Fortuna bendita fortuna [Libre]

Últimamente pensaba en ella, en todo recuerdo que se presentaba aparecía esa silueta divina, ese largo cabello y sus inolvidables orbes de color celeste. Oh, la gitana había sido su primer amor y a pesar del tiempo aún la amaba. Era un sentimiento que admitía y no temía negar, Crystall lo sabía y su comprensión hacían que Derek no la olvidara.

Era como si siguiera hechizado por ella, por su desnudez como su sexo. La gitana fue en su tiempo su obsesión, una que retornaba después de bastante tiempo; pero, a qué se atribuía, ¿podría ser acaso su retorno al espectáculo, a trajearse de nuevo como mago? Él no estaba seguro, pero estaba seguro de que sus pensamientos para con ella no eran para nada tormentosos, sino, agradables.

Si Derek maldecía sus poderes esos eran la premonición y la reminiscencia, aquellas visiones que no podía controlar y le llegaban en el momento menos indicado. Odiaba no tener el control, pero cuando se trataban de la gitana no hacía más que sonreír para terminar con un lánguido suspiro.

Llegó a la plaza Tertre, realmente no tenía un destino y saberse por qué estaba ahí no era incógnita por el simple hecho de no haber una razón. Se levantó, cogió un coche que lo dejó en el centro de París y sus pies lo llevaron a la plaza. Así había sucedido. Caminar entre gente desconocida siempre le había ayudado a distraerse y aunque ese no era su propósito se sintió bien cuando dejó de pensar en ella. No podía pasarse todo el tiempo pensando en ella, no cuando había tomado una decisión, de cierta forma el lugar le traería inspiración.

Fue entonces que a lo lejos vio una escena curiosa, un niño tocaba un violín y junto a él una mujer bailaba, era una gitana Derek no podía equivocarse. Así curioso se acercó como otro más del montón, un simple mirón. Mas él no la miraba como los demás, el corazón de Derek se aceleró de una manera muy distinta a la que pudo haber sido en otros hombres que impactados por su belleza y sensualidad provocaría una excitación, no en Derek. Ésta mujer evocó un recuerdo en él, le recordó a la gitana, vio en ella el camino a su perdido amor y no era porque ella fuera aquella gitana que le robó el corazón, era el hecho de creer haberla visto junto a ella, como si hubiera vivido en esa comunidad en la que él también vivió antes de volver a viajar y separarse de su gitana. –¿Será posible que conozcas su destino?– pensó quedándose a ver todo el espectáculo y cuando el show terminó él también echó unos francos al estuche, luego la vio irse, vigorosa a tomar asiento de una manera poco peculiar, como sólo ellas son capaces de atreverse. Y allí sin moverse la contempló, todos inclusive el niño se habían marchado estaba fascinado mas no hizo nada para llamar su atención, pues sabía que no sería necesario. Pronto ella misma se dio cuenta de la curiosa vista que en ella se posaba, los ojos de ambos se encontraron, anclándose en un reto y Derek siguió ahí, sin moverse.

Pasaron los minutos, estoico como estatua él no se movía y ella al parecer no brindaba mucho interés, ¿por qué habría dé?; un tiempo más y por fin caminó a ella, con el aura tranquila, sosegada pero con el corazón agitado. — Una gran exhibición señorita, ehm, ¿la he visto en algún otro lado, una tierra lejana?— le dijo en romaní, ahora que estaba cerca dudaba de haberla visto pero estaba seguro de algo, podría ayudarle en su búsqueda.