AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La fortuna es incierta
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La fortuna es incierta
Cerca del hotel en el que me estaba quedando junto con mi querida doncella había un parque de diversiones, extraño, curioso, eliminado, donde los colores resaltaban por todo a su alrededor. Había insistido en ir varios días atrás pero no me había permitido ni querida Nikita, aquella vieja me cuidaba más de lo debido y aunque si era por mi bien, yo podía cuidarme sola a simple vista podrían ver en mi a una mujer débil, una damisela en apuros ante los ojos de cualquiera pero en realidad no lo era, tenía fuerza y aun así como humana mi fuerza era mayor a la de cualquier otra mujer. La idea era esta poner una máscara ante la humanidad y hacerles creer que tan solo era una damita de clase alta. Mientras mi nana me apretaba el corsé yo me afirmaba del umbral de una de las puertas, cruce varias palabras con ella todas en nuestro idioma natal, aun NIkita no dominaba el francés como yo lo hacía. Cuando el vestido estuvo completo en mi cuerpo la quede mirando con cara de complicidad, en su te de las seis le había puesto una pequeñas gotas de una infusión que la harían pronto caer dormida.
Me pasee por la habitación pendiente de mi doncella hasta que la vi decaer la tome en mis brazos y recostándola en uno de los grandes sofás la cubrí y deje un beso en su mejilla – Necesito estar sola y divertirme – le susurre en Ruso, mientras de mi caja fuerte sacaba algunos francos, tome una pequeña bolsa acolchada en su interior y camine hasta la salida. Mi destino seria el Luna Park. Un carruaje me esperaba en las afueras del hotel, me subí en el en completo silencio, el recepcionista se sorprendió que saliera sola, a lo que solo pude decir “Mi Doncella está enferma” era una mentira piadosa, pero a veces me sofocaba que estuviera metida en todo lo que yo tuviera que hacer. El chofer ya sabía el destino, había hablado temprano con él y luego de darle algunos francos de más había accedido a llevarme a todo destino esa noche, era mi oportunidad de conocer Paris y lo haría aunque tuviera que llegar de amanecida al cual por el momento era mi hogar.
No me di cuenta con la emoción cuando llegamos al famoso parque, el chofer abrió la puerta y me tendió la mano para que le siguiera, baje del carruaje y quede anonadada por lo que mis ojos veían, los colores tan vivos, algunos bufones a un lado haciendo reír a los jóvenes que pasaban, unas damas, gitanas de seguro, leyendo la suerte quien sabe cómo. Unos puestos de comida extraña, pero a pesar de todo lo que más me había gustado eran los hermosos colores que había. El lugar estaba parcialmente lleno, había un brujo haciendo de las suyas en una especia de carreta donde manejaba unas marionetas contando una extraña historia y aprovechándose de sus poderes hacia magia ahí mismo, los ojos de los espectadores estaban hipnotizados en lo que el mostraba. Sonreí como una niña pequeña cuando hizo que el humo que había provocado cambiara de color, en uníoslo se escucho la alegría y sorpresa.
No me detuve y seguí mi camino, viendo como en otra esquina habían unas filas para subir a los juegos, no le tenía miedo a la altura pero por el momento no deseaba subirme a ninguno, quería disfrutar tenía toda la noche para hacerlo, era sabido por muchos que el lugar estaba prendido hasta largas horas de la noche, claramente para aquellos que de día no podían asistir. Unos niños corrían de aquí para allá felices de haber ganado unas especies de muñecas, otros comían lo que parecía caramelos de varios colores. Había sido buena elección venir a este lugar.
El jubilo en mi interior era inmenso, hacia mucho que no me admiraba tanto por algo, y fue cuando escuche una melodía, gracia a mi capacidad sensorial me di vueltas y escondido detrás de un juego donde las personas tiraban para ganar algún premio, vi a un viejito, mis pies antes que mi voluntad comenzaron a caminar es esa dirección, la melodía era hermosa, fina como la que podía tener alguna caja de música, al cabo de unos segundos vi el artefacto una caja muy grande pintada de varios colores a un lado tenía una manilla que el viejo daba vueltas así haciendo sonar aquella hermosa melodía, en cima de aquel artefacto había un loro, que el viejo lo llamaba Lori. – Señorita y caballeros denle una moneda a Lori y él le dará una tarjeta de la fortuna - unos niños hicieron caso de lo que proclamaba el viejo y el loro de un verde bellísimo sacaba de una cajita una tarjeta y se la pasaba a los niños, sonreí por aquella gracia y me acerque sacando un franco y estirándola al loro, este la recibió y no tardo mucho en darme mi tarjeta…
Mis ojos quedaron pegados en la tarjeta, que mas que fortuna decía algo que me llegaba en demasía y todo pareció volverse oscuro y silencioso a mi alrededor.
Me pasee por la habitación pendiente de mi doncella hasta que la vi decaer la tome en mis brazos y recostándola en uno de los grandes sofás la cubrí y deje un beso en su mejilla – Necesito estar sola y divertirme – le susurre en Ruso, mientras de mi caja fuerte sacaba algunos francos, tome una pequeña bolsa acolchada en su interior y camine hasta la salida. Mi destino seria el Luna Park. Un carruaje me esperaba en las afueras del hotel, me subí en el en completo silencio, el recepcionista se sorprendió que saliera sola, a lo que solo pude decir “Mi Doncella está enferma” era una mentira piadosa, pero a veces me sofocaba que estuviera metida en todo lo que yo tuviera que hacer. El chofer ya sabía el destino, había hablado temprano con él y luego de darle algunos francos de más había accedido a llevarme a todo destino esa noche, era mi oportunidad de conocer Paris y lo haría aunque tuviera que llegar de amanecida al cual por el momento era mi hogar.
No me di cuenta con la emoción cuando llegamos al famoso parque, el chofer abrió la puerta y me tendió la mano para que le siguiera, baje del carruaje y quede anonadada por lo que mis ojos veían, los colores tan vivos, algunos bufones a un lado haciendo reír a los jóvenes que pasaban, unas damas, gitanas de seguro, leyendo la suerte quien sabe cómo. Unos puestos de comida extraña, pero a pesar de todo lo que más me había gustado eran los hermosos colores que había. El lugar estaba parcialmente lleno, había un brujo haciendo de las suyas en una especia de carreta donde manejaba unas marionetas contando una extraña historia y aprovechándose de sus poderes hacia magia ahí mismo, los ojos de los espectadores estaban hipnotizados en lo que el mostraba. Sonreí como una niña pequeña cuando hizo que el humo que había provocado cambiara de color, en uníoslo se escucho la alegría y sorpresa.
No me detuve y seguí mi camino, viendo como en otra esquina habían unas filas para subir a los juegos, no le tenía miedo a la altura pero por el momento no deseaba subirme a ninguno, quería disfrutar tenía toda la noche para hacerlo, era sabido por muchos que el lugar estaba prendido hasta largas horas de la noche, claramente para aquellos que de día no podían asistir. Unos niños corrían de aquí para allá felices de haber ganado unas especies de muñecas, otros comían lo que parecía caramelos de varios colores. Había sido buena elección venir a este lugar.
El jubilo en mi interior era inmenso, hacia mucho que no me admiraba tanto por algo, y fue cuando escuche una melodía, gracia a mi capacidad sensorial me di vueltas y escondido detrás de un juego donde las personas tiraban para ganar algún premio, vi a un viejito, mis pies antes que mi voluntad comenzaron a caminar es esa dirección, la melodía era hermosa, fina como la que podía tener alguna caja de música, al cabo de unos segundos vi el artefacto una caja muy grande pintada de varios colores a un lado tenía una manilla que el viejo daba vueltas así haciendo sonar aquella hermosa melodía, en cima de aquel artefacto había un loro, que el viejo lo llamaba Lori. – Señorita y caballeros denle una moneda a Lori y él le dará una tarjeta de la fortuna - unos niños hicieron caso de lo que proclamaba el viejo y el loro de un verde bellísimo sacaba de una cajita una tarjeta y se la pasaba a los niños, sonreí por aquella gracia y me acerque sacando un franco y estirándola al loro, este la recibió y no tardo mucho en darme mi tarjeta…
“Cuando la muerte ha igualado las fortunas,
las pompas fúnebres no deberían diferenciarlas.”
las pompas fúnebres no deberían diferenciarlas.”
Mis ojos quedaron pegados en la tarjeta, que mas que fortuna decía algo que me llegaba en demasía y todo pareció volverse oscuro y silencioso a mi alrededor.
Última edición por Ramona Zlatar el Jue Ago 30, 2012 9:38 pm, editado 1 vez
Ramona Zlatar- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/07/2012
Re: La fortuna es incierta
Explorar el mundo humano después de los milenios que llevaba vivo, explorar cada recóndito lugar de aquel paraíso terrenal le resultaba mágico, extraordinario, era cada vez más sorprendente la manera en la que las personas evolucionaban y cambiaban el rumbo de la humanidad. El humo de aquella pipa producto del tabaco, oscilaba por sus cabellos, formaba nubes grisáceas a través de la melodía que aquel pianista de ojos azules y tez sumamente blanca tocaba como una trágica especie de réquiem, esa persona de magnificas manos cubiertas de nieve, de excelente porte era uno más, un vampiro más viejo que el propio Saga y se disponía a mezclarse entre los cafés parisinos y tocar como si fuera su hogar. La agilidad con la que movía los largos y delgados dedos era única. Jamás él podría alcanzar semejante perfección porque las artes no son de su atracción. Sostuvo la pipa entre sus labios y volvió a hacer funcionar el espectáculo del humo, ahora más agresivo se movía de un lado a otro.
Había tomado su abrigo, pagado el café, que por supuesto no puedo beber debido a su naturaleza, estaba intacto, pero le gustaba esa mezcla del tabaco y los granos del café amargo haciéndose uno solo y elevando aquel aroma natural hasta sus fosas nasales. Le extasiaba hacer esas pequeñeces humanas, entonces solo salió de dicho establecimiento sin olvidar a aquel vampiro que parecía un semi-dios tocando aquel réquiem para la humanidad, jamás olvidaría el color penetrante de sus ojos azules clavados en la nada que ahora lo era todo para ellos. Saga no podía pasar demasiado tiempo entre humanos, el escuchar el sonido de sus corazones latir como tambores que anuncian el sacrificio divino, el escuchar lentamente como la sangre viajaba por aquellas venas, era tentador para cualquiera de sus sentidos.
Solo se quedó absorto en ello, no debía alimentarse de dichas personas, de esos humanos, no de esa manera por más que su sed le ganará en ese instante, simplemente sus pasos le guiaron lejos de la tentación, donde nadie pudiera acercarse a un ser como él, en medio de la infinita oscuridad. Escuchando sus pasos silenciosos, dejándose vencer por el aroma nocturno en medio de esa urbanización. Solo una sonrisa se dibujo en medio de esos cabellos largos que por más que acomodaba seguían cayendo a su rostro dándole un aspecto un poco más masculino. Observó cada uno de los lugares de París, vagando sin razón, buscando algo que sus ojos pudieran disfrutar. Ese deleite visual lo había encontrado en aquel parque, las luces, la manera en la que se formaba en barullo en medio de miles de sonidos hermosos.
Sus pasos le guiaron de manera rápida a aquel sitió, como si le quisieran ahí, el olor de caramelo, de risas, perfumes y de clases sociales le parecían interesantes a sus sentidos, se adentró a aquel magnifico mundo humano, busco las aberraciones dentro de ello, quería ver ‘a la famosa mujer con barba’, al ‘jorobado’, a una persona deforme que servía de burla y entretenimiento a esas mentes que desperdician su intelecto en lo más estúpido, esa ‘deformidad’ de la que se burlaban no era más que belleza pura que nadie sabía apreciar. Observó a los tristes bufones caminar con su sonrisa pintada y la tristeza oculta bajo demasiado maquillaje barato que en las noches terminaría por caerse para volver a ponerlos en su lugar de fatalistas.
Aquel organillero llamo poderosamente su atención, repartiendo mensajes de la fortuna, tocando aquel instrumento que más bien parecía una serie de notas macabras para sus sentidos. Sin embargó se acercó viendo fijamente como estaban haciendo maravillas con sus espectáculos. Entonces un poderoso perfume penetró en sus sentidos de manera casi interrumpida, la mujer de un lado, se encontraba absorta con aquel papelillo que destinaba lo que le deparaba. Sin reparos el vampiros se acercó como lo haría cualquier acosador leyendo atentamente aquel contenido.
Dibujo una sonrisa después de aquello, ¿Cómo la gente creía semejante estupidez? Se preguntó hacía sus adentros. Sin embargo un chiquillo se aceró a él, no era como los que andaban ahí, tenía un aspecto harapiento, con el rostro pintado de bufón, como si aquello le hiciera gracia. Le jalo de la chaqueta oscura que caía como cualquier traje de la época por sus piernas y solo se volteo a verle con una mirada fría, pero el chiquillo sonrío y le entregó aquel papel. Saga lo tomo y comenzó a leer.
Enarcó una ceja por aquel significado y se quedó observando a la señorita que estaba sonriente por lo que le había tocado -¿En serio alguien como usted Madame, cree en algo así? –Alzo el papel entre sus dedos dejando que ella lo viese. Mientras él seguía viendo al organillero con suma atención. Hasta parecía un grosero al hablar así pero era parte de su personalidad hacerlo.
Había tomado su abrigo, pagado el café, que por supuesto no puedo beber debido a su naturaleza, estaba intacto, pero le gustaba esa mezcla del tabaco y los granos del café amargo haciéndose uno solo y elevando aquel aroma natural hasta sus fosas nasales. Le extasiaba hacer esas pequeñeces humanas, entonces solo salió de dicho establecimiento sin olvidar a aquel vampiro que parecía un semi-dios tocando aquel réquiem para la humanidad, jamás olvidaría el color penetrante de sus ojos azules clavados en la nada que ahora lo era todo para ellos. Saga no podía pasar demasiado tiempo entre humanos, el escuchar el sonido de sus corazones latir como tambores que anuncian el sacrificio divino, el escuchar lentamente como la sangre viajaba por aquellas venas, era tentador para cualquiera de sus sentidos.
Solo se quedó absorto en ello, no debía alimentarse de dichas personas, de esos humanos, no de esa manera por más que su sed le ganará en ese instante, simplemente sus pasos le guiaron lejos de la tentación, donde nadie pudiera acercarse a un ser como él, en medio de la infinita oscuridad. Escuchando sus pasos silenciosos, dejándose vencer por el aroma nocturno en medio de esa urbanización. Solo una sonrisa se dibujo en medio de esos cabellos largos que por más que acomodaba seguían cayendo a su rostro dándole un aspecto un poco más masculino. Observó cada uno de los lugares de París, vagando sin razón, buscando algo que sus ojos pudieran disfrutar. Ese deleite visual lo había encontrado en aquel parque, las luces, la manera en la que se formaba en barullo en medio de miles de sonidos hermosos.
Sus pasos le guiaron de manera rápida a aquel sitió, como si le quisieran ahí, el olor de caramelo, de risas, perfumes y de clases sociales le parecían interesantes a sus sentidos, se adentró a aquel magnifico mundo humano, busco las aberraciones dentro de ello, quería ver ‘a la famosa mujer con barba’, al ‘jorobado’, a una persona deforme que servía de burla y entretenimiento a esas mentes que desperdician su intelecto en lo más estúpido, esa ‘deformidad’ de la que se burlaban no era más que belleza pura que nadie sabía apreciar. Observó a los tristes bufones caminar con su sonrisa pintada y la tristeza oculta bajo demasiado maquillaje barato que en las noches terminaría por caerse para volver a ponerlos en su lugar de fatalistas.
Aquel organillero llamo poderosamente su atención, repartiendo mensajes de la fortuna, tocando aquel instrumento que más bien parecía una serie de notas macabras para sus sentidos. Sin embargó se acercó viendo fijamente como estaban haciendo maravillas con sus espectáculos. Entonces un poderoso perfume penetró en sus sentidos de manera casi interrumpida, la mujer de un lado, se encontraba absorta con aquel papelillo que destinaba lo que le deparaba. Sin reparos el vampiros se acercó como lo haría cualquier acosador leyendo atentamente aquel contenido.
Dibujo una sonrisa después de aquello, ¿Cómo la gente creía semejante estupidez? Se preguntó hacía sus adentros. Sin embargo un chiquillo se aceró a él, no era como los que andaban ahí, tenía un aspecto harapiento, con el rostro pintado de bufón, como si aquello le hiciera gracia. Le jalo de la chaqueta oscura que caía como cualquier traje de la época por sus piernas y solo se volteo a verle con una mirada fría, pero el chiquillo sonrío y le entregó aquel papel. Saga lo tomo y comenzó a leer.
'La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.'
Enarcó una ceja por aquel significado y se quedó observando a la señorita que estaba sonriente por lo que le había tocado -¿En serio alguien como usted Madame, cree en algo así? –Alzo el papel entre sus dedos dejando que ella lo viese. Mientras él seguía viendo al organillero con suma atención. Hasta parecía un grosero al hablar así pero era parte de su personalidad hacerlo.
Invitado- Invitado
Re: La fortuna es incierta
La frase rondaba en mi cabeza mientras pensaba que aquel encuentro, si aquella vez que por primera vez había visto aquellos ojos traicioneros mi corazón se había paralizado, sorprendido y bombeado con mas fuerzas que nunca, era la fuerza de la adrenalina recorrer mi cuerpo a diestra y siniestra, suspire ya ni siquiera escuchaba al organillero, su melodía había pasado a segundo plano y todo lo que había a mi alrededor lo había hecho también. Esa noche debí haber muerto estaba jugando con los dados del destino ni yo ni ningún otro lican debió haber nacido ¿Por qué la fortuna estaba de nuestro lado? Ese era el mensaje de aquel pequeño pedazo de papel, sonreí ampliamente si una vez había burlado la muerte, no, no solo una varias veces lo había echo prácticamente era un inmortal hasta ese momento con mi apariencia de niña de veinte dos años que su mente viaja como una de cuarenta y cuatro tome aire levantando la cabeza y mirando al organillero.
Los aromas del lugar se camuflaban demasiado bien, humanos, pestes de sudor, perfumes baratos, caros, olor a muelle, a carne, a dulces, a niños recién bañados a seres de la noche, vampiros licántropos todo hacia una confusión en mi cabeza, cerré los ojos para solo concentrarme en que había salido del hotel con una intención, diversión. La voz, de aquel extraño me trajo de vuelta al parque de diversiones y abrí mis ojos algo sorprendida por las palabras de él, de inmediato sentí como mi rostro se acaloraba, si me había sonrojado de la nada. Lo mire, su piel tan pálida, sus rasgos tan marcados, sus labios medios morados esos ojos penetrantes y el aroma tan… a muerte que traía… moví mi nariz no en desagrado si no buscando el aroma real de aquel vampiro, claramente.
Dicen que la fortuna nunca se equivoca – mi voz salió de manera muy suave, cálida a pesar de que estaba con un perfecto acento extranjero mi francés era entendible – Mas solo basta en uno si cree o no – continué – al menos puedo decir que mi tarjea no miente… porque esta fortuna ya paso por mi – claro estaba. Me gire tan solo unos centímetros mirando su tarjeta – ¿Me dirá que la de usted no dice nada que parezca rescatable? – ciertamente no creía en la fortuna, todo podía ser aplicable, pero… iba en uno como tomaba lo que le ocurría en el presente, en el pasado o en lo que fuera que guiara sus pasos.
El organillero abrió aquella caja e hizo unos cambios, para luego volver a tocar otra melodía una que conocía, que muchas veces la toque frente a muchos espectadores la nana de mis padres, mi corazón pareció detonar en ese momento, los mejores recuerdos me traía aquella tonada, sonreí perdiéndome en la música que llenaba mis sentidos, hasta que sentí que una nota no iba del todo y fue donde la magia de aquel momento se acabo – hay una nota mal – dije mas para mí que para cualquier otra persona, guarde la tarjeta de la fortuna y comencé avanzar hacia atrás, sonriendo de medio lado pero sin perder de vista al joven que le había hablado - ¿Usted cree que se pueda morir dos veces? – la pregunta estaba hecha, me importaba poco si los demás me veían con cara rara, siempre me habían discriminado por mi color de piel así que me miraran extraño solo me hacia encerrarme en mi misma y el pequeño mundo que me liberaba, la música.
Los aromas del lugar se camuflaban demasiado bien, humanos, pestes de sudor, perfumes baratos, caros, olor a muelle, a carne, a dulces, a niños recién bañados a seres de la noche, vampiros licántropos todo hacia una confusión en mi cabeza, cerré los ojos para solo concentrarme en que había salido del hotel con una intención, diversión. La voz, de aquel extraño me trajo de vuelta al parque de diversiones y abrí mis ojos algo sorprendida por las palabras de él, de inmediato sentí como mi rostro se acaloraba, si me había sonrojado de la nada. Lo mire, su piel tan pálida, sus rasgos tan marcados, sus labios medios morados esos ojos penetrantes y el aroma tan… a muerte que traía… moví mi nariz no en desagrado si no buscando el aroma real de aquel vampiro, claramente.
Dicen que la fortuna nunca se equivoca – mi voz salió de manera muy suave, cálida a pesar de que estaba con un perfecto acento extranjero mi francés era entendible – Mas solo basta en uno si cree o no – continué – al menos puedo decir que mi tarjea no miente… porque esta fortuna ya paso por mi – claro estaba. Me gire tan solo unos centímetros mirando su tarjeta – ¿Me dirá que la de usted no dice nada que parezca rescatable? – ciertamente no creía en la fortuna, todo podía ser aplicable, pero… iba en uno como tomaba lo que le ocurría en el presente, en el pasado o en lo que fuera que guiara sus pasos.
El organillero abrió aquella caja e hizo unos cambios, para luego volver a tocar otra melodía una que conocía, que muchas veces la toque frente a muchos espectadores la nana de mis padres, mi corazón pareció detonar en ese momento, los mejores recuerdos me traía aquella tonada, sonreí perdiéndome en la música que llenaba mis sentidos, hasta que sentí que una nota no iba del todo y fue donde la magia de aquel momento se acabo – hay una nota mal – dije mas para mí que para cualquier otra persona, guarde la tarjeta de la fortuna y comencé avanzar hacia atrás, sonriendo de medio lado pero sin perder de vista al joven que le había hablado - ¿Usted cree que se pueda morir dos veces? – la pregunta estaba hecha, me importaba poco si los demás me veían con cara rara, siempre me habían discriminado por mi color de piel así que me miraran extraño solo me hacia encerrarme en mi misma y el pequeño mundo que me liberaba, la música.
Ramona Zlatar- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/07/2012
Re: La fortuna es incierta
“El significado de las palabras puede variar según las personas, según aquel momento en el que nos tropecemos con ellas” musitaba hacía sus adentros, pensando que era mejor no hacer caso a ello por muy estúpido que pareciese, aquello estaba fuera de la realidad.”Los recuerdos siempre dejan avivadas las heridas” Sonrío de lado, como si fuera sarcasmo para todo el pasado que guardaba celosamente dentro de su ser putrefacto, era como si aquello se esfumara, aquellos viejos recuerdos pronto se enterrarían en aquel cementerio, donde el jamás ocupo lugar. Pero aquella joven le parecía extraordinaria, los ojos con los que le miraba eran los de un pintor, un cuerpo curvilíneo, aquel color de piel diferente pero lleno de vida, avivado por los rayos del sol ante tanta perfección, no podía simplemente quedarse quieto cuando su sentido masculino se despertaba con la furia de un volcán que de repente siente el ardiente deseo de estallar.
Los ojos de Saga se tintaban de aquel brillo como los de un depredador, pero aquel aroma a Luna llena sobre sus cabellos, aquel espesor de la noche en la que la locura los ataca llegó a sus fosas nasales de un de repente. Ahora su sonrisa se torno completamente grácil, se le quedo viendo a los ojos como si pudiera perderse en ese valle nocturno. –Eso dicen, pero yo no lo creo, la fortuna no existe, creo que solo son las paradojas de la vida. –Musitó con sabiduría, porque sabía de que estaba hablando. Quizás era porque lo comparaba con su estúpida y triste existencia siempre solo y haciendo lo peor por quedar de esa manera, donde nada podía ayudarle a llenar esa soledad tan banal. –Debo de admitirlo, la mía tiene razón, pero quiero pensar que habrá algo diferente en estas letras – A pesar de verle marchar. El vampiro le siguió con paso lento, todo en su mundo se había detenido, para ambos era así.
Por su parte no se había fijado en la nota falsa, ni tampoco puesto atención a nada de ello, a veces se absortaba tanto que lo demás quedaba fuera de él, a pesar de que inconscientemente sus sentidos desarrollados lograban percibir aquellas cosas. Le alcanzo caminando a la par como si fuera un acompañante y le tomo la mano, dejándole la tarjeta que le había tocado. -¿Usted dígame, podría yo morir por segunda vez al olvidar los recuerdos que se mantienen vivos en mi interior?– Se le quedó viendo deteniendo su paso y obligándole casi a ella a hacerlo. –Por mi parte creo que sin ello, no podría mantenerme en esta dichosa eternidad que se hace más efímera cuando la noche llega. –Bajo un poco la mirada, dejando que aquel ambiente se tornara diferente en aquel momento.
Los ojos de Saga se tintaban de aquel brillo como los de un depredador, pero aquel aroma a Luna llena sobre sus cabellos, aquel espesor de la noche en la que la locura los ataca llegó a sus fosas nasales de un de repente. Ahora su sonrisa se torno completamente grácil, se le quedo viendo a los ojos como si pudiera perderse en ese valle nocturno. –Eso dicen, pero yo no lo creo, la fortuna no existe, creo que solo son las paradojas de la vida. –Musitó con sabiduría, porque sabía de que estaba hablando. Quizás era porque lo comparaba con su estúpida y triste existencia siempre solo y haciendo lo peor por quedar de esa manera, donde nada podía ayudarle a llenar esa soledad tan banal. –Debo de admitirlo, la mía tiene razón, pero quiero pensar que habrá algo diferente en estas letras – A pesar de verle marchar. El vampiro le siguió con paso lento, todo en su mundo se había detenido, para ambos era así.
Por su parte no se había fijado en la nota falsa, ni tampoco puesto atención a nada de ello, a veces se absortaba tanto que lo demás quedaba fuera de él, a pesar de que inconscientemente sus sentidos desarrollados lograban percibir aquellas cosas. Le alcanzo caminando a la par como si fuera un acompañante y le tomo la mano, dejándole la tarjeta que le había tocado. -¿Usted dígame, podría yo morir por segunda vez al olvidar los recuerdos que se mantienen vivos en mi interior?– Se le quedó viendo deteniendo su paso y obligándole casi a ella a hacerlo. –Por mi parte creo que sin ello, no podría mantenerme en esta dichosa eternidad que se hace más efímera cuando la noche llega. –Bajo un poco la mirada, dejando que aquel ambiente se tornara diferente en aquel momento.
Invitado- Invitado
Re: La fortuna es incierta
Siempre decían que prestaba atención a demasiadas cosas a la vez y perdía el real interés de lo que realmente era interesante, pero ¿Por qué ser igual que a toda la humanidad? Cada uno era diferente mi condición de Lican me permitía tener un don que como humana no tenia y era tener algunos sentidos mas aumentados que los otros, suspire mientras buscaba cual sería la nota faltante, memorizando los acordes para llegar a la habitación de hotel y poder recrear aquella melodía que se me hacia conocida pero algo le faltaba, pasión, un organillero no hacía mucho esfuerzo por eso aquella melodía no estaba completa faltaba pasión.
En cosa de segundos y dejando preguntas al aire la mano fría como el invierno se poso en la mía, mis ojos abiertos más grande de lo que ya eran se posaron en la figura masculina… ¿Cuándo me había seguido? En realidad no sabía me había ido en otro mundo cuando las palabras de el llegaban lentamente a mi cabeza casi tan armoniosas como lo que pretendía tocar aquel allá muy lejos, todo en ese momento se redujo a él y a mí, el manto musical parecía unirnos abrazarnos para que continuáramos con una conversa que había comenzado cerca de alguien que había expresado que tenia la fortuna. Tome aquella tarjeta no era necesario que la volviera a leer, tenía la capacidad de recordar ese tipo de cosas muy claramente – A veces mientras más recordamos más daño nos hacemos… si usted o cualquiera deja de recordar es porque ha optado por hacer una vida nueva – lentamente aleje mi mano de la de el mientras observaba el aspecto apagado que tenia, atrayente si pero apagado como el de cualquier otro de su especie, no juzgaba por que detestaba que me trataran diferente por la tonalidad de mi piel. Suspire nuevamente y apreté con fuerzas el papel que él me había dado. – Yo opte por olvidar y comenzar a vivir de nuevo pero hay cosas que no se pueden olvidar– levante mis hombros de manera inocente.
Cada noche para usted está marcada con un recuerdo – dije mientras mis ojos posados en los suyos no le daban tregua alguna – pero me pregunto ¿Le gusta recordar o preferiría vivir y crear nuevos recuerdos? – no sabía bien que estaba diciendo o porque lo estaba haciendo, simplemente me encontraba ahí hablando con un perfecto desconocido de cosas que muchos podrían decir abundaban de sabiduría pero nadie era tan sabio ni tampoco tan ingenuo como para saber con certeza de que se trataba lo que nosotros estábamos conversando – Yo creo que cada noche cuando la luna acompaña mis pasos muero cada noche como ella soy algo diferente y basta con el primer rayo de sol para que vuelva a la vida, para que simplemente resucite, a diferencia de usted, creo, yo muero todos los meses – dije mientras bajaba mi mirada al suelo algo avergonzada por la verdad que decía, si el ya no lo sabía yo lo estaría confirmando.
En cosa de segundos y dejando preguntas al aire la mano fría como el invierno se poso en la mía, mis ojos abiertos más grande de lo que ya eran se posaron en la figura masculina… ¿Cuándo me había seguido? En realidad no sabía me había ido en otro mundo cuando las palabras de el llegaban lentamente a mi cabeza casi tan armoniosas como lo que pretendía tocar aquel allá muy lejos, todo en ese momento se redujo a él y a mí, el manto musical parecía unirnos abrazarnos para que continuáramos con una conversa que había comenzado cerca de alguien que había expresado que tenia la fortuna. Tome aquella tarjeta no era necesario que la volviera a leer, tenía la capacidad de recordar ese tipo de cosas muy claramente – A veces mientras más recordamos más daño nos hacemos… si usted o cualquiera deja de recordar es porque ha optado por hacer una vida nueva – lentamente aleje mi mano de la de el mientras observaba el aspecto apagado que tenia, atrayente si pero apagado como el de cualquier otro de su especie, no juzgaba por que detestaba que me trataran diferente por la tonalidad de mi piel. Suspire nuevamente y apreté con fuerzas el papel que él me había dado. – Yo opte por olvidar y comenzar a vivir de nuevo pero hay cosas que no se pueden olvidar– levante mis hombros de manera inocente.
Cada noche para usted está marcada con un recuerdo – dije mientras mis ojos posados en los suyos no le daban tregua alguna – pero me pregunto ¿Le gusta recordar o preferiría vivir y crear nuevos recuerdos? – no sabía bien que estaba diciendo o porque lo estaba haciendo, simplemente me encontraba ahí hablando con un perfecto desconocido de cosas que muchos podrían decir abundaban de sabiduría pero nadie era tan sabio ni tampoco tan ingenuo como para saber con certeza de que se trataba lo que nosotros estábamos conversando – Yo creo que cada noche cuando la luna acompaña mis pasos muero cada noche como ella soy algo diferente y basta con el primer rayo de sol para que vuelva a la vida, para que simplemente resucite, a diferencia de usted, creo, yo muero todos los meses – dije mientras bajaba mi mirada al suelo algo avergonzada por la verdad que decía, si el ya no lo sabía yo lo estaría confirmando.
Ramona Zlatar- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/07/2012
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