AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Quién quiere una vaca? -- Libre
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¿Quién quiere una vaca? -- Libre
Hacía frío. Esa mañana de lunes en la que mi madre me había sacado a rastras de la cama para que le ayudara "con algo" estaba haciendo muchísimo frío. Y estaba nublado. Y yo tenía mucha hambre porque para desayunar sólo había un trozo de pan con algo de queso y medio vaso de leche, de cabra. Y era medio vaso de leche porque la vaca que teníamos ya no daba para más. Estaba vieja, malhumorada y seca, así que esa mañana de lunes, mi madre me envió al mercado a venderla con la ilusión de que alguien nos pagaría lo suficiente para comprar otra. Al menos nos quedaba la vieja cabra para mantenernos.
Me había puesto un abrigo que no daba para mucho, en realidad ni siquiera podía llamarse abrigo porque no abrigaba nada pero era mejor que ir con los brazos desnudos y arriesgarme a pescar una pulmonía que me dejara tirada en cama por un buen rato. Y caminaba. Lentamente. A pasos largos. Con la mano aferrada a la correa que traía la vaca que nunca tuvo un nombre. Ahora que lo pensaba era bastante triste. ¿Qué tipo de familia tiene una mascota y nunca le pone nombre? La miré de reojo porque por primera vez entendía lo que pasaba por su mente de vaca. ¿Porqué habría de darles mucha leche si ni siquiera tienen la decencia de ponerme un nombre? Era culpa de mi madre, esa vaca ya estaba desde que yo era muy niña y en ese entonces no tenía permitido acercarme, claro que si hubiera sido mi vaca le hubiera puesto un nombre lindo, como Adelaida, o Filippa, tal vez incluso Serafina, así tal vez hubiera sido más feliz con nosotros, tendríamos mucha leche y no estaría yo caminando en este frío hacia el mercado para venderla.
Cuando tuviera mi gato le pondría un nombre hermoso, aristocrático, para que se sintiera un rey aunque viviera en una casa que se caía por momentos y durmiera a los pies de una pelirroja sin futuro aparente. Así el gato nunca querría irse de mi lado, y me querría, eventualmente. Volví a mirar a la vaca que me regresaba la mirada con sus ojitos tristes, como si supiera lo que le esperaba, como si se diera cuenta de que ya no la queríamos por algo que había sido totalmente nuestra culpa. Y me sentí mal por ella, las ganas de soltarla en el bosque para que fuera libre fueron atropelladas por la idea certera de que siendo tan vieja no sobreviviría demasiado. Tal vez la comprara un coleccionista de vacas viejas sin nombre y la trataría bien, la bañaría y la dejaría dormir sobre pasto para que viviera sus últimos días.
Tonterías más, tonterías menos iba yo pensando cuando llegaba al mercado, un mercado que siempre estaba colorido, ruidoso y lleno de gente que paseaba, compraba y regateaba. Y yo me paré por ahí, sin muchas ganas de promocionar mi vieja vaca anónima y con un brazo sobre su lomo como si la abrazara por encima de los hombros. -Diré que te llamas Adelaida, ¿si? Es una ofrenda de paz antes de separarnos para siempre-
Me había puesto un abrigo que no daba para mucho, en realidad ni siquiera podía llamarse abrigo porque no abrigaba nada pero era mejor que ir con los brazos desnudos y arriesgarme a pescar una pulmonía que me dejara tirada en cama por un buen rato. Y caminaba. Lentamente. A pasos largos. Con la mano aferrada a la correa que traía la vaca que nunca tuvo un nombre. Ahora que lo pensaba era bastante triste. ¿Qué tipo de familia tiene una mascota y nunca le pone nombre? La miré de reojo porque por primera vez entendía lo que pasaba por su mente de vaca. ¿Porqué habría de darles mucha leche si ni siquiera tienen la decencia de ponerme un nombre? Era culpa de mi madre, esa vaca ya estaba desde que yo era muy niña y en ese entonces no tenía permitido acercarme, claro que si hubiera sido mi vaca le hubiera puesto un nombre lindo, como Adelaida, o Filippa, tal vez incluso Serafina, así tal vez hubiera sido más feliz con nosotros, tendríamos mucha leche y no estaría yo caminando en este frío hacia el mercado para venderla.
Cuando tuviera mi gato le pondría un nombre hermoso, aristocrático, para que se sintiera un rey aunque viviera en una casa que se caía por momentos y durmiera a los pies de una pelirroja sin futuro aparente. Así el gato nunca querría irse de mi lado, y me querría, eventualmente. Volví a mirar a la vaca que me regresaba la mirada con sus ojitos tristes, como si supiera lo que le esperaba, como si se diera cuenta de que ya no la queríamos por algo que había sido totalmente nuestra culpa. Y me sentí mal por ella, las ganas de soltarla en el bosque para que fuera libre fueron atropelladas por la idea certera de que siendo tan vieja no sobreviviría demasiado. Tal vez la comprara un coleccionista de vacas viejas sin nombre y la trataría bien, la bañaría y la dejaría dormir sobre pasto para que viviera sus últimos días.
Tonterías más, tonterías menos iba yo pensando cuando llegaba al mercado, un mercado que siempre estaba colorido, ruidoso y lleno de gente que paseaba, compraba y regateaba. Y yo me paré por ahí, sin muchas ganas de promocionar mi vieja vaca anónima y con un brazo sobre su lomo como si la abrazara por encima de los hombros. -Diré que te llamas Adelaida, ¿si? Es una ofrenda de paz antes de separarnos para siempre-
Michaella Kozlova- Realeza Rusa
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Fecha de inscripción : 24/06/2012
Edad : 30
Localización : Nóvgorod, Rusia
Re: ¿Quién quiere una vaca? -- Libre
Llevaba más o menos dos días de haber llegado a aquel terriblemente frio sitio, sus viajes le guiaban constantemente distintos sitios de la tierra para que pudiese aprender de ella, se había levantado esa mañana con la inusual oscuridad de las tierras frías, él se acostumbró a abrir los ojos con la fuerte luz del alba pero después de visitar variados sitios descubrió que no era la única manera de abrir los ojos, en Rusia lo que no le permitió seguir durmiendo fue el frio que le calaba los huesos, su fisiología de licano lo mantuvo caliente durante la noche pero al haberse refugiado en una insípida troje los instintos lo pararon antes de que no pudiese hacerlo más, no tenía que mencionar que sus músculos estaban entumecidos así que se acabó corriendo por toda la calle principal para reactivarlos completamente, escucho una vez que no era bueno hacer eso porque cuando se detuviese sus músculos terminarían enfriándose, causándole dolor debido al esfuerzo, pero prefería eso que quedarse quieto sin hacer nada.
Dakota se detuvo un rato recargándose en sus rodillas mientras respiraba agitadamente, después de 30 minutos de carrera hacia el centro de la ciudad logro aquello que con creía posible, o mejor dicho aquello pensaba improbable, estaba ligeramente sudado, eran apenas unas gotas pero sucedió, sonrió un poco al sentir entumecerse una vez más los músculos de sus piernas, el ejercicio combinado con el viento frio al que su cuerpo aun no acostumbraba lograron engarrotarle los pies un rato antes de que comenzara a caminar como siempre lo hacía. El licano no era una persona que se quedase quieta mucho tiempo, tenía contenida desde la planta de los pies hasta el último cabello en su cabeza, sin embargo nunca fue una persona efusiva así que la gastaba trabajando continuamente, moviéndose de un lado a otro en busca de ese algo que pudiese descargarlo hasta tumbarlo de sueño en las noches, el campo hasta la fecha había sido la mejor opción.
La gente se agolpaba en las calles buscando su propio algo, según tenía entendido por esas fechas algunos lugares de Rusia se encontraban en crisis por culpa de los malos gobiernos pero nada parecía demasiado malo, miro a su alrededor dándose cuenta de que trabajo era lo que sobraba aunque muy mal pagado y excesivo, pero eso a Dakota le caía en las manos como las perlas pues probablemente andadas de obrero podrían acabar con él al menos durante ese día, busco con los ojos entre la gente buscando buenos candidatos para futuros jefes de un día, normalmente guiarse por aquellos que tuviesen cara de negreros salía contraproducente para él pues siempre le resultaron unos blandengues, no, el buscaba aquel rostro zorruno y sonrisa condescendiente, el más rico, el que tuviese a muchos más bajo su cargo que el resto pero con el triple en carga de trabajo que debería tener cada uno.
Ladeo la cabeza cuando sus pensamientos fueron interrumpidos por una muchacha con una vaca, todo el mundo acudía al mercado en busca de alguna venta o compra buena, aunque él estaba buscando alguien que le pusiese a cargar bultos y cajas, aun así suponía que ella buscaba lo primero, miro atentamente mientras la muchacha hablaba con el animal como si esta entendiese sus palabras, lo que lo desconcertó- Sabes que la vaca no te entiende verdad??? Ella no va a contestarte-Pregunto ladeando hacia el otro lado la cabeza sin ningún afán de ofenderla pero con la imprudencia de su directa forma de ser.
Dakota se detuvo un rato recargándose en sus rodillas mientras respiraba agitadamente, después de 30 minutos de carrera hacia el centro de la ciudad logro aquello que con creía posible, o mejor dicho aquello pensaba improbable, estaba ligeramente sudado, eran apenas unas gotas pero sucedió, sonrió un poco al sentir entumecerse una vez más los músculos de sus piernas, el ejercicio combinado con el viento frio al que su cuerpo aun no acostumbraba lograron engarrotarle los pies un rato antes de que comenzara a caminar como siempre lo hacía. El licano no era una persona que se quedase quieta mucho tiempo, tenía contenida desde la planta de los pies hasta el último cabello en su cabeza, sin embargo nunca fue una persona efusiva así que la gastaba trabajando continuamente, moviéndose de un lado a otro en busca de ese algo que pudiese descargarlo hasta tumbarlo de sueño en las noches, el campo hasta la fecha había sido la mejor opción.
La gente se agolpaba en las calles buscando su propio algo, según tenía entendido por esas fechas algunos lugares de Rusia se encontraban en crisis por culpa de los malos gobiernos pero nada parecía demasiado malo, miro a su alrededor dándose cuenta de que trabajo era lo que sobraba aunque muy mal pagado y excesivo, pero eso a Dakota le caía en las manos como las perlas pues probablemente andadas de obrero podrían acabar con él al menos durante ese día, busco con los ojos entre la gente buscando buenos candidatos para futuros jefes de un día, normalmente guiarse por aquellos que tuviesen cara de negreros salía contraproducente para él pues siempre le resultaron unos blandengues, no, el buscaba aquel rostro zorruno y sonrisa condescendiente, el más rico, el que tuviese a muchos más bajo su cargo que el resto pero con el triple en carga de trabajo que debería tener cada uno.
Ladeo la cabeza cuando sus pensamientos fueron interrumpidos por una muchacha con una vaca, todo el mundo acudía al mercado en busca de alguna venta o compra buena, aunque él estaba buscando alguien que le pusiese a cargar bultos y cajas, aun así suponía que ella buscaba lo primero, miro atentamente mientras la muchacha hablaba con el animal como si esta entendiese sus palabras, lo que lo desconcertó- Sabes que la vaca no te entiende verdad??? Ella no va a contestarte-Pregunto ladeando hacia el otro lado la cabeza sin ningún afán de ofenderla pero con la imprudencia de su directa forma de ser.
Dakota Jagger- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 19/08/2012
Re: ¿Quién quiere una vaca? -- Libre
Decía mi madre que yo nunca podía quedarme quieta, no importaba en qué situación, en qué lugar, ni tampoco en qué circunstancias, yo siempre tenía que estarme moviendo.
Generalmente no le hacía caso, primero porque nadie nunca le hace todo el caso que su madre merece, segundo porque el 90% de las palabras que salían de su boca eran insultos, regaños y gritos, tercero, porque ahora mismo, en este justo momento en que el frío te calaba hasta los huesos y sentías cómo tus extremidades se iban entumiendo, el hecho de estar zapateando con un pie en el suelo y moviendo la cabeza de un lado al otro, realmente ayudaba. Al menos un poco. Y la vaca era calientita. Perdón, Adelaida estaba calientita así que frotar mi mano contra su piel ayudaba otro poco a no congelarme de repente y morir de color azul a la mitad del mercado sin que a nadie le interesara.
No me esperaba en lo más mínimo que alguien se acercara, es decir, claro que esperaba que alguien viniera a preguntar por la va... por Adelaida, y claro que tenía un precio para ella pero... en realidad no esperaba que nadie me hablara, ni para preguntarme por ella, en realidad muy en el fondo pensaba que nadie se acercaría, ni me preguntaría por ella, ni le importaría que era una vaca recién bautizada y regresaría a casa con una vaca sin autoestima y mi madre me golpearía por ello. En fin, que el chico que se acercó y me habló de pronto hizo que diera un salto, me puse en guardia y por poco le pego. Pero me contuve. Un poco. Mi cerebro ahora se había perdido en la posibilidad de huir con mi vaca sin autoestima a algún otro lugar donde nos trataran mejor. La perspectiva de ser golpeada una vez más por mi madre no era bonita.
Mi ceja se alzó al escuchar sus palabras. ¿Acaso estaba insinuando que mi vaca me engañaba?, ¿Que sólo me miraba con sus ojillos tristes porque así era la forma de mirar de las vacas?, ¿¡Qué sería ahora?!, ¡IBA A DECIRME QUE YA TENÍA UN NOMBRE! Mi ceja seguía levantada y al parecer mi boca estaba muy concentrada en lo que estaba pensando porque no había articulado palabra. Pensé en decirle alguna cosa para que se fuera y nos dejara en paz, si mi vaca ya tenía un nombre, yo prefería mantenerme ignorante. Luego pensé en ofrecerle la vaca pero ya que le tenía tan poca estima, supuse que Adelaida no querría irse con él. Al final mis palabras salieron antes de que pudiera reflexionarlas. Me encogí de hombros y miré al chico. -Es mejor así, ¿no crees?. La mayoría de la gente tampoco te entiende y aun así se empeña en hablar y contestarte y corregirte y regañarte- Di un par de palmaditas en el lomo de Adelaida y suspiré. -Yo prefiero tener una vaca que no me entienda pero que se quede callada y me haga pensar que al menos hay alguien que me escucha-
"¡Parece que tienes bichos en la ropa!"
Generalmente no le hacía caso, primero porque nadie nunca le hace todo el caso que su madre merece, segundo porque el 90% de las palabras que salían de su boca eran insultos, regaños y gritos, tercero, porque ahora mismo, en este justo momento en que el frío te calaba hasta los huesos y sentías cómo tus extremidades se iban entumiendo, el hecho de estar zapateando con un pie en el suelo y moviendo la cabeza de un lado al otro, realmente ayudaba. Al menos un poco. Y la vaca era calientita. Perdón, Adelaida estaba calientita así que frotar mi mano contra su piel ayudaba otro poco a no congelarme de repente y morir de color azul a la mitad del mercado sin que a nadie le interesara.
No me esperaba en lo más mínimo que alguien se acercara, es decir, claro que esperaba que alguien viniera a preguntar por la va... por Adelaida, y claro que tenía un precio para ella pero... en realidad no esperaba que nadie me hablara, ni para preguntarme por ella, en realidad muy en el fondo pensaba que nadie se acercaría, ni me preguntaría por ella, ni le importaría que era una vaca recién bautizada y regresaría a casa con una vaca sin autoestima y mi madre me golpearía por ello. En fin, que el chico que se acercó y me habló de pronto hizo que diera un salto, me puse en guardia y por poco le pego. Pero me contuve. Un poco. Mi cerebro ahora se había perdido en la posibilidad de huir con mi vaca sin autoestima a algún otro lugar donde nos trataran mejor. La perspectiva de ser golpeada una vez más por mi madre no era bonita.
Mi ceja se alzó al escuchar sus palabras. ¿Acaso estaba insinuando que mi vaca me engañaba?, ¿Que sólo me miraba con sus ojillos tristes porque así era la forma de mirar de las vacas?, ¿¡Qué sería ahora?!, ¡IBA A DECIRME QUE YA TENÍA UN NOMBRE! Mi ceja seguía levantada y al parecer mi boca estaba muy concentrada en lo que estaba pensando porque no había articulado palabra. Pensé en decirle alguna cosa para que se fuera y nos dejara en paz, si mi vaca ya tenía un nombre, yo prefería mantenerme ignorante. Luego pensé en ofrecerle la vaca pero ya que le tenía tan poca estima, supuse que Adelaida no querría irse con él. Al final mis palabras salieron antes de que pudiera reflexionarlas. Me encogí de hombros y miré al chico. -Es mejor así, ¿no crees?. La mayoría de la gente tampoco te entiende y aun así se empeña en hablar y contestarte y corregirte y regañarte- Di un par de palmaditas en el lomo de Adelaida y suspiré. -Yo prefiero tener una vaca que no me entienda pero que se quede callada y me haga pensar que al menos hay alguien que me escucha-
Michaella Kozlova- Realeza Rusa
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Fecha de inscripción : 24/06/2012
Edad : 30
Localización : Nóvgorod, Rusia
Re: ¿Quién quiere una vaca? -- Libre
Él siempre fue una persona quieta, demasiado quieta, con energía, demasiada energía, era como un cubo de cristal con una tormenta de agua adentro, la cantidad de energía que gastaba durante el día podía llegar a ser increíble aunque él no comer ayudaba a restar mucha de esta. Dakota estaba buscando un sitio, un sitio cualquiera donde pudiese quedarse, desde que dejo a la manada en américa no había corrido con los demás lobos y ahora, con el frio de Rusia sobre su piel sintió una terrible nostalgia recorriendo sus entrañas, su estómago estaría recibiendo el daño de no ser porque su condición de licano lo curaba enseguida, además de volverlo resistente a casi cualquier enfermedad humana, entre ellos el estrés, la cantidad de estrés recibida podía ser mayor a la que las personas comúnmente recibían.
La muchacha delante de el parecía lo contrario, ella era delgada y ginger, tenia… puntos pequeños en la cara, él nunca había visto a nadie antes con puntos en la cara, al menos no de ese tipo, Dakota vivió toda su vida en la comuna con gente de pelo negro y piel blanca, todos con facciones lisas, casi etéreas, la juventud de cada uno de ellos había sido casi inmortalizada por el don lobuno, las arrugas llegaban lento, el tiempo pasaba lento, el pueblo se encontraba estancado, como una burbuja o una cúpula del tiempo que guardaba los recuerdos cansados de las costumbre y épocas de antaño, todo era siembra, trabajo, luz y sol, alrededor los extraños entraban y salían como si fuesen hormigas en un hormiguero, nadie sabía que pasaba con ellos después de que aceptaban el desayuno de la señora Poots…Bueno todos lo sabían, incluso él se sorprendía de su ignorancia en aquellos tiempos
- Como hablas-comento mirándola fijamente, a él no le gustaban mucho las cosas que hacían demasiado ruido pero la ginger no hablaba lo suficiente como para llegar a ese punto, en su lugar solo le desconcertaba, ella estaba hablando sobre no entender y entender, y sobre un montón de cosas más que sinceramente no había alcanzado a captar por mantener su atención en la vaca, la pobre parecía algo enferma, bastante desvalida, de seguro que no la habían alimentado bien en el lugar donde la habían tenido, la cuida del ganado había sido una de las obligaciones que Mihail y el tuvieron cuando eran niños
- Para que necesitas a alguien que te escuche Ginger??-Pregunto sin saber si la chica le entendía correctamente dándole una estancación especial a “Ginger”, aunque no era su intención había sonado un poco despectivo, como mencionaba anteriormente sus dotes lingüísticos eran buenos, pero no tanto, cosas como los acentos y modismos no podían ser aprendidos en un día, una semana quizás serían suficientes, pero no un día no, no , no- Cual es la diferencia entre alguien que no te escucha y alguien que no te entiende???- pregunto frunciendo el ceño confundido
Nuevamente miro a la vaca, la muchacha venia llegando de algún lado, probablemente la vendería, entonces porque tanta polémica con respecto a la vaca?, era un animal, los animales eran buenos, ayudaban a los humanos, brindaban su carne para alimentarlos al mismo tiempo que entregaban sus pieles para cubrirlos, él no decía que estuviese bien matarlos o que no sintiesen, de hecho para el las personas y los animales estaban al mismo nivel, aunque él no había probado jamás la carne humana, en su pueblo había sido uno de los platillos principales de los festivales a la tierra y agricultura, durante la noche los mayores había regado la sangre de los sacrificios en la tierra para que esta prosperase de una mejor manera.
La muchacha delante de el parecía lo contrario, ella era delgada y ginger, tenia… puntos pequeños en la cara, él nunca había visto a nadie antes con puntos en la cara, al menos no de ese tipo, Dakota vivió toda su vida en la comuna con gente de pelo negro y piel blanca, todos con facciones lisas, casi etéreas, la juventud de cada uno de ellos había sido casi inmortalizada por el don lobuno, las arrugas llegaban lento, el tiempo pasaba lento, el pueblo se encontraba estancado, como una burbuja o una cúpula del tiempo que guardaba los recuerdos cansados de las costumbre y épocas de antaño, todo era siembra, trabajo, luz y sol, alrededor los extraños entraban y salían como si fuesen hormigas en un hormiguero, nadie sabía que pasaba con ellos después de que aceptaban el desayuno de la señora Poots…Bueno todos lo sabían, incluso él se sorprendía de su ignorancia en aquellos tiempos
- Como hablas-comento mirándola fijamente, a él no le gustaban mucho las cosas que hacían demasiado ruido pero la ginger no hablaba lo suficiente como para llegar a ese punto, en su lugar solo le desconcertaba, ella estaba hablando sobre no entender y entender, y sobre un montón de cosas más que sinceramente no había alcanzado a captar por mantener su atención en la vaca, la pobre parecía algo enferma, bastante desvalida, de seguro que no la habían alimentado bien en el lugar donde la habían tenido, la cuida del ganado había sido una de las obligaciones que Mihail y el tuvieron cuando eran niños
- Para que necesitas a alguien que te escuche Ginger??-Pregunto sin saber si la chica le entendía correctamente dándole una estancación especial a “Ginger”, aunque no era su intención había sonado un poco despectivo, como mencionaba anteriormente sus dotes lingüísticos eran buenos, pero no tanto, cosas como los acentos y modismos no podían ser aprendidos en un día, una semana quizás serían suficientes, pero no un día no, no , no- Cual es la diferencia entre alguien que no te escucha y alguien que no te entiende???- pregunto frunciendo el ceño confundido
Nuevamente miro a la vaca, la muchacha venia llegando de algún lado, probablemente la vendería, entonces porque tanta polémica con respecto a la vaca?, era un animal, los animales eran buenos, ayudaban a los humanos, brindaban su carne para alimentarlos al mismo tiempo que entregaban sus pieles para cubrirlos, él no decía que estuviese bien matarlos o que no sintiesen, de hecho para el las personas y los animales estaban al mismo nivel, aunque él no había probado jamás la carne humana, en su pueblo había sido uno de los platillos principales de los festivales a la tierra y agricultura, durante la noche los mayores había regado la sangre de los sacrificios en la tierra para que esta prosperase de una mejor manera.
Dakota Jagger- Licántropo Clase Baja
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Re: ¿Quién quiere una vaca? -- Libre
Si hubiera tenido la capacidad física, mi ceja que se levantaba cada vez ás, hubiera llegado a saludar a mi nuca, el chico había llegado y sin haberle preguntaod nada, se encontraba ahora cuestionándome. Y apartando todo, me decía "Ginger" ¿Qué se suponía que significaba eso? Ahora una arruga en mi entrecejo acompañaba a mi ceja levantada, también un fruncimiento de labios y si echaba a andar mi nariz que quería arrugarse gracias a la indignación, iba a sufrir un calambre facial pronto. No sabía quién era el chico, no había preguntado directamente por la vaca y si no quería la vaca, ¿qué hacía aquí? Lástima que mi madre no me tenía permitido andar en la vía pública con mi espada de madera, decía que podía sacarle un ojo a alguien. ¡Pues era para eso que la quería!
Tal vez era forastero, su acento era gracioso y cabía la más mínima posibilidad de que nadie en el pueblo le hubiera hablado de mi, tal vez ningún entrometido le comentó sobre la pelirroja de las afueras que estaba loca y si era cierto, si nadie en ese pueblo había advertido al pobre muchacho de mi existencia, tal vez podría dejarlo pasar y ser buena con él, al menos un poquito. Y sobretodo, tal vez podría darle una repuesta porque la indignación me había dejado callada mucho tiempo y ya era hora de que abriera la boca. -¿Que cuál es la diferencia? La diferencia es...- Pero yo tenía una pregunta todavía mejor, una que no podía esperar más. -Espera, ¿Vas a comprar a vaca, o no?- Y otra pregunta que más que nada me causaba curiosidad. -¿Y porqué me dices "Ginger"?-
Ciertamente no me llamaba así, y mi nombre ni siquiera se parecía a lo que él pronunciaba, así que quería una explicación antes de que... de que me quitara el zapato y le diera con él en la cabeza. -Contéstame tu primero y luego te contesto yo- Aunque ya para esas alturas yo ya había olvidado la pregunta. Era culpa suya por distraerme. -Y podrías agregar también tu nombre, chico desconocido- Porque yo podía no ser una dama pero llegar y cuestionar y poner apodos y ni siquiera presentarse, eso ni yo... eso hacía que se pareciera mucho a mi y me molestaba a un nivel muy básico porque yo por esos rumbos era una maleducada y ya me lo habían dicho tantas veces que ya lo había adoptado como un rasgo meramente mío y que llegara alguien a querer quitármelo no me parecía bien. Al menos haría que le costara un poco de trabajo. -¿De dónde eres? No eres ruso, ¿verdad?- Era más una afirmación que una pregunta, su acento no concordaba, todo en él era demasiado raro y yo no quería que Adelaida fuera a ser la vaca de un loco que tal vez la mataría y se la comería. Adelaida era una vaca lechera con dignidad. Una poca, al menos.
Tal vez era forastero, su acento era gracioso y cabía la más mínima posibilidad de que nadie en el pueblo le hubiera hablado de mi, tal vez ningún entrometido le comentó sobre la pelirroja de las afueras que estaba loca y si era cierto, si nadie en ese pueblo había advertido al pobre muchacho de mi existencia, tal vez podría dejarlo pasar y ser buena con él, al menos un poquito. Y sobretodo, tal vez podría darle una repuesta porque la indignación me había dejado callada mucho tiempo y ya era hora de que abriera la boca. -¿Que cuál es la diferencia? La diferencia es...- Pero yo tenía una pregunta todavía mejor, una que no podía esperar más. -Espera, ¿Vas a comprar a vaca, o no?- Y otra pregunta que más que nada me causaba curiosidad. -¿Y porqué me dices "Ginger"?-
Ciertamente no me llamaba así, y mi nombre ni siquiera se parecía a lo que él pronunciaba, así que quería una explicación antes de que... de que me quitara el zapato y le diera con él en la cabeza. -Contéstame tu primero y luego te contesto yo- Aunque ya para esas alturas yo ya había olvidado la pregunta. Era culpa suya por distraerme. -Y podrías agregar también tu nombre, chico desconocido- Porque yo podía no ser una dama pero llegar y cuestionar y poner apodos y ni siquiera presentarse, eso ni yo... eso hacía que se pareciera mucho a mi y me molestaba a un nivel muy básico porque yo por esos rumbos era una maleducada y ya me lo habían dicho tantas veces que ya lo había adoptado como un rasgo meramente mío y que llegara alguien a querer quitármelo no me parecía bien. Al menos haría que le costara un poco de trabajo. -¿De dónde eres? No eres ruso, ¿verdad?- Era más una afirmación que una pregunta, su acento no concordaba, todo en él era demasiado raro y yo no quería que Adelaida fuera a ser la vaca de un loco que tal vez la mataría y se la comería. Adelaida era una vaca lechera con dignidad. Una poca, al menos.
off: Disculpa la tardanza
Michaella Kozlova- Realeza Rusa
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