AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Visitando a una misteriosa dama [Privado]
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Visitando a una misteriosa dama [Privado]
Ludimila ya llevaba un tiempo más que considerable en París.La primera semana había sufrido ingratamente las inclemencias de ser extranjera, no saber hablar bien el idioma y no tener el bolsillo bien lleno. Pero en su vida apareció un ángel de cabellos azabaches que maravillada por su incipiente talento decidió acogerla en su seno, desde entonces todo cambio para ella, no padecía ni frío ni hambre y vestía las telas más hermosas y caras. Además recibía clases de francés intensivas, por lo tanto la muchacha enseguida se hizo con el idioma, solo necesitaba las herramientas adecuadas para arreglar su problema.
Aurelia, su protectora, también había procurado que la joven fuese a una academia para perfeccionar sus movimientos y aprender con los mejores. Y curiosamente en la academia un buen día, después de finalizar su sesión, un hombre de confianza que siempre la acompañaba, ya que misteriosamente su ángel protector desaparecía por el día, le entrego una carta ¿que habría dentro? Por su cabecita se le paso la idea fugaz de que tal vez se trataba de un admirador, pero rápidamente desecho la idea con las mejillas ruborizadas, ya que ella solo tenia pensamientos para un caballero.
Cual fue su sorpresa al leer que aquella carta contenía una petición de trabajo, ahí se rogaba encarecidamente de que requerían sus servicios para instruir a una tierna infante. Aquella petición la dejo confusa y extrañada...¿realmente necesitaba hacer eso? Aurelia le procuraba de todos los cuidados necesarios sin que ella tuviera que hacer ningún esfuerzo, pero por una parte, pensaba que alguien más se había fijado en ella, tal vez le vendría bien verse con mas gente para que en un futuro tuviese más contactos.
Después de unos días de cavilación Ludimila decidió acudir a la cita de la misteriosa dama.
Obviamente, no dijo nada a Aurelia, ya que esta descartaría enseguida la idea. La joven se enfundo en un discreto vestido de cuello cerrado color café, que realzaba su pálida piel, los cabellos azabaches lo llevaba recogidos en un gracioso moño y para terminar un tocado de rosas del mismo color que el conjunto. Se monto en el carruaje dirección a la residencia de "Thorna Shapplin".
"Un nombre curioso, no suena muy francés" pensó para si misma la morena, mientras veía las calles cambiar, hasta llegar a una zona residencial bien cuidada, sin duda, era alguien de dinero. Al fin llego al destino deseado, Ludimila se dirigió a la puerta y llamo dos veces golpeando suavemente la puerta, enseguida un criado fue abrirle.
-Buenas tardes-sonrió la joven animosamente-soy Ludimila Pretova, vuestra señora quiere verme-esta enseño la carta, para que la mujer que le atendía le creyera, ya que no parecía muy dispuesta a dejarle entrar de primeras. Esta asintió y le invito a pasar al recibidor, donde le rogó que esperara a la señora. Ludimila no tuvo que esperar mucho cuando una vez más la criada le invito a pasar de nuevo, esta vez al salón.
La rusa esperaba encontrarse con la pequeña criatura a la que debia enseñar bailar, pero para su sorpresa, solo había una mujer pelirroja y joven, elegante y hermosa.
-Buenas tardes-saludo de nuevo esta- ¿es usted Thorna Shapplin? Un placer, yo soy Ludimila Petrova....
Aurelia, su protectora, también había procurado que la joven fuese a una academia para perfeccionar sus movimientos y aprender con los mejores. Y curiosamente en la academia un buen día, después de finalizar su sesión, un hombre de confianza que siempre la acompañaba, ya que misteriosamente su ángel protector desaparecía por el día, le entrego una carta ¿que habría dentro? Por su cabecita se le paso la idea fugaz de que tal vez se trataba de un admirador, pero rápidamente desecho la idea con las mejillas ruborizadas, ya que ella solo tenia pensamientos para un caballero.
Cual fue su sorpresa al leer que aquella carta contenía una petición de trabajo, ahí se rogaba encarecidamente de que requerían sus servicios para instruir a una tierna infante. Aquella petición la dejo confusa y extrañada...¿realmente necesitaba hacer eso? Aurelia le procuraba de todos los cuidados necesarios sin que ella tuviera que hacer ningún esfuerzo, pero por una parte, pensaba que alguien más se había fijado en ella, tal vez le vendría bien verse con mas gente para que en un futuro tuviese más contactos.
Después de unos días de cavilación Ludimila decidió acudir a la cita de la misteriosa dama.
Obviamente, no dijo nada a Aurelia, ya que esta descartaría enseguida la idea. La joven se enfundo en un discreto vestido de cuello cerrado color café, que realzaba su pálida piel, los cabellos azabaches lo llevaba recogidos en un gracioso moño y para terminar un tocado de rosas del mismo color que el conjunto. Se monto en el carruaje dirección a la residencia de "Thorna Shapplin".
"Un nombre curioso, no suena muy francés" pensó para si misma la morena, mientras veía las calles cambiar, hasta llegar a una zona residencial bien cuidada, sin duda, era alguien de dinero. Al fin llego al destino deseado, Ludimila se dirigió a la puerta y llamo dos veces golpeando suavemente la puerta, enseguida un criado fue abrirle.
-Buenas tardes-sonrió la joven animosamente-soy Ludimila Pretova, vuestra señora quiere verme-esta enseño la carta, para que la mujer que le atendía le creyera, ya que no parecía muy dispuesta a dejarle entrar de primeras. Esta asintió y le invito a pasar al recibidor, donde le rogó que esperara a la señora. Ludimila no tuvo que esperar mucho cuando una vez más la criada le invito a pasar de nuevo, esta vez al salón.
La rusa esperaba encontrarse con la pequeña criatura a la que debia enseñar bailar, pero para su sorpresa, solo había una mujer pelirroja y joven, elegante y hermosa.
-Buenas tardes-saludo de nuevo esta- ¿es usted Thorna Shapplin? Un placer, yo soy Ludimila Petrova....
Ludimila- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 09/07/2011
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Re: Visitando a una misteriosa dama [Privado]
Eran pocas las veces que podía verse a Thorna en su hogar realizando tareas no vinculadas a sus secretos trabajos para la Iglesia, aquellos que parecían consumir de una forma muy particular la atención y el tiempo de la inquisidora, destacada dentro del grupo de servidores al Papa por su exquisita eficiencia. Tal reconocimiento se abocaba mayormente a lo ya expresado; Thorna no sabia ocuparse de otra cosa que no fuesen los asuntos vinculados a sus labores y a algo mucho más profundo y complejo: sus constantes engaños. Sí, aunque nadie lo imaginase la francesa era la gran traidora dentro de la casa de Dios, cooperando de forma encubierta con todo tipo de sobrenaturales, informándoles a los mismos sobre los pasos que la Inquisición daría a futuro para darles caza, para perseguirles hasta el último aliento. Pero tales acciones verdaderamente iban mucho más allá de la protección de aquellos entes singulares, no había caridad sincera en la mano auxiliadora que Thorna extendia hacia los vampiros, brujos, licántropos y cambiaformas, no. Ella solo se encargaba indirectamente de fortalecer al enemigo principal del Vaticano, esperando finalmente éstos pudiesen impulsar con más agilidad el cumplimiento del anhelo principal de la inquisidora; derrocar por completo a la Iglesia cristiana… Pero eso es una historia mucho más profunda de lo que parece. Lo certero era que en su hogar, Thorna siempre estaba envuelta en interminables libros y documentos que analizar.
La residencia Shapplin se destacço siempre en la calle que ha de situarse por dos factores claros, uno de ellos era el esplendor que posee el gran condominio tan solo para una solitaria y tan joven dama parisina y su servidumbre. La otra razón llamativa era la falta de visitas en la residencia, pues contadas eran las veces que se veían carruajes arribar a los labrados portones de hierro de aquella enigmática y silente mansión ¿Pero alguna vez dichas características alzaron alguna ceja ajena? Jamás ¿Por qué? Porque Thorna era una actriz consagrada. Su faceta hipócrita para con las personas que se relacionaba era tan creíble y firme que nadie jamás pondría sus comentarios en tela de juicio. "Una dama joven, inteligente y devota de su Dios, imposible que oculte algo o posea en su interior cualquier sentimiento malicioso" eso pensaba la gente y para la conveniencia de Thorna, todos se equivocaban sin saberlo siquiera.
La luz vespertina se adentraba al salón principal de la casa de techos altos por medio de los inmensos ventanales, adornados por traslucidas y onerosas cortinas que pendían grácilmente de los labrados cortineros de bronce lustrado. Allí, situada en un sillón tapizado en terciopelo tonalidad bordeaux yacía Thorna, silenciosa, acompañada solamente por un libro y una taza de té ya fría y a medio tomar. Sus penetrantes ojos se movían de un lado a otro, deslizándose atentamente sobre las palabras, sobre las frases de aquel escrito que mantenía a la altura de su rostro, sostenido por una de sus delicadas y pequeñas manos. A muchos aquel ambiente misterioso, arropado en sombras y silenciosos les parecería extraño y hasta incómodo, pero la inquisidora estaba tan acostumbrada a la soledad que obligatoriamente debía de someterse por sus labores que en cierta forma encontraba un peculiar deleite en tal sensación. El silencio se había tornado en su vigilante cotidiano, en su invisible compañero de lecturas.
- Señorita Thorna lamento interrumpirla pero ha llegado una visita solicitada por su persona, la señorita Ludimila Petrova - confirió la joven mucama con cierto titubeo en su voz, bien presente tenia que la propietaria no encontraba mucho contento en ser distraída en sus momentos de lectura. Los ópalos de la inquisidora se hicieron con la imagen de su sirvienta por encima del libro que sostenía por unos instantes en los que la joven criada rezaba para sí que nada malo sucediese. Thorna cerró finalmente el libro y lo apoyó lentamente junto a pequeña mesilla a su derecha, donde yacía su abandonada taza de té.
- Pues invitad a la arribada al salón, ahora mismo - ordenó serena, llevando su rostro hacia uno de sus lados para vislumbrar lejano su reflejo en un pulcro espejo. Se encontraba en perfectas condiciones para recibir a aquella esperada visita. Respiro hondo y se concentro, sabía que el momento de interpretar un nuevo papel estaba a escasos pasos de su presencia.
Irguió su humanidad del sillón apenas vislumbrar la entrada de la dama al salón. Sonrió levemente dando unos pasos hasta acercarse un poco a ella. Su belleza era tan singular, como de retrato estático; clásico pero llamativo pese al correr del tiempo. Aquella blancura casi mortuoria era sin dudas el sello principal de la nacionalidad de la joven. Thorna siempre tuvo un gusto particular hacia la nación rusa, pero no sabia realmente en que radicaba tal predilección. Fugazmente en su cabeza se grabó la idea de indagar al respecto de ese vago tema yaciente en sus pensamientos.
- Finalmente se ha decidido por aparecer, señorita Petrova… - confirió con una voz tranquila a la par que sus ojos observaban aquellas minuciosidades ajenas que la francesa no sabia pasar por alto, era su costumbre analítica la que automáticamente gustaba hacerse con todo detalle exterior de los demás -…Y está en lo cierto, yo soy Thorna Shapplin, quien le ha solicitado presentarse en mi residencia. Usted bien estará al tanto del porqué - adhirió astutamente, como si en cierta forma gustase de imponer la idea de que nada más que aquel asunto en concreto era por qué ella deseaba tener a la rusa allí - Pero antes que nada, por favor tome asiento y no tema en solicitar lo que desee, una taza de té, café o alguna otra bebida que le reconforte - aquellos vocablos amenos también hacían su jugada. La amabilidad era un rasgo importante a la hora de tener la intención de adentrarse en la vida de alguien y Thorna no escatimaría en atenciones para con la bailarina siempre y cuando sus acciones diesen los frutos esperados.
Thorna era una persona muy paciente para ciertos asuntos. Ese frente a sus ojos era uno de ellos.
La residencia Shapplin se destacço siempre en la calle que ha de situarse por dos factores claros, uno de ellos era el esplendor que posee el gran condominio tan solo para una solitaria y tan joven dama parisina y su servidumbre. La otra razón llamativa era la falta de visitas en la residencia, pues contadas eran las veces que se veían carruajes arribar a los labrados portones de hierro de aquella enigmática y silente mansión ¿Pero alguna vez dichas características alzaron alguna ceja ajena? Jamás ¿Por qué? Porque Thorna era una actriz consagrada. Su faceta hipócrita para con las personas que se relacionaba era tan creíble y firme que nadie jamás pondría sus comentarios en tela de juicio. "Una dama joven, inteligente y devota de su Dios, imposible que oculte algo o posea en su interior cualquier sentimiento malicioso" eso pensaba la gente y para la conveniencia de Thorna, todos se equivocaban sin saberlo siquiera.
La luz vespertina se adentraba al salón principal de la casa de techos altos por medio de los inmensos ventanales, adornados por traslucidas y onerosas cortinas que pendían grácilmente de los labrados cortineros de bronce lustrado. Allí, situada en un sillón tapizado en terciopelo tonalidad bordeaux yacía Thorna, silenciosa, acompañada solamente por un libro y una taza de té ya fría y a medio tomar. Sus penetrantes ojos se movían de un lado a otro, deslizándose atentamente sobre las palabras, sobre las frases de aquel escrito que mantenía a la altura de su rostro, sostenido por una de sus delicadas y pequeñas manos. A muchos aquel ambiente misterioso, arropado en sombras y silenciosos les parecería extraño y hasta incómodo, pero la inquisidora estaba tan acostumbrada a la soledad que obligatoriamente debía de someterse por sus labores que en cierta forma encontraba un peculiar deleite en tal sensación. El silencio se había tornado en su vigilante cotidiano, en su invisible compañero de lecturas.
- Señorita Thorna lamento interrumpirla pero ha llegado una visita solicitada por su persona, la señorita Ludimila Petrova - confirió la joven mucama con cierto titubeo en su voz, bien presente tenia que la propietaria no encontraba mucho contento en ser distraída en sus momentos de lectura. Los ópalos de la inquisidora se hicieron con la imagen de su sirvienta por encima del libro que sostenía por unos instantes en los que la joven criada rezaba para sí que nada malo sucediese. Thorna cerró finalmente el libro y lo apoyó lentamente junto a pequeña mesilla a su derecha, donde yacía su abandonada taza de té.
- Pues invitad a la arribada al salón, ahora mismo - ordenó serena, llevando su rostro hacia uno de sus lados para vislumbrar lejano su reflejo en un pulcro espejo. Se encontraba en perfectas condiciones para recibir a aquella esperada visita. Respiro hondo y se concentro, sabía que el momento de interpretar un nuevo papel estaba a escasos pasos de su presencia.
Irguió su humanidad del sillón apenas vislumbrar la entrada de la dama al salón. Sonrió levemente dando unos pasos hasta acercarse un poco a ella. Su belleza era tan singular, como de retrato estático; clásico pero llamativo pese al correr del tiempo. Aquella blancura casi mortuoria era sin dudas el sello principal de la nacionalidad de la joven. Thorna siempre tuvo un gusto particular hacia la nación rusa, pero no sabia realmente en que radicaba tal predilección. Fugazmente en su cabeza se grabó la idea de indagar al respecto de ese vago tema yaciente en sus pensamientos.
- Finalmente se ha decidido por aparecer, señorita Petrova… - confirió con una voz tranquila a la par que sus ojos observaban aquellas minuciosidades ajenas que la francesa no sabia pasar por alto, era su costumbre analítica la que automáticamente gustaba hacerse con todo detalle exterior de los demás -…Y está en lo cierto, yo soy Thorna Shapplin, quien le ha solicitado presentarse en mi residencia. Usted bien estará al tanto del porqué - adhirió astutamente, como si en cierta forma gustase de imponer la idea de que nada más que aquel asunto en concreto era por qué ella deseaba tener a la rusa allí - Pero antes que nada, por favor tome asiento y no tema en solicitar lo que desee, una taza de té, café o alguna otra bebida que le reconforte - aquellos vocablos amenos también hacían su jugada. La amabilidad era un rasgo importante a la hora de tener la intención de adentrarse en la vida de alguien y Thorna no escatimaría en atenciones para con la bailarina siempre y cuando sus acciones diesen los frutos esperados.
Thorna era una persona muy paciente para ciertos asuntos. Ese frente a sus ojos era uno de ellos.
Thorna Shapplin1- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/02/2012
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Re: Visitando a una misteriosa dama [Privado]
-Discúlpeme-respondió rápidamente la rusa, ya que tomar esa decisión le había tomado varios días-pero estaba ocupada con mis clases-esta sonrió levemente para secundar su mentira piadosa.
Y el simple hecho de estar ahí sin que lo supiera Aurelia le dolía en lo más hondo de su alma, pero una vez más la curiosidad le podía.
Ludimila paso a tomar asiento e el sofá, se arreglo bien las faldas y se permitió curiosear la estancia con una mirada.
-Un té verde estaría bien, gracias-sonrió de manera dulce- oh si, usted me informo bien en la nota-Ludimila miro un poco más alla, a ver si lograba encontrar algún rastro de una infante, pero la verdad es que aquella casa era muy seria y fría para que ahí viviese o hubiese rastros de una niña pequeña, se notaba el lujo y el nivel económico de la mujer, pero todo era un su justa medida, esos pensamientos de repente le llevaron a imaginarse su nueva casa, ella no escatimaría en gastos y tenia muy claro que todo seria alegre y colorido ¡con muchas flores!
-Bien ¿donde esta esa dulce niña a la que debo de enseñar el arte de la danza?-Ludimila se froto las manos, gesto algo inadecuado del que no se había desprendido aun, costaba tanto dejar atrás las costumbres-Necesito conocer bien a mis futuros alumnos, así habrá mayor compenetración y sabre que método le viene mejor-acto seguido volvió a sonreír...¿desde cuando se desenvolvía con tanto desparpajo? Y ni siquiera sabia de donde se había sacado esta estupidez de los métodos, pero en el fondo, se sintió muy satisfecha consigo misma, al menos, si la mujer le veía con seguridad, no tardaría en confiar en ella, oh, poco a poco, iba labrándose el camino de la fama, eso le alegro bastante, el dolor por el engaño poco a poco iba disipándose....
Y el simple hecho de estar ahí sin que lo supiera Aurelia le dolía en lo más hondo de su alma, pero una vez más la curiosidad le podía.
Ludimila paso a tomar asiento e el sofá, se arreglo bien las faldas y se permitió curiosear la estancia con una mirada.
-Un té verde estaría bien, gracias-sonrió de manera dulce- oh si, usted me informo bien en la nota-Ludimila miro un poco más alla, a ver si lograba encontrar algún rastro de una infante, pero la verdad es que aquella casa era muy seria y fría para que ahí viviese o hubiese rastros de una niña pequeña, se notaba el lujo y el nivel económico de la mujer, pero todo era un su justa medida, esos pensamientos de repente le llevaron a imaginarse su nueva casa, ella no escatimaría en gastos y tenia muy claro que todo seria alegre y colorido ¡con muchas flores!
-Bien ¿donde esta esa dulce niña a la que debo de enseñar el arte de la danza?-Ludimila se froto las manos, gesto algo inadecuado del que no se había desprendido aun, costaba tanto dejar atrás las costumbres-Necesito conocer bien a mis futuros alumnos, así habrá mayor compenetración y sabre que método le viene mejor-acto seguido volvió a sonreír...¿desde cuando se desenvolvía con tanto desparpajo? Y ni siquiera sabia de donde se había sacado esta estupidez de los métodos, pero en el fondo, se sintió muy satisfecha consigo misma, al menos, si la mujer le veía con seguridad, no tardaría en confiar en ella, oh, poco a poco, iba labrándose el camino de la fama, eso le alegro bastante, el dolor por el engaño poco a poco iba disipándose....
Ludimila- Humano Clase Media
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Re: Visitando a una misteriosa dama [Privado]
Thorna era una dama que no gustaba mucho de ser apresurada, si fuese por ella todo en el mundo se haría a su ritmo, a su completo antojo temporal, pero era muy consciente –sobre todo a la hora de tratar con otras personas- de que sus avances podrían enlentecerse u adelantarse dependiendo los intereses ajenos. Sonrió levemente al escuchar las palabras de aquella mujer tan peculiar, en su mente no le era difícil anexar los cabos sueltos que le indicaban por qué el enigmático Adso se había fijado en ella.
Hizo un leve gesto para que una de las empleadas de la casa fuese por la infusión solicitada y de paso generar la privacidad necesaria para dirigirse hacia la rusa con mayor comodidad. Los pasos de Thorna eran lentos y serenos, con su peculiar gracia se paseaba sigilosamente dentro de aquella inmensa sala de estar donde yacía junto a su arribada compañía. Su vestido de tonalidad beige rozaba suavemente el tapizado bordeux del suelo que los tacones de sus zapatos palpaban con firmeza paso a paso.
- Ella no ha llegado aún, lo hará en un par de días. Es la hija de mi hermana mayor, quien por problemas de salud de su esposo me encomendara a la infante por una temporada. Y ella ama la danza, por eso mismo debo tenerla entretenida y al mismo tiempo bajo el entrenamiento de alguien sumamente capaz como usted, señorita Petrova - una leve sonrisa enmarcó a la perfección los comentarios falsos de la inquisidora quien no tenía siquiera familiar alguno en verdad como para creer internamente en aquella vil mentira que su exterior proyectaba con tanta perfección. Si tenia a la rusa presente ni mas ni menos que en su propia casa era para generar un relacionamiento con ella, ir adentrándola en su mundo ficticio para luego poder ingresar a la realidad de ella y desde allí comenzar a manipular los hilos que harían en algún momento que el inepto inquisidor condenado cayera bajo su mando sin importar lo que le fuese encomendado. Las emociones son un conjunto exquisito para manejar a otros de forma despiadada pero conveniente y Thorna sabía mucho de eso, por ello tenía allí a la pieza clave para poner en jaque al vampiro. No hacia falta ninguna estaca, la francesa ya había encontrado la forma de dañarle mas directamente que cualquier tortura física existente.
- Prometo la conocerá pronto. Ella estará tan ansiosa como usted de comenzar cuanto antes… Mientras tanto me gustaría saber un poco más de usted, comprenderá deseo lo mejor para mi sobrina y me es fundamental estar al tanto de quien llevará adelante su tutela de danza - aquella solicitud llevaba por cometido recaudar mas información o por lo menos pretender hacerlo, ya que Thorna estaba completamente al tanto de quien era Ludimila, de que hacia, cuando lo hacia y con quien. Sus informantes se habían encargado de vigilarla por un largo tiempo pero era necesario simular aquel interés para no levantar sospecha alguna sino ¿Cómo explicaría la inquisidora saber tanto de la bailarina sin siquiera haberlo preguntado? No dejaba cabo suelto alguno, el excelso accionar era una de sus características principales a la hora de generar sus cometidos.
El té finalmente llegó y le fue acercado a la rusa por la joven empleada que traía la taza de porcelana apoyada en una bandeja de plata labrada y con un brillo pulcro. Su patrona sonrió amenamente, como si en silencio agradeciera el gesto de servir la infusión para la visita con prisa. Thorna tomó asiento y posó su singular mirada sobre aquella dama que merecía su atención o por lo menos eso debía de aparentar para que todo siguiese su curso, para que todo se diese como ella realmente deseaba.
Hizo un leve gesto para que una de las empleadas de la casa fuese por la infusión solicitada y de paso generar la privacidad necesaria para dirigirse hacia la rusa con mayor comodidad. Los pasos de Thorna eran lentos y serenos, con su peculiar gracia se paseaba sigilosamente dentro de aquella inmensa sala de estar donde yacía junto a su arribada compañía. Su vestido de tonalidad beige rozaba suavemente el tapizado bordeux del suelo que los tacones de sus zapatos palpaban con firmeza paso a paso.
- Ella no ha llegado aún, lo hará en un par de días. Es la hija de mi hermana mayor, quien por problemas de salud de su esposo me encomendara a la infante por una temporada. Y ella ama la danza, por eso mismo debo tenerla entretenida y al mismo tiempo bajo el entrenamiento de alguien sumamente capaz como usted, señorita Petrova - una leve sonrisa enmarcó a la perfección los comentarios falsos de la inquisidora quien no tenía siquiera familiar alguno en verdad como para creer internamente en aquella vil mentira que su exterior proyectaba con tanta perfección. Si tenia a la rusa presente ni mas ni menos que en su propia casa era para generar un relacionamiento con ella, ir adentrándola en su mundo ficticio para luego poder ingresar a la realidad de ella y desde allí comenzar a manipular los hilos que harían en algún momento que el inepto inquisidor condenado cayera bajo su mando sin importar lo que le fuese encomendado. Las emociones son un conjunto exquisito para manejar a otros de forma despiadada pero conveniente y Thorna sabía mucho de eso, por ello tenía allí a la pieza clave para poner en jaque al vampiro. No hacia falta ninguna estaca, la francesa ya había encontrado la forma de dañarle mas directamente que cualquier tortura física existente.
- Prometo la conocerá pronto. Ella estará tan ansiosa como usted de comenzar cuanto antes… Mientras tanto me gustaría saber un poco más de usted, comprenderá deseo lo mejor para mi sobrina y me es fundamental estar al tanto de quien llevará adelante su tutela de danza - aquella solicitud llevaba por cometido recaudar mas información o por lo menos pretender hacerlo, ya que Thorna estaba completamente al tanto de quien era Ludimila, de que hacia, cuando lo hacia y con quien. Sus informantes se habían encargado de vigilarla por un largo tiempo pero era necesario simular aquel interés para no levantar sospecha alguna sino ¿Cómo explicaría la inquisidora saber tanto de la bailarina sin siquiera haberlo preguntado? No dejaba cabo suelto alguno, el excelso accionar era una de sus características principales a la hora de generar sus cometidos.
El té finalmente llegó y le fue acercado a la rusa por la joven empleada que traía la taza de porcelana apoyada en una bandeja de plata labrada y con un brillo pulcro. Su patrona sonrió amenamente, como si en silencio agradeciera el gesto de servir la infusión para la visita con prisa. Thorna tomó asiento y posó su singular mirada sobre aquella dama que merecía su atención o por lo menos eso debía de aparentar para que todo siguiese su curso, para que todo se diese como ella realmente deseaba.
Thorna Shapplin1- Inquisidor Clase Alta
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Re: Visitando a una misteriosa dama [Privado]
El saber que la criaturita aun no se encontraba en el lugar , decepciono levemente a la rusa, y es que tenia un inexplicable afecto por los niños, tal vez porque en el fondo ella tenia muchas cosas en comun, siempre tan sinceros e inocentes, sin ningun miedo de confesar lo que piensan.Otro motivo, pero más profundo podria ser qué, anhelaba estar al cuidado de uno, más el destino que habia elegido ella no era nada propicio para abrazar la maternidad.
-Vaya, que pena-se lamento la rusa, arrugando levemente los labios. No debia ser exagerada ya que quedaria bastante desagradable y una dama no podia mostrar tales gestos ante la sociedad, más si estuviera en una reunion más informal y relajada, no tendria reparo en dejar fluir sus exagerados y dinamicos gestos. Se hundio levemente en su asiento y giro la mirada cuando la criada traia la infusión-Gracias-respondio esta, dedicandole una amplia sonrisa a la muchacha.
Pero bueno, no lo estaba haciendo tan mal, después de todo, a pesar de que le costara quedarse estatica y con un porte majestuoso.
Ludimila abrio sorprendida los ojos ante la pregunta de la francesa....¿Contar quien era ella? La rusa titubeo levemente y le dio un sorbo a su té, se humedecio los labios ¿Como reaccionaria la dama al confesarle que su origen era de los más humildes?No tenia porque ser tan horrible, ya que no parecia ser de la más rancia aristocracia y pese a quien le pese, los tiempos habian cambiado, ahora lideraban los burgüeses y todos tenian una minima oportunidad de prosperar....Excepto en la arcaica Rusia, pero por suerte, ahora se encontraba en la más liberal Francia.
-No le mentire mi señora-dejo la taza de té sobre el platillo, sujetandolo con evidente gracia-Mi apellido no proviene de ninguna gran familia, si no de una bastante pequeña y...humilde-vocalizo con cierto temor-solo que tuve suerte en ser apadrinada por una excelente y afamada ex bailarina, se apiado de mi...y aqui estoy, los demás detalles se los debe imaginar, fui prosperando con el baile y con el dinero que fui ahorrando llegue a Paris-suspiro, sintiendose mejor al haberle soltado todas las palabras que tenia que decir, volvio a tomar un poco de té, era bueno, pero sin duda, los rusos sabian prepararlo mejor.
Después de esto, se dedico de nuevo a observar la habitación, si se tratara de otra mujer, se cuestionaria esta vez la ausencia masculina en la casa y porque la señorita Shapplin estaba soltera, pero se trataba de Ludimila y esos temas no le quitaban el sueño, teniendo 25 años y aun sin desposar...
-Por cierto-comento esta arbitrareamente, fijando sus ojos violetas sobre la tela beige-me encanta su vestido¿Donde lo ha conseguido? Es...es elegante a la par que discreto...le sienta como un guante mi señora.
-Vaya, que pena-se lamento la rusa, arrugando levemente los labios. No debia ser exagerada ya que quedaria bastante desagradable y una dama no podia mostrar tales gestos ante la sociedad, más si estuviera en una reunion más informal y relajada, no tendria reparo en dejar fluir sus exagerados y dinamicos gestos. Se hundio levemente en su asiento y giro la mirada cuando la criada traia la infusión-Gracias-respondio esta, dedicandole una amplia sonrisa a la muchacha.
Pero bueno, no lo estaba haciendo tan mal, después de todo, a pesar de que le costara quedarse estatica y con un porte majestuoso.
Ludimila abrio sorprendida los ojos ante la pregunta de la francesa....¿Contar quien era ella? La rusa titubeo levemente y le dio un sorbo a su té, se humedecio los labios ¿Como reaccionaria la dama al confesarle que su origen era de los más humildes?No tenia porque ser tan horrible, ya que no parecia ser de la más rancia aristocracia y pese a quien le pese, los tiempos habian cambiado, ahora lideraban los burgüeses y todos tenian una minima oportunidad de prosperar....Excepto en la arcaica Rusia, pero por suerte, ahora se encontraba en la más liberal Francia.
-No le mentire mi señora-dejo la taza de té sobre el platillo, sujetandolo con evidente gracia-Mi apellido no proviene de ninguna gran familia, si no de una bastante pequeña y...humilde-vocalizo con cierto temor-solo que tuve suerte en ser apadrinada por una excelente y afamada ex bailarina, se apiado de mi...y aqui estoy, los demás detalles se los debe imaginar, fui prosperando con el baile y con el dinero que fui ahorrando llegue a Paris-suspiro, sintiendose mejor al haberle soltado todas las palabras que tenia que decir, volvio a tomar un poco de té, era bueno, pero sin duda, los rusos sabian prepararlo mejor.
Después de esto, se dedico de nuevo a observar la habitación, si se tratara de otra mujer, se cuestionaria esta vez la ausencia masculina en la casa y porque la señorita Shapplin estaba soltera, pero se trataba de Ludimila y esos temas no le quitaban el sueño, teniendo 25 años y aun sin desposar...
-Por cierto-comento esta arbitrareamente, fijando sus ojos violetas sobre la tela beige-me encanta su vestido¿Donde lo ha conseguido? Es...es elegante a la par que discreto...le sienta como un guante mi señora.
Ludimila- Humano Clase Media
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Re: Visitando a una misteriosa dama [Privado]
Aunque no esperaba en absoluto que aquello sucediese, la charla de la francesa con la bailarina comenzó a despertar en Thorna una sensación casi relajante, algo así como si con la rusa la inquisidora pudiese darse el lujo de “descontracturar” todo lo que debía aparentar por el bien de sus planes. La casi pálida dama de cabellos oscuros y cabello ondeado era casi como una brisa de aire fresco para su contempladora, caracterizada por su siempre impecable y estructurado porte
- No existe tanta piedad en el mundo señorita, creo sería mejor pensar que su mentora vio potencial en usted… Y al parecer no se equivoco - comentó serena a la par que mantenía aquella leve curvatura de labios en su delicado rostro, máscara de toda verdad que transitaba en su interior, sitio completamente contrastante con lo que Thorna era para sus afueras.
Sutilmente los rasgados orbes de la francesa observaron por encima de su hombro uno de los grandes ventanales que permitían el ingreso de luz a la sala. El Sol lentamente comenzaba a despedirse una vez más, nada fuera de lo común salvo para Thorna, consciente de que aquel atardecer traería consigo algo que podría serle de mucho beneficio más del que ella misma imaginaría. Solo debía entretener a su invitada unos momentos más, solo un poco más.
- Muchas gracias. No soy gran conocedora de las modas vanguardistas en la capital, siempre he optado por algo sobrio, la extravagancia la dejo para otras damas - la francesa rio delicadamente y no por la gracia de su comentario, sino porque en su mente pensaba que tenia extravagancia suficiente en su vida como para implementarla a su vestuario - Si gusta en unos momentos podría enseñarle algunos otros vestidos, tal vez encuentre alguno de su gusto y desee hacerlo suyo - la amabilidad a flor de piel, eso era Thorna cuando su intención era endulzar a sus presas, sin embargo nada caía en lo exagerado pues la inquisidora no era ninguna tonta y si ella tenia la capacidad de desconfiar ante tanta bondad ¿Por qué no lo harían los otros? La subestimación no era una carta a presentarse en su juego.
- Yo me críe en las afueras de París, y si bien mi familia no era las más humildes de todas, trabajaron muchísimo para merecer ciertas cosas. No puedo negar que me ha ido bien en la vida también, ojala pudiese compartirlo con ellos hoy en día… - vocablos precisos, impregnados con la dosis exacta de fragilidad, de apertura emocional hacia la extraña para que ésta creyese que la francesa deseaba entrar en confianza, mostrarse más humana y no como una futura empleadora rígida e inaccesible.
Thorna observaba a su acompañante mientras anhelaba el paso de los minutos, cada vez faltaba menos… Mucho menos para aquello que tanto ansiaba presenciar con sus atentos ojos.
- No existe tanta piedad en el mundo señorita, creo sería mejor pensar que su mentora vio potencial en usted… Y al parecer no se equivoco - comentó serena a la par que mantenía aquella leve curvatura de labios en su delicado rostro, máscara de toda verdad que transitaba en su interior, sitio completamente contrastante con lo que Thorna era para sus afueras.
Sutilmente los rasgados orbes de la francesa observaron por encima de su hombro uno de los grandes ventanales que permitían el ingreso de luz a la sala. El Sol lentamente comenzaba a despedirse una vez más, nada fuera de lo común salvo para Thorna, consciente de que aquel atardecer traería consigo algo que podría serle de mucho beneficio más del que ella misma imaginaría. Solo debía entretener a su invitada unos momentos más, solo un poco más.
- Muchas gracias. No soy gran conocedora de las modas vanguardistas en la capital, siempre he optado por algo sobrio, la extravagancia la dejo para otras damas - la francesa rio delicadamente y no por la gracia de su comentario, sino porque en su mente pensaba que tenia extravagancia suficiente en su vida como para implementarla a su vestuario - Si gusta en unos momentos podría enseñarle algunos otros vestidos, tal vez encuentre alguno de su gusto y desee hacerlo suyo - la amabilidad a flor de piel, eso era Thorna cuando su intención era endulzar a sus presas, sin embargo nada caía en lo exagerado pues la inquisidora no era ninguna tonta y si ella tenia la capacidad de desconfiar ante tanta bondad ¿Por qué no lo harían los otros? La subestimación no era una carta a presentarse en su juego.
- Yo me críe en las afueras de París, y si bien mi familia no era las más humildes de todas, trabajaron muchísimo para merecer ciertas cosas. No puedo negar que me ha ido bien en la vida también, ojala pudiese compartirlo con ellos hoy en día… - vocablos precisos, impregnados con la dosis exacta de fragilidad, de apertura emocional hacia la extraña para que ésta creyese que la francesa deseaba entrar en confianza, mostrarse más humana y no como una futura empleadora rígida e inaccesible.
Thorna observaba a su acompañante mientras anhelaba el paso de los minutos, cada vez faltaba menos… Mucho menos para aquello que tanto ansiaba presenciar con sus atentos ojos.
Thorna Shapplin1- Inquisidor Clase Alta
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Re: Visitando a una misteriosa dama [Privado]
-Créame que fue suerte-rebatió la rusa sin ningún reparo-Vera, por aquella época yo entre a servir a una familia de San Petersburgo y acompañaba a la pequeña a sus clases de danza. Yo soy muy inquieta, como habrá podido observar-una espontanea sonrisa ilumino su rostro, si es que, ella era la improvisación en persona-así que me limitaba a repetir los movimientos en las sombras, hasta que un día, armada de valor y algo de temeridad- acentuó la joven, ya que, aquel atrevimiento que realizo en aquella época bien le pudo valer unos azotes por parte de la señora de la casa- me lance a la pista, captando la atención de la maestra-suspiro-ya el resto es historia.
O tal vez fue gracias al arrojo que demostró Ludimila...¿qué seria de ella ahora? El solo pensarlo le producía un sarpullido, no, no estaba hecha para limpiar, cocinar y seguir las ordenes de un amo, vestir andrajos y envejecer sin pena ni gloria, ella consideraba que había nacido para brillar y tocar el cielo.
-Oh no-se ruborizo ante la propuesta de la francesa-es usted muy amable, pero no puedo aceptarlo....-comento con rapidez-y seguramente son todos hermosos...-más ahora con Aurelia no necesitaba de otra persona, ella le proporcionaba las más bellas telas y, seguramente esta se sentiría ofendida por aceptar regalos de un desconocido, además de que, le había mentido, Ludimila trago saliva -¡Más estaré encantada de verlos! ¡Enseñemelos por favor!.
Por su parte, Ludimila amaba toda clase de prendas. Cierto que no solía vestir muy sobria y prefería colores vivos y vestidos de cortes muy vistosos, juveniles y a la moda. Ahora con su nueva adquirida posición podía satisfacer su vano capricho de enfundarse en un elegante y fino vestido sin sufrir un ataque cardíaco por el valor de este.
La rusa escucho atentamente las ultimas palabras de Thorna. Su rostro se serenó y adquirió un matiz serio, ya que la francesa estaba refiriéndose a sus familiares más cercanos ya no presentes, un hecho triste y descorazonador que Ludimila conocía perfectamente , aunque ella no los hubiera perdido. Bueno, en realidad nada sabia de ellos y seguramente ya habrían pasado a mejor vida.
-Lo siento mucho-murmuro esta con suavidad y respeto-Sus esfuerzos no habrán sido en vano y estarán más tranquilos, donde quieran que se hallen, habiendo dejado a su hija un buen legado-prosiguió, con sinceridad.
No añadió nada de matiz cristiano, simplemente, porque Thorna seria católica o en su defecto protestante, y ella era ortodoxa.
O tal vez fue gracias al arrojo que demostró Ludimila...¿qué seria de ella ahora? El solo pensarlo le producía un sarpullido, no, no estaba hecha para limpiar, cocinar y seguir las ordenes de un amo, vestir andrajos y envejecer sin pena ni gloria, ella consideraba que había nacido para brillar y tocar el cielo.
-Oh no-se ruborizo ante la propuesta de la francesa-es usted muy amable, pero no puedo aceptarlo....-comento con rapidez-y seguramente son todos hermosos...-más ahora con Aurelia no necesitaba de otra persona, ella le proporcionaba las más bellas telas y, seguramente esta se sentiría ofendida por aceptar regalos de un desconocido, además de que, le había mentido, Ludimila trago saliva -¡Más estaré encantada de verlos! ¡Enseñemelos por favor!.
Por su parte, Ludimila amaba toda clase de prendas. Cierto que no solía vestir muy sobria y prefería colores vivos y vestidos de cortes muy vistosos, juveniles y a la moda. Ahora con su nueva adquirida posición podía satisfacer su vano capricho de enfundarse en un elegante y fino vestido sin sufrir un ataque cardíaco por el valor de este.
La rusa escucho atentamente las ultimas palabras de Thorna. Su rostro se serenó y adquirió un matiz serio, ya que la francesa estaba refiriéndose a sus familiares más cercanos ya no presentes, un hecho triste y descorazonador que Ludimila conocía perfectamente , aunque ella no los hubiera perdido. Bueno, en realidad nada sabia de ellos y seguramente ya habrían pasado a mejor vida.
-Lo siento mucho-murmuro esta con suavidad y respeto-Sus esfuerzos no habrán sido en vano y estarán más tranquilos, donde quieran que se hallen, habiendo dejado a su hija un buen legado-prosiguió, con sinceridad.
No añadió nada de matiz cristiano, simplemente, porque Thorna seria católica o en su defecto protestante, y ella era ortodoxa.
Ludimila- Humano Clase Media
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Re: Visitando a una misteriosa dama [Privado]
En el preciso instante en que Thorna abandonó la comodidad de su asiento con intención de guiar a su especial invitada a la habitación que utilizaba como vestidor pudo notar dos cosas automáticamente sin siquiera manifestarlo; la presencia de una de sus sirvientas ante el pórtico de la sala donde la visita se encontraba, y la ausencia total de Sol en las afueras. Thorna sonrió mientras su hogar comenzaba lentamente a ser iluminado por el llamear de las innumerables lámparas de aceite que se encontraban estratégicamente dispuestas dentro de su morada. La inquisidora pasaba noches enteras analizando documentos, por lo que siempre solicitaba una iluminación óptima cual fuese el sitio dentro de su residencia que se encontrase.
- Espero no sea molestia, pero antes de enseñarle los ropajes comentados debo atender un pequeño recado, no tardaré señorita Petrova. Disfrute su taza de té mientras tanto - la francesa sonrió amablemente y sin más se dirigió al pórtico donde su empleada le susurro un par de palabras al oído. Thorna observó por encima de su hombro a la bailarina y sin poder evitarlo, una sonrisa casi maliciosa se plasmo en su rostro momentáneamente. La hora del esperado encuentro había llegado.
Tras unos contados pasos la dueña de casa se detuvo en el recibidor de su bien decorada residencia, aguardando así la guiada entrada de sus empleados desde los portones hasta aquel lugar donde la nueva visita arribada debía aparecer, ni más ni menos que frente a su ansiosa anfitriona, quien golpeteaba los dedos de su mano derecha sobre la abultada falda que le revestía sobriamente.
Numerosas fueron las jornadas en las que Thorna había centrado su atención en aquel condenado. Tal vez todo nació bajo la llamativa forma en que él trabajaba y que su superiora no dejo pasar por alto. La razón no era ciertamente específica, pero desde ese momento la inquisidora se había empecinado en encontrar algún hilillo, cierto conductor que le dirigiese directo a cualquier sitio delicado en la vida del vástago. Así fue que atando cabos sueltos de forma sumamente paciente, Thorna llegó hasta la simpática Ludimila, quien parecía mantener cierto lazo emocional con el vampiro. La francesa relamió sus labios mientras se cuestionaba si la rusa estaba al tanto de la naturaleza aterradora de su estimado. De no estarlo, la bibliotecaria ya tenía sobre sus dedos un nuevo hilo del cual jalar para alcanzar su objetivo; conseguir total dominio del condenado en cuestión.
La batalla con la Iglesia cada vez estaba más cerca y los aliados eran solicitados con urgencia, incluso contra su propia voluntad.
- Espero no sea molestia, pero antes de enseñarle los ropajes comentados debo atender un pequeño recado, no tardaré señorita Petrova. Disfrute su taza de té mientras tanto - la francesa sonrió amablemente y sin más se dirigió al pórtico donde su empleada le susurro un par de palabras al oído. Thorna observó por encima de su hombro a la bailarina y sin poder evitarlo, una sonrisa casi maliciosa se plasmo en su rostro momentáneamente. La hora del esperado encuentro había llegado.
Tras unos contados pasos la dueña de casa se detuvo en el recibidor de su bien decorada residencia, aguardando así la guiada entrada de sus empleados desde los portones hasta aquel lugar donde la nueva visita arribada debía aparecer, ni más ni menos que frente a su ansiosa anfitriona, quien golpeteaba los dedos de su mano derecha sobre la abultada falda que le revestía sobriamente.
Numerosas fueron las jornadas en las que Thorna había centrado su atención en aquel condenado. Tal vez todo nació bajo la llamativa forma en que él trabajaba y que su superiora no dejo pasar por alto. La razón no era ciertamente específica, pero desde ese momento la inquisidora se había empecinado en encontrar algún hilillo, cierto conductor que le dirigiese directo a cualquier sitio delicado en la vida del vástago. Así fue que atando cabos sueltos de forma sumamente paciente, Thorna llegó hasta la simpática Ludimila, quien parecía mantener cierto lazo emocional con el vampiro. La francesa relamió sus labios mientras se cuestionaba si la rusa estaba al tanto de la naturaleza aterradora de su estimado. De no estarlo, la bibliotecaria ya tenía sobre sus dedos un nuevo hilo del cual jalar para alcanzar su objetivo; conseguir total dominio del condenado en cuestión.
La batalla con la Iglesia cada vez estaba más cerca y los aliados eran solicitados con urgencia, incluso contra su propia voluntad.
Thorna Shapplin1- Inquisidor Clase Alta
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