AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Primer rastro(Libre)
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Primer rastro(Libre)
Un paseo nocturno de súbito interrumpido por un alarido desgarrador. Una intuición. Un joven mortal, pero intrépido. No había pasado siquiera un día desde que Eden había llegado a París, y en el transcurso de su primera aventura nocturna por la ciudad, no solo había podido comprobar la ingente cantidad de seres sobrenaturales que habitaban aquella urbe-más que en ninguna otra de las que había visitado-sino que también estaba asistiendo al peligro inherente de dicha circunstancia. Algo estaba ocurriendo en los sinuosos callejones que lo rodeaban, algo macabro por los chillidos que nacían de la oscuridad, y aunque arriesgaba la vida con su decisión, sabía que no podía dejarlo pasar; nunca lo hacía. El joven se introdujo con celeridad en el funesto entramado de calles sin retorno, con la mano derecha introducida en el interior de su chaleco izquierdo, para desenfundar si la situación así lo requería, el cuchillo de plata legado por Franck, su mentor.
No tardó en hallar el primer rastro de sangre, ante el que se detuvo para analizarlo, y de paso, recobrar el aliento durante unos segundos. No había sutileza alguna, la gran cantidad de sangre derramada, unida a las manchas con forma de garra que decoraban la pared grisácea, denotaba que probablemente se trataba de un licántropo. Una corriente de emoción se abrió paso en su interior; buscaba hombres lobo y probablemente tenía a uno muy cerca, sin embargo aquello era secundario, si quería ayudar a quien fuera que estuviese siendo atacado, debía de ser rápido. Un nuevo alarido nació de las sombras y Eden no lo eludió, raudo continuó zambulléndose en aquel mar de oscuridad en pos de salvar una vida que estaba en peligro. De repente unos gruñidos le detuvieron, estaba cerca. A paso lento, dobló la esquina y lo vio, un licántropo, desmembrando el cuerpo de una joven, que para su contrariedad, si no estaba muerta, pronto lo estaría. No llevaba su violín encima, no había previsto verse en aquella situación, por lo que tendría que usar su magia sin el elemento que más la reforzaba; no sería fácil salir airoso de aquella complicada situación, pero debía arriesgarse, por René.
-¡Eh!-Gritó el joven.
El licántropo levantó la mirada de su víctima y centró sus iracunda mirada rojiza en Eden. Aquel hombre lobo era de gran tamaño y de pelaje castaño oscuro. La gran percepción que atesoraba, le permitió percibir con más fuerza si aún era posible la fiereza de aquel baboso y ensangrentado ser carente de razón que tan solo deseaba una cosa; acabar con su vida. El joven comenzó a temblar, estaba asustado, muy asustado, pero debía hacer lo que fuera para alejar a la bestia de aquella mujer, aunque eso supusiera entregar su vida. Por un momento estuvo a punto de desenfundar su cuchillo, pero nunca lo había utilizado y aquella no sería la primera vez; no quería herir a aquel ser, no solo porque pudiera ser su hermano, sino porque no era su estilo. El hombre lobo comenzó a acercarse hacia él sin retirar sus ojos de los suyos marrones, con un caminar lento pero portentoso. Eden luchó primero, porque el miedo no le hiciera salir corriendo, y segundo, para que la ira destilada por aquel ser maldito no le impidiera mantener su mirada fija en su faz; lo necesitaba si quería sobrevivir. En los pocos segundos que tuvo para pensar decidió concentrar su poder mágico en sus ojos, conjurando mentalmente un hechizo ocular que pacificara a la bestia. El licántropo liberó un estridente aullido y se detuvo a pocos centímetros de Eden. Las estampidas producidas por la fuerte respiración de aquel ser a punto estuvieron de hacerle caer, pero el joven se mantuvo en pie, firme, sin retirar sus ojos de la intimidatoria mirada del fiero licántropo. No avanzó más, se quedó allí, hechizado por el joven, quieto, impávido, impertérrito. Por su parte el mortal luchaba consigo mismo por mantener el hechizo, comenzando a sudar profusamente y a ver su respiración peligrosamente alterada. No tenía mucho tiempo, un conjuro de aquellas características no aguantaría demasiado sin su violín como apoyo; debía jugarse todo a una carta.
-¿Dónde está la tribu Wolfang?-Cuestionó Eden.
En un principio el licántropo no pareció reaccionar a su pregunta, pero de repente el joven creyó intuir en la mirada de hombre con forma de lobo un atisbo de razón, como si su pregunta hubiese despertado a la parte racional de su interior. En ese momento el licántropo retiró la mirada y salió corriendo por los callejones de la ciudad. Eden expiró aire profusamente tratando de revitalizar sus pulmones mientras se acercaba al cuerpo totalmente ensangrentado de la joven. No necesitó aproximarse demasiado para saber que estaba muerta, y en ese momento se sintió abatido; no había llegado a tiempo.
No tardó en hallar el primer rastro de sangre, ante el que se detuvo para analizarlo, y de paso, recobrar el aliento durante unos segundos. No había sutileza alguna, la gran cantidad de sangre derramada, unida a las manchas con forma de garra que decoraban la pared grisácea, denotaba que probablemente se trataba de un licántropo. Una corriente de emoción se abrió paso en su interior; buscaba hombres lobo y probablemente tenía a uno muy cerca, sin embargo aquello era secundario, si quería ayudar a quien fuera que estuviese siendo atacado, debía de ser rápido. Un nuevo alarido nació de las sombras y Eden no lo eludió, raudo continuó zambulléndose en aquel mar de oscuridad en pos de salvar una vida que estaba en peligro. De repente unos gruñidos le detuvieron, estaba cerca. A paso lento, dobló la esquina y lo vio, un licántropo, desmembrando el cuerpo de una joven, que para su contrariedad, si no estaba muerta, pronto lo estaría. No llevaba su violín encima, no había previsto verse en aquella situación, por lo que tendría que usar su magia sin el elemento que más la reforzaba; no sería fácil salir airoso de aquella complicada situación, pero debía arriesgarse, por René.
-¡Eh!-Gritó el joven.
El licántropo levantó la mirada de su víctima y centró sus iracunda mirada rojiza en Eden. Aquel hombre lobo era de gran tamaño y de pelaje castaño oscuro. La gran percepción que atesoraba, le permitió percibir con más fuerza si aún era posible la fiereza de aquel baboso y ensangrentado ser carente de razón que tan solo deseaba una cosa; acabar con su vida. El joven comenzó a temblar, estaba asustado, muy asustado, pero debía hacer lo que fuera para alejar a la bestia de aquella mujer, aunque eso supusiera entregar su vida. Por un momento estuvo a punto de desenfundar su cuchillo, pero nunca lo había utilizado y aquella no sería la primera vez; no quería herir a aquel ser, no solo porque pudiera ser su hermano, sino porque no era su estilo. El hombre lobo comenzó a acercarse hacia él sin retirar sus ojos de los suyos marrones, con un caminar lento pero portentoso. Eden luchó primero, porque el miedo no le hiciera salir corriendo, y segundo, para que la ira destilada por aquel ser maldito no le impidiera mantener su mirada fija en su faz; lo necesitaba si quería sobrevivir. En los pocos segundos que tuvo para pensar decidió concentrar su poder mágico en sus ojos, conjurando mentalmente un hechizo ocular que pacificara a la bestia. El licántropo liberó un estridente aullido y se detuvo a pocos centímetros de Eden. Las estampidas producidas por la fuerte respiración de aquel ser a punto estuvieron de hacerle caer, pero el joven se mantuvo en pie, firme, sin retirar sus ojos de la intimidatoria mirada del fiero licántropo. No avanzó más, se quedó allí, hechizado por el joven, quieto, impávido, impertérrito. Por su parte el mortal luchaba consigo mismo por mantener el hechizo, comenzando a sudar profusamente y a ver su respiración peligrosamente alterada. No tenía mucho tiempo, un conjuro de aquellas características no aguantaría demasiado sin su violín como apoyo; debía jugarse todo a una carta.
-¿Dónde está la tribu Wolfang?-Cuestionó Eden.
En un principio el licántropo no pareció reaccionar a su pregunta, pero de repente el joven creyó intuir en la mirada de hombre con forma de lobo un atisbo de razón, como si su pregunta hubiese despertado a la parte racional de su interior. En ese momento el licántropo retiró la mirada y salió corriendo por los callejones de la ciudad. Eden expiró aire profusamente tratando de revitalizar sus pulmones mientras se acercaba al cuerpo totalmente ensangrentado de la joven. No necesitó aproximarse demasiado para saber que estaba muerta, y en ese momento se sintió abatido; no había llegado a tiempo.
Re: Primer rastro(Libre)
Tan abatida como cada noche de luna llena había llevado acabo todo el ritual para cerciorarme que mi seguridad estaba limpia. Sin embargo, como era costumbre de mis difuntos... siempre pasaban la lista de todos aquellos desafortunados pobres diablos que morirían en las garras de los hijos de la luna. Mis ojos eran una replica de aquella luna que tanto amaban los seres amorfos ante el dedo de Dios, mientras que mis labios, eran una lapida sellada bajo el juramento de no intervenir con ellos... pero a últimas fechas. La premonición de aquel ser de sagaces ojos chocolates intervenía constantemente.
El fuego verdoso que se alzaba en llamaradas hasta tocar el cielo susurraban cálidas palabras a mis oídos. Los huesos de conejo bailaban al son que los muertos cantaban para mi beneficio. Ahora hacía buena luna para asesinatos, dijo uno de los difuntos que se retorcía de gozó en el fuego. Mientras que otro más se mantenía en trancé. Agatha y Jared, mis espíritus principales se encontraban irregularmente inquietos. Bailoteaban y se regocijaban como si de un festín se tratase. El interés mío era igual a cero. Pero ante la suave brisa con olor a muerte hizo que mis manos fraguaran sobre las llamas verdes. Lanzando otro esqueleto entero de conejo.
Las llamas se estremecieron y ladraron al unisono del abismo de un desgarrador aullido. Estaban comenzando y el astro nocturno pedía a gritos de luz su compensación por resguardar aquellos asesinos.
- Ama... ama... vivirá... vivirá... -canturreó en suspiros escalofriantes Jared. Mientras que Agatha hacía bailar su vestido fantasmagorico sobre mi cabeza. Ahora interesada. Delinee las palabras del alma errante en el fuego. Y para mi sorpresa el nombre de Sthepanie Bankesterville se leía. No la conocía, pero uno de los espíritus presentes en la ceremonia sí.
Era una cazadora de brujas, y al parecer, ella me iba a asesinar varios días después de esta noche. Pero ahora la que iba a perecer era ella. Me dio curiosidad el hecho de que mi asesina fuera asesinada y me preguntaba si Jared o Agatha tenían que ver en este inesperado evento. Yo iba a morir y sin saberlo. Sonreí. Aunque no estaba por demás tratar de ayudar aquella desgraciada. De igual forma el tiempo, espacio y futuro habían sido modificado desde que yo había lanzado los huesos del conejo sobre el fuego.
Preparé varios de mis muñecos de paja y barro, los contratos de mis espíritus sirvientes y me coloqué una caperuza color beige para protegerme del inclemente tiempo que azotaba la región.
Andar en las calles de París jamás habían sido cosa que a mí me fascinara, por el simple hecho de que había sido educada -sí bien por un Barón- lejos del contacto social. Apenas un par de miradas a mi persona servían para que yo me sintiera incomoda y me quisiera ir al campo. Donde mis muertos y yo pudiéramos disfrutar de una amena conversación. Ahora, según aquel espíritu que conocía a la próxima difunta, ésta se encontraría en uno de los extramboticos callejones de la ciudad. Me empezaría a preocupar si topaba con algún vampiro o peor... con algún licantropo. Pero "grata" fue mi sorpresa al escuchar un segundo aullido, uno bastante lastimero. No era audible para el sistema humano, sino para la sensible estabilidad de un brujo.
Apresuré mi paso. Adentrándome a los intrincados callejones de la ciudad. A lo lejos logré vislumbrar una figura que se movía con rapidez. Como si buscara algo entre la penumbra del sitio. Y mis pasos lo siguieron en silencio. Hasta que un enfrentamiento asordo mis oídos me mantuve oculta hasta que no escuché un solo sonido. Me acerqué en sigilo hasta la escena y noté uno de los malditos frente a una persona. El hombre-lobo estaba estático, inerte. Quedé ignorante a lo que el -al parecer hombre- dijo, ya que mi mirada gris saltó hasta las espaldas del licano. Había una mujer descuartizada. Poco tiempo después el hombre-lobo huyó. Reaccioné a si mismo. Mientras que el contrincante del maldito se acercaba a la victima del que había huido ya.
Había mantenido mi posición totalmente rígida, con una de mis manos sobre el contrato con los difuntos y otro sobre los muñecos vudú para usarlos en caso de ser necesario. Pero al ver que la silueta masculina se acercó al cuerpo hice lo mismo en silencio.
- Al parecer llegaste un poco tarde... -susurré detrás de él. Mientras que la peculiar habilidad que poseía de ver con mis ojos mortales el mundo de los muertos, me daba una imagen directa y clara del alma de la mujer salir de su cuerpo.
Tragué saliva pues por un momento aquella alma -que se convertiría en errante- me miraba con furia como si yo hubiera sido la causante de su muerte. Después desapareció. Regresé la mirada al joven con algo de pena.
- ¿Era familiar tuya? -interrogué sin importarme cuan extraño se vería una desconocida que aparecía de la nada y de lo más tranquila ante un cuerpo descuartizado.
El fuego verdoso que se alzaba en llamaradas hasta tocar el cielo susurraban cálidas palabras a mis oídos. Los huesos de conejo bailaban al son que los muertos cantaban para mi beneficio. Ahora hacía buena luna para asesinatos, dijo uno de los difuntos que se retorcía de gozó en el fuego. Mientras que otro más se mantenía en trancé. Agatha y Jared, mis espíritus principales se encontraban irregularmente inquietos. Bailoteaban y se regocijaban como si de un festín se tratase. El interés mío era igual a cero. Pero ante la suave brisa con olor a muerte hizo que mis manos fraguaran sobre las llamas verdes. Lanzando otro esqueleto entero de conejo.
Las llamas se estremecieron y ladraron al unisono del abismo de un desgarrador aullido. Estaban comenzando y el astro nocturno pedía a gritos de luz su compensación por resguardar aquellos asesinos.
- Ama... ama... vivirá... vivirá... -canturreó en suspiros escalofriantes Jared. Mientras que Agatha hacía bailar su vestido fantasmagorico sobre mi cabeza. Ahora interesada. Delinee las palabras del alma errante en el fuego. Y para mi sorpresa el nombre de Sthepanie Bankesterville se leía. No la conocía, pero uno de los espíritus presentes en la ceremonia sí.
Era una cazadora de brujas, y al parecer, ella me iba a asesinar varios días después de esta noche. Pero ahora la que iba a perecer era ella. Me dio curiosidad el hecho de que mi asesina fuera asesinada y me preguntaba si Jared o Agatha tenían que ver en este inesperado evento. Yo iba a morir y sin saberlo. Sonreí. Aunque no estaba por demás tratar de ayudar aquella desgraciada. De igual forma el tiempo, espacio y futuro habían sido modificado desde que yo había lanzado los huesos del conejo sobre el fuego.
Preparé varios de mis muñecos de paja y barro, los contratos de mis espíritus sirvientes y me coloqué una caperuza color beige para protegerme del inclemente tiempo que azotaba la región.
Andar en las calles de París jamás habían sido cosa que a mí me fascinara, por el simple hecho de que había sido educada -sí bien por un Barón- lejos del contacto social. Apenas un par de miradas a mi persona servían para que yo me sintiera incomoda y me quisiera ir al campo. Donde mis muertos y yo pudiéramos disfrutar de una amena conversación. Ahora, según aquel espíritu que conocía a la próxima difunta, ésta se encontraría en uno de los extramboticos callejones de la ciudad. Me empezaría a preocupar si topaba con algún vampiro o peor... con algún licantropo. Pero "grata" fue mi sorpresa al escuchar un segundo aullido, uno bastante lastimero. No era audible para el sistema humano, sino para la sensible estabilidad de un brujo.
Apresuré mi paso. Adentrándome a los intrincados callejones de la ciudad. A lo lejos logré vislumbrar una figura que se movía con rapidez. Como si buscara algo entre la penumbra del sitio. Y mis pasos lo siguieron en silencio. Hasta que un enfrentamiento asordo mis oídos me mantuve oculta hasta que no escuché un solo sonido. Me acerqué en sigilo hasta la escena y noté uno de los malditos frente a una persona. El hombre-lobo estaba estático, inerte. Quedé ignorante a lo que el -al parecer hombre- dijo, ya que mi mirada gris saltó hasta las espaldas del licano. Había una mujer descuartizada. Poco tiempo después el hombre-lobo huyó. Reaccioné a si mismo. Mientras que el contrincante del maldito se acercaba a la victima del que había huido ya.
Había mantenido mi posición totalmente rígida, con una de mis manos sobre el contrato con los difuntos y otro sobre los muñecos vudú para usarlos en caso de ser necesario. Pero al ver que la silueta masculina se acercó al cuerpo hice lo mismo en silencio.
- Al parecer llegaste un poco tarde... -susurré detrás de él. Mientras que la peculiar habilidad que poseía de ver con mis ojos mortales el mundo de los muertos, me daba una imagen directa y clara del alma de la mujer salir de su cuerpo.
Tragué saliva pues por un momento aquella alma -que se convertiría en errante- me miraba con furia como si yo hubiera sido la causante de su muerte. Después desapareció. Regresé la mirada al joven con algo de pena.
- ¿Era familiar tuya? -interrogué sin importarme cuan extraño se vería una desconocida que aparecía de la nada y de lo más tranquila ante un cuerpo descuartizado.
Kara Jakes- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 23/07/2012
Localización : Bosque de Francia.
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Re: Primer rastro(Libre)
Un presencia turbó aún más si era posible el ya de por si afectado ambiente. Eden miró de reojo a la dueña de aquellas palabras que se depositaron sutilmente en sus oídos, llevándose instintivamente la mano derecha nuevamente al interior de su chaleco en busca de aquel puro filo jamás utilizado. Sentía poder mágico proveniente de aquella mujer, poder de una naturaleza oscura, y por lo tanto en algún sentido, alarmante. Sin embargo el joven se tranquilizó, o al menos lo hizo todo lo que era posible frente a aquella macabra escena, primero por el contenido de la pregunta, totalmente libre de cualquier malicia, y segundo porque si hubiese querido agredirle de alguna manera, ya lo hubiera hecho aprovechando el factor sorpresa. Intrigado por la identidad de la mujer, Eden paseó por ultima vez sus ojos por la macabra escena y se giró sobre su eje para encarar a aquella bruja. La primera imagen que recibió de ella, traducida en medio de la penumbra, era la de una mujer de matices exóticos y mirada hipnotizante.
-No la conocía, pero en estos casos es lo mismo, siempre es triste comprobar cómo otro ser es mancillado por el enloquecimiento de una bestia-Dijo el joven con un tono afectado-. Pero lo que no puedo imaginar es que compendio circunstancias azarosas han provocado que una mujer de sus características aparezca en este preciso momento en una escena de esta naturaleza.
El joven paseó su mirada por la sinuosa figura de la bruja, y comprobó como portaba diversos elementos que confirmaban su teoría; estaba dominada por la magia negra. Aquello no era indicio ni indicativo de nada por el joven, no le gustaba verse sometido por ningún tipo de prejuicio, sin embargo era un hecho a tener en cuenta.
-No la conocía, pero en estos casos es lo mismo, siempre es triste comprobar cómo otro ser es mancillado por el enloquecimiento de una bestia-Dijo el joven con un tono afectado-. Pero lo que no puedo imaginar es que compendio circunstancias azarosas han provocado que una mujer de sus características aparezca en este preciso momento en una escena de esta naturaleza.
El joven paseó su mirada por la sinuosa figura de la bruja, y comprobó como portaba diversos elementos que confirmaban su teoría; estaba dominada por la magia negra. Aquello no era indicio ni indicativo de nada por el joven, no le gustaba verse sometido por ningún tipo de prejuicio, sin embargo era un hecho a tener en cuenta.
Re: Primer rastro(Libre)
La mirada del joven era penetrante. Era la de un hombre fuerte y bastante denso. Un vástago ejemplar para quien fuera su progenitor. Mis ojos lo delinearon y me acerqué un poco más, dejándome escrutar por él. Podía percibir un poco de desconfianza. Pero no tenia intenciones de arrebatarle la vida o darle una pelea enzarzada.
Aproveché el movimiento para acercarme hasta el cuerpo que yacía descuartizada sobre el suelo pintado de un exquisito y sensual carmín. Escuché claramente sus palabras, después de todo la acústica de los callejones era lo suficiente escabrosa como para reproducir en un tono encantador amente amenazante cualquiera que fueran las letras dichas.
Alcé la mirada para chocarla contra la de él mientras que uno de mis dedos cogía unas gotas de roja sangre de una herida que aún brotaba borbotones. Y alcé el mismo. Susurré la oración del argonauta y un suave resplandor verdoso evaporo la sangre.
Sonreí.
- Se ha ido al cielo de todas formas... -anuncié. Si hubiera caído en las garras del infierno o se hubiera vuelto un alma errante, como yo había deducido, el resplandor no hubiera sucedido... por el contrario se hubiera consumido en un letal y venenoso fuego.
- Bueno... es que una de las característica de "ésta" mujer -me referí a mi misma- es leer el azar del destino de muchas personas... sobre todas aquellas que vagan solas por las calles en luna llena... y se me informó sobre la triste suerte de la ya difunta... -pasé mi mano sobre los parpados de los ojos azules e inertes, cerrándolos para siempre. Vi con tristeza el rostro que poco a poco perdía su cálides y lo acaricie.
- La pequeña Ann-marie sufrira mucho cuando sepa que mamá murió... y Adalbert, su esposo se volverá loco... -comenté y llevé la mirada lentamente hasta el joven frente a mí- ahora que yo contesté... dígame joven... ¿Qué hace un tan bien parecido mozo solo por los callejones de París? -me puse en pie bajando la capucha de mi caperuza para que la luz de luna filtrara mejor mi visión para ver al muchacho desde un mejor angulo. Sonreí de forma felina. Siempre me daba cierta "felicidad" poder hablar con alguien... vivo.
Aproveché el movimiento para acercarme hasta el cuerpo que yacía descuartizada sobre el suelo pintado de un exquisito y sensual carmín. Escuché claramente sus palabras, después de todo la acústica de los callejones era lo suficiente escabrosa como para reproducir en un tono encantador amente amenazante cualquiera que fueran las letras dichas.
Alcé la mirada para chocarla contra la de él mientras que uno de mis dedos cogía unas gotas de roja sangre de una herida que aún brotaba borbotones. Y alcé el mismo. Susurré la oración del argonauta y un suave resplandor verdoso evaporo la sangre.
Sonreí.
- Se ha ido al cielo de todas formas... -anuncié. Si hubiera caído en las garras del infierno o se hubiera vuelto un alma errante, como yo había deducido, el resplandor no hubiera sucedido... por el contrario se hubiera consumido en un letal y venenoso fuego.
- Bueno... es que una de las característica de "ésta" mujer -me referí a mi misma- es leer el azar del destino de muchas personas... sobre todas aquellas que vagan solas por las calles en luna llena... y se me informó sobre la triste suerte de la ya difunta... -pasé mi mano sobre los parpados de los ojos azules e inertes, cerrándolos para siempre. Vi con tristeza el rostro que poco a poco perdía su cálides y lo acaricie.
- La pequeña Ann-marie sufrira mucho cuando sepa que mamá murió... y Adalbert, su esposo se volverá loco... -comenté y llevé la mirada lentamente hasta el joven frente a mí- ahora que yo contesté... dígame joven... ¿Qué hace un tan bien parecido mozo solo por los callejones de París? -me puse en pie bajando la capucha de mi caperuza para que la luz de luna filtrara mejor mi visión para ver al muchacho desde un mejor angulo. Sonreí de forma felina. Siempre me daba cierta "felicidad" poder hablar con alguien... vivo.
Off: Sorry por tardar, pero no encontraba las palabras x3
Kara Jakes- Hechicero Clase Baja
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Re: Primer rastro(Libre)
Todos y cada uno de los gestos realizados por la mujer removían la incipiente desconfianza que le generaba al joven aquella compañía. Podía deberse a una simple manía suya, pero no le gustaba tratar con los muertos, menos aún con los no muertos, y al parecer aquella mujer era especialista en todo lo contrario. Existían muchas teorías sobre por qué una persona con determinado talento mágico podía acabar naufragando en el tempestuoso mar de la magia oscura: eventos traumáticos, una predilección natural por los muertos, una esencia puramente bruna...Fuera cual fuese la razón que había llevado a aquella mujer a inclinarse por esgrimir aquella rama de la magia no podía ser algo positivo, o al menos, así pensaba Eden.
Al retirarse la capucha, el joven pudo apreciar con mayor claridad los curiosos rasgos faciales de la mujer, apoyado en la tenue luz de la luna, no pudo obviar que estaba dotada de una gran belleza, lo que le convertía en un peligro mayor que si se tratara de una mujer de apariencia más mundana. Mientras observaba el movimiento de sus sugerentes labios, Eden se concentró en tratar de obtener alguna información más sobre su interlocutora, para saber hasta que punto podía depositar algún tipo de confianza en ella. Empleando su empatía, el joven trató de aumentar el rango de su percepción, y se súbito, cual embestida, recibió un dolor intenso que le hizo alejarse rápidamente de los arremolinados sentimientos de aquella mujer. Había sufrimiento en su interior, debía tenerlo en cuenta.
-Sin duda tu poder es increíble, ser capaz de obtener tanta información...-Dijo el joven, tomándose un momento para pasarse la mano derecha por su nuca-. Estoy aquí en una misión de vida, un objetivo difícil de llevar a cabo, pero vital para mi existencia. ¡Qué modales los míos!, no me he presentado, mi nombre es Eden Wolfang, encantado, aunque sea en tan tortuosas circunstancias.
El joven desvió levemente su mirada al cadáver parcialmente descuartizado de la mujer, cerrando los ojos al instante, compungido.
-Busco a mi hermano, que curiosamente es un licántropo. Tenía la esperanza de que fuera ese que tan tristemente ha asesinado a esta mujer, o que al menos supiera algo sobre donde se encuentra, pero lo único que he conseguido es toparme con mi incapacidad para salvar una vida. Si no es demasiada descortesía, ¿le importaría decirme su nombre? Una mujer de sus características no merece ser recordada en mi memoria como un rostro sin nombre
Al retirarse la capucha, el joven pudo apreciar con mayor claridad los curiosos rasgos faciales de la mujer, apoyado en la tenue luz de la luna, no pudo obviar que estaba dotada de una gran belleza, lo que le convertía en un peligro mayor que si se tratara de una mujer de apariencia más mundana. Mientras observaba el movimiento de sus sugerentes labios, Eden se concentró en tratar de obtener alguna información más sobre su interlocutora, para saber hasta que punto podía depositar algún tipo de confianza en ella. Empleando su empatía, el joven trató de aumentar el rango de su percepción, y se súbito, cual embestida, recibió un dolor intenso que le hizo alejarse rápidamente de los arremolinados sentimientos de aquella mujer. Había sufrimiento en su interior, debía tenerlo en cuenta.
-Sin duda tu poder es increíble, ser capaz de obtener tanta información...-Dijo el joven, tomándose un momento para pasarse la mano derecha por su nuca-. Estoy aquí en una misión de vida, un objetivo difícil de llevar a cabo, pero vital para mi existencia. ¡Qué modales los míos!, no me he presentado, mi nombre es Eden Wolfang, encantado, aunque sea en tan tortuosas circunstancias.
El joven desvió levemente su mirada al cadáver parcialmente descuartizado de la mujer, cerrando los ojos al instante, compungido.
-Busco a mi hermano, que curiosamente es un licántropo. Tenía la esperanza de que fuera ese que tan tristemente ha asesinado a esta mujer, o que al menos supiera algo sobre donde se encuentra, pero lo único que he conseguido es toparme con mi incapacidad para salvar una vida. Si no es demasiada descortesía, ¿le importaría decirme su nombre? Una mujer de sus características no merece ser recordada en mi memoria como un rostro sin nombre
Re: Primer rastro(Libre)
Sonreí ante el alago. No era muy común que alguien -y más alguien desconocido- llegará a hacer referencia de mis habilidades, normalmente era repudiada, inclusive dentro del mismo séquito de hechiceras. Ser una hechicera o bruja -según la terminología que tuviera cada cual con respecto a la palabra- necromana era algo bastante malo. Yo estaba plenamente consiente de que jugar con los muertos no era algo bueno, y mucho menos si estos se volcaban contra ti. Había peores cosas que la muerte mismas, y las almas errantes eran capaces de ver esas "peores cosas" sino las sabías manejar de forma adecuada.
- Muchas gracias, supongo -contesté mientras acomodaba con cuidado mi cabello-. Pero lamento decir que mi habilidad se reduce únicamente a ver y conversar con el alma, la información que te acabo de dar alguno de los espíritus que hay alrededor y cuidaban de ella me dio hace un par de segundos... -expliqué mirando con pena el cadáver. Era una imagen por más grotesca.
El chico, no era mayor que yo. Hasta sospechaba que era algo joven como para andar por la vida cazando, y mucho menos hombres lobos. Sumando la impresión de que posiblemente jamás había alzado un arma siquiera para amenazar a alguien. Lo sabía por la forma en que se movía y al escuchar la razón relajé un poco mi expresión.
- Mucho gusto, Eden -hice una reverencia con la cabeza. Y observé como éste echaba una mirada más a la difunta. Suspiré y terminé por quitarme la capa que llevaba puesta y la eché sobre el cuerpo inerte.
- Eden. Espero seas cociente de que los licanos no son del tipo de criaturas que se pondrán a dialogar contigo... son criaturas de instinto puro que no contestaran ninguna pregunta que le hagas -informé y me puse de pie mirándole con algo de pena-, si deseas encontrar a tu hermano deberías buscar antes a algún cazador... -comenté.
- Oh... pero que descuidada soy... -reí ingenuamente y alcé un poco mis hombros- Mi nombre es Kara... Kara Jakes -me presenté y un aullido surcó la escena. Me inquietaba un poco que el olor de sangre fuese a atraer a más de un licantropo.
- Venga, Eden. Debemos movernos... -pedí mientras que veía el callejón por donde había entrado y el otro por donde había huido el hombre-lobo aquel.
- Muchas gracias, supongo -contesté mientras acomodaba con cuidado mi cabello-. Pero lamento decir que mi habilidad se reduce únicamente a ver y conversar con el alma, la información que te acabo de dar alguno de los espíritus que hay alrededor y cuidaban de ella me dio hace un par de segundos... -expliqué mirando con pena el cadáver. Era una imagen por más grotesca.
El chico, no era mayor que yo. Hasta sospechaba que era algo joven como para andar por la vida cazando, y mucho menos hombres lobos. Sumando la impresión de que posiblemente jamás había alzado un arma siquiera para amenazar a alguien. Lo sabía por la forma en que se movía y al escuchar la razón relajé un poco mi expresión.
- Mucho gusto, Eden -hice una reverencia con la cabeza. Y observé como éste echaba una mirada más a la difunta. Suspiré y terminé por quitarme la capa que llevaba puesta y la eché sobre el cuerpo inerte.
- Eden. Espero seas cociente de que los licanos no son del tipo de criaturas que se pondrán a dialogar contigo... son criaturas de instinto puro que no contestaran ninguna pregunta que le hagas -informé y me puse de pie mirándole con algo de pena-, si deseas encontrar a tu hermano deberías buscar antes a algún cazador... -comenté.
- Oh... pero que descuidada soy... -reí ingenuamente y alcé un poco mis hombros- Mi nombre es Kara... Kara Jakes -me presenté y un aullido surcó la escena. Me inquietaba un poco que el olor de sangre fuese a atraer a más de un licantropo.
- Venga, Eden. Debemos movernos... -pedí mientras que veía el callejón por donde había entrado y el otro por donde había huido el hombre-lobo aquel.
Kara Jakes- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 23/07/2012
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