AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cuando el viento arrulla... /Burke Eichmann/
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Cuando el viento arrulla... /Burke Eichmann/
Luxemburgo había resultado ser una ciudad demasiado pequeña para ella. Allí era difícil hacer y deshacer sin llamar demasiado la atención, más aún cuando se es una vampiresa un tanto excéntrica como ella. Le gustaba el drama, escenificar y disfrutar de cada cosa como si fuera la última vez que pudiera hacerla, pero al mismo tiempo, odiaba dejar cabos sueltos. Ella, por sí sola, no era capaz de lograrlo, no tenía el poder necesario para dejarlo todo a cero y que el mundo se siguiera moviendo como si nada. Hasta que no encontrara alguien que le sacara las castañas del fuego, estaba jodida.
Esperaba que París fuera diferente, que al menos entre la multitud, pudiera escabullir sus pecados de manera menos escandalosa y no tener que temer por revelar sus secretos.
Se bajó del ferrocarril y se adentró en la anochecida ciudad cargando únicamente con una bolsa de piel de asas cortas. Vestía una blusa blanca un poco holgada, que se escabullía bajo la cintura ajustada de unos pantalones color terroso, algo más relajados al contornear sus piernas y que se volvían a ajustar alrededor de los tobillos, siendo éstos cubiertos por unas botas negras de caño más largo de lo habitual en la moda parisina. Una chaqueta que casi rozaba el suelo y se abotonaba desde lo más alto del cuello hasta la altura de las rodillas, escondía prácticamente el resto de su ropa, pero dejaba claro que, a pesar de ser una mujer, no vestía como tal. Su largo cabello negro oscilaba con el suave siseo del viento que arrullaba las calles a esas horas y daba un toque más femenino a su porte, enmarcando un hermoso rostro blanquecino y delicado como la porcelana más cara.
A pesar de ya no brillar el sol en el firmamento y ser necesaria la iluminación artificial de las farolas para que los humanos pudieran ver bien, la calle estaba atestada de gente. ¿A dónde irían todos cuando en Luxemburgo ya estarían la mayoría acostados en sus lechos calientes? Estaba claro que la vida era muy diferente allí y tendría que habituarse pronto si quería sobrevivir. Llevaba dos días sin probar sangre por falta de suministros en el camino y sus aptitudes se empezaban a ver afectadas por la falta de energía. Ahora le resultaría imposible alimentarse, demasiados testigos por todas partes, un exceso de ovejas deambulando por las calles. Tenía que encontrar una zona más tranquila, y pronto, o acabaría por perder el control que la mantenía cuerda y alejada de cometer locuras carniceras.
Estaba desorientada y no tenía ni la menor idea de hacia dónde dirigirse. Le gustaría encontrar una posada donde poder dejar sus cosas y asegurarse una cama para cuando el sol despertara, pero no en aquel barrio, desde luego. Miró a su alrededor y se acercó a alguien que no parecía estar acompañado. Tocó su hombro con delicadeza y esperó a que le prestara atención para dirigirle la palabra en francés, aunque con un marcado acento ruso.
-Disculpe, ¿sabría usted decirme dónde podría encontrar una posada tranquila? La muchedumbre me da dolor de cabeza y aquí hay demasiado gentío como para que pueda descansar a gusto...
Sonrió con cortesía y entrecerró un poco los ojos, mostrándose amigable y agradecida por la ayuda que esperaba le prestara.
Esperaba que París fuera diferente, que al menos entre la multitud, pudiera escabullir sus pecados de manera menos escandalosa y no tener que temer por revelar sus secretos.
Se bajó del ferrocarril y se adentró en la anochecida ciudad cargando únicamente con una bolsa de piel de asas cortas. Vestía una blusa blanca un poco holgada, que se escabullía bajo la cintura ajustada de unos pantalones color terroso, algo más relajados al contornear sus piernas y que se volvían a ajustar alrededor de los tobillos, siendo éstos cubiertos por unas botas negras de caño más largo de lo habitual en la moda parisina. Una chaqueta que casi rozaba el suelo y se abotonaba desde lo más alto del cuello hasta la altura de las rodillas, escondía prácticamente el resto de su ropa, pero dejaba claro que, a pesar de ser una mujer, no vestía como tal. Su largo cabello negro oscilaba con el suave siseo del viento que arrullaba las calles a esas horas y daba un toque más femenino a su porte, enmarcando un hermoso rostro blanquecino y delicado como la porcelana más cara.
A pesar de ya no brillar el sol en el firmamento y ser necesaria la iluminación artificial de las farolas para que los humanos pudieran ver bien, la calle estaba atestada de gente. ¿A dónde irían todos cuando en Luxemburgo ya estarían la mayoría acostados en sus lechos calientes? Estaba claro que la vida era muy diferente allí y tendría que habituarse pronto si quería sobrevivir. Llevaba dos días sin probar sangre por falta de suministros en el camino y sus aptitudes se empezaban a ver afectadas por la falta de energía. Ahora le resultaría imposible alimentarse, demasiados testigos por todas partes, un exceso de ovejas deambulando por las calles. Tenía que encontrar una zona más tranquila, y pronto, o acabaría por perder el control que la mantenía cuerda y alejada de cometer locuras carniceras.
Estaba desorientada y no tenía ni la menor idea de hacia dónde dirigirse. Le gustaría encontrar una posada donde poder dejar sus cosas y asegurarse una cama para cuando el sol despertara, pero no en aquel barrio, desde luego. Miró a su alrededor y se acercó a alguien que no parecía estar acompañado. Tocó su hombro con delicadeza y esperó a que le prestara atención para dirigirle la palabra en francés, aunque con un marcado acento ruso.
-Disculpe, ¿sabría usted decirme dónde podría encontrar una posada tranquila? La muchedumbre me da dolor de cabeza y aquí hay demasiado gentío como para que pueda descansar a gusto...
Sonrió con cortesía y entrecerró un poco los ojos, mostrándose amigable y agradecida por la ayuda que esperaba le prestara.
Última edición por Ksenia Vasiliev el Lun Sep 08, 2014 8:29 am, editado 1 vez
Ksenia Vasil- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 26/08/2014
Re: Cuando el viento arrulla... /Burke Eichmann/
La noche en París va descendiendo poco a poco y comienza a saludar a los hijos de la noche, Burke se alista para salir, cuando casi todos en casa están preparándose para dormir, a pesar de todo nunca ha sido cuestionado por nada, de hecho se ha encargado de todo, un poco de sangre a cada uno hacen que las cosas salgan exactamente como él quiera, no había más que esperar a que se distrajeran para poner un poco en la comida o bebidas que ellos se llevaban todos los días a la boca, era bastante sencillo.
Tomó su abrigo y salió de la casa, caminando con parsimonia por las calles, notando como algunas farolas tintineaban hasta que lograban encender por completo, iluminando la acera, haciendo que algunos se tuvieran que esconder de nuevo entre las sombras que podía dejar la oscuridad, viéndose descubiertos, con besos que podrían considerarse pecadores para los ojos de cualquiera que se espantara con facilidad. Burke por su lado simplemente sonrió, siguiendo su camino, pues en realidad no le interesaba lo que los demás pudieran hacer o no al respecto, no juzgaba o sí lo hacía siempre se quedaba sus pensamientos para sí, pues no pretendía que a nadie le importara lo que decía, igual que a él no le interesaba lo que los otros podían llegar a pensar acerca de su proceder.
El cómo gastaran la noche los demás es algo que no le importaba en realidad así que mantenía su porte, caminando sin otro destino más que el perder el tiempo, esa noche no tenía nada por hacer, nadie estaba en su lista en ese momento, así que no tenía nada por hacer, tampoco había ninguna puta esperando que se apareciera en el burdel, por tanto la noche era sólo para él, hasta el momento podía tornarse por demás aburrida, ya buscaría la manera de hacer aquél trance menos pesado.
Siente alguien detrás y se gira, apenas escuchando lo que dice y una de sus cejas se enarca ¿Era verdad aquello? Le parecía un poco divertido, pero había cada quien, seguro se trataba de una niña mimada que acostumbraba a obtener todo lo que quería, incluyendo la paz. Se le quedó viendo por un momento mientras sus ojos repasaban el cuerpo de la fémina sin recato alguno, hasta finalmente posarse en aquellas orbes que parecían buscar una solución a todo aquello y pensaban que Burke podría ser de buena utilidad. Ya lo estaba meditando. -Pues por aquí hay algunas posadas...- Menciona mirando de un lado a otro. -La Iglesia también tiene algunas habitaciones para la gente que la requiera, pero seguramente usted no querrá nada con ellos ¿O sí?- Menciona con cierta diversión, fijándose de nuevo en ella, a parte de ser un caminante nocturno tenía un aire que le daba un toque raro y escéptico.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 148
Fecha de inscripción : 20/05/2014
Edad : 37
Re: Cuando el viento arrulla... /Burke Eichmann/
Cuando el hombre al que llamó la atención dio media vuelta para encararla, tuvo que contener un '¡Uauh!' que por poco escapaba de sus labios. Al igual que él la miró sin cortarse ni un pelo, ella hizo lo mismo con el descaro de un tipo de clase baja más que el de una dama como se suponía era ella. El que permanecía de pie frente a ella, era un hombre bien parecido. Tenía un rostro seductor y un porte elegante, todo ello bien enfundado en una vestimenta que denotaba su alta clase social. Lo que no pudo esconder fue una traviesa sonrisa que se dibujó en sus labios, justo antes de que el hombre le respondiera a su pregunta. Al principio todo sonó razonable, hasta que hizo aquel extraño comentario que la obligó a sospechar. Estaba hambrienta y sus sentidos se encontraban claramente aturdidos y en baja forma, por lo que le costó un poco percatarse de lo que tenía delante, otro vampiro. Estaba muy acostumbrada a que todos ellos fueran unos capullos y unos ruines, por lo que no le extrañó el sarcasmo utilizado al mencionar la iglesia. Ella no era una niña tonta, por lo que sin complejo alguno le replicó en tono divertido.
-Claro, tú sí que querrías pasar allí la noche, ¿verdad?
Ya había dejado la sonrisa cordial a un lado y el trato educado de 'usted'. Estrechó un poco la mirada, desafiante. El tipo podía tener un rostro perfecto con los planos de la cara marcados y una incipiente barba de lo más sensual, pero si era un vampiro, la cosa cambiaba. No se dejaría llevar por su aspecto increíblemente atractivo ni su voz ronca y sexy.
-Ahora en serio, ¿sabes de algún lugar en el que pueda dejar mis cosas y descansar o no? Porque sino, paso de perder más el tiempo contigo...
Cuando se cruzaba con uno de su especie, se ponía siempre muy a la defensiva, estaba harta de traiciones y puñaladas traperas. La historia siempre era la misma, mucha camaradería y risas, hasta que la dejaban tirada por sus ideales de no matar humanos. Pues se podían ir todos juntitos y de la mano a la mierda. Ella no iba a cambiar por un puñado de chupadores sin escrúpulos. Ella podía ser un vampiro, pero no era un monstruo, no del todo. Siguió con la mirada fija en los ojos ajenos, esperando una respuesta. Más le valía que fuera una positiva, o el pato de su hambre y falta de energía, no lo pagaría ella sola.
-Claro, tú sí que querrías pasar allí la noche, ¿verdad?
Ya había dejado la sonrisa cordial a un lado y el trato educado de 'usted'. Estrechó un poco la mirada, desafiante. El tipo podía tener un rostro perfecto con los planos de la cara marcados y una incipiente barba de lo más sensual, pero si era un vampiro, la cosa cambiaba. No se dejaría llevar por su aspecto increíblemente atractivo ni su voz ronca y sexy.
-Ahora en serio, ¿sabes de algún lugar en el que pueda dejar mis cosas y descansar o no? Porque sino, paso de perder más el tiempo contigo...
Cuando se cruzaba con uno de su especie, se ponía siempre muy a la defensiva, estaba harta de traiciones y puñaladas traperas. La historia siempre era la misma, mucha camaradería y risas, hasta que la dejaban tirada por sus ideales de no matar humanos. Pues se podían ir todos juntitos y de la mano a la mierda. Ella no iba a cambiar por un puñado de chupadores sin escrúpulos. Ella podía ser un vampiro, pero no era un monstruo, no del todo. Siguió con la mirada fija en los ojos ajenos, esperando una respuesta. Más le valía que fuera una positiva, o el pato de su hambre y falta de energía, no lo pagaría ella sola.
Ksenia Vasil- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 26/08/2014
Re: Cuando el viento arrulla... /Burke Eichmann/
La respuesta de la mujer se le hizo hasta cierto punto divertida, puede decirse que disfrutaba de hacer enojar a las demás personas, pues generalmente era bastante fácil lograrlo, había unos que tenían un sentido del humor para el arrastre, pero con esas situaciones, Burke tenía para divertirse un buen rato. -Sólo si tú pasas la noche conmigo, preciosa.- Mencionó, reprimiendo las risas que querían salir de su interior, sí ella supiera, pero parecía que iba un poco lenta en todo lo que podía ir descifrando, eso era un punto más en favor del vampiro, tenía buenas cartas para irlas jugando poco a poco.
La noche seguía con una inmaculada presencia que vestía las calles de París y con ella traía aquél viento que a muchos arrullaba, a otros tantos ahuyentaba y a unos pocos, lograba cobijar, poco a poco se veía como el bullicio iba disminuyendo a su alrededor, era como si algo les impulsara a huir de ahí, aunque había valientes o idiotas, que no hacían caso de aquél llamado de Morfeo hacia el descanso temporal, para recuperarse a un nuevo día. Se le quedó viendo, observando cada pieza de aquél vestido mientras sus ojos ascendían lentamente hasta los otros, parecía que la mujer estaba retándolo con aquella mirada fría y seductora. Eso era una gran invitación para Eichmann que pocas veces podía resistirse a tal situación, por no decir que nunca lo hacía en verdad, pues los problemas y malentendidos eran el pan nuestro de cada uno de sus días.
-Ya te dije que a un par de cuadras hay una morada, pero parece que te empeñas en sólo escuchar lo que te conviene con tal de pelear con el que se te ponga en frente, que mal genio tienes, preciosa, te vas a arrugar muy pronto, si es que no ya lo estás haciendo.- El tono burlesco era el protagonista de aquellas palabras que pronunciaba sin ninguna clase de tacto a la que tenía en frente, pues eran nimiedades que Burke nunca se ponía a considerar, él hablaba y decía lo que pensaba, daba igual si estaba delante de un pordiosero o de un rey, de un niño o un anciano, de un hombre o una mujer, simplemente hablaba, pues no le gustaba tener que reprimirse, no había cabida en su vocabulario para algo así. -Aunque si quieres seguir peleando o que te diga mis condiciones para que te acompañe a la Iglesia podemos seguir hablando.- Le guiñó el ojo, no era aquél caballero hipócrita que en ocasiones aparentaba, hoy estaba cansado de aquello, no iba con él, al menos no esa noche.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 148
Fecha de inscripción : 20/05/2014
Edad : 37
Re: Cuando el viento arrulla... /Burke Eichmann/
El porte ajeno no cambiaba, el hombre parecía excesivamente seguro de sí mismo y lo mostraba con presuntuosa actitud. Cuando le soltó semejante insinuación, aunque su cuerpo se estremeció por un instante, ella aguantó el empujé del instinto que reclamaba un encuentro sexual, y más si era con un tipo tan atractivo. -¡No!- Se dijo mentalmente, pues no pensaba ceder ante algo que se había dicho claramente para tomarle el pelo como a una colegiala estúpida. Apretó los tacones de sus botas contra el suelo, como si pretendiera dejar un boquete en las piedras que formaban la calle. Tenía mucho genio, pero sabía contenerse... de vez en cuando.
-Disculpe, pero no me dijo por dónde se llegaba a dicha posada, por lo que sigo sin saber llegar...
Quiso demostrar que él estaba equivocado, que ella tenía maneras y educación y que de ningún modo se estaba arrugando o iba a arrugar. Ella era hermosa y suave, aunque fría al tacto. Muchos hombres le habían dicho lo bonita que era, la belleza que destilaba cada uno de sus poros y lo bien que se veía desnuda. Pero claro, eso era algo que ese tipejo jamás descubriría. Arrugó un tanto la frente, pero enseguida la volvió a relajar y dejó escapar un breve suspiro de pesadez.
-No me apetece discutir más, estoy cansada y tengo hambre. Necesito o bien dormir o alimentarme, y como dudo que tú me ayudes a lo segundo, al menos, por favor, indícame cómo alcanzar un lugar para reposar unas horas...
Por unos segundos, había vuelto a tratarlo de tú, pero a medida que fue avanzando en su conversación, fue relajando el tono, dejando de ser tan altivo para volverse realmente más amable. A fin de cuentas, necesitaba su ayuda, y si debía ser una buena chica para conseguir que se la ofreciera, lo sería aunque le costara un poco. Le miró con las pupilas pequeñas y relajadas, se notaba el cansancio en su rostro ahora, que aunque seguía radiante, mostraba más palidez de la habitual en un vampiro y unas pequeñas bolsas empezaban a dibujarse bajo sus ojos por falta de energía. Era una mujer fuerte, pero no por ello dejaba de necesitar un lugar en el que sentirse segura por un rato.
-Disculpe, pero no me dijo por dónde se llegaba a dicha posada, por lo que sigo sin saber llegar...
Quiso demostrar que él estaba equivocado, que ella tenía maneras y educación y que de ningún modo se estaba arrugando o iba a arrugar. Ella era hermosa y suave, aunque fría al tacto. Muchos hombres le habían dicho lo bonita que era, la belleza que destilaba cada uno de sus poros y lo bien que se veía desnuda. Pero claro, eso era algo que ese tipejo jamás descubriría. Arrugó un tanto la frente, pero enseguida la volvió a relajar y dejó escapar un breve suspiro de pesadez.
-No me apetece discutir más, estoy cansada y tengo hambre. Necesito o bien dormir o alimentarme, y como dudo que tú me ayudes a lo segundo, al menos, por favor, indícame cómo alcanzar un lugar para reposar unas horas...
Por unos segundos, había vuelto a tratarlo de tú, pero a medida que fue avanzando en su conversación, fue relajando el tono, dejando de ser tan altivo para volverse realmente más amable. A fin de cuentas, necesitaba su ayuda, y si debía ser una buena chica para conseguir que se la ofreciera, lo sería aunque le costara un poco. Le miró con las pupilas pequeñas y relajadas, se notaba el cansancio en su rostro ahora, que aunque seguía radiante, mostraba más palidez de la habitual en un vampiro y unas pequeñas bolsas empezaban a dibujarse bajo sus ojos por falta de energía. Era una mujer fuerte, pero no por ello dejaba de necesitar un lugar en el que sentirse segura por un rato.
Ksenia Vasil- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 26/08/2014
Re: Cuando el viento arrulla... /Burke Eichmann/
La chica era un poco necia, pero ¿Qué importaba? Así él podía divertirse mejor mientras observaba cada una de sus finas facciones, no podía negar que era una mujer con una belleza singular, como todas en realidad, cada quien tenía algo que podía llegar a ser encantador, por su lado Burke siempre pensaba que podía sacar partido de alguna manera, ahora estaba en aquella discusión infantil que podía llegar a hacerlo reír, aunque no sabía exactamente que tan bueno o malo podía ser aquello. Sus brazos se cruzaron mientras observaba cada uno de sus gestos, intentando que la risa no se desbordara o seguramente la mujer terminaría por enojarse aún más.
Ladeó la cabeza, enarcando una de sus cejas. -Pero que mala fe me tienes mujer, sí ya te dije que está a un par de cuadras, además claro que te podría ayudar a alimentarte, pero con esos modos, claro que no te diré que bebas de mí, eres capaz de matarme o al menos intentarlo y debo decirte que no te irá nada bien.- Se inclina hacia ella y murmura en su oreja. -¿O acaso en realidad quieres morderme?- Cuestionó dejando que su aliento recorriera la piel femenina para separarse de ella de igual forma, acomodando su saco y guiñándole el ojo de forma descarada.
-Si gustas te puedo llevar hasta el hostal más cercano o incluso, si deseas, darte morada en mi propio hogar, eso claro, si es que no desconfías de mí, después de lo patán que me crees.- El tono seguía siendo el mismo, de hecho parecía que Burke no podía tener buenas intenciones nunca y tal vez así era, pero cuando de divertirse se trataba, él buscaba sus propios juguetes y parecía que ella era una niña mimada que necesitaba un par de lecciones que aprender, mientras la Inquisición no se enterara, aunque si no hacía destrozos, seguramente que nadie iba a querer ir tras su cabeza, seguramente tras su culo, pero nada más y para razones completamente diferentes.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 148
Fecha de inscripción : 20/05/2014
Edad : 37
Re: Cuando el viento arrulla... /Burke Eichmann/
El tipo se repetía en lo de que la posada se encontraba a dos cuadras, pero había cuatro direcciones para tomar y en ningún momento le indicó cual era la correcta. O bien le tomaba el pelo y no había ninguna o se hacía de rogar. Pero ella ya se lo había pedido, de buenas y de malas maneras, sin resultado alguno. ¿Qué pretendía? Porque tenía su orgullo, y una cosa era ser cortés y la otra humillarse y suplicar, cosa que jamás en su vida había hecho ni pensaba hacer.
Un estremecimiento la recorrió en cuanto le susurró tan cerca y pudo sentir el suave aire que emanó de la boca ajena recorrerla cuello abajo. Se mordió el labio, conteniendo un suspiro que dejaría entrever más de lo que ella quería y dio un paso hacia atrás, interponiendo más distancia entre ambos, a la vez que volvía a mirarle a los ojos.
El contrario se veía demasiado subido, como si creyera tener el control de la situación. Y en parte era cierto, pensó Ksenia entonces, pues se había mostrado débil ante él, confesando que necesitaba reposo, cosa que los vampiros rara vez requerían, a no ser que estuvieran en muy baja forma. Y tenía razón en otra cosa, no que le fuera a matar por alimentarse de él, pero desde luego le chuparía la suficiente sangre para ablandarlo y poder patearle el culo.
-Acompáñame al hostal entonces, gracias.
No quería volver a pedirlo por favor, y añadiendo un gracias al final de la frase, esperaba dar por zanjado el asunto. Se cambió la bolsa de mano, más por hábito que por molestia y esperó a que él diera el primer paso. De haber sido creyente en tonterías, hubiese cruzado los dedos para que hubiera alguna vacante en el lugar de reposo. Aunque con su suerte habitual, se veía teniendo que rebajarse a pedir refugio en la morada de ese hombre, del cual ni su nombre conocía.
-¿Cómo te llamas?
Inquirió entonces, tras haberse percatado de su desconocimiento. Si bien era cierto que un nombre no cambiaría las cosas, al menos sabría a quien maldecir si algo salía mal.
Un estremecimiento la recorrió en cuanto le susurró tan cerca y pudo sentir el suave aire que emanó de la boca ajena recorrerla cuello abajo. Se mordió el labio, conteniendo un suspiro que dejaría entrever más de lo que ella quería y dio un paso hacia atrás, interponiendo más distancia entre ambos, a la vez que volvía a mirarle a los ojos.
El contrario se veía demasiado subido, como si creyera tener el control de la situación. Y en parte era cierto, pensó Ksenia entonces, pues se había mostrado débil ante él, confesando que necesitaba reposo, cosa que los vampiros rara vez requerían, a no ser que estuvieran en muy baja forma. Y tenía razón en otra cosa, no que le fuera a matar por alimentarse de él, pero desde luego le chuparía la suficiente sangre para ablandarlo y poder patearle el culo.
-Acompáñame al hostal entonces, gracias.
No quería volver a pedirlo por favor, y añadiendo un gracias al final de la frase, esperaba dar por zanjado el asunto. Se cambió la bolsa de mano, más por hábito que por molestia y esperó a que él diera el primer paso. De haber sido creyente en tonterías, hubiese cruzado los dedos para que hubiera alguna vacante en el lugar de reposo. Aunque con su suerte habitual, se veía teniendo que rebajarse a pedir refugio en la morada de ese hombre, del cual ni su nombre conocía.
-¿Cómo te llamas?
Inquirió entonces, tras haberse percatado de su desconocimiento. Si bien era cierto que un nombre no cambiaría las cosas, al menos sabría a quien maldecir si algo salía mal.
Ksenia Vasil- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 26/08/2014
Re: Cuando el viento arrulla... /Burke Eichmann/
La mujer parecía ser bastante orgullosa, eso era bueno y malo, aunque a él poco le importaba mientras siguiera aportando para su diversión momentánea. Sonrió de lado cuando ella se alejó y él tomó su distancia también mientras le miraba de arriba a abajo, él suponía que no pondría objeción porque ella le mordiera, pero no sabía si en verdad quería, también podía ser una treta, así que por el momento dejaría de molestar, sólo un poco. Al escuchar sus palabras comenzó a caminar, regresando sus pasos por donde él había llegado. -No está lejos, pero no sé qué tan cansada estés... ¿Quieres que te cargue?- Las palabras habían salido de nuevo con burla mientras sonreía de lado y la veía de reojo.
-Burke.- Dijo sin entrar a más detalles sobre los datos de él, mientras caminaba dejando que las farolas iluminaran su camino que se veía un poco interrumpido por un par de personas que apenas iban pasando por ahí. -¿Y el suyo, señorita? ¿O es que no me he ganado el honor de saberlo?- Cuestiona de nuevo con aquél tono cínico que tanto le caracterizaba al hombre, mientras seguía su camino, se detuvo apenas en un cruce de la calle donde ya se podía ver el anuncio del hotel. -Le dije que ahí estaba el hotel, no había pierde, tal vez sólo quería gozar de mi presencia un poco más de tiempo.- Reprimió la risa y siguió su paso cuando el carruaje terminó de pasar, dando su brazo para que la mujer subiera por las escaleras de aquél lugar.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 148
Fecha de inscripción : 20/05/2014
Edad : 37
Re: Cuando el viento arrulla... /Burke Eichmann/
Arrugó la frente cuando escuchó la pregunta formulada con sorna y se mordió la lengua para no replicarle con alguna bordería. Se comportaría bien, sería educada y paciente, una buena chica, una dama... En realidad lo intentaría, pero no las tenía todas consigo, aquel tipo parecía experto en desquiciar a cualquiera.
Aún así, se encaminó tras él con el macuto en la mano. Le siguió los pasos con zancadas grandes para no quedarse atrás, observándole con detenimiento y sospecha. Resopló muy levemente al escuchar el nombre ajeno y lo repitió mentalmente, antes de responder a la pregunta que por lógica vino después.
-Mi nombre es Ksenia.
No sabía si dar más detalles, ante todo porque él no parecía querer saber nada de ella en el fondo y que sólo había preguntado por... a saber, pero dudaba que fuera cortesía.
Intentó situarse a su lado, cosa que logró únicamente cuando él se detuvo. Leyó el letrero y decidió ignorar la presuntuosa pregunta que le formuló el otro vampiro. Estaba claro que tenía muchos humos y ella tenía ganas de aventarle una de sus botas en la nuca. Por suerte para él, el carruaje no se demoró demasiado en cruzar frente a ellos y emprendieron el paso hacia la entrada del edificio, momento en que la rusa se sorprendió por el galante gesto de Burke. Por un instante no pensó mal de él y le tomó el brazo, adentrándose en el hotel.
Una vez en el interior, se acercó a recepción a hizo sonar la campanilla de metal que reposaba sobre la barra de madera vieja, a la espera de que alguien saliera a atender. Pasaron un par de minutos antes de que se asomara una mujer mayor con rostro apacible y una risueña sonrisa. Se la veía una persona agradable. Ksenia se inclinó un poco sobre el mostrador y le devolvió la sonrisa.
-Quisiera una habitación para esta noche, si es tan amable.
-Lo lamento mucho, mademoiselle, para esta noche está todo ocupado. Pero si gusta un cuarto para mañana...
La mujer se veía realmente apenada por no poder satisfacer las necesidades de la vampiresa, pero eso no le proporcionaba ayuda alguna. Resopló con fastidio y se giró a mirar a su acompañante, segura de que una sonrisa burlona decoraría su cara.
Aún así, se encaminó tras él con el macuto en la mano. Le siguió los pasos con zancadas grandes para no quedarse atrás, observándole con detenimiento y sospecha. Resopló muy levemente al escuchar el nombre ajeno y lo repitió mentalmente, antes de responder a la pregunta que por lógica vino después.
-Mi nombre es Ksenia.
No sabía si dar más detalles, ante todo porque él no parecía querer saber nada de ella en el fondo y que sólo había preguntado por... a saber, pero dudaba que fuera cortesía.
Intentó situarse a su lado, cosa que logró únicamente cuando él se detuvo. Leyó el letrero y decidió ignorar la presuntuosa pregunta que le formuló el otro vampiro. Estaba claro que tenía muchos humos y ella tenía ganas de aventarle una de sus botas en la nuca. Por suerte para él, el carruaje no se demoró demasiado en cruzar frente a ellos y emprendieron el paso hacia la entrada del edificio, momento en que la rusa se sorprendió por el galante gesto de Burke. Por un instante no pensó mal de él y le tomó el brazo, adentrándose en el hotel.
Una vez en el interior, se acercó a recepción a hizo sonar la campanilla de metal que reposaba sobre la barra de madera vieja, a la espera de que alguien saliera a atender. Pasaron un par de minutos antes de que se asomara una mujer mayor con rostro apacible y una risueña sonrisa. Se la veía una persona agradable. Ksenia se inclinó un poco sobre el mostrador y le devolvió la sonrisa.
-Quisiera una habitación para esta noche, si es tan amable.
-Lo lamento mucho, mademoiselle, para esta noche está todo ocupado. Pero si gusta un cuarto para mañana...
La mujer se veía realmente apenada por no poder satisfacer las necesidades de la vampiresa, pero eso no le proporcionaba ayuda alguna. Resopló con fastidio y se giró a mirar a su acompañante, segura de que una sonrisa burlona decoraría su cara.
Ksenia Vasil- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 26/08/2014
Re: Cuando el viento arrulla... /Burke Eichmann/
Se notaba la sorpresa de la mujer mientras él se portaba por un momento un tanto caballeroso, esa era una de las buenas formas de Burke, podía ser un patán un tiempo y al otro portarse a la altura de cualquiera de aquellos que pretende ser galante para que las mujeres les abrieran las piernas más fácil, pero en fin, ellas no terminaban de entender que así que era, él no necesitaba ser amable para buscar compañía en una cama, pues generalmente tenía para pagarla si es que así lo deseaba.
Se quedó un tanto apartado de la mujer cuando esta se acercó a la campanilla, observando el lugar, no parecía ser demasiado acogedor, pero para cualquiera que tuviera una emergencia real entonces sí que sería una verdadera salvación. Sus ojos se fijaron en una ventana, mientras observaba como algunos amantes se iban escondiendo de las luces de las farolas y otros más iban completamente borrachos intentando mantener el equilibrio, todo era verdaderamente patético, sin embargo sus sentidos no habían abandonado a la vampiresa y escuchó la respuesta de la regordeta mujer.
Se giró hacia ella y una sonrisa apareció en sus labios, con aquél brillo en sus ojos, cual chico malcriado que acaba de hacer cualquier travesura. -Veo que ha corrido con mala suerte, señorita, ¿Gusta que le acompañe a algún otro sitio?- Tosió, pero era el simple reflejo para no comenzar a reír y entonces ella reventara con alguna de sus joyas, mientras intentaba causarle algún daño al vampiro. -¿O aceptará pasar la noche en mi casa?- Sí, el tono había salido con otro sentido. -Siempre podemos recorrer París buscando un lugar para usted...- Se acercó a ella, dejando que su rostro quedara cerca de su oreja. -De cualquier forma habrá ganado mi compañía...- Insistió una vez más en eso y se acercó a la puerta abriéndola para que ella pasara, ya no había ningún motivo por el cual quedarse en ese sitio.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 148
Fecha de inscripción : 20/05/2014
Edad : 37
Re: Cuando el viento arrulla... /Burke Eichmann/
Y efectivamente, ahí estaba aquella sonrisa que ya había imaginado. Aunque siendo sinceros, se veía terriblemente bien en ese maldito vampiro. Apartó la estúpida idea de su mente y se centró en las palabras que salieron de la boca ajena. El tono que utilizaba con ella, estaba claro que era habitual para él, una máscara. Estaba acostumbrada a los trucos de los de su especie, ella misma los utilizaba de vez en cuando para sus propósitos, aunque intentaba controlarse un poco. Las cosas no solían acabar bien cuando usaba sus dotes. Cada palabra escondía múltiples matices de ironía, maldad e incluso seducción. Ella no era tonta, pero se aprovecharía de la situación tanto como pudiera.
-Tu casa. Pasear por la ciudad no me ayudaría a descansar...
El pasar de hablarle de usted a tutearle, empezaba a ser como un juego. Su humor estaba cambiante aquella noche, aunque no para mal. Seguramente era el cansancio lo que la tenía algo distraída, pero para nada la causa era aquel hombre atractivo que ahora le susurraba junto al oído, logrando erizarle el vello de la nuca. No se estremeció, pero estuvo a un pelo de ello. Se apartó, dando un paso hacia atrás para mirarle un instante y luego se dirigió a la mujer que la había atendido.
-Gracias por su tiempo, buscaré otro lugar en el que reposar.
La señora se había quedado escuchando, así que obviamente sabía que se iría a casa de Burke, pero eso a Ksenia no le importaba lo más mínimo. Ella mantendría su porte mientras las piernas le aguantasen dentro de sus altas botas con tacón. Se dirigió hacia la puerta cuando el contrario se la mantuvo abierta y cruzó por ella, bolsa de viaje en mano. Se detuvo tras bajar los escalones y le esperó a él, a fin de cuentas, no tenía ni idea de cómo se llegaba a su nuevo destino. Tendría que ceder de nuevo y dejarse guiar. Un suspiro escapó de sus labios, aligerando la presión que los mantenía ahora juntos y se recompuso, volviendo a su semblante educado de antes.
-¿Por dónde, caballero?
-Tu casa. Pasear por la ciudad no me ayudaría a descansar...
El pasar de hablarle de usted a tutearle, empezaba a ser como un juego. Su humor estaba cambiante aquella noche, aunque no para mal. Seguramente era el cansancio lo que la tenía algo distraída, pero para nada la causa era aquel hombre atractivo que ahora le susurraba junto al oído, logrando erizarle el vello de la nuca. No se estremeció, pero estuvo a un pelo de ello. Se apartó, dando un paso hacia atrás para mirarle un instante y luego se dirigió a la mujer que la había atendido.
-Gracias por su tiempo, buscaré otro lugar en el que reposar.
La señora se había quedado escuchando, así que obviamente sabía que se iría a casa de Burke, pero eso a Ksenia no le importaba lo más mínimo. Ella mantendría su porte mientras las piernas le aguantasen dentro de sus altas botas con tacón. Se dirigió hacia la puerta cuando el contrario se la mantuvo abierta y cruzó por ella, bolsa de viaje en mano. Se detuvo tras bajar los escalones y le esperó a él, a fin de cuentas, no tenía ni idea de cómo se llegaba a su nuevo destino. Tendría que ceder de nuevo y dejarse guiar. Un suspiro escapó de sus labios, aligerando la presión que los mantenía ahora juntos y se recompuso, volviendo a su semblante educado de antes.
-¿Por dónde, caballero?
Ksenia Vasil- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 26/08/2014
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