Ficha de Ruggero Rosso

Hablar de mí, es hablar de mí familia, una casta antigua con origenes en la constantinopla.

Desde aquella época mi familia ha servido ha la iglesia de diferente manera, con forme paso el tiempo ese servicio se fue modificando, con la entrada de la Inquisición los Rosso se convirtieron en fieles servidores de la Inquisición bajo la mayoria de sus Facciones, siendo los soldados los más solicitados y aclamados.

Hemos logrado muchas victorias encontra de los sobrenaturales y brujos por igual, de igual forma sufrimos terribles y vergonzosas derrotas. La más significativa para mí, fue la muerte de mi padre. Pero antes de hablar de eso, primero sería bueno hablar de mí niñez, de mí vida con él.

Mi madre fue María Santillan, una Tecnóloga de la Santa Inquisición Española no pasé mucho tiempo con ella, de hecho la veía pocas veces al año, me críe con una nodriza y a los 6 años conocí a mí padre, Alfonse Rosso, uno de los más grandes y letales inquisidores de la época, se especializaba en la caza de vampiros, sus habilidades, reflejos y movimientos en la noche eran de aclamarse. Cuando llegó a mi vida, se encontraba lesionado, una batalla con un licántropo casi le costó su brazo derecho.

En lo que sería su larga recuperación, decidió entrenarme para llegar a ser igual o mejor que él, la familia Rosso seguiría con su legado, de eso se encargaría él.

Fue un entrenamiento, largo y doloroso, me entrenó en lucha cuerpo a cuerpo, todas las artes que él conocía, el uso de las armas, me explicó como viven cada una de las razas sobrenaturales, la vida afuera de Roma, de la violencia, la lujuria y decadencía de ciudades como París y Londres. Experimentabamos las nuevas armas, las estudiabamos, analizabamos y nos planteamos la mejor manera de usarlas, me sometió a torturas, a heridas simuladas, heridas que podrían causar los sobrenaturales. Aprendí a distinguir a los brujos de los humanos, a leer sus movimientos y no ser cegado por sus trucos y artimañas.

Y finalmente, tras 10 años de entrenamiento, le tomé cariño a ese sin sonrisa señor.

A esa edad comencé a reforzar mis enseñanzas en combate con la Inquisición y me gradué con honores en la lectura y comprensión de la biblia.

Fue a mis 18 años cuando él fue reasignado, iniciaba el verano y a la llegada del invierno, corrió la noticia de que el gran Alfonse Rosso había caído a manos de un vampiro... ¿quién? Nadie lo sabía.

Un año más tarde comencé a tener misiones con mi nuevo tutor, otros dos años y salí sólo, mentalizado para no buscar la venganza, sino servir a la Iglesia, aunque mí corazón no pudo erradicar esa perdida.

Pero mi vida cambió cuando conocí a Jade en Kiev, la hice mi esposa y por un año viví la mejor época de mi vida, el gran amor de mi vida, pero me fue arrebatada. No tomé venganza, pero aún me mortifica el hecho de no haberle seguido y darle muerte. Triste y sin nada más regresé como el letal inquisidor que era, sin piedad y distrayendo mis penas en burdeles o cazando brujas.

Y cuando creí que no volvería a amar llegó Chiara Di Moncalieri, abandoné la orden de inquisición para casarme con ella y formar una hermosa familia. Con ella tuve dos hijos, Ruggero y Mely. Pero el destino no sería amable, o mejor dicho la Iglesia. Acusándome de traidor me enviaron a Killer Bee para matarme y si no lo hizo fue porque un hechicero condenado me mantuvo con vida y me llevó al vaticano. Viviría si continuaba siendo inquisidor, ahora estaría atado por siempre a la inquisición pero vi una luz que me decía que volvería a ver a mi familia, solo esperaba que no fuera muy tarde.