Nikôlaus August Gallup

Habilidades. Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana. 1. Sanación acelerada. Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves. 2. Percepción del aura. Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros vampiros e identificar a los licántropos gracias a su aura colorada y su característico olor. 3. Confusión. El vampiro puede hacer que su víctima se sienta completamente desorientada sin más que mirarle a los ojos y hablar con él. La víctima sólo será consciente de fragmentaos sueltos de sus propios recuerdos. Se sentirá confuso constantemente y vagará de un lado a otro, aturdido y sin saber que hacer exactamente. La confusión es temporal. 4. Hemokinesis. Controlar a una persona por medio de la sangre. El vampiro, sin haber mordido al humano, ofrece una mínima cantidad de su sangre a la persona y con eso logra convertirlo en su sirviente. La sangre de vampiro es altamente adictiva para los humanos; también puede lograr retrasar el envejecimiento (pero nada excesivo como los licántropos y cambiaformas, solo unos cuantos años). 5. Clarividencia. Habilidad para ver y oír sucesos a distancia. Este poder se activa de forma instantánea y sólo tiene que concentrarse en un lugar o persona para ver y oír lo que sucede a su alrededor. Las visiones pueden ser pasadas o presentes.


La luz no puede escapar de las mordeduras repetidas de la oscuridad. La muerte, al igual que la noche, siempre regresa. Se envuelve como la serpiente. Se enreda. ¿Hombre o bestia? De ambos es consecuencia. La bestia, - criatura de lo horrendo -, es su esencia. El hombre, - una cáscara vacía -, vive en los fuegos del infierno eterno; gimiendo ante la pérdida de sus sueños. Alimenta a los cuervos con su carroña, ellos son los únicos que le encuentran exquisito ahora. Nikôlaus está completamente roto. Sus piezas, simplemente, ya no encajan ni encajarán. Está perdido. Destruido. Cede a los impulsos porque sabe que está volviéndose loco. Hasta hace cinco meses, disfrutaba de todo lo que tenía. Una esposa y un hijo que lo querían. Él vivía para ellos. Existía por ellos. Dicen que la oscuridad es la ausencia de luz y para August estas últimas se han apagado eternamente. Ha caído al abismo y se ha sostenido de nada. No hay forma de que suba, no cuando se levanta para caer más bajo. El silencio le absorbe, le castiga, le daña. Es él quien abre las puertas e invita a sus pesadillas a infiltrarse para torturarlo. Los escucha y ríe porque lo lamenta. Los abraza y apuñala porque representan el escape de la realidad en que se sumerge. Es su gana de jugar al ajedrez estúpido de la hipocresía. Envuelve en un secreto a sus demonios desgarradores. Son adictos al dolor que él les suministra pero llegados a este punto, solo puede pensar en compartir esas desgracias con quienes inocentes e ignorantes, creen que la luz puede vencer a la oscuridad dominante.


Nikôlaus era el menor de los hermanos Gallup. Noah contaba con trece años cuando nació, mientras que Néo tenía solo seis.  Sus padres se habían casado muy jóvenes. El señor Gallup aseguraba que no habría podido ser de otra forma. En cuanto había mirado a su futura esposa cruzar la calle para cubrirse de la lluvia, había decidido que sería la madre de sus hijos. La encantadora Norah, dama de compañía de una de las condesas que se acostumbraban a la vida en Francia, había sido más recelosa en cuanto a aceptar el cortejo de Nestor. Fue cuestión de meses para que la joven sucumbiera a esos encuentros que Gallup tachaba como casuales. ¿Cómo era posible que se encontraran en casi todos los eventos a la que la condesa estaba invitada? Ella jamás lo sabría. Su esposo había muerto tras descubrir a un traidor entre los agentes de la corona. Lo habían interceptado y asesinado antes de que la verdad saliese a flote por los cómplices, lo que ellos no sabían – sin embargo – era que los documentos que avalaban dicha información estaban guardados en un lugar oculto en su despacho. Noah tenía diecisiete años cuando se hizo cargo de su familia. La muerte del señor Gallup fue un duro golpe para todos. El amor hacia su esposa e hijos siempre había sido evidente cuando se encontraba en casa. Era demasiado alegre como para contagiar a todos, así que el silencio pronto sustituyó a las risas.

Creció teniéndolo todo. Sus hermanos, siempre sobreprotectores, buscaron y encontraron la manera de hacer todas esas actividades que Nestor, en su tiempo, hizo con ellos. Nikôlaus estaba orgulloso. Copiaba sus gestos, sus palabras, quería seguir sus ejemplos. Noah se casó unos años después. Se mudó a unas de las propiedades que su padre había adquirido con el paso del tiempo, decidiendo empezar su propia familia. Océanne le dio pronto una primera hija. Su hermano mayor rebosaba de alegría. Para ser honestos, toda la familia Gallup se sentía bendecida por la llegada de la niña. Su padre siempre había expresado su deseo de tener una princesa en casa y Valentine, eso representaba. Fue en su tercer cumpleaños que la tragedia les golpearía. Nikôlaus había regresado unos días antes de lo esperado para sorprender a toda la familia, sus estudios en el extranjero, finalmente habían terminado. Sin embargo, nadie le recibió a su llegada. El silencio gobernaba en la mansión. Eso le extrañó, Valentine siempre andaba causando revuelo. Lo primero que observó cuando cruzó el umbral, fue a Océanne aferrada a su pequeña. Nikôlaus no podía dar crédito a lo que veía. Su familia estaba muerta. Néo, quien se encontraba en uno de sus viajes como de costumbre, era el único que faltaba en ese cuadro. Las únicas heridas que representaban sus familiares fueron las marcas en sus cuellos.

Su hermano regresó varias noches después. Nikôlaus lo notó cambiado, pero lo adjuntó a las muertes recientes. Raras veces lo veía. Él había decidido permanecer en la vieja mansión, no queriendo permanecer en donde había encontrado los cuerpos. Néo, sin embargo, parecía ser indiferente en ese aspecto. Desistió de visitarlo durante el día, su hermano nunca parecía encontrarse en casa a esas horas. Una noche, simplemente, desapareció. Los años transcurrieron y tras hacerse cargo de las riquezas de los Gallup, pidió la mano de su mejor amiga. Juliette, era una joven de una fina belleza pero lo que más le gustaba a Nikôlaus era su brillante intelecto y espíritu aventurero. La dama se las había arreglado para meterse en su corazón. ¿Y cómo no? Ella había aparecido, como un halo de luz, en medio de toda esa oscuridad. Él estaba decidido a no dejarla ir de su lado, estaba completa y totalmente enamorado. Juliette le correspondía con la misma ferocidad. Dos años después, el pequeño Noah se le unió a la familia. Néo apareció por ese entonces, como si nunca se hubiese ido, haciendo gala de un humor negro. Le recordaba constantemente las misteriosas muertes que las autoridades habían dejado de seguir, recalcando en que los vampiros – como los rumores apuntaban – quizás si existían. Juliette le había pedido en más de una ocasión que no permitiese a Néo vivir bajo el mismo techo. Su hermano siempre parecía saber sobre este comentario, porque nunca pasaba la oportunidad de restregarle que también era un Gallup.

La noche en que todo terminó para Nikôlaus, hacía mucho frío. Regresaba a casa con un obsequio para Noah, había visto el juguete en uno de los escaparates y simplemente tuvo que adquirirlo. El grito de dolor que pertenecía a su hijo, le hizo dejar caer la bolsa y cruzar el umbral. Lo que vio le horrorizó. Juliette estaba en trance en una esquina, meciéndose, perdida. Pero no era eso lo que le había atraído al interior con tanta prisa. Enfrente de ellos, Néo obligaba a beber a su hijo su sangre. Dio un paso en su  dirección, pero la mirada en los orbes de su hermano le dijo que lo lamentaría. – Cometí un error con Valentine, hermano. Pero no volverá a pasar. Noah vivirá. El vampiro cepillaba con sus dedos el cabello del pequeño de tres años. – Es esta maldita sed, Nikôlaus. Me exige que mate. Me controla. Me… Una risa demente escapó de Néo. – Creí que la había vencido, pero lo arreglé. Ahora todo estará bien. Sonrió siniestramente, la sangre goteaba de su boca. El cuello del infante estaba desgarrado, la sangre caía con un sonido macabro. Entonces Nikôlaus lo hizo, se movió, incapaz de permanecer más tiempo viendo morir a su hijo. El vampiro se movió con rapidez. Todo lo que vio antes de abrazar el abismo, fue a Noah caer sobre el piso.


■ Han pasado solo cinco meses desde que despertó siendo un vampiro.
■ Fue él quien atravesó el corazón de su hijo cuando finalmente aceptó que Noah se había ido.
■ Cree estar volviéndose loco. Algunas veces escucha a su hijo.
■ Néo, su hermano, desapareció una vez más.