A place to remind you. [TRISTÁN RÊVEUR]

por **Myscha** Jue Jul 19, 2012 8:17 pm

Era la siesta de la tarde, en dónde Myscha acostumbraba dejar que sus pensamientos se envolvieran tras los sueños de un despertar prodigioso. Las notas de sus melodías refrescaban los recuerdos que se desterraban en su inconsciente, el cual pasaba la factura durante sus recreativos descansos. El sol se escondía en el horizonte y las nubes opacas de colores grises oscuros empezaban a formarse en las cordilleras de la ciudad Parisina, a lo lejos el panorama cambiaba conforme los segundos, minutos y horas avanzaban, los relámpagos anunciaban la llegada de la tormenta, una esporádica y poco común en temporada otoñal. ¿Han sentido el vacio que se produce en el sueño más profundo, justo cuando estás en el letargo celestial y caes al precipicio sin poder detenerte? Así, Myscha dio el primer sobresalto de la noche luego del aullido del licántropo que tiempo atrás había arrebatado la vida de su padre y todo lo que ella conocía. El viento frío se colaba a través de los ventanales en su pequeña casa habitación y aún así, una gota de sudor recorría su frente producto de las crisis que la mantenía en vela cada tanto tiempo, la llegada de la noche le aterraba, sobre todo cuando la luna llena se encontraba en lo alto del cielo.

A medida que adquiría el movimiento de sus extremidades, su cuerpo emprendía una danza particular para quitar la cargada somnolencia en sus parpados y de todo rastro de sus pesadillas, que algunas veces le seguían como fantasmas del pasado, que la atormentaban y no dejaban que pudiese alcanzar la dicha después de todo lo sucedido. Nada podía más, la historia que precedía Myscha llenaba el vaso con pequeñas gotas de nostalgia, que, conforme presenciaba el ingreso de la noche nublosa, se desprendía un halo de eso que la inspiraba; dígase fuerza, voluntad o esperanza.

En torno a ello giraba la modesta vida de Myscha, su aparente sencillez se reflejaba con acciones, aunque no del todo gozaba de un alma caritativa, seguía sus instintos de poder contribuir al prójimo tanto cuanto pudiese –ya que de esa manera había aprendido de su vida como aristócrata- inclusive si eso significaba dar una muestra de sus habilidades sobre el piano. Éste instrumento musical era interpretado por ella de forma prodigiosa, sus intereses iban más allá de la enseñanza de la música y sus caminos, también, gozaba de la interpretación de las notas hechas por importantes compositores de la época. Su prestigio dentro del conservatorio de “Les Enfants D’ Apollon” daban a su persona la cualidad de poder desempañarse fuera de la institución, por lo que a menudo decidía armonizar con la música a causas mayores para beneficio de otros.

Es por eso que, la noches de aquel día anunciaba el inicio de una velada diferente, un presentimiento invadía el corazón de Myscha, éste estrechaba el corazón con fuerza, en su interior se removían las fibras con la suficiente fuerza para temer poner un pie en las aceras de las calles Parisinas "-¿Qué es esto que siento? No logro descifrarlo. Es como si un presentimiento me advirtiera de tener cuidado el día de hoy, pero no tengo miedo, quizá sea algo bueno-" ¿Era imposible temer después de todo lo que pisaba mis talones, siguiéndome?, estaba en mi derecho de fingir demencia o correr atemorizada. Pero algo, más que mis estudiantes del conservatorio, me detenía. Era tal vez el cariño por ellos, lo que me estimulaba a realizar acciones como esas; una velada en el teatro en pro de niños y niñas huérfanas, que no tenían nada más que a ellos mismos, algo que me ubicaba y ponía en sus zapatos, pues ella no era tan diferente, compartía su suerte así como el destino.

Dispersa entre emotivos recuerdos con sus aprendices y el deber, exhalo e inhalo aire por unos segundos, seguidos por el suspiro resignado, pues no lo quedaba más que continuar ¿Tenía otra opción. Darse el lujo de rechazar la invitación perjudicaría su inexpugnable reputación, además de que, perdería el trabajo que con mucho esfuerzo había conseguido; sin sus niños y una enorme cantidad de deudas la oprimían. Pero todo lo que impulsaba a Myscha resultaba ser más complejo que una suma de dinero o un pasado que la atormentase.

Acallando las voces en su cabeza dónde sólo le llenaban de dudas o temores claudicó en buscar soluciones viables para no asistir. Encaminándose a su vestidor tomó una de sus prendas favoritas, se trataba de un vestido sumamente elegante para la clase de la que ella provenía. Una prenda refinada pero con toques sencillos para la ocasión. En sus orejas pendían dos aros de oro con los cuales existía un vínculo emocional muy fuerte, un obsequio de su padre mucho antes de perder la vida en el impávido enfrentamiento.

El viaje hacia el Teatro fue corto y sin complicaciones, el lugar se encontraba en el centro de París y aquella noche era concurrido por la alta sociedad de la ciudad. Todos sin excepciones usaban sus mejores atavíos, el dinero fácilmente se gastaba en nimiedades como lo eran joyas o telas preciosas. Sin embargo, no compraba la felicidad o la humildad en casos “desinteresados” como los que llevaban a todo el círculo más representativo de la clase alta. La reunión consistía en la donación de suficientes francos para comprar la tranquilidad de algunos infantes huérfanos, pero pensar que lo hacían desinteresadamente no era algo que Myscha compartiera en realidad. Todo, no sabía hasta que punto, tenía una razón de ser. Generalmente y la más común; obtener reconocimiento y fama a través de esos eventos sociales, la hipocresía en todo su esplendor, la arrogancia, la vanidad se alcanzaban a respirar y observar en sus rostros cínicos. Era una lástima que el dinero no comprara la Felicidad.

Naufragando en la pesadumbre de la noche dónde relampagueaban las nubes, Myscha aguardaba detrás del telón contemplando su magnificencia, como si fuese la primera vez que se plantaba sobre el escenario el nerviosismo crecía, sus dedos se movían con suavidad rozándose unos con otros –Rogaba porque estos no la traicionaran en el concierto- las ansias comenzaban a llegar y sus ojos serenos no lograban ocultar el alma del artista que llevaba por dentro. Dentro de unos instantes se definiría su actuación ocupando la atención de todos en el teatro y a la dama le envolvía un halo entremezclados con el nerviosismo de la primera vez y la pasión por su música.