Animal nocturno (Deker Verner)

Solía caminar por las calles sin rumbo ni penas, lo más importante era llegar al día siguiente, lo demás, se solucionaba al paso, era bien cierto que ni fortuna ni riquesas poseía pero no me ocupaba de ello, nunca las tuve y nunca las necesité, en el orfanato me enseñaron a ser agradecida con dios, no me quejaba y tampoco renegaba, tal vez en su moemento fui una molestia para mis padres y por eso me abandonaron, fuí criada por monjas que decidieron nombrarme como un santo Nicolás, Nicole, pero siempre fuí una chica muy inquieta y muy traviesa así que con el tiempo ese nombre derivó en Nikky, los años pasaron y me volví la mayor de todos los huerfanos así que era alguien más quien los cuidaba y era feliz haciendolo, de verdad, eran mi única familia pero también sabía que las monjas no podían cuidar eternamente de mi, pronto alcanzaría la mayoría de edad así que no tenía mucho antes de que tuvieran que sacarme de ahí, yo no quería ser un estorbo para nadie y no quería que ellas tuvieran que verse en la necesidad de correrme así que me salí por cuenta propia, huí para no regresar.

Ahora me encuentro en calles parisinas, cual animal salvaje en una jungla de pavimento intentado sobrevivir, robando comida cada que es posible aunque va contra los principios que me enseñaron pero a veces hay que hacer lo que se tnega que hacer.

Esa noche no era muy diferente a ningun otra, había vagado por el mercado cercano para poder conseguir algo de fruta o pan pero sin mucho exito, ultimamente había visto muchos policias cerca y no queria que me detuvieran ya que por ser menor de edad no se a donde me llevarían, así que me resigné a que esa noche no comería nada y como ya empezaba a caer la tarde tenia que ir buscando un lugar para poder dormir, pero para mi muy mala suerte el cielo parecía estar muy enfadado por algo ya que en cuestión de minutos se soltó una gran tormeta que aduras penas dejaba ver lo que había en el camino a unos pasos de distancia así que corri sin saber exactamente a donde iba cuando de pronto tropece con algo o alguien por que reboté contra su pecho y caí al piso de sentón, miré hacia arriba y solo podía distinguir a una persona parada frente a mi, aunque por la lluvia no podía distinguir muy bien.

Paris, cada vez que me despertaba en aquella ciudad no me cansaba, cada día era diferente, cada día un burdel diferente, un bar de mala muerte, una cama ajena, una muchacha de buena familia, una mujer del arrabal, todo podía ser diferente como uno quisiera que pasara, ese mismo día había recorrido dos bares, bebido lo suficiente para ir tambaleando por las calles, pero estaba tan acostumbrado a esa cantidad de alcohol en mi cuerpo que parecía no hacer efecto más que un par de mejillas ruborizadas que adornaba mi tez de niño pequeño.

Dos mujeres una en cada bar respectivamente, fueron su entretenimiento esa misma noche, una rubia y una morena, ambas tan distintas una de otra, una era una prostituta que ofrecía sus servicios, habían estado platicando durante horas… tendría que pagarle, pero para pagar tenia que usarla, si, tendría que sacrificarme.
La otra una chica de clase alta que estaba ahí, por un problema amoroso, como era que las mujeres aun sabiendo la naturaleza del hombre siguieran creyendo en los mismos trucos, podría utilizar los mismos que me estaba contando con lagrimas en los ojos y caería redonda a mis pies, pero aquella mujer se había salvado, sus cabellos rubios cayendo por sus hombros, me recordó a cierta cazadora, aquella mujer que me tenia prendido a su recuerdo.

Sin más que hacer, volvía a mi cama solo, a aquella pensión que se suponía que era mi hogar en Paris, desde que había llegado al país, su cama fue ocupada por él, no mas de dos noches seguidas, no me molestaba en absoluto ahora que tenia en mente a Marina, suspire un poco, aquellas calles estaban vacías, el mejor escenario para pensar en alguien, vaya boberías y cursilerías, además si faltaba algo, aquellas calles empezaron a ser menos visibles a causa de la lluvia, que digo lluvia, diluvio que iba cayendo sobre Paris, me acomodé el cuello de mi chaqueta de cuello y comencé a andar más rápido, mientras la poca gente que quedaba en el lugar corría despavorida para llegar a un lugar donde refugiarse – patrañas – me dijo a mi mismo mientras dejaba de correr caminando más lento, no importaba si llegaba más tarde o más temprano a casa, su recuerdo tendría mi mente ocupada estando fuera o dentro de la cama.

Un golpe contra mi pecho, un pequeño dolor que causo un pequeño quejido de mi parte, mire hacia abajo una joven había chocado contra mi parecía asustada, confundida, vaya, parecía algo indefenso – Deberías tener mas cuidado por donde caminas – una mano que salió de mi bolsillo se estiro para tomar el brazo contrario y jalar de este hacia arriba – además esta lloviendo y poco se puede ver – la voz con lo que decía aquello era bastante alta, era un grito, que se perdía entre las aguas como si estuviera susurrando, el agua recorría el rostro de ambos deformando un poco nuestras siluetas

De aquel golpe había quedado derribada en el piso y solo podía intentar descubrir la identidad de mi acompañante, al parecer un hombre por que a pesar que hablaba fuerte con la lluvia a penas era perseptible lo que decía. -lo siento señor- me disculpe gritando tambien pero dudaba siquiera se escuchara, me pasé la mano por el rostro intentando limpiar la lluvia y ver mejor pero era imposible así que me acerque un poco más y me puse de puntas para intentar alcanzar su rostro y que pudiera escucharme -debemos refugiarnos de la lluvia- le señale hacia la entrada a un local que aunque estaba cerrado ya había un pequeño espacio para poder pararnos sin que nos pegara tan fuerte el agua, tomé su muñeca y jalé para que caminara conmigo.

Una vez ya fuera de la estrepitosa lluvia de nuevo limpie mi rostro para poder ver mejor y ahora si pude persibir que se trataba de un hombre -lamento haberle golpeado señor pero con la lluvia no podía ver nada, se encuentra bien?- me acomodé un poco mi cabello alborotado que cubría mi rostro mientras temblaba por el frío que sentía después de estar completamente empapada por la lluvia. -¿que hace una persona como ud por aqui señor?- la pregunta rondaba por mi cabeza ya que los callejones no era el sitio más propio para alguien como el que se veía de mejor clase que yo.

La lluvia caía en mi cabeza mojándome completamente era fácil distinguir que era una mujer por su silueta, sin importa la clase social, la mujer era más menuda que el hombre, por obvia razón, el hombre siempre había sido el encargado de ciertas tareas que la mujer no, pero no era el punto de todo esto, aun sin comprender mucho que me decía, mi rostro se había formado en una mueca de no entender absolutamente nada de lo que me decía, pero antes de poder contestar a gritos bajo esa lluvia torrencial, fui llevado hasta la entrada de un negocio cerrado.

La lluvia no alcanzaba a mojarme más ahí, moví mi cabeza de un lado a otro como vil perro para sacudir cada una de las gotas que se adherían a mi cabello, antes de dedicarle una pequeña sonrisa – no tienes nada de que disculparte, solo deberías tener más cuidado, porque una mala caída puede ser más que dolorosa – añadí sin dejar de sacudir mi cabello, lo suficiente para que las gotas no siguieran recorriendo mi tez.

Cuando estuve lo suficientemente “seco” o lo que se pudiera acercar a esa definición pude mirarla a la cara, su ropaje estaba roto, su cabello mal acomodado, era fácil distinguir que era una chica con pocos recursos, pero sus modales eran buenos, aun así las carcajadas que no pude evitar aparecieron – bueno, eso mismo podría decirle, no te fies en las clases sociales, hombres ricos pueden ser unos viles asesinos, como también un hombre pobre puede ser un gran hombre… me dirigía a mi casa – su cuerpo temblaba de frio lo podía ver, no podía dejarla asi, me quite el abrigo que aunque empapado por fuera por dentro era más calido y se lo puse sobre los hombros, el aire helado daba en mi pecho, no importaba - tu también deberías volver a tu casa.