AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entrevista de trabajo [Colette]
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Entrevista de trabajo [Colette]
Era de noche, como no podía ser de otra forma tratándose de un vampiro. Era una noche agradable, cálida y con las calles parisinas oliendo a rosas y jazmín. Enzo estaba sentado en la terraza de un lujoso café parisino, vestido de forma informal y cómoda, disfrutando de una copa de vino y esperando a la mujer con la que le habían concertado una cita para cenar. Bueno, la verdad es que no estaba seguro de si aquello podría llamarse una cita, ¿no? Al fin y al cabo estaba allí por trabajo, no por placer. Aunque los años le habían enseñado que aquellas dos cosas no estaban obligadas a estar demasiado distanciadas una de la otra.
Desde su llegada a París, hacía ya bastante tiempo, se había dado cuenta de que sufría algunos problemas de organización. Aunque tenía a varias personas trabajando para él en sus diferentes oficinas comerciales, su hogar estaba totalmente desatendido, lo que podía ser un grave problema. No sólo en asuntos relacionados con la limpieza, si no también en algún papeleo y administración de recursos.
Así que, aprovechando sus nuevos contactos empezó a buscar nombres y gente capaz de trabajar para él. Sobre todo buscaba gente inteligente, profesional, preferiblemente joven (alguien mayor tal vez no resistiera bien el horario o no fuera capaz de sobrevivir a alguna donación de sangre involuntaria) y que no se asustara fácilmente. Según le habían dicho, aquella tal Colette Bonhaure cumplía con todos los requisitos. Así que, ni corto ni perezoso, se apresuró a conocerla. Y por eso estaba allí, saboreando la copa de vino.
Ya había advertido a los camareros que hicieran acudir a la joven a su mesa, sólo tendría que presentarse en la entrada. Mientras esperaba a la chica el vampiro lanzaba miradas curiosas al resto de la terraza, sólo parcialmente ocupada. Lo que era un detalle que agradecía, siempre había disfrutado de la intimidad y de la compañía escueta y selecta.
Desde su llegada a París, hacía ya bastante tiempo, se había dado cuenta de que sufría algunos problemas de organización. Aunque tenía a varias personas trabajando para él en sus diferentes oficinas comerciales, su hogar estaba totalmente desatendido, lo que podía ser un grave problema. No sólo en asuntos relacionados con la limpieza, si no también en algún papeleo y administración de recursos.
Así que, aprovechando sus nuevos contactos empezó a buscar nombres y gente capaz de trabajar para él. Sobre todo buscaba gente inteligente, profesional, preferiblemente joven (alguien mayor tal vez no resistiera bien el horario o no fuera capaz de sobrevivir a alguna donación de sangre involuntaria) y que no se asustara fácilmente. Según le habían dicho, aquella tal Colette Bonhaure cumplía con todos los requisitos. Así que, ni corto ni perezoso, se apresuró a conocerla. Y por eso estaba allí, saboreando la copa de vino.
Ya había advertido a los camareros que hicieran acudir a la joven a su mesa, sólo tendría que presentarse en la entrada. Mientras esperaba a la chica el vampiro lanzaba miradas curiosas al resto de la terraza, sólo parcialmente ocupada. Lo que era un detalle que agradecía, siempre había disfrutado de la intimidad y de la compañía escueta y selecta.
Enzo Krugman- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 12/06/2012
Re: Entrevista de trabajo [Colette]
Había llegado a París, tan solo un par de semanas atrás, y no había sido la excepción, se había enamorado de la ciudad como todos los que alguna vez pisaron su suelo. Era sin duda el lugar correcto para empezar de nuevo, y las cosas marchaban bastante bien, un amigo de su tío, le había conseguido una entrevista de trabajo, era un puesto como ama de llaves o algo por estilo, Colette no podía estar más feliz, de acuerdo a lo poco que le habían comentado, su posible empleador, era un caballero un tanto excéntrico, bastante misterioso, esto hizo que la joven vacilara un poco, pero no estaba como para desaprovechar una oportunidad.
La ciudad estaba en calma, acogedora, apresuro el paso, mientras corroboraba una vez más el nombre del café en el cual tendría la entrevista, se había puesto un sencillo vestido de color gris oscuro, unos guantes negros cubrían sus manos, sin embargo se dio cuenta de que eran innecesarios, la noche estaba muy cálida para llevarlos, pero no se los quitó, quería dar una buena primera impresión. Luego de un par de minutos, vio a lo lejos el cartel con el nombre del café, aprovechó una pequeña vitrina para darse una vistazo rápido, arreglo un poco sus cabellos y emprendió la recta final.
Una vez en el café, preguntó por el señor Krugman, el anfitrión reconoció el nombre ni bien lo había pronunciado, con una mirada rápida evaluó el lugar, notó un hombre sentado en la terraza, debía ser él, si bien vestía de forma de sencilla, se notaba por el porte que era de la clase alta, se veía tan tranquilo y entonces recién cayó en la cuenta de que el lugar para la entrevista era algo extraño, aunque tal vez el hombre solo necesitaba un ambiente tranquilo luego de un día largo, se sorprendió reprendiéndose a sí misma, quien era ella para juzgar a nada más ni nada menos que a su futuro patrón. El anfitrión le indicó la mesa, se acercó pausadamente, con aquellos característicos pasos largos suyos - Buenas noches Monsieur Krugman - su voz sonó profunda y clara, segura; no lo admitiría jamás pero había practicado ese saludo más veces de lo que podía contar - Soy Colette Bonhaure.. un placer - le extendió la mano, no estaba muy segura de como debía proceder pero aún así lo hizo.
La ciudad estaba en calma, acogedora, apresuro el paso, mientras corroboraba una vez más el nombre del café en el cual tendría la entrevista, se había puesto un sencillo vestido de color gris oscuro, unos guantes negros cubrían sus manos, sin embargo se dio cuenta de que eran innecesarios, la noche estaba muy cálida para llevarlos, pero no se los quitó, quería dar una buena primera impresión. Luego de un par de minutos, vio a lo lejos el cartel con el nombre del café, aprovechó una pequeña vitrina para darse una vistazo rápido, arreglo un poco sus cabellos y emprendió la recta final.
Una vez en el café, preguntó por el señor Krugman, el anfitrión reconoció el nombre ni bien lo había pronunciado, con una mirada rápida evaluó el lugar, notó un hombre sentado en la terraza, debía ser él, si bien vestía de forma de sencilla, se notaba por el porte que era de la clase alta, se veía tan tranquilo y entonces recién cayó en la cuenta de que el lugar para la entrevista era algo extraño, aunque tal vez el hombre solo necesitaba un ambiente tranquilo luego de un día largo, se sorprendió reprendiéndose a sí misma, quien era ella para juzgar a nada más ni nada menos que a su futuro patrón. El anfitrión le indicó la mesa, se acercó pausadamente, con aquellos característicos pasos largos suyos - Buenas noches Monsieur Krugman - su voz sonó profunda y clara, segura; no lo admitiría jamás pero había practicado ese saludo más veces de lo que podía contar - Soy Colette Bonhaure.. un placer - le extendió la mano, no estaba muy segura de como debía proceder pero aún así lo hizo.
Colette Bonhaure- Humano Clase Media
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 07/07/2012
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Re: Entrevista de trabajo [Colette]
Enzo la vio acercarse a través de la terraza. Más joven y guapa de lo que había esperado, la verdad. Vestía con sencillez pero buen gusto y parecía bastante segura de sí misma. De momento se estaba ganando el puesto.
-El placer es mío señorita Bonhaure-respondió Enzo poniéndose en pie y devolviéndole el saludo-. Por favor, tomad asiento-dijo mientras retiraba la silla libre para ayudarla a sentarse. Cuando la joven lo hubo hecho el vampiro volvió a su asiento e hizo un gesto para que les tomaran el pedido-. Me alegro de que haya podido acudir a nuestro encuentro, parece usted alguien con quién pueda tratar, lo que agradezco mucho-dijo Enzo, sonriendo y sin perder su acento italiano.
Una vez que el camarero se hubo marchado Enzo bebió otro sorbo de vino y fue directamente al grano.
-Verá, hace aproximadamente un mes que llegué a París desde Praga. Durante éste tiempo he ido llevando a cabo una serie de negociaciones económicas que han ido teniendo un éxito bastante razonable. Sin embargo, les he prestado demasiada atención, lo que significa que mi hogar ha quedado bastante desatendido y no es tan habitable como me gustaría que fuera. Además, hay cosas típicas de Francia que se me escapan, desde algunos papeleos relacionados con la burocracia hasta costumbres o normas sociales…-fue explicando el vampiro, que no apartaba la mirada del rostro de Colette-. Así que necesito a alguien que no sólo sea capaz de mantener mi hogar razonablemente limpio, sino que también me ayude con parte del papeleo diario. Los temas legales y comerciales lo llevan mis abogados en París, pero hay otros para los que necesitaría una ayuda más del día a día-el comerciante dejó de hablar y sonrió amistosamente-. Pero me han hablado muy bien de usted. Y de que sería capaz de hacer todo eso que busco… Por supuesto, las tareas más pesadas y mundanas relacionadas con la limpieza las llevaría a cabo cualquier otra persona que estaría bajo sus órdenes.
-El placer es mío señorita Bonhaure-respondió Enzo poniéndose en pie y devolviéndole el saludo-. Por favor, tomad asiento-dijo mientras retiraba la silla libre para ayudarla a sentarse. Cuando la joven lo hubo hecho el vampiro volvió a su asiento e hizo un gesto para que les tomaran el pedido-. Me alegro de que haya podido acudir a nuestro encuentro, parece usted alguien con quién pueda tratar, lo que agradezco mucho-dijo Enzo, sonriendo y sin perder su acento italiano.
Una vez que el camarero se hubo marchado Enzo bebió otro sorbo de vino y fue directamente al grano.
-Verá, hace aproximadamente un mes que llegué a París desde Praga. Durante éste tiempo he ido llevando a cabo una serie de negociaciones económicas que han ido teniendo un éxito bastante razonable. Sin embargo, les he prestado demasiada atención, lo que significa que mi hogar ha quedado bastante desatendido y no es tan habitable como me gustaría que fuera. Además, hay cosas típicas de Francia que se me escapan, desde algunos papeleos relacionados con la burocracia hasta costumbres o normas sociales…-fue explicando el vampiro, que no apartaba la mirada del rostro de Colette-. Así que necesito a alguien que no sólo sea capaz de mantener mi hogar razonablemente limpio, sino que también me ayude con parte del papeleo diario. Los temas legales y comerciales lo llevan mis abogados en París, pero hay otros para los que necesitaría una ayuda más del día a día-el comerciante dejó de hablar y sonrió amistosamente-. Pero me han hablado muy bien de usted. Y de que sería capaz de hacer todo eso que busco… Por supuesto, las tareas más pesadas y mundanas relacionadas con la limpieza las llevaría a cabo cualquier otra persona que estaría bajo sus órdenes.
Enzo Krugman- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 12/06/2012
Re: Entrevista de trabajo [Colette]
Los modales del señor Krugman eran impecables, era tal cual como se lo habían descrito, un caballero, no pudo evitar notar el aura de misterio que lo rodeaba, descubrió así también un acento, que se atrevió a juzgar, probablemente español o italiano, sin embargo no podía estar segura, pues el hombre no tenía la habitual apariencia de un italiano o español, lo sometió a un discreto escrutinio, la piel era pálida y lisa, como si no hubiese visto el sol en mucho tiempo, sin embargo no podía realizar juicio alguno, puesto que algunas personas gozaban de esta característica que era muy bien vista en las personas de alta sociedad, que en contadas ocasiones se veían expuestas a la intemperie bajo el sol.
El hombre abordó el tema sin muchas vueltas, algo que le gusto, al fin y al cabo era el fin de esta reunión. Lo escuchó mientras inhalaba el intenso aroma del vino, deleitándose con él, saborizando con el olfato primeramente. La mirada del hombre no la abandonaba, con eso lograba exigir la atención necesaria y enfatizar la importancia de sus palabras, además de transmitir su autoridad sutilmente. Le correspondió la sonrisa al hombre, y tomo un pequeño sorbo del vino, estaba delicioso, sopesó un momento las palabras del hombre, contemplando todo los aspectos de la oferta, era más interesante de lo que había pensado, no sería una simple camarera, cosa que no le hubiese importado, pero le gustaba más esta nueva idea que el hombre le planteaba. Colocó la copa lentamente en la mesa, bajando la mirada, y luego miró aquellos ojos del hombre, que no revelaban nada - Entiendo, es perfectamente normal que un hombre exitoso como usted no tenga a las costumbres mundanas entre sus principales prioridades y más aún luego de un cambio de hogar... yo misma he pasado por ello recientemente y sé lo difícil que puede llegar a ser acostumbrarse a un lugar - dijo sonriendo levemente - Debo decir que la oferta me ha resultado sumamente tentadora, y sus fuentes no se han equivocado, soy capaz de llevar el orden de un hogar y por ciertas circunstancias de la vida, tuve que aprender más sobre el manejo financiero y todos los trámites que requiere una buena administración - en este punto hizo una pausa, un flash de su memoria, le hizo recordar la sensación de impotencia que tuvo al verse como administradora única del negocio de su padres, sin tener noción alguna, pero no vaciló continuó hablando - No tengo problemas con realizar las tareas del hogar, sin embargo me gustaría como usted dice poder contar con la ayuda de alguien más, me gusta hacer mi trabajo bien y temo que mi fuerza física no es la ideal para realizar ciertas tareas. Respecto a las costumbres de París, le seré franca, apenas las conozco, pero si usted lo desea puedo informarme, averiguar como son los protocolos tradicionales de la ciudad y ponerlas en práctica en su hogar.
Trató de descubrir en la mirada del hombre, alguna pista que le diese una idea de como le iba yendo, estaba un tanto nerviosa, sentía las manos frías en los guantes, pero estaba segura de que era capaz de realizar el trabajo - Me encantaría trabajar para usted, soy una persona muy discreta, me comprometo en aprender lo que me haga falta y a cumplir sus órdenes - dicho esto se sentía más tranquila, no sabía más que agregar, entonces una gran duda asomó a su mente, se había preguntado eso desde el día en que escucho la oferta por primera vez - Una consulta... espero no parecer atrevida, me atreví a suponer que debo mudarme a su casa Monsieur Krugman? - preguntó, esta vez algo insegura. Una vez dicho todo esto, volvió a tomar otro sorbo de aquel delicioso vino, respiró tranquila, esperando la respuesta, dejando que el vino se impregne en toda su boca.
El hombre abordó el tema sin muchas vueltas, algo que le gusto, al fin y al cabo era el fin de esta reunión. Lo escuchó mientras inhalaba el intenso aroma del vino, deleitándose con él, saborizando con el olfato primeramente. La mirada del hombre no la abandonaba, con eso lograba exigir la atención necesaria y enfatizar la importancia de sus palabras, además de transmitir su autoridad sutilmente. Le correspondió la sonrisa al hombre, y tomo un pequeño sorbo del vino, estaba delicioso, sopesó un momento las palabras del hombre, contemplando todo los aspectos de la oferta, era más interesante de lo que había pensado, no sería una simple camarera, cosa que no le hubiese importado, pero le gustaba más esta nueva idea que el hombre le planteaba. Colocó la copa lentamente en la mesa, bajando la mirada, y luego miró aquellos ojos del hombre, que no revelaban nada - Entiendo, es perfectamente normal que un hombre exitoso como usted no tenga a las costumbres mundanas entre sus principales prioridades y más aún luego de un cambio de hogar... yo misma he pasado por ello recientemente y sé lo difícil que puede llegar a ser acostumbrarse a un lugar - dijo sonriendo levemente - Debo decir que la oferta me ha resultado sumamente tentadora, y sus fuentes no se han equivocado, soy capaz de llevar el orden de un hogar y por ciertas circunstancias de la vida, tuve que aprender más sobre el manejo financiero y todos los trámites que requiere una buena administración - en este punto hizo una pausa, un flash de su memoria, le hizo recordar la sensación de impotencia que tuvo al verse como administradora única del negocio de su padres, sin tener noción alguna, pero no vaciló continuó hablando - No tengo problemas con realizar las tareas del hogar, sin embargo me gustaría como usted dice poder contar con la ayuda de alguien más, me gusta hacer mi trabajo bien y temo que mi fuerza física no es la ideal para realizar ciertas tareas. Respecto a las costumbres de París, le seré franca, apenas las conozco, pero si usted lo desea puedo informarme, averiguar como son los protocolos tradicionales de la ciudad y ponerlas en práctica en su hogar.
Trató de descubrir en la mirada del hombre, alguna pista que le diese una idea de como le iba yendo, estaba un tanto nerviosa, sentía las manos frías en los guantes, pero estaba segura de que era capaz de realizar el trabajo - Me encantaría trabajar para usted, soy una persona muy discreta, me comprometo en aprender lo que me haga falta y a cumplir sus órdenes - dicho esto se sentía más tranquila, no sabía más que agregar, entonces una gran duda asomó a su mente, se había preguntado eso desde el día en que escucho la oferta por primera vez - Una consulta... espero no parecer atrevida, me atreví a suponer que debo mudarme a su casa Monsieur Krugman? - preguntó, esta vez algo insegura. Una vez dicho todo esto, volvió a tomar otro sorbo de aquel delicioso vino, respiró tranquila, esperando la respuesta, dejando que el vino se impregne en toda su boca.
Colette Bonhaure- Humano Clase Media
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 07/07/2012
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Re: Entrevista de trabajo [Colette]
Cuando hubo terminado de hablar le llegó el turno a Colette de responder. Enzo no apartó la vista, atendiendo a los detalles y a la forma de expresarse que tenía. Al menos podía descartar casi desde el principio que aquella mujer fuera una cazadora, lo cual siempre era un punto a su favor. Había oído historias terroríficas de inquisidores que engañaban a sus congéneres para empalarlos durante el día. A primera vista Colette era una simple humana. Y visto lo visto en aquella ciudad casi parecían una especie en extinción.
-¿Habéis llegado hace poco a París?-preguntó mientras bebía un poco más de la copa de vino. Una lástima que el alcohol no le hiciera efecto-. ¿De dónde sois? Espero que el viaje fuera agradable y os hayáis adaptado bien a la ciudad-dijo con un tono y sonrisa amistosos.
Una vez que abordaron temas más específicos Enzo fue asintiendo de vez en cuando con la cabeza, dándole a entender que seguía el hilo de todo lo que decía.
-Sí, por eso no se preocupe. ¿Un hombre y una mujer tal vez? Seguro que hay algún matrimonio con experiencia y capacitado para llevar a cabo las tareas más pesadas. Vivo en un edificio con un par de plantas en las afueras. Hay también un establo y un pequeño jardín que necesita cuidados urgentemente, o las malas hierbas amenazarán con ocultar por completo mi hogar-dijo bromeando. Mientras hablaba movía las manos de forma muy expresiva-. Y sí, agradecería enormemente esto último, que aprendiera todo lo posible de París. Tal vez deba cerrar algunos acuerdos comerciales en casa y me gustaría que mis socios se sintieran cómodos…
Enzo tenía que admitir que se sentía francamente cómodo hablando con Colette. Si aquella jovenzuela se mostraba luego sólo una parte de lo eficaz e inteligente que parecía habría acertado plenamente con su contratación. Además, era bastante bonita, lo que siempre era de agradecer en alguien que trabaja para ti. Sobre todo cuando a ese alguien tal vez tuvieras que hincarle el diente. Literalmente.
-Me alegra que toque el punto de la discreción-Enzo volvió a sonreír-. Verá, soy bastante… bueno, receloso de mi vida privada. Y mejor decírselo ahora para que luego no se asuste; sufro de una delicada enfermedad cutánea que me hace muy sensible a la luz del sol, así que me suelo ver obligado a trabajar y vivir casi siempre de noche. Es algo que deberá de tener en cuenta a la hora de atender sus deberes señorita Colette. Siempre que esté en una habitación, y es muy importante, deberá estar completamente a oscuras-el tono de Enzo se había puesto algo más serio al tratar un tema ciertamente vital. Pero luego volvió a sonreír-.En cuanto a lo que dice de trasladarse a mi hogar…-el vampiro se encogió de hombros-. Lo dejo a su elección. Ciertamente lo preferiría, hay habitaciones de sobra y me gusta habitar un lugar con vida, voces y un poco de alegría-explicó, terminando de beber la copa de vino-. Pero si lo prefiere puede vivir fuera. Siempre y cuando no afecte a sus funciones y deberes.
Justo en aquél momento les trajeron la cena. En el caso de Enzo consistía únicamente en un filete de ternera poco hecho (todavía sangraba un poco).
-¿Habéis llegado hace poco a París?-preguntó mientras bebía un poco más de la copa de vino. Una lástima que el alcohol no le hiciera efecto-. ¿De dónde sois? Espero que el viaje fuera agradable y os hayáis adaptado bien a la ciudad-dijo con un tono y sonrisa amistosos.
Una vez que abordaron temas más específicos Enzo fue asintiendo de vez en cuando con la cabeza, dándole a entender que seguía el hilo de todo lo que decía.
-Sí, por eso no se preocupe. ¿Un hombre y una mujer tal vez? Seguro que hay algún matrimonio con experiencia y capacitado para llevar a cabo las tareas más pesadas. Vivo en un edificio con un par de plantas en las afueras. Hay también un establo y un pequeño jardín que necesita cuidados urgentemente, o las malas hierbas amenazarán con ocultar por completo mi hogar-dijo bromeando. Mientras hablaba movía las manos de forma muy expresiva-. Y sí, agradecería enormemente esto último, que aprendiera todo lo posible de París. Tal vez deba cerrar algunos acuerdos comerciales en casa y me gustaría que mis socios se sintieran cómodos…
Enzo tenía que admitir que se sentía francamente cómodo hablando con Colette. Si aquella jovenzuela se mostraba luego sólo una parte de lo eficaz e inteligente que parecía habría acertado plenamente con su contratación. Además, era bastante bonita, lo que siempre era de agradecer en alguien que trabaja para ti. Sobre todo cuando a ese alguien tal vez tuvieras que hincarle el diente. Literalmente.
-Me alegra que toque el punto de la discreción-Enzo volvió a sonreír-. Verá, soy bastante… bueno, receloso de mi vida privada. Y mejor decírselo ahora para que luego no se asuste; sufro de una delicada enfermedad cutánea que me hace muy sensible a la luz del sol, así que me suelo ver obligado a trabajar y vivir casi siempre de noche. Es algo que deberá de tener en cuenta a la hora de atender sus deberes señorita Colette. Siempre que esté en una habitación, y es muy importante, deberá estar completamente a oscuras-el tono de Enzo se había puesto algo más serio al tratar un tema ciertamente vital. Pero luego volvió a sonreír-.En cuanto a lo que dice de trasladarse a mi hogar…-el vampiro se encogió de hombros-. Lo dejo a su elección. Ciertamente lo preferiría, hay habitaciones de sobra y me gusta habitar un lugar con vida, voces y un poco de alegría-explicó, terminando de beber la copa de vino-. Pero si lo prefiere puede vivir fuera. Siempre y cuando no afecte a sus funciones y deberes.
Justo en aquél momento les trajeron la cena. En el caso de Enzo consistía únicamente en un filete de ternera poco hecho (todavía sangraba un poco).
Enzo Krugman- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 12/06/2012
Re: Entrevista de trabajo [Colette]
Sonríe tímidamente - Sí... estoy en la ciudad hace apenas dos semanas - suspira, recordando su ciudad natal, las brisas cálidas que parecían abrazos, casi podía sentir el olor del mar, alejó los recuerdos de su mente rápidamente - De Niza.. Ciertamente el viaje fue placentero, llegué a la ciudad sin ningún inconveniente, aunque debo admitir que a pesar de la belleza de París, extraño mi ciudad natal, sobre todo el mar - dijo con una sonrisa sincera, bebió otro sorbo, mientras escuchaba al señor Krugman.
Le sorprendió la accesibilidad del hombre, había pensado que sería un hueso más duro de roer, pero pronto se dio cuenta de lo que inmensamente equivocada que estaba. Continuó escuchando a su interlocutor, expresando pequeñas conjunciones de vez en cuando, evitando interrumpirlo, seguía con mucha atención sus palabras tomando notas mentales, sin duda el hombre sabía lo que necesitaba y se había planteado las soluciones de una manera muy clara, era consistente en su búsqueda. Al escuchar la descripción de la casa, sopesó sus opciones, analizando y comparándola con su antigua casa. Concordaba en todos los puntos con él, necesitaría ayuda, y un matrimonio sería lo ideal, mientras más jóvenes eran mejor, su madre siempre decía las personas se vuelven tercas con la edad, si quieres contratar personas, busca a alguien joven, es más fácil inculcarle las formas en que deben hacerse las cosas; la mujer la ayudaría con los quehaceres de la casa y el hombre se encargaría de los establos y los jardines. Sonrío al escuchar el comentario sobre el jardín - No sé preocupe Monsieur Krugman, no dejaré que viva en una jungla -agregó sin dejar de sonreír.
- No hará falta que me lo pida dos veces... le ayudaré a ser el mejor anfitrión de París - dijo convencida, no necesitaría mucho para lograr eso, el señor Krugman sin duda tenía carisma, añadiéndole las costumbres de moda vigentes, cumplirían ese objetivo. Colette sabía que en París, nada duraba mucho tiempo, el secreto para resaltar en esa ciudad, era aprender a distinguir las tendencias que causarían furor y ser lo bastante atrevido para desechar las "tradiciones"; los parisinos eran personas que se aburrían fácilmente, no escatimaban en gastos ni en moral, a la hora de divertirse; tendría que abrir bien los ojos y buscar a las familias o personas que eran tendencias, y simplemente seguirlas.
Le gusto la sonrisa del hombre, era franca, aunque había algo más que no conseguía descifrar, algo en su presencia le transmitía cierta incertidumbre, un estado de alerta incluso, mientras más pasaba con el hombre, más fuerte era la sensación de miedo, tal vez, que provenía desde su interior. Se confortó a sí misma, definiendo esa sensación como un producto normal de los nervios, al cabo estaba tratando su futuro en esos momentos y era lógico que albergara dudas, al reunirse con un extraño, confiaba que con el tiempo esa sensación se desvanecería.
Había notado que era una persona discreta desde el primer momento en lo vio, sus gestos, su forma de hablar, revelaba lo justo, ni una palabra más ni una palabra menos. Notó enseguida, el cambio en la tonalidad y el nuevo énfasis que tenían las palabras del hombre, se acercó más a la mesa, para demostrar su interés, y la declaración del hombre la tomó totalmente desprevenida, se hubiera imaginado cualquier cosa menos eso. No había escuchado jamás sobre una enfermedad parecida a la que describía, sin embargo venía de una zona dónde amaban al sol, la riviera ciertamente era el último lugar que una persona con esas características elegiría como hogar. Cambiaría sus horarios y se haría ella misma una persona nocturna, era una decisión que no le agradaba mucho, pero lo necesario y así lo haría. Ventilar la casa con los primeros rayos del sol ya no sería una opción - Respecto a eso, monsieur, ¿los días nublados también lo afectan? - preguntó, en el mismo tono serio, necesitaba saberlo, pues así como lo describía cualquier error sería catastrófico.
Una vez zanjado el tema, la conversación volvió al mismo tono relajado que había tenido antes - Para serle sincera, me encantaría tener una habitación en su casa, eso facilitaría muchos mis tareas - estaba agradecida por eso, no quería trasladarse todos los días de un lugar a otro, era una pérdida de tiempo en vano, habiendo más opciones. Ciertamente limitaría su vida social pero no es como si tuviera una agitada agenda que atender, por ahora su trabajo era su única ocupación. Esos pensamientos la sorprendieron, notó lo mucho que quería el trabajo, el señor Krugman parecía una persona decente y no quería perder está oportunidad, quien sabe donde podría terminar. Iba añadir algo más pero se vio interrumpida por la llegada de la cena, espero a que le sirvieran y se dispuso a continuar cuando notó, la cena del hombre, era un filete crudo, disimuló su sorpresa lo más que pudo, por suerte no tenía el estómago sensible, recordó a su madre, en ese instante, la mujer no podía ver una carne rosácea, apenas lo hacía y caía enferma, agradeció no ser igual a ella en ese aspecto, lo único que le faltaba era no poder preparar la comida así como le exigía su jefe. Miró al hombre con una gran sonrisa - Bon appétit! - bebió un último trago de su vino y colocó la copa a un costado, no acostumbraba a beber con la comida, luego espero a que él hubiese empezado a comer para hacerlo ella. Comió tranquilamente con modales perfectos, su madre no la había dejado en paz en una sola comida hasta que logró comer como "era correcto" como una dama de clase alta. Disfrutó de su cena y recordó la conversación completa, esperando no haber olvidado nada.
Le sorprendió la accesibilidad del hombre, había pensado que sería un hueso más duro de roer, pero pronto se dio cuenta de lo que inmensamente equivocada que estaba. Continuó escuchando a su interlocutor, expresando pequeñas conjunciones de vez en cuando, evitando interrumpirlo, seguía con mucha atención sus palabras tomando notas mentales, sin duda el hombre sabía lo que necesitaba y se había planteado las soluciones de una manera muy clara, era consistente en su búsqueda. Al escuchar la descripción de la casa, sopesó sus opciones, analizando y comparándola con su antigua casa. Concordaba en todos los puntos con él, necesitaría ayuda, y un matrimonio sería lo ideal, mientras más jóvenes eran mejor, su madre siempre decía las personas se vuelven tercas con la edad, si quieres contratar personas, busca a alguien joven, es más fácil inculcarle las formas en que deben hacerse las cosas; la mujer la ayudaría con los quehaceres de la casa y el hombre se encargaría de los establos y los jardines. Sonrío al escuchar el comentario sobre el jardín - No sé preocupe Monsieur Krugman, no dejaré que viva en una jungla -agregó sin dejar de sonreír.
- No hará falta que me lo pida dos veces... le ayudaré a ser el mejor anfitrión de París - dijo convencida, no necesitaría mucho para lograr eso, el señor Krugman sin duda tenía carisma, añadiéndole las costumbres de moda vigentes, cumplirían ese objetivo. Colette sabía que en París, nada duraba mucho tiempo, el secreto para resaltar en esa ciudad, era aprender a distinguir las tendencias que causarían furor y ser lo bastante atrevido para desechar las "tradiciones"; los parisinos eran personas que se aburrían fácilmente, no escatimaban en gastos ni en moral, a la hora de divertirse; tendría que abrir bien los ojos y buscar a las familias o personas que eran tendencias, y simplemente seguirlas.
Le gusto la sonrisa del hombre, era franca, aunque había algo más que no conseguía descifrar, algo en su presencia le transmitía cierta incertidumbre, un estado de alerta incluso, mientras más pasaba con el hombre, más fuerte era la sensación de miedo, tal vez, que provenía desde su interior. Se confortó a sí misma, definiendo esa sensación como un producto normal de los nervios, al cabo estaba tratando su futuro en esos momentos y era lógico que albergara dudas, al reunirse con un extraño, confiaba que con el tiempo esa sensación se desvanecería.
Había notado que era una persona discreta desde el primer momento en lo vio, sus gestos, su forma de hablar, revelaba lo justo, ni una palabra más ni una palabra menos. Notó enseguida, el cambio en la tonalidad y el nuevo énfasis que tenían las palabras del hombre, se acercó más a la mesa, para demostrar su interés, y la declaración del hombre la tomó totalmente desprevenida, se hubiera imaginado cualquier cosa menos eso. No había escuchado jamás sobre una enfermedad parecida a la que describía, sin embargo venía de una zona dónde amaban al sol, la riviera ciertamente era el último lugar que una persona con esas características elegiría como hogar. Cambiaría sus horarios y se haría ella misma una persona nocturna, era una decisión que no le agradaba mucho, pero lo necesario y así lo haría. Ventilar la casa con los primeros rayos del sol ya no sería una opción - Respecto a eso, monsieur, ¿los días nublados también lo afectan? - preguntó, en el mismo tono serio, necesitaba saberlo, pues así como lo describía cualquier error sería catastrófico.
Una vez zanjado el tema, la conversación volvió al mismo tono relajado que había tenido antes - Para serle sincera, me encantaría tener una habitación en su casa, eso facilitaría muchos mis tareas - estaba agradecida por eso, no quería trasladarse todos los días de un lugar a otro, era una pérdida de tiempo en vano, habiendo más opciones. Ciertamente limitaría su vida social pero no es como si tuviera una agitada agenda que atender, por ahora su trabajo era su única ocupación. Esos pensamientos la sorprendieron, notó lo mucho que quería el trabajo, el señor Krugman parecía una persona decente y no quería perder está oportunidad, quien sabe donde podría terminar. Iba añadir algo más pero se vio interrumpida por la llegada de la cena, espero a que le sirvieran y se dispuso a continuar cuando notó, la cena del hombre, era un filete crudo, disimuló su sorpresa lo más que pudo, por suerte no tenía el estómago sensible, recordó a su madre, en ese instante, la mujer no podía ver una carne rosácea, apenas lo hacía y caía enferma, agradeció no ser igual a ella en ese aspecto, lo único que le faltaba era no poder preparar la comida así como le exigía su jefe. Miró al hombre con una gran sonrisa - Bon appétit! - bebió un último trago de su vino y colocó la copa a un costado, no acostumbraba a beber con la comida, luego espero a que él hubiese empezado a comer para hacerlo ella. Comió tranquilamente con modales perfectos, su madre no la había dejado en paz en una sola comida hasta que logró comer como "era correcto" como una dama de clase alta. Disfrutó de su cena y recordó la conversación completa, esperando no haber olvidado nada.
Colette Bonhaure- Humano Clase Media
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Re: Entrevista de trabajo [Colette]
-Prefiero no arriesgarme ni siquiera con un día nublado-dijo, haciendo un gesto con la mano bastante expresivo-. Lo más probable es que sólo me provocara un poco de malestar, pero me gustaría evitarlo en la medida de lo posible. De todos modos ya me he habituado a descansar por el día y trabajar durante las horas nocturnas, así que por eso no os preocupéis. De hecho rara será la vez que me veáis en pie mientras dure el día-explicó, sin rastro del tono más serio que había empleado antes-. En cualquier caso serán tres personas para encargarse exclusivamente de mí y de visitas ocasionales, no creo que suponga para ustedes demasiado trabajo, ¿no?-dijo bromeando.
Cuando le pusieron la cena frente a él Enzo asintió al “Bon appétit” de Colette y la observó probar su comida. Antes de continuar con la conversación rellenó las copas de ambos.
-Espero que os guste la comida. Y me alegra saber que permanecerá en mi residencia, así será todo más sencillo. Si así lo desea puede acompañarme tras la cena y así podrá verla con sus propios ojos, así como determinar las necesidades. Al día siguiente, o cuanto lo estime oportuno, podrá trasladarse, pues le daría una llave ésta misma noche-continuó hablando Enzo mientras empezaba a partir en pequeños trozos el filete sin demasiada prisa. ¿Para qué apresurarse en comer cuando el sabor de la carne era algo repugnante comparado con la sangre fresca arrancada de la garganta de alguna doncella?-. Pero la verdad, preferiría que lo hiciera cuanto antes. Para ir apuntalando los detalles, claro.
El vampiro se llevó a la boca un pequeño trozo de carne que masticó varias veces antes de tragarlo. Al menos sabía un poco a sangre, pero… bah. Ni punta de comparación. En aquél preciso instante no pudo evitar preguntarse cómo de suave sería el cuello de Colette. Y a qué sabría su sangre. Aunque mejor evitar esos pensamientos de momento, ya tendría tiempo de probarlo él mismo. Al fin y al cabo la joven dormiría a escasos metros de su habitación…
-Por supuesto, mientras cumplan sus tareas dispondrán de tiempo más que suficiente para atender sus propios asuntos. En cuanto a gastos, la mayoría como son la comida o las ropas correrán de mi parte. También recibirán una asignación personal, claro. Pero de las cantidades exactas ya tendremos tiempo de hablar-mientras decía todo aquello dejó los cubiertos en el suelo y daba pequeños sorbos a la copa de vino-. Usted sería quién recibiría el presupuesto destinado al funcionamiento del hogar y quién lo distribuiría. También estaría al cargo del resto de empleados, claro. Y en caso de haber algún problema ellos deberían de tratarlo con usted. De no poder solucionarlos ya entraría yo en escena y buscaríamos la mejor solución posible para todos-guardó silencio durante unos instantes, repasando mentalmente qué más asuntos debería de tratar-. Y creo que eso es todo. Si tiene alguna pregunta no dude en hacerla Colette-terminó con una sonrisa-. Lo que sí puedo asegurarle, y tendrá tiempo de verlo con el tiempo, es de que soy generoso. Muy generoso. Si usted hace bien su trabajo me encargaré personalmente de que no le falte de nada.
Cuando le pusieron la cena frente a él Enzo asintió al “Bon appétit” de Colette y la observó probar su comida. Antes de continuar con la conversación rellenó las copas de ambos.
-Espero que os guste la comida. Y me alegra saber que permanecerá en mi residencia, así será todo más sencillo. Si así lo desea puede acompañarme tras la cena y así podrá verla con sus propios ojos, así como determinar las necesidades. Al día siguiente, o cuanto lo estime oportuno, podrá trasladarse, pues le daría una llave ésta misma noche-continuó hablando Enzo mientras empezaba a partir en pequeños trozos el filete sin demasiada prisa. ¿Para qué apresurarse en comer cuando el sabor de la carne era algo repugnante comparado con la sangre fresca arrancada de la garganta de alguna doncella?-. Pero la verdad, preferiría que lo hiciera cuanto antes. Para ir apuntalando los detalles, claro.
El vampiro se llevó a la boca un pequeño trozo de carne que masticó varias veces antes de tragarlo. Al menos sabía un poco a sangre, pero… bah. Ni punta de comparación. En aquél preciso instante no pudo evitar preguntarse cómo de suave sería el cuello de Colette. Y a qué sabría su sangre. Aunque mejor evitar esos pensamientos de momento, ya tendría tiempo de probarlo él mismo. Al fin y al cabo la joven dormiría a escasos metros de su habitación…
-Por supuesto, mientras cumplan sus tareas dispondrán de tiempo más que suficiente para atender sus propios asuntos. En cuanto a gastos, la mayoría como son la comida o las ropas correrán de mi parte. También recibirán una asignación personal, claro. Pero de las cantidades exactas ya tendremos tiempo de hablar-mientras decía todo aquello dejó los cubiertos en el suelo y daba pequeños sorbos a la copa de vino-. Usted sería quién recibiría el presupuesto destinado al funcionamiento del hogar y quién lo distribuiría. También estaría al cargo del resto de empleados, claro. Y en caso de haber algún problema ellos deberían de tratarlo con usted. De no poder solucionarlos ya entraría yo en escena y buscaríamos la mejor solución posible para todos-guardó silencio durante unos instantes, repasando mentalmente qué más asuntos debería de tratar-. Y creo que eso es todo. Si tiene alguna pregunta no dude en hacerla Colette-terminó con una sonrisa-. Lo que sí puedo asegurarle, y tendrá tiempo de verlo con el tiempo, es de que soy generoso. Muy generoso. Si usted hace bien su trabajo me encargaré personalmente de que no le falte de nada.
Enzo Krugman- Vampiro Clase Alta
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Re: Entrevista de trabajo [Colette]
Al oír sus palabras comprendió que las horas de luz debían ser desechadas por complejo, si bien la conversación mantuvo el mismo tono, la importancia del asunto estaba implícita en cada palabra. - Exactamente - sonrío nuevamente, esta vez más relajada - tres personas seremos más que suficientes. Bueno, en el caso de que usted desee realizar un evento de mayor envergadura, pues deberíamos considerar más personal, claro está que sería más bien un servicio temporal.. Pero por lo pronto me atrevo a decir que el personal estable debe reducirse a tres personas -concluyó, el asunto estaba prácticamente cerrado, nada más faltaba discutir algunos detalles pero en general estaba hecho.
La velada pasó fugazmente de ser una reunión de negocios a una cena agradable, el ambiente del lugar era exquisito, algo tranquilo sin ser aburrido, decoración sencilla de excelente gusto, el servicio impecable y por supuesto, la comida deliciosa, saboreaba encantada los distintos matices del lomo de ternera en salsa de setas (su plato favorito), que explotaban en su paladar, hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de un placer tan sencillo como lo era la comida. Comenzó a relajarse lentamente, absorbiendo la calidez del aire y el silencio momentáneo, se limitó a disfrutar del momento unos instantes, mientras observaba a su jefe comer, comía con elegancia, sin apuros, la elección del hombre le había parecido extraña, pero no se inmutó pues había conocido con anterioridad personas con tan particular gusto, sin embargo el señor Krugman no parecía disfrutar mucho, era como si no le gustara en absoluto. Sus cavilaciones se vieron interrumpidas por las palabras de su interlocutor - Está deliciosa.. muchas gracias - dijo sonriendo un poco, sopesó su propuesta unos segundos, casi innecesarios - Pues si usted no tiene inconvenientes, me encantaría ir a ver la casa - en su mente, iba enumerando los puntos que tenía que fijarse luego al visitar la casa, cosas básicas que ella misma pudiese ir resolviendo lo antes posible - Sería la mejor forma de ahorrar tiempo, podría resolver algunos asuntos sobre la mudanza durante el día y apenas llegue el atardecer, estaré reclamando mi lugar - ahora era ella quien habló con un leve tono de broma - Incluso mientras me enseña la casa más tarde, podría ir haciendo una lista de insumos que hacen falta, para así aprovechar el día.. si le parece? - sonó algo ansiosa, pero la verdad tendría bastante tiempo, aún no había desempacado del todo, pues no había fijado aún su residencia, justamente para buscar un alojamiento lo más cercano posible a su lugar de trabajo.
Tendría gran parte del día siguiente libre, sin embargo también tendría que dormir algo y empezar a cambiar sus horarios, debía ser capaz de estar disponible a cualquier hora, principalmente a la noche. Seguía pensando eso mientras comía, cuando se sintió observado, lentamente levantó la vista para encontrar los misteriosos ojos del señor Krugman, su mirada era extraña pero él ni siquiera se inmutó, ella se quedo pensando en la mirada era tan extraña, como si estuviera... alejó esos pensamientos rápidamente de su mente y prestó atención a la conversación, pero no pudo evitar tomar un gran trago de vino, esperaba no haber sido demasiado obvia.
No podía creer la generosa oferta, era demasiado buena para ser verdad, dejó de comer, se le había ido el hambre por pura sorpresa - Claro, monsieur Krugman, los temas financieros podemos arreglarlos en presencia de sus abogados, así dejamos las cuentas claras - apuntó, no es que desconfiara del hombre, de hecho era todo lo contrario, había algo en el que hacía que ella confiase, pero le gustaba hacer las cosas bien y en una trabajo, las situaciones más embarazosas y desastrosas empezaban por fallos en las cuentas, por ello quería hacerlo bien desde un principio - Respecto al presupuesto del hogar, será el mismo todos los meses, a excepción de este primero, que requerirá más inversión, pero luego puedo presentarle un informe mensual o incluso quincenal si usted lo prefiere - eso no supondría ningún problema, las finanzas del hogar eran una rutina, los gastos eran siempre los mismos, no en vano llamaban imprevisto a un fallo en las tuberías - No dude en depositar su confianza en mí, velaré que mis compañeros cumplan sus deberes - al final ese sería su trabajo.
Sin duda este era el inicio de una nueva y prometedora etapa, la joven estaba feliz. No le cabía ni la más pálida duda de que el hombre que estaba frente a ella, era generoso, nada más se preguntaba que precio tendría que pagar por tomar la mano que le estaba tendiendo, pero estaba segura de una cosa, no sería muy caro, pues haría su trabajo al pie de la letra, de la única forma posible, la correcta. Correspondió la sonrisa del hombre, sonriendo, un destello de alegría se veía en sus ojos pues después de mucho tiempo volvía a sentir esperanza, de manera muy sutil y delicada alzó su copa de vino, centró su mirada en los ojos de su jefe - Por un nuevo comienzo y una casa libre de malezas - dijo en tono más solemne al principio y divertido al final, no pudo evitar dejar escapar una rápida y cantarina risa, al momento en que extendía el brazo hacia el centro de la mesa.
La velada pasó fugazmente de ser una reunión de negocios a una cena agradable, el ambiente del lugar era exquisito, algo tranquilo sin ser aburrido, decoración sencilla de excelente gusto, el servicio impecable y por supuesto, la comida deliciosa, saboreaba encantada los distintos matices del lomo de ternera en salsa de setas (su plato favorito), que explotaban en su paladar, hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de un placer tan sencillo como lo era la comida. Comenzó a relajarse lentamente, absorbiendo la calidez del aire y el silencio momentáneo, se limitó a disfrutar del momento unos instantes, mientras observaba a su jefe comer, comía con elegancia, sin apuros, la elección del hombre le había parecido extraña, pero no se inmutó pues había conocido con anterioridad personas con tan particular gusto, sin embargo el señor Krugman no parecía disfrutar mucho, era como si no le gustara en absoluto. Sus cavilaciones se vieron interrumpidas por las palabras de su interlocutor - Está deliciosa.. muchas gracias - dijo sonriendo un poco, sopesó su propuesta unos segundos, casi innecesarios - Pues si usted no tiene inconvenientes, me encantaría ir a ver la casa - en su mente, iba enumerando los puntos que tenía que fijarse luego al visitar la casa, cosas básicas que ella misma pudiese ir resolviendo lo antes posible - Sería la mejor forma de ahorrar tiempo, podría resolver algunos asuntos sobre la mudanza durante el día y apenas llegue el atardecer, estaré reclamando mi lugar - ahora era ella quien habló con un leve tono de broma - Incluso mientras me enseña la casa más tarde, podría ir haciendo una lista de insumos que hacen falta, para así aprovechar el día.. si le parece? - sonó algo ansiosa, pero la verdad tendría bastante tiempo, aún no había desempacado del todo, pues no había fijado aún su residencia, justamente para buscar un alojamiento lo más cercano posible a su lugar de trabajo.
Tendría gran parte del día siguiente libre, sin embargo también tendría que dormir algo y empezar a cambiar sus horarios, debía ser capaz de estar disponible a cualquier hora, principalmente a la noche. Seguía pensando eso mientras comía, cuando se sintió observado, lentamente levantó la vista para encontrar los misteriosos ojos del señor Krugman, su mirada era extraña pero él ni siquiera se inmutó, ella se quedo pensando en la mirada era tan extraña, como si estuviera... alejó esos pensamientos rápidamente de su mente y prestó atención a la conversación, pero no pudo evitar tomar un gran trago de vino, esperaba no haber sido demasiado obvia.
No podía creer la generosa oferta, era demasiado buena para ser verdad, dejó de comer, se le había ido el hambre por pura sorpresa - Claro, monsieur Krugman, los temas financieros podemos arreglarlos en presencia de sus abogados, así dejamos las cuentas claras - apuntó, no es que desconfiara del hombre, de hecho era todo lo contrario, había algo en el que hacía que ella confiase, pero le gustaba hacer las cosas bien y en una trabajo, las situaciones más embarazosas y desastrosas empezaban por fallos en las cuentas, por ello quería hacerlo bien desde un principio - Respecto al presupuesto del hogar, será el mismo todos los meses, a excepción de este primero, que requerirá más inversión, pero luego puedo presentarle un informe mensual o incluso quincenal si usted lo prefiere - eso no supondría ningún problema, las finanzas del hogar eran una rutina, los gastos eran siempre los mismos, no en vano llamaban imprevisto a un fallo en las tuberías - No dude en depositar su confianza en mí, velaré que mis compañeros cumplan sus deberes - al final ese sería su trabajo.
Sin duda este era el inicio de una nueva y prometedora etapa, la joven estaba feliz. No le cabía ni la más pálida duda de que el hombre que estaba frente a ella, era generoso, nada más se preguntaba que precio tendría que pagar por tomar la mano que le estaba tendiendo, pero estaba segura de una cosa, no sería muy caro, pues haría su trabajo al pie de la letra, de la única forma posible, la correcta. Correspondió la sonrisa del hombre, sonriendo, un destello de alegría se veía en sus ojos pues después de mucho tiempo volvía a sentir esperanza, de manera muy sutil y delicada alzó su copa de vino, centró su mirada en los ojos de su jefe - Por un nuevo comienzo y una casa libre de malezas - dijo en tono más solemne al principio y divertido al final, no pudo evitar dejar escapar una rápida y cantarina risa, al momento en que extendía el brazo hacia el centro de la mesa.
Colette Bonhaure- Humano Clase Media
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Re: Entrevista de trabajo [Colette]
-Todo resuelto entonces-dijo, levantando él también su copa y brindando con su nueva empleada-. Sobre todo por lo de las malas hierbas, que no se le olvide-respondió a la broma, también sonriendo.
Pues ya está. No había sido tan difícil, ¿no? Sus contactos y búsquedas habían sido eficaces y había dado con la persona, al menos de momento, adecuada para el puesto. Había algo en las entrañas muertas de Enzo que le decía que sí, que se podría fiar de ella… Y claro, no le quedaría más remedio que hacerlo. Aunque la idea no le atraía demasiado sabía que tarde o temprano tendría que revelarle su naturaleza a Colette, si es que ella mismo no lo averiguaba antes. Porque el tema de comer poco y la alergia a la luz del podía tener un pase, de acuerdo. Pero eso de que a veces fueran señoritas a su casa durante la noche y se marcharan un poco más desangradas de lo habitual… Bueno. Igual hacía que empezaran a sospechar.
Que igual al final resultaba que era idiota y ni se enteraba del asunto. Que podía ser, sí. Pero vamos, de momento no tenía demasiada pinta de ser el caso. Aunque si la cosa se descontrolaba confiaba en poder usar sus poderes para manejarla como él quisiera.
Una vez que Colette hubo terminado de cenar Enzo apartó su propio plato (del que quedaba más de la mitad) y miró alrededor suyo, buscando alguien que le atendiera.
-¿Desea postre? ¿Café? ¿Algún licor para bajar la cena?-preguntó el vampiro-. Yo tomaré un cognac por favor-le dijo al camarero estuvo junto a ellos. Una vez que se marchó con su pedido y el de Collette (de querer algo) se sentó más cómodamente sobre el asiento y cruzó las piernas, mucho más relajado-. En fin, ahora que hemos terminado de hablar sobre asuntos de trabajo, permítame que le haga algunas preguntas más personales-sonrió otra vez-. Tampoco quiero que me cuente demasiados detalles, sólo deseo conocerla un poco más, ya sabe, ahora que trabajará para mí. Por ejemplo, dijo que vino desde Niza… ¿podría saber por qué?-siguió sonriendo mientras el camarero le dejaba su copa de alcohol y se la llevaba a los labios. Luego suspiró-. Ah, exquisito… Como le decía, si es algo muy personal le pido perdón, no conteste si no lo desea. Si quiere saber algo de su jefe pregúntelo, no se corte; tiene la excusa de que puede serle útil para su trabajo, claro. Si puedo le responderé, descuide. Y si no correré un tupido velo como quién no quiere la cosa sobre el asunto.
Mientras decía esto último el vampiro sacó una tabaquera de plata del bolsillo de su chaqueta y se llevó a los labios un pequeño y apretado cigarrillo que encendió con una de las velas de la mesa. Acto seguido le ofreció la tabaquera a Colette, por si quería uno. Efectivamente, Enzo era extremadamente liberal con lo que hicieran o dejaran de hacer las mujeres.
FDI: Perdón por tardar :_D
Pues ya está. No había sido tan difícil, ¿no? Sus contactos y búsquedas habían sido eficaces y había dado con la persona, al menos de momento, adecuada para el puesto. Había algo en las entrañas muertas de Enzo que le decía que sí, que se podría fiar de ella… Y claro, no le quedaría más remedio que hacerlo. Aunque la idea no le atraía demasiado sabía que tarde o temprano tendría que revelarle su naturaleza a Colette, si es que ella mismo no lo averiguaba antes. Porque el tema de comer poco y la alergia a la luz del podía tener un pase, de acuerdo. Pero eso de que a veces fueran señoritas a su casa durante la noche y se marcharan un poco más desangradas de lo habitual… Bueno. Igual hacía que empezaran a sospechar.
Que igual al final resultaba que era idiota y ni se enteraba del asunto. Que podía ser, sí. Pero vamos, de momento no tenía demasiada pinta de ser el caso. Aunque si la cosa se descontrolaba confiaba en poder usar sus poderes para manejarla como él quisiera.
Una vez que Colette hubo terminado de cenar Enzo apartó su propio plato (del que quedaba más de la mitad) y miró alrededor suyo, buscando alguien que le atendiera.
-¿Desea postre? ¿Café? ¿Algún licor para bajar la cena?-preguntó el vampiro-. Yo tomaré un cognac por favor-le dijo al camarero estuvo junto a ellos. Una vez que se marchó con su pedido y el de Collette (de querer algo) se sentó más cómodamente sobre el asiento y cruzó las piernas, mucho más relajado-. En fin, ahora que hemos terminado de hablar sobre asuntos de trabajo, permítame que le haga algunas preguntas más personales-sonrió otra vez-. Tampoco quiero que me cuente demasiados detalles, sólo deseo conocerla un poco más, ya sabe, ahora que trabajará para mí. Por ejemplo, dijo que vino desde Niza… ¿podría saber por qué?-siguió sonriendo mientras el camarero le dejaba su copa de alcohol y se la llevaba a los labios. Luego suspiró-. Ah, exquisito… Como le decía, si es algo muy personal le pido perdón, no conteste si no lo desea. Si quiere saber algo de su jefe pregúntelo, no se corte; tiene la excusa de que puede serle útil para su trabajo, claro. Si puedo le responderé, descuide. Y si no correré un tupido velo como quién no quiere la cosa sobre el asunto.
Mientras decía esto último el vampiro sacó una tabaquera de plata del bolsillo de su chaqueta y se llevó a los labios un pequeño y apretado cigarrillo que encendió con una de las velas de la mesa. Acto seguido le ofreció la tabaquera a Colette, por si quería uno. Efectivamente, Enzo era extremadamente liberal con lo que hicieran o dejaran de hacer las mujeres.
FDI: Perdón por tardar :_D
Enzo Krugman- Vampiro Clase Alta
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Re: Entrevista de trabajo [Colette]
La cena estuvo deliciosa, sin duda la elección del restaurante fue impecable, había disfrutado de la velada lentamente sentía que iba llegando a su fin, dio por sentado que una vez resueltos los problemas del trabajo el señor Krugman la despacharía y se verían al siguiente día, sin embargo los eventos dieron un giro y en vez de un final, simplemente su jefe había prolongado más la velada.
El camarero fue por el cognac y por su licor de anís, mientras la mesa comenzó a adoptar una ambiente más casual, ambos se relajaron, se distendieron, le correspondió la sonrisa, no le molestaba en absoluto el interés, es más le pareció de lo más normal, era justo como él decía, trabajaría para él y viviría bajo su techo - Por supuesto, verá mi padre tenía un próspero negocio en la ciudad, importaciones, pero... - interrumpió sus palabras ante la presencia del camarero, probó el anís y continúo - No se preocupe monsieur, me parece de lo más normal que esté interesado - dijo con una sonrisa - En fin mi padre fue a Oriente con mis hermanos y jamás volvieron... - hizo una pausa, a pesar de que habían pasado dos años, todavía no se creía la historia, sabía que ellos seguían vivos, por eso no lo había vendido todo, esperando su regreso - Así que a cargo, mi tío me ayudó, obviamente una mujer no es muy respetada, por lo que él terminó estando a cargo, pero hace unos meses mi madre falleció y ya nada me ataba a Niza - el tono de su voz era serio, casi melancólico, casi indiferente - Entonces decidí cambiar de aires, dejar atrás los fantasmas... de las empresas de mi padre, obviamente recibo una cómoda cuota, que más bien invierto en mantener mi esperanza viva... tal vez algún día vengan, por lo que mantengo todo intacto en Niza, para que tengan un lugar al cual volver - tomó otro trago de anís, mientras rechazaba los cigarrillos - No gracias... no le mentiré, disfrutó del tabaco, pero es un placer para mí misma, no fumo en público - dijo con una sonrisa, era la verdad, jamás fumó en público, no era por esconder algo, sino se debía a que cuando fumaba le gustaba sumergirse en un ambiente de paz, de tranquilidad, era un momento privado. Sin embargo, no pudo evitar sentirse tentada, al comprobar con el olfato la magnífica calidad del tabaco del monsieur, pero no rompería sus costumbres por algo tan vanal como el tabaco.
Dudó un poco antes de exponer su pregunta, no se sentía cómoda, era su jefe después de todo pero la curiosidad la mataba - ¿Tiene familia monsieur?... ¿Esposa tal vez? - atinó a agregar, le parecía raro que un hombre como el que estaba frente a ella, no tuviera una mujer a su lado, tenía todo lo que se necesitaba para gozar de una familia, no creía que se debiese a su enfermedad, pero no podía estar segura. Observó la terraza, eran los únicos clientes del lugar, la calle estaba en completa calma, era la hora en que las fiestas estaban en el interior de las casas, en la privacidad de los salones.
El camarero fue por el cognac y por su licor de anís, mientras la mesa comenzó a adoptar una ambiente más casual, ambos se relajaron, se distendieron, le correspondió la sonrisa, no le molestaba en absoluto el interés, es más le pareció de lo más normal, era justo como él decía, trabajaría para él y viviría bajo su techo - Por supuesto, verá mi padre tenía un próspero negocio en la ciudad, importaciones, pero... - interrumpió sus palabras ante la presencia del camarero, probó el anís y continúo - No se preocupe monsieur, me parece de lo más normal que esté interesado - dijo con una sonrisa - En fin mi padre fue a Oriente con mis hermanos y jamás volvieron... - hizo una pausa, a pesar de que habían pasado dos años, todavía no se creía la historia, sabía que ellos seguían vivos, por eso no lo había vendido todo, esperando su regreso - Así que a cargo, mi tío me ayudó, obviamente una mujer no es muy respetada, por lo que él terminó estando a cargo, pero hace unos meses mi madre falleció y ya nada me ataba a Niza - el tono de su voz era serio, casi melancólico, casi indiferente - Entonces decidí cambiar de aires, dejar atrás los fantasmas... de las empresas de mi padre, obviamente recibo una cómoda cuota, que más bien invierto en mantener mi esperanza viva... tal vez algún día vengan, por lo que mantengo todo intacto en Niza, para que tengan un lugar al cual volver - tomó otro trago de anís, mientras rechazaba los cigarrillos - No gracias... no le mentiré, disfrutó del tabaco, pero es un placer para mí misma, no fumo en público - dijo con una sonrisa, era la verdad, jamás fumó en público, no era por esconder algo, sino se debía a que cuando fumaba le gustaba sumergirse en un ambiente de paz, de tranquilidad, era un momento privado. Sin embargo, no pudo evitar sentirse tentada, al comprobar con el olfato la magnífica calidad del tabaco del monsieur, pero no rompería sus costumbres por algo tan vanal como el tabaco.
Dudó un poco antes de exponer su pregunta, no se sentía cómoda, era su jefe después de todo pero la curiosidad la mataba - ¿Tiene familia monsieur?... ¿Esposa tal vez? - atinó a agregar, le parecía raro que un hombre como el que estaba frente a ella, no tuviera una mujer a su lado, tenía todo lo que se necesitaba para gozar de una familia, no creía que se debiese a su enfermedad, pero no podía estar segura. Observó la terraza, eran los únicos clientes del lugar, la calle estaba en completa calma, era la hora en que las fiestas estaban en el interior de las casas, en la privacidad de los salones.
Colette Bonhaure- Humano Clase Media
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Re: Entrevista de trabajo [Colette]
Enzo la escuchó atentamente, asintiendo de vez en cuando para animarla a que continuara hablando. Estaba seguro de que la chica lo habría pasado bastante mal, conocía muy bien la sensación de ver cómo la persona a la que quieres desaparece de la noche a la mañana.
Y sin embargo… Bueno, una parte de su cerebro se preguntó si no podría sacar provecho de todo aquello. Ganarse un poco más su favor y aprecio empleando aquella información para su beneficio. ¿Sus padres estaban muertos? Era lo más seguro, aunque ella todavía albergaba cierta esperanza de que volvieran. Si Colette acababa descubriendo su auténtica naturaleza bien podría ofrecerle a cambio otra información, sí. Enzo conocía a varios magos capaces de hacer aparecer los espíritus de los demás. Si los padres estaban muertos ellos podrían invocarlos. A cambio de su silencio Colette podría despedirse de ellos y quedar libre del todo. O descubrir que estaban vivos.
Era un buen trato.
-Lamento oír todo eso, señorita Bonhaure-dijo con aparente sinceridad-. Y me gustaría poder decir algo para consolarla, pero cualquier palabra se me antoja vana y vacía. Sólo puedo desearle que sea feliz a partir de ahora. Y ojalá pueda ayudarla en lo que necesite.
Cuando Colette le rechazó el cigarrillo el vampiro se encogió de hombros, asintió con la cabeza ante su explicación y se guardó la tabaquera. La verdad es que le resultaba un poco extraño, pero al fin y al cabo Enzo se alimentaba de la sangre de jovencitas. ¿Quién era él para juzgar a nadie?
Antes de responder a la pregunta de Colette el vampiro disfrutó de una larga calada al cigarrillo y de otro trago a su copa de coñac. Tenía que reconocer que era un buen alcohol, tanto en sabor, textura o potencia. Luego sonrió y respondió a la mujer.
-No, me temo que no. Mis padres fallecieron antes de salir de Praga, donde residía. Nunca tuve hermanos. Y la mujer de la que estuve enamorado, bueno…-Enzo se encogió de hombros mientras recordaba los cabellos rojos de Marianne-. Digamos que ambos tomamos caminos diferentes. Nunca estuvimos casados a los ojos de Dios, así que tampoco fue algo demasiado grave-Enzo se encogió de hombros de nuevo-. Actualmente no comparto mi vida con ninguna mujer, así que no se preocupe. Será menos trabajo para ustedes-terminó diciendo entre risas el vampiro.
Y sin embargo… Bueno, una parte de su cerebro se preguntó si no podría sacar provecho de todo aquello. Ganarse un poco más su favor y aprecio empleando aquella información para su beneficio. ¿Sus padres estaban muertos? Era lo más seguro, aunque ella todavía albergaba cierta esperanza de que volvieran. Si Colette acababa descubriendo su auténtica naturaleza bien podría ofrecerle a cambio otra información, sí. Enzo conocía a varios magos capaces de hacer aparecer los espíritus de los demás. Si los padres estaban muertos ellos podrían invocarlos. A cambio de su silencio Colette podría despedirse de ellos y quedar libre del todo. O descubrir que estaban vivos.
Era un buen trato.
-Lamento oír todo eso, señorita Bonhaure-dijo con aparente sinceridad-. Y me gustaría poder decir algo para consolarla, pero cualquier palabra se me antoja vana y vacía. Sólo puedo desearle que sea feliz a partir de ahora. Y ojalá pueda ayudarla en lo que necesite.
Cuando Colette le rechazó el cigarrillo el vampiro se encogió de hombros, asintió con la cabeza ante su explicación y se guardó la tabaquera. La verdad es que le resultaba un poco extraño, pero al fin y al cabo Enzo se alimentaba de la sangre de jovencitas. ¿Quién era él para juzgar a nadie?
Antes de responder a la pregunta de Colette el vampiro disfrutó de una larga calada al cigarrillo y de otro trago a su copa de coñac. Tenía que reconocer que era un buen alcohol, tanto en sabor, textura o potencia. Luego sonrió y respondió a la mujer.
-No, me temo que no. Mis padres fallecieron antes de salir de Praga, donde residía. Nunca tuve hermanos. Y la mujer de la que estuve enamorado, bueno…-Enzo se encogió de hombros mientras recordaba los cabellos rojos de Marianne-. Digamos que ambos tomamos caminos diferentes. Nunca estuvimos casados a los ojos de Dios, así que tampoco fue algo demasiado grave-Enzo se encogió de hombros de nuevo-. Actualmente no comparto mi vida con ninguna mujer, así que no se preocupe. Será menos trabajo para ustedes-terminó diciendo entre risas el vampiro.
Enzo Krugman- Vampiro Clase Alta
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Re: Entrevista de trabajo [Colette]
El señor Krugman lucía bastante pensativo, la joven pensaba en cuales serían las cosas que rondaban la mente de su jefe, esperaba no estar arruinando la aparente buen impresión que le había causado previamente,le intrigaban que planes estaría urgiendo en su mente, o que opiniones acertadas o erradas se estaría formando. Pero cuando habló sonó sincero, por lo que comprendió que tal vez la persona de enfrente, era mucho más sabia de lo que aparentaba, pues pocos comprendían tan rápido, no podía haber dicho algo más acertado, sus palabras revelaron que su jefe era una persona que prefería ir directo al grano, aunque esto ya lo sabía, además se dio cuenta de que no le importaba sonar tosco con tal de no ser falso, una persona auténtica - Aprecio su oferta monsieur, pero ya he curado mis heridas y superado el período de luto - dijo sonriendo intentando demostrar que estaba bien, que todo había quedado atrás - Lo he superado, aunque no puedo negar que lo he pasado mal, pero las situaciones que me han tocado vivir no fueron sorpresivas, tanto la muerte de mi madre como la desaparición de mi padre y mis hermanos, fueron en su momento resultados que tuve que considerar junto a otras más positivas como resultado de lo que en aquel tiempo me tocaba vivir - suspiro y bebió otro trago de su anís - La vida, monsieur, tiene esta capacidad de prepararnos para lo inevitable y conseguir sorprendernos inmensamente de todos modos.
Prestaba atención mientras sentía el fuerte sabor de su anís deslizándose de su boca y por su garganta, quemando y picando a la vez, la historia de su jefe era algo que no esperaba, no parecía un hombre muy dado a la vida familiar, mas tampoco parecía un hombre que se encontraba solo en el mundo, solitario si, incluso adicto al trabajo pero jamás hubiese pensado que no tenía familia y que estar así no fuera algo producido por sus manos, se había equivocado al juzgarlo como un hombre solitario por propia mano, al igual que ella él no tuvo opción.
Sonrió ante la mención de la mujer, no le sorprendió que no se hubiesen casado, el señor Krugman era un hombre que sabía lo que quería y podía ponerle la firma que su prioridad siempre fueron sus ambiciones económicas, dado esto era de esperarse que las mujeres se vieran ahuyentadas, muchas no podían o querían permitirse esperar al hombre de su vida mucho tiempo, pasada cierta edad las mujeres caducaban y era muy pocas las que llegaban a los veinti tantos sin tener su familia, ella estaba entre las pocas que superaría la media de la edad en las que las mujeres se casaban pero no le importaba, había vivido demasiadas cosas que en comparación hacían de la edad y el matrimonio algo muy vanal, por lo que era un tema que la tenía sin cuidado, ya llegaría su tiempo.
Sonrió ante la broma de su jefe - No sería ninguna molestia para nosotros - utilizó el plural incluyendo ya al desconocido matrimonio que la ayudarían, como si fuera algo concreto, algo estable a pesar de ni siquiera estar encaminado del todo - Espero sinceramente, que algún día encuentre a su compañera indicada... todos nos merecemos tener a alguien con quien compartir nuestros mejores y peores genios - dijo sonriendo tímidamente, ella no conocía el amor, lo más parecido a una intención amorosa fue su fallido compromiso arreglado que fue un fracaso aún más grande que sus intentos de encontrar a su media naranja. - Supongo que el hecho de que no exista una Lady Krugman, es un alivio para mi... sabrá usted que a las mujeres nos cuesta mucho cambiar nuestras costumbres, que nos han inculcado nuestras madres por las preferencias de otra mujer - dijo en tono alegre, esto era cierto, se sentía alivia en parte - Pero cuando llegué el momento, espero poder ser el agrado de la elegida - terminó la oración con una leve sonrisa, algo mezquina y un cierto brillo provocativo en los ojos, no tenía idea a que se debía ese cambio, ese pequeño sentimiento de competencia que crecía en su interior, sonrió en su mente, reprochándose esa actitud tan inmadura e infantil, tal vez era el anís y sus desbastadores efectos, decidió no tomar ni un trago más, pero lo cierto era que el anís sirvió de excusa pues no era la fuente real.
Prestaba atención mientras sentía el fuerte sabor de su anís deslizándose de su boca y por su garganta, quemando y picando a la vez, la historia de su jefe era algo que no esperaba, no parecía un hombre muy dado a la vida familiar, mas tampoco parecía un hombre que se encontraba solo en el mundo, solitario si, incluso adicto al trabajo pero jamás hubiese pensado que no tenía familia y que estar así no fuera algo producido por sus manos, se había equivocado al juzgarlo como un hombre solitario por propia mano, al igual que ella él no tuvo opción.
Sonrió ante la mención de la mujer, no le sorprendió que no se hubiesen casado, el señor Krugman era un hombre que sabía lo que quería y podía ponerle la firma que su prioridad siempre fueron sus ambiciones económicas, dado esto era de esperarse que las mujeres se vieran ahuyentadas, muchas no podían o querían permitirse esperar al hombre de su vida mucho tiempo, pasada cierta edad las mujeres caducaban y era muy pocas las que llegaban a los veinti tantos sin tener su familia, ella estaba entre las pocas que superaría la media de la edad en las que las mujeres se casaban pero no le importaba, había vivido demasiadas cosas que en comparación hacían de la edad y el matrimonio algo muy vanal, por lo que era un tema que la tenía sin cuidado, ya llegaría su tiempo.
Sonrió ante la broma de su jefe - No sería ninguna molestia para nosotros - utilizó el plural incluyendo ya al desconocido matrimonio que la ayudarían, como si fuera algo concreto, algo estable a pesar de ni siquiera estar encaminado del todo - Espero sinceramente, que algún día encuentre a su compañera indicada... todos nos merecemos tener a alguien con quien compartir nuestros mejores y peores genios - dijo sonriendo tímidamente, ella no conocía el amor, lo más parecido a una intención amorosa fue su fallido compromiso arreglado que fue un fracaso aún más grande que sus intentos de encontrar a su media naranja. - Supongo que el hecho de que no exista una Lady Krugman, es un alivio para mi... sabrá usted que a las mujeres nos cuesta mucho cambiar nuestras costumbres, que nos han inculcado nuestras madres por las preferencias de otra mujer - dijo en tono alegre, esto era cierto, se sentía alivia en parte - Pero cuando llegué el momento, espero poder ser el agrado de la elegida - terminó la oración con una leve sonrisa, algo mezquina y un cierto brillo provocativo en los ojos, no tenía idea a que se debía ese cambio, ese pequeño sentimiento de competencia que crecía en su interior, sonrió en su mente, reprochándose esa actitud tan inmadura e infantil, tal vez era el anís y sus desbastadores efectos, decidió no tomar ni un trago más, pero lo cierto era que el anís sirvió de excusa pues no era la fuente real.
Colette Bonhaure- Humano Clase Media
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Re: Entrevista de trabajo [Colette]
Al oír lo último que dijo Colette el vampiro alzó una ceja, dio otra calada al cigarrillo y expulsó el humo en forma de anillo.
-Vaya, así que en lugar de tener que ganarme el visto bueno de mis padres, si encuentro a una buena mujer tendrá que tener su aprobación antes de contraer nupcias, ¿no?-rio Enzo, divertido-. Bien, bien, lo tendré en cuenta. Y descuide, seguro que esa futura lady Krugman, de aparecer, la aceptará de buen grado. Aunque claro, me costará encontrar a alguna mujer más bella que usted y que no se ponga celosa de que sea mi ama de llaves-volvió a reír el vampiro antes de dar otro trago a su copa-. O de que duerma cada noche bajo mi mismo techo y a pocos metros de mi habitación.
Y aunque todo aquello lo dijo en un tono perfectamente casual y distendido, era muy consciente de que en primer lugar había lanzado una pequeña pulla y luego la había alagado. No es que le hubiera molestado lo que había dicho su nueva empleada, pero Enzo era alguien bastante competitivo y que no dudaba en meterse en cualquier discusión o debate cuando hiciera falta.
Además, también le apetecía ver cómo Colette reaccionaba al cumplido que le había hecho. Que por otro lado no dejaba de ser una verdad más o menos objetivo, la chica era bastante atractiva además de que viviría y dormiría muy cerca de él. Que aquello estaría bastante bien si tenía hambre a media noche y le apetecía un tentempié, claro. Eso o satisfacer necesidades más… mundanas. Durante una fracción de segundo pasó por la mente de Enzo si Colette gritaría o se retorcería mucho bajo su cuerpo. Y qué figura esconderían aquellas ropas. O si habría perdido ya su virtud.
Enzo siguió sonriendo y apartó, al menos temporalmente, aquellas ideas de su cabeza.
-¿Y qué me dice de usted?-preguntó, llevándose otra vez la copa a los labios, que ya empezaba a estar casi vacía-. ¿Debo temer de que algún mozuelo afortunado se cuele en mi casa para verla a usted mientras descanso durante el día?-preguntó con un tono algo burlón. Luego le dio la última calada al cigarrillo y tiró la colilla al suelo empedrado. Las calles empezaban a estar cada vez más vacías y Enzo no tardaría en dirigirse a su hogar para enseñárselo a Colette-. ¿Tendré que hacer que vigilen más de la cuenta a mi ama de llaves acaso?
-Vaya, así que en lugar de tener que ganarme el visto bueno de mis padres, si encuentro a una buena mujer tendrá que tener su aprobación antes de contraer nupcias, ¿no?-rio Enzo, divertido-. Bien, bien, lo tendré en cuenta. Y descuide, seguro que esa futura lady Krugman, de aparecer, la aceptará de buen grado. Aunque claro, me costará encontrar a alguna mujer más bella que usted y que no se ponga celosa de que sea mi ama de llaves-volvió a reír el vampiro antes de dar otro trago a su copa-. O de que duerma cada noche bajo mi mismo techo y a pocos metros de mi habitación.
Y aunque todo aquello lo dijo en un tono perfectamente casual y distendido, era muy consciente de que en primer lugar había lanzado una pequeña pulla y luego la había alagado. No es que le hubiera molestado lo que había dicho su nueva empleada, pero Enzo era alguien bastante competitivo y que no dudaba en meterse en cualquier discusión o debate cuando hiciera falta.
Además, también le apetecía ver cómo Colette reaccionaba al cumplido que le había hecho. Que por otro lado no dejaba de ser una verdad más o menos objetivo, la chica era bastante atractiva además de que viviría y dormiría muy cerca de él. Que aquello estaría bastante bien si tenía hambre a media noche y le apetecía un tentempié, claro. Eso o satisfacer necesidades más… mundanas. Durante una fracción de segundo pasó por la mente de Enzo si Colette gritaría o se retorcería mucho bajo su cuerpo. Y qué figura esconderían aquellas ropas. O si habría perdido ya su virtud.
Enzo siguió sonriendo y apartó, al menos temporalmente, aquellas ideas de su cabeza.
-¿Y qué me dice de usted?-preguntó, llevándose otra vez la copa a los labios, que ya empezaba a estar casi vacía-. ¿Debo temer de que algún mozuelo afortunado se cuele en mi casa para verla a usted mientras descanso durante el día?-preguntó con un tono algo burlón. Luego le dio la última calada al cigarrillo y tiró la colilla al suelo empedrado. Las calles empezaban a estar cada vez más vacías y Enzo no tardaría en dirigirse a su hogar para enseñárselo a Colette-. ¿Tendré que hacer que vigilen más de la cuenta a mi ama de llaves acaso?
Enzo Krugman- Vampiro Clase Alta
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Re: Entrevista de trabajo [Colette]
Se sonrojó bastante al oír las palabras del hombre, a pesar del tono divertido, se sentía avergonzada, sus palabras habían sonado fuera de lugar y esa no había sido su intención en absoluto - Disculpe Señor Krugman - su voz fue un hilo apenas audible - no era eso a lo que me refería - se sonrojó aún más al oír el cumplido, que obviamente la sorprendió también, se sintió muy halaga y correspondió con una sonrisa tímida. El hombre tenía un punto válido, estaría durmiendo a pocos metros de su habitación, pero cuando llegué la futura señora, ella misma buscaría otra habitación para evitar malentendidos - No se preocupe, seguramente encontrará a la mujer ideal dentro de muy poco - sonrío algo más relajada, de a poco recuperaba su color normal.
El hombre destilaba confianza y seguridad en sí mismo, pero sin ser arrogante ni pedante, cada vez estaba más segura de que sería un placer trabajar con él, además de que el hombre se iba ganando su confianza y lealtad, mas aún quedaban ciertos rastros que le inspiraban temor y algo en la profundidad de su ser le decía que debía tener cautela, pero estos sentimientos iban disminuyendo, tal vez se debía mayormente a que Colette quería creer en el hombre, deseaba poder depositar su confianza en él.
Ella miro por la terraza en dirección a la calle, de vez en cuando algún peatón aparecía a paso acelerado o algún carruaje pasaba lentamente, la clientela del lugar había disminuido casi a la mitad, los únicos que no hacían ademán de irse en cualquier momento eran ellos, que continuaban con su conversación animados, buscando conocerse más antes de compartir un techo. La joven comenzaba a sentirse cansada pero notó como el hombre estaba con todas las energías listo para comenzar su jornada, sin duda había crecido habituado a este horario y la noche no hacia mella en su cuerpo.
Notó que la mirada del señor se centraba en ella, era como si buscara mirar a través de ella, se preguntaba que pensamientos ocasionarían esa mirada algo vaga, de pronto sintió como se volvía a sonrojar, ella no era mujer penosa ni mucho menos, pero ese día había estado cargado de emociones, por lo que estaba muy sensible, igualmente estaba feliz, había conseguido resolver su vida en un par de horas y ni sus nervios destrozados arruinarían esa felicidad.
Sonrío ante las preguntas del hombre - No.. no tendrá problema con eso - sonriendo y en tono bromista añadió - Ya le indiqué a mis pretendientes que de ahora en más podrán hablarme en la plaza o en algún café - había inventado eso, siempre hacía comentarios de ese tipo para molestar a su madre, diciendo que había muchos hombres rondándola, solo para molestarla. - La realidad es que por ahora buscaré estabilizarme, ya luego veré si me queda algo de tiempo - esto último lo dijo con la mirada baja, era perfectamente consciente de que su tiempo como doncella se acababa, a estas alturas de su vida tendría que estar por lo menos con un anillo en la mano, y a pesar de que no le daba mucha importancia, temía quedarse sola por el resto de su vida.
Al pensar en anillo, recordó la hermosa piedra que una vez decoró su dedo, no amó jamás a ese hombre ni tampoco había tenido muchas ilusiones de casarse, pero estuvo lista, por aquella época para iniciar una familia y estuvo dispuesta a hacer funcionar su matrimonio a como dé lugar, pero las cosas no se dieron, se recostó en la silla, una leve sonrisa se dibujó en su rostro, recordando - De hecho, estuve comprometida una vez - lo contó como quien no quiere la cosa - pero la familia de él, anuló el compromiso - suspiro recordando todas las excusas que habían puesto, ella no podía estar más que feliz, su futuro esposo era una arrogante y se alegraba de haberse librado de él - Estoy contenta de que lo hayan hecho, hubiese sido inmesamente infeliz si me hubiese casado - dijo sonriendo.
El hombre destilaba confianza y seguridad en sí mismo, pero sin ser arrogante ni pedante, cada vez estaba más segura de que sería un placer trabajar con él, además de que el hombre se iba ganando su confianza y lealtad, mas aún quedaban ciertos rastros que le inspiraban temor y algo en la profundidad de su ser le decía que debía tener cautela, pero estos sentimientos iban disminuyendo, tal vez se debía mayormente a que Colette quería creer en el hombre, deseaba poder depositar su confianza en él.
Ella miro por la terraza en dirección a la calle, de vez en cuando algún peatón aparecía a paso acelerado o algún carruaje pasaba lentamente, la clientela del lugar había disminuido casi a la mitad, los únicos que no hacían ademán de irse en cualquier momento eran ellos, que continuaban con su conversación animados, buscando conocerse más antes de compartir un techo. La joven comenzaba a sentirse cansada pero notó como el hombre estaba con todas las energías listo para comenzar su jornada, sin duda había crecido habituado a este horario y la noche no hacia mella en su cuerpo.
Notó que la mirada del señor se centraba en ella, era como si buscara mirar a través de ella, se preguntaba que pensamientos ocasionarían esa mirada algo vaga, de pronto sintió como se volvía a sonrojar, ella no era mujer penosa ni mucho menos, pero ese día había estado cargado de emociones, por lo que estaba muy sensible, igualmente estaba feliz, había conseguido resolver su vida en un par de horas y ni sus nervios destrozados arruinarían esa felicidad.
Sonrío ante las preguntas del hombre - No.. no tendrá problema con eso - sonriendo y en tono bromista añadió - Ya le indiqué a mis pretendientes que de ahora en más podrán hablarme en la plaza o en algún café - había inventado eso, siempre hacía comentarios de ese tipo para molestar a su madre, diciendo que había muchos hombres rondándola, solo para molestarla. - La realidad es que por ahora buscaré estabilizarme, ya luego veré si me queda algo de tiempo - esto último lo dijo con la mirada baja, era perfectamente consciente de que su tiempo como doncella se acababa, a estas alturas de su vida tendría que estar por lo menos con un anillo en la mano, y a pesar de que no le daba mucha importancia, temía quedarse sola por el resto de su vida.
Al pensar en anillo, recordó la hermosa piedra que una vez decoró su dedo, no amó jamás a ese hombre ni tampoco había tenido muchas ilusiones de casarse, pero estuvo lista, por aquella época para iniciar una familia y estuvo dispuesta a hacer funcionar su matrimonio a como dé lugar, pero las cosas no se dieron, se recostó en la silla, una leve sonrisa se dibujó en su rostro, recordando - De hecho, estuve comprometida una vez - lo contó como quien no quiere la cosa - pero la familia de él, anuló el compromiso - suspiro recordando todas las excusas que habían puesto, ella no podía estar más que feliz, su futuro esposo era una arrogante y se alegraba de haberse librado de él - Estoy contenta de que lo hayan hecho, hubiese sido inmesamente infeliz si me hubiese casado - dijo sonriendo.
Colette Bonhaure- Humano Clase Media
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Re: Entrevista de trabajo [Colette]
“Qué bonita está cuando se sonroja.” pensó Enzo, que en ningún momento dejó de sonreír, muy divertido ante la escena “Además, seguro que su corazón bombea bien la sangre que recorre sus venas… “ Y al imaginarse aquella imagen se dio cuenta de que le estaba empezando a entrar sed. Y no una que pudiera saciar con ningún licor.
-Tranquila, no os disculpéis, no habéis dicho ni hecho nada malo-se apresuró en aclarar Enzo, que apuró su copa de un último trago-. Y descuide, no tengo prisa alguna. Todavía me siento demasiado joven para formar una familia de forma definitiva. Sé que lo normal es que un hombre de mi edad y posición esté casado y tenga ya algún hijo, pero…-el vampiro se encogió de hombros, que era algo a lo que acostumbraba bastante a hacer-. Bueno, creo que todavía no ha llegado el momento. Ni la moza, claro.
Por no mencionar pequeños detalles como que Enzo estaba muerto, no podría engendrar vida alguna y casarse con cualquier mortal supondría ver cómo se marchitaba, envejecía y moría lentamente. Eso o convertirla en alguien como él. Algo para lo que, siendo sinceros, no se sentía preparado todavía. ¿Robarle a alguien su mortalidad? Tenía sus ventajas, claro. Pero también muchos inconvenientes. Y Aunque Enzo de momento sólo había visto beneficios en su nueva vida, había oído historias. Historias sobre vampiros muy viejos que habían decidido tomar un último baño de sol, cansados y hastiados después de milenios de existencia.
Aunque claro, también podría “contraer nupcias” con alguna vampira… No, aquello estaba descartado. Después de haber conocido a Marianne… Bueno, no. Mejor no pensar en ese ello. No ahora.
En lo que sí pensó fue en lo que le decía su ama de llaves. El vampiro fue asintiendo de vez en cuando mientras pasaba el dedo índice mojado en agua por el borde de su vaso vacío, arrancándole algunos sonidos.
-Me alegra oír eso. Lo de que se canceló un matrimonio que no deseabais, quiero decir. Estoy seguro de que encontraréis a la persona adecuada Colette-respondió Enzo, mirándola a los ojos, con una sonrisa amable y cierta calidez en la voz-. Alguien como vos no estará mucho tiempo sola. Y menos en París. Encontraréis a alguien que os ame y con quién merezca la pena compartir los años de vida hasta haceros viejos y cuidar de vuestros nietos, estoy seguro. Y si no es así es que el mundo se está yendo al infierno.
Y dicho esto el vampiro se puso en pie, dejando sobre la mesa un sobre con varios billetes en su interiores. Dentro iba el coste de la cena más una generosa propina, claro.
-En fin, mi nueva ama de llaves, es hora de que os enseñe el lugar donde viviréis y trabajaréis. ¿Queréis seguirme?
Antes de salir recogería su sombrero, el abrigo y su fiel bastón. Luego le ofrecería a Colette el brazo para que lo tomara y se pondría en marcha.
-Tranquila, no os disculpéis, no habéis dicho ni hecho nada malo-se apresuró en aclarar Enzo, que apuró su copa de un último trago-. Y descuide, no tengo prisa alguna. Todavía me siento demasiado joven para formar una familia de forma definitiva. Sé que lo normal es que un hombre de mi edad y posición esté casado y tenga ya algún hijo, pero…-el vampiro se encogió de hombros, que era algo a lo que acostumbraba bastante a hacer-. Bueno, creo que todavía no ha llegado el momento. Ni la moza, claro.
Por no mencionar pequeños detalles como que Enzo estaba muerto, no podría engendrar vida alguna y casarse con cualquier mortal supondría ver cómo se marchitaba, envejecía y moría lentamente. Eso o convertirla en alguien como él. Algo para lo que, siendo sinceros, no se sentía preparado todavía. ¿Robarle a alguien su mortalidad? Tenía sus ventajas, claro. Pero también muchos inconvenientes. Y Aunque Enzo de momento sólo había visto beneficios en su nueva vida, había oído historias. Historias sobre vampiros muy viejos que habían decidido tomar un último baño de sol, cansados y hastiados después de milenios de existencia.
Aunque claro, también podría “contraer nupcias” con alguna vampira… No, aquello estaba descartado. Después de haber conocido a Marianne… Bueno, no. Mejor no pensar en ese ello. No ahora.
En lo que sí pensó fue en lo que le decía su ama de llaves. El vampiro fue asintiendo de vez en cuando mientras pasaba el dedo índice mojado en agua por el borde de su vaso vacío, arrancándole algunos sonidos.
-Me alegra oír eso. Lo de que se canceló un matrimonio que no deseabais, quiero decir. Estoy seguro de que encontraréis a la persona adecuada Colette-respondió Enzo, mirándola a los ojos, con una sonrisa amable y cierta calidez en la voz-. Alguien como vos no estará mucho tiempo sola. Y menos en París. Encontraréis a alguien que os ame y con quién merezca la pena compartir los años de vida hasta haceros viejos y cuidar de vuestros nietos, estoy seguro. Y si no es así es que el mundo se está yendo al infierno.
Y dicho esto el vampiro se puso en pie, dejando sobre la mesa un sobre con varios billetes en su interiores. Dentro iba el coste de la cena más una generosa propina, claro.
-En fin, mi nueva ama de llaves, es hora de que os enseñe el lugar donde viviréis y trabajaréis. ¿Queréis seguirme?
Antes de salir recogería su sombrero, el abrigo y su fiel bastón. Luego le ofrecería a Colette el brazo para que lo tomara y se pondría en marcha.
Enzo Krugman- Vampiro Clase Alta
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