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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Jerarld Délvheen Sáb Jun 30, 2012 4:24 pm

Dicen que la sangre une y que prevalece…
Pero… ¿por cuantos años?
¿Cuántos años dura un vínculo entre dos inmortales?
La sangre es para siempre, y los lazos eternos! Dirán algunos, quizás indignados…
Pero…¿…Y si caduca… y si los lazos se rompen?



Nunca imagine que pronto sabría las respuestas a aquellas preguntas que se habían formado en mi cabeza…Y es que era una noche más. Una tranquila noche más en el castillo de los Délvheen. Donde cada miembro, -ocupado con sus quehaceres- se encontraba en alguna parte nuestra enorme residencia haciendo de las suyas…

Aquella noche como tantas otras, me encontraba en mi despacho paseando con total tranquilidad, mientras repasaba la correspondencia recien llegada a mis manos, leyendo los titulares y haciendo esas cosas aburridas que tiene que hacer un cabeza de familia de vez en cuando-…
Aunque la inmensa mayoría era lo mismo de siempre.

Factura, factura factura, factura, amenaza, factura factura, factura,amenaza de muerte, factura, factura, facturas, propiedades, Factura, factura factura factura…¿Invitacion real?
Arquee una ceja ante mi habitual correspondencia, pasando las más de cincuenta cartas que habían llegado en una semana a mi residencia. Y es que era muy normal recibir más facturas que correspondencia escrita debido a las constantes remodelaciones de la cocina y de la habitación de May. Que solía quemarse con frecuencia ante los poderes inesperados de la pequeña. Sumándole los accidentales destrozos de Néph cuando empezaba a perseguir a alguna de sus mascotas por casa, o por cuando le encontraba arañando algún mueble en sus estados felinos…Sumado a las travesuras de los gemelos…que por algún extraño motivo siempre terminaban destrozando alguna reliquia antigua. -Como la tumba que se hallaba cerca de las mazmorras- …. Gastos de ese tipo eran los frecuentes en casa, además de los correspondientes gastos del mantenimiento y respectivos salarios de los quince criados del castillo además de los caprichos de Eyra y míos -que cabe decir, que nunca fueron pocos.- Por ese motivo encontrar aquella invitación entre mis cartas me sorprendió un tanto. Pues no era ni lo habitual, ni lo frecuente.

Ignore las demás cartas y me dispuse a ver el remitente de la invitación. Parpadeando con asombro al ver el sello lacrado con un insignia que me resultaba familiar… Bastante familiar, pues se trataba de la mía. La de mi familia.
Abrí rápidamente y saque el papel envejecido, donde una pulcra y exquisita letra me hacía llegar noticias de alguien a quien a decir verdad…Consideraba muerto, sepultado y reencarnado quizás...

Invitación:

Las mujeres y sus cerdos!? …..¿¿Jäeger?? ….¿¿Délvheen?????? Que yo supiese mi familia era la única que se apellidaba Délvheen. No existían mas… De donde salía esta persona?
Deje la carta a un lado intentando pensar que era lo que no encajaba. Hasta que recordé el apellido.
Scourge! Jäeger James Scourge de Vries!…Oh y tanto que le conocía! Una sonrisa apareció en mi rostro al recordarle. Había conocido a Jäeger hacia más de siete siglos! El había sido mi señor en una lejana -muy muy lejana- época. En la que yo había trabajado para él como biógrafo…Y ahora que lo pensaba..también había sido concejero real.
En aquel momento se me escapo una carcajada. Definitivamente había hecho demasiadas cosas en mi vida.

Sin embargo me quede un tanto extrañado, la posibilidad de que aquel hombre fuese un inmortal me sorprendía aunque no en exceso, debido a sus ansias de ser un personaje trascendente en la historia. Pero…¿porque contactar conmigo? ¿Porque usar mi apellido? Por mi mente pasaron varias ideas tales como una trampa o una posible emboscada…Quizás ni siquiera era él. Podía tratarse de alguien que usaba su nombre al saber la relación que habíamos tenido en algún momento…sin embargo, si no era asi…si realmente era él, ¿que querría de mí?
Torci una sonrisa sabiendo que la curiosidad me podría. Tanto si era en verdad él, como si era una trampa por su parte o por la parte de algunos de mis “enemigos”…

Bueno...¿que le vamos a hacer? Sera mejor aceptar la invitacion del “señorito” , comente aun sonriendo en la soledad de mi despacho. Dispondría el viaje lo antes posible. Tendría a algunos de mis hombres infiltrados en los alrededores y procuraría llevar algunas armas en mi equipaje.
Extendí mis cabellos hacia atrás notando que volvían a desordenarse, extendiéndose hacia arriba, así que después de descubrir que estaba paseando por el techo, baje del mismo y me dispuse a prepararlo todo.

Al atardecer del día siguiente, me despedí de la familia antes de tomar rumbo a mi destino.
Viajando en tren desde Paris hasta Bélgica, atravesándola en su totalidad hasta llegar a los países Bajos. Continuando mi camino desde Rotterdam hasta Den Haag. Y desde allí hacia Leiden. Donde el carruaje del señorito me recogió, llevándome rumbo a un punto perdido en medio de las montañas. Donde un imponente castillo se alzaba en soledad, rodeado de aguas cristalinas que mantenían el castillo distanciado de cualquier curioso que ya hubiese osado internarse en aquel paraje.

...Y mientras bajaba del carruaje y caminaba hacia la entrada, las puertas de estas se abrieron de par en par. Mostrándome a los criados -que con una reverencia- me saludaban indicando que entrase.
Una vez dentro, éstos recibieron mi abrigo y el sombrero de copa, comenzando a moverse por los pasillos con rapidez.
Entonces saque mi reloj de bolsillo, y lo contemple mientras comenzaba a recitar a la espera de que alguien me condujera ante el anfitrión.

“…De este modo, comprendí que uno no debe revolcarse con cualquiera... dado que no somos simples cerdos que se conforman con el barro más barriobajero…”
Cite recordando la última frase que él me había redactado, notando una media sonrisa en mis labios. Pues si no se trataba de una trampa, si en verdad se trataba de él, de un inmortal…Lo recordaría.


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Mensaje por Jäeger J. Délvheen Sáb Jun 30, 2012 5:38 pm

Los nudillos aporreando el cristal que separaba la sala del trono de la gran terraza en la que me hallaba apoyado sobre su baranda de hierro negro forjado, me advirtieron de la presencia de uno de mis sirvientes, en ese caso, Halvor. Alcé mi mano derecha sin mirarle, demasiado concentrado en la gama cromática que el agua adquiría con el pasar de los minutos, envolviéndose pronto en la oscuridad de la noche tras el paso del crepúsculo.

- Su invitado le espera en el vestíbulo, mi señor.- indicó tras mi seña, recibiendo por mi parte un simple gesto con la cabeza, suficiente para el mayordomo que se retiró en silencio.

En cuanto solo me quedé de nuevo, mis labios oprimidos por el respeto y temor que deseaba que mis siervos sintieran en mi presencia ante mí, se destensaron, formando ahora una amplia y radiante sonrisa de oreja a oreja, iluminando mis ojos que ahora centelleaban. Tras una carcajada sin sentido y dar un par de palmas mientras me inclinaba hacia adelante por el mismo efecto de la risa, me serené meneando mi cabeza y repeinando mis cabellos con mis dedos, ajustando mi traje gracias al reflejo que la luna ofrecía a los pulcros cristales de la terraza, ahora convertidos en espejos. Cerré la puerta cristalada y tomé una bocanada de aire mientras mis pasos se dirigían ahora hacia el lugar preciso en el que mi invitado me aguardaba, no pudiendo evitar el limar con la tela del traje negro, mis uñas ya perfectamente talladas.

- No, Carethe, el señor no tomará sopa... haga el favor de ofrecerle alguna de las jovencitas que guardamos para las ocasiones especiales.- ordené a la cocinera que me asaltó cuando me dispuse a bajar las escaleras hacia el vestíbulo, deteniéndome un par de segundos más para añadir información sobre el pedido en cuestión.- Oh, traiga a la pelirroja número setecientos cuarenta y ocho A, por favor. ¡Y copas de cristal!

La mujer asintió y sus pasos acelerados se dirigieron hacia la escalera lateral, a la otra punta del pasillo en el que me hallaba. En esa dirección y bajando las más de mil quinientas gradas, llegaría al sótano, un lugar equipado para almacenar y conservar mi alimento primordial. Al principio me conformaba con una pieza cada varios meses, pero tras mi exilio, me acostumbré a los lujos de poseer una por noche, aunque en las ocasiones especiales, solía meter mano de más. Por ello, decidí crear un método de administración basado en la numeración de cada ejemplar, así controlaríamos no sólo la cantidad, sino también su calidad. No era lo misma el nivel A que el nivel E, por supuesto.

Tras perder de vista a la sirvienta, empecé a descender por aquellas amplias escaleras cuyas gradas se habían adornado con una larguísima y rica alfombra roja con bordados laterales en hilo de oro. En cuanto la figura de Jerarld se divisó ante mí, la sonrisa volvió a posarse sobre mis labios y mis brazos se extendieron como si pretendiera abrazarle desde aquella distancia, considerable a decir verdad.

- ¡Oh, mi viejo amigo Jerarld!- exclamé entusiasmado, recortando distancias a la velocidad que mi raza me permitía, contemplándole un momento antes de estrecharle fuertemente contra mi pecho.- ¡El tiempo no ha pasado por tí, ¿eh?! ¡Mírate! ¿Sigues tiñiéndote de ese color?- bromeé, tomando un mechón de sus cabellos pelirrojos.- Vamos, vamos, ¡debemos ponernos al día!- proseguí, palmeando su espalda para guiarle así hacia la sala contigua del vestíbulo, uno de los grandes comedores cuya mesa medía más de doce metros.- ¡Carethe! ¿Y la cena?- grité un tanto molesto por su tardanza, volteándome hacia uno de mis siervos que intentaba subir el equipaje de Jerarld por las mismas escaleras que había bajado yo hacía escasos segundos.- Niels, lleve su equipaje a la habitación ciento veinte y cuatro de la sexta planta del ala sur-oeste, por favor.- indiqué con cierto desdén, centrándome de nuevo en mi viejo amigo, al que le llevé frente a una de tantas sillas de madera de cerezo que rodeaban la mesa interminable.- Toma asiento y... ¡cuéntame! ¿Qué fue de ti?

Cuando Jerarld entreabrió sus labios para responder a tanta efusividad, una de las puertas traseras del comedor se abrieron, dando paso a Carethe, un tanto sucia y magullada en su rostro y cuello, que llevaba tras ella, esposada y maniatada, a la joven desnuda que aquella noche ofrecí de cena a mi biógrafo, no pudiendo evitar relamerme los labios en cuanto la vi, imaginandome el exquisito manjar que ella nos proporcionaría. Tomé asiento junto al noruego y Leif, otro siervo, quién nos dispuso frente a nosotros las claras copas de cristal en las que su sangre sería derramada para nuestro deleite.


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Cultivaré besos en sus labios, 
para cosechar suspiros entre sus piernas.
Mírame fijamente a los ojos y siente cómo se te caen las bragas...:
Así soy yo... Y todas me aman por ello:

¿Qué? ¡Gesticulo para mantener mi rostro joven y divino!:
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Mensaje por Jerarld Délvheen Dom Jul 01, 2012 12:31 pm

Verle bajar por aquella escalera me había sorprendido de forma desmedida.
Jovial, amable, entusiasta…Igual que cuando le deje. Salvo por su aspecto;
Su rostro de marcadas facciones era el de un adulto, su porte era idéntico al mío, permitiéndome mirarle a los ojos en vez de tener que bajar la mirada como hacia entonces. Y su misma apariencia le hacia parecer mayor que yo, cuando en realidad era al revés.

Sonreí ampliamente, Pues de alguna forma me había quedado con la imagen de aquel joven, de aquel chico valeroso que deseaba descansar en las páginas de la historia. Y no del hombre hecho y derecho que veía ante mí.
Camine siguiendo sus pasos, escuchándole mientras recordaba todo aquel tiempo que habíamos pasado juntos. Jäeger había sido la primera persona que se había interesado en mis relatos de forma tan ferviente. Su compañía y su admiración hacia mi trabajo, me había halagado profundamente. Sobre todo porque yo aun era joven y empezaba recién a hacerme un hueco en el mundo de las letras cuando le conocí.

Jäeger! “Pequeño señorito”…Mírate! Estas viejísimo! Indique entre bromas cuando hizo mención a mis cabellos, -con los que solía meterse prácticamente a diario.- Y es que a pesar de que el había sido mi superior y mi jefe, había existido mucha confianza, debido a que como biógrafo sabia exactamente todos sus trapos sucios y a que como consejero era prácticamente su sombra.
Camine junto a él recordando con agrado aquellos momentos en los que había trabajado a su lado, pues no solo había transcrito sus palabras, sino que había aprendido de su forma de vida, así como de su visión del mundo, incluso tomándome la osadía de reprenderle en ocasiones, o de intentar mostrarle diversos puntos de vista. Como si inconcientemente, hubiese sido la voz de su conciencia. Algo que me hizo madurar mucho a mi mismo, descubriendo lo afortunado que era en ocasiones por poder hacer lo que deseaba cuando el tenia diversas obligaciones a las que estaría atado de por vida.

Entonces fui conducido al elegantísimo comedor del castillo, donde una mas que exquisita mesa nos esperaba.
Me senté y mi anfitrión se situó a mi lado, mientras yo continuaba escuchándole con interés, percatándome de que en aquel momento los siervos traían "la cena".
Fruncí un tanto el ceño al observar como traían a aquella joven, y como procedían a “servirla” apartando la vista.
No me sentía cómodo en esas situaciones. No me agradaba que jugasen con los humanos, ni tratarles de forma injusta o inferior. Por eso yo siempre procuraba alimentarme de forma rápida y medida. Siempre aturdiendo a las victimas para que no sintiesen nada ante mí ataque… Sin embargo me encontraba en la residencia de aquel hombre, -de alguna forma en desventaja-. Y él era el anfitrión. Seria mejor descubrir que ocurria antes de proceder. –Si es que había que hacerlo-

Un delicioso aroma inundo el aire y las copas fueron servidas ante nosotros.
Despues de tan largo viaje, la boca se me hizo agua, a pesar de que no queria ver como se ensuciaba el precioso cristal con aquel elixir.
Afortunadamente el anfitrion continuaba hablando, y su pregunta lleno el vacio,haciendo que centrase toda mi atencion en él.

Oh mi lord…Indique con una sonrisa.
Que fue de mi?...Me temo que mi vida no tuvo tanta suerte como la tuya…
Trague saliva, pues aun me hería pensar en aquellos años. Casi cuarenta años en los que estuve dedicándome a una venganza sin igual contra mi creador…
Entonces recordé la forma en que me había machado del palacio, recordando que no había podido hacer nada, me había ido sin más cuando Démian me llevo con él sin poder despedirme siquiera de Jäeger.

Viajé. Por todo el globo a decir verdad…Aunque fue un tanto precipitado Jäe. Lamento haberme ido de esa forma de tu lado, no pude informarte ni siquiera decirte nada…No era yo, no estaba en mis casillas. Me temo que marche contra mi voluntad.
Entonces sostuve la copa observando el color carmesí que ensuciaba el cristal, y aun sin beberla ni olfatearla la volví a depositar en la mesa. Parpadeando.
Tengo que admitir que tu invitación me tiene intrigado. Han pasado siete siglos…¿Como has dado conmigo?


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Mensaje por Jäeger J. Délvheen Dom Jul 01, 2012 1:46 pm

Hice una señal a Carethe para que se llevase a la joven, aunque el cuenco y la cuchara para servirnos las copas quedó cerca, siempre bajo la supervisión de otro siervo que, con un simple gesto de la cabeza, comprendería que era momento de ofrecernos más de aquella sangre que, en mi paladar, se magnificaba la idea de deleite formada en mi mente con su simple aroma. Saboreé el líquido un tanto denso para mi gusto, perfecto así pues, tragando un tanto ruidosamente mientras escuchaba a Jerarld hablar, sonriendo cuando terminó con aquella pregunta que, a decir verdad, esperaba que me la formulara entrada más la noche.

- ¡Halvor!- grité, escuchando el eco de mi voz resonando en aquél lujoso salón, esperando impaciente la llegada de mi mayordomo que no tardó en hacerse presente un tanto cansado; ¿habría corrido para venir a mí? Aquello me hizo sonreír gratamente.- Tráigale al señor Délvheen el manuscrito, pluma y tintero.- ordené sin siquiera mirarle, demasiado admirado por el centello que la sangre adquiría por el temblor de las velas que nos alumbraban tímidamente.

El anciano asintió y desapareció tras la puerta flanqueada por dos guardianes armados hasta los dientes, aunque en realidad, desde que me había mudado a Leyden nunca había tenido problemas acosatorios. Algo que prefería mantener vigente durante largo tiempo. Adoraba la paz de mi hogar, aunque lo cierto era que empezaba a aburrirme. Quizás por eso, entre otros motivos más transcendentales, había buscado a mi hermano, ahora aquí presente ante mí.

- Dicen que la curiosidad mató al gato, mi viejo amigo pelirrojo.- comenté antes de sorber de nuevo de aquella copa, indicando a mi sirviente que vertiera más sangre en mi copa ya vacía.- No has probado nada... no serás vegetariano, ¿no?- le pedí enarcando una ceja y reteniendo una carcajada, invitándole a que bebiera sin temor.- No está envenenada, lo prometo.- reí, justo cuando la puerta se abrió y reapareció Halvor con varios pergaminos, un tintero y una pluma negra con manchas blancas en sus laterales.

Dejó lo encomendado junto a mí y se marchó silenciosamente. Sonreí a mi invitado, dejando la copa sobre la mesa para así apoyar mi codo izquierdo contra el reposador de la silla, girándome levemente hacia Jerarld para contemplarle mejor.

- Te hice venir porque deseo proseguir con las memorias que empezamos hace siete siglos, Jerarld.- respondí al fin con un centello en mis ojos que delataba la ilusión que aquél momento me producía.- Quiero que tu disculpa se remende con palabras escritas con tinta en éste manuscrito.- añadí, facilitándole los pergaminos y la tinta.- Capítulo uno del séptimo volúmen de las Memorias de su Alteza Real, Jäeger James Scoeg... no, disculpa, Délvheen de Vries.- empecé a recitar, sin esperar siquiera que él aceptara dicha labor por mí, alzándome del asiento con la copa en mano para pasearme por aquella estancia, parándome un momento junto a una de las ventanas que mostraba la negra noche más allá del horizonte que delimitaba mis tierras, preguntándome si quizás sentiría curiosidad por haber tomado su apellido.- Mis estimados lectores, coma, cabe decir que toda palabra que en éste valuoso manuscrito puedan leer, coma, nace de la tinta que emana de mi biógrafo y Consejero Real, coma, un hombre del que a decir verdad, coma, nunca antes había mencionado pero que hoy, coma, quisiera dedicarle un capítulo de mi vida, coma, dado que ciertamente, coma, su aparición propició el punto de inflexión de la misma, punto y seguido.Así, coma, no me detendré contando las viejas historias de cómo di con él, coma, más cabe mencionar, coma, era uno de los letrados más importantes del momento y, coma, coincidiendo en que se hallaba en mi aldea justo cuando mi nombre empezaba a hacerse un hueco en la historia, coma, decidí que él, llamémosle... El Zanahorio, coma, formara parte también de ésta historia, punto y pausa para beber de ésta exquisitez humana... uhmmm... Como decía... Oh, sí, hablábamos de ti, querido amigo.- reí girándome un momento hacia él para asegurarme que siguiera con la pluma entre sus dedos y volcando cada una de mis palabras sobre el papel.- Su llegada propició mi encuentro con quién, coma, literalmente, coma, me hizo inmortal.- torcí una sonrisa y me acerqué a Jerarld, inclinándome sobre él por su espalda para así susurrar las siguientes palabras con un deje casi escalofriante.- Démian.- me erguí y volví a darle la espalda, alejandome de él no sin indicar un dato más.- Punto y a parte.
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Mensaje por Jerarld Délvheen Dom Jul 01, 2012 4:17 pm

Arquee una ceja cuando me acercaron aquellos pergaminos en blanco.
Lamentaba profundamente haber abandonado a Jäeger, y me conmovía la ilusión que parecía manifestar porque yo continuase su biografía…Pero ¿que le hacía estar tan seguro de que yo seguiría escribiendo para él?
Me acomode en el asiento, y apoye el codo en el reposa-brazos izquierdo, mientras palpaba repetitivamente mis labios con mis dedos, mirando la espalda de mi anfitrión que ahora mirando por la ventana comenzaba a dictar.

Extendí mi mano libre hacia la copa que descansaba en la mesa y la olfatee un segundo antes de dar el primer y silencioso sorbo. Lo cierto es que si que esperaba algún truco con la bebida, pero estábamos bebiendo de la misma muchacha…Era poco posible, además de un tanto absurdo ya que había existido un trato cordial durante la velada.
La sangre fresca y dulce, tenía un sabor simplemente sublime…
Negué con la cabeza, mi anfitrión tenía buen gusto. Pero entonces dejando la copa a un lado, comencé a escuchar más detenidamente sus palabras. Sorprendiéndome cuando aludió al capítulo y a mi aparición en su vida. ¿Un detalle de cortesía por su parte? Empezaba a divertirme esta charla. Asi que sujete el grueso fardo de papeles en blanco, para posarlos sobre el muslo de mi pierna ahora cruzada. Comenzando a humedecer con delicadeza la hermosa pluma en el tintero. Notando como una sonrisa aparecía en mis labios al comenzar a escribir todo lo que él dictaba de forma casi automática, sin mirar apenas lo que mis dedos dibujaban con la tinta sobre el papel -Debido a la propia costumbre de haber pasado la eternidad entre pergaminos-. Y en aquel momento fue como si por un momento no hubiese pasado el tiempo. Como si yo hubiese vuelto a ser aquel jovencito recién iniciado en la veintena mientras que mi anfitrión era el soñador y egocéntrico muchacho disgustado porque la historia aun no citaba su nombre…a pesar de que solo se tratase de un adolescente.
Y entonces la pagina comenzó a llenarse con lo que me dictaba. Haciendo una mueca cuando me cito como Zanahorio…Definitivamente Jäeger no iba a cambiar jamás.
Negué con la cabeza y continúe haciendo caso omiso mientras el comenzaba a caminar a mi alrededor.
Y entonces cuando el menciono precisamente ese nombre se escucho un sonoro

“CRAC”

que rompió el silencio.
…La hermosa pluma que sujetaba, se rompió por la fuerza que le proferí con mis dedos. Quedando destrozada en el acto.
Algo en mis entrañas se removió ante la sola mención de ese nombre. ¿Era posible que fuese el mismo Démian que yo pensaba?...
Si…Algo me decía que si. Y entonces me sentí como si estuviese atrapado. Una invitación, una cena, una biografía… y aquel nombre de entre sus labios.

Me levante con suavidad y deje el montón de hojas sobre la mesa. A la vez que extendia mis dedos y sostenía la copa, bebiendo toda la cantidad restante de golpe. Tragando con rapidez para volver a dejarla vacía cerca de los cubiertos.
Camine hacia la ventana en la que Jäeger se había situado momentos antes, e intente que mi respiración volviese a la normalidad, pues me había agitado, mi mandíbula se había tensado y mi ceño ahora fruncido miraba al horizonte sin mirar nada en realidad.

Me temo… que he roto la pluma. Comente pasados unos cuantos segundos, en los que hable como si de un ser sin alma se tratara…Con una voz mecánica y carente de emoción.
Pero no te preocupes, puedes seguir hablando hasta que me traigan una nueva. Créeme…recordaré todo lo que me digas…
Baje la mirada con suavidad hacia mis manos, donde la pluma entre mis dedos descansaba prácticamente hecha polvo. Entre escombros de plumas, de metal y de tinta que ahora ensuciaba mi mano.
Entonces me gire con suavidad y busque al anfitrión, ladeando la cabeza como si mirase algo muy tierno, sonriéndole casi perversamente.

Cuéntame…¿Quién es Démian? ¿Un aliado… Un ”amigo”...un cómplice…un amante quizás …o un mentiroso…un asesino…u otro “biógrafo” tal vez?? Pregunte simulando divertirme con aquello, pero lo cierto era que mi curiosidad se había despertado de forma escandalosa. Aunque lo que también se había despertado de forma escandalosa era el profundo odio que su simple recuerdo me profería. Algo que esperaba que no se me notase en exceso.
Y es que ahora miraba a Jäeger sin saber si me encontraba delante de un aliado, -de aquel a quien apreciaba y quería-...
o de un enemigo…


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Mensaje por Jäeger J. Délvheen Lun Jul 02, 2012 6:22 am

Solté una carcajada inclinando mi espalda hacia atrás, apoyando luego mi brazo izquierdo contra la chimenea de piedra de la hoguera que tras la mesa abrazaba las brasas deboradas por el cálido fuego, subiendo la temperatura de la sala e inundándola de un deje casi hogareño.

- Halvor, suminístrele a mi biógrafo cuantas plumas y pergaminos necesite.- inquirí en cuanto le mandé llamar, sorbiendo luego otro trago de sangre hasta vaciar la copa y depositarla sobre la mesa, pidiendo a mi mayordomo que me ofreciese -y que de paso invitara a Jerarld- uno de nuestros puros escoceses.- No seas impaciente, amigo mío.- reí, alzando la vista hacia él, quién parecía un tanto desquiciado.- ¡Vamos, relájate y disfruta de la velada!

Paseé parsimoniosamente dejando que el humo escapara de entre mis labios, jugando a veces creando formas, como círculos. Al llegar frente a mi hermano, me puse tras él y masajeé su espalda, cuyos músculos en tensión me advirtieron de que algo iba mal. Frunciendo el ceño levemente, decidí abrir una de aquellas ventanas para que la brisa nocturna aclarase los sentidos de mi amigo y de paso, ventilara la sala del humo del tabaco. Me recosté contra el muro inferior del ventanal y entrecerré los ojos cuando un azote del viento despeinó mis cabellos.

- El trece de septiembre del año mil cincuenta y nueve, una enfermedad se llevó a mi madre, enloqueciendo a mi progenitor quién no vaciló a la hora de apretar el gatillo que le voló los sesos.- suspiré apesadumbradamente, meneando la cabeza para borrar aquellos nefastos recuerdos antes de proseguir con un tono un tanto más sombrío.- Durante su velatorio, una figura desconocida logró burlar la seguridad del recinto y llegar ante mí. Aquella conversación que mantuvimos y mis actos durante las siguientes horas, fueron una laguna cuyo secreto no descubrí hasta más adelante. Tacha ésto último, pues no es necesario que lo apuntes, es más bien un dato para mí. Como decía... aquél desconocido se trataba de un hombre, por lo menos en apariencia, aunque percibí algo distinto en él. Quizás por su mirada pétrea, vacía, gélida como el hielo, profunda, inquietante, escalofriante... Su rostro se cubría por una capucha azabache, mismo color de su largo cabello que enmarcaba un rostro de facciones finas y piel porcelanosa. En realidad, Jerarld, en otra circunstancia me hubiera burlado de su deje sombrío pareciendo más bien una dama moribunda, pero... En cuanto su tacto acarició mi mejilla, algo en mí se removió. Algo llamado instinto de supervivencia, que me gritaba que arrancara a correr sin mirar atrás, pero entonces... su mirada se clavó en mí... en mis ojos... y... Oh, Halvor, bendito sea, cada vez me sirve con mayor rapidez. Vamos, siéntese un rato, parece exhausto.- reí, girándome completamente para mirar a mi siervo, quién empezaba a esparcir más de siete plumas por aquella mesa y consigo traía más pergaminos y tinta, ésta última, cuyos frascos los llevaba en la boca por no disponer de más bolsillos dónde poder transportar la mercancía.

El hombre limpió los potes con un trapo y se disculpó por ello, algo que me trajo sin cuidado. Me acerqué a la mesa, tomando una pluma de color roja como la sangre, paseándola por mi mejilla y mi cuello, estremeciéndome levemente por su suavidad. Reí y se la ofrecí a mi biógrafo, guiñándole el ojo antes de volver a darle la espalda y proseguir con mi historia.

- Se inmiscuyó en mi mente, haciendo de mí lo que se le antojó. Aquél ser, llamado Démian, buscaba a alguien que ni siquiera sabía quién era. Buscó en mi mente, encontrando datos, fechas, nombres, rostros... hasta que dio con el joven Consejero que me servía fielmente.- oprimí las mandíbulas, haciendo rechinar mis dientes sin quererlo.- La cuestión no es quién era Démian, Jerarld... Sino cómo le llevé hasta ti.
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Mensaje por Jerarld Délvheen Lun Jul 02, 2012 4:32 pm

Si en aquel momento me hubiesen atravesado con una lanza, y la hubiesen removido en mis entrañas, seguramente no me habría dolido tanto como lo había hecho aquella noticia salida de sus labios.

Tu…le llevaste… hasta mi…Dije con voz pausada como si a pesar de todo no lograse entenderlo.
Significaba eso que aquel quien había sido mi amigo, mi compañero, aquel que se hallaba delante de mi, quien había tenido mi lealtad, mi respeto, e incluso mi cariño…¿me había hecho pasar por todo aquello? ¿Él había conducido a aquel engendro hasta mi?

Le observe con espanto -al principio- para notar como un rabia desmedida subía por mi cuerpo, enturbiando mi sentido común. Mi semblante se torno serio, sombrío, y entonces camine hacia Jäeger con decisión, sin apartar mis ojos de los suyos, arrebatándole el puro que descansaba en sus dedos para tomarlo y oprimirlo en mi mano apagándolo y destrozándolo mientras las chispas de éste se apagaban en mi piel, sin desviar mi mirada de la suya.

TU!....
TU!!!!!???
Indique indignado.
Entonces le señale con un dedo mientras él miraba mi mano acusatoria con aspecto de no entender nada a la vez que yo seguía avanzando y él retrocedía ante mi avance mirándome quizás confuso, alzando una ceja.

Tienes acaso…
¿Tienes acaso la mas remota idea de lo que hiciste?....
¿¿¿Puedes imaginar por un momento lo me has hecho???

Indique alzándole la voz. Sin darme cuenta de que me estaba cegando, descargando mi furia contra él sin saber que es lo que había pasado, y es que la sola mención de Démian me robaba la poca cordura que me quedaba. Entonces sitúe mis manos sobre su rostro, mirando aquellos ojos tan similares a los míos, mientras mi semblante aun feroz le dejaba mostrar mis colmillos y mi rostro tenso se aproximaba al suyo, dejando que mi mente fluyese y que por sus pupilas brillasen pequeños fragmentos de mi vida. Mostrándole en escasos segundos como Démian había aparecido, enturbiando mi mente, manipulándome y convirtiéndome en su títere, torturándome hasta llegar a la misma agonía, conduciéndome a la locura como si me estudiase, como si analizara algo en mi, obligándome a presenciar sus crímenes e incluso a hacerlos para él, haciéndome participar en extraños rituales de sangre, luego mostrándole como me convirtió, o incluso fragmentos de aquella carta que había recibió meses atrás, de cómo él se había llevado a Johannes, de cómo había jugado conmigo, con Eyra, e incluso con mi hijo…Dejando que viese como pasaron casi cuarenta años en los que el mas profundo odio cegó mi vida, destrozándome por dentro y convirtiéndome en un monstruo como él, Volviéndome desalmado como si fuese un simple espectro en el que los únicos hilos de mi vida eran movidos por el mas profundo odio y resentimiento hacia mi creador…conduciéndome a buscarle por todo el mundo, en una desenfrenada y agónica persecución que no acabó hasta que di al fin con él…

Solte su rostro, apreciando que su propia guardia había desenfundado sus armas, mirándome ahora como la amenaza que seguramente parecería para ellos.
Y entonces aun mirando el rostro de Jäeger sin poder dar crédito, le sonreí -con cierta demencia cabe decir.-

Si tu objetivo era conducirle hasta mi…Créeme lo hiciste divinamente…
Seguramente mi aspecto no era muy amigable en aquel momento pues la guardia se acerco hasta mi con sus armas desenfundadas, por lo que desvie la mirada hacia ellos.

Ya puedes regocijarte Jäeger...Debes de estar muy contento…
Indique con una sonrisa triste, pues sabia que aquellas palabras me pesarían mas a mi que a él. Puesto que aun le apreciaba a pesar de que todo indicase que habia tenido una relación directa con Démian.

Solté un suspiro y comencé a caminar hacia los guardias mientras ellos sin apenas lograr hacer un movimiento caían al suelo aparatosamente con sus trajes similares a las armaduras a pocos metros de nosotros. No deseaba hacer daño a aquellos humanos así que simplemente les obligué a dormiste, caminando por en medio de ellos, abriéndome paso mientras caminaba con calma hacia la entrada del comedor.
Me arrepentía profundamente de haber ido hasta allí y pensaba largarme pues no tenia porque tolerar aquello.
Pero antes de que mi avance continuase algo me freno, y entonces paré, escuchando como las palabras volvían a salir de sus labios obligándome a escucharle.


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Mensaje por Jäeger J. Délvheen Lun Jul 02, 2012 4:59 pm

Solté una sonora y retumbante carcajada, dejando que él se marchara tras adormecer a mis guardianes. No obstante, seguí sus pasos hacia el vestíbulo, apoyando mi costado contra la baranda de las escaleras por las que anteriormente había descendido. Mi sonrisa no se desvaneció ni por un segundo, ni siquiera mientras le hablaba pausadamente y con calma.

- Parece que Jerarld el Zanahorio necesita un buen lavado de oídos, ¿eh?- reí de nuevo, meneando la cabeza y alborotando mis cabellos oscuros.- Vuelve cuando quieras escuchar el final de nuestra historia.

Me erguí, alisé mi traje y caminé hacia él, quién de repente se había detenido aun dándome la espalda. No le toqué aunque me moría de ganas de posar mi mano sobre su hombro, reteniéndole en mi propiedad para que descubriera la verdad, sin embargo, en mi larga existencia había aprendido que lo bueno, se hace esperar.

- Quizás me precipité invitándote ahora. Vuelve cuando estés preparado y dejes tus estúpidos instintos primates bajo llave, enano.- añadí con cierta frialdad emanar de mis labios, avanzándome a él para abrirle la puerta, esperando que saliera de ésta sin más intención de hacerle cambiar de opinión.- Cuando superes tu berrinche infantil, te estaré esperando para revelarte aquello que intentas olvidar.

Me giré con mi sonrisa más cordial, escuchando los pasos apresurados de Halvos que se dirigía a mí con la confusión escrita en sus ojos. Leí su mente, pues mi siervo ya conocía de mis trucos y le había entrenado para que él pudiese comunicarse conmigo sin mediar palabra alguna. Mi sonrisa se ensanchó ante aquél pensamiento y por la carta que llevaba entre manos, supe que era sincero. Palmeé el hombro de Jerarld e hice un gesto a Halvor para que subiera a por el equipaje de mi acompañante, cuyo rostro seguía iracundo y fuera de si.

- Lástima, ahora que tu esposa se decidía a reunirse contigo en mi mansión. Quizás ella sea más apta para escuchar... o puede que le aconseje que limpie tus oídos con bastoncitos de algodón. Vamos, ya sabes que eso es una ricura para los sentidos.- reí, volteándome hacia el cochero que había traído a Jerarld aquella noche a mi hogar.- Prepárelo, se marcha y no queremos hacerle esperar en un lugar en el que se siente incómodo, ¿verdad, amigo mío?

Le guiñé el ojo, sabiendo que aquella noche, mi hermano no se marcharía así sin más. No sin haber escuchado la verdad sobre su pasado que, curiosamente, se mezcló con el mío. Torcí una sonrisa triunfante cuando en sus ojos vi la rendición.


Una cuestión de Sangre A8d
Cultivaré besos en sus labios, 
para cosechar suspiros entre sus piernas.
Mírame fijamente a los ojos y siente cómo se te caen las bragas...:
Así soy yo... Y todas me aman por ello:

¿Qué? ¡Gesticulo para mantener mi rostro joven y divino!:
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Mensaje por Jerarld Délvheen Mar Jul 03, 2012 8:17 am

Lleve una de mis manos a mi rostro, para tapar mis ojos.
Hablar con Jäeger a veces era una completa pesadilla, claro que eso ya lo había olvidado.
Él, siempre con sus juegos, y con sus cartas bajo la manga...Parecía a veces incluso más tramposo que yo.

Le di un fortísimo manotazo a la puerta abierta que Jäe mantenía sujeta, cerrándola de golpe mientras le miraba ceñudo.
Prefiero tener los instintos de un primate a ser un estirado "señorito" Porque claro, cuéntame!...tiene que ser durísimo pasar toda la eternidad limándose las uñas, ¿a que si?
Indique dando media vuelta para caminar por aquella enorme entrada.

Jäeger sonriente, le hizo una seña al pobre siervo que volvió a subir como podía con mi equipaje.
Mientras yo, mirando como él subía por las escaleras, intentaba aclarar mis ideas. Y es que la sola mención de que Eyra viniese de camino me carcomía, ¿por qué le habia invitado? Yo había ido expresamente allí sin invitarla por el mismo motivo. No sabía que tramaba Jäeger, así que prefería mantenerla al margen ante que exponerla a alguien que ya no sabía si conocía o no, ni tampoco si era alguien de fiar.
Aunque ahora que lo pensaba. Si le habían invitado, ¿porque ella no me lo había dicho?
Solté un resoplido y extendí mis cabellos hacia atrás.
Entonces me gire y extendí mis brazos preguntándole -ya un tanto desquiciado- al anfitrión.

¿Pero diantres pasa contigo? ¿Que quieres de mi?
Si quisieras un biógrafo podrías tener a cualquiera! Así que no me vendas esa excusa. No tengo paciencia para perderla contigo de este modo, porque tu seguirás sintiéndote joven, pero yo soy viejo Jäe, tengo responsabilidades y estoy cansado!
Y así de sopetón, fui sincero con él, pues me sentía irritado, frustrado y un tanto cansado de que se me administrara información con un cuentagotas. Era como conversar con una versión retorcida, y aristocrática de un yo tramposo, lo cual podría ser realmente espeluznante.

Entonces volví a girarme para darle la espalda y contemplar como el mayordomo seguía subiendo a cuestas por la escalera como podía. Y entonces observe como se tambaleaba y como perdía el equilibrio, estando a punto de rodar por las escaleras si no es porque utilizando mis reflejos llegue hasta él sosteniéndole. Tome las maletas de sus manos.
Se encuentra bien?...No se preocupe yo subiré esto...por favor, insisto. Bastante tiene con tenerle a él como jefe. "créame entiendo su dolor" indique mentalmente al buen hombre apreciando como una ligera sonrisa se asomaba a sus labios mientras el carraspeaba para disimularlo. Entonces sosteniendo mis maletas subí las escaleras mientras le hablaba a Jäe que nos miraba desde abajo.

Porque no haces algo de provecho y me indicas donde esta mi maldita habitación?..oh no mejor no...no vaya a ser que te pase algo...ya veo el nombre del siguiente capítulo:
capitulo dos: dos puntos. La noche en que me rompí una uña. Punto y aparte. Era una noche tormentosa, coma y mi dichoso siervo pelirrojo me obligo a ayudarle con sus maletas, coma...
indique usando el tono afectado y serio que usaba él para dictarme.

Llegue hasta arriba de las escalas y comencé a adentrarme en uno de los pasillo mientras de fondo aun se escuchaban sus carcajadas a todo pulmón que llenaban el vacio.


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Mensaje por Jäeger J. Délvheen Mar Jul 03, 2012 1:17 pm

Puse los ojos en blanco, resoplando tras reír.

- Fenrir, lleva el equipaje de mi invitado a la habitación a la que te guíe Halvor.- inquirí a un ser que no se hallaba en aquél momento en la sala, pero que apareció junto a mi mayordomo con una sonrisa divertida en su rostro de inmortal.- Jerarld, si quieres conocer las respuestas a tus preguntas, te sugiero que me sigas.

Tras indicarle mi ofrecimiento, di media vuelta y me perdí por una puerta lateral que se escondía tras las escaleras, dando paso a un gran y espacioso pasillo alfombrado y alumbrado por velas y candelabros góticos. Como únicos testigos de nuestro caminar silencioso, eran los cuadros colgados a lado y lado del pasadizo, uno cada pocos metros y cuyo representado, era siempre yo. Al final del pasillo había dos guardianes más, también vampiros esclavizados, que abrieron la gran puerta de bronce macizo con incrustaciones en oro. Ante Jerarld, que me seguía a cierta distancia, se desplegó la maravillosa sala de reuniones, mucho más grande que la anterior, repleta de ventanas, armarios cristalinos por los que se podían apreciar las vasijas y reliquias almacenadas cuidadosamente allí. En el techo pintado con el motivo cristiano del Juicio Final, colgaba una gran lámpara de araña, cuyos vidrios destellaban gracias a la tenue luz de las velas que los iluminaban. Caminé hacia la otra punta de la sala para situarme frente a la hoguera encendida, contemplando lo maravilloso que parecía el fuego, con sus colores, sus chispas, el humo que escalaba por la chimenea y la ensuciaba. En la plataforma que envolvía la chimenea había una copa de vino a mitad de recipiente, probablemente, de la noche anterior cuando había llevado a otro de mis invitados hasta ese mismo punto. Sólo entonces ladeé mi rostro en busca del de Jerarld.

- Siéntate.- le ordené con una sonrisa casual e indicándole una butaca roja situada frente a mí, dándole la espalda para sumergirme de nuevo en la calidez de la hoguera.- Démian me utilizó de títere para dar contigo, aquél cuyo nacimiento coincidía con la alienación perfecta de todos los planetas, aquél cuyos ojos reflejaran un alma humeante, del color de la niebla, de las nubes oscuras. Sus cabellos debían ser de un apagado fuego, rojos como una llama viva, castaños como cuando ésta empieza a consumirse a sí misma. Démian buscaba al portador del símbolo kenaz que curiosamente, dicha marca de nacimiento posees en tu nuca. Sí, vamos, no me mires así, esa forma extraña que me recuerda a las matemáticas cuando se refiere a tal número es menor que tal otro. ¡Ya podría ser más original!- bromeé aunque por su rostro, supe que no le había hecho ni pizca de gracia mi comentario, así que carraspeé y seguí con seriedad.- Es un símbolo rúnico que representa la magia, el poder... y sí, yo fui quién le llevó ante ti aquella noche, pero sabes mejor que nadie lo que es ser manipulado, no me juzgues por ello porque te convertirías en un hipócrita. ¿A caso no mataste por él siendo una de sus marionetas? Entonces, chitón y escucha.

Tomé asiento junto a él, en una butaca idéntica a la suya. Bebí un sorbo del vino, pero sabía mal, estaba caliente y no me apetecía lo más mínimo. Quería sangre, aquella que habíamos dejado sobre la mesa del comedor. ¡Ahh... menospreciada sangre! El caso es que aquello empezaba a ponerse interesante y por el silencio de mi invitado, imaginé que esperaba la continuación de mi relato. Aspiré una bocanada de aire y cerré los ojos, relajado ante el fugo, mientras mis labios se pronunciaron con la misma calma en la que me encontraba.

- Démian estaba como un cencerro.- comenté con una media sonrisa.- Él buscaba a dos sujetos, un hombre y una mujer. Según una profecía que había escuchado en boca de una oráculo vikinga, la culminación física entre ambos seres produciría el elixir del mayor poder jamás visto, así como la quebrantación de la maldición vampírica, aquella que constantemente nos aleja del sol. En otras palabras, Démian te buscaba porque tu sangre junto con la de Eyra, tu esposa, darían como resultado a Johannes, siendo él, quién obtendría los dones de la magia y del poder caminar bajo el sol sin achicharrarse.- expliqué, abriendo los ojos para contemplar su semblante, sorprendido y ceñudo, como si intentara procesar cada una de mis palabras.- Eyra tiene el símbolo del sowulo, la runa del sol. ¡Sí, hombre, no fastidies que no te has fijado! Es el rayo dibujado en su costado derecho.-alcé una ceja, sin saber qué pensar de su rostro inexpresivo.- El motivo por el que Démian os escogió a ambos para engendrar a un retoño, es esta: una profecía. Por ello, una vez hicisteis lo cometido, él os arrebató al pequeño, con la intención de beber cada día de él un sorbo, hasta que se convirtiera en un dios. Su plan, visto lo visto, falló cuando le cortaste su bonita cabecita, algo que debo agradecerte, supongo. A demás, lo cierto es que aquella profecía no tenía nada de cierto, pues por lo que sé, vuestro hijo se tuesta al sol igual que nosotros y de poderes... juraría que no tiene ningún especial. Imagino que eso volvió loco a mi querido Démian...- meneé la cabeza, aun sonriente.- Espero haberte convencido para quedarte conmigo, al menos por ésta noche. Aun no he terminado nuestra historia, querido amigo, y la eternidad es demasiado larga como para ser impaciente. ¿No crees?
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Mensaje por Jerarld Délvheen Mar Jul 03, 2012 2:14 pm

Démian…Parece que incluso en la tumba sigue fastidiando al prójimo…
Solté de repente, para proferir luego un resoplido. Así que me estás diciendo que Démian, el cual todos sabemos que no era un ser normal…Pensaba y nos hizo todo esto por una simple….Profecía?

Extendí mi espalda hacia atrás, y me acomode mientras miraba a Jäeger con parsimonia…cruzando los dedos de mis manos mientras me quedaba unos segundos así, con sus ojos fijos en los míos... Y es que si, a pesar de tan disparatada historia… le creía.
Démian era la aberración más grande que había existido, así que no me costaba creer que creyese y quisiese cosas como las que Jäeger me comentaba.
Y entonces mirándole con calma respire profundamente antes de pronunciarme.

Y tu…Mi queridísimo anfitrión, como sabes todo esto?...O es que me vas a decir que te has puesto a investigar sobre “tu” creador, sobre “mi” creador, sobre mi esposa, e incluso sobre mi hijo solo porque si? Por simple y mera curiosidad? Jeje…Creo que me era más factible lo de que deseabas que fuese tu biógrafo…

Y en aquel momento cuando decía aquello, el mayordomo entro en la estancia acarreando los pergaminos, los potes de tinta y las diversas plumas que nos había traído antes. Depositándolos en la mesita auxiliar a mi lado.
Haciendo que yo parpadease y mirase a Jäeger quien delante de mi me miraba con una sonrisa de oreja a oreja.
Así que sin poderlo evitar, note como me mordía los labios, sintiendo como una sonrisa se expandía en mi sin semblante haciéndome reir. Tape mis labios mientras el mayordomo se alejaba... y es que aquello rozaba la comedia.

Ais…Asi que todos tus invitados terminan trabajando para ti? Oh Jäeger! Menudo anfitrión de pacotilla estas hecho! ¿Qué diría tu madre!? Indique haciéndome el afectado.
Entonces tome los pergaminos en blanco y los acomode juntando las mismas hojas y golpeando sus bordes con suavidad contra la misma mesita para hacer que se ordenasen y quedasen todas en la misma posición para después sujetarlas y depositarlas sobre mis piernas.
Entonces mire nuevamente a mi anfitrión entrecerrando los ojos y me quede un tanto pensativo. Quería saber el porqué de tanta información, el porqué de su invitación, y el porqué parecía conocer tantos detalles de lo que había pasado…Después de todo, ¿a él que mas le daba lo que fuese de mi? Yo siempre fui simplemente un siervo más…

De acuerdo…
Si…
De acuerdo. Vale, muy bien…Tu ganas. Me quedare esta noche si sigues contándome más…”historias”….

Entonces alce el dedo indice para aclararle cosas antes de que me interrumpiese.
Pero si quieres que sea tu biógrafo tendrás que subirme el suelto…Son tiempos difíciles. Indique bromeando mientras tomaba una de las plumas rojizas y comenzaba a juguetear con ella entre mis dedos, sin mirar al anfitrión.


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Mensaje por Jäeger J. Délvheen Mar Jul 03, 2012 4:07 pm

Aplaudí riendo la decisión de mi hermano, alzándome de la butaca para acercarme de nuevo al fuego, sin que la risa desapareciera todavía de mis labios. Ah... ¡cuántole le había extrañado! Peiné mis cabellos, colocando un mechón tras mi oreja. A Halvor, que ya desaparecía de la sala, le pedí otra copa de sangre y que nadie más nos interrumpiera a partir de entonces, a lo que él asintió y hasta que no regresó con la comanda, mi voz no prosiguió con el relato.

- Oh, tu sueldo dependerá de cuantas veces me interrumpas. Y sí, exacto, tomaremos a mi madre como punto y seguido, al menos, su funeral.- torcí una sonrisa difícil de describir, una mezcla de tristeza, ira, menosprecio y cariño. Una mezcla extraña para un vínculo extraño, cabe decir, con aquella mujer a la que llamé mamá.- Como decía, aquél inmortal se presentó en mi vida durante aquella velada, coma, obligándome a llevarle ante mi fiel biógrafo, punto y seguido. No sé qué ocurrió en cuanto cerré la puerta de la alcoba de Jerarld tras de mi, coma, alejándome sin saber ni siquiera cómo había llegado hasta allí, punto y a parte. Al día siguiente, coma, y entre una fuerte migraña, coma, supe de la desaparición de mi mano derecha, coma, negándome a creer que me hubiera abandonado realmente, punto y seguido. Le esperé durante semanas, coma, pero el pueblo exigía un nuevo Consejero Real y tuve que ceder ante en Consejo de Ancianos, punto y a parte. Así, coma, proseguí con mi vida ya contada en mis últimos volúmenes de mis Memorias, coma, por lo que no me extenderé en esta parte, punto y seguido. No obstante, coma, pasados largos años, coma, una tormentosa noche de diciembre, coma, un extraño pidió cobijo en mi propio palacio, punto y seguido. De haber sido un mero muertodehambre habría sido expulsado de mi propiedad sin miramento alguno por mis guardias, coma, pero él... no éra un vagabundo, punto y seguido. Se trataba del mismo vampiro que una vez se llevó consigo a Jerarld, punto y seguido. Logró colarse en mis aposentos durante mi cena -bien acompañado, cabe añadir-, coma, solicitando que le dejaran a solas conmigo, punto y seguido. Obviamente, coma, exigí que se marchara o su cabeza adornaría el vestíbulo con las cuencas de sus ojos vaciadas y una vela sobre su lengua, punto y seguido. Parece que aquella idea no le agradó demasiado, coma, por lo que se puso a la defensiva y fue entonces cuando descubrí que consigo llevaba un pequeño recién nacido envuelto en unas sábanas y trapos, punto y seguido. Me miró a los ojos, dejando que mi mente rellenara las lagunas que había en mis recuerdos, coma, identificando a aquél sujeto al momento y aterrándome ante la idea de que mi final se pareciera al de mi biógrafo, coma, al que ya daba por muerto, punto y seguido. Démian, coma, lejos de eso, coma, me suplicó cobijo, coma, ayuda y protección contra algo que no quiso mencionar, punto y seguido. Yo sólo tenía ojos para el bebé que, coma, despierto entre sus brazos, coma, intentaba alcanzar la tela del pañuelo que adornaba mi cuello, punto y seguido. Tragué saliva y decidí dar aquello que quería por dos motivos, coma, por un lado, coma, el niño, coma, por otro, coma, el temor a morir si me negaba, punto y seguido. Aun así, coma, lo cierto es que siempre fui un necio en mi juventud, coma, y la avaricia me cegó en cuanto vi la oportunidad, punto y seguido. Así es, coma, le pedí al vampiro que me transformara con el único objetivo de vivir eternamente joven, coma, gobernando mi pueblo hasta que el mundo dejara de ser mundo, punto y seguido. Era el único deseo que no había podido cumplir y aquella noche, coma, la pude rozar, punto y seguido. De hecho, coma, Démian aceptó sin rechistar, coma, creo que le traía sin cuidado mi alocado deseo, punto y a parte.- reí amargamente, volviendo la vista hacia Jerarld, que transcribía completamente volcado en sus palabras y garabatos.- Al poco tiempo de que el niño cumpliera los treinta y pocos años de edad, coma, ambos se desvanecieron sin siquiera despedirse, punto y seguido. Supuse que tenían asuntos que cumplir, coma, que quizás aquello de lo que huían había dejado de ser una amenaza para ellos, coma, así que me limité a borrarles de mi memoria, coma, sinceramente, punto y a parte. Y la paz llegó a mi larga existencia hasta que...- mi ceño de frunció y hablé despacio, alargando las sílabas con frialdad.- Mi pueblo se rebeló contra mi... ¡CONTRA SU REY! - grité iracundo, notando cómo una vena de mi cuello se hinchaba y mi rostro se enrojecía, calmándome al momento y disculpándome con un gesto de la mano.- Ponlo entre exclamaciones, para dar más énfasis y eso. -indiqué con desdén.- Fue un brujo de la corte descubrió que yo era el mismo hombre de hacía setenta años, coma, sin haber envejecido ni un ápice, coma, conservando una sala llena de retratos de todas las épocas artísticas por las que había pasado, coma, descubriendo el secreto mejor guardado de cómo las jóvenes que se casaban con el monarca morían misteriosamente en cada supuesto parto, coma, de por qué ni el rey ni su reina salían jamás de palacio, punto y seguido. Aquél malnacido lo supo y conspiró contra mí, coma, juntando las fuerzas de nuestros propios enemigos... del pueblo entero... Tendrías que haberlo visto, amigo mío... toda la aldea plantada frente a las puertas de mi fortaleza, coma, con las antorchas llameando, coma, furiosos, coma, gritando, coma, brujos intentando acceder a mi residencia, coma, acechándome continuamente, coma, cortándome el suministro de alimento, coma, matando a mis guardias humanos y a los vampiros... hasta que tuve que exiliarme de Akkrum, coma, refugiándome en Leyden, coma, aquí, coma, a la espera de recuperar aquello que es mío, dos puntos: mi trono, punto y a parte. ¡Y aquí es dónde entras tú!- exclamé con los brazos abiertos, sonriendo de oreja a oreja antes de tomar la copa y sorber del líquido carmesí, saciando la sed, calmando mis instintos, relajando mis músculos, dejándome caer de nuevo sobre la butaca roja, suspirando aliviado como si estuviera cansado y me sentara por primera vez tras largas horas de exhausto ejercicio físico.
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Mensaje por Jerarld Délvheen Miér Jul 04, 2012 10:04 am

Sitúe el tintero a mi derecha mientras cruzaba una pierna, -ubicando el tobillo sobre mi rodilla.- Situando el grueso fardo de hojas en blanco sobre mi muslo.
Entonces humedecí la punta metálica de la pluma, para dejar huella sobre el papel de todo lo que él me dictaba. Escribiendo prácticamente a la misma velocidad que él hablaba, con tan solos unos escasos segundo de demora.

Y asi, cómodo y concentrado, comencé a escuchar como me relataba la aparición de Démian, notando como el disgusto volvía a mi haciéndome sentir algo triste, pero esta vez no porque Jäeger le hubiese proporcionado cobijo a nuestro enemigo,-pues cualquiera en su lugar habría hecho lo mismo, su vida estaba en juego- Sino por Johannes…Aquel desgraciado se había llevado a nuestro hijo con él, dándole una tormentosa y miserable vida mientras yo, sin saber absolutamente nada, me afane en buscarle para dar fin a mi venganza. Siempre siguiéndole los pasos sin siquiera imaginar lo cerca que había estado de poder encontrar a nuestro pequeño... Incluso mi anfitrion había podido verle cuando solo era un bebe antes que yo…

Solté un suspiro antes de dejar la página recién finalizada a un lado -en la mesita de noche- a la espera de que la tinta se secara. Mientras tanto continúe escribiendo con rapidez y precisión. Hasta que Jäeger menciono que entraba yo…Cosa que me hizo parar de escribir, sorprendiéndome. ¿Otra vez yo en sus relatos?... ¿Que diantres le pasaba a este hombre? sus memorias solían ser un contante, “yo siento, yo pienso, yo creo, yo hago”…A pesar de que se rodeaba de mucha mas gente, sin embargo como eran sus memorias y el era el máximo protagonista, tenia sentido, sin embargo yo… ¿otra vez?
Giré el rostro para mirarle arqueando una ceja.

Que pinta el “pobre biógrafo pelirrojo” ¿aquí? Pregunte ciertamente intrigado. Pero entonces Jäe se sentó y sorbió de su copa con calma. Le mire entrecerrando los ojos y deje un momento los pergaminos y la pluma a un lado. Levantándome y acercándome a él, mientras me paraba y posaba uno de mis brazos en jarras, situando mi mano sobre mi cintura, mientras que con la otra acariciaba mi mentón mirando a mi anfitrión mientras reflexionaba.

Veamos…por lo que me has ido contando, tu pueblo se rebelo, te has ido de Akkrum…y quieres recuperar la corona…
Vamos hombre, acabamos de terminar el siglo de las luces…la gente “razona” Porque no apelas a la corona Neerlandesa?...humm…bueno yo soy barón, quizás pueda interceder por ti…Pero, ¿es eso?¿Solo eso?...
Entonces me acuclillé delante suyo contemplándole.
Oh es que tienes problemas de dinero?...Porque si fuera eso ya puedes darlo por solucionado…Entonces le arrebate la copa de sangre de sus manos y me puse en pie, bebiendo un sorbo de ésta. Ante su mirada infantil que me replicaba sin decir nada un: “Hey eso es mío!”

Sonreí.
No…no es dinero…Aunque ya podrías dejar de ser tan tacaño y haberme servido una copa a mi también, le indique negando con la cabeza…Eres un anfitrión de una estrella y un cuarto como mucho, que vergüenza…Indique mientras le dejaba la copa al lado y volvía hacia la mesita, para tomar el fardo de papeles y humedecer la pluma en la tinta, comenzando a escribir sin que me hubiese dicho nada, leyéndole lo que ponía.

…”Entonces, aquel nefasto anfitrión, se sentó en su asiento y mirando a su sabio consejero, -además de elegante y encantador biógrafo-, y comenzó a relatarle el porqué parecía indicarle con la mirada…
Que le necesitaba.
Ya que habían pasado siete siglos, y ambos habían pensado que el otro había muerto…Y aunque esa idea disgustaba al encantador biógrafo, también le había devuelto la esperanza de haber recuperado la amistad de alguien, a quien apreciaba demasiado…
Claro que eso jamás se lo dijo en voz alta, porque esas cosas nunca han estado bien vistas…Así que el nefasto anfitrión continúo sentado y…

Entonces desvíe la vista para mirarle y sonreír al ver su expresión, volví a escribir.
…y miro al encantador biógrafo, con el ferviente deseo de contarle sus maquiavélicos planes…además de eso, también ardía en deseos de anunciar, que iba a subirle el suelto un 6500% aproximadamente…."

Créeme, mi perfil como autor ha subido como la espuma estos siete siglos. Ya deberías estarme agradecido de escribir una sola palabra para ti Indique como si me hubiese dejado la modestia en casa. Volví a humedar la pluma y espere, aun con una sonrisa, y es que había olvidado lo divertidas que habían sido siempre nuestras reuniones.



Una cuestión de Sangre Firmajer
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Y entonces se la agarré y se la arranqué de cuajo. ¿Y sabes que le dije?:
¿Salud mental? ¿Se come?:
Y no. No tengo nada mas que decir:
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Mensaje por Jäeger J. Délvheen Mar Jul 10, 2012 6:59 am

Alcé una de mis cejas y meneé luego la cabeza, chasqueando la lengua contra mi paladar antes de tomar una bocanada de oxígeno, ayudándome a levantar del asiento para posicionarme frente a Jerarld, en cuyo hombro deposité mi mano derecha mientras que con la izquierda le robaba mi copa de sangre.

- Veo que los siglos no pasan igual para todos, amigo.- bromeé, moviendo mi mano hacia su cabeza para zarandeársela levemente con mi dedo índice.- ¿Aún no lo entiendes?- reí, alejándome de él para acuclillarme frente al fuego de la chimenea.- Y te garantizo que en cuanto conozcas la verdad sobre mí... tu sueldo como biógrafo te importará un pimiento.-volví, incapaz ahora de serenarme ante tanta palabrería suya que había logrado curvar las comisuras de mis labios, como hacía tanto tiempo que no sonreía de aquél modo tan sincero.- Cuando mi pueblo se sublevó y tuve que huír, coma, como dije, me refugié en Leyden, coma, lugar en el que, como puedes ver, construí un castillo idéntico al de Akkrum, coma, pues aquella siempre había sido mi casa y no estaba dispuesto a abandonar la sensación que aquella me transmitía, coma, aunque admito que echo de menos sus aromas,, coma, el lago sobre el que se encontraba mi fortaleza, coma, las jóvenes vírgenes cuyo sabor todavía no he hallado en éste paraje, punto y a parte.

Llevé mi mano hacia mis cabellos con tal de aclararme un poco la mente, pues aunque estaba más que acostumbrado a vivir de noche y dormir de día, lo cierto era que mentalmente me encontraba un tanto exhausto, y eso que todavía no había llegado el plato fuerte de la noche. Carraspeé y miré a Jerarld antes de alzarme y encararme directamente a él, sorbiendo de la copa para que la sangre de ésta despertara mis sentidos.

- Llegué aquí perdido, coma, confuso e iracundo, coma, y los días seguían transcurriendo monótonos, coma, sin buenas noticias que llegaran a mis oídos por parte de aquellos de mis mejores siervos que allí dejé con la misión de reconquistar mis tierras, coma, por lo que me cansé de esperar y decidí mover ficha por mi cuenta, punto y seguido. Pensé en recurrir a mi creador, coma, Démian, coma, ensayando incluso las palabras exactas que le diría para convencerle que me ayudara a recuperar mi trono, coma, pues yo le di cobijo cuando lo necesitó y ahora necesitaba retomar aquello que es mío, punto y a parte.

Caminé entre la chimenea y Jerarld, mientras hablaba ansioso y preocupado ahora por la reacción de éste ante mis palabras, pues en realidad, semejante detalle nunca me había robado el sueño hasta entonces, que ya le tenía frente a mí, escuchándome en silencio mientras su pluma seguía rasgando el pergamino ante cada una de mis palabras.

- Le busqué por medio mundo, coma, coleccionando huellas, coma, aromas, coma, noticias, coma, rumores e incluso sangre, coma, hasta que por el camino, coma, específicamente en Germania, coma, encontré la que había sido la última residencia del vampiro, coma, puesto que más allá de aquél habitáculo, coma, todo rastro de él desapareció, punto y seguido. Tuve que desprenderme de sus actuales habitantes para buscar información en la casa, coma, encontrando para mi sorpresa, coma, unos diarios que él mismo había escrito, coma, escondidos todos ellos bajo una tabla de madera del parqué, punto y coma. No estaban todos, coma, muchos faltaban, coma, pero logré rescatar los de los años 1046, coma, 1059 y el último, coma, datado en 1078, punto y a parte.

Avancé hacia la chimenea, acuclillándome de nuevo ante él, aprovechando que el fuego ya era raso para meter la mano hacia el fondo hasta tocar la piedra, buscando un pequeño dibujo que la yema de mis dedos identificaro, tirando hacia mí de aquella piedra hasta dejarla a un lado, extrayendo del agujero que había dejado dos de aquellos manuscritos, los primeros esmentados. Se los tendí a Jerarld, volví a colocar la piedra en su lugar y me senté de nuevo en el sillón yuxtapuesto al de mi invitado.

- Tu nombre sale en cada página de estos diarios, por lo que fue a partir de éstos que descubrí todo cuanto te había hecho, sus motivos, sus realidades, sus fantasías y delirios, sus maldades, están ahí escritas.- proseguí, dejando que él diera una ojeada a aquellos volúmenes polvorientos y a punto de romperse si alguien respiraba sobre ellos demasiado fuerte.- En el libro que sostienes ahora, busca la fecha seis de agosto y lee en voz alta, por favor. El motivo por el que te hice venir, está entre tus manos y frente a tus ojos.

Recosté mi espalda contra el sillón y cerré los ojos tras terminar el líquido carmesí de la copa, depositándola en una mesa auxiliar. Entrelacé los dedos de mis manos sobre mi regazo y esperé escuchar el fragmento de texto que de memoria conocía. De repente, una ventana se abrió de par en par y una fuerte ventisca azotó la sala en la que nos hallábamos, apagando el fuego y humedeciendo nuestro entorno gracias a la lluvia que nos sorprendió, pues ahora la luna se escondía tras las negras nubes de tormenta que ya habían empezado a descargar en Leyden.
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Mensaje por Jerarld Délvheen Mar Ago 21, 2012 8:44 am

Cuando sus palabras cesaron, contemple hacia un lado, observando como Jäeger sacaba diversos libros de aquel escondite de la chimenea, por lo que dejé a un lado las memorias que escribía para tomar el diario que me acaban de pasar.
Entonces, con extremo cuidado lo sostuve entre mis manos apreciando aquel viejo manuscrito, mirándolo con el gesto totalmente consternado y angustiado, pues en aquel libro se hallaban las palabras de aquel quien había convertido mi vida en un infierno, así como también sus motivos….como si pudiesen existir motivos para hacer lo que él me hizo…

La brisa invadió la estancia agitando mis cabellos cuando la ventana se abrió violentamente, pero ni siquiera me percate de aquello, simplemente me hallaba demasiado absorto en lo que miraba con la mirada baja.
Camine hacia la ventana, donde el reflejo de la luna me dio mas claridad. Por lo que pasando las paginas con cuidado, llegue hasta la fecha que Jäeger me había indicado, tragando saliva, nervioso de lo que pudiese encontrar, pues a pesar de que el dueño de aquellas palabras había dejado de existir hacia mucho tiempo, su esencia parecía emanar del manuscrito…Como si un pequeño fragmento de su alma estuviese ahí en mis manos, esperando que le descubriese…

Tome aire, dispuesto a leer, mientras los ojos de mi anfitrión me miraban fijamente. Así que no le hice esperar…

6 de agosto de 1078.
Germania…
Son las seis de la mañana, y seis minutos.
Hace treinta y cinco años, nueve meses, dos semanas, tres días, ocho horas, tres minutos y cincuenta y seis segundos que no le veo.
Y lo único que se es que le odio. Le odio profundamente y con toda mi alma.
Oh Jerarld…mein marionette.
Se que me sigue, se que me busca, cada día me llegan señales de él. He enviado a mis mejores esbirros a hacerle frente, pero ninguno ha vuelto. Lo que me hace pensar que esta tan cegado por el odio, que ahora es imparable.
Aunque se con certeza que no lo ha logrado solo, se que le han ayudado, y casi puedo ver los rostros de aquellos traidores con mis propios ojos…Es listo. Pero ah…¿a quien quiero engañar? ¡Le adoro!, y me alegro profundamente de que me busque, porque se que en el fondo me necesita, me adora, me idolatra en secreto…el odio es solo una fachada perversa, pues yo quería que el fuese así. Pase años intentando moldearle a mi voluntad, ya que ambos teníamos que ser compañeros, teníamos que ser invencibles, el tenía que ser mi mano derecha, mi aliado, mi espada y yo su portador…y ahora…
¡Ahora se ha convertido en el asesino despiadado que deseaba!
Me siento tan orgulloso de mi dulce títere….Pero…Existe un pero, y es que es peligroso. Se está desviando del camino, mucho más de lo que esperaba y esta demasiado cerca de mis objetivos, empieza a complicarme las cosas. Lo cual me hace saber ahora mejor que nunca que estoy solo, ya no puedo fiarme de nadie, pues incluso mi hijo, mi propia creacion se comienza a sublevar. Johannes no ya me no sirve, es un peligro inminente como su padre. Cada vez que le miro a los ojos, es como ver a mi marioneta…No puedo creer que padre e hijo se parezcan tanto cuando nunca se han visto.

...Traviesos…

…Seis de la mañana y veintiséis minutos…He escuchado un ruido fuera de mi habitación. Esto empieza a cansarme…No puedo despegarme de la hora. Me muevo contrarreloj, se me acaban los aliados, y casi no dispongo de peones.
Pero no me importa.
Siempre tengo una carta bajo mi manga y la que tengo en mente me espera en Akrum.
Es mi reserva, mi comodín, mi nueva marioneta de recambio en caso de que las cosas se tuerzan demasiado.
Tiene sus mismos ojos, esa sonrisa perfecta y ese aire galante…Será un rasgo de familia, o quien sabe, pero lo cierto es que
¡me encantan!
El oráculo dijo que el secreto estaba en su sangre…en la sangre de aquella familia.
¡Y yo les he conocido a todos!
¡Y todos son mios!
¡Mios mios mios!
Pues prácticamente soy el padre de aquella familia inmortal aunque ellos ni lo sospechen, ni lo intuyan, ni lo vayan a saber nunca.
Debería darme pena, pero no me da. Me encanta contemplar cuan cegados están todos. Pobrecillos míos, viven en la ignorancia complemente. Johannes sin saber que posee un padre que a su vez desconoce la existencia de su primogénito. Y Jäeger que posee un sobrino y un hermano, con el cual ha convivido gran parte de su juventud, trabajando con el codo a codo, sin sospecharlo, ¡sin intuirlo siquiera!...Yo lo supe en cuanto les encontré aquella noche -después de sacar información a Jäeger-,es tan obvio, que casi resulta ofensivo que no logren darse cuenta, sus aromas son mas que similares, y saben practicamente igual.
...Una sangre de primera sin duda alguna...
…Y los tres me pertenecen y los tres serán míos…

Oh cuán grande es mi destino de titiritero. Soy el padre de todos ellos, y mi deber es velar por sus vidas, educarles, instruirles, convertirles en seres de provecho.
Pero mi paciencia tiene límites, y Jerarld ha sido un niño malo, Jerarld merece que le castiguen, pero no sere yo quien lo haga. Como ya he dicho antes:
... es hora de ir a Akrum...

En aquel momento volví a parpadear, teniendo los ojos secos, mientras dejaba el libro sobre mis rodillas, pues sin darme cuenta me había sentado arrodillado en el suelo, por lo absorto que estaba en aquellas palabras que leía. Mientras poco a poco subía el rostro hacia Jäeger que aun sentado en aquel sillón, con un codo apoyado en el reposabrazos apoyaba su mentón mirándome serio y rígido, podía apostar a que ni siquiera respiraba, simplemente me miraba expectante, mientras yo dejaba el libro en el suelo. reflexionando y recordando todos aquellos momentos que ambos habíamos compartido juntos. Pues habíamos pasado gran parte de nuestra juventud acompañándonos el uno al otro, encubriéndonos las espaldas mutuamente, como confidentes, como compañeros,siempre bromeando, siempre conspirando, y también discutiendo y gastándonos bromas pesadas…tantos años, tanto tiempo…Sin siquiera imaginar…sin siquiera suponer que él y yo compartíamos un vinculo semejante…

Me puse en pie y camine hacia Jäeger, que sentado en el sofá esperaba algo que no supe como interpretar. Mientras yo me acercaba y le miraba hacia abajo, acercando al principio con cierta reserva mi mano hacia su mejilla. Hasta que al fin toque su rostro, en una caricia amistosa mientras el subía su mirar, algo perplejo. Lo cual sin lugar a dudas me hizo sonreir.

Tienes…
Patas de gallo…y un ligero atisbo de ojeras…
Te ves un poco mayor que yo, pero eso da igual porque ahora se con certeza que eres…eres
mi hermano pequeño…

Rei negando con la cabeza, siempre habia querido tener un hermano y ahora... no me lo creía.
Así que te exijo que te levantes y me des un abrazo…
¡Te lo exijo!…ahora puedo hacerlo.


Comente bromeando, con una sonrisa.
Todo tenía sentido al fin para mi, tanta intriga, tanto misterio, aquella invitación, el “robo” del sello lacrado con el escudo de mi familia que él había usado para la misma carta que me envió…
Todo parecía tener un orden al fin, porque de alguna forma u otra, podia sentir aquel lazo con él, como si siempre hubiese estado ahi aunque no lo pudiésemos ni imaginar... Aunque entonces, en aquel momento esperé cualquier cosa.

¿Llevas mucho tiempo sabiendo todo esto verdad…? Pregunte de pronto sin bromear al contemplarle. Sabiendo que para él no tenía que haber sido fácil destapar toda la verdad, no cuando eso involucraba descubrir que le habían hecho vivir una mentira, bajo un nombre que no le pertenecía, y con una familia que no era la suya…

Entonces espere, despegando mis dedos de su mejilla y contemplándole aun con una sonrisa, me esperaba cualquier cosa ahora. Tanto que riera, como que no dijera nada, como que me insultara por ser tan poco "decoroso" con el tema de sus arrugas, pero esperaba ansioso que hiciera lo que hiciera, no se levantara indignado y se fuera de allí sin mas...


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Mensaje por Jäeger J. Délvheen Dom Sep 02, 2012 10:45 am

Parpadeé un momento, alzando la ceja luego para entrecerrar los ojos cuando sus palabras se dirigieron hacia unas patas de gallo que, obviamente, ¡no tenía! Así que me alcé de la butaca, extendiendo mis brazos hacia él, ampliando la más radiante de las sonrisas para, cuando mis manos se cernían ya hacia su espalda, propinarle una colleja que le empujó hacia mi pecho, abrazándole luego con más afecto, pues la venganza por sus embusteras palabras ya había sido cobrada.

- Oh, pequeño, el único que exije soy yo... sigues siendo mi biógrafo, ¿recuerdas? ¡Eres mi subordinado!- reí escandalosamente, arqueando mi espalda hacia atrás para enfatizar aquello que decía, soltando al fin al Zanahorio para palmear unas cuantas veces su hombro.- Lo supe hace unos años, y si te soy sincero, no pensaba mostrarme ante ti como sangre de tu sangre.

Su mirada un tanto ceñuda e interrogante me incitó a explicarme, algo que en realidad, ese aspecto de mi vida, prefería que siguiera siendo una vergüenza que sólo yo supiera y transportara sobre mis hombros. Pero había hecho venir a Jerarld hasta Leyden y me había presentado como su hermano, por lo que ahora merecía saber el motivo por el que había callado todos éstos años. Suspiré un momento antes de darle la espalda, agachando la mirada.

- Supe que habías construido tu vida y tenías una familia, todo cuando tú deseabas poseer. Creí que mi intrusión podría desequilibrarte y no creí necesario contártelo.- meneé la cabeza, un tanto absorto.- Pero tuve que hacerlo ahora por necesidad, hermano.- murmuré, ladeando mi rostro hacia él para comprobar su expresión.- Necesito recuperar mi trono y no puedo hacerlo sin tu ayuda.

Sabía que mi respuesta le haría retroceder y probablemente, se marchara de allí sin querer escuchar nada más, pues encima de esconderle la verdad, osé admitirle que uno de los motivos por los que destapé la verdad ahora, era sólo por mi propio beneficio e interés. Sabía que me convertía eso en un mezquino ruín, pero al menos, era sincero. Y de hecho, preferí decirle ese motivo que el verdadero. ¿Cómo poder hacer frente a lo que significaba ser hermanos? Que toda existencia se basó en una mentira: ni más, ni menos. Y aquello desquebrajaba mi orgullo en lo más hondo de mi ser.

- ¿Una copa más?- le ofrecí, torciendo las comisuras de mis labios para forzar una sonrisa que pronto se descubrió como una mueca nerviosa que no pude ocultar ante él, siempre tan odiosamente perspicaz.


Una cuestión de Sangre A8d
Cultivaré besos en sus labios, 
para cosechar suspiros entre sus piernas.
Mírame fijamente a los ojos y siente cómo se te caen las bragas...:
Así soy yo... Y todas me aman por ello:

¿Qué? ¡Gesticulo para mantener mi rostro joven y divino!:
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Mensaje por Jerarld Délvheen Dom Sep 02, 2012 1:48 pm

Le escuche con atención, con toda la atención del mundo. Contemplando sus gestos, su voz alegre y a veces sombría que denotaba en ocasiones cierta nostalgia siempre oculta tras una mascara de cordialidad para que pasara desapercibida.
Y es que conocía a mi anfitrión.Pues desde que fuese tan solo un joven, que yo le había acompañado, -incluso antes de que su nombre se hiciera famoso.- Por lo que sabia cuando tramaba, cuando conspiraba, o cuando simplemente bromeaba, a pesar de que hubiese pasado tanto tiempo…
-Aunque por lo que veía, él no había cambiado tanto con el paso de los siglos como yo pensaba. Algo que sin duda, me alegraba.-

Le contemplé con una sonrisa cuando me ofreció una copa, tardando un instante de más en responder, simplemente para mantener el silencio entre ambos, observando su mueca similar a una sonrisa.
Sonreí sin poderlo evitar, llevándome una mano a mis labios, bajando la mirada mientras caminaba hacia él hasta situarme delante suyo, momento en que subí la mirada, contemplando aquellos ojos grises que me recordaban ahora al reflejo de un espejo por su brillo y tonalidad.

Debiste decírmelo antes. Siempre fuimos amigos, yo jamás habría renegado de ti. Mucho menos al saber esto.
...
Creo…que ahora puedo decirte de forma mas que sincera, que pase lo que pase siempre me tendrás para ti. Tenga hijos pequeños, mayores, esposas o ex esposas.
Comente bromeando mientras palmeaba suavemente su rostro en un gesto afectuoso. No estas solo Jäeger, no a partir de ahora.

Lo cierto es que me hacia sentir tan bien el hecho de saber que tenia un hermano, que por un momento no pude creer que fuese precisamente yo quien tuviese la oportunidad de vivir todo esto como algo cierto. Me parecia demasiado bueno...
Se hizo el silencio entre ambos mientras nos mirábamos, momento en vi como se le escapaba una sonrisa sin que dijese nada.
...
Al parecer lo del orgullo, es de familia…

Ambos reímos con ello. Y entonces yo me acerque hacia el sofá donde mi anfitrion se habia sentado momentos antes, acomodandome en el.

Acepto la copa. Recuperar una corona no es sencillo así que será mejor que nos pongamos cómodos. Creo que es hora de contarte algunos trapos sucios…Indique entre risas.
¿Por cierto…Que sabes de la mafia?
El resto de la noche fue divertida. Conspiramos, organizamos, nos reímos y nos picamos el uno al otro hasta que casi nos lanzamos las copas que bebíamos por la cabeza. Y es que esa era la relación que ambos teníamos. Yo había sido su siervo, su conciencia, la voz de la razón. Pero el había sido no solo mi amigo y compañero, sino también el cómplice perfecto. Algo que sin duda, me alegraba y enorgullecía de poder volver a tener conmigo. Y es que ahora después de tantos años los lazos seguían ahí, mas fuertes que nunca.

Aquella noche en Leiden, en el castillo de mi hermano, comprendí que no solo es un apellido lo que une realmente a dos semejantes, sino que es tambien el ímpetu, la amistad, la confianza y la seguridad de tener el cariño de aquellos a quienes quieres, lo que crea lazos irrompibles.
El tiempo, las distancias o la misma sangre, no son relevantes cuando tu consideras a alguien como miembro de tu familia.
Eso es algo que ambos descubrimos aquella noche, y lo cierto es que una vez lo sabes...
ya no hace falta nada más.


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