El destino y la fortuna... [Arianne]

Cuando se tiene todo lo que siempre deseaste el mundo se inclinaba ante ti. Si, esa era mi vida fuera de la escases de medios en la que antes vivía, encontrar a Marko había sido toda una fortuna, no solo tenía su dinero si no sus sentimientos y era difíciles que esos desaparecieran de la noche a la mañana ¿Qué quería decir todo eso? Que yo estaba haciendo un excelente trabajo y mientras fuera así seguiría resguardada bajo su manto de riquezas. Ahora si creía en todas esas tonterías sobre los milagros. Recordaba que cuando cumplí catorce años la encargada del burdel ingles en el que trabaja me decía “Niña, estas bendita”, jamás había entendido a que se refiera y con el tiempo lo fui asociando a la clase de bendiciones que hablan los extremadamente católicos, cabe recalcar que yo no lo soy-pero no, ahora que era mucho más madura –tanto como una chica de 17 años puedes serlo tomando en cuenta su vida- comprendí que la bendición de la cual ella hablaba era mi belleza inigualable, ninguna persona en Paris podría soñar con todo el esplendor de mi persona. Muchas veces me daba miedo verme al espejo, a veces no podía entender cómo es que existían personas tan parecidas, personas lindas, personas feas y estaba yo, aparte de todo eso.

Estando con Marko tendría que cuidarme de ser mucho más selectiva con los clientes de lo que ya era, había prometido que toda yo iba a ser de él pero tampoco podía actuar tan rápido, me descubriría y toda mi calaña habrá valido para nada. Eso era un problema con dos puntos importantes pues no podía ir lento y tener riquezas pero tampoco podía apresurarme y amenazar mi prometedor porvenir. Ahora me enfocaba en que había desechado a dos de los clientes que en algún tiempo me lo habían dado todo: “Señores” aunque más bien eran algo jóvenes, de alta sociedad para los cuales yo fingía mientras ellos tiraban su fortuna en mí. Hasta eso mi misericordia había sido grande, después de regalos costosos con los cuales me quede y tantas suplicas que lograron penetrar en mi cabeza y causar dolor les había comentado que pensaría si seguir con ellos o no. Solo hace falta una pequeña esperanza para que me dejaran tranquila. Así eran los hombres con respecto a las promesas…

Si antes al caminar por las calles la gente me miraba ahora con mucha más razón. Siempre supe que equivoque mi camino al nacer, mi porte indicaba que podría ser una princesa de algún país lejano pero como algunos chismes se corrían rápido, solo la minoría de la muchedumbre sabía que yo era una piruja, de clase alta o refinada pero al final de cuentas piruja. No me interesaba en lo más mínimo regresar miradas altivas y retadoras, al final de cuentas nunca harían nada por cobardes, siempre los intimidaba y eso me daba un gran poder. Rebase el cumulo de personas que se habían entretenido con la melodía de un niño, tocaba bien pero nunca llegaría a nada más siendo así de pobre, yo nunca hubiera llegado a donde estaba si me hubiera quedado en las calles moribunda ¿Quién lo diría? Nadie hubiera apostado nada por la niña de ojos celestes, bonita pero tan acabada que morirá en pocos días y ahora todos podrían quedarse en bancarrota por un solo beso mío.

Recordé porque me había apresurado tanto en caminar hacia la plaza central, en donde conocí a Marko, una melena pelirroja había llamado mi atención pero en realidad no es que fuera el color de su cabello, ya nada me sorprendía a estas alturas si no que era en si la persona que lo sacudía en una danza curiosa, una gitana. Decían las malas lenguas como de nosotras las prostitutas que lanzaban hechizos y maldiciones, no lo podía comprobar, jamás había entablado relación con uno de ellos porque era bastante escéptica, el destino era par tontos y tu forjabas el camino que quería, lo obligabas a virar cada que necesitaras pero ¿Por qué no probar? Tal vez me divertiría un rato. Me acerque con paso lento para no asustarla, me senté a su lado mirando el bolsita con el que jugaba pero una vez que toda mi tención estuvo sobre ella me atreví a hablar-¿Cuánto por una lectura?-no quería ser grosera pero tampoco es que quisiera una amiga, ante todo estaba la cortesía o la fingida cortesía que con los años perfeccionaba.

Interesante. Quien sabe que coas podrían salir de esa situación, al fin y al cabo era solamente pura diversión y no era mi dinero, bueno no del todo…aun. La mire con curiosidad, desde la raíz de su cabello que salía de un color tenuemente naranja hasta volverse flameante por las puntas, nunca me dedicaba a ver más de lo que en verdad quería pero me parecía bastante graciosa en una buena forma y por lo visto yo también debería de parecerle algo por la forma en que me miraba ¿Pero quién no me miraba? Por envidia o por admiración siempre tenía que ser, estar en boca y ojo de todos. Deje los pensamientos ególatras por un lado y me fije en la manera que sacaba las cartas de su bolsa morada, que ciertamente causaron algo dentro de mí sorpresa, curiosidad en realidad ni yo misma lo sabía pero era extraño, muy extraño tomando en cuenta que en cuento terminara su lectura no nos volveríamos a ver los rostros-Bueno Atenea, digamos que por ahora no creo en nada-¿Qué más podía decir? No llevaba apego a religión alguna. Tal vez con el tiempo algo llegara a envenenar mis oídos pero no por ese momento.

Ningún dios me llenaba por completo, ninguna ganancia espiritual se compraba con las materiales ¿Por qué adoptar doctrinas impuestas cuando yo misma me creaba la mía cada vez que abría las piernas? Ninguna oración mía había sido escuchada, el dios y santos de los que se hacían llamar predicadores me tiraron al olvido cuando nací e incluso después volvieron a hacerlo ¿Por qué unirme a ellos ahora? Todo mi culto era yo y simplemente eso-Sorpréndeme-suspire haciendo del pequeño espacio entre las dos un poco más grande para que las cartas o los utensilios a manejar ocuparan lo que tuvieran que ocupar-Por cierto, me llamo Arianne-sonreí de medio lado dejando ver solo uno de mis hoyuelos. ¿Cuántos años tendría en realidad? Parecía muy joven pero podría una de esas chicas en la que los años no le pasaban encima, tenía que agradecer aquello…yo era una de esas que se quedaba con el aire infantil que provocaba miles de denegaciones por los clientes que se atrevían a pedirme algo.

-¿No eres de aquí cierto?-mi apatía solía incomodar a las personas, si la gitana era buena en lo que hacía definitivamente no daría lo mejor de su trabajo si comenzaba a alejarla con mi sobriedad y pocas palabras, quería un buen trabajo ¿Y quién sabe? Tal vez sus predicciones podría ayudarme buscaría la forma de seguir en contacto con ella, ahora que prácticamente era dueña de la fortuna Santini me podía dar pequeños lujos que antes ni de chiste me hubieran cruzado por la cabeza. Me lleve una mano al cintillo que se ajustaba justo por debajo de mi pecho esperando a que empezara, siempre alardeaba de que conocía todo sobre todos pero siempre había una primera vez para conocer las costumbres gitanas que no se parecía en nada a lo experimentado con anterioridad.

Off: Siento tanto no contestar, en verdad lo siento y también siento la respuesta mediocre

No esperaba que me dijera absolutamente todo, a decir verdad no esperaba nada de la gitana ni de sus palabras todo eso era un pequeño pasatiempo, un lujo banal, ahora que me los podía permitir lo haría sin pensármelo dos veces aunque fuera una total mentira. Suspire tratando de no cerrarme mentalmente, aunque ella me decía que no lo hiciera simplemente no podía evitar que mis pensamientos divagaran en torno a otras cosas, el sonido de sus palabras se hizo lejano pero fue ese mismo sonido que me jalo de regreso, una fuerza oscura y misteriosa me envolvió cuando menciono todas esas cosas sobre mí. Nadie lo sabía, ni siquiera los restos de mi sucia madre pues para cuando comencé mi verdadera desgracia ella ya estaba desangrándose de un golpe en la cabeza, la mire con los ojos entrecerrados desviando todo aquello que salía de sus labios, haciéndolo no mío como si jamás hubiera pasado.

Mi pecho se inflo de forma orgullosa cuando hablo de mi trabajo ¡Pero claro que sí! Mi trabajo era perfecto, no había nada hecho por mí que estuviera mal, decía lo correcto, caminaba de forma correcta incluso sabía cómo respirar para que todo el mundo hiciera lo mismo, todo lo manejaba a la perfección…el arte de la mentira me había posicionado justo en donde estaba pero siempre era mejor tener más, no me conformaba solo con el dinero, las comodidades y los lujos tampoco me quería quedar tranquila con ser la “protegida” de un hombre, si era posible quería manejar todo lo que me fuera posible manejar, quería llevar a cabo un trabajo del que solo los hombres se regodeaban de poder hacer pues no había nada peor en ese mundo que las mujeres dejadas. Deje de divagar ante su pregunta, me había sorprendido pero en el mundo de la prostitución la mayoría de las historias eran trágicas a menos de que fuera una de esas chicas que solo por sexo se metían a los burdeles, necesitaba saber más para saber que tanto podía utilizar a la gitana de cabello rojo.

-Quiero saber…-desvié la mirada, pensando y escogiendo las palabras adecuada que efectuaría-Si las decisiones que estoy tomando ahora son las correctas o debo hacer algo diferente-necesitaba asegurarme, tenía a Marko si, pero así como lo tenía podía perderlo y no me convenía menos cuando él tenía todo lo que siempre soñé, era guapo pues me gustaba, era lindo y me trataba muy bien, se moría en dinero pero sobretodo comenzaba a posicionarse en un lugar muy profundo dentro de mi aunque también estaba Louis, que no tenía la gran cosa pero él siempre había sido la persona que me interrumpía el sueño ¿A quién elegir? ¿A la persona con la que era yo, o podía mostrar un poco más de mi verdadero yo o la persona con la que Arianne “la buena” salía a flote? Yo sabía que tenía que tomar una decisión pronto, no podía seguir jugando a dividirme con dos personas y hasta cierto punto uno de ellos iba ganando…Louis jamás llegaría amarme por completo aunque él dijera lo contrario, siempre lo supe.

Lo sabía pero no me molestaba, conocía muy bien a las personas y él no sería completamente mío por eso necesitaba una decisión concisa-Dime Atenea...¿Cual decisión es la correcta?.-hostigue con la mirada, quería escucharlo de alguien más aunque eso no quería decir que me dejaría influenciar.