraba, había una cosa en ellos que le llamaba, casi sintió un malestar hasta que observo al mago cambiar su ropa ocultándose detrás de una manta, magia de verdad, magia fascinante, sin darse cuenta perdió sus posas azules en el acto hasta que este termino guiándose a la recepción en donde se dio a la tarea de pasar desapercibido del resto, al menos en eso había tenido éxito, localizarlo siempre fue difícil, el no tenia olor, no tenia presencia, siempre era como una sombra, ni siquiera su apariencia era tan llamativa como para atraer las miradas de extraños, el ni siquiera tenia instinto asesino. “Bocadillos!!” pensó acercados a una de las mesas en donde se sirvió vino y disfruto del banquete, su guardia estaba completamente abajo pero sus instintos estaban encendidos así que permaneció ajeno a las relaciones de los demás, incluso cuando gracias a su desarrollado oído canino alcanzo a escuchar los sucesos de afuera, permaneció sonriendo y probado de las delicias servidas aquella ahora maravillosa noche, su entraba en escena aun no estaba marcada en el guion, según su criterio Hayden podía manejarlo el solo a menos que algún otro hecho insólito ocurriese, y no dudaba que fuese de ese modo, pues según los informes, todo sitio en donde Ruggero o Doreckmar estaban ocurría alguna cosa inesperada.
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Mensaje por Leviathán Shadow Lun Nov 05, 2012 8:52 am

Leviathán hallábase en lo más profundo y oscuro de los muros que rodeaba el teatro de Paris, allí observaba cual predador la futura presa que le diera ese placer de recompensa pues bien sabia que aquella noche nada de lo que vino a buscar obtendría.
Como un fantasma, como un alma en pena o como lo que el ojo ajeno viera, se deslizaba en silencio, escuchando e implorando que todo lo que aconteciese no dañara tarde o temprano a gente inocente que dentro del recinto disfrutaba alguna clase de banquete con elegancia, mientras esto rogaba caminaba entre a paso veloz y en otras ocasiones a marchas lentas y forzadas, llegó incluso a preguntarse si había hecho bien en ofrecerse para llevar a cabo acto tan impredecible como ese, pronto fue que entre la luz y la sombra distinguió a quién ese noche su ayuda brindo, el caballero Rosso no estaba solo, una hermosa dama con aires de cortesana y el hombre que el inquisidor venía a matar estaban debatidos entre el miedo y el arrepentimiento, la decepción y el perdón, entre la vida y la muerte.
El cazador se recargo en una de las esquenas oscuras donde vigilaba cauteloso todo cuanto ocurría, ahora la pistola estaba desfundada lista para ser vaciada, las voces de aquellos tres resonaban muy dentro de su alma.
Entonces sin más la lucha comenzó y los trucos de magia de aquel hombre alerto al inquisidor y a su misterioso protector, dos dagas brillantes y plateadas salieron de la capa de Leviathán ya preparadas para ser lanzadas en caso de que las cosas planeadas no salieran como eran deseadas, con las manos enguantadas acariciaba el dulce filo de sus armas mientras analizaba entre aquellas calles olvidadas y solitarias los puntos más discretos para ser arrojadas, pero todo impulso a final de cuentas fue tuvo que ser contenido, quizás había subestimado a su protegido de ojo exacto que ya pese a todas las ilusiones había cumplido su cometido
-Todo termino- musito en suspiro de alivio bajando la guardia inmediatamente, quedando expectante de lo que vendría ya como el descenlase victorioso de aquel que ahora sonreia gozoso frente al brujo caido y al parecer profudamente herido en muchos sentidos, pero alguien más llegado a interrumpir el esperado disparo final que le hubiera dado al cazador la esperada tranquilidad...
-Ruggero Rosso- grito con fuerza una dama de amenazador semblante, las siguientes palabras de la audaz joven provocaron a Rosso, quién si pensarlo dos veces fue tras ella dejando a su presa moribunda y con la más lenta de las agonías atrás -Te daría muerte ahora mismo si pudiera- dijo entre dientes desde su amada penumbra -pero desgraciadamente en esta noche no es mi tarea- viendo a los horizontes, cerró los ojos con una profunda reflexión -Que Dios nos ayude- rogo abriendo sus orbes para centrarlos en el sendero por donde señuelo y amenaza corrieron con la muerte acechando tras de sí -Comience así la dura jornada de matanza, horror y venganza que de inesperado final a todos una sonrisa, lagrima o la propia vida cobrara- enfundo de nuevo las armas a ambos costados de sus costillas y apresurando el paso se escabullo entre sombras y techos dejando en el olvido al mago quizás ya muerto.
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Mensaje por Jérémie Le Bihan Mar Nov 06, 2012 2:39 am

Jérémie Le Bihan había hecho un viaje largo y aunque creyó que le costaría más tiempo estabilizarse en París, no fue así. En una semana se hizo de un negocio clandestino... ¿Por qué no decirlo? ¡Ilegal!

Jérémie transportaba armas que robaba a los inquisidores y las vendía a cazadores o cualquier otro interesado, y como buen comerciante hacía descuentos especiales... ¡A quién comprara un arma para dar muerte a un inquisidor!

En sus viajes el gran León como le llamaban en su aldea nunca encontró aquel inquisidor que mató a su familia y que dejó en él dos marcas RR, brujos y gitanos le habían dicho el significado Regresaré Rebelde, pero a Jérémie le parecía que era algo más que eso, RR significaba algo y tarde o temprano lo averiguaría.

Confiaba en que aquel ser despreciable que mató a su esposa e hijo aún viviera para que el gran león pudiera, él mismo, matarle y así descansar su mente y cuerpo.

Abandonaba la zona comercial, desde su llegada no había visitado ninguna parte de París y aquella noche de jueves le agradó para hacer ese tan deseado recorrido. Vestía ropas caqui holgadas, sencillas y fragiles, por si necesitaba transformarse la ropa no fuera ningún problema, además también cargaba una espada.

Paseó por el centro no eran más de las ocho cuando se dirigía al teatro, París le pareció una ciudad muy tranquila cuando había escuchado lo contrario, tal vez los jueves no eran muy movidos, ¿se debería a las funciones? ¿Las tabernas? ¿Los burdeles?

No importaba, Jérémie quería embriagarse de París, conocer todo, desde lo glorioso hasta la porquería de lo que no mucho se dice en el extranjero y de lo que abunda en la ciudad de luz.

Y a pesar de lo esplendido que pudiere ser, aquella ciudad no se comparaba con su tranquila y a penas civilizada aldea, y es que, no era que los aldeanos fueran ignorantes por que no era así, su gente fue muy culta, sólo que no comerciaban con otros, vivieron de la caza y la siembra.

Sin embargo, lo que si causaba esta ciudad a Jérémie era serenidad, los bosques, las praderas, la naturaleza le recordaba a su aldea, a su mujer, a su hijo; y allí entre esas edificaciones olvidarse de los bosques era sencillo.

Por fin escuchó algo, sus oídos sobrenaturales habían captado algo... Al parecer era una fiesta, el gran León se apresuró y llegó hasta un burdel. Por supuesto, Jérémie no entró, aquellos lugares no le atraían, el olor de los perfumes que usan las cortesanas le causaban repugnancia, no había nada mejor que el olor natural de una persona y
Jérémie no comprendía como la gente deseaba ocultarlo.

No perdería el tiempo en un burdel así que siguió su camino, entre los callejones, pasó un par de tabernas, palacios, iglesias, restaurantes y a ninguno se detuvo a reparar.

El gran León sólo quería ir al teatro, no tenía intenciones de entrar, sólo quería verlo por fuera, su esposa siempre hablaba del teatro, a diferencia de Jérémie ella no había nacido en el pueblo, sino en París y aquel teatro fue un mar de alegrias para ella y el gran León siempre sintió curiosidad, ahora, al estar en París quería ver aquella edificación que hizo en su tiempo muy feliz a su amada esposa.
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Mensaje por Arleken Lundberg Jue Nov 08, 2012 12:13 pm

El vampiro no salió por donde había entrado, no, no era su estilo. Subió hasta el último piso y abandonó el teatro por una ventana. Escaló por entre las paredes hasta ubicarse justo en la cima.

Se detuvo a contemplar París y no pudo evitar pensar en Alexês, agudizó su sentido auditivo y escuchó unos tacones correr, los de Alexês. El mago engañado abría la puerta y el disparo.

Arleken desvió la mirada con melancolía, para nada se arrepentía de lo que sucediese al mago. Si el pretendía morir, pues que muera y ya. Pero saber que Alexês estaba involucrada le partía el alma.


-¡Ruggero Rosso!- escuchó el vampiro, se sintió apesadumbrado; era la voz de Crystall, de la bruja. Arleken cerró los puños y lleno de furia se dirigió a contemplar el escenario, su muerto corazón no le permitía seguir haciendo conjeturas a base de sus sentidos auditivos.

Usando su velocidad sobrehumana atravesó el teatro y saltó a otro edificio buscando una mejor visión... Por que demonios tenía que estar Alexês.

Todo cuanto había deducido Arleken era cierto, allí estaba Alexês, aterrada con el sentimiento de culpa. Los ojos llorosos de su amada abatieron el cuerpo del vampiro.


-¡Si acaso te atreves hacerle daño a Alexês te mataré, Ruggero Rosso!- susurró y la sed de sangre le invadió.

Pero Arleken sabía perfectamente que la única persona que podía dañar a Alexês, además de él mismo, era la bruja. El vampiro había indagado en sus recuerdos y descubrió esa obsesiva cacería de inquisidores, pero también el tejido de venganza, ese sentir que marcaría el cuerpo de Alexês si la bruja vencía.


-Total, me cargo a ambos, asunto resuelto... Pero no puedo interferir en la vida de Alexês nuevamente... Lo prometiste-.

Entonces el inquisidor fue detrás de la bruja, Arleken los seguiría para ver todo desde una mejor perspectiva. Pero algo detuvo al vampiro, un sobrehumano se acercaba al mago a una velocidad que lo delataba. Arleken no pudo reconocerlos, llevaba una mascara que le ocultaba el rostro, él protegía su identidad y entonces al vampiro se le antojó una idea... Buscaría una y si lo determinaba conveniente se entrometería en el combate entre bruja e inquisidor, sería muy fácil fastidiarles la vida, desviar la atención de Crystall y Ruggero a un desconocido, de tan sólo pensarlo el vampiro ya se partía de risa.

Arleken volvió a saltar, trepó por una columna y entró nuevamente al teatro, llegó hasta el escenario y pudo ver a Alexês entrar a un camerino. Arleken perdió por unos instantes la cordura y se encaprichó de ir por ella, beber de su sangre, sacarla de allí; pero sería una insolencia, que horror faltar a su palabra. Ja, con dos buenas bofetadas y obsesión detente y si, funcionó.

El vampiro entró a un cuarto contiguo y buscó entre las mascaras,
-pareceré el fantasma de la opera o una estupidez de esas- dijo y se echó a reír. Ah, y la encontró, una mascara roja, de diablo. -Perfecta-.

Salió del cuarto, se colocó la mascara, cogió una capucha roja y nuevamente salió. Ya afuera, en el techo del teatro buscó un rincón en la oscuridad para ver el combate.
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Mensaje por Emerick Boussingaut Jue Nov 08, 2012 2:03 pm



"Acepta los riesgos, toda la vida no es sino una oportunidad. el hombre que llega más lejos es, generalmente, el que quiere y se atreve a serlo."
Dale Carnegie



Le sacudió por última vez ya casi perdiendo las esperanzas cuando el hombre abrió los ojos y una oleada de gran alivio le bañó por dentro. No quería que un hombre muriera en sus brazos, no quería recolectar aquella experiencia entre las suyas, aun cuando ésta le asegurara hacerle más fuerte. Ya se sabía a sí como un asesino inconsciente, y sabía que ahora distaba mucho de ello, su propia experiencia había hecho que tomara mucho aprecio por las vidas ajenas. Ver como una se le escapaba de las manos le significaba demasiado castigo para el alma.

Es lamentable que en esta situación le conozca en persona... — dijo el mago y Emerick le miró sin llegar a comprenderlo del todo «¿Qué me conozcáis cómo?» pensó.

Inconscientemente, se llevó la mano hasta el antifaz para asegurarse que aún lo llevase puesto y, al sentirlo sobre su rostro, volvió a respirar tranquilo. Sabía que estaba arriesgando más de la cuenta, que era muy tonto exponerse de esa manera pero después de todo ¿Qué era la vida si no tenía riesgos para saborear?

Se acomodó para tomarlo entre sus brazos y llevárselo del lugar de la escena, pero el grito que el mago dio, prácticamente hizo que le soltase de un salto ¿Quién estaba viva? ¿De que hablaba ahora? ¿Acaso estaba delirando? Fueron algunas de las tantas preguntas que pasaron por su cabeza, un segundo antes de que el hombre aclarara que hablaba de su hermana. Fue en ese momento, en el que vio a una figura moverse por el rabillo de su ojo, y se giró apenas, ya preparado para correr, cuando vio a Lady Cammile que se retiraba por una callejuela, estaba sola y no parecía haberles visto, sin embargo, algo le decía que se había acercado por el sonido del disparo y ahora huía por su presencia. Algo completamente natural para una humana.

Regresó su atención al mago, y éste se esforzaba por sacar de su bolsillo una especie de reloj de colgante, el que hizo que el Duque frunciera el entrecejo y le mirara con disconformidad mientras el hombre hablaba con dificultad, en un acto tan melodramático que hizo que Emerick rodara los ojos y bufara ¿Cómo esperaba que él supiera quien era su hermana entre todas las mujeres del mundo? Oh... un momento... “No permitas que el inquisidor maté a mi hermana” había dicho el mago, entonces... ¿Esa era su hermana?

Interesante... pero no soy un buen hombre y aún no es hora de morir — le dijo, cogiéndole la mano para obligarle a que él mismo volviese a empuñar su preciado reloj — Vos mismo se lo entregaréis, lo prometo por vuestra propia vida — le sonrió de costado, a sabiendas que si el hombre llegaba a morir, inmediatamente su promesa quedaría saldada, y aquello podía sonar irónico, pero sabía que él mismo haría todo lo posible porque viviera, pero aún para vidente, no era algo que se pudiera pronosticar.

Quiso levantarlo, pero el hombre ya no tenía fuerzas para sujetar el reloj por sí mismo, y el objeto se cayó de sus manos, retrasando su tarea. Volvió a resoplar y se estiró para recogerlo y echárselo al bolsillo cuando O’Raven comenzó a hablar nuevamente, por lo que una vez más le miró consternado: «Un moribundo con ataque de verborrea, lo que me faltaba» dijo su propia voz en el interior de su cabeza, e inmediatamente se sintió sumamente culpable al sorprenderse deseando que se quedara callado e inconsciente, lo que fue razón suficiente para obligarse a escucharlo con fingido respeto y tomar su propia capa para limpiar de su boca la sangre que expulsaba... y también sus lágrimas.

Mas sabía que no debía perder su tiempo, así que miró hacia ambos lados del callejón para asegurarse de que nadie les miraba, mientras el mago seguía con su historia y él asentía de cuando en vez. Le obligó a incorporarse levemente y le despojó de su saco, aprovechando la posición para mirarle la espalda y comprobar que la bala había salido.

Dos sacos — se dijo a si mismo, al notar que ahora tendría que tapar dos heridas, así que rasgó la prenda de Doreckmair por la mitad y dobló ambas partes para poner una en cada herida y sacarse el cinturón para presionarlas ambas, apretándolo con fuerza a las costillas, mientras no dejaba de vigilar en caso de que se acercara algún enemigo.

Duele tanto... tengo tanto frío... — dijo el hombre, y entonces Emerick supo que estaba entrando en estado de shock — No quiero morir.

No vais a morir — respondió Emerick y entonces el mago dejó de hablar y perdió la conciencia. Le miró por un par de segundos, con expresión de espanto, y fue en ese momento que se le ocurrió llevar su dedo indice por debajo de las de las fosas nasales del herido. Le sintió respirar y él mismo inspiró con tal alivio que le hizo hasta cerrar los ojos — Sí, así, respirad... — añadió con más calma y una sonrisa sincera escapó de sus labios antes de ponerse de pie y tomar al hombre en sus brazos para poner en marcha su plan de huida.




Última edición por Emerick Boussingaut el Vie Nov 09, 2012 10:45 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Crystall Van Wijs Jue Nov 08, 2012 11:49 pm

Que Ruggero hubiera llamado cobarde a su hermano la había echo rabiar de sobre manera, salió de su escondite y usando todo el poder titiritero se dedicó sólo a atacar.

Las débiles energías a su alrededor, manifestaciones banales que no alcanzan a ser llamados fantasmas, entes errantes sin mente, sin definición corporal, era el carbón que necesitaba esa maquina de ataques asesinos.

Levantaba piedras de los alrededores gracias a esos entes, Crystall movía sus manos de un lado a otro como una directora de orquesta. Los hilos invisibles ya habían caído por toda la calle, tomando posesión de energías y luego, usando su nigromancia dio más fuerza a sus ataques.


—¡Dout ajam thyer!— conjuró la bruja y un rayo salió disparado acertando, el impacto golpeó a Ruggero por el hombro deteniendo su avance y luego Crystall volvió a recitar —¡Loult didesis vàyker!— y el cuerpo del inquisidor salió volando.

Y es que aquellos ataques no se debían a un poder extraordinario surgido de una varita como en los cuentos de ficción, no, era más practico, aquellas manifestaciones o energías como las llamaba Crystall hacían su voluntad gracias a su nigromancia y con éste combinaba el poder titiritero, las energías tomaban un estado sólido y por un breve lapso atacaban. Muchas veces al momento de solidificarse emitían alguna luz y al no tener cuerpos definidos se manifestaban como rayos... ¿El por qué recitarlos, conjurarlos?, era una manía que Crystall había cogido en sus viajes, según decía se escuchaba mejor y provocaba un impacto temorizante al enemigo.

Pero Ruggero era perseverante y en lugar de mostrar un semblante de temor, él parecía gozarlo, su sonrisa maliciosa le irritaba a Crystall que continuaba sus ataques.

El inquisidor era muy hábil, esquivaba de tal forma que avanzaba. Pero la bruja ya estaba decidida, no pensaba irse hasta darle muerte. Como a muchos otros perros de la iglesia que se dedican a matar en el nombre de Dios.

Ruggero llegó hasta Crystall y disparó a quema ropa, mas la bruja ya lo había previsto y con un exceso de poder logró levantar el metal de una alcantarilla ubicada a dos pasos de ellos, aquella pieza, como un escudo rebotó la bala. La bruja tomando impulso arrojó sus manos al frente, como si empujara la alcantarilla que no tocaba su cuerpo. La placa metálica se abalanzó sobre Ruggero, el inquisidor recibió el golpe directamente, el revólver de su mano se cayó y a un par de metros de distancia el cuerpo del inquisidor también.

Por primera vez en aquella noche la bruja sonrió de satisfacción y corrió a donde el revólver, sin embargo, la pericia del inquisidor fue superior a los movimientos de la bruja y haciendose de uno de sus cuchillos lo arrojó con tal fuerza que golpeó el revólver alejándolo de las manos de la bruja, mas Crystall perserveró y siguió el arma asesina. En el suelo Ruggero se hizo de otro revólver y disparó a la necia bruja, el rugido del monstruo metálico atrajo la atención de Crystall, la bala le dió en el brazo derecho y aunque no era una herida grave, era dolorosa y fastidiosa.

La bruja declinó a conseguir el arma luego de ya ver a Ruggero de pie y con el dedo en el gatillo.
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Mensaje por Erwin Helstorm Vie Nov 09, 2012 7:18 am


Los acontecimientos se desataron demasiado rápido, quizás antes de lo previsto, demasiadas coincidencias en un mismo lugar para que pasasen inadvertidas entre sí. La lucha comenzó, y bajo sus pies se encontraba la calle donde lo que parecían cazadores o inquisidores combatían contra una bruja, tal vez no tuvieran la situación bajo control pero podrían aguantar sin su ayuda. Vio algunas siluetas por los tejados y las fachadas, fueron rápidas y no pudo observarlas lo suficiente como para saber de que se trataba.

El grito que había proferido la bruja a modo de conjuro captó su atención, debía de intervenir como fuera, podía ayudar a los que luchaban allí abajo o aprovechar la distracción para entrar en el teatro. Susurró una maldición antes de acercarse a la cornisa del tejado para observar mejor.

Iba bien armado y podría hacer frente a cualquiera que se interpusiera en su camino, bajo su capa en sus correajes y cartucheras descansaban un par de revólvers, abundante munición, una estaca de madera y un estilete.

Enganchó a la chimenea el garfio con cuerda que había utilizado para trepar a los tejados y se preparó para un descenso. Desenfundó uno de sus revólvers y le quitó el seguro dispuesto a saltar, su objetivo era una ventana que daba a la pared del teatro por la que había visto una de las sombras. Se dejó caer y golpeó la pared con una de sus piernas, impulsándose para llegar al balcón, durante el salto disparó un par de veces hacia la bruja para desviar su atención de los inquisidores. Llegó a la ventana y entró por esta ágilmente, todo segúia en su sitio. Cargó su revólver Peacemaker y se adentró en la oscuridad de la sala mientras introducía dos balas en el tambor.

Observó el interior del teatro detenidamente, pero is algo captó su atención fue la figura con máscara de demonio que buscaba un rincón para esconderse. Le apuntó con su revólver y clavó su mirada en él, acercándose silencioso.








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Mensaje por Arleken Lundberg Vie Nov 09, 2012 3:07 pm

Arleken escuchó un par de disparos extras y vio la sangre de Crystall surguida de su herido brazo.

El olor de la sangre llegó hasta él con el viento y como si de un principado se tratase sintió deseos incontrolables, luchó por dominarse pero esa ansiedad, los deseos de probar sangre “mágica” eran por mucho superiores, después de todo nunca he probado sangre de un brujo.

Pero debajo de esos deseos se encontraba algo más, un pretexto de querer ayudar a la bruja, Arleken había detectado otra presencia que atentaba contra la bruja, sabía que Ruggero no había disparado, aquel otro ser lo había hecho, alguien que se hallaba en la oscuridad, asechando.

La distancia entre Ruggero y Crystall no fue mucha, de hecho un disparo a esa distancia sería muy difícil de esquivar aún para la gran habilidad de la bruja.


-Que demonios, la noche ha sido aburrida veremos que sale- dijo y se arrojó a la escena en un salto, como si volara y a una velocidad sobrehumana, Arleken llegó hasta donde el inquisidor que estaba por presionar el gatillo. Y, tomándole por el brazo derecho lo arrojó por los aires.

El cuerpo del inquisidor se estrelló contra el muro del teatro y bajo la máscara Arleken miraba a Crystall con malicia.

Sin embargo, la bruja miraba al vampiro con interés. Llevó sus manos al frente y Arleken sintió una anomalía en su interior, un mareo le invadió y calló de cunclillas. Escuchó susurros provenientes de la boca de Crystall, una lengua que él no conocía y que le robaban la fuerza, la vida, después un gran peso y algo que lo comprimía por dentro, como si alguien estuviese dentro, un intruso... Un momento.

Arleken había averigüado algo cuando en el teatro había usado su manipulación de memoria sobre la bruja, ella tenía el poder de la posesión y estaba ejerciendolo sobre Arleken. El vampiro se dio cuenta de que la mujer que la acompañaba en el teatro ya no estaba y la vio en sus propios ojos.
-Con que eras una fantasma- reprochó el vampiro para sí, o más bien para la intrusa.

En un intento de expulsar a la fantasma averigüó su nombre, Cynthia, el poder de la bruja se intensificó y Cynthia usando sus propias habilidades fue plantandose en el cuerpo vampiríco, pero de pronto, a Arleken le pareció una idea interesante.

Había escuchado de posesiones y siempre le pareció atractiva la idea, aunque claro no sobre sí mismo. El cuerpo de Arleken se sacudió y perdió su movilidad. Ahora Cynthia había tomado posesión total y el vampiro ya no intentó retomar su cuerpo. Decidió aceptar la invasión, dejarlas actuar, después de todo por allí afuera hay otro posible inquisidor que a la bruja le traería difícultades, si Arleken lo veía de una perspectiva diferente, estaba ayudando contra su voluntad y eso le pareció bien.
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Mensaje por Ruggero Rosso Vie Nov 09, 2012 3:32 pm

La bruja había impresionado a Ruggero más de lo que inclusive ella pensaba, esta vez sus ataques eran más poderosos a pesar de ya no contar con sus fantasmas.

El inquisidor lograba esquivar y avanzar, pero la bruja era muy rápida y llega a detener el avance con asombrosos conjuros que Ruggero no alcanzaba a comprender.

Ruggero Rosso tomó ventaja y ya al estar suficientemente cercas llevó la mano derecha a una de sus cuchillas enfundadas, sin embargo, escuchó
-¡Dout ajam thyer!- y un luz, un rayo dorado le golpeó el hombro izquierdo logrando hacer que perdiera su equilibrio y con un -¡Loult didesis vàyker!- mandó al inquisidor al suelo.

-Despreciable bruja, a tomar por saco todo se acabaron lo juegos- dijo y cabreado se puso en pie, la bruja dio un descanso a sus ataques y Ruggero le dedicó una sonrisa perversa. La bruja continuó sus ataques. Ruggero comenzó su avanzar hasta que llegó nuevamente a una distancia mortal y sin dudar disparó -Id al infierno- dijo.

Pero la tapadera metálica de la alcantarilla cercana se levantó salvando la despreciable vida de la bruja, luego, esa pieza metálica se abalanzó hacía Ruggero, el arma de fuego se le escapó de las manos y ambos cuerpos físicos cayeron al suelo, el metal sobre Ruggero, el inquisidor irritado echó la tapadera a un lado y sacó de inmediato una de sus dagas arrojándola a donde el revólver, pues aquella bruja intentaba hacerse de él.

En un sólo movimiento Ruggero se levanto, impulsando su cuerpo desde el suelo, en el aire desenfundó su segundo revólver y entonces escuchó dos disparos, una de las balas hirió a la bruja en el brazo derecho. La bruja decidió abandonar la empresa de conseguir el arma y tomó una vez más la postura de ataque.


-Iréis al infierno tal como los fantasmas que te acompañaban- dijo el Ruggero y apuntó a la cabeza, aquellas palabras hicieron que la bruja perdiera concentración. El inquisidor sonrió maliciosamente y se dispuso a disparar, sin embargo, un demonio, un sobrenatural enmascarado lo tomó por el brazo y lo arrojó hacía el muro del teatro.

El impacto con la dura piedra blanca le provocó al inquisidor una lesión interna, sangre se generó en su boca y con molestia la escupió.


-Miserable pagaréis por ello- amenazó Ruggero pero noto algo anormal, al parecer la bruja estaba efectuando una posesión sobre aquel cuerpo sobrenatural.
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Mensaje por Cynthia Dalma Sáb Nov 10, 2012 10:45 am

¿Qué es lo que puede suceder cuando las cosas avanzan con tanta rapidez? Pueden demolerte, apabullarte por completo, porque así es la muerte misma. Pero yo estoy más que acostumbrada a esto, es algo que manejo con mucha facilidad. Por eso poco después de entrar en el comedor desaparecí. Apenas me fijé en lo siguiente que sucedía a mi alrededor. Teníamos que seguir adelante con el plan. Así que me di la vuelta y me alejé de Crystall, a la espera de que pudiéramos seguir con el plan. Me alejé lo suficiente para que nadie me viera, sin salir del comedor mismo.
Y me desaparecí. Abandoné mi cuerpo mortal para volverme translúcida, en un proceso rápido, demasiado incluso, provocando un sonido extraño, una dulce canción musical y fría que invadió gran parte del ambiente.
Había desaparecido por un momento para volver a aparecer en forma translúcida, era lo que solía suceder cuando dejaba mi forma corpórea de forma tan brusca y rápida. Floté durante unos segundos, algo aturdida, por encima de lo que estaba sucediendo arriba, a unos cinco metros del suelo, bastante cerca del techo, con el pelo flotando como si estuviera bajo el agua.
Y esperé.
Sí, esperé.
Hasta que al fin le vi. El caballero al que debía de robarle el cuerpo. Aquel vampiro que antes se había sentado a nuestro lado y le había dicho eso a Crystall. Aquello que tan nerviosa le había puesto.
Él vampiro me miró fijamente. Al final sabía que yo era un fantasma. Le sonreí de una forma algo maquiavélica, una sonrisa seductora y maliciosa. Era la sonrisa que estaba dejando ver cuando estaba a punto de hacer...lo que estaba a punto de hacer.
Y me sumergí en el cuerpo del vampiro, con la ayuda del poder de Crystall, dejando una estela azulada y blanca, fría como el hielo, fría como la mismísima muerte si cabe. Qué extraño era todo. Qué curioso era sentir el poder de Crystall ayudando a que pudiera instalarme en el cuerpo de un vampiro, de una criatura inmortal. Era algo que había soñado desde siempre. Poder ser un vampiro, sentirme como uno, sentir la sed, la inmortalidad misma. Era ésto lo que hubiera deseado ser en vez de un fantama. Desear la sangre pero mantener el cuerpo. Si me hubieran dado a entender lo que hubiera querido en el momento de mi muerte, justo antes de la hoguera, habría escogido esto. Una sensación de victoria me invadió por completo, aunque sabía de sobras que esto no iba a durar para siempre. Que esta posesión no duraría más de dos horas. Pero al menos podría sentirme como un vampiro durante un tiempo. Saber lo que se siente. Dejar escapar mi instinto salvaje. Mata a lo que se debe matar.
El dueño de aquel cuerpo inmortal se resistió durante unos minutos a mi posesión, el hechizo de Crystall le había robado las fuerzas, lo suficiente como para que yo pudiera quitarle por un par de horas su cuerpo...(esperaba que así fuera, porque ya era difícil que una posesión humana durase mucho...me era fácil poseer un cuerpo humano, pero a las dos horas siempre tienes que salir, así que a saber lo que costaría mantenerse en un cuerpo inmortal. Tenía la intención de mantener todo el poder posible antes de que pasara ese tiempo y algo o alguien me expulsara de ese cuerpo) pero finalmente aceptó mi ocupación. Supe su nombre cuando al fin pude acomodarme en su cuerpo, cuando cesó aquel breve frenesí. Arleken se llamaba aquel vampiro. Y finalmente había aceptado mi ocupación. Pude ver algunas cosas, otros recuerdos. Supe que no se enfadaría mucho por la posesión...que aceptaba aquello. Mejor para él. Yo no me arrepentiría ni aunque aquello le hubiese vuelto medio loco.
Alcé la cabeza y me levanté con mucho cuidado. El mundo a mi alrededor se había transformado por completo. ¡Qué bello se veía todo! Y qué claro. Era algo curioso. Como si pudiera ver el más mínimo detalle de cada cosa. El mundo en sí no se volvería una niebla, no podría teletransportarme como lo hacía antes. Los olores me mareaban un poco también. Había tantos...y también el olor de la sangre.
¡Ah! Me llevé una mano a la garganta. Así que eso era lo que sentían los vampiros cuando sentían eso de la sed. No era mucha, pero esperaba poder probar la sangre de algunos de los inquisidores. Matamos cinco pájaros de un tiro.
Di un paso, pero me costaba un poco moverme, como la primera clase para aprender a montar o conducir, algo parecido a lo que me sucedió la primera vez que poseí un cuerpo humano, hace 250 años. No era nada que no pudiera superar.Un par de minutos y ya. Me tambaleé un poco e incluso hice amago de caerme pero luego me levanté y probé a dar un par de pasos. Genial. Sentir el suelo, los olores, la pelea a mi alrededor...ya me iba acostumbrando.
Andé con cuidado para acercarme de nuevo al comedor, mientras buscaba en la mente de aquel vampiro algo que pudiera usar contra Ruggero. Tenía que buscar a Crystall con la mirada. Y allí estaba. Más cerca de lo que yo había creído antes, como si antes de poseer a Arleken hubiera estado demasiado aturdida, o concentrada para darme cuenta de lo que sucedía a mi alrededor, peleando con Ruggero Russo. Herida ya. El olor de la sangre hizo que la sed aumentara de un modo increíble, pero la dominé. Tenía que concentrarme en lo que iba a hacer ahora. Una sonrisa maliciosa se asomó por el rostro que controlaba en aquel momento.
-¡Ya veremos quién irá al infierno!-exclamé con una carcajada que retumbó por la sala. Era una carcajada más propia de mí, pero con la voz de aquel cuerpo sonó como un tambor, grave, extraña. Me sorprendió, porque además sonaba muy fuerte...el timbre de voz de los vampiros era tan fuerte... Pero luego le mostré los colmillos al vampiro. Qué me divertía aquello. Hice amago de avanzar hacia él-Quizá pronto le veais la cara al Príncipe de las Tinieblas.
¿Cómo lo haría? Tenía que acabar con él. Los poderes de aquel vampiro eran muy interesantes. Manipulación de la memoria, control de las emociones. Miré a mi alrededor. Había ya tres rivales contra nosotras. Genial. La cosa se ponía cada vez más interesante. Miré a Crystall, que tenía un brazo sangrando...no me atreví a acercarme mucho aún, al menos no hasta que no manejara esto que clamaba el cuerpo del vampiro. Ese instinto era un arma más. Volví a sonreír al pensar en ello.
En aquellos momentos deseaba muchas cosas. Como echarme sobre el cuerpo del inquisidor y ponerme a beberle la sangre hasta matarlo. Era lo que el instinto de aquel cuerpo clamaba. Pero no podía hacerlo aún, quizás se levantara de repente y sacara el arma...que aún tenía.
¡El arma!
Rápidamente me acerqué a él, a tres pasos más, y usé sobre él el poder de la persuasión.
-¡Suelta el arma!-le ordené tanto en voz alta como mentalmente. Con la misma parsimonia como quién usaba el control de un nuevo poder. Per
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Mensaje por Riful Sáb Nov 10, 2012 6:58 pm

La cambiaformas entornó los ojos. El jefe se estaba metiendo en la matanza de una manera no demasiado inteligente. Si seguía ayudando a aquel mago moribundo, iba a terminar con varias balas en el cuerpo. Esos inquisidores sabían diferenciar sobrenaturales, y con una precisión que asustaba.

Sabes que si bajas, puedes morir.

-Si no bajo, el Jefe morirá, y posiblemente me encuentren también. No me molesta la idea de morir, pero tengo un trato con ese Licántropo, y no me gusta romper promesas ni nada. Me voy al campo de batalla.

Ten cuidado. No me gustaría encontrarme contigo demasiado pronto.

Se rió a la vez que bajaba de las vigas de aquel teatro con una velocidad bastante felina. De seguro Liza y ella jamás se encontrarían en la muerte, por el simple hecho de que ella había firmado sola su condenación. Ya estaba mentalizada con el sufrimiento y las llamas que se le vendrían encima al momento de morir.

Cuando sus pies estuvieron en tierra firme, alisó un poco el burdo vestido que estaba usando y se dirigió cantando hacia donde estaba el Duque. Dos sobrenaturales en un campo de batalla eran mejor que uno y un brujo herido de muerte. Llegó a su lado casi como una sombra, como el cúmulo de oscuridad que era.

-Linda noche para morir, ¿eh?- sonrió al brujo herido, con un poco de conmiseración. Luego se dirigió al Duque-. Como ve, estoy a su servicio, según los términos del contrato. Tiene suerte de que haya estado aquí espiando la carnicería. Dos personas sanas son mejor que una, aunque en la práctica posiblemente estemos en desventaja.
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Mensaje por Crystall Van Wijs Sáb Nov 10, 2012 10:47 pm

Parte IV
=Redada en París=


La herida hizo que la bruja perdiera la concentración, resignada cerró los ojos, era consciente de que nada podía hacer sin concentración. Pero cuando ya se creía muerta llegó un ser sobrenatural y tomando al inquisidor por el brazo lo arrojó.

Una estela azul se vislumbró y como un rayo se abalanzó sobre el cuerpo de aquel sobrenatural. Crystall de inmediato usó su posesión para afianzar el espíritu de Cynthia en el cuerpo de aquel sobrenatural.

No fue sencillo, pero después de varios esfuerzos el sobrenatural cedió por voluntad propia. Cynthia parecía renacer, sintiendo los olores, pero también adaptandose al nuevo cuerpo.


-—¡Suelta el arma!— dijo Cynthia usando claramente la persuación posiblemente una habilidad de ese sobrenatural.

Ruggero mostraba resistencia y mientras ella se encargaba de la situación, Crystall desgarró una parte de su vestido y se anudó al brazo herido, la tela blanca de inmediato abandonó su color inmaculado adoptando el rojo. Pero Crystall ya estaba mejor y lista para continuar sin sospechar que existía una amenaza cercana y que fue quien provocó la verdadera herida.

La bruja tendió nuevamente sus hilos invisibles sobre las energías mediante su poder titiritero. Totalmente preparada para terminar con la vida de Ruggero Rosso una vez que hiciera la voluntad de Cynthia.

Sin embargo, un arma de fuego se posó en su nuca. A Crystall se le escapó un lamento de asombro. ¿Sería acaso aquella presencia que le había causado la herida o se trataba de alguien más?

Crystall no lo sabía, pero de algo si estaba segura. Cynthia no sería capaz de salvarla en esos momentos, la bruja tendría que pensar en algo rápido o aceptar la muerte.
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Mensaje por Nói Runa Hauksdóttir Dom Nov 11, 2012 1:06 pm

La atención de la mujer que me acompañaba fue acaparada por Doreckmair, y así, tan pronto como llegó, se marchó. Sostuve un instante la mirada del mago, hasta que se dio la vuelta y ambos desaparecieron en el umbral de la puerta. Qué extraño, pensé. El anfitrión salía de la fiesta privando a los invitados de su presencia, el motivo por el que estaban allí. Algo pasaba, olía los problemas a distancia, y la mala sensación que me había llevado hasta aquel lugar se hacía más tangible a cada segundo que pasaba.

Aún no entiendo qué clase de ingenuidad me impidió ir tras sus pasos, quizás fuera la estúpida esperanza de que mis sentidos fallaran por primera vez, considerando que debía dejarles intimidad, que habría una buena razón por la que debieran salir de la sala. Me limité, en su lugar, a observar al resto de invitados desde mi posición, centrada especialmente en la mujer que hablaba con el duque de Escocia y el hombre junto al cual salió ella de la sala, dejando solo al líder de la Alianza. Tuve la intención de dirigirme a él y entablar conversación cuando, de pronto, un ruido sordo, procedente del exterior, nos enmudeció a todos.

Había sido un disparo, no había lugar a dudas.
La gente intercambiaba miradas confusas, previas a un pánico inconsciente. Yo permanecía varada en el lugar donde había pasado la mayor parte de la velada, con los ojos abiertos como platos y el cuerpo paralizado de impotencia. ¿Qué había pasado? ¿Por qué no les había seguido? ¿Por qué no había hecho nada para evitarlo? Era ése, precisamente ése, el momento que temía desde que había despertado aquella mañana. Estaba ante mis ojos y ni siquiera había tratado de evitarlo. ¿Cómo podía ser tan estúpida?

Me maldecía en silencio, como en un trance del que no conseguí despertar hasta que vi cómo varios invitados desaparecían rápidamente de la sala, acudiendo al lugar de los hechos, entre ellos, Emerick, el único rostro conocido en toda aquella fiesta.

Decidí seguirle —esta vez sí— al exterior, no sin antes colocarme sobre la cabeza la gran capucha que conformaba mi abrigo como precaución. Me llegaba hasta casi la nariz, y aunque me dificultaba un poco la visión, confiaba en que nadie me reconocería de este modo.

Corrí por las dependencias hasta llegar a la calle. El cielo estaba encapotado, como si las nubes acompañaran la tensión de la escena con una atmósfera más densa que de costumbre.

En apenas un instante, escruté la escena al completo. Mi mirada se clavó directamente en Doreckmair O’ Raven, que, en la lejanía, se encontraba tirado sobre un charco de sangre, su propia sangre. A su lado, el duque, tratando de ayudarle, y, ante ellos, Ruggero Rosso, el temido inquisidor del que tanto había oído hablar. Estaba herido, pero a pesar de ello mantenía el semblante duro y amenazador. Contra él, escuché la voz grave de un vampiro que le instaba a desarmarse, pero aún más cerca de mí pude percibir cómo algo se movía, algo que captó toda mi atención.

A unos pocos pasos se encontraba la bruja que previamente había visto en el comedor. La sangre manchaba su brazo, pero no era aquello lo que me alteró, sino la sombra que se alzó tras ella, apoyando la punta del revólver contra su nuca.

¡NO! —exclamé con todas mis fuerzas.
Ni siquiera tuve tiempo de pensar. En una fracción de segundo me coloqué a su lado, extendí la mano hacia aquella silueta humana y noté cómo la magia fluía a través de mí en un impulso incontrolado. Empleé un hechizo de dominación que le hiciera bajar el arma. Su voluntad era muy fuerte y tuve que esforzarme mucho. Todo mi cuerpo estaba en tensión, una tensión tan fuerte que empezaban a dolerme ciertos músculos, incluso notaba cómo un sudor frío recorría mi piel.

Hubiera dado mi vida en aquel esfuerzo si era necesario.
Les había fallado antes, no podía hacerlo ahora.



Última edición por Nói Runa Hauksdóttir el Dom Nov 11, 2012 3:38 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Hayden Vaggö Dom Nov 11, 2012 2:43 pm

Hayden Vaggö ya había visto suficiente, su maestro estaba siendo superado y eso le dolía... ¿Qué le sucedía, por qué tardaba tanto en acabar con aquella bruja?

Y conforme pasaban los minutos las cosas empeoraban, intervino un posible vampiro dada su solvencia y cuerpo, y a pesar de que la bruja estaba ya herida sometió el cuerpo del vampiro con un fantasma, haciéndose de él.


-Se acabó voy a intervenir, ¡Qué Ruggero Rosso será llevado a juicio, es un prisionero!-

El joven inquisidor se movió entre las sombras, con sigilo, como una depredador nocturno. Aquella bruja no se percató de los pasos de Hayden, ni siquiera del sonido que hiciera al pisar un charco. Los poderes de ella estaban totalmente concentrados en la posesión; por lo que, a Hayden le fue sencillo llegar hasta ella y ponerle el cañón del revolver en la nuca.

Hayden pudo sentir el escalofrío de la bruja, su temor y esas sensaciones le provocaron excitación.


-¡Será mejor que expulséis a ese fantasma si no queréis que vuestra cabeza estallé bajo la pólvora de mi cañón!- le amenazó el joven inquisidor, sin embargo la bruja no cedía. -¿Acaso creerá que voy de coña?- pensó Hayden y quitó el seguro.

-¡No lo repetiré de nuevo!- continuó y posó su dedo índice en el gatillo.

De pronto sintió una pesadez en su cuerpo, estaba siendo víctima de un poderoso hechizo, pero no sabía si era persuasión o dominación. El hecho era que el cuerpo de Hayden cedía al poder y el dedo índice abandonó el gatillo, luego puso nuevamente el seguro. Y aún así, Hayden todavía tenía su conciencia y luchando en contra de ese gran poder usó toda su concentración y disciplina para no abandonar el arma, mantenerla en la nuca, pero era inútil. Quien quiera que fuera el autor de ese hechizo era muy fuerte y hábil. Hayden terminó cediendo por completo y arrojó su arma lejos.

Su lucha le había cansado y jadeaba. Y se dio cuenta de algo, ahora que estaba desarmado el hechizo había terminado y tenía de nuevo control de sí, sin perder tiempo dio media vuelta para encarar a aquel que le hiciera semejante ultraje mientras desenfundaba su segunda arma.

Y la vio, era una mujer encapuchada, la luz y su vestimenta hizo imposible para Hayden identificarla, pero no importaba, ya le vería el rostro cuando ésta estuviera muerta. Pero Hayden había dado la espalda a la bruja y sin darse cuenta recibió un ataque que lo mando lejos, tirándolo al suelo.
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Mensaje por Chase Rider Nicklebly Jue Nov 15, 2012 3:12 pm

La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar.
Friedrich Wilhelm Nietzsche. Filosofo alemán.


Una carcajada elegante salió de la garganta de Chase, el tenia una mano recargada encima de una de las mesas en donde se servía el bufete, enfrente de el una exótica mujer rubia de curvas peligrosas reía del mismo modo, durante el tiempo en el que el mago fue herido nuevamente su atención se desvió sin hacerlo realmente, el, al igual que el resto de las personas que compartían su oficio había pasado por innumerables experiencias antes de llegar a convertirse en lo que era, experiencias que sin duda alguna marcan el alma a fuego lento, una de ellas era la razón por la que el joven italiano se había unido a la iglesia y aunque los estatutos no lo exigían consagro su cuerpo y su alma a servir a su reino, a servir a su dios, sin embargo, en situaciones como esa su naturaleza libertina le distraía de vez en cuando de sus deberes como inquisidor. Ladeo el rostro echando a un lado sus rubios cabellos, dedicándose algunos cuantos halagos con la muchacha mientras sentía erizar su cuello con la presencia de aquel no muerto que hurgaba entre las sombras, ese que hacia ondear su capa con cada paso esperando pacientemente y actuando en pro de algún objetivo desconocido para el.

Su sonrisa se amplió mientras hablaba haciendo que abrirse los ojos atento a los descubrimientos esa noche, había estado investigando pero nunca encontró la relación entre el brujo moribundo y la que luchaba fervientemente con Ruggero, sin embargo no por nada tenia tres bestias dentro de su alma, todas dispuestas a sacar los dientes en cualquier momento cuando sintiesen peligro o a lamerse las heridas entre ellas cuando llegasen a perder ante alguien mas, bestias que poseían un instinto tan básico que era difícil de engañar, las mentiras se olían, la tristeza también, el instinto asesino se colaba por su pelaje mientras que la determinación de su raza le daban las armas para terminar con alguna presa sin importar que tan difícil fuese, ese mismo instinto conecto los cables que entrelazaban a Doreckmair con aquella muchacha sin embargo no pudo llegar a ninguna conclusión lógica así que dejo pasar esa espina que le golpeaba el pecho, con un suspiro se disculpo con la muchacha, aquella incertidumbre le hizo ver también lo mal bibliotecario que era, después de todo, ¿La información debería ser su fuerte no?

Comenzó a caminar por los pasillo del teatro, sin prisas, como un simple envidado que se desvió del camino hasta donde se manejaban las luces, desde aquel sitio sin duda se podía observar mejor, estar con aquella mujer era entretenido sin embargo no valía la pena perder sus votos en medio de una misión con la que planeaba limpiar su alma, nadie valía lo suficiente como para que su pequeño y duce Lucas se le escapara de las manos, hacia tiempo que estaba a dos pasos de conseguir a su bebe, sin embargo parecía que a cada paso que el daba, sus padres daban tres para alejarlo de su pequeño niño. Suspiro recargándose de la barandilla colocada en la parte de encima del teatro donde los encargados de iluminar el teatro se colocaban en silencio para alumbrar a los actores, la bruja estaba haciendo una cosa interesante con sus poderes, quizá el como cambiaforma no podría ver correctamente lo que ocurría sin embargo intuía muchas de las cosas que hacia la mujer para atacar, parecía talentosa, bastante, sin embargo, muchas personas talentosas caían antes de explotar todo su potencial, esperaba que este no fuese el caso, sin no no seria para nada interesante.

¡Oh! Pero él no estaba ahí para admirar a la bruja, o para intentar reconocer a aquel vampiro que la estaba ayudado aun cuando sus ojos se afilaran con curiosidad, él siempre tuvo una buena mala memoria como ya había mencionado con anterioridad así que se preguntaba si de algún sitio lo conocía o lo encontró en los archivos de la inquisición, los labios de Chase se entreabrieron como para decir algo pero no dijo nada, estaba sorprendido cuando Hayden entro en escena al parecer un poco azorado con al situación, el lobo estaba seguro de que pronto tendría que intervenir pero sus ojos se comportaban diferente que su cuerpo el cual se mantenía quieto, como si observara una real obra de teatro, se recargo un segundo de las luces y estas se encendieron resbalándose, él se resbalo hasta el suelo mientras el foco se volvió loco, seguramente deslumbrando a mas te uno, “Que linda forma de volverse el “foco” de atención” pensó incorporándose rápidamente
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Mensaje por Crystall Van Wijs Jue Nov 15, 2012 6:22 pm

La fría arma posada en la nuca de Crystall provocó varias sensaciones a la bruja, ya nada podía hacer, la resignación de morir había invadido su cuerpo y espiritu. Pero de pronto, aquella arma asesina abandonó la nuca y después fue arrojada por su dueño.

–¿Se trataría de un aliado?– pensaba Crystall y pudo sentir como aquel joven, delatado inquisidor por el dije de cristo digno a la iglesia, daba la vuelta para enfrentar a la amenaza. Mas Crystall aprovechó esa oportunidad. Ruggero estaba entretenido con Cynthia así que la bruja podía confiarse en darle la espalda.

Con la rápidez que le permitió la herida en su brazo Crystall invocó su nigromancia y poder titiritero. Golpeando por la espalda al inquisidor, que se fue volando por los cielos hasta caer bruscamente en el suelo.

Pero el inquisidor no se quedó en el suelo, dio un giro y se puso en pie; no se mostraba furioso, más bien con determinación y de esa forma se abalanzó sobre la bruja. Crystall extendió sus hilos invisibles sobre los objetos de los alrededores y comenzó a usarlos a su favor. El joven los esquivaba con mucha facilidad, sus movimientos eran parecidos a los de Ruggero y entonces Crystall lo dedujo... “Es alumno de Ruggero Rosso”.

Sin mostrar piedad Crystall levantó sus manos, enviando a un par de energías que vagaban, obligándolas a sujetar al inquisidor por los brazos y elevarlo. Mas el inquisidor desenfundó su otro revólver antes de alejarse del suelo y disparó tres mortales balas; Crystall pudo evitar dos de ella, sin embargo, la tercera y última le rozó su pierna derecha, haciendo que ella cayera hincáda.

El inquisidor mantuvo una sonrisa y volvió a apuntar a Crystall.
—Loult didesis vàyker— recitó la bruja y el joven fue golpeado inesperadamente por detrás.

Crystall se puso en pie y fue entonces que otro ser hizo presencia... Otro inquisidor.

La bruja recordó las palabras de Dalma y comenzó a entender que esto se trataba de una emboscada, no sólo a su hermano, sino a todos los sobrenaturales que en el teatro se hallaban y que, en defensa se delatarían entregándose a las armas de la inquisición...
—Una Redada... Una Redada en París— susurró Crystall que miraba a aquel nuevo joven que a Crystall le decía que era diferente a Ruggero o al otro joven, aquellos ojos del atractivo joven de las sombras, ojos inocentes ocultaban un monstruo.

Crystall miró a la mujer que intervino y la salvó y cogiéndole las manos así le dijo.
—Disculpame, te he puesto a merced de estos asesinos. Intentaré distraerlos para que te pongas en fuga. Estate pendiente para cuando llegue ese momento. Mi amiga, la fantasma a tomado posesión del vampiro a nuestra espalda pero no será por mucho tiempo— y se echó a reír, una risa corta, sarcástica, —ahora estamos en desventaja— dijo la bruja más para si que para su igual.

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Mensaje por Ruggero Rosso Lun Nov 19, 2012 1:04 pm

Este nuevo ser, este evento que se desarrollaba a los ojos de Ruggero.

Una posesión en plena batalla, al inquisidor le parecía interesante, aquella bruja había superado las expectativas de Ruggero. Pero que era lo que atacó a Ruggero, ¿a qué clase de monstruo se enfrentaría? Era claro que el inquisidor no lo sabía pero dejaría de jugar. Se concentraría, ya la bruja le había causado daño y aquel ser también.

Ruggero había escuchado mucho de posesiones y si sabía algo era que el ser invasor lucha en el interior y después, si vence al alma del cuerpo tiene que adaptarse a ese nuevo cuerpo. Ahí, era donde Ruggero tenía que intervenir, aprovecharse de la situación.

Pero algo lo detuvo, no sabía que era...
-¿La bruja?- pensó Ruggero y no pudo más que ver como la posesión concluía. La fantasma había tomado exitosamente el cuerpo del ser y ahora ordenaba al inquisidor. -¡Suelta el arma!-

Era una clara persuasión, Ruggero se resistió pero entonces comprendió que era inútil y que le era más conveniente dejarse vencer por el poder, después de todo aquella fantasma había revelado la identidad de aquel ser enmascarado. Era un vampiro, los licántropos y cambiaformas carecían de esas habilidades sobrenaturales y un brujos no tenía una fuerza sobrehumana para estrellar el cuerpo del inquisidor contra el frío y rigido mármol.

Ruggero fingió que el poder lo vencía y como un sin alma dejó caer el revólver, el poder dejó de fluir por su cuerpo pero una amenaza latente aceleraba el corazón del inquisidor.

Antes de que la fantasma hiciera el segundo movimiento, el inquisidor llevó sus manos a la chaqueta y se hizo de dos pequeñas botellas y las lanzó al aire, tal movimiento llamó la atención de su agresor que dirigió su vista a éstas, Ruggero sacó su última pistola y les disparó reventándolas en el aire.


-¡Tragaos el agua de Dios demonios!- exclamó el inquisidor. Ruggero sabía perfectamente que esa agua no le haría nada al vampiro pero tal vez la fantasma dudaría acerca del efecto que podría causar al cuerpo que poseía. En una rápida acción Ruggero corrió hasta el vampiro embistiéndolo, sacó una estaca metálica con un cristo grabado y se preparó para clavar el arma bendita en el corazón del demonio. Pero la fantasma hizo reaccionar el cuerpo vampírico y mandó a volar el cuerpo del inquisidor.

Ruggero Rosso amortiguó la caída con un giro en el suelo y para su fortuna cayó donde se hallaba su primer revólver, lo cogió y se preparó para el ataque. Entonces vio a su alumno Hayden luchando con Crystall y después a otro joven entre las sombras y que hizo presencia accidentalmente, era un inquisidor.

Ahora ya eran tres inquisidores, más uno, el autor de la herida de Crystall y que no mostraba su rostro y V,
-¿dónde está V que dejó que este vampiro me atacara?- masculló entre dientes Ruggero, pero no importaba. La fantasma no podría sacar el 100% de provecho al cuerpo vampírico y Hayden se encargaría de la herida Crystall; además el maestro inquisidor estaba seguro que aquel joven intervendría si la situación se complicaba.

Dejó de reflexionar, seguir haciéndolo era desventaja. Ruggero tomó carrera hacía la fantasma y disparó de manera estratégica a modo que pudiera llegar ante ella y en un derribo clavar la estaca en el corazón.
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