Suenan campanas de boda || Privado

por **Bruno L. Đømęćq** Miér Mar 08, 2017 5:46 pm

Un gran bullicio empieza en la mañana, cosas que llevan y traen dé lugar a lugar, tanta gente que se ha presentado interrumpiendo en la mansión Đømęćq, con el parloteo lleno de felicidad y dicha por la tan esperada celebración en santa unión del dueño de la propiedad, y otros negocios, con la bella, dulce e inocente flor de los bosques, la encantadora señorita Delia.

Bendiciones eran lo que todos anunciaban con el toque de las campanas a tan temprana hora, incluso el prometido se encontraba ocupado, pero eran solo trabajos para evitar tener que ser abordado por todas las personas que querían felicitarlo y hacerle preguntas sobre la gran afortunada de unir su vida con él. Suspirando en secreto se encontraba en su estudio de donde observaba desde el enorme ventanal como iba cambiando el jardín de su mansión con todo lo que una boda debía tener.

Hasta ese momento no había cruzado palabras con la novia más que solo en cartas que nunca pudo entregar, cartas que escribía en la noche y las guardaba en la mañana.

La hora llegó, pronto tendría que ir a la iglesia para celebrar la santa unión y para ello debía arreglarse como dios manda; los nervios en el joven eran más que evidentes incluso su paje que le ayudaba a vestir tomó cuenta de ello cuando el joven trató de hacer el nudo de la corbata y ajustarla al trabaje como debía ser pero fallaba miserablemente

—¿Y si no soy capaz de hacerla feliz? Que pasará con nosotros, no quiero que ella sea infeliz jamás podría hacerlo, ella me enamoró a primera vista y más que nada temo no poder cumplirle porque no he estado con otra mujer antes. Dios que suplicio el mío—

El mozo calmó al joven con una sonrisa mientras le ayudaba a bajar esa corbata así como el traje completo

—Mi señor solo debe relajarse, todo se dará de forma natural cuando este con la futura señora, no se ponga nervioso y no lo piense tanto o saldrá mal, relájese y respire tiene toda una vida para cumplir a su amada, de ahora en adelante—

Se calmó unos momentos pero cuando más cerca estaban de la iglesia sus nervios más crecían, su respiración comenzó a fallar y sentía que no podía dar un paso, su amigo, su único amigo Harold pasó una funda para que pudiera respirar con calma mientras él se reía de ver su actuación tan patética e infantil. Pronto llegarían y tendría que mostrar a todos su seguridad y serenidad aunque estuviera más muerto del miedo y los nervios.

La iglesia fue arreglada en tonos blancos y pasteles de un celeste y rosa, flores por todo lado y el novio que esperaba en el altar junto a su amigo para la llegada de la novia. El joven no paraba de ver a la puerta cada minuto ansioso por ver al gran amor de su vida ingresar ahí dispuesta a ser su esposa, rogando que no dudara de ello, más que nada por su inexperiencia en esos temas. El destello fugaz de la noche que tendrían era lo que le atemorizaba hasta ponerlo a temblar, tanto que su amigo le dio una palmada y consejos que no deberían ser mencionados en la iglesia y que dejaron a Bruno consternado y poco más calmado.

Solo faltaba la novia.

Suenan campanas de boda || Privado Flores_vetor

por **Dęliã Perrault** Vie Abr 21, 2017 8:58 pm

Vestido:

Suenan campanas de boda || Privado He8R5Uf

El nerviosismo de la joven que se mira frente al espejo es evidente mientras Cony ayuda a acomodar el velo de seda traslucido junto al tocado mientras ella permanece muy quieta mirándose. Si amiga se disculpa saliendo de la habitación por un momento y el corazón de la joven doncella se desboca con locura pero permanece quieta, sus manos se juntan mientras la derecha juega despacio con el anillo que Bruno le ha dado semanas atrás y ello la pone aun mas nerviosa pues no le ha visto desde ese dia y… sus delicado y angelical rostro se colorea de un fuerte rosado… suspiro pues se siente aun avergonzada ante el recuerdo. La había estado visitando diario, llevando pequeños presentes que a ella le encantaban, sonrojaban y la hacían sentir querida y añorada por su prometió; Aquel día él la había sorprendido en las caballerizas llevándole un ramo de flores silvestres que había descubierto poco después que las había recogido en el camino, ella lo había abrazado y Bruno la había sostenido con cariño y amor entre sus fuertes brazos pero sin saber en que momento había comenzado, él la había besado, un suave y sutil beso que había terminado en una posición demasiado indecorosa en un lugar completamente inadecuado y ese recuerdo la hizo sentirse indigna nuevamente, se sentía horrorizada pues no sabia que pensaba Bruno sobre ella, él simplemente se había ido disculpándose -Bruno- susurraron sus delicados y rosáceos labios siendo tocados despacio con los dedos de su pálida mano izquierda. Escucho un ruido y escucho a su tia, suspiro un poco desanimada, la visita de su tía en vez de darle sosiego y tranquilidad le ha provocado un nerviosismo y horror al pensar en que no desea que aquello que ella a vivido les suceda a ellos -Bruno… se que podre hacer feliz a Bruno- se mira nuevamente al espejo.

El vestido es hermoso, de un sutil color champagne, con hermoso detalles en flores pintadas con sumo cuidado y elegancia. Su cabello esta recogido, una delicada y fina corona de flores forjada en oro y pata cubierta de pequeñas esmeraldas, zafiros y rubíes que hacen el centro de las pequeñas flores corona su cabeza y el velo es tan exquisito dando el toque final. Se mira y sonríe pues aunque no se parece a la Delia que acostumbre verse es ella misma, no ha cambiado, Bruno ha respetado su ser, su esencia y no la a sobrecargado y le ha pedido que cambien su forma sencilla y cómoda que acostumbra.

Su tía entra y la mira con una ceja alzada, ella había opinado que era demasiado simple su vestido, que le hacía falta glamur y joyas pero Delia se sentía satisfecha y feliz sobre todo cuando Bruno había comentado que el diseño era de un gusto exquisito sonrojándola. Al salir para tomar el hermoso carruaje que Bruno ha enviado especialmente para ese día la joven y virginal novia contempla y admira como la mansión ha sido cubierta al adornarla con miles de rosas blancas, rosas pálido, rojas y amarillas dando toque de color al igual que su vestido. Su tía le apura a subir.

El carruaje la lleva por las calles de parís hasta la iglesia. La joven baja del carruaje y siendo abrazada por su amiga y perfectamente retocada por su tía comenzó a caminar hacia el altar mientras su corazón comienza a latir con fuerza, las campanas suenan y al entrar a iglesia su respiración es agitada, atreves del velo mira a Bruno al pie del altar y a cada paso siente que la felicidad es tanta que llorara.

Lo ara, se casara con un buen hombre, con un hombre bondadoso y que la ama, su historia de amor esta por comenzar.

por **Bruno L. Đømęćq** Dom Oct 08, 2017 11:26 pm

Los nervios estaban más que presentes, era el día más feliz de su vida, pero el cielo comenzó a oscurecerse y con ello el inicio de nuevas tragedias que el no esperaba.

En el altar aguardaba a que llegará la novia, todos estaban emocionados sobre su llegada incluso los invitados estaban atentos al carruaje que la traería, pero ni bien escucharon las grandes ruedas detenerse, vieron como descendía la más hermosa mujer de todo el mundo. Con aquel rostro sonrojo, con sus manos delicadas que tomaban aquel ramillete. El corazón de Bruno comenzó a latir tan fuerte que temía que se le saliera por la boca en medio de la ceremonia. La música clásica del canto del ave maría se dejó escuchar acompañando los pasos de quien sería su eterna compañera hasta que la muerte los separase, ese era su mayor y ferviente deseo de la vida.

Ahí de pie esperando a que llegará, comenzó a soñar con la vida que tendrían ambos; era cierto, ellos se habían enamorado a primera vista y muchos comentaban que era por un favor que el abuelo de la joven ante de morir le hizo prometer al joven Domecq que cuidaría de sus pequeños nietos, y esa era la causa del matrimonio, pero eran mentiras, él se había enamorado de ella ciegamente y por eso estaba ahí.

La marcha terminó cuando ambos se encontraron en el altar, listos para comenzar con la ceremonia. El sacerdote comenzó a leer los viejos testamentos, Bruno tomaba la mano de su futura esposa, quería quedarse con ella para siempre, no paraba de ver lo hermosa que estaba con su vestido de novia, lo bella que lucía y que siempre fue ante sus ojos, la más bella flor de todo el mundo.

El sacerdote comienza con los votos sagrados de la pareja, él había preparado lo mejor para su amada Delia Domecq

—Delia, desde que te vi en aquel bosque y crucé palabras contigo supe que no podía olvidarme de ti, supe de ese instante que tu eras mi alma gemela, la luz que le faltaba a mi vida, aquel color, aquella sonrisa que tienes y que ahora será mi faro de guía por toda la vida. Sé que vendrás cosas difíciles y que ¡por Dios! Discutiremos por cosas pequeñas, pero en ninguna de esas situaciones dudaré de mi amor por ti, y jamás me arrepentiré de haberme casado contigo—

Los votos matrimoniales de la futura señor Domecq hicieron a todos suspirar y llorar, la iglesia desbordaba de un puro y casto amor jamás antes visto. Pero poco a poco la tormenta se acercaba.

En el momento en que el sacerdote anunciaba si alguien se oponía, un hombre ingresó a la iglesia apuntando un arma directo a la joven pareja, pero en la mirada de la señor Domecq. Solo se escuchó el disparo y el cuerpo de ella cayendo en manos de su esposo. El hombre antes de irse del lugar terminó con la frase

—Un regalo, de quien nunca sabrás, espero que disfrutes ser ahora viudo—

Otro disparo se escuchó y el cuerpo del asesinó cayó. Todos trataron de ayudar, pero fui inútil, aquella mujer había terminado con una sonrisa pidiéndole a Bruno que no llore por ella, que ella fue la mujer más feliz.

La boda se canceló pero un funeral quedó.

Los años pasaban y ahora el hombre que todos conocieron poco queda.

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