AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Family Business [Asakura Sousuke]
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Family Business [Asakura Sousuke]
Estaba de vuelta. Solo esa frase bastaba para saber todo lo que se le vendría encima en el momento en que pusiera un pie en la innecesariamente lujosa residencia familiar en París, tendría que dar mil y una explicaciones, y esperarse unos cuantos gritos más de parte del jefe de familia, pero el daño ya estaba hecho. Se había largado sin avisar ni dar señales de existencia por casi tres meses, y si bien era una costumbre cuando vivían en su ahora lejano Kyoto, sabía que las reglas habían cambiado desde que aquel bastardo narcisista se había hecho con la autoridad al morir su padre.
¿¡Cómo mierda podrían ser gemelos!? Dos personas tan abismalmente diferentes habían compartido el mismo vientre durante nueve meses, y que ahora apenas soportaban respirar el mismo aire. Claro, las cosas no siempre fueron así, pero poder corrompe tanto a quienes lo tienen, como a los que carecen de él.
Aun así, Asakura Eiji creyó haber cambiado y madurado después de la infame tragedia que se cernió sobre todo el clan. Ya no le interesaba en absoluto aquel estúpido título del que su hermano tanto se vanagloriaba, no, obtenerlo no, pero si librarse de aquel yugo y estigma que le imponía el tener que estar a las órdenes de aquel sujeto.
Ni sigiloso, ni ruidoso, dio aviso de su presencia dejando que la pesada puerta de la entrada principal se cerrara por si misma. Esperaba encontrar a alguien, sobretodo después de aquellos rumores que había oído en su mismísimo Kyoto sobre la partida de los trillizos, a los que claramente podía esperar ver rondando el lugar. Pero no. A primera vista no había nadie, y no sabía si preocuparse o sentir alivio.
- Tadaima – dijo con firmeza, esperándose en último caso a alguno de los sirvientes para que recogiera sus cosas, pero no para su mala suerte, lo único que obtuvo como respuesta fueron unos pesados e inconfundibles pasos.
¿¡Cómo mierda podrían ser gemelos!? Dos personas tan abismalmente diferentes habían compartido el mismo vientre durante nueve meses, y que ahora apenas soportaban respirar el mismo aire. Claro, las cosas no siempre fueron así, pero poder corrompe tanto a quienes lo tienen, como a los que carecen de él.
Aun así, Asakura Eiji creyó haber cambiado y madurado después de la infame tragedia que se cernió sobre todo el clan. Ya no le interesaba en absoluto aquel estúpido título del que su hermano tanto se vanagloriaba, no, obtenerlo no, pero si librarse de aquel yugo y estigma que le imponía el tener que estar a las órdenes de aquel sujeto.
Ni sigiloso, ni ruidoso, dio aviso de su presencia dejando que la pesada puerta de la entrada principal se cerrara por si misma. Esperaba encontrar a alguien, sobretodo después de aquellos rumores que había oído en su mismísimo Kyoto sobre la partida de los trillizos, a los que claramente podía esperar ver rondando el lugar. Pero no. A primera vista no había nadie, y no sabía si preocuparse o sentir alivio.
- Tadaima – dijo con firmeza, esperándose en último caso a alguno de los sirvientes para que recogiera sus cosas, pero no para su mala suerte, lo único que obtuvo como respuesta fueron unos pesados e inconfundibles pasos.
Eiji Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Family Business [Asakura Sousuke]
Se había encargado personalmente de darle a todos los criados una tarea lo suficientemente larga para que no tuvieran tiempo ni oportunidad de ir a recibirle, asegurando su éxito con una amenaza tan real como el castigo. Sus contactos le habían informado de su regreso, y deseaba "recibirlo" personalmente, y ese deseo obviamente se cumpliría. Era Su Voluntad.
Se acomodó un mechón que osaba obstruir su vista y salió a su encuentro con pasos que su hermano supo reconocer a la perfección, eso por la mueca de disconformidad que se veía incluso desde la puerta corrediza del salón principal sin abrirla. Sonrió y él mismo se encargó de hacerlo, acercándose hasta hacer la distancia "de autoridad" que entre ellos existía. Quizás no era tan larga como los kilómetros que recorrió Eiji en su escapada, pero era suficiente para seguir fomentando esa separación entre ambos, y que aparentemente no le importaba al Daimyo.
Abrió los brazos, como si quisiera que saltara a ellos en plan reencuentro humano, pero sólo era una muestra más de una de las fuentes del odio del retornado: su arrogancia. - Okaerinasai, otōto...-Dijo con falso apego y anhelo, eso que ya no existía - ¿Esperabas un recibimiento más acogedor? Lamentablemente, todos están tan ocupados haciendo su trabajo que no tienen tiempo para darle la bienvenida a un vago como tú.- La sonrisa desapareció - Una vez más me decepcionas, Asakura Eiji.- No hubo burla ni sorna, sino mero desprecio.
Se acomodó un mechón que osaba obstruir su vista y salió a su encuentro con pasos que su hermano supo reconocer a la perfección, eso por la mueca de disconformidad que se veía incluso desde la puerta corrediza del salón principal sin abrirla. Sonrió y él mismo se encargó de hacerlo, acercándose hasta hacer la distancia "de autoridad" que entre ellos existía. Quizás no era tan larga como los kilómetros que recorrió Eiji en su escapada, pero era suficiente para seguir fomentando esa separación entre ambos, y que aparentemente no le importaba al Daimyo.
Abrió los brazos, como si quisiera que saltara a ellos en plan reencuentro humano, pero sólo era una muestra más de una de las fuentes del odio del retornado: su arrogancia. - Okaerinasai, otōto...-Dijo con falso apego y anhelo, eso que ya no existía - ¿Esperabas un recibimiento más acogedor? Lamentablemente, todos están tan ocupados haciendo su trabajo que no tienen tiempo para darle la bienvenida a un vago como tú.- La sonrisa desapareció - Una vez más me decepcionas, Asakura Eiji.- No hubo burla ni sorna, sino mero desprecio.
Sousuke Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Family Business [Asakura Sousuke]
Y la serpiente salía de su rastrero escondite de entre la hierba, mostrando vanidosamente sus escamas brillantes hasta encontrarlo y mostrar, no tan metafóricamente, sus colmillos para amenazar. Sí, al sentir esa arrogancia suya supo que oficialmente estaba en casa, aunque seguía sin saber si era lo correcto, porque de todas las cosas que podía hacer estúpidamente decidió volver al lugar donde probablemente era más odiado.
- ¿En serio? – dijo alzando una ceja, incluso algo divertido - ¿Así es como comienza tu castigo? ¿Tratando de hacerme sentir solo y miserable? – preguntó sin poder retener una carcajada posterior – Ya soy lo suficientemente miserable con tener que compartir la misma sangre contigo ¿No lo crees? –
Se repuso de la risa y alisó un poco aquel pesado abrigo occidental que llevaba puesto, esperándose una respuesta que aliviara la bilis de Sousuke para poder continuar en paz ese casi peregrinaje hasta su habitación. Hasta su mundo o cualquier lugar donde pudiese estar solo. O tal vez no solo, pero si lejos de él, eso sería suficiente.
No sabía exactamente lo que iba a hacer en París, porque no se había molestado siquiera en tomar una resolución respecto a su vida, dormir y comer, eso era todo lo que hacía antes de irse, pero por su propia salud mental debía cambiar. Y un buen comienzo seria dejar de convencerse que era correcto seguir las órdenes de un pedante.
- Bueno, ha sido una agradable bienvenida – dijo volteándose a recoger la maleta que había dejado tras de si – Pero ya sabes, un viaje largo, el cansancio y toda esa historia – dijo al tiempo que comenzó a caminar hacia él, quedando a su lado, pero mirando a la dirección opuesta – Por cierto, ¿Recuerdas al viejo que solía servir a nuestro padre? Te envió saludos – dijo con un tono evidentemente malicioso en la voz.
Decir aquello significaba sembrar en su hermano la duda del conocimiento de una verdad perdida mucho tiempo atrás, una que escondía una de las peores aberraciones para una familia tan particular como la suya. Una en que el arte de asesinar y de la guerra era enseñado desde temprana edad, pero cuando se trataba de la familia, era la peor de las traiciones.
- ¿En serio? – dijo alzando una ceja, incluso algo divertido - ¿Así es como comienza tu castigo? ¿Tratando de hacerme sentir solo y miserable? – preguntó sin poder retener una carcajada posterior – Ya soy lo suficientemente miserable con tener que compartir la misma sangre contigo ¿No lo crees? –
Se repuso de la risa y alisó un poco aquel pesado abrigo occidental que llevaba puesto, esperándose una respuesta que aliviara la bilis de Sousuke para poder continuar en paz ese casi peregrinaje hasta su habitación. Hasta su mundo o cualquier lugar donde pudiese estar solo. O tal vez no solo, pero si lejos de él, eso sería suficiente.
No sabía exactamente lo que iba a hacer en París, porque no se había molestado siquiera en tomar una resolución respecto a su vida, dormir y comer, eso era todo lo que hacía antes de irse, pero por su propia salud mental debía cambiar. Y un buen comienzo seria dejar de convencerse que era correcto seguir las órdenes de un pedante.
- Bueno, ha sido una agradable bienvenida – dijo volteándose a recoger la maleta que había dejado tras de si – Pero ya sabes, un viaje largo, el cansancio y toda esa historia – dijo al tiempo que comenzó a caminar hacia él, quedando a su lado, pero mirando a la dirección opuesta – Por cierto, ¿Recuerdas al viejo que solía servir a nuestro padre? Te envió saludos – dijo con un tono evidentemente malicioso en la voz.
Decir aquello significaba sembrar en su hermano la duda del conocimiento de una verdad perdida mucho tiempo atrás, una que escondía una de las peores aberraciones para una familia tan particular como la suya. Una en que el arte de asesinar y de la guerra era enseñado desde temprana edad, pero cuando se trataba de la familia, era la peor de las traiciones.
Eiji Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Family Business [Asakura Sousuke]
Le veía con confianza, quizás con exceso de ella. Incluso rió, señal clara para Sousuke de la despreocupación y desinterés del y por el recién llegado. Sus palabras eran intranscendentes; tal y como las hojas de otoño que crujían pisadas por él. En rigor, él era una hoja para pisotear. Como todos.
- Te haría ver nuevamente el valor de tus insolencias, pero no tendría caso desgastar tiempo y saliva en un incompetente e inútil como tú. Lástima que seas así, Eiji...si tomaras realmente en serio el papel de ser mi mano derecha realmente conseguiríamos muchas más cosas de las que ya hemos logrado. – Se encogió elegantemente de hombros y se llevó las manos a los bolsillos de su prenda inferior, observando aquella espalda con una despreciable serenidad reflejada en sus ojos oscuros, los que se entrecerraron al ser informado de aquella información tan delicada. Acaso… ¿aquel secreto había dejado de serlo? Por un segundo se preocupó, pero como tal, aquella unidad de tiempo dejó paso a otra en un pestañeo, desapareciendo la aparente preocupación. De hecho, surgió orgullo. Un extraño orgullo que tomó la forma de una sonrisa de seguridad en lo realizado – Veo que fuiste muy lejos esta vez, Eiji. Permíteme felicitarte por tu logro – Las manos se juntaron a la usanza formal, pero el “clap” no sonó.
– No me interesa con quién hayas hablado si no trae beneficios al clan. – Replicó seco y serio, regresando aquella irritante sonrisa a su cara – Y si hablaste con él, dile que agradezco sus saludos. Que es un placer que todavía me recuerde. – Miró de reojo a su hermano – Ahora, puedes marcharte e ir a buscar a Yuu. Creo que le toca comer algo...o quizás no. – Rió sutilmente, pero con maldad. Aquel par se merecía aquel trato y más- ¿Por qué no le obedecieron desde un principio? Todo sería más fácil…
- Te haría ver nuevamente el valor de tus insolencias, pero no tendría caso desgastar tiempo y saliva en un incompetente e inútil como tú. Lástima que seas así, Eiji...si tomaras realmente en serio el papel de ser mi mano derecha realmente conseguiríamos muchas más cosas de las que ya hemos logrado. – Se encogió elegantemente de hombros y se llevó las manos a los bolsillos de su prenda inferior, observando aquella espalda con una despreciable serenidad reflejada en sus ojos oscuros, los que se entrecerraron al ser informado de aquella información tan delicada. Acaso… ¿aquel secreto había dejado de serlo? Por un segundo se preocupó, pero como tal, aquella unidad de tiempo dejó paso a otra en un pestañeo, desapareciendo la aparente preocupación. De hecho, surgió orgullo. Un extraño orgullo que tomó la forma de una sonrisa de seguridad en lo realizado – Veo que fuiste muy lejos esta vez, Eiji. Permíteme felicitarte por tu logro – Las manos se juntaron a la usanza formal, pero el “clap” no sonó.
– No me interesa con quién hayas hablado si no trae beneficios al clan. – Replicó seco y serio, regresando aquella irritante sonrisa a su cara – Y si hablaste con él, dile que agradezco sus saludos. Que es un placer que todavía me recuerde. – Miró de reojo a su hermano – Ahora, puedes marcharte e ir a buscar a Yuu. Creo que le toca comer algo...o quizás no. – Rió sutilmente, pero con maldad. Aquel par se merecía aquel trato y más- ¿Por qué no le obedecieron desde un principio? Todo sería más fácil…
Sousuke Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Family Business [Asakura Sousuke]
Ligeramente extrañado de que no usara apelativos aún peores para referirse a él, se limitó a atribuirlo a ese exceso de seguridad que quizás constituía uno de sus mayores defectos que al mismo podía acabar siendo una de sus principales debilidades. Lo que si le sorprendió fue aquella recriminación encubierta bajo un “conseguiríamos más”, tanto porque se tragara aunque fuese un poco de orgullo para admitirlo y porque sabía que tenía toda la razón.
Podrían ser aún más grandes, y probablemente ni el mismo Asakura Sousuke sabía hasta dónde estaban embarradas sus manos en aquellos negocios sucios. Tampoco es que le importara demasiado aquel imperio, porque en parte carecía de aquella ciega ambición de su hermano, pero el pensar en las posibilidades a veces le hacía reevaluar la situación, eso hasta que recordaba aquello de ser la mano derecha, solo el segundo, solo Eiji.
Ni siquiera se molestó en mirarlo, aunque seguramente lo único que vería sería el mismo perpetuo desprecio con que venía mirándolo desde que dejaron de ser niños. ¿Ir muy lejos? ¿Acaso se sentía amenazado? Porque era obvio que informarle de que lo sabía todo no era absolutamente nada comparado con el uso que podía darle a esa información, pero era un movimiento peligroso como para no meditarlo con cautela.
Cuando mencionó el nombre de Yuu su rostro cambió por completo, pasando de esa indiferencia a un fugaz shock, para llegar a la ira, también habitual. Se había olvidado casi por completo de él. Si le hubiese pasado algo, era algo con lo que habría de cargar el resto de su vida, porque el chico no era solo su hermano, ya que bien lo había intentado criar prácticamente como un hijo, más que nada porque no conocía ningún otro modo de hacerlo.
- Yuu… No tiene la culpa de tu ambición, ¡Bastardo! – dijo antes de asestarle uno de los puñetazos más fuertes que hubiese intentado dar jamás, directamente en su mentón y que acabó por lanzarlo al suelo, algo imperdonablemente estúpido - ¡Tú te atreviste a cortar las raíces del árbol matando a nuestro padre! – le gritó mientras se reponía más de la ira que del golpe dado – Y ahora yo voy a arrebatarte la última manzana para que el maldito árbol se marchite por fin – amenazó colérico, y apretando luego los dientes para intentar calmarse.
Ya no era Eiji, era Kuro, y en ese estado era claro que no podía pensar apropiadamente, y sabía que podía cometer locuras, entre ellas la de condenar a Yuu a la misma maldición que el resto de sus hermanos. Era capaz de cargar con aquel pecado con tal de verlo libre de todo eso ¿Cuántas veces se lo había pedido? Ahora… parecía una buena idea.
Podrían ser aún más grandes, y probablemente ni el mismo Asakura Sousuke sabía hasta dónde estaban embarradas sus manos en aquellos negocios sucios. Tampoco es que le importara demasiado aquel imperio, porque en parte carecía de aquella ciega ambición de su hermano, pero el pensar en las posibilidades a veces le hacía reevaluar la situación, eso hasta que recordaba aquello de ser la mano derecha, solo el segundo, solo Eiji.
Ni siquiera se molestó en mirarlo, aunque seguramente lo único que vería sería el mismo perpetuo desprecio con que venía mirándolo desde que dejaron de ser niños. ¿Ir muy lejos? ¿Acaso se sentía amenazado? Porque era obvio que informarle de que lo sabía todo no era absolutamente nada comparado con el uso que podía darle a esa información, pero era un movimiento peligroso como para no meditarlo con cautela.
Cuando mencionó el nombre de Yuu su rostro cambió por completo, pasando de esa indiferencia a un fugaz shock, para llegar a la ira, también habitual. Se había olvidado casi por completo de él. Si le hubiese pasado algo, era algo con lo que habría de cargar el resto de su vida, porque el chico no era solo su hermano, ya que bien lo había intentado criar prácticamente como un hijo, más que nada porque no conocía ningún otro modo de hacerlo.
- Yuu… No tiene la culpa de tu ambición, ¡Bastardo! – dijo antes de asestarle uno de los puñetazos más fuertes que hubiese intentado dar jamás, directamente en su mentón y que acabó por lanzarlo al suelo, algo imperdonablemente estúpido - ¡Tú te atreviste a cortar las raíces del árbol matando a nuestro padre! – le gritó mientras se reponía más de la ira que del golpe dado – Y ahora yo voy a arrebatarte la última manzana para que el maldito árbol se marchite por fin – amenazó colérico, y apretando luego los dientes para intentar calmarse.
Ya no era Eiji, era Kuro, y en ese estado era claro que no podía pensar apropiadamente, y sabía que podía cometer locuras, entre ellas la de condenar a Yuu a la misma maldición que el resto de sus hermanos. Era capaz de cargar con aquel pecado con tal de verlo libre de todo eso ¿Cuántas veces se lo había pedido? Ahora… parecía una buena idea.
Eiji Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Family Business [Asakura Sousuke]
El golpe fue seco, tan fuerte que una mandíbula normal se hubiera hecho trizas, aparte de unas cuantas costillas por el impulso del cuerpo al apartarse del piso y chocar posiblemente con las escaleras o la puerta corrediza que brindaba el acceso principal a la residencia del Daimyo, quien yacía en el piso sin haber hecho gesto alguno de sorpresa o dolor. - ¿Ya…terminaste tu berrinche? Qué patético…- Y de nuevo esa sonrisa que exasperaba a sus enemigos, esa que les hacía preguntarse con desconcierto cómo hacer que desapareciera, hacer verle atribulado durante la batalla, pero entre tantas preguntas el tiempo pasaba y no alcanzaban a vivir lo suficiente como para conseguir aquella auténtica hazaña.
Sousuke se fue incorporando lentamente, haciendo crujir su cuello de lado a lado, moviendo luego la mandíbula sin emitir palabra, acariciándose la zona que no tenía daños internos y externos visibles. ¿Entonces qué diablos estaba haciendo? Eiji pronto lo supo - ¿Esa es tu fuerza cuando estás molesto? Quién iba a pensar que el mencionar a “aquel” mocoso causaría tal efecto en ti. – Se limpió hombros y brazos en simples palmadas, deteniéndose para mirar los ojos iracundos de su hermano, o quizás…- Kuro. – Dejó ver sus colmillos triunfalmente, sus informantes jamás le fallaban, y gracias a eso, junto con un par de tretas mentales ya tenía todo lo que necesitaba para controlar a su bipolar “hermano de sangre.”
Se acercó un par de pasos hasta quedar frente a frente la calma contra la tormenta, el calculador contra el impulsivo, el Destinado contra el Renegado. Parecía un infantil concurso de miradas, tal y como aquellas jugarretas del pasado humano de ambos, cuando aún no había sangre ni honor que defender; pero fue una rodilla la que rompió con todo aquello y algo más, robando el aire al furibundo Asakura – Mide tus palabras, escoria de mierda…- Rencor en sus palabras, un retroceso leve y una patada en giro azotó de lleno la mejilla derecha, enviándole unos metros lejos de sí; distancia que se fue acortando mientras hablaba – Si Yuu fuera lo suficientemente hombre para cumplir con su deber, no estaría sufriendo tanto. – Lo vio tratando de incorporarse, dejándole toda la espalda libre para estremecérsela de una patada con la punta del botín, a ver si se le formaba una nueva columna en el estómago – Y si tú fueras lo suficientemente competente para encontrarle una mujer digna con tus poderes, no estarías deseando matarme, algo que no puedes lograr ni con este estado mental, ni con tu decepcionante normalidad. – Se puso a su lado y pisoteó su pecho, mirando la sangre multiplicarse en su boca. – Yo soy la nueva raíz del Clan Asakura, no algo tan burdo como ustedes cinco, manzanas putrefactas. Me repugna tener lazos de sangre con basuras como ustedes, me dan ASCO. – Recalcó y le movió para que rodara un poco más, observando con una mínima sonrisa sádica cómo se envolvía de polvo y mugre. – Vamos, ponte de pie… ¿O te gusta comer polvo? – Lo animó, sabiendo que tenía ventaja física y emocional - Intenta demostrarme que eres más que un maldito vago inútil, Asakura Eiji…
Sousuke se fue incorporando lentamente, haciendo crujir su cuello de lado a lado, moviendo luego la mandíbula sin emitir palabra, acariciándose la zona que no tenía daños internos y externos visibles. ¿Entonces qué diablos estaba haciendo? Eiji pronto lo supo - ¿Esa es tu fuerza cuando estás molesto? Quién iba a pensar que el mencionar a “aquel” mocoso causaría tal efecto en ti. – Se limpió hombros y brazos en simples palmadas, deteniéndose para mirar los ojos iracundos de su hermano, o quizás…- Kuro. – Dejó ver sus colmillos triunfalmente, sus informantes jamás le fallaban, y gracias a eso, junto con un par de tretas mentales ya tenía todo lo que necesitaba para controlar a su bipolar “hermano de sangre.”
Se acercó un par de pasos hasta quedar frente a frente la calma contra la tormenta, el calculador contra el impulsivo, el Destinado contra el Renegado. Parecía un infantil concurso de miradas, tal y como aquellas jugarretas del pasado humano de ambos, cuando aún no había sangre ni honor que defender; pero fue una rodilla la que rompió con todo aquello y algo más, robando el aire al furibundo Asakura – Mide tus palabras, escoria de mierda…- Rencor en sus palabras, un retroceso leve y una patada en giro azotó de lleno la mejilla derecha, enviándole unos metros lejos de sí; distancia que se fue acortando mientras hablaba – Si Yuu fuera lo suficientemente hombre para cumplir con su deber, no estaría sufriendo tanto. – Lo vio tratando de incorporarse, dejándole toda la espalda libre para estremecérsela de una patada con la punta del botín, a ver si se le formaba una nueva columna en el estómago – Y si tú fueras lo suficientemente competente para encontrarle una mujer digna con tus poderes, no estarías deseando matarme, algo que no puedes lograr ni con este estado mental, ni con tu decepcionante normalidad. – Se puso a su lado y pisoteó su pecho, mirando la sangre multiplicarse en su boca. – Yo soy la nueva raíz del Clan Asakura, no algo tan burdo como ustedes cinco, manzanas putrefactas. Me repugna tener lazos de sangre con basuras como ustedes, me dan ASCO. – Recalcó y le movió para que rodara un poco más, observando con una mínima sonrisa sádica cómo se envolvía de polvo y mugre. – Vamos, ponte de pie… ¿O te gusta comer polvo? – Lo animó, sabiendo que tenía ventaja física y emocional - Intenta demostrarme que eres más que un maldito vago inútil, Asakura Eiji…
Sousuke Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Family Business [Asakura Sousuke]
Escuchó el seco sonido que provocó el cuerpo de su hermano al estrellarse contra el suelo, pero no hubo quejido, solo dejó ese tenue silencio que en nada fue cortado por las palabras venenosas de quien se invencible, de quien su cuerpo y su mente se ven protegidos por el enfermizo orgullo, porque sí, este último era tan grande, tan fuerte, que probablemente le hacía creer, sentir, que el golpe no había hecho daño. Tal vez fuese así, y no el mero efecto de su pérfida mente, pero la guerra apenas había comenzado y Eiji aún no destrozaba todas las cadenas que mantenían atado su cuerpo a su cordura, no todas, pues quedaban las suficientes como para hacer un razonamiento someramente lógico.
Aun podía escucharlo. Eso era importante, si aún podía escucharlo aún podía pensar, aún no se había tornado Kuro, pese a que Sousuke lo hubiese llamado así. ¿Lo sabría él también? ¿Habría visto alguna vez el completo esplendor de la bestia completamente libre de sus cadenas?
Lo siguiente fue aquella estúpida sonrisa en su rostro, seguida de un par de pasos ante los que no pudo más que reaccionar con arrugar la nariz, eso hasta que sintió aquel impacto que no tenía un sitio específico en su cuerpo, porque lo segundo, aquella patada en su rostro, lo que opacó cualquier otro dolor físico que pudiese haberle causado antes. Ya solo supo que el frío suelo del salón acariciaba su mejilla mientras instintivamente intentaba levantarse, al tiempo que en sus oídos se escuchaban aquellas recriminaciones con el sonido del metal retorciéndose. No quedaba mucho.
Una nueva patada en su columna le hizo proferir un sonido que se asemejaba más a un gruñido que a un quejido, pero el acto en sí era muy típico del líder, hacer una ridícula y estratégica zancadilla para tirar a alguien al suelo y poder así patearlo con propiedad, hundiéndolo aún más en el dolo y la humillación. ¿Habría sido volteado? No recordaba haberse movido, pero ahora sentía una gran presión en el pecho, una con la marca de la bota de aquel bastardo. Pero no era lo único que no había notado. El sabor del hierro comenzó a inundar su boca, era su sangre, la misma que había tenido que arrebatar a otros la que ahora intentaba escapar de él a escupitajos. No sabía de dónde sería la herida interna, y no importaba, nada, ni siquiera las palabras que seguía diciendo su hermano, porque lo veía mover los labios, pero a sus oídos no llegaban más que sonidos ininteligibles. Lo último que pudo distinguir de entre esa sarta de fonemas fue su nombre, pero Sou estaba equivocado, ya no era Eiji, la última cadena se había roto, y ante sus ojos ya no estaba su hermano, no había un rostro, solo había un enemigo.
Una de sus manos se movió hasta agarrar con firmeza la pierna que lo pisoteaba, un poco más arriba del tobillo, y comenzó ceñir aún más el agarre, con más fuerza, hasta sentir el crujido de los huesos. Probablemente sería una simple fractura que no lo incapacitaría, pero sería lo suficiente como para quitarle la fuerza que le permitía mantener su pie sobre su pecho. Entonces lo quitó. Y rápidamente se incorporó ayudándose de la camisa de su hermano. Estaban lo suficientemente cerca como para sentir el aliento del otro, incluso tal vez el aroma metálico de la sangre.
Cerró los ojos y su mano se posó en el pecho ajeno, donde debería estar aquel músculo vital, lo sintió incluso palpitar. Luego incrustó sus garras con tal fuerza que además de romper su camisa, le atravesó la piel y casi medio centímetro del músculo que protegía su corazón. Deseaba arrancárselo, exprimirlo con sus propias manos, pero no aun, no, primero debía debilitar la cáscara para que la pulpa soltase el líquido vital en todo su esplendor, debía amasarlo como a un limón, uno que tenía una cáscara gruesa…
Aquel extraño y confuso momento terminó intempestivamente, cuando aquella mano ligeramente ensangrentada atrapó ahora el cuello de Sousuke, presionando su tráquea lo suficiente como para aplastarla, pero sus planes eran otros. Abrió los ojos y enseñándole sus colmillos de forma amenazadora, lo lanzó contra la pared más cercana, teniendo cuidado de que se golpeara tan fuerte como se lo permitiera su propio peso. Sí, el sonido de su cabeza rebotar contra el concreto fue glorioso. Pero aún no era suficiente, aquello fue solo el primer acto de la extensa y gutural pieza que prometía una esplendida velada.
Aun podía escucharlo. Eso era importante, si aún podía escucharlo aún podía pensar, aún no se había tornado Kuro, pese a que Sousuke lo hubiese llamado así. ¿Lo sabría él también? ¿Habría visto alguna vez el completo esplendor de la bestia completamente libre de sus cadenas?
Lo siguiente fue aquella estúpida sonrisa en su rostro, seguida de un par de pasos ante los que no pudo más que reaccionar con arrugar la nariz, eso hasta que sintió aquel impacto que no tenía un sitio específico en su cuerpo, porque lo segundo, aquella patada en su rostro, lo que opacó cualquier otro dolor físico que pudiese haberle causado antes. Ya solo supo que el frío suelo del salón acariciaba su mejilla mientras instintivamente intentaba levantarse, al tiempo que en sus oídos se escuchaban aquellas recriminaciones con el sonido del metal retorciéndose. No quedaba mucho.
Una nueva patada en su columna le hizo proferir un sonido que se asemejaba más a un gruñido que a un quejido, pero el acto en sí era muy típico del líder, hacer una ridícula y estratégica zancadilla para tirar a alguien al suelo y poder así patearlo con propiedad, hundiéndolo aún más en el dolo y la humillación. ¿Habría sido volteado? No recordaba haberse movido, pero ahora sentía una gran presión en el pecho, una con la marca de la bota de aquel bastardo. Pero no era lo único que no había notado. El sabor del hierro comenzó a inundar su boca, era su sangre, la misma que había tenido que arrebatar a otros la que ahora intentaba escapar de él a escupitajos. No sabía de dónde sería la herida interna, y no importaba, nada, ni siquiera las palabras que seguía diciendo su hermano, porque lo veía mover los labios, pero a sus oídos no llegaban más que sonidos ininteligibles. Lo último que pudo distinguir de entre esa sarta de fonemas fue su nombre, pero Sou estaba equivocado, ya no era Eiji, la última cadena se había roto, y ante sus ojos ya no estaba su hermano, no había un rostro, solo había un enemigo.
Una de sus manos se movió hasta agarrar con firmeza la pierna que lo pisoteaba, un poco más arriba del tobillo, y comenzó ceñir aún más el agarre, con más fuerza, hasta sentir el crujido de los huesos. Probablemente sería una simple fractura que no lo incapacitaría, pero sería lo suficiente como para quitarle la fuerza que le permitía mantener su pie sobre su pecho. Entonces lo quitó. Y rápidamente se incorporó ayudándose de la camisa de su hermano. Estaban lo suficientemente cerca como para sentir el aliento del otro, incluso tal vez el aroma metálico de la sangre.
Cerró los ojos y su mano se posó en el pecho ajeno, donde debería estar aquel músculo vital, lo sintió incluso palpitar. Luego incrustó sus garras con tal fuerza que además de romper su camisa, le atravesó la piel y casi medio centímetro del músculo que protegía su corazón. Deseaba arrancárselo, exprimirlo con sus propias manos, pero no aun, no, primero debía debilitar la cáscara para que la pulpa soltase el líquido vital en todo su esplendor, debía amasarlo como a un limón, uno que tenía una cáscara gruesa…
Aquel extraño y confuso momento terminó intempestivamente, cuando aquella mano ligeramente ensangrentada atrapó ahora el cuello de Sousuke, presionando su tráquea lo suficiente como para aplastarla, pero sus planes eran otros. Abrió los ojos y enseñándole sus colmillos de forma amenazadora, lo lanzó contra la pared más cercana, teniendo cuidado de que se golpeara tan fuerte como se lo permitiera su propio peso. Sí, el sonido de su cabeza rebotar contra el concreto fue glorioso. Pero aún no era suficiente, aquello fue solo el primer acto de la extensa y gutural pieza que prometía una esplendida velada.
Eiji Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Family Business [Asakura Sousuke]
La lectura de mentes que Sousuke realizaba permanentemente en toda persona o criatura que se atreviese a compartir tiempo y espacio con él sufrió una intrigante variación en una de sus aristas. Alguien había perdido todo rastro de humanidad, transformando todo lo que se suponía era parte del pensamiento y razocinio en la nada que producían los instintos asesinos y las reacciones reflejas y adrenalínicas por situaciones límite. Y ese alguien estaba justo bajo la suela de su zapato, presionando su tobillo hasta que el sonido de los huesos romperse le detuvo de toda presión. ¿Alguna mueca de dolor? En lo absoluto. ¿Algún atisbo de preocupación? Inexistente. De hecho, seguía sonriendo, incluso cuando sus miradas se encontraron en el contraste más evidente del vampiro: su frialdad contra su instinto. Era ver dos caras de una misma moneda.
Sin embargo, luego ocurrió lo impensado producto de lo impredecible e imprevisible, lo que muy pocos –por no decir ninguno- habían sido capaces de conseguir: instalar la sorpresa en el rostro del Daimyo, y más aún, causarle un daño que fuera lo suficientemente importante para perturbarlo. Su camisa y piel perfectas e inmaculadas se vieron blasfemadas por las garras de quien no siente más que deseos asesinos no sólo contra él, sino que contra todo lo que se movía. ¿Tan débil era Sousuke-sama al no poder leer las mentes de otros? No, eso no había ni que pensarlo. Él no es débil; es la perfección, es la victoria y el respeto personalizados. Aún así, Eiji –o más bien Kuro- fue capaz de violar aquel respeto que nunca pareció tener osando posar una mano en ese cuello añorado pero jamás besado ni mordido, ni mucho menos herido, haciendo una presión doblemente inhumana por aplicarla con fuerza totalmente descontrolada. El gruñido no le intimidó, ni mucho menos el golpe contra la pared, pero la mirada del mayor del Clan no era la misma. Algo tenía, que daba a entender que estaba diferente. Pero con su cara de póker, era tan difícil de descubrir…
- Ya veo, con que esta es...tu fuerza cuando tus instintos se apoderan de ti…- No le estaba hablando a él, porque su mente ciega sólo lo vería como un movimiento de labios sin significado alguno. Simplemente era algo que debía expresar – Ojalá fueras así de fuerte y decidido cuando tus neuronas están intentando hacer conexiones para sobrevivir – Dijo negando con la cabeza, separándose del muro que había quedado con unas cuantas ranuras, algunas notorias, a causa del golpe. Incluso unos trozos caían desde la espalda polvorienta del pelinegro. – No pensé tener que llegar tan lejos contigo, pero por desgracia tendré que exterminar a la bestia que eres ahora. – Terminó de hablar, y la camisa terminó de caer a unos metros de él, dejando ver ese cuerpo cercano a las esculturas griegas, con el color de piel propio de quienes no necesitan el corazón para vivir. No necesitaba impregnar su figura de suciedad, esa de la que le había contagiado aquel impuro e indigno que era ahora un mero animal descarriado. Cerró los ojos unos instantes, y luego los abrió, rojizos.
- Ven a Mí.
Sin embargo, luego ocurrió lo impensado producto de lo impredecible e imprevisible, lo que muy pocos –por no decir ninguno- habían sido capaces de conseguir: instalar la sorpresa en el rostro del Daimyo, y más aún, causarle un daño que fuera lo suficientemente importante para perturbarlo. Su camisa y piel perfectas e inmaculadas se vieron blasfemadas por las garras de quien no siente más que deseos asesinos no sólo contra él, sino que contra todo lo que se movía. ¿Tan débil era Sousuke-sama al no poder leer las mentes de otros? No, eso no había ni que pensarlo. Él no es débil; es la perfección, es la victoria y el respeto personalizados. Aún así, Eiji –o más bien Kuro- fue capaz de violar aquel respeto que nunca pareció tener osando posar una mano en ese cuello añorado pero jamás besado ni mordido, ni mucho menos herido, haciendo una presión doblemente inhumana por aplicarla con fuerza totalmente descontrolada. El gruñido no le intimidó, ni mucho menos el golpe contra la pared, pero la mirada del mayor del Clan no era la misma. Algo tenía, que daba a entender que estaba diferente. Pero con su cara de póker, era tan difícil de descubrir…
- Ya veo, con que esta es...tu fuerza cuando tus instintos se apoderan de ti…- No le estaba hablando a él, porque su mente ciega sólo lo vería como un movimiento de labios sin significado alguno. Simplemente era algo que debía expresar – Ojalá fueras así de fuerte y decidido cuando tus neuronas están intentando hacer conexiones para sobrevivir – Dijo negando con la cabeza, separándose del muro que había quedado con unas cuantas ranuras, algunas notorias, a causa del golpe. Incluso unos trozos caían desde la espalda polvorienta del pelinegro. – No pensé tener que llegar tan lejos contigo, pero por desgracia tendré que exterminar a la bestia que eres ahora. – Terminó de hablar, y la camisa terminó de caer a unos metros de él, dejando ver ese cuerpo cercano a las esculturas griegas, con el color de piel propio de quienes no necesitan el corazón para vivir. No necesitaba impregnar su figura de suciedad, esa de la que le había contagiado aquel impuro e indigno que era ahora un mero animal descarriado. Cerró los ojos unos instantes, y luego los abrió, rojizos.
- Ven a Mí.
Sousuke Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Family Business [Asakura Sousuke]
Sus labios se movían, incluso algo de aire exhalaba cada vez que se volvían a abrir, pero no había sonido que llegase a él, solo el bullir de su propia sangre por esas venas y arterias que llevaban ese líquido vital al cerebro. Sentía su cabeza palpitar, más bien como si se expandiese y volviese a su sitio varias veces por segundo, tal vez por ello sus ojos que si bien normalmente eran oscuros se habían tornado negros en su totalidad, negros y aterradoramente vacíos, salvo por el odio que parecían supurar, al igual que cada uno de sus poros. Era un odio abstracto, infinito y que tenía un destinatario indeterminado, cualquiera que se le cruzaré podría ser merecedor de dicha carga solo por el hecho de existir.
Gruñó cuando vio la tela de la camisa del mayor caer al suelo, desgarrada, se había movido y eso era suficiente para hacer que Kuro reaccionara, sin embargo, se quedó quieto, observando como un animal salvaje admira la infundada temeridad de un incauto que está a punto de perecer bajo sus garras, porque eso era, un sujeto cuyo orgullo le hacía incapaz de medir los riesgos con propiedad, y que ahora iba a pagar de una vez por todas aquellas veces en que lo había subestimado.
Vio sus ojos rojizos y esa fue la señal. Corrió hacia él con la mano derecha empuñada, primero para obsequiarle un potente golpe en el abdomen que al instante encontró su respuesta por parte del líder, que no dudó al devolverle una serie de cortos pero precisos golpes que en cualquier otra oportunidad hubiesen provocado algún gemido de dolor, pero no esta vez. Probablemente hubiesen causado algún daño, y seguro lo sentiría cuando despertase de aquel estado, pero ahora no dolía, por eso no hizo amago alguno por cubrirse o evitar alguno de esos golpes, ni eso ni de los posteriores.
Y es que de la nada Sousuke había sacado a relucir aquella habilidad que pocos habían tenido la oportunidad de sentir directamente, bien porque no era su estilo, prefería usar a otros para que se ensuciaran las manos. Era bueno, nadie podía negarlo, pero tampoco nadie podía no atribuírselo al férreo entrenamiento que se les había comenzado a dar desde que no eran más que niños. Por eso, y como venía siendo la tónica desde siempre, era él quien dominaba la pelea. Parte porque Eiji no hacía amagos por responder, parte porque era realmente ágil.
Eso hasta que de la nada alcanzó a atrapar la pierna que amenazaba con volverle a patear, de golpe hizo volver si pie al suelo, antes de rápidamente asestarle un puñetazo en la mejilla izquierda, lo suficientemente fuerte como para hacerle voltear no solo el rostro, sino que también parte del torso, momento que aprovechó para volver a tomar su cuello entre sus manos, esta vez con ambas, para estamparlo contra la pared más cercana y así acorralarlo.
Los golpes recibidos solo habían empeorado su humor, por eso su rostro ahora parecía desfigurado por las muecas que provocaba la ira, y de la misma forma completamente animal corrió hacia él, atrapando su cuello con una de sus manos, estrangulándolo con fuerza, mientras que con la otra le sostenía el hombro izquierdo para que se quedara relativamente quieto. Lo miró a los ojos fijamente y profirió un estruendoso gruñido antes de enterrar sus colmillos en la piel desnuda de su hombro, para con ese mordisco desgarrarlo, quedando claro que la intención no era beber de él, no aun, porque de haberlo sido habría atacado directamente el cuello. A pesar de todo, su boca se llenó de la sangre ajena, tanto que se escurrió por la comisura de sus labios hasta resbalar por su mentón. Tragó. Bebió. Y ahora tal vez no habría nada que pudiese detener su sed. Tal vez.
Gruñó cuando vio la tela de la camisa del mayor caer al suelo, desgarrada, se había movido y eso era suficiente para hacer que Kuro reaccionara, sin embargo, se quedó quieto, observando como un animal salvaje admira la infundada temeridad de un incauto que está a punto de perecer bajo sus garras, porque eso era, un sujeto cuyo orgullo le hacía incapaz de medir los riesgos con propiedad, y que ahora iba a pagar de una vez por todas aquellas veces en que lo había subestimado.
Vio sus ojos rojizos y esa fue la señal. Corrió hacia él con la mano derecha empuñada, primero para obsequiarle un potente golpe en el abdomen que al instante encontró su respuesta por parte del líder, que no dudó al devolverle una serie de cortos pero precisos golpes que en cualquier otra oportunidad hubiesen provocado algún gemido de dolor, pero no esta vez. Probablemente hubiesen causado algún daño, y seguro lo sentiría cuando despertase de aquel estado, pero ahora no dolía, por eso no hizo amago alguno por cubrirse o evitar alguno de esos golpes, ni eso ni de los posteriores.
Y es que de la nada Sousuke había sacado a relucir aquella habilidad que pocos habían tenido la oportunidad de sentir directamente, bien porque no era su estilo, prefería usar a otros para que se ensuciaran las manos. Era bueno, nadie podía negarlo, pero tampoco nadie podía no atribuírselo al férreo entrenamiento que se les había comenzado a dar desde que no eran más que niños. Por eso, y como venía siendo la tónica desde siempre, era él quien dominaba la pelea. Parte porque Eiji no hacía amagos por responder, parte porque era realmente ágil.
Eso hasta que de la nada alcanzó a atrapar la pierna que amenazaba con volverle a patear, de golpe hizo volver si pie al suelo, antes de rápidamente asestarle un puñetazo en la mejilla izquierda, lo suficientemente fuerte como para hacerle voltear no solo el rostro, sino que también parte del torso, momento que aprovechó para volver a tomar su cuello entre sus manos, esta vez con ambas, para estamparlo contra la pared más cercana y así acorralarlo.
Los golpes recibidos solo habían empeorado su humor, por eso su rostro ahora parecía desfigurado por las muecas que provocaba la ira, y de la misma forma completamente animal corrió hacia él, atrapando su cuello con una de sus manos, estrangulándolo con fuerza, mientras que con la otra le sostenía el hombro izquierdo para que se quedara relativamente quieto. Lo miró a los ojos fijamente y profirió un estruendoso gruñido antes de enterrar sus colmillos en la piel desnuda de su hombro, para con ese mordisco desgarrarlo, quedando claro que la intención no era beber de él, no aun, porque de haberlo sido habría atacado directamente el cuello. A pesar de todo, su boca se llenó de la sangre ajena, tanto que se escurrió por la comisura de sus labios hasta resbalar por su mentón. Tragó. Bebió. Y ahora tal vez no habría nada que pudiese detener su sed. Tal vez.
Eiji Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Family Business [Asakura Sousuke]
Ningún amigo como un hermano; ningún enemigo como un hermano.
Proverbio indio
Proverbio indio
A partir del primer golpe dado, la lucidez fue regresando paulatinamente a aquellas mentes manipuladas y amaestradas que hasta ese entonces continuaban en sus maratónicas y robóticas tareas, pareciendo en conjunto un grupo de abejas – aunque hormigas quede mejor descrito bajo las palabras del Daimyo- que laburaba en beneficio del Dueño, Señor y Rey de aquel lugar, ese que era el escenario preciso para ese nuevo enfrentamiento, el enésimo y el primero después de muchos años, ya que aquella escoria que se hacía llamar mano derecha había aprendido a respetarle –como todos, por supuesto- sin la necesidad de la corrección física gracias a la acción del progenitor que directamente había contribuido con sus acciones a tenerlos allí, confrontándose la maravilla contra la decepción; lo esplendoroso contra lo patético; lo fuerte contra lo débil, lo primero contra lo segundo.
Y, obviamente, las cosas iban a favor del primero. ¡Sería una blasfemia si el resultado fuera lo contrario! Su inteligencia, su habilidad cuerpo a cuerpo y con armas, su agilidad, su fuerza, su resistencia…todo se encajaba como un rompecabezas que daba como resultado la Absoluta Perfección, esa a la que ningún humano podía aspirar y mucho menos conseguir, ya que caerían a medio camino de intentar conseguir tal auténtico milagro. Pero no, sólo Sousuke tenía ese poder, y no dudó en demostrarlo contra aquel símbolo de descontrol, sintiendo una despectiva lástima por su estado mental, el que no le permitía dilucidar forma alguna de evasión, dejando que el Destinado le golpease una y otra vez con fiereza, tomando una ventaja abrumadora en aquella pelea que poco a poco fue teniendo silentes espectadores desde las paredes, que escuchaban con intriga y a la vez mucho temor los sonidos secos protagonizados principalmente por la boca y cuerpo de Kuro.
¿Se había descuidado? ¡No! ¡Imposible! ¡Él no cometía errores de ningún tipo! Pero entonces…¿Por qué su pariente quince minutos menor estaba devorándole el hombro arrinconado contra la pared que antes le había dado la bienvenida? ¡Lo peor era que apenas podía detenerlo! ¿Es que acaso la bestia dentro de él era demasiado fuerte…incluso para la Perfección hecha criatura? No, eso era imposible, no podía ser posible. Eso era lo que pensaba Sousuke tras haberlo apartado con una patada en el abdomen con todas sus fuerzas, las que increíblemente disminuyeron por todo el líquido rojo que había sido privado de su jaula constante e infinita. Trató de tomar la iniciativa nuevamente, pero ahora estaba torpe e incluso mareado; lo que la bestia de ojos rojos aprovechó para mandarlo a volar con un uppercut que remató con un azote contra el piso que más bien pareció un temblor de mediana intensidad.
Finalmente, lo imposible había sucedido. Los papeles se habían revertido por primera vez en casi cuatro décadas. Eiji arriba, Sousuke abajo. El Daimyo estaba caído, con la sangre bajando por brazo y pecho, respirando agitado, agotado. La Bestia había superado al Hombre, pero una última carta se jugó, una inesperada como si hubiera sido lanzada desde un punto ciego.
Aquellas palabras fueron pronunciadas, y el resto fue historia.
Sousuke Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Family Business [Asakura Sousuke]
Había sido como beber las llamas del mismo infierno, que quemaban y desgarraban su garganta en un doloroso placer, que llevaba a su mente recuerdos de aquellos días en que era humano, los buenos y los malos, en los que su hermano y él hacían travesuras juntos, y aquellos en que de no ser detenidos podrían haber acabado matándose. ¿Hubo algún momento en que fuesen felices en aquel lugar? Ahora le era imposible recordar, pero de haber podido hacerlo, habría enaltecido los días en que Sousuke aún no se convertía en un bastardo arrogante y en que él mismo no se había dejado arrastrar por la indiferencia. Esos días no volverían. Y no era más que eso, recuerdos.
Kuro aun poseía su cuerpo y su voluntad, pero la bestia de distrajo en el placer de la sangre a tal punto que no pudo prever aquella patada en su abdomen que terminó por alejarlo de la fuente, y otro golpe a su mentón evitó que pudiera relamerse los labios porque fue a dar directamente al suelo, estrellando su nuca sonoramente sobre el suelo de mármol. Respiraba agitado, se podía ver en la necesidad que tenía de inhalar todo el aire que sus pulmones aguantaran y como su pecho se alzaba en todo su esplendor.
Sin siquiera pensar en incorporarse lamió los resabios de sangre que quedaban en las comisuras de sus labios, complacido de la forma más infame posible ¿Cuántos podrían decir que habían bebido del mismísimo y autodenominado Daimyo? Probablemente nadie. Y si las cosas seguían por su curso probable, nadie tendría la posibilidad siquiera de intentarlo, porque sería él quien acabaría con hasta la última gota de aquella sangre disque sagrada.
Por fin si alzó apoyando los codos en el suelo para observar de mejor manera a su enemigo, su presa, que no había hecho amago alguno por moverse del lugar en que había sido atacado. Entonces, esas palabras que lograron cruzar el impenetrable campo que separaba al animal del ser racional, palabras que bastaron para despertarlo de aquel infernal trance, pero que al mismo tiempo lo sumían en otro aún más irreal.
Sus ojos volvieron a su tonalidad habitual, y su cuerpo malherido comenzó a sentir los embates de los golpes que le habían propinado momentos atrás. Pero eso no importaba, no. El golpe más bajo había sido el usar aquella palabra en una oración, una que por primera vez lo reconocía como un igual. “Hermano”.
Se levantó pesadamente, algo inseguro de acercarse a él, pero con una expresión más humana en el rostro. Confundido sí, pero volvía a ser él. Eiji. Sorprendido, se dio cuenta de la herida de su hombro, y no tardó demasiado en conectarlo con el sabor a hierro que aun revoloteaba en su boca. Habían llegado demasiado lejos esta vez, estuviese consciente o no, habían llegado demasiado lejos… Y ahora esa herida en el hombro de Sousuke parecía haber debilitado al Daimyo, provocando en el segundo aquel estado que solo Yuu era capaz de conseguir.
Por eso se acercó, más de lo que la lógica y los antecedentes de la relación entre ambos hubiesen aconsejado. Cuando estuvo frente a él, puso una mano sobre su cuello para apartarlo y obligar a que ladeara la cabeza, dejando despejada el área del hombro para comenzar a limpiar los vestigios de sangre con suaves lamidas, llegando incluso hasta parte de su clavícula, hasta que con paciencia consiguió que la mayor parte de su piel se viese libre de todo tono rojizo, salvo por la herida que seguramente no tardaría en cerrar… en cuanto recuperase la sangre perdida.
Kuro aun poseía su cuerpo y su voluntad, pero la bestia de distrajo en el placer de la sangre a tal punto que no pudo prever aquella patada en su abdomen que terminó por alejarlo de la fuente, y otro golpe a su mentón evitó que pudiera relamerse los labios porque fue a dar directamente al suelo, estrellando su nuca sonoramente sobre el suelo de mármol. Respiraba agitado, se podía ver en la necesidad que tenía de inhalar todo el aire que sus pulmones aguantaran y como su pecho se alzaba en todo su esplendor.
Sin siquiera pensar en incorporarse lamió los resabios de sangre que quedaban en las comisuras de sus labios, complacido de la forma más infame posible ¿Cuántos podrían decir que habían bebido del mismísimo y autodenominado Daimyo? Probablemente nadie. Y si las cosas seguían por su curso probable, nadie tendría la posibilidad siquiera de intentarlo, porque sería él quien acabaría con hasta la última gota de aquella sangre disque sagrada.
Por fin si alzó apoyando los codos en el suelo para observar de mejor manera a su enemigo, su presa, que no había hecho amago alguno por moverse del lugar en que había sido atacado. Entonces, esas palabras que lograron cruzar el impenetrable campo que separaba al animal del ser racional, palabras que bastaron para despertarlo de aquel infernal trance, pero que al mismo tiempo lo sumían en otro aún más irreal.
Sus ojos volvieron a su tonalidad habitual, y su cuerpo malherido comenzó a sentir los embates de los golpes que le habían propinado momentos atrás. Pero eso no importaba, no. El golpe más bajo había sido el usar aquella palabra en una oración, una que por primera vez lo reconocía como un igual. “Hermano”.
Se levantó pesadamente, algo inseguro de acercarse a él, pero con una expresión más humana en el rostro. Confundido sí, pero volvía a ser él. Eiji. Sorprendido, se dio cuenta de la herida de su hombro, y no tardó demasiado en conectarlo con el sabor a hierro que aun revoloteaba en su boca. Habían llegado demasiado lejos esta vez, estuviese consciente o no, habían llegado demasiado lejos… Y ahora esa herida en el hombro de Sousuke parecía haber debilitado al Daimyo, provocando en el segundo aquel estado que solo Yuu era capaz de conseguir.
Por eso se acercó, más de lo que la lógica y los antecedentes de la relación entre ambos hubiesen aconsejado. Cuando estuvo frente a él, puso una mano sobre su cuello para apartarlo y obligar a que ladeara la cabeza, dejando despejada el área del hombro para comenzar a limpiar los vestigios de sangre con suaves lamidas, llegando incluso hasta parte de su clavícula, hasta que con paciencia consiguió que la mayor parte de su piel se viese libre de todo tono rojizo, salvo por la herida que seguramente no tardaría en cerrar… en cuanto recuperase la sangre perdida.
Eiji Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Family Business [Asakura Sousuke]
¿Era el fin del mundo? ¿Había llegado el tan hablado “Apocalipsis”? ¿Qué explicación se le podía dar a lo imposible recién hecho posible? No, no había forma de dar una respuesta. Era una situación completamente desconcertante. Las palabras se hacían un nudo de cabellos imposibles de desenredar para que surgieran por la garganta de uno y otro, y ni las miradas que contrastaban con extraños sentimientos mutuos servían para intentar ubicar una aclaración y una interpretación de lo que hace minutos atrás era una brutal y encarnizada contienda.
Sousuke había quedado en pie, pero no de forma estoica como siempre terminaba en las contadísimas situaciones en que había tenido que utilizar su propia perfección corporal y marcial para la batalla. Estaba encorvado hacia adelante, jadeando con la boca bastante abierta, no pidiendo tregua al aire que no necesitaba respirar, sino que a su propio cuerpo que se había visto, inesperadamente, muy maltrecho a causa de la mordida. Las causas físicas debían descartarse considerando la resistencia que tenía producto de su condición, entonces… ¿Se había derribado su mentalidad? ¿Era eso?
De repente, le vio acercarse. Ya no era la bestia salvaje, no era el descerebrado ni el bruto. Tampoco era el arrogante, el despreocupado, o el desafiante. Era un tercero. Era el que siempre había estado antes de que su historia se tiñera de sangre y de luchas de poder; el que regalaba una palabra de aliento cuando las cosas se acomplejaban y el que sacrificaba su propia integridad incluso para evitar que otros fueran heridos o castigados. Era el Eiji de antaño, el servicial, el que los ayudaba a todos sin distinción.
Su lengua quitando todo rastro visible de sangre le hizo cerrar los ojos que veían medianamente borroso, manteniendo la cabeza ladeada por la acción de su mano sin tener ganas tampoco de retirarla de allí. ¿Por qué el mero hecho de que le hubiera mordido le había dejado así? No podía evitar pensar que había algo más involucrado, pero en ese preciso instante desconocía el qué. Estaba tan desconcertado y confuso, aparte de debilitado, que su cabeza estaba pendiente de mantenerse de pie, y ni siquiera eso fue posible.
A pesar de que el piso parecía su destino inevitable, las rodillas no alcanzaron a tocar el piso. Ni siquiera cerca, ya que unos brazos lo impidieron. Ambos torsos quedaron pegados gracias a una rápida reacción del que se encontraba mejor dentro de la gravedad de los dos, y así se quedaron, prolongándose bastante más aquel contacto cuando las temblorosas manos del autodenominado Daimyo se aferraron a la espalda de su mano derecha, de su camarada, de su amigo… de su hermano.
Sousuke había quedado en pie, pero no de forma estoica como siempre terminaba en las contadísimas situaciones en que había tenido que utilizar su propia perfección corporal y marcial para la batalla. Estaba encorvado hacia adelante, jadeando con la boca bastante abierta, no pidiendo tregua al aire que no necesitaba respirar, sino que a su propio cuerpo que se había visto, inesperadamente, muy maltrecho a causa de la mordida. Las causas físicas debían descartarse considerando la resistencia que tenía producto de su condición, entonces… ¿Se había derribado su mentalidad? ¿Era eso?
De repente, le vio acercarse. Ya no era la bestia salvaje, no era el descerebrado ni el bruto. Tampoco era el arrogante, el despreocupado, o el desafiante. Era un tercero. Era el que siempre había estado antes de que su historia se tiñera de sangre y de luchas de poder; el que regalaba una palabra de aliento cuando las cosas se acomplejaban y el que sacrificaba su propia integridad incluso para evitar que otros fueran heridos o castigados. Era el Eiji de antaño, el servicial, el que los ayudaba a todos sin distinción.
Su lengua quitando todo rastro visible de sangre le hizo cerrar los ojos que veían medianamente borroso, manteniendo la cabeza ladeada por la acción de su mano sin tener ganas tampoco de retirarla de allí. ¿Por qué el mero hecho de que le hubiera mordido le había dejado así? No podía evitar pensar que había algo más involucrado, pero en ese preciso instante desconocía el qué. Estaba tan desconcertado y confuso, aparte de debilitado, que su cabeza estaba pendiente de mantenerse de pie, y ni siquiera eso fue posible.
A pesar de que el piso parecía su destino inevitable, las rodillas no alcanzaron a tocar el piso. Ni siquiera cerca, ya que unos brazos lo impidieron. Ambos torsos quedaron pegados gracias a una rápida reacción del que se encontraba mejor dentro de la gravedad de los dos, y así se quedaron, prolongándose bastante más aquel contacto cuando las temblorosas manos del autodenominado Daimyo se aferraron a la espalda de su mano derecha, de su camarada, de su amigo… de su hermano.
Sousuke Asakura- Vampiro Clase Alta
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