AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Giselle Van Silberschatz
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Giselle Van Silberschatz
— Nombre del Personaje: Giselle Van Silberschatz [Lleva el apellido de su último marido, el suyo no lo recuerda a penas]
— Edad: 1000 años, aproximadamente / Su cuerpo permanece en los 20.
— Especie: Vampiro.
— Clase social / Cargo: Clase Alta
— Orientación Sexual: Pansexual.
— Lugar de Origen: En algún lugar de lo que actualmente pertenece al Sacro Imperio Romano Germánico.
— Edad: 1000 años, aproximadamente / Su cuerpo permanece en los 20.
— Especie: Vampiro.
— Clase social / Cargo: Clase Alta
— Orientación Sexual: Pansexual.
— Lugar de Origen: En algún lugar de lo que actualmente pertenece al Sacro Imperio Romano Germánico.
HABILIDADES | PODERES
— Agilidad y reflejos sobrehumanos: Habilidad para moverse con más soltura por un sitio, reaccionando mas rápido que un humano normal.
— Sentidos aumentados: Aumento de percepción en los sentidos de la vista, el olfato, el gusto, el tacto y la audición.
— Telepatía: Habilidad para comunicarse mentalmente con otros, rompiendo las barreras de la distancia y Leer las mentes ajenas.
— Sanación acelerada: Habilidad para curarse rápidamente de cualquier lesión. El tiempo de recuperación varía según el personaje.
— Ilusión: Capacidad de alterar la realidad por medio de alguna ilusión, para confundir a las personas.
— Sentidos aumentados: Aumento de percepción en los sentidos de la vista, el olfato, el gusto, el tacto y la audición.
— Telepatía: Habilidad para comunicarse mentalmente con otros, rompiendo las barreras de la distancia y Leer las mentes ajenas.
— Sanación acelerada: Habilidad para curarse rápidamente de cualquier lesión. El tiempo de recuperación varía según el personaje.
— Ilusión: Capacidad de alterar la realidad por medio de alguna ilusión, para confundir a las personas.
DESCRIPCIÓN FÍSICA
Si por algo se ha destacado siempre Giselle, ha sido por su belleza: Tan inocente como engañosa.
Comenzaré describiendo su cuerpo, un cuerpo que se mantiene igual de bello y joven desde hace siglos. Su piel, blanca debido a esa peculiar poca tolerancia al sol que caracteriza a todos los de su especie, es suave y tersa. La ventaja de no ser tocada por los rayos del sol —De manera obligatoria— es permanecer sin mancha o impureza alguna. Piel que cubre una figura bien cuidada, contorneada con sensuales y apetecibles curvas. Como podréis adivinar, tampoco cambian. Otra ventaja que corre a cuenta de su inmortalidad. La parte del torso ¿Cómo describirla? Formada por dos turgentes y bonitos pechos —Ligeramente más grande de lo que, por aquel entonces, se consideraba como "decente"— que luce —Habitualmente— de forma orgullosa en generosos escotes, además de un vientre aplanado y unas caderas lo suficientemente anchas como para añadir la curva ideal a su cuerpo. Por otro lado, están sus alargadas piernas —Que forman parte de su metro setenta de altura— acabadas en femeninos tobillos.
Para dar por finalizada esta descripción, falta lo que podría considerarse esencial: Un rostro. Su rostro. ¿Qué podría destacar especialmente? Todo, diría. Desde sus expresivos y grandes ojos color verde mar, hasta su melena castaña, lacia —Ligeramente ondulada— y larga. En medio, tenemos una nariz proporcionada al resto de cuerpo, con "personalidad", sobre unos gruesos labios. También más de lo que se podría considerar decente, pero no por ello menos apetecibles, todo lo contrario.
Comenzaré describiendo su cuerpo, un cuerpo que se mantiene igual de bello y joven desde hace siglos. Su piel, blanca debido a esa peculiar poca tolerancia al sol que caracteriza a todos los de su especie, es suave y tersa. La ventaja de no ser tocada por los rayos del sol —De manera obligatoria— es permanecer sin mancha o impureza alguna. Piel que cubre una figura bien cuidada, contorneada con sensuales y apetecibles curvas. Como podréis adivinar, tampoco cambian. Otra ventaja que corre a cuenta de su inmortalidad. La parte del torso ¿Cómo describirla? Formada por dos turgentes y bonitos pechos —Ligeramente más grande de lo que, por aquel entonces, se consideraba como "decente"— que luce —Habitualmente— de forma orgullosa en generosos escotes, además de un vientre aplanado y unas caderas lo suficientemente anchas como para añadir la curva ideal a su cuerpo. Por otro lado, están sus alargadas piernas —Que forman parte de su metro setenta de altura— acabadas en femeninos tobillos.
Para dar por finalizada esta descripción, falta lo que podría considerarse esencial: Un rostro. Su rostro. ¿Qué podría destacar especialmente? Todo, diría. Desde sus expresivos y grandes ojos color verde mar, hasta su melena castaña, lacia —Ligeramente ondulada— y larga. En medio, tenemos una nariz proporcionada al resto de cuerpo, con "personalidad", sobre unos gruesos labios. También más de lo que se podría considerar decente, pero no por ello menos apetecibles, todo lo contrario.
DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA
¿Cuál es la definición, por regla, de los vampiros? Oscuros. Sádicos. Violentos... Vamos, nada bueno. Posiblemente, si le hablas a cualquier persona mundana sobre un vampiro, se imaginará a alguien monstruoso. Un "chupasangre" con todas las letras. ¿Y si no todos fueran así? ¿Concebís esa opción?.
No puedo decir para comenzar, que Giselle sea una santa. Sería una mentira grande. Después de todo, esas suposiciones sobre la especie algo de verdad tienen, y por la eternidad hay que pagar un considerable precio. ¡Sin embargo! Tampoco es un monstruo desalmado. Irónico, lo sé, porque lo cierto es que —Teóricamente— no debe tener alma. Pero, en Giselle, nunca podría acertar a adivinarse por su comportamiento habitual.
Si bien en un principio fue una muchacha inocente, no solo se modificó esa actitud después de morir, sino también con el paso de los años. Mil años.. ¿Sabéis para cuánto puede dar eso? Para mucho. Muchísimo. No os lo podéis ni imaginar. Hasta tal punto, de volverse loco. Loco por no saber quién eres realmente. A Giselle le llevó una cantidad exagerada de años comprenderse así misma, comprender quién quería ser en realidad. Si quería apegarse a su humanidad o dejarse llevar por el sendero oscuro que representaba la noche. Apetecible. Fácil. ¿Por qué iba a negarse? Durante un tiempo, en sus primeros centenares como vampiresa, no se negó en absoluto. Con ayuda, por supuesto, aprendió a disfrutar de la muerte de los seres humanos. A alimentarse de ellos. Aprendió a ocultar su conciencia en el fondo de su mustio corazón para que los remordimientos no salieran a flote. Como ya os he dicho, mil años pueden resultar toda una eternidad y podréis imaginar que, en algún momento, aquel tipo de vida le estalló en la cara. Completamente.
"Los Vampiros buenos no existen" le habían asegurado, cuando —Erróneamente— había decidido compartir sus inquietudes con el que por aquel entonces compartía su vida. Otro de su especie, lo que se podía considerar un verdadero monstruo. Y aún así, poco a poco, su conciencia iba despertando. La que debía haber muerto con el resto de sus órganos, allí se mantenía. Las cosas que había echo y que continuaba haciendo le eran cada vez más patentes en su mente. Cada vez le resultaba más complicado hacerlas y, al mismo tiempo, disfrutarlas.
A mediados de su vida, dio un giro inesperado que la hizo sacar su parte más humana. Giselle empezó a disfrutar de la compañía de los humanos. Intentó integrarse con ellos, en lugar de matarlos por simple diversión —Además de alimento—. Se convirtió en alguien que intentaba, con pequeñas acciones, redimir su pasado. Así fue como surgieron las dualidades psíquicas que se esconden dentro de ella. No es bipolar, pues sabe controlarlas perfectamente, pero sí que hay —De vez en cuando— una lucha interna por aprender a sobrellevarlas.
Por un lado tenemos el lado más oscuro que cualquiera puede tener, pero multiplicado por cien debido a su condición. Aquel que solo se preocupa de si mismo y de satisfacerse por encima de todo. Su lado malvado. Aunque suene muy tópico. Si bien logró desechar su parte sádica, hay momentos especiales e íntimos en los que no puede evitar salir. No en extremo. Pero sí lo suficiente como para disfrutar con la tortura un mínimo. Y luego lo más probable es que se arrepienta ¿O tal vez no? Eso siempre es muy variable. Sí, la mejor palabra para describir a esta complicada vampiresa, es variable.
Su lado más bueno, es aquel que se preocupa por los demás y que piensa en las personas no solo como alimento. Que es capaz, incluso, de llegar a alimentarse de animales solo para mantener su conciencia intacta —Aunque la sangre de animal, para su paladar, es completamente asquerosa—. Y, por sobretodo, su inocencia ya perdida siglos atrás. Su parte vergonzosa y tímida. ¡Dónde se ha visto un vampiro semejante! El apego por su yo humano es lo único que la salva de caer en las garras de la desesperación.
Y todavía le queda una inmensa eternidad por delante para seguir descubriéndose así misma, descubriendo de lo que es o no es capaz de hacer.
No puedo decir para comenzar, que Giselle sea una santa. Sería una mentira grande. Después de todo, esas suposiciones sobre la especie algo de verdad tienen, y por la eternidad hay que pagar un considerable precio. ¡Sin embargo! Tampoco es un monstruo desalmado. Irónico, lo sé, porque lo cierto es que —Teóricamente— no debe tener alma. Pero, en Giselle, nunca podría acertar a adivinarse por su comportamiento habitual.
Si bien en un principio fue una muchacha inocente, no solo se modificó esa actitud después de morir, sino también con el paso de los años. Mil años.. ¿Sabéis para cuánto puede dar eso? Para mucho. Muchísimo. No os lo podéis ni imaginar. Hasta tal punto, de volverse loco. Loco por no saber quién eres realmente. A Giselle le llevó una cantidad exagerada de años comprenderse así misma, comprender quién quería ser en realidad. Si quería apegarse a su humanidad o dejarse llevar por el sendero oscuro que representaba la noche. Apetecible. Fácil. ¿Por qué iba a negarse? Durante un tiempo, en sus primeros centenares como vampiresa, no se negó en absoluto. Con ayuda, por supuesto, aprendió a disfrutar de la muerte de los seres humanos. A alimentarse de ellos. Aprendió a ocultar su conciencia en el fondo de su mustio corazón para que los remordimientos no salieran a flote. Como ya os he dicho, mil años pueden resultar toda una eternidad y podréis imaginar que, en algún momento, aquel tipo de vida le estalló en la cara. Completamente.
"Los Vampiros buenos no existen" le habían asegurado, cuando —Erróneamente— había decidido compartir sus inquietudes con el que por aquel entonces compartía su vida. Otro de su especie, lo que se podía considerar un verdadero monstruo. Y aún así, poco a poco, su conciencia iba despertando. La que debía haber muerto con el resto de sus órganos, allí se mantenía. Las cosas que había echo y que continuaba haciendo le eran cada vez más patentes en su mente. Cada vez le resultaba más complicado hacerlas y, al mismo tiempo, disfrutarlas.
A mediados de su vida, dio un giro inesperado que la hizo sacar su parte más humana. Giselle empezó a disfrutar de la compañía de los humanos. Intentó integrarse con ellos, en lugar de matarlos por simple diversión —Además de alimento—. Se convirtió en alguien que intentaba, con pequeñas acciones, redimir su pasado. Así fue como surgieron las dualidades psíquicas que se esconden dentro de ella. No es bipolar, pues sabe controlarlas perfectamente, pero sí que hay —De vez en cuando— una lucha interna por aprender a sobrellevarlas.
Por un lado tenemos el lado más oscuro que cualquiera puede tener, pero multiplicado por cien debido a su condición. Aquel que solo se preocupa de si mismo y de satisfacerse por encima de todo. Su lado malvado. Aunque suene muy tópico. Si bien logró desechar su parte sádica, hay momentos especiales e íntimos en los que no puede evitar salir. No en extremo. Pero sí lo suficiente como para disfrutar con la tortura un mínimo. Y luego lo más probable es que se arrepienta ¿O tal vez no? Eso siempre es muy variable. Sí, la mejor palabra para describir a esta complicada vampiresa, es variable.
Su lado más bueno, es aquel que se preocupa por los demás y que piensa en las personas no solo como alimento. Que es capaz, incluso, de llegar a alimentarse de animales solo para mantener su conciencia intacta —Aunque la sangre de animal, para su paladar, es completamente asquerosa—. Y, por sobretodo, su inocencia ya perdida siglos atrás. Su parte vergonzosa y tímida. ¡Dónde se ha visto un vampiro semejante! El apego por su yo humano es lo único que la salva de caer en las garras de la desesperación.
Y todavía le queda una inmensa eternidad por delante para seguir descubriéndose así misma, descubriendo de lo que es o no es capaz de hacer.
SU HISTORIA
Mi vida... Que extraño suena decir eso, cuando la mayor parte de ella siempre he sentido que no era tal. De mano en mano. Inducida sin saberlo. Engatusada. Dedicándome a otros. A malos otros. Sin embargo, Sí fue mi vida y por ello la intentaré contar tal y como la recuerdo.
Mucho tiempo atrás ¿Verdad? Sí, demasiado en mi opinión. Ni si quiera recuerdo ya cómo se llamaba el pueblo donde nací y crecí siendo humana, dónde según creo pasé los mejores y más cortos años de mi vida.
Recuerdos a mis padres y a mis amigos. Por aquel entonces no podía saberse, pero nosotros éramos especiales. Lo que ahora se llamarían Gitanos, por concretaros la situación. ¿Podéis imaginar lo que en aquel año significaba ser un extraño? Posiblemente, nos habrían echado a la hoguera acusados de brujería si no hubiésemos tenido la suerte de estar en un entorno familiar. Eso sí puedo recordarlo. La felicidad de no tener que esconderte —Excepto de los extranjeros, que a penas había— y de poder vivir sin ataduras. Sí, fueron muy buenos tiempos. Recuerdo, también, el poder de ver cosas. Veía cosas que todavía no habían sucedido ¡Y pensar que nos lo tomábamos como un simple juego! Aunque por aquel entonces no sabía qué tipo de poder era, ahora puedo asegurar que era clarividencia. Por desgracia, mi poder también fue mi maldición. Lo que me llevó a estar dónde estoy ahora.
Me casé a muy temprana edad, con... catorce años, si no mal recuerdo. Mariska fue la primera de tres niñas que tuve ¡Mis niñas! La tuve un año después de la boda y las otras vinieron prácticamente seguidas. Desde un principio sabía quién iba a ser mi marido y cómo iba a ser nuestra vida. Sabía la existencia de mis hijas y... Que yo no iba a poder estar con ellas el tiempo suficiente. Por desgracia, unos años después —Yo tenía alrededor de 20 años— la Peste Negra hizo sucumbir a la mayoría de la población Alemana. Ni mi marido ni yo fuimos la excepción, aunque por "gracia" divina, fueron mis hijas casi las únicas supervivientes. La situación empeoraba por momentos, moriríamos en pocos días y ellas se quedarían solas. Entonces vino él.. Él, con una proposición tan fácil de rechazar como de aceptar ¿Qué podía hacer? Quería vivir por ellas, para que tuvieran una vida. Aunque mi mente estaba demasiado nublada como para ver su futuro, yo quería que tuvieran uno.
Acepté... Y morí. Morí para renacer en algo completamente distinto. Terrorífico, incluso para mí misma. Viví y a partir de entonces, no hubo enfermedad que pudiera conmigo. Por desgracia, el modo de alimentarme y mi inexperiencia me hacían demasiado peligrosa para estar cerca de mis hijas. No pude más que soportar lo suficiente para procurarles el futuro que ya no era capaz de ver ni, posiblemente, sería capaz de ver nunca más. El día de mi conversión perdí todos los poderes que pudiera haber tenido hasta entonces y adquirí otros que tuve que aprender a perfeccionar con todo el tiempo que me quedaba por delante para vivir. Finalmente, mis niñas fueron acogidas por una familia Londinense de bastante buena posición que por su infertilidad estuvieron dispuestos a criarlas como propias. Puedo aseguraros que en todos mis años de vida, jamás sentí tanta pena como entonces. Aún siendo un "monstruo", mi humanidad parecía estar todavía muy apegada a mi. Y mi compañero, mi creador, se mostró indulgente conmigo en ese aspecto. A pesar de todo lo que me enseñó después.. De la vida que tuve que seguir a su lado, todavía creo que no era del todo una mala persona.
"Que buena" habréis pensado.
Ahora os contaré qué fue de mi vida. Hasta aquí mi humanidad y mi yo como "neófita", pero todavía queda mucho por delante que explicar.
Jean Luc, mi creador, hacía un par de centenares que había sido capturado. En Italia, una noche de descuido que le costó su vida inmortal. Por suerte, yo aprendí a ser precavida y a valerme por mi misma. Sin embargo, con el paso del tiempo, necesité de las apariencias para vivir. Yo poseía un físico realmente envidiable que no cambiaría nunca —Lo que levantaba sospechas— y que, al mismo tiempo, me hacía tener bajo mis pies a la mayoría de solteros "maduros" con una buena fortuna. Aunque jamás fue promiscua, si realicé mis pinitos de cama en cama. Con amantes y no amantes.
También, por esta época —Cien años arriba. Cien abajo—, convertí a mi primer humano. Había visto como lo hacían otros en bastantes ocasiones pero yo no fue hasta entonces que "me atreví", por llamarlo de alguna manera. Estaba a punto de morir ya que lo habían atracado y, en cierto modo, le di a elegir sobre la vida que llevar. Me recordó en extremo mi situación y tal vez por eso fue que lo hice. Era un muchacho joven, en la flor de la vida. Le enseñé todo lo que me habían enseñado a mi y no parecía ir mal hasta que la codicia y las ansias lo consumieron. Momento en que nuestros caminos se separaron, coincidiendo con la muerte de mi último marido. Para entonces, estar sola y viuda, se convirtió en un placer del que estaba dispuesta a disfrutar.
Desde que quedé viuda, la vida no me resultó fácil. Tenía dinero, sí y no podía quejarme en absoluto de ello. Pero en mi empezó a despertar la antigua Giselle. La humana. La que tenía unas hijas que abandonó y que habrían muerto sin saber de mi. La conciencia. Los remordimientos.. Empezaban a brotar, dejándome un rastro de soledad demasiado grande. Un vacío en mi vida que necesitaba llenar a toda costa.
Y no sé si fue cosa de Dios o simplemente por el destino que una niña preciosa se apareció en mi vida. Una niña de pelo largo y castaño, con unos ojos grandes y verdosos en los que no me era difícil perderme. ¡Me recordaba tanto a ellas! La encontré vagando por las calles de Italia, en uno de mis muchos viajes por encontrar aquello que me faltaba. ¡Allí estaba! Desorientada, sucia y aparentemente abandonada. Sabía hablar y solo acertó a decirme que le dolía el cuello en el que tenía un par de agujeros. ¿Otra indicación de "arriba"? La verdad, no lo sé, pero a partir de entonces no pude separarme de ella. Me dijo que se llamaba Paulette y que solo recordaba eso cuando había despertado no muy lejos de allí. Sí, eso era otra señal. Ella no tenía familia, no una que la quisiera por lo menos, y yo necesitaba una con la que volver a empezar desde cero.
Las cosas, por una vez en mucho tiempo, empezaron a marchar de nuevo. Después de muchas vueltas, acabé en Inglaterra, dónde estuve varios años. Paulette había sido convertida y le costó acostumbrarse a aquella vida como a mi al principio pero era lista. Aprendió con rapidez. Nadie cuestionó que fuera mi hija por aquel extraño parecido que teníamos. Y para mi realmente era como si lo fuera, aunque no pudiera quitarme de la mente a mis hijas y lo que había sido de ellas...
París, Francia: Ese fue nuestro siguiente destino. Dónde dio comienzo el viaje de nuestra nueva vida hacia algo mucho mejor.
800 a. C
Aquí fue dónde todo empezó.Mucho tiempo atrás ¿Verdad? Sí, demasiado en mi opinión. Ni si quiera recuerdo ya cómo se llamaba el pueblo donde nací y crecí siendo humana, dónde según creo pasé los mejores y más cortos años de mi vida.
Recuerdos a mis padres y a mis amigos. Por aquel entonces no podía saberse, pero nosotros éramos especiales. Lo que ahora se llamarían Gitanos, por concretaros la situación. ¿Podéis imaginar lo que en aquel año significaba ser un extraño? Posiblemente, nos habrían echado a la hoguera acusados de brujería si no hubiésemos tenido la suerte de estar en un entorno familiar. Eso sí puedo recordarlo. La felicidad de no tener que esconderte —Excepto de los extranjeros, que a penas había— y de poder vivir sin ataduras. Sí, fueron muy buenos tiempos. Recuerdo, también, el poder de ver cosas. Veía cosas que todavía no habían sucedido ¡Y pensar que nos lo tomábamos como un simple juego! Aunque por aquel entonces no sabía qué tipo de poder era, ahora puedo asegurar que era clarividencia. Por desgracia, mi poder también fue mi maldición. Lo que me llevó a estar dónde estoy ahora.
Me casé a muy temprana edad, con... catorce años, si no mal recuerdo. Mariska fue la primera de tres niñas que tuve ¡Mis niñas! La tuve un año después de la boda y las otras vinieron prácticamente seguidas. Desde un principio sabía quién iba a ser mi marido y cómo iba a ser nuestra vida. Sabía la existencia de mis hijas y... Que yo no iba a poder estar con ellas el tiempo suficiente. Por desgracia, unos años después —Yo tenía alrededor de 20 años— la Peste Negra hizo sucumbir a la mayoría de la población Alemana. Ni mi marido ni yo fuimos la excepción, aunque por "gracia" divina, fueron mis hijas casi las únicas supervivientes. La situación empeoraba por momentos, moriríamos en pocos días y ellas se quedarían solas. Entonces vino él.. Él, con una proposición tan fácil de rechazar como de aceptar ¿Qué podía hacer? Quería vivir por ellas, para que tuvieran una vida. Aunque mi mente estaba demasiado nublada como para ver su futuro, yo quería que tuvieran uno.
Acepté... Y morí. Morí para renacer en algo completamente distinto. Terrorífico, incluso para mí misma. Viví y a partir de entonces, no hubo enfermedad que pudiera conmigo. Por desgracia, el modo de alimentarme y mi inexperiencia me hacían demasiado peligrosa para estar cerca de mis hijas. No pude más que soportar lo suficiente para procurarles el futuro que ya no era capaz de ver ni, posiblemente, sería capaz de ver nunca más. El día de mi conversión perdí todos los poderes que pudiera haber tenido hasta entonces y adquirí otros que tuve que aprender a perfeccionar con todo el tiempo que me quedaba por delante para vivir. Finalmente, mis niñas fueron acogidas por una familia Londinense de bastante buena posición que por su infertilidad estuvieron dispuestos a criarlas como propias. Puedo aseguraros que en todos mis años de vida, jamás sentí tanta pena como entonces. Aún siendo un "monstruo", mi humanidad parecía estar todavía muy apegada a mi. Y mi compañero, mi creador, se mostró indulgente conmigo en ese aspecto. A pesar de todo lo que me enseñó después.. De la vida que tuve que seguir a su lado, todavía creo que no era del todo una mala persona.
"Que buena" habréis pensado.
Ahora os contaré qué fue de mi vida. Hasta aquí mi humanidad y mi yo como "neófita", pero todavía queda mucho por delante que explicar.
1.500 d.C
Este año... Sí, fue un buen año. En la plenitud de mi vida como "No muerta" podría asegurar que no había nada que me quedara por probar. Me enseñaron como beber de todas las maneras posibles para, por supuesto, disfrutar al máximo. Hacía ya muchos siglos que dejé atrás mi vida como humana y a mis hijas. No volví a sentirme humana desde la primera vida que arrebaté con el pretexto de alimentarme, claro que, después descubrí que para alimentarme no necesitaba matar. Solo dejar en estado crítico.. En caso de que no fuera capaz de controlarme.Jean Luc, mi creador, hacía un par de centenares que había sido capturado. En Italia, una noche de descuido que le costó su vida inmortal. Por suerte, yo aprendí a ser precavida y a valerme por mi misma. Sin embargo, con el paso del tiempo, necesité de las apariencias para vivir. Yo poseía un físico realmente envidiable que no cambiaría nunca —Lo que levantaba sospechas— y que, al mismo tiempo, me hacía tener bajo mis pies a la mayoría de solteros "maduros" con una buena fortuna. Aunque jamás fue promiscua, si realicé mis pinitos de cama en cama. Con amantes y no amantes.
También, por esta época —Cien años arriba. Cien abajo—, convertí a mi primer humano. Había visto como lo hacían otros en bastantes ocasiones pero yo no fue hasta entonces que "me atreví", por llamarlo de alguna manera. Estaba a punto de morir ya que lo habían atracado y, en cierto modo, le di a elegir sobre la vida que llevar. Me recordó en extremo mi situación y tal vez por eso fue que lo hice. Era un muchacho joven, en la flor de la vida. Le enseñé todo lo que me habían enseñado a mi y no parecía ir mal hasta que la codicia y las ansias lo consumieron. Momento en que nuestros caminos se separaron, coincidiendo con la muerte de mi último marido. Para entonces, estar sola y viuda, se convirtió en un placer del que estaba dispuesta a disfrutar.
1.800 d.C (Puede que un poco antes)
Vamos llegando a lo que es el final de la historia.Desde que quedé viuda, la vida no me resultó fácil. Tenía dinero, sí y no podía quejarme en absoluto de ello. Pero en mi empezó a despertar la antigua Giselle. La humana. La que tenía unas hijas que abandonó y que habrían muerto sin saber de mi. La conciencia. Los remordimientos.. Empezaban a brotar, dejándome un rastro de soledad demasiado grande. Un vacío en mi vida que necesitaba llenar a toda costa.
Y no sé si fue cosa de Dios o simplemente por el destino que una niña preciosa se apareció en mi vida. Una niña de pelo largo y castaño, con unos ojos grandes y verdosos en los que no me era difícil perderme. ¡Me recordaba tanto a ellas! La encontré vagando por las calles de Italia, en uno de mis muchos viajes por encontrar aquello que me faltaba. ¡Allí estaba! Desorientada, sucia y aparentemente abandonada. Sabía hablar y solo acertó a decirme que le dolía el cuello en el que tenía un par de agujeros. ¿Otra indicación de "arriba"? La verdad, no lo sé, pero a partir de entonces no pude separarme de ella. Me dijo que se llamaba Paulette y que solo recordaba eso cuando había despertado no muy lejos de allí. Sí, eso era otra señal. Ella no tenía familia, no una que la quisiera por lo menos, y yo necesitaba una con la que volver a empezar desde cero.
Las cosas, por una vez en mucho tiempo, empezaron a marchar de nuevo. Después de muchas vueltas, acabé en Inglaterra, dónde estuve varios años. Paulette había sido convertida y le costó acostumbrarse a aquella vida como a mi al principio pero era lista. Aprendió con rapidez. Nadie cuestionó que fuera mi hija por aquel extraño parecido que teníamos. Y para mi realmente era como si lo fuera, aunque no pudiera quitarme de la mente a mis hijas y lo que había sido de ellas...
París, Francia: Ese fue nuestro siguiente destino. Dónde dio comienzo el viaje de nuestra nueva vida hacia algo mucho mejor.
Última edición por Giselle Van Silberschatz el Lun Feb 11, 2013 3:14 pm, editado 3 veces
Giselle Van Silberschatz- Vampiro Clase Alta
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Re: Giselle Van Silberschatz
CUANDO TERMINES TU FICHA POSTEA AVISANDO PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF PASE A REVISARLA. GRACIAS.
Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Giselle Van Silberschatz
Ficha Terminada!
Giselle Van Silberschatz- Vampiro Clase Alta
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Re: Giselle Van Silberschatz
FICHA APROBADA
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Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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