Rey de un Reino Fantasma [Libre]

por **Caden Z. Lemacks** Vie Sep 14, 2012 3:35 pm

La noche se había cerrado sobre las calles de París, cubriendo los adoquines y las casas con su oscuro manto, apenas roto en parte por las farolas que adornaban sus aceras y vias. Era tarde, la mayor parte de los humanos se había refugiado ya en la seguridad de los hogares, y se prepararían para ir a dormir. Yo era diferente, y no sólo debido a mi extraña naturaleza cambiaformas, sino también a mis gustos. El día me resultaba demasiado evidente, y la noche increíblemente atractiva como para negarme a surcarla y darle la espalda. Se escondían en su lecho de oscuridad seres tan extraños como yo, misterios que deseaban ser descubiertos por una mente abierta y sin nada que perder. Yo era esa clase de muchacho. Con pocas ganas de continuar mi monótona vida, buscaba en el entorno que me rodeaba la oportunidad de zambullirme en la adrenalina, la pasión de un momento tenso, el temblor del peligro constante. Me hacía sentirme vivo y mejor conmigo mismo al considerarme un superviviente y no un mero y simple puto de cloaca. Prostituto... la palabra en sí me producía arcadas y me hacía desear atrapar al destino entre mis manos y desgarrarlo, com compensación a todo el mal que me había deparado. Desde mi infancia... a mi adolescencia, y finalmente a mi lozana juventud, desechada como una basura en un burdel parisino.

Sumido en estos pensamientos me encontraba, cuando mis pies se encontraron con el sólido suelo del exterior. Tras de mí, todavía podía percibir la actividad que dejaba en mi local de trabajo, lleno de sórdidos deseos. Mis fosas nasales, pudieron percibir en el aire que rodeaba al burdel ese peculiar aroma a excitación, afrodisíacos y sudor masculino. Una arcada me sobrevino a la garganta, pero logré contenerla a tiempo y traté de relajarme. Necesitaba alejarme de ese lugar, aunque solo fuese por una noche, en una ocasión... un respiro antes de verme rodeado de nuevo por toda esa mezquindad. Con paciencia, comencé a caminar sin un rumbo fijo, con la vista posada en las baldosas de la calle, y mis pensamientos divagando sin control a través de los recuerdos de mi pasado... y mis pesares presentes. También me preocupaba el futuro, obviamente... Pero... ¿qué importaba? Mi situación ya era de por si precaria, no iba a malgastar el tiempo en vanas cavilaciones sobre un porvenir que, seguramente, no sería nada agradable teniendo en cuenta el rumbo que siempre había llevado mi vida.

por **Mara Kennie D'Argouges** Sáb Sep 15, 2012 1:51 am

Dulce princesa soy
!Muerta estoy!

Ella la princesa de la noche, el demonio vestido entre sedas, jugaba con sus víctimas de tal forma que no podían saber exactamente cuál sería su muerte. Apenas tenía dos años de ser convertida y parecía tener unos doscientos por la forma de tratar a sus víctimas. Aquella nena de 11 años en vida humana los seducía vilmente con su ternura para que con su sangre mantuvieran viva aquella jovencita que nunca descansaría en paz, una jovencita que desde hace mucho tiempo debía haber muerto pero que su cuerpo aun se mueve.

Ya sus mejillas parecían llenas de vida, aquel color solo significaba una cosa: muerte. La muerte había llegado a una persona y ella había quitado el último pisque que le quedaba a aquella pobre alma que le había proporcionado su sangre para que ella se viera tan hermosa y radiante que no podía evitar desviar las miradas de tantas personas que en aquella noche pasaban a su lado

Pero tal vez lo más extraño es que aquella jovencita estaba sola, así es, completamente sola, sin ningún adulto que la acompañara, su padres estaban en otro lugar, en ocasiones la dejaban sola, para que ella pudiera disfrutar, en ese momento lo hacía, con solo mirar a la gente y sonreír ampliamente era suficiente para ella. Se quedo mirando un hombre que venía cerca de ella, su olor era diferente, aquello le atrajo, pero en ocasiones era una niña tímida que le preocupaba los cazadores, pero este ser no parecía peligroso por los momentos, así que sin importarle que le descubriera se le quedo mirando en vez de huir rápido de ese lugar

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