Máscaras en la noche, y otros seres nocturnos. [Lana]

por **Memnock Crowley** Miér Jul 11, 2012 2:35 pm

Echaba ya de menos esto, en Italia las fiestas de disfraces eran muy concurridas y, muy entretenidas, esos preparados tan dulces con alcohol hacían que hasta la más católica perdiera la cabeza por un verdugo con la tez deformada. Pero nunca había pisado una en París, ¿Sería todo tan asquerosamente refinado y recatado como para el resto de cosas? Esperemos que no.

Iría solo, y con una petaca bien escondida de absentha, por si decidía aburrirme e irme, sin ganas de volver a casa, y con ganas de pasear. Pasear, dícese de tambalearme tan borracho como un bastardo en el día del padre por las calles de París.

Me enfundé mi capa de terciopelo negro, las botas con arandelas de plata, los pantalones negros de satén, la camisa color perla de seda, y encima un chaleco de cuero con los botones en forma del escudo de mi familia, al igual que la hebilla de mi cinturón. Decidí tintarme algunos mechones de verde gracias a un ungüento de aloe vera, perfumada y bien mezclada con resina, por ahuyentar un poco a esos gabachos tan recatados a los que odio. Y me encasqueté mi máscara de don Juan, roja y blanca, con un tocado dorado.

Y entré, dejándole a mi izquierda al hombre-ropero mi capa y mi bastón con la empuñadora en oro blanco, forma de cabeza de un cuervo, entré haciendo resonar los tacones de mis botas, para ver a quién le llamaba la atención. 1...2...3... niñas y aprovechados. Cuanta escoria.

Me acerqué a un camarero que postraba en su mano copas de champagne, le arrebaté una y me apoyé en una columna, de primeras, observándolo todo a mi alrededor.

Había algo aquí fuera de lugar, por así decirlo, algo diferente, y mis ojos se empeñaban en encontrarlo.

por **Lana D'Ibelín** Sáb Jul 14, 2012 7:08 am

La fiesta prometía, tenía fama. Todas las familias pudientes de Paris asistían, era un punto de encuentro para conocer gente y hacer negocios. La diferencia es que como norma todo el mundo debía llevar una máscara que ocultara parte del rostro, si no era este entero. Nadie se conocía en un primer encuentro, no verías a tu pareja de baile ni al caballero que te invitara a una copa de champagne.

A diferencia del estilo que siempre me definía esa noche, me decanté por un color fuerte e intenso. El color rojo del vestido era totalmente opuesto al resto de mi vestidor, siempre en tonos claros y poco llamativos. La parte ajustada del corsé, entallaba mi cintura y delineaba la figura haciendo que la falda cayera libre sobre las piernas. El pelo rubio recogido en un elegante moño con un par de mechones sueltos, dejaba la cara despejada, libre para ser maquillada. Simplemente remarqué los ojos con un tono gris y alargué las pestañas con un ungüento especial para ello. Las mejillas sonrojadas de forma natural me daban el aspecto dulce de siempre, los labios sin maquillar.

La máscara que escogí, era pequeña, negra con forma de cara de gato. Una vez colocada me dirigí a la calesa que esperaba para llevarme a la fiesta. Nunca asistía a estos eventos sola pero, estaba aburrida de estar en casa por lo que subi las escaleras del palacete en el que se llevaba a cabo la mascarada. Dejando mi abrigo en la entrada me dirigí a la sala central sintiéndome sobrecogida por la cantidad de personas que bailaban allí. Decidí retirarme hacia uno de los laterales, cerca de un ventanal para poder tranquilizarme al no conocer a nadie. Sonreí a un par de personas que inclinaron la cabeza en mi dirección y justo al darme la vuelta para salir al jardín choqué forntalmente con un hombre de negro impoluto

- Lo lamento mi señor – mis mejillas se enrojecieron por el contacto y me retiré un paso de su lado avergonzada.

por **Memnock Crowley** Dom Jul 15, 2012 3:27 pm

La fiesta se tornaba parcialmente aburrida. En un principio no había anda verdaderamente interesante, era exactamente tal y como me lo esperaba. Pura burocracia. Las fiestas en Italia... Semibacanales en historias contadas al día siguiente de dichos eventos. Pura lujuria y puro demacre con la máxima elegancia posible.

Necesitaba coger algo de aire viciado, y por respeto a los invitados salí del palacete hacia el jardincito más cercano, andando, haciéndome de notar, como siempre, sin dirigir fijamente la mirada a nadie, y con firmeza, y elegancia.

Fui hacia afuera, y pipa en mano, la cargué hasta arriba de tabaco bien fresco, recién importado, comprado a primera hora de la mañana. Encendí la pipa solo mirándola, sonriendo. Si me vieran sería un tamaño fallo, pero total, los riesgos son de lo más morboso en vida.

Y empecé a fumar... el tabaco inundando mis pulmones, y los vestigios de nicotina pasada, el humo a presión saliendo por mi garganta, realizando formas imposibles en el aire, me senté en un banco, recién barnizado, reflector de la luz nocturna, y me perdía en las curvas del humo en el aire, ensimismandome y haciendome recordar viejas glorias y viejos fallos. Haciéndome volar en mi éxtasis personal.

Y una vez saciada mi sed, uno de mis tantos vicios, me levanté y me dispuse a volver a entrar. Si no aparecía nada interesante, me iría de aquí. Y justo en el momento en el que iba guardando la pipa, ya vacía de tabaco, en un bolsillo interior de mi chaleco de cuero mateado, se topó conmigo.

Una chica de unos no más que unos 24 años. Aunque pudiera engañar mucho el maquillaje, y las máscaras, tenía una apariencia dulce y joven. Aunque sentía algo de ella que se escapaba a mi percepción de lo que es enteramente humano.

Reí con una voz grave y solemne -No se preocupe, madame, pero ahora tendrás que permitirme, que te invite a una copa. Posiblemente, es lo menos que podría hacer después de llenarme el chaleco de trazas de tabaco quemado- Reí otra vez -Si no le parece demasiado atrevido, claro- Sonreí con picardía bajo mi máscara.

por **Lana D'Ibelín** Dom Jul 15, 2012 3:56 pm

Negarme a esa invitación hubiera sido tanto descortés como poco ortodoxo. Le había manchado sin querer el atuendo de aquella noche y había respondido con elegancia al invitarme y además era una fiesta, si bien era cierto que no sabía desenvolverme en ellas, no creía que rechazar una invitación fuera buena idea.

- Le agradezco la invitación – asentí dejando que me guiara hacia la zona donde era más fácil conseguir una bebida - pero no tengo por costumbre beber, asi que una copa de champagne estará bien – agregué con tono suave para que no sonara como una orden, sino más como una petición. No toleraba el alcohol y nunca me gustó, asi que al ser el champagne a lo que más acostumbrada estaba por ser obligada a beberlo en fiestas y celebraciones, saldaría mi “deuda” con el hombre desconocido y todo quedaría en una anécdota más de la fiesta.

El gentío moviéndose a mi alrededor comenzaba a agobiarme, su libertinaje y forma de tocarse me parecían totalmente inadecuadas para personas de su posición social, banqueros, nobles… todos parecían olvidar quienes era y lo que representaban por el mero hecho de llevar una máscara sobre su rostro. No se si aquel hombre, mi acompañante, notaba el desagrado por tales actitudes pero preferí volver el rostro hacia él.

- Gracias –sujeté la copa que me tendía aún sin beber de ella esperando a que él mismo se hiciera con otra. No podía dejar de vigilar mi entorno. ¿Por qué habría ido allí sola? Me sentía como enjaulada con leones muertos de hambre. Centré mi atención en el poder que sabía que poseía, sabía manejar la voluntad de los mortales, mover objetos y hacer que sintieran atracción por mi (aunque eso nunca lo usé). Me podrían ser de ayuda si alguno de los presentes hacía alguna estupidez movido por el alcohol o las drogas que parecían empezar a danzar por la sala.

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