Feelings change, Memories don't

por **Arthur / Egyed** Miér Ago 08, 2012 6:21 pm

El despertar de un sueño, un letargo que debía ser aparentemente eterno. ¿Cómo puede un hechicero traer de regreso las almas de su descanso, cuando éstas ya no deberían estar al alcance de este mundo? la respuesta no la conocemos. Hace unos cuantos años, que para nosotros han pasado volando, cuyo paso lo notamos por el chico por el cual aún permanecemos en este plano, sin enloquecer, sin volvernos una entidad oscura que solo busque destruir todo a su paso.

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Aquella noche en la que fuimos invocados entre el caos, un hombre estaba frente a un círculo. Yo, Egyed, había visto cosas como aquella en vida, una invocación, pero contrario a lo que vi en mis tiempos, esta no estaba siendo hecha ara pedir información o para algún rito que la Iglesia, que estuvo a punto de perdonar mis pecados solo por mi rango de nobleza, consideraría una herejía. Pero era como eso, ese hombre dijo ser un brujo y nos dio su nombre: Demián Vanvollehoven.

Aquella era una noche en el que como adivinando la desgracia que ocurriría, el cielo se encontraba turbio y oscuro. El nerviosismo del hombre era evidente. Me había invocado a mí y al hombre con ese dejo de ferocidad en la mirada por el miedo de no ser él capaz de defenderse de una amenaza. No nos explicó la situación, no era necesario ni podíamos marcharnos, nos había encadenado a su cuerpo con aquelos símbolos grabados en sus manos. Alguien le perseguía y por miedo de que le hicieran daño a su familia, aquella ocurrencia de llamar desde el mundo de los muertos a dos personajes como nosotros que hicieron su pasaje en la historia parecía un movimiento lleno de desesperación. Pero entonces dijo que lucharía, contrario a lo que creí, el valor que mostró me hizo ponerme de su lado, incluso si no eran ni mis tiempos ni mi honor lo que estaba en juego. El asesino a mi lado pareció pensarlo hasta que observó a su alrededor.

No muy lejos de allí, un chiquillo de corta edad dormía sin saber lo que su padre hacía. Al notar mi mirada sobre él me pidió que no le hiciera daño, aquel era su hijo y su esposa descansaba en otro cuarto contiguo a aquel. Alexis era su nombre. Me reí, no tenía intenciones de dañar a su hijo, pero contrario a lo que sucedió en la hora de mi muerte, no sentía ningún arrepentimiento de lo que había hecho. Había pedido el perdón y esos tiempos estaban en el pasado. Pero si había vidas que cobrar y una batalla que luchar entonces ayudaría. Un necromante dispuesto a prestarnos su cuerpo para luchar en su nombre no parecía tan mala idea.

Pero las cosas no salieron como se esperaba, en esa misma noche, cuando la tormenta se aproximó, ni nosotros pudimos detener los acontecimientos. Entre la persecución, el olor a muerte, el agua y el fuego, solo uno de ellos quedó con vida. Podríamos haber enfrentado un ataque directo, no uno como ese, hecho a traición con la firme intención de eliminar evidencias y a quien conocía los secretos que guardaban los causantes de que en las flamas, quien nos hubiese invocado ardiera.

¿Qué nos mantuvo en este mundo? el chiquillo, de rodillas ante nosotros nos observaba. Es bien sabido que muy poco son los humanos que pueden ver a los espíritus. Incluso sin compartir ideales o pensamientos, como conocedor de esos males, le guié para lograr que un pacto entre nosotros se formara, el hombre británico, que en vida probablemente habría odiado, desconfiado de mi pasado y mis acciones decidió quedarse. Las metas las trazaría el niño, que nos llevaría por el camino que quisiera mientras nosotros solo cuidaríamos que su vida continuara el tiempo suficiente para ello.

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¿Las condiciones del pacto? Solo él y nosotros las conocemos.

por **Arthur / Egyed** Sáb Ene 05, 2013 8:35 pm

Hay algo que aprendes cuando pasas a otro plano que no es la vida sino la muerte misma. Las almas, incluso si pierden sus cuerpos y las formas corpóreas que poseían, pueden ser reconocidas, la esencia sigue allí, siendo un fantasma esa tarea se hace tanto más fácil de lo que fue en vida respirar.

Al reencarnar, no posees los recuerdos de tu vida pasada. Nosotros, mientras estemos vinculados al chico al que protegemos, no podremos volver a nacer de nuevo. Hay contadas ocasiones, que cuandoestás en una vida completamente diferente puedes recordar lo que hiciste en las anteriores. Eso dicen, pero no lo he comprobado en carne propia.

Cuando vivía, existió esta mujer, una a la que jamás logré entender, pero no es algo que se suela hacer. Una hechicera, hermosa pero tan engañosa y letal, la misma que compartía mi sangre y que hizo nacer en este mundo a un hijo al que mis propias manos manos dieron muerte.

Esos recuerdos, aún permanecen latentes en mí, esos y otros tantos, no puedo olvidar quién fui. Justo ahora, soy literalmente una sombra, al igual que el hombre que me acompaña en este pacto. Uno que en vida yo mismo habría matado con mi espada si hubiese sido en mis tiempos y en mi reino. Alguien que causó las desdichas como él lo hizo está en contra de lo que creo... Y he aquí lo curioso del destino... tenernos a ambos en la misma cruzada...

Muertes, el honorable hombre que Arturo fue no tiene idea de lo que fue tomar todas esas vidas inocentes. Él con su forma de pensar sería incapaz de entender el placer y la satisfacción que uno puede sentir al poder tomar más que simplemente una vida. Asesiné a tantos que posiblemente ni yo logre recordar cuántos.

Por eso, la guerra era para mí necesaria, muertes justificadas a pesar de lo sanguinarias que fuesen, poniendo en alto el nombre de Dios y de tu pueblo. Pero nada es eterno y las guerras acaban también. Y sin esa vía de escape a mis más oscuros deseos tuve que buscar un reemplazo que trajera a mi esa adrenalina que sentía en los campos de batalla. Y los encontré, en tomar la inocencia y las vidas de los niños que tuvieron la fortuna de cruzarse con mis pasos.

Muchos, recuerdan y recordarán las palabras que dije antes de que se me diera muerte. No quise el perdón, porque yo había cometido tantos delitos como pudiesen mis manos provocar. Y no me arrepentí jamás mientras veía la sangre correr y las entrañas esparcirse por los suelos. Me arrepentí probablemente en ese último instante de mi vida más que nada por las creencias que tuve toda mi vida...

Pregunten ahora si me arrepiento...

Mi nombre será recordado por los años que vengan, porque muchos podrán saber las palabras que pronuncié en mi propio juicio... porque nadie podrá olvidar cuán atroz es mi legado.

"Yo soy una de esas personas para quienes todo lo que está relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que empuja hacia abajo. (...) Si lo pudiera describir o expresar, probablemente no habría pecado nunca. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla."

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