Kaien [ID] ~~ El traficante de almas

Cuando las apariencias engañan no es más que una verdad de doble filo, a pesar de todo Kaien tiene un rostro amable y más bien carismático, una forma perfecta para obtener todo lo que desea de forma segura y sin esforzarse demasiado, gracias a las facciones de un buen caballero de la época y unos grandes ojos azules normalmente solo debe sonreír  y encantar. Posee un cabello castaño claro y un cuerpo fornido, a pesar de todo las cicatrices de su cuerpo se concentran más que nada en sus brazos y sus piernas y algunas partes de su espalda, no se queja realmente por ellas, con el tiempo solo se vuelven una fina línea más en su cuerpo, hechas en principio cuando intenta escapar de algún plan de encargo que salió mal o algo similar, ¡Las patas es lo primero que muerden siempre!
Siempre viste de manera adecuada al lugar, puede pasar desapercibido si lo desea gracias a su mimetismo pero más que nada siempre parece un buen sujeto, un amable caballero de época dispuesto a ayudar, y claro, eso siempre es así mientras puedan pagarle; aún así le cuesta a veces sonreír y pareciera estar más apacible que con otra expresión.

Como Cambiaformas:
Husky Siberiano: Es la forma que normalmente usa mientras esta espiando y simplemente por gusto, descubrió a lo largo el tiempo que es una de las transformaciones que más llama la atención cuando lo desea.
Lobo Gris: Es su forma de ataque y de escape, con una fuerte y gran mandíbula le se ha librado de más de un personaje molesto y al mismo tiempo logra zafarse de situaciones complejas gracias a su gran resistencia.
Shiba Inu: Mientras paseaba por Paris pudo entender que tener una imagen “pequeña, tierna y frágil” además de ser una excelente manera de ser cargado por señoritas, también le sirve para esconderse y pasearse por lugares recónditos y sin mucho acceso, a pesar de todo tiene una resistencia bastante buena con esta forma también.


Es una persona que se caracteriza por su responsabilidad y su facilidad para entablar un carisma emocional rápido, trata de obtener siempre el máximo de provecho en todas sus relaciones ya sean laborales o personales, no es muy amigo de la confianza innata y aunque suene extraño a lo largo de los años a aprendido a encontrarle razón al odio a su género.
Raramente traiciona su palabra y siempre cumple aquello que promete, no es susceptible a la opinión de los demás pero, tener una buena reputación en términos de negocios no le viene mal, a pesar de su carácter la mayor del tiempo calmado y relajado hay temas que van más allá de su pasividad regular, cosas como su familia o su pasado no son historias que este feliz de contar; está dispuesto a todo lo que sea necesario cuando algo le interesa, no le importan demasiado los limites pues parecieran no existir gracias a su agudeza y perspicacia que lo logran sacar casi de cualquier apuro.
A pesar de que ha adquirido varios rasgos de los animales en los que se transforma se destaca su lealtad y su sigilo, tiende a estar siempre pendiente a los detalles y tiene un conocimiento relativamente amplio de muchos temas: desde economía hasta mitología, ha leído lo suficiente para considerarse culto y no le molesta dejar de trabajar un rato para seguir aprendiendo una que otra cosa.

Nacido en Atenas en una familia pudiente y con la bastante influencia como para que no se les molestase, y pudiese tener lo que deseara vivía la típica vida falsa familiar que se construía en la pulcra mentira del desdeño griego, ante las crisis de identidad y creencias religiosas y políticas de cada sujeto que vivía ahí; claro, todo repercutiendo en la impecable forma en que se llevaba a cabo la idea de unidad e integridad, así como su padre quien era un buen sujeto… mientras estuviese fuese de casa con su amantes, y su madre un fiel perro que no podía ni por asomo pensar en vivir sin él gracias a las comodidades que tenía, por ello no poseía ni un ápice de animó de hacer su vida de una forma diferente.
    Mientras observaba impávido una estructura que parecía más bien básica para el tiempo, comenzó a tomar el desinterés que poseían en él como un larga y escueta franja de camino donde podía involucrarse con cualquier tipo de personas; poseía una mente ágil y demasiado calculadora, todo parecía un trueque infinito desde el principio, daba algo a cambio y obtenía otra cosa; desde que tenía uso de razón el dinero no era necesidad, más bien era un placer sin sentido de obtenerlo por lograr algo, admitía sin más terminar tirando el dinero o dándoselo a cualquier vagabundo que viese, pero, mientras hacia las artimañas necesarias para lograr el objeto que le pidiesen su goce no tenía pared con la cual chocar.
    El transcurso de sus primeros años de adultez, la vida le trajo cosas que jamás imagino, dentro del país estaba forjándose la revolución y reestructuración en torno a su política y jerarquía; no pasó mucho tiempo y los Aqueos fueron la amenaza silenciosa en torno a su deseo de dominar, ¿De verdad creyeron que todo fue paz y amor? ¿Qué podrías venir a un pueblo y hacerlo tuyo diciendo palabras bonitas? Vaya, de verdad había gente que creía eso, era chistoso a fin de cuentas; su familia estaba relacionada con intervenciones militares y religiosas en Atenas, no paso mucho en que le hicieran una amable visita de cortesía para que no metieran las narices de más donde nadie les pedía la opinión.
   Normalmente cuando pensaba en su madre, la veía correr con todas sus fuerzas como un gato asustado, y cuando pensaba en su padre, en los deseos de que le cayese un piano encima; cuando pensaba en los Aqueos, en cambio, o más bien en un grupo de ellos, escuchaba látigos y grumos de sangre reventarse cerca de sus oídos, casi como si estuviese viendo escenas calcadas una y otra vez. Para librarse de la posible formula de silencio que podía implementarle a su familia por la nueva gobernación le dieron como cebo para pasar los males, tomo el cargo de ser torturado por exactamente 38 días y 37 noches, entre lo psicológico y lo físico no había mucha diferencia, cada vez que miraba el suelo entre las vendas y las sogas se admiraba de su poder de mantenerse vivo ante esas condiciones, no sabía exactamente que esperaban esas hombres del hecho de simplemente torturarlo, ¿Ganaban algo más que el morbo? Quizá era solo eso, pero claramente no era el único, incluso escuchaba niños gritar y llorar por horas, por días y por semanas, hasta que su propia sangre y la oscuridad se los tragaba como si fuesen un objeto quebrado, el resonar constante del aire cortado por los látigos parecía el sonido de un reloj replicado e infinito, reprimiendo la carne y tratando de encontrar un tope al que aferrarse y desgarrar.
   Para cuando hubieron terminado con él su cerebro comenzaba a recapacitar con tanta lentitud que pensó haber olvidado respirar, hablar e incluso gritar, la forma de vivir y poner un pie delante del otro; estaba cubierto de heridas punzantes y lo único que podía mirar con detención eran sus propias manos rígidas y bañadas en cardenales, delgado hasta los huesos, con la piel pegada a los huesos y las costillas parecían rosar con sus pulmones dolorosamente, quizá cuando empezó a reírse como un desquiciado luego de repasar como se hacía, asumió que parte de él se había situado en la demencia absoluta; no pensó en volver a su casa, ni mucho menos mirar el rostro de alguien conocido, aunque su estado no era decente para ir ni siquiera a la vuelta de la esquina, cuando se dio cuenta estaba transformado en un lobo gris y se quedo tirado como cualquier otro animal en medio de las callejuelas de la cuidad. Tal vez fue suerte, quizá, pero un niña de no más de 14 años lo miraba comprometida con su vida como si lo conociera, aunque al parecer cuidar a un animal era mucho más fácil que un humano; mientras se recuperaba la pequeño chica simplemente se limitaba a hacer lo que podía por mis heridas, mi recompensa fue encontrármela, hasta que después de unas semanas podía caminar sin parecer que iba a romper por la mitad como un palillo frágil.
    A penas pensaba en mostrarse en su forma humana a la niña que le había cuidado para agradecerle, está parecía haber desaparecido del mapa, comenzar a buscarla no fue muy difícil con una forma que estaba hecho para eso, cuando la hube encontrado preferiría haber corrido y largado como una basura de clase alta que normalmente era; matar no era uno de sus gustos, pero aferrar los dientes de tal forma como los látigos se había aferrado a él en su momento fue tan gustoso que parecía un paraíso perdido el que acaba de encontrar, había una cosa peor que matar a alguien: violar un cuerpo de una niña que seguramente ni siquiera alcanzo a gritar piedad; por ello no había forma sensata en la vida que pudiera hacer que se arrepintiese de haber matado 3 personas en todo su historial, por eso mismo también acertaba concretamente que el hombre como género no podía ser más que la basura más grande existente, incluyéndose, como el inútil ser que se había convertido.
   El tiempo parecía gritar piedad, pero en ese país todos parecían haber aceptado esa escondida y “pacifica” reformación de los Aqueos, tanto que las entrañas se le revolvían cada vez que lo pensaba, como si quisieran ahogarlo por dentro; por ello irrumpió en su casa como un ladrón, tomo algunas de sus cosas y un poco/bastante de dinero para largarse de ahí. Paris parecía tan simpática que hasta un ratón ciudadano de ahí le caería esplendido como amigo, no paso demasiado tiempo a que su cerebro pareciese retomar el ritmo de trabajo que estaba acostumbrado a llevar, se tragaba con sonrisas falsas cualquier pensamiento que quisiese desbocarlo y tirarlo de los rieles de su propia humanidad; hasta de su pasado agradecía haber sido bueno en idiomas y adaptarse como un camaleón a la cuidad, ganar dinero se le hizo tan fácil que sus contactos parecían brotar por debajo de las piedad:  vampiros, licántropos, cazadores, brujos… cualquier personaje que necesitase algo él podía encontrarlo, desde armas, drogas, obras de arte, joyas o un alma, mientras encontrara la misma cantidad de sujetos a los que trabajar para obtenerlas, claro, todo por un precio justo.
   En las calles de Paris aprendió a aferrarse a las faldas de damas pudientes que fuesen útiles de puente para obtener lo que quería, y no precisamente como humano sino como un perro lo suficientemente simpático y pequeño para pasar desapercibido, casi se reí de lo fácil que resultaba meterse en cualquier mansión a sacar una cosa o dos, traficar, de aquí para allá, el negocio de la vida, volverse lentamente la sombra de la sombra de otros como un juego más parecía ser el destino desganado que le quedaba vivir, y que por ahora, disfrutaba amenamente como un peligroso y entramado pasadizo sin conocer.

Ω Normalmente acepta tratos mientras no involucren ningún daño a personas inocentes, si considera que en realidad no es así, puede encontrar lo que sea.
Ω Le gusta moverse en todas las clases sociales y en con casi todas las formas de vida, tiene bastantes contactos entre ellos y por eso se le hace más fácil conseguir cosas.
Ω A pesar de todo le cuesta bastante creer en las personas, y en las pocas que confía podría darle su alma si la necesitan.
Ω Odia los días calurosos.
Ω Le gusta pasar gran parte de su tiempo transformado o pasando desapercibido mientras no lo necesiten.