AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
La dama y el cazador (Privado)
2 participantes
Página 1 de 1.
La dama y el cazador (Privado)
Me alise la falda del vestido con mis manos de suave porcelana, me atuse y ahueque el cabello como hacia cada noche después de la caza, me mire en el espejo roto del basto tocador y recogí mi parasol nuevo, que jamas llegaría a estrenar, cerré la portezuela de la habitación dejando un bulto uniforme y sin vida en la cama.
Baje las desvencijadas escaleras con parsimonia y lentamente, observe que según bajaba, los hombres me lanzaban lascivas miradas cortadas en algunos casos por las miradas de envidia de sus acompañantes femeninas. Llegue al piso inferior y sin detenerme a buscar ninguna presa nueva, me dirigí al la barra.
-Perdonad el estropicio de arriba- dije señalando con el dedo al piso superior-prometo que la próxima vez intentare ser mas...pulcra-mientras deje disimuladamente un saquito de monedas frente a ella, que inmediatamente se guardo.
-No diga eso Mademioselle-respondió la posadera en un susurro-mis chicas estarán encantadas de limpiarlo todo-dijo mirando a una de ellas, que inmediatamente desapareció escaleras arriba llevando un cubo de agua con una mopa y trapos-¿Que le apetece esta noche? Un burdeos, cava, champagne...
-¿Que tal un blanco? estoy un poco "saturada de los tintos" esta noche- dije soltando una risita cortes.
Ella saco una botella de debajo del mostrador lleno un copa y me la sirvió.
De repente un ráfaga de viento se colo por la puerta que alguien había abierto, distinguí una silueta y lo que mas me llamo la atención fue una cruz de plata de se balanceaba tras la espalda del hombre, estaba colgada de la punta de un arma, me pareció un rifle cuando el hombre entro y su silueta paso a ser iluminada.
Dirigió una mirada a toda la taberna y avanzo hasta la barra, la posadera fue a servirle pero la paré del brazo- No te deshagas de el, me interesa- luego la solté.
Ella con gesto de confusión se acerco al hombre-¿Que va a ser mesier?-dijo sin mirarle mientras pasaba un trapo por la barra para eliminar restos de bebidas que algún comensal hubiera derramado.
Baje las desvencijadas escaleras con parsimonia y lentamente, observe que según bajaba, los hombres me lanzaban lascivas miradas cortadas en algunos casos por las miradas de envidia de sus acompañantes femeninas. Llegue al piso inferior y sin detenerme a buscar ninguna presa nueva, me dirigí al la barra.
-Perdonad el estropicio de arriba- dije señalando con el dedo al piso superior-prometo que la próxima vez intentare ser mas...pulcra-mientras deje disimuladamente un saquito de monedas frente a ella, que inmediatamente se guardo.
-No diga eso Mademioselle-respondió la posadera en un susurro-mis chicas estarán encantadas de limpiarlo todo-dijo mirando a una de ellas, que inmediatamente desapareció escaleras arriba llevando un cubo de agua con una mopa y trapos-¿Que le apetece esta noche? Un burdeos, cava, champagne...
-¿Que tal un blanco? estoy un poco "saturada de los tintos" esta noche- dije soltando una risita cortes.
Ella saco una botella de debajo del mostrador lleno un copa y me la sirvió.
De repente un ráfaga de viento se colo por la puerta que alguien había abierto, distinguí una silueta y lo que mas me llamo la atención fue una cruz de plata de se balanceaba tras la espalda del hombre, estaba colgada de la punta de un arma, me pareció un rifle cuando el hombre entro y su silueta paso a ser iluminada.
Dirigió una mirada a toda la taberna y avanzo hasta la barra, la posadera fue a servirle pero la paré del brazo- No te deshagas de el, me interesa- luego la solté.
Ella con gesto de confusión se acerco al hombre-¿Que va a ser mesier?-dijo sin mirarle mientras pasaba un trapo por la barra para eliminar restos de bebidas que algún comensal hubiera derramado.
Kairi Ireland- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 11/04/2013
Edad : 31
Localización : En mi mansión oscura
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La dama y el cazador (Privado)
El traqueteo del coche de caballos resultaba incesante, casi monótono. El repiqueteo de los cascos herrados de los caballos contra los adoquines de la antigua calzada medieval de París resonaba en los oídos de los pasajeros que transportaban en el interior del vehículo.
Los rayos de la tarde se colaban a través de los cortinajes rojos que habían mantenido a los pasajeros cómodos con la iluminación durante el largo viaje desde el puerto de Calais, sumiendo a varios de ellos en un letárgico sueño del que comenzaban a despertar con el final de la última etapa de su viaje hacia la capital francesa.
Uno a uno, los pasajeros fueron bajando del carromato y recogiendo sus respectivos equipajes. Algunos eran habituales en el uso de aquel servicio e intercambiaron palabras amistosas con el cochero, que parecía mucho más cansado y tenso de lo que era habitual, antes de perderse por las estrechas calles de la ciudad mientras las últimas luces de la tarde desaparecían en el horizonte y las sombras de la noche reclamaban su lugar en el mundo.
El cochero suspiró aliviado cuando el último de sus parroquianos bajó del coche y se alejó entre las sombras. Pierre Bourielle llevaba más de veinte años guiando aquel carro de caballos por la campiña y los pequeños pueblos de Francia pero nunca había tenido un viaje tan estresante como aquel. Las manos le sudaban sobre las bridas y sus ojos se dirigían involuntariamente hacia la oscuridad que salpicaba los rincones oscuros de las mal iluminadas calles. Jamás le había tenido tanto miedo a la oscuridad como aquella noche…y la culpa de todo la tenía el único pasajero que permanecía sentado en el coche, bajo su sombrero de ala ancha negro y la pesada gabardina oscura.
En silencio, casi como un elemento más del carruaje, con los brazos enguantados cruzados sobre el pecho y su gran maleta a los pies. Aquel hombre no había hablado con ninguno de los pasajeros durante todo el viaje, fingiendo dormir mientras sus ojos escudriñaban cada detalle y sus oídos captaban las conversaciones que habían mantenido sus clientes durante el largo viaje. Aquellos ojos, oscuros y penetrantes lo miraban a el ahora. A pesar de las cortinas Pierre los sentía clavados en su nuca como un cuchillo afilado, contando cada gota de sudor que caía por su nuca hasta perderse en el cuello del abrigo.
Finalmente se detuvieron, bajo la luz de un farol, como un minúsculo foco que les iluminara a ellos. Pierre espero a que su pasajero de negro se bajara del vehículo lentamente con su maleta en un brazo. Sus ojos escudriñaron rápidamente la oscuridad, calculadores y fríos como el acero de un cuchillo e igual de letales. Volvió la mirada hacia el cochero y este miro a ambos lados de la calle nocturna para asegurarse de que nadie le miraba antes de sacar de debajo del asiento el largo rifle Winchester que los amigos de aquel hombre le habían pagado para que escondiera bajo su asiento. Había recibido un buen incentivo por aquello y no quería que ninguna fuerza del orden de París lo detuviera a él y menos aún que se acercaran a su peligroso pasajero.
Era un arma mortífera, sin duda, de gran calidad y con elaborados grabados en el cañón plateado. La culata de roble parecía reforzada con acero y una pequeña cruz de plata colgaba de una cadena sujeta bajo el cañón. A pesar de la gorra, ahora, a la luz del farol, el tipo resultaba bien parecido. Rostro apuesto, barbilla cuadrada y el largo pelo negro recogido en una coleta tras la nuca.
El hombre alargó la mano y tomó el arma con naturalidad de las temblorosas manos de Pierre. Con gesto resuelto se la colgó al hombro. Pierre no preguntó para que la quería ni que había venido a hacer allí y aquel hombre recompenso su discreción con unos relucientes Francos.
Pierre cogió la bolsa y fustigó rápidamente a sus caballos para que se movieran. No tenía interés en seguir relacionándose con aquel hombre mucho más. ¿Quién era? ¿De dónde venía? ¿A qué se dedicaba? Estaba seguro de que aquel sujeto tendría papeles e influencias como para hacerse pasar por cualquier cosa así que dejó a un lado sus preguntas y se concentró en conducir a sus animales hacia casa.
No era seguro salir solo en París de noche. Las calles se estaban volviendo muy peligrosas desde hacía largo tiempo y no era bueno tentar a su suerte…
+++++++++++++++++++++++++++++++++++
Víctor miró como su cochero se perdía en la noche parisina. Era normal, sus socios le habían pagado bien pero ningún hombre se acostumbra a estar sentado sobre un arma cargada durante un día entero con el hombre al que pertenece detrás.
No le importaba sin embargo. Aquel hombre era un trabajador honrado que se ganaba la vida de forma honesta. Estaba seguro de que no volvería a acceder a un trabajo así en mucho tiempo. Pero había cumplido con su parte del acuerdo y eso era todo lo que le importaba.
Paris. Por fin había llegado. La noche era fresca y la luna brillaba en lo alto. El momento perfecto para que las criaturas de las tinieblas salieran para saciar su hambre…y el mejor momento para acabar con su existencia también.
Pero aún no, primero tenía que atender algunos asuntos de importancia.
Avanzó rápidamente hacia la puerta de la posada junto a la que se habían detenido. Era un lugar medio decente, según tenía entendido y estaba bien regentada.
Abrió la puerta y una ráfaga de aire frio del exterior se coló en el salón principal de la taberna. Algunos comensales se volvieron para mirarle, evaluándolo como lobos observando algo nuevo que se ha adentrado en su territorio.
Él hizo lo mismo y muchos de ellos apartaron la mirada intimidados mientras que otros simplemente regresaron a sus bebidas o al cálido abrazo de sus acompañantes femeninas. Muchos de ellos eran obreros, hombres que venían a descansar después de un duro día de trabajo, pero otros eran matones y maleantes y era mejor dejar claro que uno no era la presa. Además la simple vista de su arma era un elemento disuasorio muy fiable ya de por si.
Avanzó hasta la barra y observó como una mujer susurraba algo a la posadera antes de soltarla y dejar que lo atendiera. Al parecer la posadera no era la que dirigía el cotarro por allí.
-¿Qué va a ser mesier?-Preguntó la posadera limpiando rápidamente la zona de la barra donde él se había sentado con su pesada maleta a los pies y el arma en la espalda.
Él se despojó del sombrero y la bufanda dejando al descubierto su rostro y contestó a la mujer con su marcado acento español.
-Un vaso de coñac y una habitación, madame- Contestó el- Con una cena estaría bien, gracias.
La mujer asintió y partió a realizar su pedido. Víctor observo como se dirigía hacia la cocina para atender su pedido y se dedicó a observar el lugar. Era bonito para ser una posada de la parte media de la ciudad, las camareras y sirvientas iban bien vestidas y arregladas y aunque la pintura de las paredes estaba un poco gastada se notaba que era reciente.
Su mirada se vio atraída hacia la joven rubia que había hablado antes con la posadera.
Tenía la piel pálida, de un tono como el marfil más puro. Su largo cabello rubio caía por sus hombros delicados mientras se mesaba un vestido que no encajaba para nada en aquel lugar junto con una sombrilla cerrada que se hallaba entre sus piernas ocultas bajo la gran falda con volantes.
Pero lo que más le llamó la atención fueron sus ojos. Azules como el hielo más puro y a la vez fríos y predadores. No aparentaba más de dieciocho pero…
No, aún era demasiado pronto para sacar conclusiones precipitadas. En el norte de Europa era fácil ser pálido gracias al clima y a la falta de sol. Entraba en su perfil pero no tenía nada más. Parecía que ella mantenía el local así que de momento se centró en la joven camarera que vino a servirle la cena y la bebida. Él la sonrió levemente, rompiendo por un momento la seriedad de sus pétreos rasgos como agradecimiento y la muchacha enrojeció levemente antes de darle una llave con su número de habitación.
-Q-que disfrute de su estancia señor- Tartamudeo antes de volver a la cocina.
Víctor la vio marcharse y se centró en su cena. El viaje le había abierto el apetito.
Aun así supo que los ojos azules de la joven dama pálida que tenía a su lado seguían observándole con detenimiento. Era un pequeño sexto sentido que había desarrollado. Muy útil la verdad.
Los rayos de la tarde se colaban a través de los cortinajes rojos que habían mantenido a los pasajeros cómodos con la iluminación durante el largo viaje desde el puerto de Calais, sumiendo a varios de ellos en un letárgico sueño del que comenzaban a despertar con el final de la última etapa de su viaje hacia la capital francesa.
Uno a uno, los pasajeros fueron bajando del carromato y recogiendo sus respectivos equipajes. Algunos eran habituales en el uso de aquel servicio e intercambiaron palabras amistosas con el cochero, que parecía mucho más cansado y tenso de lo que era habitual, antes de perderse por las estrechas calles de la ciudad mientras las últimas luces de la tarde desaparecían en el horizonte y las sombras de la noche reclamaban su lugar en el mundo.
El cochero suspiró aliviado cuando el último de sus parroquianos bajó del coche y se alejó entre las sombras. Pierre Bourielle llevaba más de veinte años guiando aquel carro de caballos por la campiña y los pequeños pueblos de Francia pero nunca había tenido un viaje tan estresante como aquel. Las manos le sudaban sobre las bridas y sus ojos se dirigían involuntariamente hacia la oscuridad que salpicaba los rincones oscuros de las mal iluminadas calles. Jamás le había tenido tanto miedo a la oscuridad como aquella noche…y la culpa de todo la tenía el único pasajero que permanecía sentado en el coche, bajo su sombrero de ala ancha negro y la pesada gabardina oscura.
En silencio, casi como un elemento más del carruaje, con los brazos enguantados cruzados sobre el pecho y su gran maleta a los pies. Aquel hombre no había hablado con ninguno de los pasajeros durante todo el viaje, fingiendo dormir mientras sus ojos escudriñaban cada detalle y sus oídos captaban las conversaciones que habían mantenido sus clientes durante el largo viaje. Aquellos ojos, oscuros y penetrantes lo miraban a el ahora. A pesar de las cortinas Pierre los sentía clavados en su nuca como un cuchillo afilado, contando cada gota de sudor que caía por su nuca hasta perderse en el cuello del abrigo.
Finalmente se detuvieron, bajo la luz de un farol, como un minúsculo foco que les iluminara a ellos. Pierre espero a que su pasajero de negro se bajara del vehículo lentamente con su maleta en un brazo. Sus ojos escudriñaron rápidamente la oscuridad, calculadores y fríos como el acero de un cuchillo e igual de letales. Volvió la mirada hacia el cochero y este miro a ambos lados de la calle nocturna para asegurarse de que nadie le miraba antes de sacar de debajo del asiento el largo rifle Winchester que los amigos de aquel hombre le habían pagado para que escondiera bajo su asiento. Había recibido un buen incentivo por aquello y no quería que ninguna fuerza del orden de París lo detuviera a él y menos aún que se acercaran a su peligroso pasajero.
Era un arma mortífera, sin duda, de gran calidad y con elaborados grabados en el cañón plateado. La culata de roble parecía reforzada con acero y una pequeña cruz de plata colgaba de una cadena sujeta bajo el cañón. A pesar de la gorra, ahora, a la luz del farol, el tipo resultaba bien parecido. Rostro apuesto, barbilla cuadrada y el largo pelo negro recogido en una coleta tras la nuca.
El hombre alargó la mano y tomó el arma con naturalidad de las temblorosas manos de Pierre. Con gesto resuelto se la colgó al hombro. Pierre no preguntó para que la quería ni que había venido a hacer allí y aquel hombre recompenso su discreción con unos relucientes Francos.
Pierre cogió la bolsa y fustigó rápidamente a sus caballos para que se movieran. No tenía interés en seguir relacionándose con aquel hombre mucho más. ¿Quién era? ¿De dónde venía? ¿A qué se dedicaba? Estaba seguro de que aquel sujeto tendría papeles e influencias como para hacerse pasar por cualquier cosa así que dejó a un lado sus preguntas y se concentró en conducir a sus animales hacia casa.
No era seguro salir solo en París de noche. Las calles se estaban volviendo muy peligrosas desde hacía largo tiempo y no era bueno tentar a su suerte…
+++++++++++++++++++++++++++++++++++
Víctor miró como su cochero se perdía en la noche parisina. Era normal, sus socios le habían pagado bien pero ningún hombre se acostumbra a estar sentado sobre un arma cargada durante un día entero con el hombre al que pertenece detrás.
No le importaba sin embargo. Aquel hombre era un trabajador honrado que se ganaba la vida de forma honesta. Estaba seguro de que no volvería a acceder a un trabajo así en mucho tiempo. Pero había cumplido con su parte del acuerdo y eso era todo lo que le importaba.
Paris. Por fin había llegado. La noche era fresca y la luna brillaba en lo alto. El momento perfecto para que las criaturas de las tinieblas salieran para saciar su hambre…y el mejor momento para acabar con su existencia también.
Pero aún no, primero tenía que atender algunos asuntos de importancia.
Avanzó rápidamente hacia la puerta de la posada junto a la que se habían detenido. Era un lugar medio decente, según tenía entendido y estaba bien regentada.
Abrió la puerta y una ráfaga de aire frio del exterior se coló en el salón principal de la taberna. Algunos comensales se volvieron para mirarle, evaluándolo como lobos observando algo nuevo que se ha adentrado en su territorio.
Él hizo lo mismo y muchos de ellos apartaron la mirada intimidados mientras que otros simplemente regresaron a sus bebidas o al cálido abrazo de sus acompañantes femeninas. Muchos de ellos eran obreros, hombres que venían a descansar después de un duro día de trabajo, pero otros eran matones y maleantes y era mejor dejar claro que uno no era la presa. Además la simple vista de su arma era un elemento disuasorio muy fiable ya de por si.
Avanzó hasta la barra y observó como una mujer susurraba algo a la posadera antes de soltarla y dejar que lo atendiera. Al parecer la posadera no era la que dirigía el cotarro por allí.
-¿Qué va a ser mesier?-Preguntó la posadera limpiando rápidamente la zona de la barra donde él se había sentado con su pesada maleta a los pies y el arma en la espalda.
Él se despojó del sombrero y la bufanda dejando al descubierto su rostro y contestó a la mujer con su marcado acento español.
-Un vaso de coñac y una habitación, madame- Contestó el- Con una cena estaría bien, gracias.
La mujer asintió y partió a realizar su pedido. Víctor observo como se dirigía hacia la cocina para atender su pedido y se dedicó a observar el lugar. Era bonito para ser una posada de la parte media de la ciudad, las camareras y sirvientas iban bien vestidas y arregladas y aunque la pintura de las paredes estaba un poco gastada se notaba que era reciente.
Su mirada se vio atraída hacia la joven rubia que había hablado antes con la posadera.
Tenía la piel pálida, de un tono como el marfil más puro. Su largo cabello rubio caía por sus hombros delicados mientras se mesaba un vestido que no encajaba para nada en aquel lugar junto con una sombrilla cerrada que se hallaba entre sus piernas ocultas bajo la gran falda con volantes.
Pero lo que más le llamó la atención fueron sus ojos. Azules como el hielo más puro y a la vez fríos y predadores. No aparentaba más de dieciocho pero…
No, aún era demasiado pronto para sacar conclusiones precipitadas. En el norte de Europa era fácil ser pálido gracias al clima y a la falta de sol. Entraba en su perfil pero no tenía nada más. Parecía que ella mantenía el local así que de momento se centró en la joven camarera que vino a servirle la cena y la bebida. Él la sonrió levemente, rompiendo por un momento la seriedad de sus pétreos rasgos como agradecimiento y la muchacha enrojeció levemente antes de darle una llave con su número de habitación.
-Q-que disfrute de su estancia señor- Tartamudeo antes de volver a la cocina.
Víctor la vio marcharse y se centró en su cena. El viaje le había abierto el apetito.
Aun así supo que los ojos azules de la joven dama pálida que tenía a su lado seguían observándole con detenimiento. Era un pequeño sexto sentido que había desarrollado. Muy útil la verdad.
Víctor Santana- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: La dama y el cazador (Privado)
Observe al misterioso clienta de la taberna, mas de una dama de por allí se le había quedado mirando, ignorando a su acompañante claramente ofendido.
Desprendía un olor delicioso seria un plato divertido de cazar, tenia pinta de ser de los difíciles, justo lo que mas me gustaba, debería tener cuidado con el, podría acabar mal y eso no me gustaba... antes de darme cuenta ya me lo había agenciado y desvié la miradas de las damas del local con solo una mía, era una lucha silenciosa como un duelo en el silencio, mi pétrea y feroz mirada hizo que las suyas miraran en otra dirección, no quería obstáculos en mi camino... por lo menos no mas de los que ya había pensado que tendría, la mesera paso de nuevo por mi lado y le volví a agarrar el brazo- Me da igual como lo hagas pero sientame en la misma mesa que el-hice una pausa- apañatelas como puedas.
Sus ojos tomaron una nota de terror por la fiereza de mi orden , asintió y entonces solté su brazo y volví a dulcificar mi rostro.
-Pensé que esta noche estabais saciada, mademioselle-un tinte de miedo tiñeron su mirada por haberse atrevido a replicar.
-¿ Y a ti quien te ha dicho que lo vaya a... engatusar hoy?-dije sonriendole malvadamente.
Acto seguido me levante y me dirigi hacia la mesa de aquel hombre misterioso y... seductor...¿Porque negarlo cuando era evidente?
-Em hola, buenas noches-dije haciendo una pausa esperando que el levantara la mirada hacia mi-La dueña de la taberna me ha puesto en esta mesa por error, pero no hay ninguna mesa libre espero que no le importe-mire a mi alrededor y los comensales se repartieron a las mesas vacías para que no hubiera hueco, me gustaba que con una mirada la gente se sintiera necesitada a hacer algo y así lo hiciera.
La tabernera vino dejo mi copa y la botella y soltando una torpe disculpa desapareció tras la barra.
-¿Puedo acompañarle esta noche en su cena caballero?... No le estoy ofreciendo mis servicios como otras-quería dejar claro a que clase social pertenecía y lo que no prentendia hacer. Aunque no contesto me senté en la silla de enfrente, la gente nos observaba como si fuéramos a representar una tragicomedia,pero yo no tenia ningunas ganas de que los ojos lujuriosos de los clientes me observasen, por lo tanto un barrido general por el salón hizo que todos volvieran a sus temas y conversaciones.
Por primera vez me permití el lujo de poder estudiarle de cerca : El ala del sombreo, el gesto serio, sus ropas de viaje bien cuidadas, su armamento y esa bella cruz de plata.
Desprendía un olor delicioso seria un plato divertido de cazar, tenia pinta de ser de los difíciles, justo lo que mas me gustaba, debería tener cuidado con el, podría acabar mal y eso no me gustaba... antes de darme cuenta ya me lo había agenciado y desvié la miradas de las damas del local con solo una mía, era una lucha silenciosa como un duelo en el silencio, mi pétrea y feroz mirada hizo que las suyas miraran en otra dirección, no quería obstáculos en mi camino... por lo menos no mas de los que ya había pensado que tendría, la mesera paso de nuevo por mi lado y le volví a agarrar el brazo- Me da igual como lo hagas pero sientame en la misma mesa que el-hice una pausa- apañatelas como puedas.
Sus ojos tomaron una nota de terror por la fiereza de mi orden , asintió y entonces solté su brazo y volví a dulcificar mi rostro.
-Pensé que esta noche estabais saciada, mademioselle-un tinte de miedo tiñeron su mirada por haberse atrevido a replicar.
-¿ Y a ti quien te ha dicho que lo vaya a... engatusar hoy?-dije sonriendole malvadamente.
Acto seguido me levante y me dirigi hacia la mesa de aquel hombre misterioso y... seductor...¿Porque negarlo cuando era evidente?
-Em hola, buenas noches-dije haciendo una pausa esperando que el levantara la mirada hacia mi-La dueña de la taberna me ha puesto en esta mesa por error, pero no hay ninguna mesa libre espero que no le importe-mire a mi alrededor y los comensales se repartieron a las mesas vacías para que no hubiera hueco, me gustaba que con una mirada la gente se sintiera necesitada a hacer algo y así lo hiciera.
La tabernera vino dejo mi copa y la botella y soltando una torpe disculpa desapareció tras la barra.
-¿Puedo acompañarle esta noche en su cena caballero?... No le estoy ofreciendo mis servicios como otras-quería dejar claro a que clase social pertenecía y lo que no prentendia hacer. Aunque no contesto me senté en la silla de enfrente, la gente nos observaba como si fuéramos a representar una tragicomedia,pero yo no tenia ningunas ganas de que los ojos lujuriosos de los clientes me observasen, por lo tanto un barrido general por el salón hizo que todos volvieran a sus temas y conversaciones.
Por primera vez me permití el lujo de poder estudiarle de cerca : El ala del sombreo, el gesto serio, sus ropas de viaje bien cuidadas, su armamento y esa bella cruz de plata.
Kairi Ireland- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 11/04/2013
Edad : 31
Localización : En mi mansión oscura
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La dama y el cazador (Privado)
-Em hola, buenas noches…
Víctor alzó la mirada y sus ojos oscuros se encontraron con unos de un iris azul como el hielo más puro. Su vista se ajustó para ver el rostro marfileño de la pálida dama que lo había estado observando. La joven lo miró a el también mientras una expresión de disculpa se dibujaba en su rostro angelical.
-La dueña de la taberna me ha puesto en esta mesa por error, pero no hay ninguna mesa libre. Espero que no le importe- Explicó antes de girar la cabeza y recorrer la sala con la mirada.
Él hizo lo mismo un instante después. Apenas fueron unos segundos de diferencia, lo justo para que Víctor observara como algunos comensales que habían estado sentados en lugares diferentes hacia un momento ahora se encontraban ocupando las pocas mesas libres que quedaban.
Antes de que pudiera contestar, la tabernera llegó con una torpe disculpa en los labios y dejó sobre el lado contrario de la mesa la copa y la copa de vino blanco que había estado bebiendo con anterioridad antes de retirarse.
Aquella situación resultaba desconcertante en muchos sentidos, pero el rostro de piedra del cazador no se alteró ni un ápice. Su mente ya había afrontado desafíos más grandes que tratar con una joven dama desorientada por el servicio… aun cuando esa joven dama fuera algo más de lo que aparentaba.
Muchos de los comensales evadieron su mirada y todos evitaban mirar hacia la mesa en la que se encontraba. Al parecer nadie quería importunar a su reciente acompañante. Casi parecía que la temieran. Una última mirada de la muchacha y los pocos ojos que seguían clavados en ellos desaparecieron en las profundidades de las jarras de cerveza.
-¿Puedo acompañarle esta noche en su cena caballero?- Preguntó ella con voz suave y modulada, aunque Víctor apreció un leve acento inglés en su pronunciación, antes de erguirse con porte aristocrático- No le estoy ofreciendo mis servicios, como otras- Añadió fulminando a algunas prostitutas que acompañaban a varios clientes.
Víctor sabía que lo habían estado observando, viendo en él un cliente más lucrativo que sus acompañantes. Mentiría si dijera que nunca antes había frecuentado la compañía de mujeres así pero esos tiempos hacia mucho que habían desaparecido.
Sin esperar a que dijera nada, la joven se sentó en la silla que había frente a él.
Víctor reacciono rápido e hizo un gesto poco antes de que se sentara, una muda invitación a su anterior petición de acompañarlo. Estaba mal visto que una joven se aproximara primero a un hombre y había que salvaguardar las apariencias. No había caso para ser maleducado.
-¿Por qué iba a pensar algo así de vos, madmoiselle? - Sonrió el español mientras se quitaba el ancho sombrero haciendo uso de un exquisito francés y se lo llevaba al pecho en forma de saludo- Mi viaje hasta Paris ha sido largo y cansado, pero será un placer compartir la mesa con vos.
Los ojos de Víctor se encontraron de nuevo con los de ella. Como un duelo silencioso bajo las formalidades y la cortesía, Víctor estudio aquellos ojos helados, tratando de discernir sus secretos, como sabía que ella estaba haciendo con él. La película de hielo que cubría la mirada de la joven era impenetrable pero el cazador podía percibir algo nadando en sus profundidades. Algo que todavía no podía identificar. A su vez, los ojos de ella se encontraron contra el muro oscuro de su mirada, como si chocaran contra una pared de granito.
A pesar de este duelo de voluntades, ambos hablaban, intercambiaban palabras corteses y expresiones cuidadosamente calculadas, como un caballero y una joven dama que acababan de encontrarse de improviso en una taberna por circunstancias de un mal servicio.
Víctor se descolgó el rifle y lo apoyo contra la pared que tenía junto a él, cubriéndolo con su cuerpo y utilizándolo a la vez para resaltar su lado más sociable. Su rostro dibujo una sonrisa educada y dejo el sobrero sobre sus piernas. La joven podía percibir la calidad del material de su gabardina y el pulcro peinado y su porte. Parecían polos opuestos, dos caras de la misma moneda.
Un caballero maduro, de no más de treinta años, regresando de un largo viaje ante una joven y perfecta dama parisina. Ambos en el lugar más insospechado del mundo.
-Disculpad mi atrevimiento, señorita, pero no conozco vuestro nombre- Expresó el- ¿Me haríais el honor de conocerlo?
Víctor alzó la mirada y sus ojos oscuros se encontraron con unos de un iris azul como el hielo más puro. Su vista se ajustó para ver el rostro marfileño de la pálida dama que lo había estado observando. La joven lo miró a el también mientras una expresión de disculpa se dibujaba en su rostro angelical.
-La dueña de la taberna me ha puesto en esta mesa por error, pero no hay ninguna mesa libre. Espero que no le importe- Explicó antes de girar la cabeza y recorrer la sala con la mirada.
Él hizo lo mismo un instante después. Apenas fueron unos segundos de diferencia, lo justo para que Víctor observara como algunos comensales que habían estado sentados en lugares diferentes hacia un momento ahora se encontraban ocupando las pocas mesas libres que quedaban.
Antes de que pudiera contestar, la tabernera llegó con una torpe disculpa en los labios y dejó sobre el lado contrario de la mesa la copa y la copa de vino blanco que había estado bebiendo con anterioridad antes de retirarse.
Aquella situación resultaba desconcertante en muchos sentidos, pero el rostro de piedra del cazador no se alteró ni un ápice. Su mente ya había afrontado desafíos más grandes que tratar con una joven dama desorientada por el servicio… aun cuando esa joven dama fuera algo más de lo que aparentaba.
Muchos de los comensales evadieron su mirada y todos evitaban mirar hacia la mesa en la que se encontraba. Al parecer nadie quería importunar a su reciente acompañante. Casi parecía que la temieran. Una última mirada de la muchacha y los pocos ojos que seguían clavados en ellos desaparecieron en las profundidades de las jarras de cerveza.
-¿Puedo acompañarle esta noche en su cena caballero?- Preguntó ella con voz suave y modulada, aunque Víctor apreció un leve acento inglés en su pronunciación, antes de erguirse con porte aristocrático- No le estoy ofreciendo mis servicios, como otras- Añadió fulminando a algunas prostitutas que acompañaban a varios clientes.
Víctor sabía que lo habían estado observando, viendo en él un cliente más lucrativo que sus acompañantes. Mentiría si dijera que nunca antes había frecuentado la compañía de mujeres así pero esos tiempos hacia mucho que habían desaparecido.
Sin esperar a que dijera nada, la joven se sentó en la silla que había frente a él.
Víctor reacciono rápido e hizo un gesto poco antes de que se sentara, una muda invitación a su anterior petición de acompañarlo. Estaba mal visto que una joven se aproximara primero a un hombre y había que salvaguardar las apariencias. No había caso para ser maleducado.
-¿Por qué iba a pensar algo así de vos, madmoiselle? - Sonrió el español mientras se quitaba el ancho sombrero haciendo uso de un exquisito francés y se lo llevaba al pecho en forma de saludo- Mi viaje hasta Paris ha sido largo y cansado, pero será un placer compartir la mesa con vos.
Los ojos de Víctor se encontraron de nuevo con los de ella. Como un duelo silencioso bajo las formalidades y la cortesía, Víctor estudio aquellos ojos helados, tratando de discernir sus secretos, como sabía que ella estaba haciendo con él. La película de hielo que cubría la mirada de la joven era impenetrable pero el cazador podía percibir algo nadando en sus profundidades. Algo que todavía no podía identificar. A su vez, los ojos de ella se encontraron contra el muro oscuro de su mirada, como si chocaran contra una pared de granito.
A pesar de este duelo de voluntades, ambos hablaban, intercambiaban palabras corteses y expresiones cuidadosamente calculadas, como un caballero y una joven dama que acababan de encontrarse de improviso en una taberna por circunstancias de un mal servicio.
Víctor se descolgó el rifle y lo apoyo contra la pared que tenía junto a él, cubriéndolo con su cuerpo y utilizándolo a la vez para resaltar su lado más sociable. Su rostro dibujo una sonrisa educada y dejo el sobrero sobre sus piernas. La joven podía percibir la calidad del material de su gabardina y el pulcro peinado y su porte. Parecían polos opuestos, dos caras de la misma moneda.
Un caballero maduro, de no más de treinta años, regresando de un largo viaje ante una joven y perfecta dama parisina. Ambos en el lugar más insospechado del mundo.
-Disculpad mi atrevimiento, señorita, pero no conozco vuestro nombre- Expresó el- ¿Me haríais el honor de conocerlo?
Víctor Santana- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: La dama y el cazador (Privado)
Observe todos lo movimientos del cazador, pulcros, cuidados,, cautelosos y muy refinados seria un plato agradable de cazar y saborear, en cierto modo entrañaba cierto peligro y eso me gustaba.
-¿Mi nombre?- repeti finjiendo sorprenderme-¿y porque habriamos de estropear este misterioso encuentro enseñando ya las cartas?- dije picaramente.
Observe el rifle que habia dejado acontra la pared e instintivamente me pregunte que tipo de criaturas habian muerto a manos de esa arma, pase mi lengua por mis dientes tenia que contenerme, aun no queria moderle, ni cazarlo esa noche aunque mi deseo estaba renovado; Siempre me había atraido lo misteriosos y este hombre emanaba misterio por doquier.
-¿no crees que seria mas divertido si ambos adivinásemos el nombre del otro?-añadi fijando mis ojos de cristal helado en los suyos. Parecia que el mundo que nos rtodeaba habia desaparecido solo existiamos el cazador y yo, una lucha a muerte se intuia en un futuro cercano o tal vez ese encuentro pensado por el destino era fortuito y no llevaria a nad. No solia intimar con mis presas pero esta presa la queria mantener lo suficiente para saciar mi curiosidad, para mas tarde saciar mi sed.
-Te dare tres pistas, primera-dije levantando el dedo-mi nombre es Japones aunque mi apellido es Irlandes, segunda, significa tierra, es decir perteneciente a las montañas y llanuras, las costas y los deirtos y los glaciares y polos y tercera termina en "A"-segundo las iba diciendo levantaba los dedos hasta que tuve los tres hacia arriba. sonrei furtivamente ya que la ultima pista era falsa, y no seria capaz de adivinarlo, en cierto momento de la conversacion cuando iba a decir la ultima pista zuki entro volando y retiro un lado de mis cabellos haciendo que mi cuello y clavicula quedaran a la vista, era la tecnica que siempre usaba para atraer a un hombre, y siempre funcionaba, aunque en este caso seria distinto solo que yo aun no lo sabia...
-Si consigues adivinarlo te dare una recompensa y si no la recompensa la recibire yo- dije sentadome recta en mi silla y bebiendo un sorvo del vino dejando un huella de mi marca de labios Rouge Blood en la copa.
-¿Mi nombre?- repeti finjiendo sorprenderme-¿y porque habriamos de estropear este misterioso encuentro enseñando ya las cartas?- dije picaramente.
Observe el rifle que habia dejado acontra la pared e instintivamente me pregunte que tipo de criaturas habian muerto a manos de esa arma, pase mi lengua por mis dientes tenia que contenerme, aun no queria moderle, ni cazarlo esa noche aunque mi deseo estaba renovado; Siempre me había atraido lo misteriosos y este hombre emanaba misterio por doquier.
-¿no crees que seria mas divertido si ambos adivinásemos el nombre del otro?-añadi fijando mis ojos de cristal helado en los suyos. Parecia que el mundo que nos rtodeaba habia desaparecido solo existiamos el cazador y yo, una lucha a muerte se intuia en un futuro cercano o tal vez ese encuentro pensado por el destino era fortuito y no llevaria a nad. No solia intimar con mis presas pero esta presa la queria mantener lo suficiente para saciar mi curiosidad, para mas tarde saciar mi sed.
-Te dare tres pistas, primera-dije levantando el dedo-mi nombre es Japones aunque mi apellido es Irlandes, segunda, significa tierra, es decir perteneciente a las montañas y llanuras, las costas y los deirtos y los glaciares y polos y tercera termina en "A"-segundo las iba diciendo levantaba los dedos hasta que tuve los tres hacia arriba. sonrei furtivamente ya que la ultima pista era falsa, y no seria capaz de adivinarlo, en cierto momento de la conversacion cuando iba a decir la ultima pista zuki entro volando y retiro un lado de mis cabellos haciendo que mi cuello y clavicula quedaran a la vista, era la tecnica que siempre usaba para atraer a un hombre, y siempre funcionaba, aunque en este caso seria distinto solo que yo aun no lo sabia...
-Si consigues adivinarlo te dare una recompensa y si no la recompensa la recibire yo- dije sentadome recta en mi silla y bebiendo un sorvo del vino dejando un huella de mi marca de labios Rouge Blood en la copa.
Kairi Ireland- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 11/04/2013
Edad : 31
Localización : En mi mansión oscura
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Una dama es una dama [Privado] +18
» El secreto del cazador [Privado]
» La dama del corpiño | Privado
» Cazador... ¿cazado? *Privado*
» El cazador y la presa {privado }
» El secreto del cazador [Privado]
» La dama del corpiño | Privado
» Cazador... ¿cazado? *Privado*
» El cazador y la presa {privado }
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour