AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Velos que cubren los ojos, miradas que esquivan la verdad [Jared y Alizeé]
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Velos que cubren los ojos, miradas que esquivan la verdad [Jared y Alizeé]
La delicada seda de camisola al contacto con mi piel me hace sentir el frio que se cuela en la habitación, en contraste con la tibia piel de mi acompañante que me rodea por la cintura. Agudizo el oído sin abrir los ojos, el golpeteo de la lluvia contra el ventanal y el resoplar del viento señas del invierno en que nos encontramos - Llueve - susurro para mi, segura que quien se encuentra a mi lado duerme, me incorporo para contemplar sus facciones relajadas. Un hombre muy guapo y que esconde demasiados misterios tras su mirada, pero quien encandilo mi corazón desde que se planto en mi vida sin intenciones de moverse, de esto casi tres semanas.
Aparto un mechón rebelde de su rostro, sigo la rectitud de su nariz, para luego grabar eso labios en la memoria de mi tacto, aquellos labios que con solo roce me hacen perder la poca cordura - Te amo Jared - susurro antes de depositar un beso contra su labios y que un escalofrió recorra mi espalda al caer un rayo y que el viento abra de golpe uno de los ventanales.
- ¡Por Morgana! - exclame en hilo de voz al notar que además de apago el fuego, me giro para intentar salir de la cama y ordenar ese desastre, pero Jared me tiene prisionera entre sus brazos y el solo esfuerzo de zafarme de sus brazos significaría una recriminación por pedirle a él que lo hiciese. Pero verlo dormir así es enternecedor y me da pena despertarlo, bueno siempre hay un plan alternativo, aunque este será algo fuera de lo convencional. Tomo asiento sin soltarme de los brazos de él, estiro mi mano derecha y hago un ademan como si cerrase a distancia las ventanas, y en efecto fue aquello lo que ocurrió, y de paso las cortinas fueron corridas en un segundo movimiento.
- Mejor así - sonrió satisfecha, para luego enfocarme en el fuego casi extinto, palabras antiguas son susurradas por mí al tiempo que la llamas aumentan y con ellas el arrullador crepitar del fuego. Me acomodo contra mi prometido, una compañía perfecta para noches como esta - dulces sueño querido - susurro antes de perderme en los brazos de Morfeo, un sueño reconfortante luego de habernos entregado al empezar a noche a los juegos de seducción que a ambos nos divierten tanto.
Un giro en la cama y otro más, mis sueños son inquietos en la medida que regreso del mundo consciente. Vueltas en las sabanas, y un par de gemidos, mis sueños son día a día mas atormentados, como si en sueños despertasen en mi mente recuerdos de una vida que no me pertenece Siento una fuerte opresión en mis tobillos y en mis muñecas, como si me encontrase atada. Siento un peso menos, como si algo se hubiese cortado de mi cuello y veo cae un gargantilla, ahogo un grito aterrada y acto seguido una de mis manos busca la cadena que Urian me regalase, al asegurarme sigue allí tomo mis muñecas, adoloridas y enrojecidas, sin ninguna explicación. Me incorporo en la cama y doblando mis piernas para revisar mis tobillos, Llagas rojizas me queman, en ese momento olvido la presencia de Jared, y me concentro solo en recordar aquello que atormentaba mis sueños, pero no logro sentir más un dolor inhumano. Me concentro en borrar las marcas, aunque sea las más notorias mis tobillos, se que puedo generar un alivio a aquellas heridas, pues mis poderes se incrementan desde que me descubriese embarazada, pero las pesadillas también.
Absorta me encuentro en aquel descubrimiento, que no me percato de mi rostro empapado en sudor y las lagrimas que bajan por mi rostro, un despertar para nada alentador. El temor de ser perseguida y atrapada por la inquisición se anida en mi, mientras que mis premoniciones intentan mostrarme algo que desconozco su real significado.
Alizée Signoret- Mensajes : 113
Fecha de inscripción : 23/04/2011
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Re: Velos que cubren los ojos, miradas que esquivan la verdad [Jared y Alizeé]
La vida es maravillosa, más en brazos de la persona indicada.
Anónimo
Anónimo
Duerme tras una noche acelerada e intensa en experiencias, empezó con una reunión con Éire en su galería para darle los avances que tuvo de las búsquedas de la Hechicera, aunque estuvo revisando a varias cortesanas, no tuvo éxito lo que provocó de inmediato que la joven se pusiera roja y casi perdiera los estribos para la sonrisa de Jared que la miraba con deleite y hasta le daba detalles sórdidos de sus relaciones para ver hasta dónde podía llegar el enojo de la Hiperboréana y el consabido sonreír socarrón del cambiaformas. No estuvo a gusto hasta que la irlandesa estalló y se le fue encima mano extendida para darle una palmada que a ella le dolió más que a él que sólo rió a carcajadas. El ego fue machacado para su diversión y la ira de la joven hizo que le aventara lo primero que tuvo a la mano provocando que el cambiaformas acelerara el paso y decidiera irse de ahí dejándola que no la calentaba ni el sol. Jared sabía que ella se propuso como meta encontrar a la Hechicera antes de que el Sanat Kumara llegue a la ciudad, un reto cuasi imposible para desgracia de la joven, por lo que dirigió sus pasos de nuevo al Burdel.
Dentro se frustró todo, se dio cuenta de que no le atraían igual las mujeres, ni siquiera las más apetitosas, simplemente su líbido se había ido ¿A dónde? Su mente siempre regresaba a donde unos ojos violáceos y una piel blanquísima que responde al mínimo tacto del Regis. Ni siquiera tuvo una erección decente, maldita mujer. Tuvo que conformarse con verlas al completo en algún baile, rozando un tanto, pero sin hacer más. Gruñó al ver a sus hermanos encamarlas sin la menor de las preocupaciones mientras él bebía una cerveza y todavía, para colmo de sus males, pensaba en ella. En su risa, su vientre que crecía como la propia satisfacción del Regis pensando que el niño sería suyo, parte de su familia... porque claro que sería un macho, un varón como él y le enseñaría tantas cosas. Otro trago y decidió irse de ahí para llegar a casa.
Lo que no previó fue que se le atravesara un cazador, intentando justamente sorprenderlo, fue otro el que terminó azorado con la garganta abierta por las garras del Regis que le miraban con aburrimiento al tiempo que el hombre caía al piso entre movimientos sin sentido y gorgoteos de alguien que intentaba respirar sin éxito. Quizá una de las muertes más horribles que tuvo que presenciar, no quisiera ser muerto así, pero algún día la parca llegará a con todos, no importa si son sobrenaturales o simples humanos. Todos tendrán su lugar en el cementerio o quizá en el inmenso mundo. Luego de verlo morir, se dio el lujo de comerse sus intestinos y parte de los órganos más vitales y nutritivos. El hígado, el corazón... Se relamió los bigotes muy contento y caminó con mayor soltura hasta empezar a correr a toda velocidad hacia su hogar, donde entró sin anunciarse y se deslizó hasta la recámara de su amada, se asomó en silencio y se regodeó en la figura femenina al desnudo.
Decir que el sexo fue fantástico es una real falacia porque fue mucho mejor. Sus cuerpos se unían perfectamente, encajan de una forma tan deliciosa que a Jared le cuesta mucho dejarla en paz, olvidarse de besarla, acariciarla, mimarla a pesar de su vientre ya marcado. Se conforma al paso del tiempo con no ser tan bruto y hacerlo lento, dejándola disfrutar y desesperar porque no le da lo que quiere en el instante que lo pide. Jared no está acostumbrado a ello, así que hace su real voluntad así en la cama como fuera de ella. Al final, es entre sus brazos donde se queda más cómodo y descansa como nunca ha hecho en su vida. ¿Qué tiene ella? No lo sabe, pero lo que sí es que la ama demasiado. Lento, los sonidos entran a su subconsciente y lo obligan a abrir los ojos. Bosteza y le acomoda contra su cuerpo besando sus rizos húmedos, quizá por el calor que el cambiaformas desprende. En silencio, se levanta para ponerse los pantalones e ir a la cocina para traerle el desayuno. No lo ha hecho jamás por nadie, pero en lo que respecta a Alizée, le nace. Regresa al poco con una bandeja con huevos, jamón, zumo y leche. Una taza de café y otra de té para colocarlo en la mesita, acercarse a la cama y besarla dulce en los labios dándole los buenos días. Es cuando se da cuenta del sudor y las lágrimas de sus ojos, parpadea y lo único que atina a hacer es abrazarla con fuerza y besarle la frente para que, sin palabras, darle su apoyo y que ella tome lo que necesita de él... para que se sienta a salvo...
Dentro se frustró todo, se dio cuenta de que no le atraían igual las mujeres, ni siquiera las más apetitosas, simplemente su líbido se había ido ¿A dónde? Su mente siempre regresaba a donde unos ojos violáceos y una piel blanquísima que responde al mínimo tacto del Regis. Ni siquiera tuvo una erección decente, maldita mujer. Tuvo que conformarse con verlas al completo en algún baile, rozando un tanto, pero sin hacer más. Gruñó al ver a sus hermanos encamarlas sin la menor de las preocupaciones mientras él bebía una cerveza y todavía, para colmo de sus males, pensaba en ella. En su risa, su vientre que crecía como la propia satisfacción del Regis pensando que el niño sería suyo, parte de su familia... porque claro que sería un macho, un varón como él y le enseñaría tantas cosas. Otro trago y decidió irse de ahí para llegar a casa.
Lo que no previó fue que se le atravesara un cazador, intentando justamente sorprenderlo, fue otro el que terminó azorado con la garganta abierta por las garras del Regis que le miraban con aburrimiento al tiempo que el hombre caía al piso entre movimientos sin sentido y gorgoteos de alguien que intentaba respirar sin éxito. Quizá una de las muertes más horribles que tuvo que presenciar, no quisiera ser muerto así, pero algún día la parca llegará a con todos, no importa si son sobrenaturales o simples humanos. Todos tendrán su lugar en el cementerio o quizá en el inmenso mundo. Luego de verlo morir, se dio el lujo de comerse sus intestinos y parte de los órganos más vitales y nutritivos. El hígado, el corazón... Se relamió los bigotes muy contento y caminó con mayor soltura hasta empezar a correr a toda velocidad hacia su hogar, donde entró sin anunciarse y se deslizó hasta la recámara de su amada, se asomó en silencio y se regodeó en la figura femenina al desnudo.
Decir que el sexo fue fantástico es una real falacia porque fue mucho mejor. Sus cuerpos se unían perfectamente, encajan de una forma tan deliciosa que a Jared le cuesta mucho dejarla en paz, olvidarse de besarla, acariciarla, mimarla a pesar de su vientre ya marcado. Se conforma al paso del tiempo con no ser tan bruto y hacerlo lento, dejándola disfrutar y desesperar porque no le da lo que quiere en el instante que lo pide. Jared no está acostumbrado a ello, así que hace su real voluntad así en la cama como fuera de ella. Al final, es entre sus brazos donde se queda más cómodo y descansa como nunca ha hecho en su vida. ¿Qué tiene ella? No lo sabe, pero lo que sí es que la ama demasiado. Lento, los sonidos entran a su subconsciente y lo obligan a abrir los ojos. Bosteza y le acomoda contra su cuerpo besando sus rizos húmedos, quizá por el calor que el cambiaformas desprende. En silencio, se levanta para ponerse los pantalones e ir a la cocina para traerle el desayuno. No lo ha hecho jamás por nadie, pero en lo que respecta a Alizée, le nace. Regresa al poco con una bandeja con huevos, jamón, zumo y leche. Una taza de café y otra de té para colocarlo en la mesita, acercarse a la cama y besarla dulce en los labios dándole los buenos días. Es cuando se da cuenta del sudor y las lágrimas de sus ojos, parpadea y lo único que atina a hacer es abrazarla con fuerza y besarle la frente para que, sin palabras, darle su apoyo y que ella tome lo que necesita de él... para que se sienta a salvo...
Jared Granchester- Cambiante Clase Alta
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Re: Velos que cubren los ojos, miradas que esquivan la verdad [Jared y Alizeé]
Mi piel erizada, mis ojos empañados en lágrimas y ese frio sudor que recorre mi cuerpo es la única señal de la consternación que me invade entremezclados con una serie de palabras milenarias que aprendiese para deshacerme de marcas y heridas, aquellas que soliesen dibujarse en mi cuerpo tras episodios como este. Desde que fuese niña tengo sueños de este tipo, vividos y dolorosos, que dejaban en mi cuerpo hematomas, quemaduras e incluso cicatrices, aquellas pesadillas eran evocaciones de las vidas de mis ancestros, aquello lo entendí tras encontrar el diario familiar, uno donde se entremezclan historias de mis predecesoras y hechizos, un conocimiento por el cual muchos darían la vida, pero del cual muchas veces quise ser desconocedora.
Siento las llagas en mis tobillos y muñecas quemar como si cadenas al fuego vivo fuesen puestas en ellas, y aunque el dolor es cada vez mayor, puedo sentir que el escozor desaparece, el hechizo va surtiendo efecto, las marcas desaparecen, pero no así mi consternación. Los brazos de mi prometido me rodean, carente de palabras, pero no son necesarias, saberlo allí me hace sentir inusualmente segura como pocas me sintiese desde que la inquisición redoblase sus esfuerzos en persecución de cortesanas y brujas, o incluso antes, desde las pesadillas me atormentasen noche tras noche. Lo único que ha conseguido mantenerme calma es el medallón que me regalase el conocido Pharthenopaus, uno con el cual inusualmente me siento segura, fuera de la visión de los cazadores e inquisidores.
- Jared - susurro contra sui do, acunándome entre sus brazos - Te amo - repito las palabras que tantas veces le dijese desde que él se apoderase de mi vida, como si n aquellas dos simples palabras pudiese caber el consuelo que necesito, la paz que tan lejana se ve de mi. Sé que aun hay marcas en mi, y que no siempre podre ocultarle aquel secreto, pero no es el momento ni pretendo que lo sea, decirle la verdad es algo que evitare a como dé lugar. Lo que es curioso, pero aquel secreto ha sido por tanto tiempo solo mio, que no me apetece compartirlo, soy egoísta con él, soy desconfiada con todo el mundo y aunque el cambiaformas lleva un tiempo conviviendo conmigo, no se ha ganado al confianza suficiente para decirle toda la verdad. Un gran golpe fue decirle que soy cortesana, mayor seria el decirle “soy una bruja”.
Mis razones, tan mundanas como la de cualquier humano, mi bisabuela fue quemada en la hoguera cuando su esposo, un hombre amable y comprensivo se entero de su condición, y la acuso de hereje, por fortuna, ella previendo aquel suceso envió a mi abuela en un viaje al norte de Irlanda, pero hizo creer a todos que se encontraba en España. Viajando aun más atrás en el tiempo, a principios del siglo XIV, Anabella, una bruja fue encerrada por su prometido tras enterarse de su condición, obligada a confesar crímenes innecesarios hasta que un día consiguió escapar, con un hijo en el vientre. Un destino que no deseo para mi, que evitare aunque eternamente deba usar sortilegios protectores sobre mí y mi hijo.
- Prométeme… promete, por mi hijo, por nuestro hijo… que - estiro una mano para secar una lagrima que rueda por mi mejilla - Tu vida, y la de tu descendencia de testigos… Sin importar lo que ocurra, jamás dejaras que los cazadores me encuentren - expreso parte de mis temores, pero sin llegar a la razón primera de ellos, mi cuerpo aun tiembla entre sus brazos, un acto reflejo e involuntario mientras que en mi espalda la marca de nacimiento quema como nunca antes.
Alizée Signoret- Mensajes : 113
Fecha de inscripción : 23/04/2011
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Re: Velos que cubren los ojos, miradas que esquivan la verdad [Jared y Alizeé]
¿Proteger sólo es dar tu vida por los que amas?
Anónimo
Anónimo
Tiembla entre sus brazos y sus palabras son incomprensibles para el cambiaformas. ¿Prometerle que los cazadores no la alcanzarán? ¿Por qué? Sus preguntas se apagan, ahora es más importante ella y lo que siente. La acomoda entre sus brazos para que se recueste y lo sienta, la arropa con las cobijas y besa su frente mientras piensa qué más hacer. Es un bruto, no tiene educación para ser tierno, para ser amable y aún así se esfuerza acariciando la espalda femenina para darle una seguridad que sabe, necesita. Aspira su aroma y ordena a su mente que se relaje, sobre todo a cierta parte de su anatomía que siempre responde a su cercanía. Maldita la hora en la que se la encontró y la tomó para sí, porque fue en ese momento donde quedó capado para siempre. No ve a otras damas, no las escucha, no le excitan, ni provocan. Es como si estuviera imprimado como su padre alguna vez le dijera respecto de su esposa.
Ese día, Jared sintió cómo se le metía la cola entre las patas de puro miedo. No se veía siendo de una sola mujer, ¿Fidelidad? No existía en su mente, ni siquiera se atrevía a pronunciarlo. No, él siempre sería de todas aquéllas que se le pusieran en el camino y a quienes deseara a su lado, en su cama. Para procrear y divertirse, eso es lo que necesitaba. No una mujer que le obligara a ver las cosas de forma diferente, que le hiciera olvidar a las demás y que ni se le ocurriera entrar a un burdel. No, esa hembra mejor lejos que a su lado. No la necesitaba, no era alguien bienvenido en su vida. Era... Y ahora la ve en su cama y traga saliva. Sus ojos llorosos y él gruñe para besarle los labios para mirarle a los orbes acuosos y asentir prometiéndole lo que quiera, que le traerá la luna, las estrellas, que evitará que todo Cazador o Inquisidor la toque que le será... y ahí vuelve a tragar saliva.
¿Fiel? ¿De verdad? Pero si él mismo lo ve ahora: no puede tocar a nadie, le aburren, le asquean, no se le para, no se le pone duro, ¿Qué maldito embrujo es éste? Le llevan los mil demonios al infierno y le traen de regreso, pero no cambia. Podrán bailarle, rozarle, tocarle con manos y boca y... y... muerto... no hay forma de revivirlo, pero nada más entra a su casa y mira a su mujer y... ¡Vuelve a la vida! ¡Porquería del mal! Besa su cabeza, ese aroma tan femenino causa revoluciones en su mente, en su cuerpo, en... ¡Sí, maldición ahí! Si le hubieran dicho que le pasaría ésto si tocaba esa puerta... ¿Qué? ¿No habría llamado a los residentes de ese inmueble? Suspira porque puede pensar en tantas alternativas para evitarlo, pero una sola mirada como la que ahora ella le prodiga es suficiente para bajar la cabeza y perderse en esos labios que le incitan tanto. No importa si está imprimado, bienvenida sea esa condición en su vida. Lo único que le interesa es aquélla que descansa frente a él.
- Alizée, Juro solemnemente que no importa lo que suceda, yo siempre estaré para protegerte mi amor. Y el día que no lo esté, rastrearé tu esencia por cielo, mar y tierra y te prometo que volverás a mi vera y aquél que osó separarte de mí, lo destruiré por completo. Jamás permitiré que te hagan daño. Jamás y si alguna vez descubres que soy yo el que lo hago, dímelo para entonces, buscar juntos una solución - sí, imprimado, estúpidamente romántico, lo que nunca sería, eso ahora es. ¡Damn! Su mano baja al vientre y todos sus pensamientos se pierden al sentir el movimiento del pequeño que le acepta, que le quiere a su lado. Un hijo que no entiende por qué, le es tanto o más importante que los de su propia sangre. No, sí sabe por qué es... porque es de ella... de su Alizée.
Ese día, Jared sintió cómo se le metía la cola entre las patas de puro miedo. No se veía siendo de una sola mujer, ¿Fidelidad? No existía en su mente, ni siquiera se atrevía a pronunciarlo. No, él siempre sería de todas aquéllas que se le pusieran en el camino y a quienes deseara a su lado, en su cama. Para procrear y divertirse, eso es lo que necesitaba. No una mujer que le obligara a ver las cosas de forma diferente, que le hiciera olvidar a las demás y que ni se le ocurriera entrar a un burdel. No, esa hembra mejor lejos que a su lado. No la necesitaba, no era alguien bienvenido en su vida. Era... Y ahora la ve en su cama y traga saliva. Sus ojos llorosos y él gruñe para besarle los labios para mirarle a los orbes acuosos y asentir prometiéndole lo que quiera, que le traerá la luna, las estrellas, que evitará que todo Cazador o Inquisidor la toque que le será... y ahí vuelve a tragar saliva.
¿Fiel? ¿De verdad? Pero si él mismo lo ve ahora: no puede tocar a nadie, le aburren, le asquean, no se le para, no se le pone duro, ¿Qué maldito embrujo es éste? Le llevan los mil demonios al infierno y le traen de regreso, pero no cambia. Podrán bailarle, rozarle, tocarle con manos y boca y... y... muerto... no hay forma de revivirlo, pero nada más entra a su casa y mira a su mujer y... ¡Vuelve a la vida! ¡Porquería del mal! Besa su cabeza, ese aroma tan femenino causa revoluciones en su mente, en su cuerpo, en... ¡Sí, maldición ahí! Si le hubieran dicho que le pasaría ésto si tocaba esa puerta... ¿Qué? ¿No habría llamado a los residentes de ese inmueble? Suspira porque puede pensar en tantas alternativas para evitarlo, pero una sola mirada como la que ahora ella le prodiga es suficiente para bajar la cabeza y perderse en esos labios que le incitan tanto. No importa si está imprimado, bienvenida sea esa condición en su vida. Lo único que le interesa es aquélla que descansa frente a él.
- Alizée, Juro solemnemente que no importa lo que suceda, yo siempre estaré para protegerte mi amor. Y el día que no lo esté, rastrearé tu esencia por cielo, mar y tierra y te prometo que volverás a mi vera y aquél que osó separarte de mí, lo destruiré por completo. Jamás permitiré que te hagan daño. Jamás y si alguna vez descubres que soy yo el que lo hago, dímelo para entonces, buscar juntos una solución - sí, imprimado, estúpidamente romántico, lo que nunca sería, eso ahora es. ¡Damn! Su mano baja al vientre y todos sus pensamientos se pierden al sentir el movimiento del pequeño que le acepta, que le quiere a su lado. Un hijo que no entiende por qué, le es tanto o más importante que los de su propia sangre. No, sí sabe por qué es... porque es de ella... de su Alizée.
Jared Granchester- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/12/2011
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Localización : Burdel por trabajo y por placer
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Re: Velos que cubren los ojos, miradas que esquivan la verdad [Jared y Alizeé]
Poco a poco la calma regresa a mí, no sé si fueron las palabras del cambiaformas o las caricias de mi prometido, o quizás ambas, pero mis temores se esfuman lentamente. Por vez primera en mis años de vida, encuentro en alguien el refugio necesario para resguardarme de mis más profundos temores, aquellos que no permito a nadie conocer, pero que incansablemente busco apaciguar. Es cierto que en la vida que elegí es imposible encontrar en quien confiar, solo una persona gano ese lugar, mi buen amigo Urian, a quien vi seguir mis pasos e imponerse a la voluntad de quien pudiese hacerme daño. Como no recordar las veces que critico los modos de Jaden y los míos en aquel poco tiempo que estuvimos juntos. Pero aquella amistad siempre fue aquello, un sentimiento de hermandad, el en su afán de protegerme al punto que sus secretos fue imposible para mi develarlos, yo buscando mucho más de lo que él puede significar para mí.
Me abrazo a él, al único que consiguiese otorgarme en su particular modo, la protección necesaria, develando a cada segundo que estoy a su lado una parte de mí que creyese ya inexistente. Las pocas semanas que estuve junto a Jaden, fueron caos, desequilibrio y un quiebre en el modo que llevase mi vida, con él, fue enfrentarme una y otra vez a todo lo malo de mi profesión, siempre ninguneándome y mirando en menos. Jaden consiguió llevarme a los límites, a hacerme dudar de mis decisiones, pero no fue una lumbrera en mi camino. Por el contrario la aparición de Jared, idénticos en apariencia, pero en modos tan distintos.
Jared apareció en un torbellino, sin detenerse en ningún momento a pensar en lo correcto o lo incorrecto, si quiera me critico por una vida que se considera deshonrosa en una sociedad que vive de las apariencias. Solo pidió una cosa a cambio de ser su prometida, ser solo para él, lealtad y la verdad por delante. Se convirtió en mi todo, en un futuro prometedor, pero no por el dinero, sino por la ilusión de formar una familia. - Te amo - susurro contra su pecho, con voz pastosa y aletargada, refugiándome en él, esperando que entienda cuan importante es para mí en ese momento.
No puedo decir si yo me convertí en el muelle de él, o él en el mío, pues las últimas semanas han sido la muestra de cuantos nos necesitamos mutuamente. Tan cómodo resultaba despertar entre sueños, abrazarle y aspirar el aroma de su piel, el peso de su brazo reteniéndome entre su piel y las sabanas, todo tan natural, que imaginar una vida diferente es imposible, pareciese que llevásemos una eternidad en aquella rutina. Es complicidad que nos permite vernos a los ojos y saber lo que piensa cada cual, compartir nuestras alegrías y preocupaciones. - Lo siento - mi voz apenas audible interrumpe mis reflexiones - Un mal sueño - explico a la espera que no intente ahondar mas allá, pues ni yo soy capaz de desmadejar aquel sueño tan aterrador.
Aun mi cuerpo tiembla y las llagas arden, se que se han atenuado poco a poco, las lagrimas pronto son desplazadas por un risa nerviosa. La caricia de Jared en mi vientre despierta a la criatura que allí se desarrolla, se mueve al reconocer a su sangre, su padre, el hombre que daría todo por él. Aun no me acostumbro a sus movimientos, a esa conexión entre ambos, donde todo mi ser se reduce al corazón de la vida que se gesta en mi, a ese dulce hormigueo y la alegría compartida, pues ambos, mi hijo y yo nos sentimos en casa, bien amados y protegidos, aunque con un secreto que aun no me atrevo a confesar… pero todo tiene un tiempo, quiera Morgana que Jared comprenda mis razones. - Es tu hijo - comento entrelazando mis dedos con los él - te eligió como padre aun antes que yo te traje… -titubeo al darme cuenta del error que estoy por cometer - antes que te aceptase como mi compañero - un largo suspiro brota de mis labios.
Me abrazo a él, al único que consiguiese otorgarme en su particular modo, la protección necesaria, develando a cada segundo que estoy a su lado una parte de mí que creyese ya inexistente. Las pocas semanas que estuve junto a Jaden, fueron caos, desequilibrio y un quiebre en el modo que llevase mi vida, con él, fue enfrentarme una y otra vez a todo lo malo de mi profesión, siempre ninguneándome y mirando en menos. Jaden consiguió llevarme a los límites, a hacerme dudar de mis decisiones, pero no fue una lumbrera en mi camino. Por el contrario la aparición de Jared, idénticos en apariencia, pero en modos tan distintos.
Jared apareció en un torbellino, sin detenerse en ningún momento a pensar en lo correcto o lo incorrecto, si quiera me critico por una vida que se considera deshonrosa en una sociedad que vive de las apariencias. Solo pidió una cosa a cambio de ser su prometida, ser solo para él, lealtad y la verdad por delante. Se convirtió en mi todo, en un futuro prometedor, pero no por el dinero, sino por la ilusión de formar una familia. - Te amo - susurro contra su pecho, con voz pastosa y aletargada, refugiándome en él, esperando que entienda cuan importante es para mí en ese momento.
No puedo decir si yo me convertí en el muelle de él, o él en el mío, pues las últimas semanas han sido la muestra de cuantos nos necesitamos mutuamente. Tan cómodo resultaba despertar entre sueños, abrazarle y aspirar el aroma de su piel, el peso de su brazo reteniéndome entre su piel y las sabanas, todo tan natural, que imaginar una vida diferente es imposible, pareciese que llevásemos una eternidad en aquella rutina. Es complicidad que nos permite vernos a los ojos y saber lo que piensa cada cual, compartir nuestras alegrías y preocupaciones. - Lo siento - mi voz apenas audible interrumpe mis reflexiones - Un mal sueño - explico a la espera que no intente ahondar mas allá, pues ni yo soy capaz de desmadejar aquel sueño tan aterrador.
Aun mi cuerpo tiembla y las llagas arden, se que se han atenuado poco a poco, las lagrimas pronto son desplazadas por un risa nerviosa. La caricia de Jared en mi vientre despierta a la criatura que allí se desarrolla, se mueve al reconocer a su sangre, su padre, el hombre que daría todo por él. Aun no me acostumbro a sus movimientos, a esa conexión entre ambos, donde todo mi ser se reduce al corazón de la vida que se gesta en mi, a ese dulce hormigueo y la alegría compartida, pues ambos, mi hijo y yo nos sentimos en casa, bien amados y protegidos, aunque con un secreto que aun no me atrevo a confesar… pero todo tiene un tiempo, quiera Morgana que Jared comprenda mis razones. - Es tu hijo - comento entrelazando mis dedos con los él - te eligió como padre aun antes que yo te traje… -titubeo al darme cuenta del error que estoy por cometer - antes que te aceptase como mi compañero - un largo suspiro brota de mis labios.
Alizée Signoret- Mensajes : 113
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Re: Velos que cubren los ojos, miradas que esquivan la verdad [Jared y Alizeé]
Sigue adelante, yo iré tras de tí para ayudarte cuando te caigas.
Anónimo
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Sus labios se pegan al cabello húmedo, ese que despliega aromas que le enloquecen como relajan. ¿Cuándo ella se tornó tan importante en su vida? Quizá desde el momento mismo que abrió la puerta y le miró con esos enormes ojos tan indefensos. ¿Ella inocente? Lo duda, no puede ser si es que resistió los embates de su hermano Jaden. No cualquiera podía con el cambiaformas, eso lo sabe Jared mejor que nadie tras tantas investigaciones. Una pena que jamás pudo conocerle, tenerle frente a sí. Su brazo izquierdo rodea la cintura femenina haciéndola hacia sí, el derecho sus hombros para tenerla bien protegida, orientada a su tórax, recargada sobre su pecho para besar la coronilla de su cabeza. Aspirar de nuevo su olor y sonreír al tiempo que siente su calor contra el suyo, el sudor que la recorre toda mojando sus ropas. Eso le puede hacer daño. Con delicadeza va desprendiéndola de esa bata mientras que con rapidez toma las cobijas más calientes que tienen y la envuelve con ellas, para que no pierda su calor.
Su espalda, sus hombros son tapados con mucha ternura y cuidado, en tanto que el Regis observa con detenimiento su rostro, esos ojos que parecen recobrar lento el temple que la caracteriza. Es toda una mujer, sonríe al pensar que se le puede oponer cuando se le dé la gana y a pesar de las barbaridades que diga o haga, el Regis no podría imponérsele con la brutalidad con que lo hace con otras hembras. No, con ella no. Eso es estar imprimado, enamorado de una mujer que es perfecta para él. Que encaja tan bien con él. Sonríe con socarronería cuando le dice que es su hijo, claro que lo es. Un Granchester, una nueva rama de su familia que será sin duda alguna tan fuerte como la madre. La mano del Regis se extiende y abarca gran parte del vientre materno antes de bajar hacia él, para darle un beso y lamer lento ahí donde siente el corazón del pequeño. Aspira con fuerza y sigue tomando las gotas saladas de la piel de su mujer. Parte sudor, parte su esencia.
Una de sus manos vaga hasta colocarse en la cintura femenina, haciéndola arquearse un poco mientras él coloca el oído cerrando los ojos. Puede escuchar el acelerado latir del corazón de Alizée, aún no está del todo bien, pero al igual, ese sonido mucho más rápido de la criatura. Aspira y deja que el pequeño se deje sentir, su mano vuelve a acariciar la parte baja de la redondeada matriz con una ternura que nadie cree que sea capaz. Sostiene a su mujer, toca a su hijo. Es una escena familiar que a Jared le gusta sentir, vivir. Sus labios vuelven a la piel, su lengua va dibujando el contorno de la cría que se gesta. Ambas manos sujetan ahora la cintura en tanto él se eleva y busca los labios de la madre besándolos entre roces que se antojan incitantes, la provoca con su lengua para que pronto ambos músculos bucales se prueben, se toquen el uno contra el otro hasta que sus alientos se pierden y rompe el beso para dejarla respirar.
- No lo ocultes de mí, no soy quién para juzgarte, pero si no me das las armas para defenderte, sólo caeremos tú y yo de forma inevitable - un rayo de sol penetra por la ventana reflejándose en un objeto que obliga al Regis a desviar la mirada. Gruñe tallándose los ojos y soltándola para recuperar la visión, se ha deslumbrado e intenta recobrarse apretando los párpados, abriéndolos y pestañeando mucho mientras esas luces de colores van deshaciéndose hasta que su visión vuelve a ser la perfecta de siempre, voltea molesto y sus manos van en busca del causante de su molestia: ese collar que jamás le quitara a Alizée, ni aún haciendo el amor, pero que ahora quiere fuera de su esposa. - Quítate esta cosa, ¿Qué tiene de especial que jamás te desprendes de ella? ¿Es que es de otro hombre? - casi ruge celoso, sus manos por fin abren el cerrojo y está a punto de quitárselo. Lo aventará tan lejos que no vuelva a tocar la piel de su hembra.
Su espalda, sus hombros son tapados con mucha ternura y cuidado, en tanto que el Regis observa con detenimiento su rostro, esos ojos que parecen recobrar lento el temple que la caracteriza. Es toda una mujer, sonríe al pensar que se le puede oponer cuando se le dé la gana y a pesar de las barbaridades que diga o haga, el Regis no podría imponérsele con la brutalidad con que lo hace con otras hembras. No, con ella no. Eso es estar imprimado, enamorado de una mujer que es perfecta para él. Que encaja tan bien con él. Sonríe con socarronería cuando le dice que es su hijo, claro que lo es. Un Granchester, una nueva rama de su familia que será sin duda alguna tan fuerte como la madre. La mano del Regis se extiende y abarca gran parte del vientre materno antes de bajar hacia él, para darle un beso y lamer lento ahí donde siente el corazón del pequeño. Aspira con fuerza y sigue tomando las gotas saladas de la piel de su mujer. Parte sudor, parte su esencia.
Una de sus manos vaga hasta colocarse en la cintura femenina, haciéndola arquearse un poco mientras él coloca el oído cerrando los ojos. Puede escuchar el acelerado latir del corazón de Alizée, aún no está del todo bien, pero al igual, ese sonido mucho más rápido de la criatura. Aspira y deja que el pequeño se deje sentir, su mano vuelve a acariciar la parte baja de la redondeada matriz con una ternura que nadie cree que sea capaz. Sostiene a su mujer, toca a su hijo. Es una escena familiar que a Jared le gusta sentir, vivir. Sus labios vuelven a la piel, su lengua va dibujando el contorno de la cría que se gesta. Ambas manos sujetan ahora la cintura en tanto él se eleva y busca los labios de la madre besándolos entre roces que se antojan incitantes, la provoca con su lengua para que pronto ambos músculos bucales se prueben, se toquen el uno contra el otro hasta que sus alientos se pierden y rompe el beso para dejarla respirar.
- No lo ocultes de mí, no soy quién para juzgarte, pero si no me das las armas para defenderte, sólo caeremos tú y yo de forma inevitable - un rayo de sol penetra por la ventana reflejándose en un objeto que obliga al Regis a desviar la mirada. Gruñe tallándose los ojos y soltándola para recuperar la visión, se ha deslumbrado e intenta recobrarse apretando los párpados, abriéndolos y pestañeando mucho mientras esas luces de colores van deshaciéndose hasta que su visión vuelve a ser la perfecta de siempre, voltea molesto y sus manos van en busca del causante de su molestia: ese collar que jamás le quitara a Alizée, ni aún haciendo el amor, pero que ahora quiere fuera de su esposa. - Quítate esta cosa, ¿Qué tiene de especial que jamás te desprendes de ella? ¿Es que es de otro hombre? - casi ruge celoso, sus manos por fin abren el cerrojo y está a punto de quitárselo. Lo aventará tan lejos que no vuelva a tocar la piel de su hembra.
Jared Granchester- Cambiante Clase Alta
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