Las campanas suenan a muertes anunciadas || Burke Eichmann

por Invitado Vie Ago 15, 2014 10:01 pm

la mañana había estado trabajando, llevaba una semana ayudando a una florista en su negocio, quizás porque me agradaba aquella mujer es que accedí a ayudarle y porque quizás…solo quizás veía en ella una madre, la que nunca tuve ni tendré más, aquella mañana entre los movimientos de la zona comercial habían llegado muchas personas al parecer ansiaban arreglos fúnebres, es gracioso estar ahí rodeada de esas palabras, la verdad justo cuando un hombre ingresó por un arreglo para una dama que moría recién me recordé aquella noche en el campamento Talbot, cada grito y cada gruñido hasta el sonido de las cadenas y las jaulas…

Uno de los floreros cae de mis manos, mi rostro empalidecido completamente y mi cuerpo temblando nuevamente había recordado aquello, y ahí justo cuando aquella mujer me abrazaba recordé a mi padre Remington Talbot Colton, el hombre al que no había ido a visitar su tumba, una tumba sin lápida para que nadie supiera que ahí estaban sus restos, así que decidí aquella noche ir sola al cementerio para visitar a mi amado padre, el ultimo que me dio un hogar.

Por la tarde…
Había hablado con la mujer que me ayudaba y comprendió, dándome un arreglo de rosas blancas como regalo, fue un gesto amable, así que pedí permiso al trabajo porque quería ponerme linda para mi padre, arreglarme con un peinado que solía el hacer con las trenzas y la cinta en la cabeza, digna de mi ascendencia apache, y aquel vestido de tono habano y cafés, con las mediecitas blancas y los zapatitos cafés, todo con color de la tierra que representaba a mi extinta manada.

Incluso un baño de flores secas de pinos con lavanda, para dar un aroma de vida a mi triste existencia que va a la deriva, viviendo el día a día como si fuera el último…

Por la noche…
Llego al cementerio con una capa que me cubría completamente, voy mirando a todos lados para que nadie me siga al lugar secreto entre las lápidas y mausoleos llego a una donde un enorme ángel con espada en mano apunta hacia una esquina justo en la tumba de mi padre, al llegar las lágrimas saltaron de mis ojos ensuciando mi carita, me arrodille frente a él limpiando la tierra y las hojas que han cubierto su rastro –hola Papuchis, siento no haber venido antes pero la inquisición podría haber sabido que aquí estaba tu tumba y sabría qué harían aquellas bestias malditas- con una finjida sonrisa y las lágrimas cayendo dejo las flores sobre aquella lapida sin nombre y decido recostarme sobre esta abrazando el frio mármol y del viento nocturno, como si fuera un presagio.

por **Burke Eichmann** Dom Ago 24, 2014 10:52 pm

Como cada semana iba al maldito cementerio, estaba buscando aquello que una vez creyó perdido, no era posible que una estúpida niña hubiera quedado viva, después de aquella masacre que se había vivido, cada que lo recordaba la sangre le hervía, sus ojos se enardecían de coraje, sabía que en algún momento la chiquilla se tenía que doblegar y entonces él actuaría como tenía que haberlo hecho hace mucho tiempo.

El puro es su fiel amigo mientras se mantiene entre las lápidas, apenas el humo es visible y su abrigo le cubre del viento que pudiera llegar a colarse, aunque es lo que menos le preocupa, apenas a lo lejos alcanza a recibir un aire diferente, olores a flores frescas y a algo más que en ese momento le hace que una sonrisa se curve por los labios. Una sombra pequeña se va a acercando a un sitio seco y este se queda inmóvil observando los gestos de lo que ahora sabe es una niña. -Bingo...- Tira el puro y se endereza casi de inmediato, no volverá a fallar porque no está dispuesto a que una niña sea quien le venza.

Camina a paso lento hasta que la ve acostarse. -Este no es un lugar adecuado para una niña.- Su voz sale sin el menor de los tactos. -Te puede pasar algo malo. ¿Qué haces aquí?- Una de sus cejas se enarca como si en verdad estuviera preocupado por aquella mocosa que tantos dolores de cabeza le había dado. -Ven, levántate...- Tenía que hacer que se acercara, así todo sería mucho más divertido, al menos para él, las ideas en su cabeza ya comenzaban a surgir de un lado para otro sin que estas fueran conectadas al final, pero cada una le gustaba en demasía, así que podía usar varias. Se puso en cuclillas, esperando que el mal genio no le ganara justo en aquél momento.

por Invitado Mar Sep 16, 2014 1:25 am

Acostada sobre la tumba del único ser que me había aceptado con todas mis rarezas y mañas y ayudó para desarrollarlas más, uno esperaría que tuvieran algo de compasión o al menos respeto, pero no porque ahí en la medio de la nada la voz retumbante de un hombre paro a mis lágrimas por una mirada de odio, quizás no era por la persona en sí, si no por su aura una maligna y oscura a su alrededor, esa sonrisa y palabras de “joven encantador” no iban a lograr nada.

Levantándome del suelo le di la espalda sin más ni más, había olvidado la primera regla de cuidado “jamás dar la espalda al enemigo” pero ¿era él un enemigo? Quizás pero no estaba segura y si lo ataca primero y resultaba ser de aquellos que mato a mi padre podría ser el mayor error, así que trataría de pasar como una simple niña normal, eso era casi imposible, alisando los cabellos trato de parecer lo más calmada posible –Y acaso serás tú el que se portará como un ángel guardián y protector de seres indefensos?- bufo en burla con una media sonrisa –para cosas malas solo hay que ver a la iglesia y su pútrida ambición- mascullo molesta al recordar aquella noche –No es lo que hago si no lo que tú haces aquí en esta zona alejada del cementerio…- irrumpo mis palabras recordando las palabras de mi padre sobre la “amabilidad ajena”

Volteo un poco, mejor dicho giro la cabeza para darle una mirada sobre mi hombro, los ojos con un brillo inquisitivo de querer saber quién es –Quién eres y que quieres realmente- es lo primero que sale de mente y se refleja en palabras –No necesito de tu ayuda si eres gentil con un desconocido es porque no lo era para ti, entonces buscas algo de él, generalmente no son tan amables con los niños, así que deja esa falsa cordialidad- no confiar en nadie es la primera regla de un lobo, y aunque no lo era completamente no podía olvidar las viejas enseñanzas indias y licanas.

por **Burke Eichmann** Dom Oct 12, 2014 11:39 pm

Nunca se hubiera atrevido a pensar que la niña tenía poca inteligencia, por algo había salido viva después de todo, pero sí podría llegar a pensar que había sido muy tonto de su parte irse a meter casi en la boca del lobo, tal vez a alguien se le había olvidado enseñarle que sobre todas las cosas debe saber cuidar sus espaldas. Sonrió casi de forma imperceptible mientras se iba acercando a ella, dando ligeros pasos, desquebrajando algunas hojas con sus pies, sin importar realmente si alguien podía escuchar aquello.

-Tienes razón, no hay mucha gente amable por los rumbos, como tú, por ejemplo, que respondes con aquellos aires de una niña mimada...- Quedó a la espalda de la niña y la hizo girar, levantando la cara por el mentón de la misma. -Aunque tal vez me equivoco, pues no hay quien te mime ¿No?- La sonrisa se hizo más perceptible en sus facciones, se ladeó en una mueca que reflejaba el repudio que le tenía a la misma. -¿Ahora lloras por los que ni siquiera eran tus padres? Pero que tierna.- Las palabras habían salido desde el fondo de aquél corazón podrido que muchos yacían en su pecho, además del desprecio profundo que se había creado en su interior por aquella pequeña que con trabajos alcanzaba a medir el metro de altura, por ella muchas veces le habían dicho que no había podido con una simple tarea como era acabar con aquella familia inmunda.

-Algo más es verdad, mis intenciones no son nada buenas.- Soltó a la niña del mentón y la empujó hacia la tierra. -Tal vez Dios escuchó tus plegarias y hará que vuelvas a ver a tu padre ¿Te agrada la idea?- Se quitó el saco, aventándolo sobre una de las tumbas cercanas, sin importar exactamente en donde caía y se comenzó a subir las mangas de la camisa. -¿Quieres comenzar a rezar o prefieres dejar de ser un estorbo en este mundo?- El cuello del hombre tronó al mover la cabeza de un lado a otro, para quitar la tensión que se había formulado en ese momento.

por Invitado Sáb Nov 22, 2014 7:16 pm

Y aun en el silencio, las lágrimas gritan
Las notas más tristes en los rezos se ocultan
Mi alma vacía esta porque ni una plegaria puedo soltar.

Palabras duras que a mi corazón solo marchitaba más, lo rompía en miles de pedazos ¿Cómo se puede romper algo que ya está roto? Quizás porque aún seguía viva y por eso me dolía, su tono de voz despectivo, cruel y burlón hacia mi falta de esperanza, ya todo estaba perdido, su desdén por los que yacían en aquellas tumbas cercanas y que eran los únicos seres que se asemejaban a lo que era una familia aunque extraña pero eran lo mejor para mí porque fueron los únicos que me aceptaron como un miembro más de su manada y ahora que no estaban venía un extraño, un ser despreciable a hablar de esa forma de lo que era “mi familia”, como se atrevía, no lo iba a permitir.

-No tienes derecho a opinar sobre nada que no conoces ni tienes la menor noción- Odio, por mis ojos se posó la ira, los codos en la tierra y lo mandíbula tensa podía escuchar un zumbido en mis oídos de una voz en el viento clamar las palabras “corre, huye de ahí” pero la sangre enervada en mi cabeza me hacía permanecer; levanto el pequeño cuerpo del suelo sin apartarle la mirada, las lágrimas comienzan a correr una a una por las mejillas, ¿defender? Lo haría, ¿atacar? También pero antes de dar la batalla le haría saber que sus palabras solo son basura y que le arrancaría la verdad así sea lo último que hiciera en ese momento, tenía que saber porque ellos, porque atacaron cual era el motivo, si iba a morir al menos lo haría sabiendo la verdad.

-Acaso tu sabes lo que es amar a alguien, el querer sin importar los lazos de sangre?, no, que vas a saber de eso si eres solo un polvo en el tiempo que no se aferra a nada, eres más vacío que este lugar y siempre estarás así porque no sientes nada, podrás matarme, podrás matar a muchos pero eso no cuenta para llenar tu gran hueco que tienes, tú me das lastima, tú deberías rezar al dios para el que trabajas a que de consuelo, eres tan frio que según tu das miedo pero es mentira- una risita de lado en forma de burla y entonces era hora de atacar, el sonido de los huesos quebrándose y cambiando, el vestido quedando en el suelo y de este saliendo un cachorro de lobo, los colmillos mostrándose gruñendo lista para el ataque sin importa el resultado, eso se acabaría ahí y ahora. Me lancé a su pierna mordiéndole con toda la fuerza que tenía, no iba a huir, no más esa noche sería todo, todo para él y para mí.

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