No importa el tiempo que haya pasado, contigo sigo siendo aquella niña dulce e inocente {Frausto&Ailish}

por **Ailish Figueroa** Vie Jul 13, 2012 5:56 am

Por fin había vuelto, por fin había cumplido los dieciocho años y retomaba mi regreso a mi amada París, el lugar donde había nacido, donde me había criado... Mis ojos se tornaron llorosos mientras el carruaje me llevaba por la ciudad. No había cambiado nada, todo seguía igual y eso me hacía sentir otra vez como en casa. Pero aquel lugar no era lo más importante, no era en si la ciudad el motivo de mis ansias de regreso. Esos motivos tenían dos nombres: Frausto y Nazaniel. El segundo debería dejarlo para otro momento, pero el primero... Mi corazón ardía en deseos de poder ver a mi querido padre, aunque, por una parte, estaba realmente enfadada.

El carruaje me dejó en la puerta de mi casa, lugar donde unos criados dejaron las maletas y, mientras colgaban mis hermosos vestidos, yo decidí dar una vuelta por aquel lugar. Mis pasos, recordando todos y cada uno de los sitios en los que jugaba cuando era pequeña, me llevaron hasta un hermoso lago, lugar donde por las noches acudía con mi padre a jugar. Él sabría donde encontrarme, estaba segura.

Mis ojos contemplaban aquel lugar con admiración, llenaba mi mente de hermosos recuerdos con la persona que más quería en el mundo pero, también, con la que más enfadada estaba. Padre me había llevado lejos de aquí, lejos de su lado y del de Nazaniel sin ningún motivo aparente, y yo necesitaba en esos momentos a mi padre. Lo había pasado mal en aquel estúpido convento de Inglaterra, le echaba muchísimo de menos, pero también aprendí a hacer lo que él no quería que yo hiciera. No es que fuera así, que para nada, pero mi intención con mi regreso no era dejarle las cosas fáciles. Tal vez en esos momentos sí, aquel reencuentro signifcaba mucho para mí y estaba dispuesta a comportarme. Solo porque le añoré muchísimo mientras estaba fuera, y deseaba volver a sentir como me abrazaba una vez más, como mi padre me quería de verdad.

por **Frausto A. Figueroa** Vie Ago 03, 2012 4:14 pm

-Señor Figueroa, una carta a llegado para usted-Eleve mi rostro para mirar al mayordomo que venía entrando con una carta en su mano derecha, estire mi mano para tomarla cuando estuvo lo suficiente cercas de mi-Muchas Gracias Arthur-Sonrió solo un poco, a los que trabajan en esta casa no le mostraba mi verdadero ser ¿Para qué? para que después me tenga la confianza de decirme “Me sube el sueldo” “Mañana no vengo porque estos días han sido pesados” No, aquí trabajan para ganarse el pan de cada día, no quería que me estén viendo la cara de tonto nadie…nadie me volverán a tomarme la cara de estúpido. Observe que se retiraba y cerraba la puerta de mi despacho-¿De qué será?...-Susurre, mirando con determinación aquella carta a veces tenía miedo de lo que contenía pero mire que se trataba del convento donde mi hija estaba…mi hija…deje por un momento la carta sobre el escritorio, pensando en estos años que no he estado con ella, suspiro y cierro mis ojos pero los abro al escuchar que la puerta se abre mirando a la nana de mi hija, sonrió un poco y recargo mis brazos en la mesa-¿Qué pasa? Me he portado bien nana…-Me acostumbre a decirle asi desde que la contrate para que siempre estuviera con mi hija-Que le pasa a mi niño grandote-Era tan cariñosa conmigo me dolerá cuando se vaya de mi lado era como una segunda madre para mí-Solo que me ha llegado una carta del convento donde esta Ailish pero temo abrirlo y que me digan nuevamente la queja que se ha portado mal…aunque de seguro ya mero saldrá como sabrás ya tiene dieciocho años-Por ningún momento deje de verla, era tan linda y sus ojos arrugados, su cara…todo…-Pero que hace parada, siéntese-Me levante y espero a que ella tomara asiento.

-Hace tiempo que Ailish se fue…se fue por una sola razón y ambos lo sabemos nana-Suspire y camine hacia la ventana-Puedes leer la carta para mi…por favor-Voltee un poco con una sonrisa en mi rostro, mire que me dedicaba una sonrisa ella también y asintió, tomando la carta y cuando la abrió me voltee solo iba a escucharla-Estimado Señor Figueroa, le hacemos saber que su hija ya ha cumplido dieciocho años de edad y el reglamento del convento dice que si la joven ya no quiere pertenecer cuando cumple esa edad será trasladada a su país natal o a donde está viviendo, le hacemos informar que su hija a tomado el tren hacia parís, solo para eso le hemos manando esta carta, esperando que tenga un buen día, noche-Había finalizado mi nana de leerla, dándole la vuelta con una sonrisa-Nana…Ailish va a volver o ya está a punto de llegar…-Comencé acercarme a mi nana tomando la carta y volviéndola a leer la felicidad que tenia por volverla a ver no cambia en mi ser-Si Alexandrei, tu hija por fin va a venir a esta casa para iluminarla otra vez-Asentí con las palabras que ella decía y escuchando un sonido, era los golpeteo de los cascos de caballos, camine hasta ver por la ventana de que se trataba, era un carruaje que se paraba enfrente de mi casa, fruncí el ceño un poco pero al verlo salir a la persona que se encontraba en su interior no pude pensar en otra cosa que no sea en aquella muchacha, deje caer la carta y sonríe al recordar de quien se trataba-Ailish….hija…-Salieron esas dos palabras de mis labios y mirando a mi nana-Ve….ambos tiene que ponerse al día…tu hija te espera-Me aproxime a la anciana y le di un abrazo-De acuerdo…nos vemos más tarde, no se vaya a dormir…quiero que la vea…-Asintió con la cabeza pero note que pasaba algo raro-Alexandrei…te quiero mucho….eres como un hijo para mi…-No comprendí por sus palabras y la abrace mas-Nana, yo también la quiero…-Le di un beso en la frente y salí de despacho rumbo al lugar donde siempre pasábamos ratos mi hija y yo…donde la miraba jugar con las plantas o simplemente donde estábamos los dos un momento de “Padre e hija”.

Salí de la casa, pensando muchas cosas ¿Cómo estaba? ¿Tan grande era?... ¿Dejo de ser aquella niña? Claro, ahora de seguro es toda una mujer, recatada, seria, sensible, de seguro es una hermosa señorita. ¿Me recordara? Yo digo que sí, porque no he cambiado nada, sigo siendo el joven de veinte años…espero que no pase nada, es una adolecente y ellos confunde muchas cosas, piensas cosas que no deben…espero que mi hija no le pase eso pero como si estuvo uno de los mejores convento pero…pero siempre me mandaban cartas diciéndome de lo mal que se comportaba. Pero ella está aquí y es lo único que me tiene que importar, camine mas, alejándome de la casa, y entrando a los terrenos del bosque donde se encontraba aquella laguna…donde siempre estábamos nosotros, me gustaba mucho este lugar pero a la vez tenía muchos recuerdos…antes de tener Ailish venía a este lugar con ella….con la me hizo daño con al que rompió mi corazón aunque este muerto tengo sentimientos de por medio. Ahora este camino se me hacia tan largo, antes se me hacia corto ¿Por qué será? Claro, es porque tengo muchas ganas de verla de saber como esta, de preguntarle muchas pero muchas cosas sé que me odiara por a verla mandando al convento pero, pero era lo mejor para ella porque no hubiera superado si algo le pasara así que mejor la mande lejos ya no creo que este atrás de ella y si ambos lo afrontaremos porque si mis cálculos no me fallan ella ya debió de descubrir que se puede transformar en un animal o varios pero eso luego ahorita deseo estar con ella y preguntarle cómo estaba o simplemente estar a su lado y pasarla un buen rato en esa laguna donde tenemos tantos recuerdos.

Pasaba por las ramas, pisaba las hojas caídas, hasta que por fin mire que estaba en cercas de la laguna. Una sonrisa más grande apareció en mi rostro, mi mirada empezó a buscarla hasta que la encontró parado en la orilla de la laguna mis pasos fueron más rápidos, más largos hasta que me ubique atrás de ella pero varios metros atrás….Pase un poco de saliva estaba nervioso hasta estaba apretando mis manos y moviendo hacia los lados mi cabeza….Mis labios estaba semi abiertos y deseando decirle algo pero lo único que salió de ellos fue-Hija, bienvenida seas a parís nuevamente, donde está tu familia-Espero a que me dijera algo o hiciera.

Por fin tengo a mi hija, aquí junto a mi…ahora…ahora no se que pasara ni como me tratara, solo el tiempo lo dirá.

por **Ailish Figueroa** Dom Ago 05, 2012 8:08 am

Mis ojos se posaron en el cielo nocturno, contemplando la belleza de aquel lugar, de la luna y las estrellas que bañaban aquella hermosa noche que estaba disfrutando en mi amada París, donde estaba todo lo que realmente añoraba y deseaba. Después, mi mirada se dirigió directa hacia el agua cristalina del gran lago que tenía ante mí. Allí se reflejaba la hermosura del lugar que me rodeaba, del cielo que, con una caricia, mostraba lo mismo que en lo alto en sus tibias aguas.

Me sentía... Extraña. Un gran pesar inundaba mi pecho. El dolor de la melancolía que todas y cada una de las noches me hacía llorar en el convento. Al principio ni siquiera podía dormir. No tener a mi padre a mi lado me impedía conciliar el sueño y hacía que siempre estuviera triste. Al final, aprendí a hacerme a la idea de que estaría sin él muchísimo tiempo y no podía seguir así, por lo menos no a ojos de los demás. Estaba enfadada, irritada por haberme separado de su lado cuando tan solo era una niña y justo en el momento en el que más le necesitaba, cuando el animal que había dentro de mi empezaba a aparecer. Cuando, por primera vez, me transformé en gato. Un leve suspiro salió de mis labios. No. Aquella noche no podía comportarme de aquella manera, no era lo que necesitaba, no quería discutir, solo estar a su lado, que me abrazara como cuando era niña.

Entonces oí a mi espalda el sonido de unos pasos acercándose a mí y un olor característico acudió a mi nariz. Lo recordaba perfectamente, aquel olor que no era como el de un humano normal, el de mi padre. Respiré hondo y me di la vuelta con tranquilidad, para encontrarme exactamente con la misma cara que había perdido hacía tanto tiempo. Mis ojos le escrutaron, contemplaban todo su rostro sin perder ningún detalle. Su frente, sus cejas, sus ojos... Era igual, exactamente el mismo, sin ninguna arruga, sin ningún cambio. ¿Cómo era posible? Tampoco me importó. Sentí como mis ojos se humedecieron, mientras mi pecho casi ni podía creerse que él estaba ante mi. Al principio, después de quedarme callada unos minutos mientras le contemplaba, di un paso hacia delante, hacia él, y sin darme cuenta eché a correr hasta llegar a su cuerpo,el cual abracé con toda la fuerza que pude y rompí a llorar como si fuera aquella niña débil que se había ido. Pero, en el fondo, seguía siendo así, otra cosa era que fuera a mostrárselo más adelante, pero en esos momentos ganaba el deseo de volver a estar con él. Por fin había vuelto a casa, por fin estaba otra vez con él.

por **Frausto A. Figueroa** Sáb Dic 29, 2012 1:10 am

Tenia miedo, tenia miedo de cómo racionaría mi hija después del recuentro, la amaba, era mi única hija que tenia, a la que deseaba el bien, a la que daría mi vida por ella, era un ser obscuro, era un ser sin sentimientos como algunas personas lo decía pero para ella no, ella le demostraba mi amor como padre, un amor paternal que nunca supe que lo daría, pase mi mano diestra por mi áspera barba, desde que tengo memoria siempre la había tenido, cuando Ailish era mas pequeña siempre la tentaba tenia mucha curiosidad del porque no me la quitaba hasta un día me pregunto “Papi, porque no te quitas esa horrenda barba” Ese día me reí como nunca, fue la ultima vez que me reí, cuando paso lo de los Vampiros, que le dio clave a mi talón de Aquiles no supe que hacer y lo único que supe es llevarla lejos de ellos, lejos de todos.

Me dolió dejarla ir, me dolió tanto que no sabia que hacer los primero días al no verla bajar de las escaleras, al no verla en la mesa, aunque yo no comiera, al no ver sus berrinches, al no jugar o decirme que me quitara aquella barba espantosa que nunca conseguiría pareja así, y ahora que la veo toda una mujer me sorprende para aquellas creaturas, aunque ella se Cambiaforma, cambian, se desarrollan como tal y es tan hermosa que me duele los ojos de verla. Me reí un poco al pensar eso, me acerque mas, aunque con paso lento tenia miedo, miedo al rechazo miedo a que me reclamara de estos años lejos de casa, lejos de parís-Hija, tengo tanas cosas que decirte que no se como comenzar-Pensé, eso le iba a decir cuando la tuve a unos cuantos metros de mi, parada ahí, vendo no supe que hacer la verdad si salir corriendo de la vergüenza que tengo u correr hasta su lado, la segunda opción me gusta mas que la primera, no quiero ser un cobarde y por el miedo que siento.

Ella no sabia nada de mi estado Vampírico, nunca se lo dije, y no quería decirle pero sospecharía, han pasado mucho tiempo y yo sigo siendo el mismo joven de veinte años desde hace mil años y ahora con la llegada de mi hija se me estaba complicado un poco, como decirle “Hija, que crees todo este tiempo te he mentido…no eres mi hija verdadera, tampoco soy el padre, no tiene una madre porque nunca me case así que tu no eres mi hija” Después de que le cuente eso, me pregunta y le responderé “Lo siento, te recogí en medio de un bosque cuando por poco te comen, y desde ese momento te crie como mi hija, y por los rasgos que nunca he cambiado es porque soy un Vampiro, un inmortal que nunca morirá sin que lo maten claro, no envejece nunca en fin…viviré eternamente mientras tu te haces vieja y mueres” No pude pensar mas cuando sentí unos brazos rodeándome mi cuerpo haciendo que cayera al suelo, rodee el cuerpo y sonríe-Hija, has llegado por fin-Dice, sonriendo y acariciando el rostro-Como has cambiada, te has vuelto toda una mujer, mi hija toda una mujercita-Sonríe y la estrecha mas en su cuerpo deseando que este momento se parara solamente este…el recuentro.

por **Ailish Figueroa** Mar Ene 15, 2013 8:42 am

Pude sentir como caíamos al suelo y no me importaba. Solo quería estar a su lado, que secara mis lágrimas como cuando era pequeña y me dijera que todo iba a estar bien, que no había monstruos bajo la cama y que él estaría siempre para protegerme, aunque fuera mentira. En esos últimos años no había estado conmigo, no me había protegido de nada y al principio echaba de menos que cuidara de mí como antaño. No, al principio no, en el fondo, escondido, siempre lo he deseado, como en esos momentos.

Sonreí al sentir como el también me rodeaba con sus brazos. Aun no podía creerme que estaba otra vez con mi padre, por fin, después de tanto tiempo en ese horrible convento. Observo su sonrisa, cierro los ojos cuando acaricia mi rostro y me pongo a ronronear levemente como si fuera un gatito, porque, ciertamente, lo soy en mis otras tres formas de animal. Me gusta que me cuiden, que me acaricien, que me mimen... Me gustaban todas esa cosas que no había tenido desde que me habían llevado del lugar donde tenía todo cuanto quería. Tenía un montón de preguntar en la cabeza, por su puesto, y las pensaba hacer en algún momento, pero no en ese. Quería permitirme el lujo de disfrutar de su compañía aunque fuera unos míseros días antes de que volviera a ganarme el enfado por abandonarme así.

Escuché sus palabras, riendo un poco y mirándole otra vez a los ojos. Sí, yo había crecido, me había convertido en una mujer hecha y derecha... A veces, porque otras hacía lo que me salía de las narices. Él estaría decepcionado, pero había sido su culpa. Por otra parte, él estaba exactamente igual que cuando me fui. Era joven, fuerte y guapo, aparentaba solamente tener unos cuantos años más que yo.

- Si, papá... Tu, por el contrario, sigues igual.- llevé la mano a su rostro. Cualquiera diría que a acariciar su mejilla, pero no, era la barba lo que quería tocar.- Y sigues barbudo, te lo vuelvo a preguntar... Papi, ¿por qué no te quitas esa horrenda barba?-Recordé al instante esas palabras que dije de pequeña, aunque en esos momentos pensaba totalmente diferente. En realidad, no le quedaba nada mal, pero no pensaba deciro.- Te eché mucho de menos...

por **Frausto A. Figueroa** Dom Feb 10, 2013 9:08 am

Tanto tiempo, si, la echaba de menos, a mi pequeña, a mi única hija, había más niños que estaban desapareados, que me los encontraba en el bosque, laguna, o lugares menos esperados; en vez de quedármelo yo, preferí llevarlos a un orfanato, estaría mejor ahí, cuando encontré Ailish, pensaba llevarla al orfanato, porque iba estar mejor ahí que un vampiro como yo, que en cualquier momento podría descontrolarme y matarla pero esta niña me dio un sentido a la vida; si, esta niña hizo que fuera un buen padre, fui el mejor para ella, aunque no tuviera un lado maternal, yo fui los dos, nunca necesito una madre, porque me tenía a mí, aunque yo nunca iba ser una mujer pero di lo mejor de mí, claro sí.

Pero por motivos de fuerza mayor tuvo que alejarme una larga temporada de ella, pero ella estaba a salvo era lo único que importaba, aunque el dolor de perder a mi hija era mayor, pensando que en otro país estaba sana y salva eso me fortaleza más-Mientras ella está sana y salva, yo estoy “feliz”-Pensé, al estar abrazado de ella; no me importaba que si pasara alguien y nos viera en esta posición pensara lo peor, al ser yo “joven” mi aspecto, mis rasgos físicos notarían que apenas soy un crio de veinte años y ella tiene dieciocho lista para casarse y si llegara una persona pensaría lo peor de nosotros, pero la verdad no me interesa, ahora al verla, no pensé cosas “morbosas” con mi hija, ella sigue siendo la niña pequeña a la que empecé a criar como si fuera mi hija, llegara un tiempo que le diré la verdad, pero cuando sea más madura se lo diré, con la esperanza que entienda lo que ha pasado en su vida. Ella si había cambiado totalmente, cuando la deje en el tren, acompañado con su nana era apenas una niña, y a verla esta echa toda una verdadera mujer, una hermosa mujer que podía cautivar las miradas de los varones de parís, claro, menos la mía; como le voy a decir a mi hija que tendrá una “nueva madre” que tengo una prometida, no sé cómo la tomara, a lo mejor le alegrara, que su padre haya encontrado alguien, o simplemente que haya encontrado una acompañante…¿verdad?.

-Claro que no sigo igual, algo debo de cambiar, tantos años sin vernos-Dije, es la verdad hace mil años que no cambio, desde que me empezó a crecer la barba no me la quite, me gusta y nadie me dirá que me la quite, aunque Ailish, cuando estaba pequeña siempre me decía que me la quitara, pero yo no quise nunca y ahora me lo volvió a decir, rodando los ojos ante escucharla. La pongo a mi lado y me siento flexionando mis piernas-Me gusta, sabes perfectamente que siempre la he tenido y nadie ha podido hacer que me la quitara, ¡Oye! No es horrenda!, me la cuido tanto para que este perfecta-Mencione, con una sonrisa en mi rostro-Yo también te echado de menos, pero ya estás aquí, ya estás en casa, Bienvenida a tu país, a tu casa-Y mis ojos se clavaron en los ajenos sonriéndole.

por **Ailish Figueroa** Miér Feb 13, 2013 5:35 am

Daba igual cuanto tiempo pasara, lo enfadada que estuviera o lo que hubiera ocurrido. Mi padre había sido, cuando era una niña, todo para mí hasta que conocí a Alejandro, y aunque quisiera estar enfadada con él, aunque hubiera estado deseando volver solo para decirle cuatro cosas bien dichas, en esos instantes era incapaz de sentir nada más que alivio. Quería seguir llorando, y no de rabia como estaba acostumbrada esos últimos años, sino de felicidad por estar por fin con él. Entre sus brazos me sentía protegida, como si no fuera a pasarme nunca nada mientras no me separara unos escasos pasos de él. Me hacía gracia, claro, pues yo ya no era una niña, pero siempre había necesito sentir querida de aquella forma. ¿Y quien mejor iba a darme esa sensación que mi padre?

Le observé sonriendo, negando con la cabeza al escuchar sus palabras. No. Podría decir misa, pero tenía una buena memoria y lo normal sería que, al volver a verle, lo viera diferente, más crecico, más mayor... Pero no, papá seguía exactamente igual, no había cambiad ni un ápice en todos esos años y no era muy normal. Además de que ese olor tenía un tono demasiado peculiar, no era como el resto de personas que había conocido, no era ni siquiera parecdo a mío o de la gente como yo. Pero quizá no era momento para hablar del asunto, él jamás quiso hablar de ello y yo respeto su decisión... Durante unos días, claro estaba. No se libraría tan facilmente de mi enfado, de haberme dejado tirada en ese horrible sitio.

-Sigues igual, papá. Incluso ese olor tan raro.- Hice una mueca, arrugando la nariz como si me molestará y luego eché a reír.- Es fea, pero vale, mejor, así no ligarás nunca.- Le saqué la lengua y luego volví a abrazarme con fuerza a él, ocultando el rostro en su pecho con una dulce sonrisa. Si en esos momentos me dijeran que podía quedarme ahí para siempre habría firmado cualquier cosa... No quería que ese momento se acabara.- Ya estoy en casa...-Susurré, sintiendo como las lágrimas volvían a mis ojos, haciéndome llorar de verdad. La nostalgia había acabado dominando mi pecho por fin. No me gustaba, yo era fuerte y había decidio que lo sería.- Por fin... A- Aquello era... Horrible...

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No importa el tiempo que haya pasado, contigo sigo siendo aquella niña dulce e inocente {Frausto&Ailish}

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