Libertad, Pasión, Música [Lana D'Ibelín]

por **Aldebaran Ballester** Miér Jun 20, 2012 1:59 pm

Realmente las más bellas escenas son traídas desde el alma y el corazón pues solo basta con desearlas para tejer un sinfín de historias memorables cuyos roles protagónicos serán hechos a la medida de quien tanto desea estas experiencias, solo hay un problema, ¿Qué pasaría en caso de que los mandatos ajenos se interpusieran? Pueden ser las eternas estacas sociales, quizás el miedo o inclusive el traicionero desdén por sacrificar la felicidad propia a cambio de la de los seres queridos, merecido o no. Así también, hay quienes dejan a un lado aquellos intereses que son ajenos a los suyos quizás optando por un poco de egoísmo que para nada hace daño, mostrándose realmente como es al mundo viviendo de una manera real y libre.

-Ya es hora- se escucha con calma y una pizca de emoción, las calles de París parecen ser por demás de iluminadas y con un toque feliz. Vistiendo elegante con unos botines negros tal cual a su pantalón y su chaleco que acentúa su camisa blanca yace aquel joven, oculto bajo un antifaz negruzco cuyos detalles en su parte izquierda del ojo impregnan una imagen de misterio; su rostro con una sonrisa bien marcada y un vello facial en forma de bigote con un mechón por debajo de sus labios informa a la sociedad de su gran porte, una imagen varonil que como se espera yace bien colocado en un faro al lado del puente donde los vientos suaves mecen su cabellera larga hasta los hombros manteniendo en secreto su identidad pues en la realeza no está bien visto que sus integrantes se mezclen con la otra gente -.. Mi bella Lana- vuelve a comentar mientras se le ve sosteniendo una pequeña caja con su mano diestra la cual porta como es costumbre aquella argolla de plata y más hacia arriba, en su muñeca, la pulsera de piel negra cuya placa hecha a oro blanco y diamantes con el escudo de su familia ensambla en perfección con su imagen flamenca. A su lado un estuche de guitarra con un fino tiraje de cueros oscuros y de alta calidad se puede apreciar, siendo fiel a su dueño como es de costumbre y celosa a quien le hace cantar todas esas piezas de herencia española.

Era un trato, ambos habían quedado de verse justo a medio día en el farol que está al lado del puente que lleva hacia el parque de la ciudad, la emoción del músico no era del todo clara a los demás pero si encandecía dentro de todo su cuerpo, hasta su alma; sin más, los recuerdos eran claros pues ambos aquella noche habían conversado sobre la libertad, la felicidad, el verdadero sentido de querer hacer lo que deseen y no se pudo evitar la emoción de ambos en planear una pequeña fuga, algo que le mostrase a la preciosa Condesa lo que quizás signifique ser realmente feliz y todo esto revolvió tantas emociones dentro del Barón de España que no pudo evitar convencerla para hacer de un día –como el pactado- el más loco, descabellado, peligroso pero feliz para ella y para él.