Almas que sueñan

por **Delegna Amaranth** Sáb Jun 23, 2012 10:27 am

Capitulo primero.
Tienes que ser como yo
Almas que sueñan Delegna-de-pequea

- ¡Delegna! ¡Ven aquí! -Mi hermana empezó a corretear detrás de mi, hasta que me alcanzo, y juntas caímos al césped.
- Vamos, ya basta. Estas loca. -Dije entre risas, mientras me levantaba y empezaba a quitar todas las hojitas que se habían quedado en mi vestido. Mi hermana me miró, sonriendo y abrazándome.
- Tienes que prometer que siempre estaremos juntas. -No entendía porque siempre decía esas cosas. Yo la quería, mejor dicho. Era la persona que más me importaba en la vida, obvio que jamás me separaría de ella. -Prometemelo, Delegna. -Me miró con el ceño fruncido. Yo solo pude suspirar, a lo que agregue:
- Ya sabes la respuesta... ¿Por que lo preguntas cada dos por tres? -Ella me miro, medio enfadada, levantandose del suelo para irse. Corrí tras ella y la alcancé con una mano, para voltearla. -Esta bien, no te enfades. Te lo prometo. -Mi hermana melliza sonrío, feliz. Era una completa manipuladora, y sabía como manejarme a su antojo... aunque no podía evitarlo, la quería demasiado y no podía negarme a lo que fuera que ella me pidiese.

Ambas empezamos a correr por el bosque, sonriendo y cantando. Solo teníamos diez años, pero sabíamos muchas cosas, más de las que los adultos creían que entendíamos. Mi hermana, empezó a escalar uno de los árboles del lugar. Yo la imité, pero para mi mala fortuna siempre había sido de pies de plomo, y caí panza arriba en el suelo. Ella no podía parar de reír, y bajo, para acomodarse a mi lado. Ambas contemplando el cielo azul, y el sol.

- Odio el Sol... creo que sería mejor que fuéramos a un lugar con sombra. -Susurro ella, a regañadientes.
- ¿Por que dices eso? El sol es bello, y además, no es tan horrible el bronceado ¿No? -Me miró con una mueca de asco. Ella siempre había sido más educada y elegante que yo.
- Estás loca. El bronceado es para campesinos, no para gente de dinero como nosotras. -Se sentó en el suelo, y me invitó a que yo me sentara también. Coloco ambas manos sobre mis mejillas y me miro fijamente a los ojos. Casi daba hasta miedo. -Nunca vuelvas a decir algo así. Nosotras somos chicas de bien. -¿Chicas de bien? A veces no la entendía, en esta villa del señor, todos eramos iguales ¿No? -Tienes que aprender a ser la chica que papá espera que seas. Y lo primero que debes hacer es demostrar a los criados, pobres, etc... que tú eres la hija del Señor Amaranth. Alguien respetable y poderosa. ¿Lo captas?
- Mmmm... pero... A mi me caen bien nuestras criadas... y... el hijo del cocinero es muy amable. -Mi hermana me pego una buena colleja, y yo solo pude gemir de dolor, mirándola sin entender muy bien.
- Error. Jamás llegarás a ser alguien si te juntas con ellos ¿Entiendes? -Volvió a apresarme entre sus manos. - Estaremos siempre juntas ¿Verdad? -Asentí. -Entonces deberás hacer lo que yo te diga, e imitar mis conductas. -Iba a quejarme, pero me apretó con fuerza para que no lo hiciera. -Vas a hacerlo, si no me olvidaré de que eres mi hermana.

Me soltó de golpe y me acaricié la mejilla con una de mis manos. Después suspiré, y asentí. Siempre la había admirado, yo sabía que jamás podría ser tan esplendida como ella. Su sonrisa hacía que los hombres cayeran rendidos por ella. Lo que ella les pedía, ellos lo cumplian, pese a que aun era una niña. ¿Que sería capaz de hacer con ellos cuando fuera mayor? Lo cierto es que ella iluminaba cualquier lugar por donde pasara, mientras que yo, siempre había permanecido a su sombra. Pero no por ello significaba que ella me humillara, o, intentara relucir más que yo. Mi hermana siempre había hecho todo lo posible por que yo fuera como ella, y me quería con toda su alma. Jamás habíamos estado fuera la una sin la otra, ni dormido separadas. Cuando una sonreía, la otra desprendía felicidad. Y cuando una lloraba... a la otra se le desgarraba el alma.