AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dancing [Sousuke + 18]
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Dancing [Sousuke + 18]
¿Quién ha vivido tanto como para desmentirnos que la historia es una gran mentira?
El tiempo corría y ya era hora de una presentación. Al fin, una buena paga en el mes. Ese día, trabajaría como nunca lo había hecho. Los habían seleccionado uno por uno. A los diez mejores bailarines y a las 10 mejores cortesanas de todo el Burdel. Teníamos que vestirnos a modo oriental japones. Con grandes kimonos para las mujeres y yukatas para los hombres. Todos de colores diferentes. El mío era el negro y rojo, con hermosos contornos y adornos color dorado. Lo había elegido, simplemente por ser una combinación hermosa y al mismo tiempo bastante tradicional, que contrastaba con mi piel color oliva quemado. El sol provocaba que mi piel se tueste, dando un toque aún mas exótico al cuerpo con el que cargaba. El único problema, era las cicatrices que se podían ver suavemente levantándose por mi nuca. Ya que llevábamos el cabello recogido, bien tirante.
Nuestros ojos y rostro estaba empapado en blanco y negro. Al parecer nos querían dar un aire tradicional de geishas, el problema es que los hombres también estábamos incluidos en la indumentaria y no parecía que eso les influya.
Al parecer, estábamos en la fiesta de unos de los grandes aristócratas de París o quizá Francia entera o eso era lo que nos habían dicho. Teníamos que cuidar expresamente de no molestar, bailar y hacer lo que nos digan. La paga, era sin duda, la mejor que nos darían hasta el momento. Al parecer realmente estábamos trabajando para alguien grande. El lugar estaba casi repleto, la mansión era un estilo oriental muy diferente a lo que recordaba de Corea. Era mas bien algo Japonés, era bellísimo. Habíamos llegado temprano, antes de que el sol se esconda y en la residencia no había absolutamente nadie. Un mayordomo nos dejó pasar, para así podamos estar sobre el escenario y practicar las coreografías, ver el espacio que teníamos para bailar y satisfacer a los clientes. Me resultó abrumador, la cantidad de dinero desperdiciado por cada rincón del lugar. Aunque había hermosas muestras de arte, cuadros y pinturas destellantes por donde se veía. Me preguntaba cuando podría valer, solo una de aquellas cosas.
Seguramente, un precio inimaginable para mi. Pues apenas podía ganar por mes, los suficientes francos para poder sobrevivir. Aún no entendía, por que no me dedicaba a robar como todos aquellos gitanos. No. Yo era un cortesano, vendía mi cuerpo como pago por alimento. Mi cuerpo y mis movimientos. Eran lo único que tenía. Y no le robaría a los otros, que probablemente trabajaban o se habían ganado por diferentes circunstancias del dinero que yo no poseía.
El baile empezó luego que fue dado el primer plato de comida. Había mucha comida extraña, y vino por donde se viera. Nosotros esperábamos detrás del escenario. El concepto, se desarrollaría con grandes abanicos, y luego bajaríamos algunos a bailar por entre las mesas. Los movimientos eran mas bien orientales, seductores, pero no demasiado reveladores. Solos los que pedían un poco mas lo tendrían. Lamentablemente, nos habían alquilado con todo incluido. La satisfacción total de todas las personas del lugar. Al principio cuando los músicos empezaron a tocar íbamos ordenados, todos sobre el mismo piso, luego, fuimos bajando la primer fila, en la que me encontraba yo. Bailaba con tranquilidad, dábamos vueltas y jugábamos con los abanicos sobre nuestros labios y cuerpo, rodeando hombre y mujeres. Dejando que el espectáculo prosiguiera. Me acerqué con tranquilidad a una de las mesas del medio y gire suavemente sobre mi eje, mis ojos estaban entrecerrados. No podía evitar saber, que me encantaba bailar. Lo disfrutaba. Cada movimiento que hacía era exquisito, de un lado hacia el otro, quebrando mi cintura, mientras los pedazos de tela que salían de la yukata se mostraban como alas, alrededor de mi cuerpo. El ambiente era raro, cargado con unas energías extrañas. Por un momento me vi desconcentrado mirando a algunas personas. Era como si no fuesen reales, como si no estuviesen vivos. Pero probablemente, era otra mas de mis alucinaciones. Quería obviarlo y solo pude lograrlo bailando con mas pasión, intentando sacarlo todo y mas de mi mente.
Última edición por Aswad Fronduai el Sáb Dic 15, 2012 10:36 am, editado 1 vez
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Dancing [Sousuke + 18]
El plan ya se había realizado con éxito. El motivo (o más bien la excusa), listo. Los invitados (o más bien las víctimas), confirmados en su totalidad. La comida (intrascendente, por cierto), preparada y lista para servir. Y la “comida”, venía en camino. “¿Cómo era posible?”, se preguntaba por inmortalísima vez el director de tan macabra orquesta que pronto sonaría con tambores de carne y cuerdas de sangre para su maldito placer. ¿Cómo era posible que se tragasen tamaña mentira? Negocios de especias japonesas, intercambios con grandes empresarios, acuerdos que se sellarían con un apretón de manos; dejando como “prueba de lealtad” la mirada fija directa a la mente, los colmillos al cuello y el posterior goce de la infinita delicia de los pecados. ¡Si hasta asistirían miembros de la Iglesia! Dichosos los cuerpos que pronto serían infectados con el magnánime virus del Pecado, ese que Él predicaba como una epidemia, con nada más que sus ojos y su mente Perfecta. Toda su integridad lo era, Todo Él es la Perfección, y el que intentara negarlo lo admitiría luego entre gemidos, sometido bajo la red de esa auténtica araña que devoraba todo razocinio y lo convertía en el más vulgar instinto. Todos alábenlo a Él, al verdadero Dios, al que siempre está tras de ti, acechándote cual presa y respirando en tu nuca. Y luego…Hágase Su Voluntad…
La tarde se hizo noche y el silencio se hizo charlas, risas y baile, con un toque de sake. No podía no haber tal brebaje en los dominios del Daimyo, pues era como su sustento imaginario. ¿O acaso crecían que tan majestuoso ser tiene relaciones de dependencia? ¡Ilusos! ¡Que mueran por su filo de acero los que pensasen tamaña blasfemia! Aquel poderoso trago era presentado y ofrecido con novedad, como parte del espectáculo perfectamente planificado y que ahora se desarrollaba con el grupo de danzantes que concentraban las miradas y desconcentraban atenciones adicionales. Todo era ideal para su treta, para su maravilloso plan que ya estaba en curso con aquel brebaje. Ese era el primer paso. Luego vendría el trabajo mental intenso – que ya estaba sucediendo desde el principio, por supuesto, sin descuidar un mísero detalle -, y finalmente el control absoluto. Todos a Él, todos con Él, todos por Él. Todos terminaban por caer, y de eso se trataba aquel encuentro. ¿Negocios? ¡Ja! Eso era un mísero detalle, uno que delineaba desde hace años, cuando había descubierto sus habilidades dignas de respeto, admiración y temor. Lo conseguiría todo, siempre lo hacía. Sólo se estaba divirtiendo, primero con un grupo de mujeres en su mesa, quienes le cortejaban y le miraban con unos ojos que parecían estar viendo a un Dios Griego, a una divinidad, a un descendido de los cielos que venía a complacerles. Tocaban sus hombros, su camisa y su cuello, incluso aquel rostro impávido que delineaban con premura y deseo, con intenciones que se reflejaban más allá de sus ojos, y que él notaba, para variar, perfectamente. Sin embargo, sus ojos estaban fijos en aquellos bailarines, en aquellos que había contratado por cantidades que parecían estratosféricas para ellos. Podrían pasar hasta tres semanas sin ofrecer su cuerpo a nadie y aún así les sobraría dinero para vivir relativamente bien…pero a él no le importaba lo que hicieran con lo que obtendrían, eso era una banalidad pura y casta comparado con lo que deseaba hacer, y que efectivamente realizaría. Nadie iba a detenerlo. Ni siquiera él mismo.
La tarde se hizo noche y el silencio se hizo charlas, risas y baile, con un toque de sake. No podía no haber tal brebaje en los dominios del Daimyo, pues era como su sustento imaginario. ¿O acaso crecían que tan majestuoso ser tiene relaciones de dependencia? ¡Ilusos! ¡Que mueran por su filo de acero los que pensasen tamaña blasfemia! Aquel poderoso trago era presentado y ofrecido con novedad, como parte del espectáculo perfectamente planificado y que ahora se desarrollaba con el grupo de danzantes que concentraban las miradas y desconcentraban atenciones adicionales. Todo era ideal para su treta, para su maravilloso plan que ya estaba en curso con aquel brebaje. Ese era el primer paso. Luego vendría el trabajo mental intenso – que ya estaba sucediendo desde el principio, por supuesto, sin descuidar un mísero detalle -, y finalmente el control absoluto. Todos a Él, todos con Él, todos por Él. Todos terminaban por caer, y de eso se trataba aquel encuentro. ¿Negocios? ¡Ja! Eso era un mísero detalle, uno que delineaba desde hace años, cuando había descubierto sus habilidades dignas de respeto, admiración y temor. Lo conseguiría todo, siempre lo hacía. Sólo se estaba divirtiendo, primero con un grupo de mujeres en su mesa, quienes le cortejaban y le miraban con unos ojos que parecían estar viendo a un Dios Griego, a una divinidad, a un descendido de los cielos que venía a complacerles. Tocaban sus hombros, su camisa y su cuello, incluso aquel rostro impávido que delineaban con premura y deseo, con intenciones que se reflejaban más allá de sus ojos, y que él notaba, para variar, perfectamente. Sin embargo, sus ojos estaban fijos en aquellos bailarines, en aquellos que había contratado por cantidades que parecían estratosféricas para ellos. Podrían pasar hasta tres semanas sin ofrecer su cuerpo a nadie y aún así les sobraría dinero para vivir relativamente bien…pero a él no le importaba lo que hicieran con lo que obtendrían, eso era una banalidad pura y casta comparado con lo que deseaba hacer, y que efectivamente realizaría. Nadie iba a detenerlo. Ni siquiera él mismo.
Sousuke Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Dancing [Sousuke + 18]
Como un objeto que se mueve a lo loco. Mis curvas se estrellaban unas con otras. Sintiendo como una de las mujeres de la mesa del medio me llamaba. Estaban alrededor de un hombre asiático, como si quisieran devorarlo. Pero yo no estaba asombrado. Aquellas situaciones en la clase alta, en la aristocracia eran muy fáciles de ver. Un hombre rico que esta soltero, es dinero en bolsas. Casarse con el, para luego tener un hijo y que el dinero de la familia florezca cada vez mas. Típico de las mujeres, hacer esa clase de cosas. Pero ahora estaban esperando a que vaya y con una sonrisa calmada me fui acercando en un baile lento, arrimando a la mujer con tranquilidad.
-Mademoiselle... Que puedo hacer por vosotros? Deseáis mis servicios...?
Una suavidad increíble se deslizó desde mis labios por su mejilla hasta su oreja. Y una mirada efusiva salió de aquel rostro pintarrajeado; como si quisiera devorarme apoyó una mano sobre mi hombro. Las mujeres solían ponerse demasiado pintura en sus rostros y eso daba un poco de molestia. Pero mi sonrisa no se desvanecía estaba acostumbrado a esa falsa verdad que dejaba mostrar. Me mostraba agradecido por su comportamiento, pero la verdad es que odiaba a todos los que estaban en ese lugar. Gente que solo gustaba de ellos mismos y lo querían todo para si. No entendía esa clase de cosas. Pero tampoco podía hacer nada para cambiarlo, al fin y al cabo ellos me alimentaban.
Suavemente la mujer se acercó a mi oreja y ya con bastante olor a alcohol, me pidió que bailara para la mesa, que le agradaban mis rasgos y que quería que me pasease por todos ellos. Aquello estaba por sacar una mala cara de mi rostro, pero por el contrario, le sonreí y me reí despacito por su comportamiento. Asintiendo a sus palabras, empezando a bailar, deslizándome por cada persona que había en la mesa, un par de hombres que ya estaban bebidos; las mujeres que rellenas de sake se divertían jugando con los hilos de mi yukata y luego pasé por los costados del hombre asiático, abanicándome contra el. Al parecer era el que mas sobrio estaba. Su rostro era tan blanco que provocó que mis ojos se entrecierren. Sentía el aura de muerte a su alrededor, pero nada me atrevía a decirle y solo le bailé con suma sensualidad, sintiendo las miradas de las mujeres pegadas a aquel hombre. Esperando la reacción de su mirada contra mi cuerpo. No se que buscaban realmente, pero aquel hombre me encantaba y sin disimulo le bailaba con ganas.
Mi habla estaba callada, solo me sumergía en el sonido y en la posición de los cuerpo ajenos, para así moldear el mio de tal forma que mi piel encaje con la ajena, bordeando mis labios con el abanico, moviendo mis caderas sensualmente, mientras el suave sonido de los zapatos de madera se quebraba contra el piso, haciendo mis movimientos un poco mas rápidos, empezando a encaminarme hacia el siguiente presente en la mesa. Aunque no quería desligarme de aquel asiático de mirada fuerte y piel blanca. Me atraía completamente y hubiese deseado seguirle bailando, pero aquello sería una demasiada evidente, muestra de favoritismo. Pero no podía dejar de pensar en su aura de muerte. Como si no fuese de este mundo, como si no fuese real. Me quedaba atónito a su mirada.
-Mademoiselle... Que puedo hacer por vosotros? Deseáis mis servicios...?
Una suavidad increíble se deslizó desde mis labios por su mejilla hasta su oreja. Y una mirada efusiva salió de aquel rostro pintarrajeado; como si quisiera devorarme apoyó una mano sobre mi hombro. Las mujeres solían ponerse demasiado pintura en sus rostros y eso daba un poco de molestia. Pero mi sonrisa no se desvanecía estaba acostumbrado a esa falsa verdad que dejaba mostrar. Me mostraba agradecido por su comportamiento, pero la verdad es que odiaba a todos los que estaban en ese lugar. Gente que solo gustaba de ellos mismos y lo querían todo para si. No entendía esa clase de cosas. Pero tampoco podía hacer nada para cambiarlo, al fin y al cabo ellos me alimentaban.
Suavemente la mujer se acercó a mi oreja y ya con bastante olor a alcohol, me pidió que bailara para la mesa, que le agradaban mis rasgos y que quería que me pasease por todos ellos. Aquello estaba por sacar una mala cara de mi rostro, pero por el contrario, le sonreí y me reí despacito por su comportamiento. Asintiendo a sus palabras, empezando a bailar, deslizándome por cada persona que había en la mesa, un par de hombres que ya estaban bebidos; las mujeres que rellenas de sake se divertían jugando con los hilos de mi yukata y luego pasé por los costados del hombre asiático, abanicándome contra el. Al parecer era el que mas sobrio estaba. Su rostro era tan blanco que provocó que mis ojos se entrecierren. Sentía el aura de muerte a su alrededor, pero nada me atrevía a decirle y solo le bailé con suma sensualidad, sintiendo las miradas de las mujeres pegadas a aquel hombre. Esperando la reacción de su mirada contra mi cuerpo. No se que buscaban realmente, pero aquel hombre me encantaba y sin disimulo le bailaba con ganas.
Mi habla estaba callada, solo me sumergía en el sonido y en la posición de los cuerpo ajenos, para así moldear el mio de tal forma que mi piel encaje con la ajena, bordeando mis labios con el abanico, moviendo mis caderas sensualmente, mientras el suave sonido de los zapatos de madera se quebraba contra el piso, haciendo mis movimientos un poco mas rápidos, empezando a encaminarme hacia el siguiente presente en la mesa. Aunque no quería desligarme de aquel asiático de mirada fuerte y piel blanca. Me atraía completamente y hubiese deseado seguirle bailando, pero aquello sería una demasiada evidente, muestra de favoritismo. Pero no podía dejar de pensar en su aura de muerte. Como si no fuese de este mundo, como si no fuese real. Me quedaba atónito a su mirada.
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Dancing [Sousuke + 18]
Todo fluía como si hubiera sido puesto literalmente sobre las ruedas de un carruaje. Todo se desarrollaba según la voluntad del hombre de cabellos, ojos y alma oscura que impávido y aparentemente indiferente observaba a la mujer que le solicitaba una mayor concentración de su persona a la mesa, halagándolo y consiguiendo con eso que la danza fuera más dedicada y específica a las personas allí presentes, aunque todos supieran que esa danza era para el que se mantenía en su puesto a pesar de las conductas cada vez más insinuantes de las mujeres, que acariciaban sus brazos y su pecho, llegando hasta el cuello y a esas mejillas de fría porcelana que ni se inmutaban con semejantes muestras de anhelo.
Finalmente, los dos pares de ojos se cruzaron: brevemente, pero lo hicieron lo suficiente para que el Grandísimo consiguiera lo que quería. Ahora el bailarín no dejaba de mirarle, a la vez que todos su esclavos mentales continuaron con la siguiente fase de su plan. Las mujeres incrementaron ese “acoso consentido” en la persona del Daimyo, comenzando a besar y lamer su cuello con la lascivia transmitida del vampirismo, masajeando su cuerpo y sobretodo sus partes bajas con un anhelo hambriento, como los que tenían sus criados y otros subordinados que iniciaban diversas tareas de seducción para tener a sus pies a los invitados, los que fueron cayendo uno por uno como moscas producto del efecto embriagante incrementado del sake, concretándose aquellos “negocios” paulatinamente.
El ambiente empezó a caldearse, tanto que incluso los bailarines se vieron presos uno por uno de la extraña tensión en el aire. Sousuke les hubiera tomado a todos de ser posible por su magnánimo poder, pero estaba rodeado de las damas que acariciaban desinhibidamente las partes bajas del Daimyo, viéndose éstas acompañadas rápidamente de una cabeza femenina que empezó a moverse de arriba a abajo ante la atenta y envidiosa mirada de las mujeres que prontamente dedicaron su lascivia al joven bailarín, deseando que se uniera. Eso era lo que Él deseaba.
Finalmente, los dos pares de ojos se cruzaron: brevemente, pero lo hicieron lo suficiente para que el Grandísimo consiguiera lo que quería. Ahora el bailarín no dejaba de mirarle, a la vez que todos su esclavos mentales continuaron con la siguiente fase de su plan. Las mujeres incrementaron ese “acoso consentido” en la persona del Daimyo, comenzando a besar y lamer su cuello con la lascivia transmitida del vampirismo, masajeando su cuerpo y sobretodo sus partes bajas con un anhelo hambriento, como los que tenían sus criados y otros subordinados que iniciaban diversas tareas de seducción para tener a sus pies a los invitados, los que fueron cayendo uno por uno como moscas producto del efecto embriagante incrementado del sake, concretándose aquellos “negocios” paulatinamente.
El ambiente empezó a caldearse, tanto que incluso los bailarines se vieron presos uno por uno de la extraña tensión en el aire. Sousuke les hubiera tomado a todos de ser posible por su magnánimo poder, pero estaba rodeado de las damas que acariciaban desinhibidamente las partes bajas del Daimyo, viéndose éstas acompañadas rápidamente de una cabeza femenina que empezó a moverse de arriba a abajo ante la atenta y envidiosa mirada de las mujeres que prontamente dedicaron su lascivia al joven bailarín, deseando que se uniera. Eso era lo que Él deseaba.
Sousuke Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Dancing [Sousuke + 18]
Sentía delicados celos por las manos que acariciaban aquel dorso ajeno, lo tomaban y presionaban con terrible necesidad y yo me preguntaba como podía ser que aquellas mujeres se hayan salido tanto de la convexidad de una persona de clase alta. Era como si de repente, fuesen cortesanas, a la mereced de un hombre de mucho dinero; que deseaban que las tome, usarlo para ser sus concubinas y así poder tomar de él mucho dinero.
Esos pensamientos rondaban en mi mente una y otra vez, simplemente no podía entenderlo y al mismo tiempo, lo sentía. La atracción que aquel hombre provocaba, hacía que me desligue y me acerque a aquel momento, buscando un roce, un tacto mínimo de su piel con la mía. Las auras parecían poseídas, los roces eran ya inaceptables. Por todos lados había manos y toqueteos y al parecer, los negocios que se tenían que hacer en la cena ya estaban resueltos. Aquel japonés, había hecho algo, quizá un afrodisíaco en las bebidas, pero era algo muy subjetivo, los demás bailarines estaban casi igual que los invitados y no nos habían dado nada. Era un terrible poder, que los hacía caer a sus pies, como gelatina iban uno por uno deseando ser tocados, temblando sin vergüenza alguna. Al parecer yo, era el que mas había durado. Y quizá, sí tenía algo que ver el hecho de que fuese gitano y no un simple cortesano.
Pero allí estaban de nuevo, las mujeres provocandome, invitándome a su festín; el caballero acomodado y estirado, disfrutando de las atenciones pero al mismo tiempo sin inmutarse ni un poco. Era un escudo impenetrable, que solo quería algo de diversión. Eramos títeres sobre aquel ser. Y poco a pocos nos iba moviendo, haciéndonos a todos suyos. El lugar se había convertido en un burdel de alto nivel y las personas comenzaban a retirarse hacia diferentes partes; algunos se retiraban hacia los rincones, patios, otros se iban hacia afuera. Todo parecía estar justo como aquel presidente o "rey" quería. Pues la sonrisa del asiático estuvo presente en todo momento. Quizá eso deseaba, provocar que todos hagan aquellas cosas, para así tenerlos bajo su poder. Pues que sería de aquellas personas de clase alta si luego se iba diciendo por ahí, que se habían recostado con alguien en medio de una reunión! Inaceptable!
"Ven, debéis inclinarte; agacharos a servir al Daimyo, al parecer será imposible despertarle"
Susurraba la mujer sobre mi oreja, mientras el abanico seguía conspirando con mi cuerpo para que el baile prosiga, pero era, prácticamente el único que quedaba bailando, suspiré casi enojado y negué; nos habían pagado para esto, pero nadie había dicho nada que serían mas de una pareja... Era algo que simplemente jamás había hecho y me avergonzaba a tal nivel, que mis humanas mejillas se volvieron rojas y entre la distracción, con un tirón de cabello de una damisela me vi de cuclillas al piso, mirándola atentamente, esperando a saber que quería de mi. Pero como era evidente aquella mujer me empujó claramente apropósito hacia el hombre y chasqueando los dientes, me vi con la cabeza casi sobre sus rodillas y le miré pestañeando, ladeando el rostro para saber si deseaba algo.
-Disculpadme Monsieur... No fue mi intención caer aquí, os ruego me perdonéis.
Me fui levantando un poco pero aquella mujer reía con los labios cubiertos, como una niña que cometía una travesura y al ver que me levantaba un poco me volvía a tomar para que me incline, parecía un juego de niños; pero ella me tumbaba hacía aquel otro hombre y me pasaba la mano por la espalda, tan suave y penetrantemente, que no pude evitar cerrar los ojos y suspirar en un jadeo casi invisible. Apoyando mano y mano sobre aquellas rodillas quise terminar de levantarme, pero una mujer me tomaba el pie y lo estiraba, volviendo a provocar que caiga a los pies del asiático nuevamente.
Esos pensamientos rondaban en mi mente una y otra vez, simplemente no podía entenderlo y al mismo tiempo, lo sentía. La atracción que aquel hombre provocaba, hacía que me desligue y me acerque a aquel momento, buscando un roce, un tacto mínimo de su piel con la mía. Las auras parecían poseídas, los roces eran ya inaceptables. Por todos lados había manos y toqueteos y al parecer, los negocios que se tenían que hacer en la cena ya estaban resueltos. Aquel japonés, había hecho algo, quizá un afrodisíaco en las bebidas, pero era algo muy subjetivo, los demás bailarines estaban casi igual que los invitados y no nos habían dado nada. Era un terrible poder, que los hacía caer a sus pies, como gelatina iban uno por uno deseando ser tocados, temblando sin vergüenza alguna. Al parecer yo, era el que mas había durado. Y quizá, sí tenía algo que ver el hecho de que fuese gitano y no un simple cortesano.
Pero allí estaban de nuevo, las mujeres provocandome, invitándome a su festín; el caballero acomodado y estirado, disfrutando de las atenciones pero al mismo tiempo sin inmutarse ni un poco. Era un escudo impenetrable, que solo quería algo de diversión. Eramos títeres sobre aquel ser. Y poco a pocos nos iba moviendo, haciéndonos a todos suyos. El lugar se había convertido en un burdel de alto nivel y las personas comenzaban a retirarse hacia diferentes partes; algunos se retiraban hacia los rincones, patios, otros se iban hacia afuera. Todo parecía estar justo como aquel presidente o "rey" quería. Pues la sonrisa del asiático estuvo presente en todo momento. Quizá eso deseaba, provocar que todos hagan aquellas cosas, para así tenerlos bajo su poder. Pues que sería de aquellas personas de clase alta si luego se iba diciendo por ahí, que se habían recostado con alguien en medio de una reunión! Inaceptable!
"Ven, debéis inclinarte; agacharos a servir al Daimyo, al parecer será imposible despertarle"
Susurraba la mujer sobre mi oreja, mientras el abanico seguía conspirando con mi cuerpo para que el baile prosiga, pero era, prácticamente el único que quedaba bailando, suspiré casi enojado y negué; nos habían pagado para esto, pero nadie había dicho nada que serían mas de una pareja... Era algo que simplemente jamás había hecho y me avergonzaba a tal nivel, que mis humanas mejillas se volvieron rojas y entre la distracción, con un tirón de cabello de una damisela me vi de cuclillas al piso, mirándola atentamente, esperando a saber que quería de mi. Pero como era evidente aquella mujer me empujó claramente apropósito hacia el hombre y chasqueando los dientes, me vi con la cabeza casi sobre sus rodillas y le miré pestañeando, ladeando el rostro para saber si deseaba algo.
-Disculpadme Monsieur... No fue mi intención caer aquí, os ruego me perdonéis.
Me fui levantando un poco pero aquella mujer reía con los labios cubiertos, como una niña que cometía una travesura y al ver que me levantaba un poco me volvía a tomar para que me incline, parecía un juego de niños; pero ella me tumbaba hacía aquel otro hombre y me pasaba la mano por la espalda, tan suave y penetrantemente, que no pude evitar cerrar los ojos y suspirar en un jadeo casi invisible. Apoyando mano y mano sobre aquellas rodillas quise terminar de levantarme, pero una mujer me tomaba el pie y lo estiraba, volviendo a provocar que caiga a los pies del asiático nuevamente.
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Dancing [Sousuke + 18]
Él ya había dado la orden, el resto lo hacían sus títeres que como movidos literalmente con hilos cumplían todas y cada una de las exigencias del Daimyo, cuya boca se había atrevido a desafiar la seriedad de su rostro completo para dejar escapar una sonrisa de complacencia con lo que estaba sucediendo ante su mirada que parecía ver hasta lo que estaba detrás suyo, lo que no era tan descabellado considerando su omnipotencia. “¡Todos a obedecerle, o los lobos de sus jardines tendrían un banquete por semanas!” era la consigna que parecía haberles dicho y que era el motivo por el que estaban actuando de forma tan acorde a sus expectativas, sacando provecho sin complicaciones de los que habían caído por el sake y por las tentativas mentales de aquel maravilloso y portentoso Líder que no dejaba de ser complacido insistente por aquellas mujeres mientras la vista estaba fija en aquel joven, el único posible –e imposible- rival de sus poderes, los que más temprano que tarde le harían ceder; lo que sucedió con una pequeña ayuda –premeditada, obviamente- de la mujer que lo hizo caer muy cerca del centro de las acciones, mientras la otra continuaba subiendo y bajando de manera devota sobre aquella pieza de carne tan añorada por las personas que lo adoraban: ¿Quién no querría ser poseído de manera mental Y carnal por alguien como él? Prácticamente nadie.
Las palabras de la dama eran una sinfonía a sus oídos, y la disculpa del joven fue algo tan intrascendente como el tema por el que originalmente se había concertado esa reunión. ¿Negocios? ¡Bah! Patrañas estúpidas que sólo quedarían en el recuerdo mínimo del principio de la anécdota cargada de sudor y deseo instintivo que les invadía a todos los presentes en distintas cantidades, aunque con el mínimo suficiente para trastornarles y hacer que se dejasen llevar. No existía falla alguna ni posible; estaba todo calculado, incluso cómo tomar a aquel varón que seguía resistiéndose a pesar de estar a sus pies por segunda vez. Apartó de un solo movimiento sutil a la vampira para darle la vista frontal de “aquello” ya alzado y listo para actuar con cualquiera que se atreviese a acercarse o a cruzarse en la voluntad del Daimyo. Y ese cualquiera ya tenía nombre y rostro.
- No ha sido tu intención, sino Mi Voluntad la que te ha traído hasta aquí. –Le dijo con esa mezcla tan excitantemente irritante de arrogancia y sensualidad, mirándole fijamente con sus ojos negruzcos que inducían cada vez más perdición en el joven. Entrecerró aquellas orbes, y la orden fue dada junto un leve chasquido rojizo de sus orbes, deseosas de más perversión – Tu lengua bailará sobre mi miembro, y tu cuerpo sobre el mío. Eres de MI propiedad…¿Lo entiendes?...Eres y serás mío. Por la Eternidad…
Las palabras de la dama eran una sinfonía a sus oídos, y la disculpa del joven fue algo tan intrascendente como el tema por el que originalmente se había concertado esa reunión. ¿Negocios? ¡Bah! Patrañas estúpidas que sólo quedarían en el recuerdo mínimo del principio de la anécdota cargada de sudor y deseo instintivo que les invadía a todos los presentes en distintas cantidades, aunque con el mínimo suficiente para trastornarles y hacer que se dejasen llevar. No existía falla alguna ni posible; estaba todo calculado, incluso cómo tomar a aquel varón que seguía resistiéndose a pesar de estar a sus pies por segunda vez. Apartó de un solo movimiento sutil a la vampira para darle la vista frontal de “aquello” ya alzado y listo para actuar con cualquiera que se atreviese a acercarse o a cruzarse en la voluntad del Daimyo. Y ese cualquiera ya tenía nombre y rostro.
- No ha sido tu intención, sino Mi Voluntad la que te ha traído hasta aquí. –Le dijo con esa mezcla tan excitantemente irritante de arrogancia y sensualidad, mirándole fijamente con sus ojos negruzcos que inducían cada vez más perdición en el joven. Entrecerró aquellas orbes, y la orden fue dada junto un leve chasquido rojizo de sus orbes, deseosas de más perversión – Tu lengua bailará sobre mi miembro, y tu cuerpo sobre el mío. Eres de MI propiedad…¿Lo entiendes?...Eres y serás mío. Por la Eternidad…
Sousuke Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Dancing [Sousuke + 18]
Aquella situación se tornaba aún peor de lo que pensaba, era realmente necesario hacer eso allí? La vergüenza subía lentamente por mis mejillas, siendo mi piel tostada recubierta por un caramelo color rosado sobre los pómulos. Negando y mirando hacia otro lado cuando la vista me fue impuesta sobre aquel lugar. Aquella entrepierna que urgía en un falo alargado y entretenido por lo que había a su alrededor. Pocas veces había hecho aquello con un hombre, pues solía atender mujeres y en todo caso, jóvenes que querían ser follados sin que nadie se entere. Obviamente, pocos querían que se supiera que eran homosexuales. Y mucho menos que se chismorreé que les gustaba ser sumisos. Pero en ese caso... Ah! Iba a tener que ser yo el sumiso? Realmente tendría que ceder? Por lo pronto, intentaría disimuladamente irme hacía un costado.
"Deja de hablarme, no quiero escuchar tu voz! Ah! Es que eres la perdición con esos ojos y ese habla, pues me influyes dolor con solo pensarlo"
Intentaba ir hacia un lado, medio a gatas hasta poder levantarme, pero las piernas de una mujer se interponían en mi camino, eran demasiado fuertes, aquellos seres no eran humanos. Efectivamente no lo eran. Con un solo empujón la mujer me mando a chocar la cabeza con la pierna del asiático y en un movimiento algo perdido, le miré a los ojos fastidiado, mordiéndome el labio inferior por las cosas que me estaba haciendo. Aquel tipo me irritaba, pero debía acallar mis palabras y mis pensamientos. Tenía que seguir manteniendo mi perfil de cortesano de calidad.
-Como es que, es vuestra voluntad... Monsieur? Mmrg... No soy suyo. Solo le atenderé... Pues para eso estoy contrata...do. No soy de vuestra propiedad, n-no soy eso!
Elevando apenas el tono de voz en las últimas palabras que un golpe seco fue dado sobre mi costado, eran unos tacos altos y podía notar que me aplastaban una costilla. A lo que un pequeño grito mezclado de gemido salio de mis labios y mi cuerpo entero se fue hacia abajo agarrándose un costado, que intentaba disipar el golpe. Pero ella no paró y golpeó con la punta del tacón haciendo que mi cabeza caiga sobre un muslo ajeno y mis ojos negros y profundos se quedaron mirando al otro. Podía escuchar aquel gran quejido de la mujer. Como si se lo hubiese hecho a ella misma.
-"Maldito, sois un puto bailarín. Harás lo que os digan o os partiré costilla por costilla"
Escuchaba, que suavemente mi cabeza asintió, para que su pie se retirara de mi cuerpo. En lo que poco a poco me levantaba para ir a su miembro. Aquel falo que me esperaba húmedo y caliente. Como un pedazo de piedra parecía imposible de jugar con aquel. Aquella vena en el medio que se notaba como una cañería de plomo, sería posible que ello entrara en mi boca? Pues no sabía, pero con esfuerzo daría todo para que no vuelvan a golpearme de esa manera. Pero lo único claro, era que luego de ello correría en el primer momento hábil. No podía dejar que aquel tipo haga lo que quiera conmigo. Pues tenía todo el semblante de que me rompería si fuese necesario.
"A que te refieres con eternidad? Que eres?! Por que dices cosas inhumanas? Por que tu aura me da este temor. Son ustedes seres mitad demonios? O demonios enteros? Seres de la noche? Incubos? "
-No soy vuestro, Monsieur Daimyo... Solo soy un bailarín mrg~
Succionando la punta de aquella carne congelada e hirviendo al mismo tiempo, que despacito iba intentando que se meta mas adentro. Rogando que aquel tipo no sujetara mi cabeza y metiera aquel falo entero, pues de ser así rompería toda mi boca. Iba mordisqueando un poco su glande, buscando darle placer, en lo que intentaba lubricar mi boca para que entrase, pasando los dedos por sus testículos, apretándolos y bombeándolos, cerrando mis ojos para no ver a ninguno, pues sabía que los demás estaban viendo el espectáculo y era demasiada humillación en un solo momento. Por suerte, aún seguía con ropa.
"Deja de hablarme, no quiero escuchar tu voz! Ah! Es que eres la perdición con esos ojos y ese habla, pues me influyes dolor con solo pensarlo"
Intentaba ir hacia un lado, medio a gatas hasta poder levantarme, pero las piernas de una mujer se interponían en mi camino, eran demasiado fuertes, aquellos seres no eran humanos. Efectivamente no lo eran. Con un solo empujón la mujer me mando a chocar la cabeza con la pierna del asiático y en un movimiento algo perdido, le miré a los ojos fastidiado, mordiéndome el labio inferior por las cosas que me estaba haciendo. Aquel tipo me irritaba, pero debía acallar mis palabras y mis pensamientos. Tenía que seguir manteniendo mi perfil de cortesano de calidad.
-Como es que, es vuestra voluntad... Monsieur? Mmrg... No soy suyo. Solo le atenderé... Pues para eso estoy contrata...do. No soy de vuestra propiedad, n-no soy eso!
Elevando apenas el tono de voz en las últimas palabras que un golpe seco fue dado sobre mi costado, eran unos tacos altos y podía notar que me aplastaban una costilla. A lo que un pequeño grito mezclado de gemido salio de mis labios y mi cuerpo entero se fue hacia abajo agarrándose un costado, que intentaba disipar el golpe. Pero ella no paró y golpeó con la punta del tacón haciendo que mi cabeza caiga sobre un muslo ajeno y mis ojos negros y profundos se quedaron mirando al otro. Podía escuchar aquel gran quejido de la mujer. Como si se lo hubiese hecho a ella misma.
-"Maldito, sois un puto bailarín. Harás lo que os digan o os partiré costilla por costilla"
Escuchaba, que suavemente mi cabeza asintió, para que su pie se retirara de mi cuerpo. En lo que poco a poco me levantaba para ir a su miembro. Aquel falo que me esperaba húmedo y caliente. Como un pedazo de piedra parecía imposible de jugar con aquel. Aquella vena en el medio que se notaba como una cañería de plomo, sería posible que ello entrara en mi boca? Pues no sabía, pero con esfuerzo daría todo para que no vuelvan a golpearme de esa manera. Pero lo único claro, era que luego de ello correría en el primer momento hábil. No podía dejar que aquel tipo haga lo que quiera conmigo. Pues tenía todo el semblante de que me rompería si fuese necesario.
"A que te refieres con eternidad? Que eres?! Por que dices cosas inhumanas? Por que tu aura me da este temor. Son ustedes seres mitad demonios? O demonios enteros? Seres de la noche? Incubos? "
-No soy vuestro, Monsieur Daimyo... Solo soy un bailarín mrg~
Succionando la punta de aquella carne congelada e hirviendo al mismo tiempo, que despacito iba intentando que se meta mas adentro. Rogando que aquel tipo no sujetara mi cabeza y metiera aquel falo entero, pues de ser así rompería toda mi boca. Iba mordisqueando un poco su glande, buscando darle placer, en lo que intentaba lubricar mi boca para que entrase, pasando los dedos por sus testículos, apretándolos y bombeándolos, cerrando mis ojos para no ver a ninguno, pues sabía que los demás estaban viendo el espectáculo y era demasiada humillación en un solo momento. Por suerte, aún seguía con ropa.
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Re: Dancing [Sousuke + 18]
Le daban ganas de reírse en su cara, para luego escupirla con saliva y con otro tipo de líquido. Si al Daimyo le gustaban ya los individuos que se sometían con y sin sus “encantos”, el ver a alguien que le desafiase era una delicia en el sentido más literal de la palabra, como si su alimento vital fuera el ver los rostros de humillación, vergüenza e impotencia de otros. Era maravilloso, era un espectáculo mucho más divertido que ese baile de putas y putos que ahora yacían sometidos por sus esclavos mentales junto con sus invitados a aquella auténtica orgía de sexo y sangre.
Sin embargo, ni siquiera eso merecía ese pobre joven que cada vez era más amenazado y averiado por las sirvientas personales del Daimyo, quien únicamente contemplaba con una maldad extrema lo que sucedía. Cada palabra que iba en su contra por parte del joven era como una flecha de papel que chocaba contra una armadura de hierro. ¿Le afectaba eso? ¡Le daba risa! Le daban ganas de aplastarlo como a una maldita cucaracha, como a todos los que se atrevían siquiera a expresar alguna palabra que pudiere interpretarse como negativa a su persona. Y lo tenía muy cerca del suelo, afortunadamente –o como había planeado-. A pesar de sus palabras abstractas y concretas ya estaba conociendo su “grandeza” que no era simplemente una metáfora, succionando, lamiendo y acariciando toda su extensión con la habilidad propia de los que se ganaban la vida gimiendo y haciendo gemir en el burdel. El tipo sabía hacer su trabajo, pero desconocía completamente el trabajo que el Daimyo tenía reservado para él. Y eso era lo divertido.
- “Débil y patético humano…tan inocente y tan estúpido….” – Sonrió ladino con esa arrogancia que hacía hervir la sangre del más frío, disfrutando en silencio de los “mimos” a los que era sometido su miembro, quien no variaba en su vigor – “Haría que tu cerebro pensara la respuesta, pero es demasiado para alguien como tú…” – Le dijo con un tono cargado de burla, deslizando una mano lentamente hasta la cabeza del varón – “Por eso, tu lugar es ahí abajo, junto con toda la escoria que osa pisar la misma tierra que yo…”
La presión se hizo brusca, y los músculos de la boca fueron usados contra su voluntad para que la garganta se estirase e intentase contener aquel miembro que buscaba algo más que la boca, queriendo de forma no tan descabellada partirle la cabeza entre sus dos muestras de poder más importantes. Entretanto ahogaba a su víctima sus femeninos cómplices actuaron con sus uñas, desgarrando cada prenda que el joven vestía hasta dejarlo como se había presentado al mundo, para desgracia y deleite a la vez del que ahora veía su piel desnuda con detalle. Se quedó tan enfocado en aquella parte trasera que había olvidado que estaba usando la cabeza del joven como un taburete de apoyo, así que le soltó sólo para dejar que tosiera y recuperara algo de aire. No lo quería muerto, o al menos no todavía.
- “Lo siento…no me acordaba que tenía una cucaracha bajo mi mano…”-Se mordió el labio inferior sutilmente, prueba infalible que pronto pasaría a otra cosa más interesante y más…dura. – “Voy a aplastarte con todo mi poder…bajo mi cuerpo….” – Amenazó. Considérese cumplido.
Sin embargo, ni siquiera eso merecía ese pobre joven que cada vez era más amenazado y averiado por las sirvientas personales del Daimyo, quien únicamente contemplaba con una maldad extrema lo que sucedía. Cada palabra que iba en su contra por parte del joven era como una flecha de papel que chocaba contra una armadura de hierro. ¿Le afectaba eso? ¡Le daba risa! Le daban ganas de aplastarlo como a una maldita cucaracha, como a todos los que se atrevían siquiera a expresar alguna palabra que pudiere interpretarse como negativa a su persona. Y lo tenía muy cerca del suelo, afortunadamente –o como había planeado-. A pesar de sus palabras abstractas y concretas ya estaba conociendo su “grandeza” que no era simplemente una metáfora, succionando, lamiendo y acariciando toda su extensión con la habilidad propia de los que se ganaban la vida gimiendo y haciendo gemir en el burdel. El tipo sabía hacer su trabajo, pero desconocía completamente el trabajo que el Daimyo tenía reservado para él. Y eso era lo divertido.
- “Débil y patético humano…tan inocente y tan estúpido….” – Sonrió ladino con esa arrogancia que hacía hervir la sangre del más frío, disfrutando en silencio de los “mimos” a los que era sometido su miembro, quien no variaba en su vigor – “Haría que tu cerebro pensara la respuesta, pero es demasiado para alguien como tú…” – Le dijo con un tono cargado de burla, deslizando una mano lentamente hasta la cabeza del varón – “Por eso, tu lugar es ahí abajo, junto con toda la escoria que osa pisar la misma tierra que yo…”
La presión se hizo brusca, y los músculos de la boca fueron usados contra su voluntad para que la garganta se estirase e intentase contener aquel miembro que buscaba algo más que la boca, queriendo de forma no tan descabellada partirle la cabeza entre sus dos muestras de poder más importantes. Entretanto ahogaba a su víctima sus femeninos cómplices actuaron con sus uñas, desgarrando cada prenda que el joven vestía hasta dejarlo como se había presentado al mundo, para desgracia y deleite a la vez del que ahora veía su piel desnuda con detalle. Se quedó tan enfocado en aquella parte trasera que había olvidado que estaba usando la cabeza del joven como un taburete de apoyo, así que le soltó sólo para dejar que tosiera y recuperara algo de aire. No lo quería muerto, o al menos no todavía.
- “Lo siento…no me acordaba que tenía una cucaracha bajo mi mano…”-Se mordió el labio inferior sutilmente, prueba infalible que pronto pasaría a otra cosa más interesante y más…dura. – “Voy a aplastarte con todo mi poder…bajo mi cuerpo….” – Amenazó. Considérese cumplido.
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Re: Dancing [Sousuke + 18]
“Inocente, patético. Patético es quien se divierte forzando a los demás. Los inmortales que solo se pasan la vida jugando con los humanos. Maldito ser, derrochas tu oro, tu grandeza. Eres un maldito ser de clase alta que solo busca diversión en su inmortalidad!”
Pensaba en lo que mis ojos iban con desdicha a los ajenos, casi gruñendo, enojado, mostrándole ligeramente los dientes, como amenazándole de que le mordería esa extremidad, era tanto el enfadado que sentía, que mi sangre estaba más caliente de lo habitual. Me hervían los nervios de estar en una situación tan comprometedora, de la cual no había salida. Ya había servido a un lycan en su momento y no había sido nada grato, no me podía imaginar cómo sería servirle a un ser de la noche. Que usualmente lastimaban por puro goce, al menos los licántropos lo hacían sin darse cuenta. El tiempo pasaba lentamente, los minutos parecían horas, mi lengua iba lentamente por los costados, recorría la punta, intentaba ignorarlo, pero en un enojo inconsciente mis dientes, más bien los colmillos de humano, que si bien no eran gran cosa, al menos le harían sentirlo más, se clavaron en su glande, profunda y lentamente lo clavé en lo que le miraba fijo, entrecerrando los ojos molesto y desdichado. Sintiendo esa mano fría en la cabeza, empezando a moverla con lentitud, le succionaba aquel cuero con premura, cerrando los ojos sin poder responder a sus malditas frases.
-M-mrk… Espe-ahmg!
Mis ojos rasgados se abrían ante la presión que empezaba a poner el ajeno, movía las manos, apoyándolas en el filo del asiento, tironeando para que pare de pujar. Me sentía encerrado y la claustrofobia se hacía presente, tironeando más y más, mis músculos se tensaban, sentía la presión, la anchura, la forma exacta de como la punta daba con el final de mi garganta, los ojos se me aguaban en lo que sentía vagamente como las manos ajenas, unas uñas, se ponían acordes para que no quede nada de mi traje sobre mí. Daba gracias que ese día no había traído nada importante. Parecía ser que mi fuerza no era nada. La mano del vampiro no se retiraba, no podía respirar y con un ojo cerrado y el otro abierto intentaba mirarlo, hasta que al fin algo llamo nuevamente la atención hacia abajo. Soltó mi cabeza y al hacerlo salí rápidamente de su falo, tosiendo en un costado, ligeramente se podía ver cómo me temblaban los hombros, los ojos empapados que buscaban más aire.
-Ahh… C-callaos, no quiero hacer nada con vosotros. Os pensáis que me dejaré matar en vuestras manos? Estáis equivocado… Vuestras muchachas me han roto la ropa, por qué?
Preguntaba con un ligero jadeo desde el piso, sentía la mirada en mi cuerpo, era bastante formado, la piel oliva y las cicatrices en mi espalda se hacían presentes. No tenía vergüenza de mi cuerpo. Más no me agradaba la idea de que tantos me vieran. Parecía un circo y aquello me sonrojaba, me hacía delirar. Pero poco fue el tiempo que pude pasar a levantarme, porque la mujer que parecía la líder entre ellas me volvía a hacer bajar. Si no fuese una mujer la hubiese empujado, pero no podía, aún y con todo, era demasiado amable con el sexo femenino. Las palabras del Daimyo eran como un fuego intenso que me recorría insaciablemente, las mujeres reían mirándose las unas a las otras. Me temía que es lo que él tenía pensado. El solo hecho de pensar que me iba a penetrar me asustaba, hacía bastante tiempo que no me hacían sumiso, mi cuerpo era estrecho, sin duda me partiría al medio, con todo y órganos.
“Muy bien muchacho lo ganaste! Putain! Ahora moverás el trasero para nuestro señor, empieza a contar los minutos!”
La puntilla de su zapato golpeaba contra mí estómago y mis ojos se abrían a lo que mi cabeza se iba hacia abajo, con ambas manos agarrándome del estómago, sentía que mi cuerpo era recargado sobre el ajeno. Mis ojos se contraían y se cerraban en lo que me seguía sujetando, empezaba a sentir una fría piel sobre la mía, las cicatrices de mi espalda eran delineadas por unas uñas curiosas y lentamente iba abriendo mis ojos, buscando saber mi posición exacta aunque sabía que ninguna que no fuera lejos de allí sería la deseada. Me encontraba cerca del rostro ajeno y ladeando la cabeza lo observé. Era realmente bello... Quedé con tranquilidad sobre sus piernas, mis posaderas estaban apoyadas en la pierna derecha, daba gracias que no tenía ese falo desde ya metido dentro. Moví una pierna, luego la otra y termine por acomodarme, mirándole fríamente.
-Bastardo.
“El placer y el dolor son dos caras de una misma moneda”
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Re: Dancing [Sousuke + 18]
Su mirada aparentemente indiferente reflejada en lo pétreo de su rostro se quebraba con esa sonrisa de gloria personal, de quien parece haber visto el futuro y haberlo arreglado para regresar al presente y observar como el espectador más privilegiado de un teatro el transcurso de los hechos hasta llegar a la etapa tan añorada. Sousuke no había hecho eso exactamente, pero el resultado era el mismo. Parecía haberlo visto todo en su mente, parecía haberlo imaginarlo de una manera tan perfectamente replicada que costaba creer que era capaz de hacer cosas así. Pero lo era. Capaz de eso y muchísimo más. La orgía que se había desatado no era nada comparado con las atrocidades que pesaban como un pétalo en su espalda de acero.
La sensación de tener su miembro prácticamente entero tomando la garganta ajena sin permiso del dueño fue bastante agradable para él, aunque aquel adjetivo tan blando no le fuera para nada compatible a su persona. No gimió, claro estaba, pero un par de vibraciones de sus labios juntos fueron suficientes para hacer saber que el Daimyo estaba siendo complacido con el trabajo forzado, con la auténtica esclavitud de aquel joven inepto que tosía no sólo residuos de saliva que antes había visitado la Gloria misma, sino que también más palabras de desprecio que le afectaban tanto como a quien le corre una hormiga por un brazo.
No hizo más que alzar una ceja cínicamente y sus mujeres hicieron el resto del trabajo, empujándole sabiendo de la reticencia de éste a replicar tales movimientos usando la violencia que sí hubiera aplicado si los cuerpos llenos de curvas terribles y voluptuosas tentaciones fueran en su defecto caracterizados por hombros anchos y brazos corpulentos. El joven de ácidas palabras y temperamento de fuego fue inclinado de tal forma que no tuvo otra opción que sentarse a horcajadas de aquel cuerpo malditamente bendecido, quedando nuevamente cara a cara, pupila a pupila, grandeza contra mediocridad. Y su miembro sutilmente debajo del cuerpo de su “invitado”.
- No soy tan poco agraciado mentalmente como tú para no comprender una cosa tan simple. Eso es lo que hace mínimamente interesante al ser humano, el hecho de que se niegue a su Destino y lo desafíe para ser aplastado por la dura realidad que le pertenece y le ha esperado desde siempre. – Explicó con la solemnidad que inspiraba su propio ser bajo la atenta mirada de aquellas mujeres que miraban con lujuriosa envidia, añorando el escuchar la sinfonía de gemidos y quejidos acompañada de un movimiento pélvico que solamente habían visto en sus fantasías más húmedas y calientes. Recorrió cada centímetro del joven hasta que llegó a aquella pieza aún flácida, pero en proceso de cambiar aquel adjetivo en su descripción – Vaya pieza que he encontrado…-Susurró mirándole a los ojos, continuando con sus artimañas mentales al tiempo que su diestra se encerraba lentamente como compuerta alrededor de aquel trozo de carne, masajeándolo con la habilidad que daban las múltiples repeticiones de aquel ejercicio. Su glande, su tronco y su base fueron trabajados con la destreza manual más fina existente a la par que su trasero con la mano restante, y pronto aquel miembro se vio presto para poseer algo que no poseería, y que nadie lo haría. Podía oír sus resistidos gemidos, pero en el fondo sabía que aquello le gustaba, y que deseaba más. – Te equivocas, el bastardo es mi hermano. – Le dijo y le cogió del mentón con la Autoridad que él ostentaba, para luego robarle un beso de aquellos bruscos y posesivos a la par que su mano se movía más fuerte sobre su virilidad, jugando con la punta- “Intenta frenarme, y tus extremidades conocerán el mundo entero…” – Amenazó con aquella crueldad que tantos otros también habían experimentado, una lista que no se molestaría en engrosar si quien estaba encima suyo no le obedecía.
La sensación de tener su miembro prácticamente entero tomando la garganta ajena sin permiso del dueño fue bastante agradable para él, aunque aquel adjetivo tan blando no le fuera para nada compatible a su persona. No gimió, claro estaba, pero un par de vibraciones de sus labios juntos fueron suficientes para hacer saber que el Daimyo estaba siendo complacido con el trabajo forzado, con la auténtica esclavitud de aquel joven inepto que tosía no sólo residuos de saliva que antes había visitado la Gloria misma, sino que también más palabras de desprecio que le afectaban tanto como a quien le corre una hormiga por un brazo.
No hizo más que alzar una ceja cínicamente y sus mujeres hicieron el resto del trabajo, empujándole sabiendo de la reticencia de éste a replicar tales movimientos usando la violencia que sí hubiera aplicado si los cuerpos llenos de curvas terribles y voluptuosas tentaciones fueran en su defecto caracterizados por hombros anchos y brazos corpulentos. El joven de ácidas palabras y temperamento de fuego fue inclinado de tal forma que no tuvo otra opción que sentarse a horcajadas de aquel cuerpo malditamente bendecido, quedando nuevamente cara a cara, pupila a pupila, grandeza contra mediocridad. Y su miembro sutilmente debajo del cuerpo de su “invitado”.
- No soy tan poco agraciado mentalmente como tú para no comprender una cosa tan simple. Eso es lo que hace mínimamente interesante al ser humano, el hecho de que se niegue a su Destino y lo desafíe para ser aplastado por la dura realidad que le pertenece y le ha esperado desde siempre. – Explicó con la solemnidad que inspiraba su propio ser bajo la atenta mirada de aquellas mujeres que miraban con lujuriosa envidia, añorando el escuchar la sinfonía de gemidos y quejidos acompañada de un movimiento pélvico que solamente habían visto en sus fantasías más húmedas y calientes. Recorrió cada centímetro del joven hasta que llegó a aquella pieza aún flácida, pero en proceso de cambiar aquel adjetivo en su descripción – Vaya pieza que he encontrado…-Susurró mirándole a los ojos, continuando con sus artimañas mentales al tiempo que su diestra se encerraba lentamente como compuerta alrededor de aquel trozo de carne, masajeándolo con la habilidad que daban las múltiples repeticiones de aquel ejercicio. Su glande, su tronco y su base fueron trabajados con la destreza manual más fina existente a la par que su trasero con la mano restante, y pronto aquel miembro se vio presto para poseer algo que no poseería, y que nadie lo haría. Podía oír sus resistidos gemidos, pero en el fondo sabía que aquello le gustaba, y que deseaba más. – Te equivocas, el bastardo es mi hermano. – Le dijo y le cogió del mentón con la Autoridad que él ostentaba, para luego robarle un beso de aquellos bruscos y posesivos a la par que su mano se movía más fuerte sobre su virilidad, jugando con la punta- “Intenta frenarme, y tus extremidades conocerán el mundo entero…” – Amenazó con aquella crueldad que tantos otros también habían experimentado, una lista que no se molestaría en engrosar si quien estaba encima suyo no le obedecía.
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Re: Dancing [Sousuke + 18]
“Con la sutileza de una fiera, suavidad y descaro. Sufrimiento y placer. Con la ira que me reclama, desearía hacerte gemir. Gime del goce o gime del dolor. Como sea, te haré sufrir las consecuencias de tus actos; no me olvidarás.”
Mis manos se apoyaban sobre sus hombros anchos, de alguna manera su fría piel se sentía bien. Pero era demasiado grande, ambos altos, largos y con el cuerpo tonificado. La gran diferencia era que él, era un maldito inmortal, con una fuerza brutalmente sobre humana. Aquello me hacía sentir una ratita blanca debajo de su pie. Sabía que de desearlo me quebraría al medio. Sabía que de solo un movimiento en falso podría romperme un hueso o matarme; hasta sin quererlo, los humanos, parecíamos papel en sus manos. Pero no era algo que pudiese pensar ahora mismo. Me iban a hacer algo que pocas veces dejaba que pasara, en realidad nunca. Temblaba de solo imaginar esa cosa dentro, intentaba que mis posaderas no lo rocen, pero estar sobre sus piernas no ayudaba en lo absoluto.
-Y vosotros sois Dios, para decidir la realidad? Os pensáis que sois un “destino” que creáis vos mismo? Me temo deciros que no sois nadie más que un inmortal más del montón. No sois el único, pero al parecer vuestra mentalidad agraciada no os deja comprender eso… Monsieur Daimyo, Monsieur sin nombre… El mundo no gira a vuestro alrededor… Pero vosotros seguro aún creéis que la tierra es plana. Os invito a leer algún libro…
Susurraba con descaro ante sus palabras, mirándole fijo, observando esas pupilas brutalmente oscuras y profundas. Apoyando los brazos aún en él, pues no osaría moverme del lugar. A pesar de las palabras, que eran quizá lo que más le podría molestar, el leve miedo a morir me impedía hacer cosas físicamente. Movía mis piernas color oliva, suaves, se reclinaban, acomodándolas sobre él; para luego de terminar de hablar, mirar a las mujeres. Una más hermosa que otra, eran demonios vestidos de ángeles, a la expectativa de los actos ajenos. Mordiendo mí labio, volvía la mirada a él y reclinando la cabeza, entrecerrando poco a poco los ojos, entreabría la boca, me apoyaba y estiraba. Sentía los dedos escarbar en mí, encontraban mi falo y mis uñas se clavaban sobre la piel ajena. Sabía que no le haría daño, pero al menos allí me descargaba. Frunciendo el entrecejo, me quejaba; lo odiaba. Su tacto era suave, con la debida fuerza. Moviéndose como bien me gustaba; pero no había gemido alguno que saliera de mi boca, solo me apoyaba y me estiraba. Me mordía y tironeaba un poco más de su piel.
-Y la pieza no es p..para vosotros. Ah! Maldita sea, eso duele. La meteréis? Por qué no dejáis que yo os la meta. Ahh… Sois un miedoso?
Su mirada pegada a la propia me enfermaba, pero más era su maldita forma de ser, que robaba cosas sin permiso. Sentir los dedos en mis posaderas, sus labios contra los míos. No podía decir que no era un placer infernal. Clavaba más, movía la cabeza y cuando se separó mis dientes se clavaron con mucha fuerza, con toda la que tenía, buscaba hacerle sangrar. Que se callara, pero mi troco se endurecía, crecía, para volverse largo y voluptuoso y poco a poco ya ni siquiera escuchaba lo que decía. Aunque su amenazaba había provocado que me temblara el cuerpo. Pero mis dedos ya hacían de las suyas como bien preparados estaban, delineando sus hombros con las uñas, pasaban a su pecho y con las yemas se hacían cargo de sus tetillas; solo masajeándolas, volviéndolas duras, acariciaban todo su pecho, luego su espalda.
-He decidido que no os pararé… He decidido que os haré temblar, a tal punto que roguéis por hacerme vuestro. Pero para gracia mía, yo no me correré por vuestros toques. Por qué… Sois desagradable… No me gustáis. Mmmghk... “diug”
Con una sonrisa pasaba mano y mano por su falo, pondría toda mi voluntad para no correrme, en tanto me jactaba solamente de aquel miembro ajeno, lo pinchaba con las uñas, le agitaba aquellos dídimos que colgaban, apretaba toda su extremidad; apoyando la cabeza en su hombro, empezaba a morderlo, a deleitarme con esa piel, fuertemente por el cuello y oreja, forcejeando, endulzándome de su aroma, que buscaba los puntos de placer de aquel ser. Era el dolor, el dolor le agradaba y con ello mis uñas y dientes se clavaban.
“No permitiré ser aplastado sin dar pelea”
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Re: Dancing [Sousuke + 18]
Todos terminaban rindiéndose a Él. Todos debían rendirse ante Él. Era algo tan obvio y absoluto como un Dogma. El cuestionamiento no era una posibilidad, así como la resistencia. ¿Represalias ante eso? De momento nada se veía por parte del pelinegro, pero sí que estaba maquinando algo en esa privilegiada mente. Eso no debía ponerse en duda. Nada en Él debía ponerse en duda.
Aquella hormiga que intentaba picar las garras del Daimyo era terca, y para éste no era más que la protagonista de un patético espectáculo que de igual forma terminaría favorable al más fuerte. Era como el Bufón que intentaba entretener al Rey, pero aquel joven era menos que un Bufón, y Sousuke era mucho más que un Rey, guardando las diferencias evidentes. Lo veía tan ensimismado en sus caricias que hasta parecía un sirviente contribuyendo a su placer, y sus palabras aparte de resbalarle como el sentido de culpa en cada una de sus acciones, causaban en él una especie de placer o disfrute: el de ver a débiles como él intentando no ser aplastados por su trágico, miserable e inevitable destino. Le acariciaba, le mordía el cuello. ¡Incluso se atrevía a masturbarlo! Y lo mejor de todo es que parecía muy convencido de lograr su objeto. Pobre idiota e ingenuo…pobre humano.
- A juzgar por tus reacciones internas, creo que el que está y estará temblando es otro…- Dijo inmutable, juzgándose quizás como reprimido aunque la realidad estuviera lejos de ser esa. - ¿Que no te correrás? Tu pobre cabeza te hace decir más tonterías que las habituales – Y, de un segundo a otro, las ideas se tradujeron en acciones - ¿Rogar por hacerte mío? Se nota que no tienes idea de con quién estás hablando…- Sí que hablaba tonterías esa pulga – Así que escúchame bien, puta escoria – Le dijo con dureza en la voz y en sus movimientos, azotándole espalda y cabeza contra el piso dejándole en una posición adorable y morbosamente sumisa. Sus damas – o peones – se encargaron de inmovilizar brazos mientras él ya tenía apresadas sus piernas entre sus brazos, dejándolas sobre sus hombros con facilidad. – El Destino ya ha dictado su veredicto, y ha decidido nuestros lugares. – Dijo mientras iniciaba el roce entre su miembro y el ano del joven, los próximos protagonistas de aquel baile – No creo que sea necesario que explique lo demás…porque supongo que tu mente primitiva tiene algo de cordura aún, ¿no? – Escupió sin asco al tiempo que una tercera y desnuda damisela se posaba encima del gitano, posando también sus atributos traseros muy cerca del rostro de éste. – Aunque creo que con esto…ya perderás lo poco y nada que tienes… - Sonrió con esa vileza sólo atribuible a alguien de su grandeza, y la boca de ella actuó al mismo tiempo que el miembro de Él, incrustándose sin piedad en sus objetivos.
Ese era el verdadero espectáculo.
Aquella hormiga que intentaba picar las garras del Daimyo era terca, y para éste no era más que la protagonista de un patético espectáculo que de igual forma terminaría favorable al más fuerte. Era como el Bufón que intentaba entretener al Rey, pero aquel joven era menos que un Bufón, y Sousuke era mucho más que un Rey, guardando las diferencias evidentes. Lo veía tan ensimismado en sus caricias que hasta parecía un sirviente contribuyendo a su placer, y sus palabras aparte de resbalarle como el sentido de culpa en cada una de sus acciones, causaban en él una especie de placer o disfrute: el de ver a débiles como él intentando no ser aplastados por su trágico, miserable e inevitable destino. Le acariciaba, le mordía el cuello. ¡Incluso se atrevía a masturbarlo! Y lo mejor de todo es que parecía muy convencido de lograr su objeto. Pobre idiota e ingenuo…pobre humano.
- A juzgar por tus reacciones internas, creo que el que está y estará temblando es otro…- Dijo inmutable, juzgándose quizás como reprimido aunque la realidad estuviera lejos de ser esa. - ¿Que no te correrás? Tu pobre cabeza te hace decir más tonterías que las habituales – Y, de un segundo a otro, las ideas se tradujeron en acciones - ¿Rogar por hacerte mío? Se nota que no tienes idea de con quién estás hablando…- Sí que hablaba tonterías esa pulga – Así que escúchame bien, puta escoria – Le dijo con dureza en la voz y en sus movimientos, azotándole espalda y cabeza contra el piso dejándole en una posición adorable y morbosamente sumisa. Sus damas – o peones – se encargaron de inmovilizar brazos mientras él ya tenía apresadas sus piernas entre sus brazos, dejándolas sobre sus hombros con facilidad. – El Destino ya ha dictado su veredicto, y ha decidido nuestros lugares. – Dijo mientras iniciaba el roce entre su miembro y el ano del joven, los próximos protagonistas de aquel baile – No creo que sea necesario que explique lo demás…porque supongo que tu mente primitiva tiene algo de cordura aún, ¿no? – Escupió sin asco al tiempo que una tercera y desnuda damisela se posaba encima del gitano, posando también sus atributos traseros muy cerca del rostro de éste. – Aunque creo que con esto…ya perderás lo poco y nada que tienes… - Sonrió con esa vileza sólo atribuible a alguien de su grandeza, y la boca de ella actuó al mismo tiempo que el miembro de Él, incrustándose sin piedad en sus objetivos.
Ese era el verdadero espectáculo.
Sousuke Asakura- Vampiro Clase Alta
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