AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
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Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Sal de la tierra.
"Lautaro, vampiro de más de 318 años de edad, ingenioso, actor por experiencia. gozaba de abusar de jovenes de alta sociedad, ingenuas para él, usando sus dones ( Seducción, persuasión, clarividencia) para infringir en ellas esa necesidad de tenerlo cerca, esa confianza insólita que solo se ganan personas que ya llevan años con sus pares; Entra en sus vidas, busca lo que necesita y luego simplemente se da un festin de los dioses para regresar a la huída.
Siempre está en consecutivos conflictos, muchos ya lo conocen, es mas, más de alguno los tienen en la mira para acabar con ellos ¿Cual es su gran arma? La amistad que crea con sus victimas, pues ellas dan hasta su vida por defenderlo, sin tener razonamiento ante eso."
Siempre está en consecutivos conflictos, muchos ya lo conocen, es mas, más de alguno los tienen en la mira para acabar con ellos ¿Cual es su gran arma? La amistad que crea con sus victimas, pues ellas dan hasta su vida por defenderlo, sin tener razonamiento ante eso."
Hacía más de un mes que su mano derecha en la empresa había fallecido, por lo que buscar su reemplazo le hizo dar vueltas la cabeza hasta encontrar a la persona perfecta; Alguien fiel, de confianza, responsable, en especial joven para poder conllevar con el peso que se requiere poder competir con todas las diferentes personalidades que se encontraban en el momento trabajando para ella .
De ahí nació la llegada de este nuevo hombre a su vida; Fornido, de carácter duro, con una voz de mando marcada que lograba manejar a todos a su gusto y disgusto, justo lo que necesitaba, ni más ni menos; Aunque como todo, tenía sus defectos bastantes marcados, era un hombre de conflictos continuos, constantemente solía llegar con marcas de peleas en su rostro o manchas de sangre entre sus prendas, su gran excusa siempre era la misma - Me buscan pelea señorita Adams, lamento llegar en estas condiciones, no volverá a suceder - Hasta que el día siguiente hacía exactamente lo mismo.
Dudaba si era la persona correcta, algo en sus ojos con el pasar del tiempo comenzaba a inquietarla, le veía como una presa, tomaba cercanías que no eran convenidas y sus actos la ponían realmente nerviosa; Pero aún así, no era capaz de tomar cartas sobre el asunto, sabía que era pésima idea tenerlo cerca, pero el tenerlo lejos le hacía una presión en su pecho que poco a poco cortaban su respiración de una forma perturbadora.
No tenía explicación lógica, mas intentaba controlar las angustias nocturnas que agobiaban sus noches; Sabiendo, teniendo más que claro sus sentimientos sinceros, no lo quería cerca, no obstante se ahogaba en pensamientos contradictorios sobre el tema.
Una mañana todo se fue en picada, lo veía por todas las esquinas de su hogar, habitaciones, reflejos contra sus espejos he incluso, entraba en su mente, no sabía cómo, no tenía idea de como estas situaciones se llevaban a cabo; Pero así era, se sentía una loca, pronosticaba en su futuro algo deplorable, el solo creer aquello la hacía sudar en frío marcando un temblor permanente en sus extremidades; Mandó a una de sus sirvientas a avisar que esa tarde no iría a trabajar, quería distraer sus actos, pensar en algo más que no fuera él.
Traía entre sus manos un par de guantes, jugaba con ellos como cual infante peina a su primera muñeca de porcelana, caminaba indecisa, con pasos cortados buscando un lugar lo bastante lejos de lo conocido para sus ojos; Sólo pedía no reconocer rostros, ser una extraña y que todos fuesen extraños para ella.
Y así fue, lindo, en efecto un lindo lugar, parecido a un parque improvisado; Verdes prados frente a sus ojos, se veía el sol, enrojecido globo de fuego rojo que se veía muy cerca, mientras las crestas de las montañas esperaban que el mismo se escondiera entre ellas para dar paso a la noche tajante; Aunque para ello aún faltase más de 5 hrs, de hecho, aún era de mañana; Fue allí, dónde sombras fugaces comenzaron a atravesar la atmósfera, un frío se hizo acto de sus movimientos y se quedó inmóvil completamente, no tenía razón de su actuar hasta que escuchó la voz de su compañero - Mierda... - murmuro cerrando los ojos mientras una lagrima recorría todo el contorno de su mejilla ¿Por qué lloraba? No lo sabía, pero esa angustia general le provoca lanzarse al suelo y seguir con sus lamentos como una niña aterrorizada.
Su voz resonó en el valle de silencio, su mano presionó el antebrazo propio y allí dejó de oír, un chirrido espantoso silencio el lugar, quizás era el método de defensa que creaba su propia mente, pero al girarse para verlo, éste peleaba a manos limpias contra un extraño de armas tomar ¿Que sucedía? - ¡Déjalo, no le hagas daño! - chilló extrañamente en defensa de su agresor; Era lanzado contra el piso siendo recibidor de múltiples golpes que iniciaban un baño de sangre frente a sus ojos - Aléjate de él... ¿Que carajos haces? - volvía a defenderlo, sin poder moverse, sus piernas parecían gelatinas, era la adrenalina contradictoria que llenaba el momento.
Última edición por Devlin Adams el Lun Jun 30, 2014 10:07 pm, editado 1 vez
Devlin Adams- Humano Clase Alta
- Mensajes : 40
Fecha de inscripción : 18/05/2014
Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Un mes después de haber llegado a París, la Iglesia ya le había dejado su primer tarea, no podía faltar, no debía fallar. Ya lo había planeado, investigó todo lo que estaba a su alcance y creía conocer al hombre más que si fuera su propia sombra, podría decir cuántas veces parpadeaba sin equivocarse. Burke siempre había gustado de ser un hombre perfeccionista, de aquellos que siempre ven todos los caminos así sea el más inverosímil. Cada detalle, cada uno de sus pasos tiene un motivo, todo lo que hace sólo lo acerca más a su objetivo, cada cosa está medida y sopesada, absolutamente todo lo que le rodea se encuentra a su disposición, sólo tenía un problema. Ella. Pero la podría quitar fácil o al menos eso lo que él pensaba. El vampiro había sido un perfecto cobarde al acercarse a la humana para buscar la protección que necesitaba, pero todos tienen un lado débil y Burke ya había encontrado el de aquél desdichado, para su mala suerte.
Había preparado todo, se encontraba todo alistado y el vampiro salió como él lo había planeado, lo emboscó hasta tenerlo acorralado, dejando que su fuerza hiciera que se doblegara, no era sencillo, ambos tenían fortaleza, pero el bloqueo mental que poseía Burke hacía que los poderes del idiota no le penetraran, logrando sobrellevar cada golpe de la mejor manera, sin embargo logró escapar al darle una patada en la cara. Un gruñido salió de los labios del inquisidor que usó su velocidad para alcanzarlo, pero había sido demasiado tarde. Un grito hizo que se quedara con las manos sobre la garganta de su objetivo. La sonrisa complacida de este hizo que Eichmann torciera el gesto -Lárgate- siseó en una orden mirando a la mujer, apretando poco a poco el cuello ajeno -Que te largues...- le dijo de nuevo haciendo un énfasis más demandante, mientras terminaba por botar al vampiro contra el césped.
Rápidamente un puñetazo cayó sobre la cara ajena, haciendo que sus ropas se tiñeran de sangre y muerte como en muchas otras ocasiones -¿Qué logras con defenderlo? ¿No ves que te quiere matar?- Burke se encontraba cada vez más molesto, descargando la furia que contenía sobre el maldito, haciendo que su cuello crujiera, para dejar separado su tronco y su cabeza. La respiración era agitada, como si de un animal salvaje se tratara, ahora tenía testigos.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/05/2014
Edad : 37
Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Pero inútilmente gritaba para que ese extraño cesara sus intentos de hacerle daño a su propio agresor, aún negaba en su cabeza la idea de defenderlo, pero un ahogo yacía en su pecho, sintiendo una gran ausencia insólita; Sus piernas cedieron al nerviosismo y cayó contra el suelo cerrando sus manos en un puño contra el césped bajo las mismas, arrancaba esta masa de naturaleza entre sus dedos hasta dar contra la tierra caliente quemando sus manos sin desviar la vista segundo alguno de la situación; ¿Que ocurría? Esa resistencia sobrehumana de ambos personajes la tenía patidifusa, ni uno caía y mucho menos se rendía bajo los golpes repartidos - Por favor... detente - Sollozó contra el piso, sabía que no le harían caso, al menos no ese desconocido arrebatado, por lo que intento tomar nuevamente posición con algo de dificultad; Muy poco podía hacer sin ver lo de su alrededor, sólo mantenía la vista en la efigie humana que caía de un lado a otro, parecía un muñeco de trapo, su compañero era una marioneta con los hilos cortados por ese forastero.
- ¡Eres un orate, déjalo, lo vas a matar ¿Que acaso no lo ves?!- Chilló opacada bajo la cobardía que la hundía en un mar de delirios, su vista estaba borrosa, sentía cómo su pecho se movía de formas irregulares, las manos le sudaban en frío y con leves espasmos intentaba retroceder sin perder movimiento de lo que ocurría, si quería denunciar al asesino no tendría que dejar cabales sin atar antes de dar declaraciones, aunque muy bien sabía que le creerían bajo el mar de necedades que dijese, siempre creerían en su palabra por sobre la de un extraño; Pero algo más no la dejaba huir a gusto del lugar, sentía la demencial necesidad de seguir allí, de intentar salvar su vida al costo que fuese, mordió tan fuerte de su labio inferior que una gota de sangre inundo su propia cavidad bucal, hizo movimientos torpes hasta verse nuevamente a unos metros de ellos - ¡EL ÚNICO ASESINO ACÁ ERES TÚ, ÉL NO TE HIZO NADA! - Gritó ahora de una forma descabellada, ¿Por qué seguía en su defensa? Peor aún ¿Por qué seguía allí? Si era capaz de matar a sangre fría a un fornido hombre frente a ella, su asesinato próximo sería mucho más fácil. un simpleza obviada de movimientos.
El hombre se divertía, en su mirada se encontraba el gozo, la ebriedad de adrenalina aflorar por cada uno de sus poros lo decía, era espantoso el estado en el cual se perdía, sus ojos fuera de órbita mientras el rostro era bañado de la sangre ajena; Sentía nauseas, quería vomitar, derramar en llantos contra el cuerpo inerte del que era su compañero más fiel y la vez, más temido por sus instintos de supervivencia; Una imagen horrorosa se pintó contra el valle de paisajes neutros - El placer que sientes ahora será sólo un jodido recuerdo con el que tendrás que cargar en tus días de encierro, asesino... no creas que quedarás libre luego de ésto, haré que te pudras entre las rejas- mencionó ahora con una extraña sensación de alivio ¿Acaso se estaba volviendo completamente loca? Arrastro sus piernas hasta el cuerpo cercenado.
Pensó "¿Es esto posible? no sabía si agradecer o llorar, reír o estallar en gritos de odio... era una sensación digna de psicóticos; Aquel hombre había muerto y ella no se encontraba ni el borde de lo correcto o de lo prohibido". Sólo aseguraba una cosa, estaba a solas con un asesino sediento de sangre entre sus manos; Sus facciones eran duras y la agitación que lo invadía daban todas las señales de que continuaría con ella.
- Sentirás cómo morirás en inefables sensaciones de dolor... no dejaré ésto así como así - sentenció con la mirada cabizbaja, no lograba mantener la vista contra el vigor de aquel hombre; Estaba claro, no estaba defendiendo la muerte, sólo hacía pagar a un asesino.
- ¡Eres un orate, déjalo, lo vas a matar ¿Que acaso no lo ves?!- Chilló opacada bajo la cobardía que la hundía en un mar de delirios, su vista estaba borrosa, sentía cómo su pecho se movía de formas irregulares, las manos le sudaban en frío y con leves espasmos intentaba retroceder sin perder movimiento de lo que ocurría, si quería denunciar al asesino no tendría que dejar cabales sin atar antes de dar declaraciones, aunque muy bien sabía que le creerían bajo el mar de necedades que dijese, siempre creerían en su palabra por sobre la de un extraño; Pero algo más no la dejaba huir a gusto del lugar, sentía la demencial necesidad de seguir allí, de intentar salvar su vida al costo que fuese, mordió tan fuerte de su labio inferior que una gota de sangre inundo su propia cavidad bucal, hizo movimientos torpes hasta verse nuevamente a unos metros de ellos - ¡EL ÚNICO ASESINO ACÁ ERES TÚ, ÉL NO TE HIZO NADA! - Gritó ahora de una forma descabellada, ¿Por qué seguía en su defensa? Peor aún ¿Por qué seguía allí? Si era capaz de matar a sangre fría a un fornido hombre frente a ella, su asesinato próximo sería mucho más fácil. un simpleza obviada de movimientos.
El hombre se divertía, en su mirada se encontraba el gozo, la ebriedad de adrenalina aflorar por cada uno de sus poros lo decía, era espantoso el estado en el cual se perdía, sus ojos fuera de órbita mientras el rostro era bañado de la sangre ajena; Sentía nauseas, quería vomitar, derramar en llantos contra el cuerpo inerte del que era su compañero más fiel y la vez, más temido por sus instintos de supervivencia; Una imagen horrorosa se pintó contra el valle de paisajes neutros - El placer que sientes ahora será sólo un jodido recuerdo con el que tendrás que cargar en tus días de encierro, asesino... no creas que quedarás libre luego de ésto, haré que te pudras entre las rejas- mencionó ahora con una extraña sensación de alivio ¿Acaso se estaba volviendo completamente loca? Arrastro sus piernas hasta el cuerpo cercenado.
Pensó "¿Es esto posible? no sabía si agradecer o llorar, reír o estallar en gritos de odio... era una sensación digna de psicóticos; Aquel hombre había muerto y ella no se encontraba ni el borde de lo correcto o de lo prohibido". Sólo aseguraba una cosa, estaba a solas con un asesino sediento de sangre entre sus manos; Sus facciones eran duras y la agitación que lo invadía daban todas las señales de que continuaría con ella.
- Sentirás cómo morirás en inefables sensaciones de dolor... no dejaré ésto así como así - sentenció con la mirada cabizbaja, no lograba mantener la vista contra el vigor de aquel hombre; Estaba claro, no estaba defendiendo la muerte, sólo hacía pagar a un asesino.
Devlin Adams- Humano Clase Alta
- Mensajes : 40
Fecha de inscripción : 18/05/2014
Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Los brazos del vampiro se encontraban completamente rígidos, había demasiada adrenalina en su cuerpo en ese momento, o tal vez era simple odio por haber tenido que batallar tanto para lograr exterminarlo, la realidad es que podía ser absolutamente todo y nada a la vez, pero no estaba seguro. Además de eso tenía que aguantar a la mujer gritando como loca que lo soltara, eso en verdad le podía hacer que los nervios se le crisparan en absoluto, era una molestia indescriptible que no lograba cesar. Un golpe más, completamente innecesario, cae sobre la quijada del hombre, manchando de este modo la camisa, dejando marcas de la batalla que se acaba de librar en aquél momento, aunque no es lo único, la misma se encuentra desgarrada y con manchas color marrón, a causa de la tierra que ha caído sobre él, eso es lo de menos. Su mandíbula se choca, haciendo que sus dientes resuenen unos contra otros mientras intenta canalizar su enojo hacia otro lado pero le es casi imposible, los chillidos ajenos le hacen difícil aquella tarea, sólo sabe una cosa y le hace enojar más, no la puede matar porque no podrá explicar los daños colaterales a la Iglesia, aquello implicaría que lo revisen, que analicen cada tarea que le dan o incluso que lo metan a una supervisión más exhaustiva, lo cual no va a permitir, él es más inteligente que ella.
Se levanta con cuidado, acomodando las ropas sucias, mientras observa lo patética que se ve la rubia. Su paciencia se termina y de un solo movimiento la levanta por uno de sus brazos hasta tenerla a su altura. ¿La lastima? Quizás sí, y no le importa en lo absoluto. -¿Es verdad? Asegúrate que todas las malditas blasfemias que dices sean verdad porque donde quede vivo, te vas a arrepentir de haber gritado tanta estupidez por el simple hecho de tener lengua, así que piensa antes de abrir esa boquita tuya.- La mano libre la sujetó por el mentón mientras observaba sus ojos fijamente. -¿Qué defiendes? ¿En serio te sientes mal? ¿En verdad le necesitas tanto que me estás maldiciendo?- Las palabras salían con asco de sus labios mientras intentaba seguir manteniendo el control sobre sus acciones, sin embargo la empresa cada vez se hacía más y más complicada. Burke era paciente, demasiado, pero cuando perdía la cabeza en verdad le costaba mucho volver a mantenerse sobre sí. -¿Acaso no te das cuenta que él te estaba matando lentamente? ¿En verdad no lo notas?- Soltó a la mujer dejando que cayera de nuevo sobre el césped, cerrando las manos en un puño mientras la seguía observando.
-No me estorbes que estoy siendo demasiado condescendiente.- Habló al tiempo que tomaba el cuerpo cual costal de patatas y se giraba hacia la mujer. -¿O le quieres dar cristiana sepultura?- Aquella pregunta había salido con burla de sus labios, aunque bien sabía que tenía que respetar todo ese tipo de cosas. -¿O seguirás pensando como hacerme sufrir en el infierno? Donde seguramente él ya se está pudriendo... Quizá lo quieras ver con tus propios ojos...- Una sonrisa macabra apareció en sus labios mientras le daba de nuevo la espalda, caminando hacia el interior de los bosques para poder ocultarlo, tenía que dar el informe final y muestras que dejaran claro su exterminio, pero seguía pensando en la mujer, no podía dejar que hablara y no la estaba persuadiendo para quedarse callada, tal vez tendría que ser mucho más insistente en aquél momento.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 148
Fecha de inscripción : 20/05/2014
Edad : 37
Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
- Te equivocas si crees que me verás temerosa a tus amenazas, tus falsas condolencias no logran ensordecer lo que he oído y visto ésta noche- Murmuro una vez que se veía silenciada de forma prematura por sus brazos de ese forastero. Intentó liberarse de los mismos sin conquistar sus deseos, las fuerzas eran relativamente poco equitativas, él presionaba su brazo con tal fuerzas que le sentía desgarrar sabiendo que luego una gran marca sería la que le haría recordar cada minuto aquel incomodo, aborrecido momento entre las fervencias del castaño. Alejó la vista de sus ojos y plasmando la misma contra el cadáver de su ex acechador escuchó con suma atención a sus dichos. Parecía estar muy convencido de que aquel forastero le haría daño, pero ¿Cómo podría confiar en él? Ya había tratado con asesinos a sueldo, quizás él era sólo una marioneta de alguien más, o tal vez, sólo era un busca problemas que escapó de sus manos en violencia y termino manchando sus papeles de sangre inocente, sí, inocente.
Regresó la vista a los recónditos ojos oscurecidos del que la tenía entre sus manos, ese exótico color la hizo perder por un segundo el tiempo y espacio en el cual se encontraba, había algo extraño en él, tenía esa determinación que antes había conocido, pero en él, lograba condenar mucho más desprecio.
- ¿Me estaba matando? ¿De que carajo hablas?, él jamás me hizo daño alguno, nunca me toco un cabello... me haces más daño tú con tu simple presencia en un lugar dónde jamás te llamaron - Al suelo; Azotó su anatomía contra las finas cerdas del césped deteniendo ahora su vista contra el suelo, mordió con tal fuerzas el grosor de su labio inferior que no tardo en romper el mismo ahogando su boca en ese espeso liquido carmesí que ahora bañaba el paisaje, no precisamente por ella. - El único que se pudrirá en las llamas del abismo serás tú, cargas con una muerte inocente entre tus manos ¿Que no lo ves? ¿No sabes de quien se trataba? Dudaran de su ausencia y comenzarán a investigar, a lo que claramente debes tener en cuenta que no cubriré tus espaldas si llegan a preguntarme algo a mi - Nuevamente guardo silencio, muchas veces el hablar era uno de sus mayores conflictos y ahora se veía en medio del mismo - Y si llegas a hacerme algo a mi, te encontrarán... - finalizó su sentencia, retomó las escasas fuerzas que tenía. El dolor mental, la confusión y el nerviosismo, provocaba en ella la incapacidad de mantenerse en pie, estos mismos parecían gelatinas contra el suelo por lo que perdió todo control de actos cuando éste tomaba entre sus brazos el cuerpo inerte del que era su conocido y se alejaba de ella dejando atrás aquella escena sin mayor remordimiento en sus actos.
- A la mierda...- Murmuró viendo de soslayo como el se alejaba. Estaba frente a la nada, se giró dando la espalda, no quería seguir siendo testigo de aquello, disimuladamente comenzó a dar torpes pasos en lugares contrarios a los que el forastero caminaba, necesitaba tomar la mayor distancia posible. Bajó la mirada a su brazo, mismo que antes había sido preso del fervor ajeno, en él, quedaban rastros de sangre; No era propia, sintió nauseas, cerró su ojos y se dejo estar contra el suelo. Se sentó y abrazó sus propias piernas, escondió su rostro a la altura de sus rodillas mientras acompasaba sus respiraciones cuadrando en su cabeza lo que haría ahora.
Solo una vez había visto una muerte en vivo, y era la de sus padres, revolver su estomago en recuerdos hizo que su sangre hirviera en enojo, en rabio por obligarse a retomar nuevamente deseos que reprimía hace años - ¿Que hago? ¿Que hago? - Mencionó a sus adentros, no podía dejar libre a ese hombre, y el alejarse de él, era darle un camino libre a huir.
Forcejeo con sus propios deseos de no hacerlo, levanto su anatomía y comenzó a buscar de forma sagaz la efigie masculina entre los bosques, daría con él, buscaría su presencia para así, poder hacer lo correcto: Pagaría por lo que hizo.
Regresó la vista a los recónditos ojos oscurecidos del que la tenía entre sus manos, ese exótico color la hizo perder por un segundo el tiempo y espacio en el cual se encontraba, había algo extraño en él, tenía esa determinación que antes había conocido, pero en él, lograba condenar mucho más desprecio.
- ¿Me estaba matando? ¿De que carajo hablas?, él jamás me hizo daño alguno, nunca me toco un cabello... me haces más daño tú con tu simple presencia en un lugar dónde jamás te llamaron - Al suelo; Azotó su anatomía contra las finas cerdas del césped deteniendo ahora su vista contra el suelo, mordió con tal fuerzas el grosor de su labio inferior que no tardo en romper el mismo ahogando su boca en ese espeso liquido carmesí que ahora bañaba el paisaje, no precisamente por ella. - El único que se pudrirá en las llamas del abismo serás tú, cargas con una muerte inocente entre tus manos ¿Que no lo ves? ¿No sabes de quien se trataba? Dudaran de su ausencia y comenzarán a investigar, a lo que claramente debes tener en cuenta que no cubriré tus espaldas si llegan a preguntarme algo a mi - Nuevamente guardo silencio, muchas veces el hablar era uno de sus mayores conflictos y ahora se veía en medio del mismo - Y si llegas a hacerme algo a mi, te encontrarán... - finalizó su sentencia, retomó las escasas fuerzas que tenía. El dolor mental, la confusión y el nerviosismo, provocaba en ella la incapacidad de mantenerse en pie, estos mismos parecían gelatinas contra el suelo por lo que perdió todo control de actos cuando éste tomaba entre sus brazos el cuerpo inerte del que era su conocido y se alejaba de ella dejando atrás aquella escena sin mayor remordimiento en sus actos.
- A la mierda...- Murmuró viendo de soslayo como el se alejaba. Estaba frente a la nada, se giró dando la espalda, no quería seguir siendo testigo de aquello, disimuladamente comenzó a dar torpes pasos en lugares contrarios a los que el forastero caminaba, necesitaba tomar la mayor distancia posible. Bajó la mirada a su brazo, mismo que antes había sido preso del fervor ajeno, en él, quedaban rastros de sangre; No era propia, sintió nauseas, cerró su ojos y se dejo estar contra el suelo. Se sentó y abrazó sus propias piernas, escondió su rostro a la altura de sus rodillas mientras acompasaba sus respiraciones cuadrando en su cabeza lo que haría ahora.
Solo una vez había visto una muerte en vivo, y era la de sus padres, revolver su estomago en recuerdos hizo que su sangre hirviera en enojo, en rabio por obligarse a retomar nuevamente deseos que reprimía hace años - ¿Que hago? ¿Que hago? - Mencionó a sus adentros, no podía dejar libre a ese hombre, y el alejarse de él, era darle un camino libre a huir.
Forcejeo con sus propios deseos de no hacerlo, levanto su anatomía y comenzó a buscar de forma sagaz la efigie masculina entre los bosques, daría con él, buscaría su presencia para así, poder hacer lo correcto: Pagaría por lo que hizo.
Devlin Adams- Humano Clase Alta
- Mensajes : 40
Fecha de inscripción : 18/05/2014
Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Ella no parecía comprender razón alguna a todo lo que le estaba diciendo Burke, él no se desesperaba por ello, pero en realidad le daba demasiada curiosidad, escuchó las amenazas que no sabía por qué seguían retumbando en sus oídos, aunque las ignoraba, si había algo que detestara, era la estupidez humana, pero era algo con lo que siempre tenía que lidiar, todos los días, siempre se ponía a prueba su temperamento en ese aspecto, pero no podía hacer nada, eliminarlos... Le tomaría demasiado tiempo y después ¿Quiénes serían sus pequeños juguetes? No habrían, por tanto debía seguir con aquello, ir poco a poco, quizá con los que más lo desquiciaran y la chica era uno de esas que lograban hacerle crujir los dientes. Comenzó a cavar dejando que el drama de la adolescente siguiera, parecía una pataleta de una niña que quiere un dulce a cualquier costa. Su ropa cada vez estaba más manchada, sus brazos simplemente se marcaban cada que hacía fuerza para quitar la tierra necesaria y después de echar los restos del vampiro, les prendió fuego, dejando que comenzaran a arder.
Se le quedó viendo a lo lejos, observando cada uno de sus movimientos, dejando que su figura se difuminara poco a poco con ayuda de aquella velocidad que era sobrenatural para cualquiera mientras dejaba que su voz se perdiera con el viento. -Si quisiera te puedo matar justo ahora y nadie me podrá relacionar con esto, así que mejor no me amenaces, tienes el dinero suficiente como para que alguien empiece a buscarte, pero ¿Acaso no sabes cuánta gente muere todos los días y todos se calman con un simple "lo buscaremos"?- La pregunta había salido con un tono mordaz mientras se acercaba por detrás de ella, mientras observaba como ella se esforzaba por encontrarle, claro que sin éxito alguno. Uno de sus brazos la jaló por la cintura, apoyando la mano en su vientre, aprisionándola contra su cuerpo. Sus labios se abrieron paso hasta su oreja. -¿A quién buscabas?- Preguntó mientras sus dedos se ceñían a la curva que se dibujaba en su cuerpo. -¿Aún piensas que dejarme libre no está en tus planes? ¿Qué tanto le vas a llorar? ¿Cuánto lo extrañas? ¿Lo necesitas?- Todas las preguntas salían agolpadas, no daba tiempo a que contestara ni siquiera, comenzaba un cuestionamiento tras otro, hasta que finalmente dejó que sus gélidos labios se encontraran con la piel de la mujer. -¿O es qué eran amantes?- La volvió a soltar, aunque hizo que girara sobre su propio eje, dejando que el cuerpo se recostara sobre el césped y él quedó encima. Colocó las manos de la chica por encima de su cabeza. -¿Cómo piensas matarme?- sonrió de lado, moviendo la cabeza también, haciendo que su cuello se distendiera, formando un pequeño crujido.
-¿Vas a correr? ¿Qué harás? Dímelo.- Quizá se estaba pasando pero ¿A quién le importaba? Todavía en su cabeza se meditaba una y otra vez si en verdad no podía aniquilarla, era más fácil que persuadirla, además él nunca lo hacía de la mejor forma, era su forma de ser, no iba a cambiar, aunque muchos pensaran que en algún momento lo haría, que en verdad se arrepentiría o peor aún, que ya estaba completamente arrepentido, falacias que él se encargaba de que siguieran vivas y tan frescas como la mejor de las verdades, después de todo por eso estaba en la Iglesia, eran expertos mentirosos, dejando que todo se viera bien como estaba mal.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 148
Fecha de inscripción : 20/05/2014
Edad : 37
Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Toda la compostura del momento se desvaneció cuando sus pasos resonaban sobre el suelo como estacas que se clavaban contra un corazón latente. Cuidaba de sus espaldas, ¿Pero era buena en aquello? Aún dudaba en el porque de seguir aquellos pasos tan enajenados de aquel colérico personaje, asesino violento que no dudaría en hacer con ella lo mismo que había hecho con su compañero.
Poco a poco la bipolaridad hacía estragos en su centro, recordaba la porcelana blanca que era su rostro, esa sonrisa socarrona que siempre relucía cuando un error se cometía entre sus manos. También recordaba el odio que sentía por él en ocasiones, gran parte del tiempo a decir a verdad y aún así, aunque todo aquello le hiciera hervir la sangre, un vacío en su centro se engendraba cuando lo recordaba, se cegaba en las imágenes de su muerte redirigiendo su odio nuevamente al que buscaba con esmero.
No era probablemente una de sus mejores ideas. La tersa piel de sus brazos se erizo bajo el susurro fantasmal que irrumpió el silencio sepulcral del bosque, se detuvo en seco y siguiendo su voz, giraba en su lugar ladeando su cabeza de lado a lado intentado dar con su figura —¿Que juego es este? Da la cara— sentenció cargando su voz a un tono más serio.
Pero estaba más que escrito lo que sucedería, devoró sus propios labios en un chillido, por más que intentase evitar el final, ya era tarde. Nunca había sido tratada de aquella forma, la pesada mano ajena la presionó con tal fuerza al forastero que un suspiro afloró sin ser previsto, hasta sus reservas de aire abandonaron su cuerpo sintiendo como una vez más sus piernas temblaban como gelatina.
Su voz quebranto la calidez, el resuelto sopló de sus labios exhalaba un aterido aliento que la hacía temblar una vez más como chiquilla reprendida por algo que no debería haber hecho jamás. Hizo el erróneo intento de buscar su ojos, pero nada se le era posible, ya era victima de los corpulentos brazos que la rodeaban, casi a punto de quebrantar sus huesos en respuesta a esa fuerza sobrehumana. Fue allí donde el libertino comenzó su operación, jugaba con ella, sus palabras se arrastraban entre su lengua como un reptil cizañero "¿Cuánto lo extrañas? ¿Lo necesitas?" El primer impulse fue en vano, pero continúo con el intento, sus preguntas la ofendían, no aceptaría de nadie tal vocabulario para con ella. —Déjame— Cada silaba rasgaba su garganta, la voz seca y los ojos cerrados con tal fuerzas que su cabeza se sentía explotar.
Y cómo los castigos de víspera a un mal comportamiento, dio nuevamente contra el suelo, azotó con tal fuerzas su anatomía contra la dura superficie que un gemido de dolor afloro de entre sus labios, esperando, deseando que se acabara todo allí, ya estaba muerta, la tenía servida en un plato principal, y él, con tal solo ver a sus ojos, se veía hambriento. Hambriento de poder, de furia, de violencia.
Quería huir, salir de aquel lugar, cerrar los ojos y haber permitido que su compañero siguiera sus pasos como antes lo hacía, todo era un paisaje esplendido comparado con lo que vivía; Un crujido de su cuello la hizo volver a la realidad.
Reincorporo su cuerpo en lo que duro medio segundo, ahora el peso masculino la hacia adherirse a la tierra, sus muñecas se veían atadas por sus manos y ya no tenía de otra que sentenciar su mirada para saber, que hablaba con desprecio hacía ella —Espero que disfrutes de este momento, pelear contra una mujer no te hace los cojones más grandes...— escupe sus palabras con tal rapidez que dudaba si se entenderían del todo. Una vez más cerró sus ojos, giro su rostro para estar (De entre lo que se podía) lejos de él y de ese aliento glacial que erizaba sus mejillas al ir sus dichos —¿Te sientes muy poderoso? Haciendo tantas preguntas que de seguro sabes cada una de sus respuestas por el derecho y revés, quizás hace cuanto tiempo lo seguías para hacer esto ¿Quien te mandó a matarlo?— Ahora buscaba sus ojos —¿Quien te envió? Seguro eres el monigote de alguien con más poder ¿Lo conozco?—.
Poco a poco la bipolaridad hacía estragos en su centro, recordaba la porcelana blanca que era su rostro, esa sonrisa socarrona que siempre relucía cuando un error se cometía entre sus manos. También recordaba el odio que sentía por él en ocasiones, gran parte del tiempo a decir a verdad y aún así, aunque todo aquello le hiciera hervir la sangre, un vacío en su centro se engendraba cuando lo recordaba, se cegaba en las imágenes de su muerte redirigiendo su odio nuevamente al que buscaba con esmero.
No era probablemente una de sus mejores ideas. La tersa piel de sus brazos se erizo bajo el susurro fantasmal que irrumpió el silencio sepulcral del bosque, se detuvo en seco y siguiendo su voz, giraba en su lugar ladeando su cabeza de lado a lado intentado dar con su figura —¿Que juego es este? Da la cara— sentenció cargando su voz a un tono más serio.
Pero estaba más que escrito lo que sucedería, devoró sus propios labios en un chillido, por más que intentase evitar el final, ya era tarde. Nunca había sido tratada de aquella forma, la pesada mano ajena la presionó con tal fuerza al forastero que un suspiro afloró sin ser previsto, hasta sus reservas de aire abandonaron su cuerpo sintiendo como una vez más sus piernas temblaban como gelatina.
Su voz quebranto la calidez, el resuelto sopló de sus labios exhalaba un aterido aliento que la hacía temblar una vez más como chiquilla reprendida por algo que no debería haber hecho jamás. Hizo el erróneo intento de buscar su ojos, pero nada se le era posible, ya era victima de los corpulentos brazos que la rodeaban, casi a punto de quebrantar sus huesos en respuesta a esa fuerza sobrehumana. Fue allí donde el libertino comenzó su operación, jugaba con ella, sus palabras se arrastraban entre su lengua como un reptil cizañero "¿Cuánto lo extrañas? ¿Lo necesitas?" El primer impulse fue en vano, pero continúo con el intento, sus preguntas la ofendían, no aceptaría de nadie tal vocabulario para con ella. —Déjame— Cada silaba rasgaba su garganta, la voz seca y los ojos cerrados con tal fuerzas que su cabeza se sentía explotar.
Y cómo los castigos de víspera a un mal comportamiento, dio nuevamente contra el suelo, azotó con tal fuerzas su anatomía contra la dura superficie que un gemido de dolor afloro de entre sus labios, esperando, deseando que se acabara todo allí, ya estaba muerta, la tenía servida en un plato principal, y él, con tal solo ver a sus ojos, se veía hambriento. Hambriento de poder, de furia, de violencia.
Quería huir, salir de aquel lugar, cerrar los ojos y haber permitido que su compañero siguiera sus pasos como antes lo hacía, todo era un paisaje esplendido comparado con lo que vivía; Un crujido de su cuello la hizo volver a la realidad.
Reincorporo su cuerpo en lo que duro medio segundo, ahora el peso masculino la hacia adherirse a la tierra, sus muñecas se veían atadas por sus manos y ya no tenía de otra que sentenciar su mirada para saber, que hablaba con desprecio hacía ella —Espero que disfrutes de este momento, pelear contra una mujer no te hace los cojones más grandes...— escupe sus palabras con tal rapidez que dudaba si se entenderían del todo. Una vez más cerró sus ojos, giro su rostro para estar (De entre lo que se podía) lejos de él y de ese aliento glacial que erizaba sus mejillas al ir sus dichos —¿Te sientes muy poderoso? Haciendo tantas preguntas que de seguro sabes cada una de sus respuestas por el derecho y revés, quizás hace cuanto tiempo lo seguías para hacer esto ¿Quien te mandó a matarlo?— Ahora buscaba sus ojos —¿Quien te envió? Seguro eres el monigote de alguien con más poder ¿Lo conozco?—.
Devlin Adams- Humano Clase Alta
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Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
No tenía que hacer demasiada fuerza, con un simple apretón la muchacha se rompería como una pluma, como si su fuerza no fuera la suficiente como para repeler el ataque y en verdad así era, aunque a Burke no le gustaban las cosas tan sencillas, siempre buscaba un poco más de aquella diversión que parecían querer arrancarle, pero él no se dejaba, a pesar de la debilidad de ella, la situación se tornaba divertida, tenía una lengua bastante venenosa y un arrojo que le sorprendían, aunque muchas terminaban cediendo cuando la muerte les miraba a los ojos, ¿Pasaría lo mismo con ella? Seguro que sí, pero podría averiguarlo, al menos podría entretenerse mientras aquello llegaba, tal vez hacerla rogar por la vida y después por la muerte, hacer una combinación de ambas en donde el tira y afloja nunca cede logrando con ello el placer propio, la sonrisa por lo mientras no se borra de sus labios, eso ya es mucho decir, es bastante para ser sinceros, al menos la humana puede hacer algo bien, divértirlo, si no fuera así seguro que hace rato que estaría quemándose junto con el otro.
Sus ojos se clavaron en ella mientras su mano quedaba apresando las pequeñas muñecas ajenas, sin que ello demostrara para el inquisidor una tarea demasiado complicada. -Claro, lo investigué por completo, de pies a cabeza y también a ti, por ende sé su vida y la tuya, pero ¿A quién le importa eso? Ninguno de los dos fue héroe, así que sus nombres no pasarán a la historia escritos con letras de oro, por eso no tienes de qué preocuparte, ambos han sido unos buenos para nada, eso a nadie le sirve.- Concluyó sus palabras dejando que estas se arrastren sobre la piel nívea de la mujer que yace debajo de su cuerpo, sin hacer ninguna lucha por salir, al menos sabía que en fuerza era superada. -¿Tienes algún deseo antes de morir?- Le tomó el mentón haciendo que le mirara, la obligó a que observara sus ojos, no dejaría que se escapara tan fácil aunque fuera aquél ligero desvío, sólo importaba él, todo lo demás era un adorno.
-Sólo te pido que seas original, ninguna blasfemia en contra de mi persona, que ya me sé todas, tampoco que te libere, no seas ingenua, no se vale que me entregue, no me creas idiota, con esos ya estoy acabando, ya te tocó darte cuenta.- Las palabras salían en aquél tono divertido que parecía incluso burlón y puede que así lo fuera, pero en realidad a él no le importaba guardar ningún tipo de apariencias en ese momento. Sus dedos se oprimían a veces logrando que su piel se enrojeciera, haciendo que su garganta quemara por dentro, pero evitando que los demonios internos ganaran la batalla contra él, al menos sabía que eso siempre había sido parte de él, pero que con el tiempo había logrado dominar, la bestia estaba domada pero sólo cuando Burke lo quería de otro modo, simplemente era incontrolable.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Comprendería el acto que ya estaba entre sus garras, y se arrepentía por completo de no haber terminado todo unos minutos antes, el tener que seguir sus pasos era una de las peores decisiones que alguna vez pudo tomar. No era de tomar acciones arrebatadas, pero este era el momento en donde seguir sus instintos la dejaban bajo un asesino a sangre fría. Arqueó su espalda, detallo sus ojos, su ceño se fruncía de momento que su respiración se agitaba descontroladamente. La cavidad de su pecho se movía de formas irregulares a la par que sus pies casi se perdían en movimientos rápidos para que el hombre retirara su cuerpo del propio. Lo quería lejos, lejos de ella, no volver a saber de él.
Tomó una bocanada de aire y se ahogo en el perfume que derramaba; Perfume y sangre seca, su estomago se revolvió, cerró los ojos y aguanto su respiración, utilizó todas las reservas de aire que tenía, el momento se volvía escandaloso, si iba a hacer algo, debería actuar pronto.
Ya se familiarizaba al horror que sentía, pero el dejar que su enemigo lo supiera era algo de lo que no estaba de acuerdo, endureció su gesto y al oír una vez más su voz romper con el silencio del lugar, no tuvo de otra que poner atención. Cada mínima silaba la podría ayudar a salir con vida o no salir jamás — No sabes de lo que hablas, claramente no investigaste lo necesario... me deben estar buscando, sí, deben estar en mi búsqueda, jamás paso tanto tiempo fuera de casa — Hablaba lento, su lengua se enredaba entre el nerviosismo, una de sus cejas se alzaba marcando en sí, la frialdad que quería detallar en cada palabra mencionada — Insisto en que no sabes con quien estás tratando... quizás Lautaro estaba solo, pero yo no lo estoy, no quedará impune su muerte, mucho menos la mía, no vivirás en paz con el cargo que es quitarle la vida a alguien — Continuaba y continuaba hablando, pero notaba con claridad que en los ojos ajenos nada penetraba.
Su mentón fue alzado y volvió a odiar el hecho de ser tan débil. Tragó en seco y negó a la pregunta que le era sentenciada ¿Enserio? ¿Acabaría con ella? No asimilaba la gravedad.
Sus muñecas ardían, sentía como la sangre se acumulaba en sus venas sin tener paso libre a sus extremidades y aunque hervía la misma, sentía el contraste de calor sobre la piel ajena; Él estaba frío, un glacial contra su cuerpo, su fuerza sobrenatural la paralizaba y cerró los ojos para no pensar en ese momento, para no comenzar a creer en seres que jamás había tomado como reales — Dime que quieres... te daré lo que quieras, callaré, si así lo deseas lo haré — Imploró, era su única salida, ya nada le quedaba por hacer. Su discurso era confuso, pero estaba desesperada ya a esas alturas — Por favor... déjame libre y te prometo que lo que pidas se te dará, sólo dímelo... pide tú un deseo, tengo dinero suficiente para cumplir cualquier cosa —.
Un giro en sus planes la segó a seguir las normas de no provocarlo, pero lo vio desconcertado, vio en sus ojos que el agarre de sus manos se soltaba y aprovechó tal momento para moverse y huir. Se inclinó a su cuerpo, extendió sus labios y presionando sus dientes con fuerzas, mordió el mentón del hombre, sintiendo que la presión implementada era la suficiente, pues éste gruñó, dando paso a un forcejeo de sus brazos para comenzar a correr lejos de él.
Sus piernas no daban, a tropezones torpes buscaba la salida del bosque, se colaba entre arboles para llegar más rápido fuera de ese lugar y alejarse de su captor.
Tomó una bocanada de aire y se ahogo en el perfume que derramaba; Perfume y sangre seca, su estomago se revolvió, cerró los ojos y aguanto su respiración, utilizó todas las reservas de aire que tenía, el momento se volvía escandaloso, si iba a hacer algo, debería actuar pronto.
Ya se familiarizaba al horror que sentía, pero el dejar que su enemigo lo supiera era algo de lo que no estaba de acuerdo, endureció su gesto y al oír una vez más su voz romper con el silencio del lugar, no tuvo de otra que poner atención. Cada mínima silaba la podría ayudar a salir con vida o no salir jamás — No sabes de lo que hablas, claramente no investigaste lo necesario... me deben estar buscando, sí, deben estar en mi búsqueda, jamás paso tanto tiempo fuera de casa — Hablaba lento, su lengua se enredaba entre el nerviosismo, una de sus cejas se alzaba marcando en sí, la frialdad que quería detallar en cada palabra mencionada — Insisto en que no sabes con quien estás tratando... quizás Lautaro estaba solo, pero yo no lo estoy, no quedará impune su muerte, mucho menos la mía, no vivirás en paz con el cargo que es quitarle la vida a alguien — Continuaba y continuaba hablando, pero notaba con claridad que en los ojos ajenos nada penetraba.
Su mentón fue alzado y volvió a odiar el hecho de ser tan débil. Tragó en seco y negó a la pregunta que le era sentenciada ¿Enserio? ¿Acabaría con ella? No asimilaba la gravedad.
Sus muñecas ardían, sentía como la sangre se acumulaba en sus venas sin tener paso libre a sus extremidades y aunque hervía la misma, sentía el contraste de calor sobre la piel ajena; Él estaba frío, un glacial contra su cuerpo, su fuerza sobrenatural la paralizaba y cerró los ojos para no pensar en ese momento, para no comenzar a creer en seres que jamás había tomado como reales — Dime que quieres... te daré lo que quieras, callaré, si así lo deseas lo haré — Imploró, era su única salida, ya nada le quedaba por hacer. Su discurso era confuso, pero estaba desesperada ya a esas alturas — Por favor... déjame libre y te prometo que lo que pidas se te dará, sólo dímelo... pide tú un deseo, tengo dinero suficiente para cumplir cualquier cosa —.
Un giro en sus planes la segó a seguir las normas de no provocarlo, pero lo vio desconcertado, vio en sus ojos que el agarre de sus manos se soltaba y aprovechó tal momento para moverse y huir. Se inclinó a su cuerpo, extendió sus labios y presionando sus dientes con fuerzas, mordió el mentón del hombre, sintiendo que la presión implementada era la suficiente, pues éste gruñó, dando paso a un forcejeo de sus brazos para comenzar a correr lejos de él.
Sus piernas no daban, a tropezones torpes buscaba la salida del bosque, se colaba entre arboles para llegar más rápido fuera de ese lugar y alejarse de su captor.
Devlin Adams- Humano Clase Alta
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Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Los pequeños movimientos de aquella chica sólo hacían que la satisfacción que corría por las venas del inquisidor fuera mucho más fuerte, que se supiera superior ya era algo inminente mientras que el orgullo de escuchar aquella súplica era un gozo que le dejaba un gran sabor. Los movimientos de ella no fueron tan rápidos, sin embargo había aprovechado su "pequeña" distracción para lograr soltarse de él. Se llevó los dedos al mentón sintiendo la presión de los dientes ajenos. La dejó correr mientras se ponía de pie y se acomodaba las ropas. ¿Le daba ventaja? No, sólo le estaba dando un tiempo más de vida. -Corre, corre... Pero asegúrate de correr lo suficiente.- Dejó que su voz estallara en aquél lugar mientras sus ojos le indicaban a la perfección que tan lejos iba. Comenzó a caminar. Sacó uno de los puros que siempre llevaba consigo y lo encendió, dando pasos "normales" la prisa no iba con él, la caza sí, sonrió para sí mientras la muchacha daba la vida por salir de ahí, lo malo es que saldría del lugar sin ella, tal vez la perdonaría, pero para eso todavía hacía falta atraparla.
-¿Ya harás algo interesante?- A pesar de todo sus pasos iban lo suficientemente cerca de los de la mujer que parecía que las fuerzas ya le estaban fallando mientras que tiraba lo que le había quedado del puro. -Ya te dí mucha ventaja y no la has aprovechado.- Dio un par de zancadas más aprisa sin llegar a correr de verdad. Su cuerpo en pocos segundos se vio delante de la mujer a la cual empujó hacia el árbol más próximo, dejándola entre el tronco y él. -Creo que te gusta esta cercanía.- El cinismo el protagonista de sus palabras mientras la sonrisa se iba ensanchando poco a poco haciendo que se torciera levemente hacia uno de sus costados. -¿Lo que quiera? Vamos, niña, yo no quería correr. Debes ser buena. Muy buena.- Acercó más su cuerpo al de aquella mientras decía aquellas palabras en un susurro que parecía el eco de la muerte que ya se había anunciado. -¿Quieres ir con Lautaro? Ya que tanto lo extrañas puedes ir con él... ¿Quieres?- De nuevo una de sus manos tomó el cuello de la fémina, haciendo la presión suficiente para que ella lo notara, mientras que para él era lo más cuidadoso que había hecho nunca.
-Si no encuentran tus restos no habrá pruebas, él ya no existe y tú pronto, muy pronto irás con él si no haces que tu imaginación vuele más, ahora que sí lo que quieres es morderme...- Sus ojos brillaron con aquél toque lujurioso que en ocasiones podía salir del inquisidor y retiró los mechones de cabello de ella, haciendo espacio para poder ver su oreja, acercándose a esta, susurrando finalmente. -Hay otras formas de hacerlo.- Sus dientes dieron una ligera mordida al pabellón de la oreja ajena, mientras dejaba que sus labios acariciaran su piel, para finalmente separarse de golpe, sin que sus cuerpos tuvieran el más mínimo contacto. -Nunca podrás correr tan rápido como para poder escapar, gritar no te servirá de nada y tus millones te los puedes gastar en amantes si eso quieres, pero conmigo tendrás que pensar... Creo que no ha quedado claro, ¿Verdad?- De la cinturilla del pantalón sacó una navaja mientras daba un paso hacia ella jugando con el filo de aquella. -Usa tu cabeza...- Rozó el arma por la frente de la mujer, dejando una línea helada desde su sien hasta su barbilla. -Sé inteligente o antes de que des otro parpadeo habrás ido al "cielo" con tu querido Lautaro.- Sentenció, haciendo un poco de presión en el mentón de la mujer con la punta de la navaja pero sin llegar a hacer daño.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Sus piernas ya no daban más. Su cabeza se ahogaba en un sin fin de contracciones, cual de alguna más cierta que la otra, ¿Por qué lo había hecho? Ciertamente con personajes como él, la carta de huida era la peor a tomar. Pero en lugar de relacionar aquello a sus acciones, sólo continuó, no le quedaba de otra y era eso o morir entre sus brazos, pero a pesar de lo rápido que creía hacerlo, aún oír sus pasos tras de ella, cada vez más fuertes, más imponentes, con furia se quebraban las hojas cejas bajo sus botas. Su garganta se secó, a tropezones creyó ver la salida del bosque hasta que un grito ahogado sentenció su final y este forastero la azotaba contra el tronco de un árbol más cercano. La tenía una entre sus manos, presa fácil, eso era, sin embargo seguía en el juego, fueron segundos largos en los que espero a que hablara, reprimiendo sus quejidos que exceso, cerrando los ojos y empuñando sus manos para no sentirle.
Advirtió a sus lamentos que aquellos no servirían, tomó una bocanada de aire y espero a que la voz masculina dejara nuevamente el silencio sepulcral, que a decir verdad, a esas alturas, era el mejor de los cantos para sus oídos, pues la voz ajena ya lograba atemorizar sus sentidos, hacer erizar su piel y provocar esas infinitas ganas de ahogarse en llantos que suprimía con decisión.
Era aquella cercanía ajena que obligaba a la castaña a tomar distancia que ya no existía, ese olor entre perfume masculino y sangre seca hacía una vez más revolver sus estomago a tal punto que los procedimientos para ignorar esos deseos eran tan fuertes como imposibles. Tomó nuevamente una bocanada de aire, girando su rostro para adquirir una posición diferente, alejada del angulo de su rostro aspirando de esta forma un aire distinto, un aire fresco, húmedo — Por favor... aléjate — Sentenció en una voz quebradiza, en el mismo instante que el contradecía sus dichos afirmando que era aceptado esa desubicada cercanía.
Su calor corporal se perdía tras el frío contacto del cuerpo masculino, a pesar de estar entre ropas puesta, sentía un extraño frío recorrer su vientre, todo su torso se enfrió en cosa de segundos, algo no estaba bien y ese hombre no era simplemente aquello, lo sospechaba.
— No, no volveré a alejarme, no correré, no me alejaré, pero vamos... por favor, distancia — Una vez más se veía rogando a su agresor, una vez más lo hacía sin siquiera una pisca de orgullo ya en sus dichos.
Su piel se erizó, trago nuevamente en seco y decidida vio a sus ojos, oscuros baches de maldad que la ahogaban en una ganancia ajena. De sus labios profería el nombre del difunto, Lautaro era mencionado por el asesino que la acorralaba, extrañamente el vacío en su pecho tomó prestancia y sin controlar antes de hablar mencionó buscando respuestas — ¿Por qué le quitaste la vida? — No terminó de formular su pregunta, el aire ya no era libre en su cuerpo, pues la presión de su mano contra la tersa piel del cuello propio era obstructora de la fuente que le daba vida, ¿Ese sería el momento? ¿Así acabaría con ella? Tal parece no, pues continuaba hablando. Opuso resistencia, no intento escapar, pero ambas manos se sujetaron contra la muñeca ajena para que la presión contra su cuello se aflojara dándole paso así a un respiro ahogado en busca de todos sus refuerzos de aire en un sólo bocado.
Entremezclaba ideas en su cabeza, la voz ajena cambiaba y claramente en esta el tono lascivo era obvio. Tensó su cuerpo y su piel se erizo. ¿Que esperaba ahora de ella? Un suspiro ahogado abandono sus labios, dejando luego que el grosor de su labio inferior fuera preso de sus propios dientes, reprimiendo un sollozo. Retiró su rostro de entre su mano que le daba libre paso a su oído hasta oírle sentenciar sus dichos antes lanzados — Ya eres un asesino, no creo que desees ser también un abusador — Era un murmuro en el viento, tan bajo que ni ella misma logró oír sus dichos. Gimió tras esa mordida y antes de tomar el valor para correrlo de su cuerpo, el mismo tomo distancia aún con esa mirada desafiante contra la fémina.
— Dime lo que quieres... — Murmuró — Te daré lo que me pidas, si no está entre mis manos, haré lo imposible para contentarte — Tan rápido habló que palabras se camuflaban entre otras, pero el punto estaba explicito.
Bajó la mirada y al ver aquella navaja, su piel se enfrió, negó, ladeo su cabeza de lado a lado intentando metafóricamente esconder su cuerpo en es tronco que le impedía huir — No, no... — Se ahogó en murmuros, el frío de su filo rosó su frente, dando libre paso por su rostro hasta detenerse contra su mentón en medio de los dichos mencionados. No sabía que más hacer.
— Haré lo que me pidas... — Estaba deshecha, ya era capaz de todo para ser libre, de todo.
Advirtió a sus lamentos que aquellos no servirían, tomó una bocanada de aire y espero a que la voz masculina dejara nuevamente el silencio sepulcral, que a decir verdad, a esas alturas, era el mejor de los cantos para sus oídos, pues la voz ajena ya lograba atemorizar sus sentidos, hacer erizar su piel y provocar esas infinitas ganas de ahogarse en llantos que suprimía con decisión.
Era aquella cercanía ajena que obligaba a la castaña a tomar distancia que ya no existía, ese olor entre perfume masculino y sangre seca hacía una vez más revolver sus estomago a tal punto que los procedimientos para ignorar esos deseos eran tan fuertes como imposibles. Tomó nuevamente una bocanada de aire, girando su rostro para adquirir una posición diferente, alejada del angulo de su rostro aspirando de esta forma un aire distinto, un aire fresco, húmedo — Por favor... aléjate — Sentenció en una voz quebradiza, en el mismo instante que el contradecía sus dichos afirmando que era aceptado esa desubicada cercanía.
Su calor corporal se perdía tras el frío contacto del cuerpo masculino, a pesar de estar entre ropas puesta, sentía un extraño frío recorrer su vientre, todo su torso se enfrió en cosa de segundos, algo no estaba bien y ese hombre no era simplemente aquello, lo sospechaba.
— No, no volveré a alejarme, no correré, no me alejaré, pero vamos... por favor, distancia — Una vez más se veía rogando a su agresor, una vez más lo hacía sin siquiera una pisca de orgullo ya en sus dichos.
Su piel se erizó, trago nuevamente en seco y decidida vio a sus ojos, oscuros baches de maldad que la ahogaban en una ganancia ajena. De sus labios profería el nombre del difunto, Lautaro era mencionado por el asesino que la acorralaba, extrañamente el vacío en su pecho tomó prestancia y sin controlar antes de hablar mencionó buscando respuestas — ¿Por qué le quitaste la vida? — No terminó de formular su pregunta, el aire ya no era libre en su cuerpo, pues la presión de su mano contra la tersa piel del cuello propio era obstructora de la fuente que le daba vida, ¿Ese sería el momento? ¿Así acabaría con ella? Tal parece no, pues continuaba hablando. Opuso resistencia, no intento escapar, pero ambas manos se sujetaron contra la muñeca ajena para que la presión contra su cuello se aflojara dándole paso así a un respiro ahogado en busca de todos sus refuerzos de aire en un sólo bocado.
Entremezclaba ideas en su cabeza, la voz ajena cambiaba y claramente en esta el tono lascivo era obvio. Tensó su cuerpo y su piel se erizo. ¿Que esperaba ahora de ella? Un suspiro ahogado abandono sus labios, dejando luego que el grosor de su labio inferior fuera preso de sus propios dientes, reprimiendo un sollozo. Retiró su rostro de entre su mano que le daba libre paso a su oído hasta oírle sentenciar sus dichos antes lanzados — Ya eres un asesino, no creo que desees ser también un abusador — Era un murmuro en el viento, tan bajo que ni ella misma logró oír sus dichos. Gimió tras esa mordida y antes de tomar el valor para correrlo de su cuerpo, el mismo tomo distancia aún con esa mirada desafiante contra la fémina.
— Dime lo que quieres... — Murmuró — Te daré lo que me pidas, si no está entre mis manos, haré lo imposible para contentarte — Tan rápido habló que palabras se camuflaban entre otras, pero el punto estaba explicito.
Bajó la mirada y al ver aquella navaja, su piel se enfrió, negó, ladeo su cabeza de lado a lado intentando metafóricamente esconder su cuerpo en es tronco que le impedía huir — No, no... — Se ahogó en murmuros, el frío de su filo rosó su frente, dando libre paso por su rostro hasta detenerse contra su mentón en medio de los dichos mencionados. No sabía que más hacer.
— Haré lo que me pidas... — Estaba deshecha, ya era capaz de todo para ser libre, de todo.
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Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Sonrió, sabía que las fortalezas de la mujer iban disminuyendo y eso hacía que él se enalteciera, siempre ganaba, no había excepciones y una simple niña mimada no iba a hacer la diferencia con respecto a aquello, lo había decidido desde que ella había osado en proferir la primera de sus amenazas, que en realidad no habían hecho nada en contra de él, ni siquiera asustarlo un poco, siempre había sabido como salir avante, por otro lado también tenía el apoyo de la Iglesia, después de todo, ellos lo habían mandado a terminar con la vida de alguien que no había entendido las advertencias de alguien tan compasivo como lo era la casa del Señor y ahora pagaba las consecuencias de sus "pecados".
Puso un dedo sobre los labios de la mujer. -No cuestiones, no tienes derecho, lo único que sabrás es que se ha muerto, aunque deberías agradecer ¿No te sientes más tranquila con ello? Ya no está él ¿Te agradaba tenerlo cerca?- La pregunta había sido planteada con un tono parsimonioso, esperaba que la mujer ya no se alterara de nueva cuenta o esta vez no habría una próxima advertencia, a Burke en ocasiones le llegaba a importar muy poco si el contrario era mujer y en esta ocasión ya se había visto bastante tolerante, la pobre ingenua seguía jugando con su suerte y si lo hacía de nueva cuenta, el Inquisidor se encargaría de que esta le diera la espalda y la muchacha se arrepintiera de haber ido ese día por ahí.
-¿Abusador?- La mirada del hombre recorrió cada curva femenina y se acercó a ella, dejando que ambas anatomías hicieran que el espacio desapareciera de nueva cuenta, levantó los brazos de la fémina dejando que sus labios encontraran la oreja de esta. -No necesito eso, tú serías capaz de rogarme que te tome una y otra vez, antes de que yo intentara abusar de ti.- Dejó una línea helada dibujada con sus labios por su cuello y se separó de golpe del cuerpo ajeno, mirándola de nueva cuenta con aquella pose de suficiencia que ya no desaparecía del ser de aquél vampiro que hasta el momento iba ganando la partida.
La sonrisa se iba ampliando sobre sus labios con cada nueva súplica y se recargó en el tronco que estaba justo delante de ella. -Lo que yo quiera...- La observó de nuevo. -¿Segura que lo que yo quiera? Puedo llegar a ser demasiado exigente, así que piensa bien lo que dices, por eso te estoy pidiendo que ofrezcas. No quiero que digas que soy un abusador.- Jugó con el arma con la que le había amenazado segundos antes para así guardarla de nueva cuenta en su lugar. Su mente comenzaba a imaginar infinidad de cosas para pedirle, pero quería darle una última oportunidad a ella para que pensara y por su bien, diera algo que en verdad pudiera interesarle al hombre.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Participaba activa del aborrecimiento que se apoderaba en el centro más recóndito de su ser, ese desprecio gratuito que se había ganado, la antipatía que destellaba a la mujer era una de las claras situaciones que la tenían descolocada por sobre como actuar frente a él ¿Pelear? La mataría ¿Discutir? El ganaría ¿Rebatir sus dichos? Sólo lo sacaría de quicio, el portaba un arma ¿Que llevaba ella? Nada, nada más que sus prendas y las ganas de huir lo antes posible del lugar poco fraternal que ya se tomaban como posesión de ambos cuerpos desconocidos.
El llanto una vez más amenazaba con aflorar de sus ojos, pero caprichosa cómo desde infante lo había sido, cerró sus ojos con fuerzas, mantuvo la respiración por un par de segundos y las lagrimas no brotaron, no volvería a darle en el gusto de verla débil; Una cosa era estar entre las manos del asesino y otra muy diferente sentirse como tal. Frunció sus labios, alzó la vista y de nueva cuenta dio contra esos oscuros baches de maldad, endureció sus gestos, entre tanto tragaba en seco para mencionar en en pausadas palabras que intentaba unir en su cabeza para que sonaran firme — Si tengo que preferir la presencia de alguien en este momento es la suya, prefiero mil veces estar con alguien que dices me llevaba al peligro, que tener al peligro en frente — Sentenció, sus dichos eran tan ciertos con el nudo que rasgaba sus garganta cada vez que necesitaba dirigirse a él.
Vagaba en su cabeza nuevas ideas de una pronta huida, pero por más que se peleaba con sus instintos en busca de algo bueno, más abajo dejaba los deseos tras recordar el primer logro fallido que tuvo frente a él ¿Que más podía hacer? No le quedaba más que alargar su muerte lo máximo posible. Estaba fuera la idea de salir viva, en sus ojos se veía aquella necesidad por asesinar, era un león, un león que jugaba con aquella débil gacela antes de hacerla su cena.
Su estomago se revolvió en cuanto nuevas notas de voz bombardeaban sus oídos, mucho más por esos dichos — No, jamás... jamás desearía que me tocaras, tu simple cercanía me da asco. Si algo puedo afirmar, es que de querer algo corpóreo de mi, prefiero mil veces que acabes con mi vida — Sentenció, a desgarra voz cerró una vez más sus ojos; Tenía la vaga ilusión de abrirlos para saber que simplemente era un mal sueño del que despertaría, pero no. La cercanía del castaño se marcó mucho más; Con ambas manos intento alejarlo, pero era una piedra maciza que perdía temple con nada; inhaló para llevar con tranquilad la propia respiración, llenando sus pulmones del perfume ajeno; Exhalando con reacio comportamiento antes de regresar la atención a los nuevos comentarios.
— Simplemente habla... ¿Crees que tengo cabeza en este momento para darte opciones de que hacer conmigo? — Cayó, sus piernas ya no daban más, la presión corporal estaba por las nubes, su vista se nubló y desvaneciéndose contra el suelo, simplemente pensó ¿Estoy muriendo?
El llanto una vez más amenazaba con aflorar de sus ojos, pero caprichosa cómo desde infante lo había sido, cerró sus ojos con fuerzas, mantuvo la respiración por un par de segundos y las lagrimas no brotaron, no volvería a darle en el gusto de verla débil; Una cosa era estar entre las manos del asesino y otra muy diferente sentirse como tal. Frunció sus labios, alzó la vista y de nueva cuenta dio contra esos oscuros baches de maldad, endureció sus gestos, entre tanto tragaba en seco para mencionar en en pausadas palabras que intentaba unir en su cabeza para que sonaran firme — Si tengo que preferir la presencia de alguien en este momento es la suya, prefiero mil veces estar con alguien que dices me llevaba al peligro, que tener al peligro en frente — Sentenció, sus dichos eran tan ciertos con el nudo que rasgaba sus garganta cada vez que necesitaba dirigirse a él.
Vagaba en su cabeza nuevas ideas de una pronta huida, pero por más que se peleaba con sus instintos en busca de algo bueno, más abajo dejaba los deseos tras recordar el primer logro fallido que tuvo frente a él ¿Que más podía hacer? No le quedaba más que alargar su muerte lo máximo posible. Estaba fuera la idea de salir viva, en sus ojos se veía aquella necesidad por asesinar, era un león, un león que jugaba con aquella débil gacela antes de hacerla su cena.
Su estomago se revolvió en cuanto nuevas notas de voz bombardeaban sus oídos, mucho más por esos dichos — No, jamás... jamás desearía que me tocaras, tu simple cercanía me da asco. Si algo puedo afirmar, es que de querer algo corpóreo de mi, prefiero mil veces que acabes con mi vida — Sentenció, a desgarra voz cerró una vez más sus ojos; Tenía la vaga ilusión de abrirlos para saber que simplemente era un mal sueño del que despertaría, pero no. La cercanía del castaño se marcó mucho más; Con ambas manos intento alejarlo, pero era una piedra maciza que perdía temple con nada; inhaló para llevar con tranquilad la propia respiración, llenando sus pulmones del perfume ajeno; Exhalando con reacio comportamiento antes de regresar la atención a los nuevos comentarios.
— Simplemente habla... ¿Crees que tengo cabeza en este momento para darte opciones de que hacer conmigo? — Cayó, sus piernas ya no daban más, la presión corporal estaba por las nubes, su vista se nubló y desvaneciéndose contra el suelo, simplemente pensó ¿Estoy muriendo?
Devlin Adams- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/05/2014
Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Ideas van y vienen, hacen que su cabeza sea un mar embravecido que con nada se calmaría, hasta que la tormenta quisiera. Cada palabra de la mujer hacen que simplemente Burke mantenga aquella pose, ella misma le está dando las armas perfectas para encontrar como hacer que ella misma rogara por su vida y tal vez... Después por su muerte, pero antes de eso debería de divertirse un rato, sino no habría valido la pena. -¿Matarte antes de tomarte? Ya te dije que yo no tengo esas intenciones, pero parece que tú eres la que ya empieza a rogar por ello desde este momento.- Le guiña de forma cínica y desvergonzada mientras la sonrisa toma el protagonismo en su rostro. Los ojos del vampiro viajan por cada curva que encuentra en la mujer, no podría decir que es difícil fijarse en ella, pero tenía ideas muy claras, como lo eran matar, abusar de su poder y ¿Por qué no? Tener juguetes cuando quisiera, pero había líneas que nunca pasaría por más que la otra persona lo deseara.
Escucha el sonido del cuerpo femenino caer contra el piso y simplemente enarca la ceja, ¿Qué había pasado? Se inclina y queda en cuclillas al lado de la chica. -Vamos... Despierta... No caeré en ese juego. Ya te había dicho que...- Se quedó callado, sus dedos fueron hacia la mejilla ajena, parecía que estaba helada, la realidad es que sólo lo infería. -¡Genial! Malditos humanos, ya no aguantan nada...- Se puso de pie y empezó a ver de un lado a otro buscando la forma de salir de ahí de manera rápida y que nadie lo observara, tal vez podría usar su velocidad, pero ¿Y la mujer? ¿En serio tendría que dejar su diversión porque ella se había desvanecido? Eso era una mala jugarreta de parte de ella ¿Y si no estaba desmayada? La idea vino a su cabeza de forma casi inmediata. Se agachó de nuevo y tomó a la mujer en volandas, sintiendo el peso completo contra él, sin embargo no causaba el menor de los problemas para poder transportarla.
-¿En serio estás muerta?- El tono de su voz había sido burlesco, pero ¿Qué más daba? Comenzó a caminar con la mujer en brazos, mirando de reojo como los cabellos se le alborotaban. -¿Despertarás?- Mencionó separando a la mujer de su cuerpo, dejando que flotara un poco, apenas sosteniendo con las manos, era la ventaja de ser como era. -Yo creo que sí...- Y finalmente dejó caer el cuerpo contra el agua, si despertaba saldría, si no... Ya se habría librado de dos en menos de un día. Se quedó ahí parado, a la expectativa de lo que podría pasar. Su mirada reflejaba la diversión, era como un crío que acababa de hacer cualquier travesura y que será algo que no contará a nadie. -Vamos... Sal...- Murmuró por lo bajo esperando que la mujer despertara después de aquél baño ligero que había tomado... Por decisión propia.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Edad : 37
Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
El afán a superioridad del castaño la había tenido ya bajo completas exigencias corpóreas que para una simple humana como ella, era más de lo que se podía exigir; Continuar con la pelea inalcanzable, querer ganarle el debate a un asesino había colapsado hasta sus estados mentales fijos, mismos actos que la hicieron perder completo control de sus reflejos, de sus jornadas de la fortaleza que debía mantener, siendo fácil objeto de una decaída.
Viajó en su trance psicodelico, sintiendo como si en una mala película se viera como protagonista invisible, notando una vez más como su compañero carcelero era asesinado a manos de un completo extraño, de un individuo de cortas justificación para actuar, pero de semblante sereno que le daba un juicio sin nombre, ese recado implícito que la hacía creer que a pesar de tener un mal fundamento para sus movimientos, le encontraría la razón si supiera la verdad; Pero el tacto no era lo suyo, viajar a la raíz del problema no era posible ni para una reflexión de tan solo segundos; Jamás le diría el porque de sus actos, con suerte y lograba rehuir de sus brazos como para querer entablar algún tipo de conversación con un personaje tan orate como ese.; Pero así cómo se van los sueños llegan otros que la ahogaban en un mar de conflictos, sus respiración comenzaba a ser pesada, la cavidad de sus pecho se movía de formas tan irregulares que el inhalar le hacía daño; Desesperó, removió su cuerpo sin sentir superficie hasta que sus ojos se abrieron de par en par y la profundidad de las aguas la hizo hundirse unos segundos hasta su superficie.
¿Dónde se encontraba? Ya estaba muerta, no, y razonaba en su cabeza más de una vez, mientras el aire le faltaba dejó de buscar explicaciones. Movió sus manos con desespero hasta llegar a la superficie de la misma, tomó una gran bocanada de aire y al verse sola entre la inmensidad del lugar una extraña sensación de satisfacción la absorbió, por lo menos así se sintió un par de segundos, esos largos y extenuantes segundos en los que nadó hasta la orilla de las aguas, ocultando su rostro entre ambos antebrazos que le servían como superficie contra al tierra humedad que la mancharía luego de salir — Jodido hombre... me quería matar — Masculló en voz alta, respirando con dificultad, tosiendo a ratos sintiendo como el agua llenaba hasta las partes más internas de su cuerpo.
Con completa dificultad salió de ahí, sus piernas contraídas a su cuerpo, de rodillas sobre la malesa acompaso su respiración ladeando su rostro para buscar entre los alrededores ayuda, pero se encontró nuevamente con la efigie del castaño a unos metros, estático, inmóvil, observando como se debatía en buscar aires de dónde no sabía sacar — Joder... — Murmuró con la garganta seca, irónico pensando en que hacer segundos se ahogaba.
Tomó fuerzas para lograr ponerse de pie, dando pasos en retrocesos, sin perder de vista ni por un instante aquella efigie que la seguía de la misma forma que intentaba seguirlo a él.
Cerró los ojos he imágenes aleatorias a su memoria la atacaron, colmillos, sangre, velocidad, crueldad... recuerdos que antes había olvidado por alguna razón cuando se encontraba bajo la profunda mirada de Lautaro; Sintió como su corazón daba un vuelco dentro de su pecho, poco a poco comenzaba a entender todo y el pánico la abordo tanto, que no dio un paso más, estaba perdida, su compañero, aquel extraño era un sobrenatural.
Viajó en su trance psicodelico, sintiendo como si en una mala película se viera como protagonista invisible, notando una vez más como su compañero carcelero era asesinado a manos de un completo extraño, de un individuo de cortas justificación para actuar, pero de semblante sereno que le daba un juicio sin nombre, ese recado implícito que la hacía creer que a pesar de tener un mal fundamento para sus movimientos, le encontraría la razón si supiera la verdad; Pero el tacto no era lo suyo, viajar a la raíz del problema no era posible ni para una reflexión de tan solo segundos; Jamás le diría el porque de sus actos, con suerte y lograba rehuir de sus brazos como para querer entablar algún tipo de conversación con un personaje tan orate como ese.; Pero así cómo se van los sueños llegan otros que la ahogaban en un mar de conflictos, sus respiración comenzaba a ser pesada, la cavidad de sus pecho se movía de formas tan irregulares que el inhalar le hacía daño; Desesperó, removió su cuerpo sin sentir superficie hasta que sus ojos se abrieron de par en par y la profundidad de las aguas la hizo hundirse unos segundos hasta su superficie.
¿Dónde se encontraba? Ya estaba muerta, no, y razonaba en su cabeza más de una vez, mientras el aire le faltaba dejó de buscar explicaciones. Movió sus manos con desespero hasta llegar a la superficie de la misma, tomó una gran bocanada de aire y al verse sola entre la inmensidad del lugar una extraña sensación de satisfacción la absorbió, por lo menos así se sintió un par de segundos, esos largos y extenuantes segundos en los que nadó hasta la orilla de las aguas, ocultando su rostro entre ambos antebrazos que le servían como superficie contra al tierra humedad que la mancharía luego de salir — Jodido hombre... me quería matar — Masculló en voz alta, respirando con dificultad, tosiendo a ratos sintiendo como el agua llenaba hasta las partes más internas de su cuerpo.
Con completa dificultad salió de ahí, sus piernas contraídas a su cuerpo, de rodillas sobre la malesa acompaso su respiración ladeando su rostro para buscar entre los alrededores ayuda, pero se encontró nuevamente con la efigie del castaño a unos metros, estático, inmóvil, observando como se debatía en buscar aires de dónde no sabía sacar — Joder... — Murmuró con la garganta seca, irónico pensando en que hacer segundos se ahogaba.
Tomó fuerzas para lograr ponerse de pie, dando pasos en retrocesos, sin perder de vista ni por un instante aquella efigie que la seguía de la misma forma que intentaba seguirlo a él.
Cerró los ojos he imágenes aleatorias a su memoria la atacaron, colmillos, sangre, velocidad, crueldad... recuerdos que antes había olvidado por alguna razón cuando se encontraba bajo la profunda mirada de Lautaro; Sintió como su corazón daba un vuelco dentro de su pecho, poco a poco comenzaba a entender todo y el pánico la abordo tanto, que no dio un paso más, estaba perdida, su compañero, aquel extraño era un sobrenatural.
Devlin Adams- Humano Clase Alta
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Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
La sonrisa divertida era la protagonista en el rostro del vampiro mientras notaba como el cuerpo de la mujer iba descendiendo poco a poco en las profundidades de aquél lugar, viendo como la figura se iba a desconfigurando por las ondas que se marcaban a causa del agua. No había ningún atisbo de preocupación en el semblante del Inquisidor dejando que sus ojos se mantuvieran fijos, completamente atentos a cualquier cosa que pudiera suceder, no quería perder detalle alguno. Cruzó los brazos cuando observó las manos de ella salir por aquél aire, buscando una esperanza leve de vida y dio un par de pasos hacia atrás, notando como ella se esforzaba por nadar hasta la orilla, aferrándose a lo que fuera con tal de seguir en este maldito mundo.
Sus pies caminaban hacia atrás y ladeó la cabeza mientras el cuerpo de la mujer reflejaba aquellos pequeños espasmos que deja estar tan cerca de la muerte pero que en realidad a él no le importaba, pues se jactaba de hacer que esta abrazara a sus enemigos hasta quitarlos de su camino, en esta ocasión sólo les había presentado, pues no pretendía perder tan rápido, era alguien que le había dejado un poco de diversión en ese momento en el que en realidad tendría que haber estado trabajando.
-¿Pensaste que me iba a ir y dejar que te hundieras? Por supuesto que...- Se quedó callado observando como ella se iba alejando, en sus ojos se podía ir viendo dibujado el horror mientras que el entrecejo de Burke se fruncía ligeramente ante aquella escena. ¿Qué se supone que estaba pasando en ese momento? ¿Qué demonios le sucedía para que hubiera palidecido de aquella manera? Dio un par de pasos hacia ella con calma, analizando cada uno de sus gestos y manteniéndose cerca para que ella no pudiera huir de nueva cuenta, aunque sería demasiado fácil alcanzarla si es que decidía torpemente correr de nuevo.
-Acabas de palidecer... ¿Es que ahora me tienes miedo o el agua hace sus efectos tarde?- Cuestiona en aquél tono de burla que no ha dejado en un buen de tiempo mientras sus pasos siguen lentos pero constantes hacia ella.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Edad : 37
Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Poco a poco el pulso comenzaba a tomar más poder dentro de su cuerpo, sentía casi el corazón en su garganta, como siquiera posible, y si lo fuera, allí estaría; Sus pasos se hacían cada vez más torpes, el resonar de su voz la dejó temblorosa, mientras que con todas sus fuerzas para manejar su propio cuerpo, esperaba tomar una vez más el color característico sobre sus mejillas; Pero... ¿Que tal si aquello provocaba a asesino frente a sus pies? Desconocía por completo el actuar de los sobrenaturales, muy poco sabía de ellos, jamás se daba la oportunidad de toparse con alguno, por lo que hallarse en esa situación, descubrir a base de recuerdos tan apagados que también logró vivir bajo la presencia de uno la tenía algo acobardada.
Y mientras su andar la seguía, ella hacia lo contrarío en retroceso; No podía, sus labios se abrían pero no salían palabras de ellos, se le hizo claramente imposible marcar algún tipo de comentario en respuesta de lo que el sentenciaba; Ya no tenía la fortaleza suficiente para rebatir sus criticas, acabaría con ella en un dos por tres.
Mordió con fuerzas su labio inferior, retrocedió lo necesario hasta dar contra un árbol que la sostenía, tragó en seco, frunció el ceño y suspiro casi como si le doliera hasta el más mínimo y recóndito movimiento muscular — So... — Carraspeó, era imposible, no lograba mantener siquiera sus propios impulsos — Sólo deseo que me dejes tranquila, no hablaré, nadie sabrá lo que hiciste, nadie, te doy mi palabra — Arrastró hasta la más mínima silaba, con una presión en su pecho que a ratos la hacía dar traspiés, agradeciendo que ese árbol la sostenía.
Se alejó de su fortaleza, desafió sus ojos queriendo una vez más hacerlo creer que desconocía su condición, era difícil, el terror la petrificaba y bajar la mirada se le hacia necesario para no ver al homicida — Lárgate, por favor — Casi rogaba, mordiendo mucho más fuertes sus labios para reprimir la notable vibración de este en un temblor involuntario.
Y mientras su andar la seguía, ella hacia lo contrarío en retroceso; No podía, sus labios se abrían pero no salían palabras de ellos, se le hizo claramente imposible marcar algún tipo de comentario en respuesta de lo que el sentenciaba; Ya no tenía la fortaleza suficiente para rebatir sus criticas, acabaría con ella en un dos por tres.
Mordió con fuerzas su labio inferior, retrocedió lo necesario hasta dar contra un árbol que la sostenía, tragó en seco, frunció el ceño y suspiro casi como si le doliera hasta el más mínimo y recóndito movimiento muscular — So... — Carraspeó, era imposible, no lograba mantener siquiera sus propios impulsos — Sólo deseo que me dejes tranquila, no hablaré, nadie sabrá lo que hiciste, nadie, te doy mi palabra — Arrastró hasta la más mínima silaba, con una presión en su pecho que a ratos la hacía dar traspiés, agradeciendo que ese árbol la sostenía.
Se alejó de su fortaleza, desafió sus ojos queriendo una vez más hacerlo creer que desconocía su condición, era difícil, el terror la petrificaba y bajar la mirada se le hacia necesario para no ver al homicida — Lárgate, por favor — Casi rogaba, mordiendo mucho más fuertes sus labios para reprimir la notable vibración de este en un temblor involuntario.
Devlin Adams- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/05/2014
Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Algo está sucediendo y Burke lo sabe, son demasiados años en este mundo como para que una niña quisiera traspasar los límites de su experiencia. Enarca la ceja mirando como se arrastra como intenta convertirse en una contra aquél árbol que parece está pagando las cuentas que ella no sabe manejar. Termina por ladear la cabeza, al igual que su sonrisa, mientras sus ojos se entrecierran sin perder de vista cada uno de los movimientos de la mujer que parece que ha visto a la muerte misma, pero no es el agua, de hecho parece que se le ha olvidado que casi se muere, a pesar de que sus cabellos escurren ya no encuentra las fuerzas necesarias en ella para que las palabras fluyan como reclamos, igual que afiladas dagas intentando hacer daño al aplomo del vampiro, un paso más hacia ella y sus dedos tocan aquellos mechones húmedos que caen por su frente hasta colocarlos detrás de sus orejas.
-¿Por favor? ¿Acaso estás diciendo por favor? ¿Pero qué ha pasado de aquella incauta que creía que podría llegar a atormentarme...- Sus dedos fríos recorren aquél rostro que parece de porcelana, debido a lo blanquecina que ahora se refleja su piel, es casi como la de él. Sujeta su mentón con cuidado y hace presión en este hasta que logra hacer que sus ojos se encuentren con los de ella. -¿Vas a rogar que me vaya? Si lo haces puedes llegar a convencerme en verdad... Pero ¿Sabes?- Ahora la sonrisa en sus labios se vuelve casi maliciosa, con aquél toque como si fuera el mismo Satán el que está haciendo el pacto con ella. -Tendrás que suplicar más fuerte, porque casi no te oigo.- La mano que sostenía aquél rostro delicado se fue casi de inmediato hacia los cabellos de su nuca y jaló de estos hacia abajo. -Las súplicas siempre se hacen de rodillas o no funcionan.- Seguía ejerciendo aquella presión sobre el cuerpo de la mujer hasta que esta obedeciera y sus piernas comenzaran a doblarse y ponerla de rodillas frente a él para que pidiera por su vida, si es que tanto le interesaba.
-Anda, vamos, dime de nuevo qué quieres que haga, promete de nuevo que no hablarás de nada de lo que vista, ¡Habla!- Aquellas palabras ya no eran en burla, tampoco una suave petición, eran una orden que comenzaba a tomar fuerza en sus cuerdas bucales hasta que pronunciaba cada una de las sílabas, sus ojos penetraban los femeninos con la misma furia que había sentido en el momento que había topado su vista con la de ella, era alguien que lo había desquiciado con sólo verlo, alguien que se había vuelto sencillamente insoportable para él, tal vez aunque rogara, terminaría por matarla, tal vez, pero tal vez no, ya iría decidiendo, por mientras tendría su juguete por el tiempo que durara sin aburrirlo.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/05/2014
Edad : 37
Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Desde los inicios de ese encuentro debió suponer que todo terminaría así de mal ¿Defender a alguien? Jamás lo había hecho, en su vida había arriesgado tal para arriesgarse por alguien que no fuera ella, su familia a lo más; Poco a poco las trenzas de la historias se entrelazaban y sabía, estaba en completo control de sus pensamientos que había errado al seguir con las amenazas; Aunque no estaba lejos de pensar lo que quisiera del vampiro que ahora la acorralaba ¿Vampiro? Sí, un asesino a sangre fría, un adefesio que pisaba sus tierras, estaba clara, y a pesar de correr con la muerte a su lado, que si salía viva de aquel encuentro, sus cercanos se enterarían de la presencia de seres sobrenaturales ¿O era que tan sólo ella no lo sabía? Su cabeza una vez más comenzó a dar vueltas, estaba mareada, su pecho se movía de presuroso, en repentinos espasmos momentáneos al ver como sus pies tomaban camino directo al cuerpo propio.
No podía seguir retrocediendo, torpemente se había acorralado a ese fiel árbol que segundos antes la sostenía de no caer al suelo y ahora la sostenía a libre paciencia del homicida; Su mano se acercó a ella. Se rehusó a sentirlo, pero inútil, sus fuerzas siquiera se podían comparar.
Y entonces sintió la frialdad de su mano recorrer parte de su rostro, la fina piel de la fémina comenzó a erizarse, pero a pesar de igualar la frialdad de su cuerpo, ya que las energías la habían abandonado, sus caricias se hacían como las de un cadáver; El vacío de sus dichos, el desolado tono de su voz la tenía petrificada sin movimientos, cerró sus ojos intentando de forma inútil acompasar su respiración una vez más. No lo logró.
Alzó su rostro con ayuda de sus dedos y se vio contra sus ojos, el reflejo de su rostro se veían en aquellos oscuros baches de maldad; Se veía a sí misma, indefensa, incompleta de actos, blanda, se veía frágil; Odiaba verse así, la inseguridad no era parte de sus actos, pero la muerte la asechaba y mientras el ego se rompía en pedazos al ver tal imagen, su ceño se frunció y un suspiró de últimas fuerzas abandonaba sus labios; La tenía entre sus manos.
Cerró los ojos, el sólo inicio de su sonrisa le indicó que algo se venía. Gimió con fuerzas cuando la corpulenta mano jalo de sus húmedos cabellos, sus manos no tardaron en sujetarse de su antebrazo para que al presión no le infringiera más dolor del que recibía, sintiendo como sus piernas cedían a la fuerzas descomunal que aplicaba; ¿Era un escarmiento? ¿Tanto le dolían un par de palabras que ahora humillarla sería su única opción de sentirse lleno? Lograba verse, sentirse y hasta ser una frágil niña por fuera, pero sus pensamientos estaban intactos junto a la altanería y lo obstinada que era.
Mordió sus labios con fuerzas, no se dañaba sólo para no provocar al masculino frente a ella; Era analfabeta si se trataba de otros seres; Se arrodilló frente a él y bajó la mirada al piso, justo dónde ahora sus manos se aferraban del césped húmedo, embarrando sus manos con el lodo que se formaba bajo la humedad que dejaba su cuerpo luego de haber salido del lago.
—Lo prometo, no lo haré... no diré a nadie lo que hiciste, guardaré silencio —Masculló entre dientes, se sentía humillada pero sin analizar de forma correcta, aún el resentimiento marcaba sus dichos ¿Que podía hacer? Sabía, y si viajaba en las horas, al tipo que intento salvar, por quien se encontraba allí, también era uno de ellos; Estaba confundida y de ninguna manera cumpliría con sus falsas promesas que prometía su voz quebrada; Continuó — No lo haré, por favor, vete, déjame aquí... — Se removió entre sus manos; El jale de su cabello la ponía nerviosa, la fuerzas de sus manos la tenían alerta y el tono de su voz simplemente le provocaba esa huella imborrable de cobardía.
No podía seguir retrocediendo, torpemente se había acorralado a ese fiel árbol que segundos antes la sostenía de no caer al suelo y ahora la sostenía a libre paciencia del homicida; Su mano se acercó a ella. Se rehusó a sentirlo, pero inútil, sus fuerzas siquiera se podían comparar.
Y entonces sintió la frialdad de su mano recorrer parte de su rostro, la fina piel de la fémina comenzó a erizarse, pero a pesar de igualar la frialdad de su cuerpo, ya que las energías la habían abandonado, sus caricias se hacían como las de un cadáver; El vacío de sus dichos, el desolado tono de su voz la tenía petrificada sin movimientos, cerró sus ojos intentando de forma inútil acompasar su respiración una vez más. No lo logró.
Alzó su rostro con ayuda de sus dedos y se vio contra sus ojos, el reflejo de su rostro se veían en aquellos oscuros baches de maldad; Se veía a sí misma, indefensa, incompleta de actos, blanda, se veía frágil; Odiaba verse así, la inseguridad no era parte de sus actos, pero la muerte la asechaba y mientras el ego se rompía en pedazos al ver tal imagen, su ceño se frunció y un suspiró de últimas fuerzas abandonaba sus labios; La tenía entre sus manos.
Cerró los ojos, el sólo inicio de su sonrisa le indicó que algo se venía. Gimió con fuerzas cuando la corpulenta mano jalo de sus húmedos cabellos, sus manos no tardaron en sujetarse de su antebrazo para que al presión no le infringiera más dolor del que recibía, sintiendo como sus piernas cedían a la fuerzas descomunal que aplicaba; ¿Era un escarmiento? ¿Tanto le dolían un par de palabras que ahora humillarla sería su única opción de sentirse lleno? Lograba verse, sentirse y hasta ser una frágil niña por fuera, pero sus pensamientos estaban intactos junto a la altanería y lo obstinada que era.
Mordió sus labios con fuerzas, no se dañaba sólo para no provocar al masculino frente a ella; Era analfabeta si se trataba de otros seres; Se arrodilló frente a él y bajó la mirada al piso, justo dónde ahora sus manos se aferraban del césped húmedo, embarrando sus manos con el lodo que se formaba bajo la humedad que dejaba su cuerpo luego de haber salido del lago.
—Lo prometo, no lo haré... no diré a nadie lo que hiciste, guardaré silencio —Masculló entre dientes, se sentía humillada pero sin analizar de forma correcta, aún el resentimiento marcaba sus dichos ¿Que podía hacer? Sabía, y si viajaba en las horas, al tipo que intento salvar, por quien se encontraba allí, también era uno de ellos; Estaba confundida y de ninguna manera cumpliría con sus falsas promesas que prometía su voz quebrada; Continuó — No lo haré, por favor, vete, déjame aquí... — Se removió entre sus manos; El jale de su cabello la ponía nerviosa, la fuerzas de sus manos la tenían alerta y el tono de su voz simplemente le provocaba esa huella imborrable de cobardía.
Devlin Adams- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/05/2014
Re: Lo imprescindible. [Burke Eichmann]
Escucha cada una de las palabras que la mujer dice, ¿En verdad cree que es tan fácil librarse de él? Parece que no le conoce en lo más mínimo, tal vez aquél vampiro que ya se retorcía en el infierno no era tan malo como la Inquisición le hizo creer, pero ¿Importaba? No, en lo más mínimo, había una cosa que podía decir de la mujer, era muy inteligente o tal vez muy idiota, pero eso ya lo descubriría con un poco más de tiempo, si ya había sido el juguete de un vampiro por mucho tiempo que importaba si ahora él se convertía en el dueño de aquello que infortunadamente había quedado en el olvido. -¿Crees que es así de sencillo, señorita? No, no creo, por el contrario, cada que des un paso, cada que comas, cada que duermas, cada que abras esos preciosos labios...- Su otra mano le toma de las mejillas, uniendo sus labios, mientras se acuclilla delante de ella y casi la deja encerrada entre sus piernas. -Si los abres aquí es en donde yacerán tus restos, espero que lo tengas bien en claro y que recuerdes que la sombra que veas a tus espaldas no siempre será la tuya.- La suelta con el desprecio propio que le tiene y se pone de pie, mientras sacude sus manos, como si en verdad le hubiera ensuciado las mismas, aunque no hubiera sido así.
-Pero dejarte aquí no es de un verdadero caballero, estás en el bosque y no sabes ni siquiera la hora que es, por si fuera poco la tierra se te ha pegado en la ropa, que deja muy poco a la imaginación.- Sus ojos le miran de arriba a abajo mientras se fija en el corsé que le queda mucho más ceñido a su cuerpo, pero sus cabellos parecen una verdadera maraña, así como las faldas que se ven de color marrón, poco importa en verdad, bueno ella no le interesa para nada. -¿Dime me llevarás a tu casa para poder saber que llegaste sana y salva sin que nada ni nadie se aprovechara de ti?- Tal vez era la necesidad de seguirla atormentando, tal vez era la misma necesidad natural de querer y tener que irse, puesto que no sabía cuánto faltaba para que saliera el sol y fuera el señor del cielo, pero no se podía arriesgar.
Burke Eichmann- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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