Shakespeare abre puertas a Lugares Desconocidos [Maryeva Aude]

por **Larisa Navratinova** Dom Sep 23, 2012 7:52 pm

La biblioteca de París era un lugar terriblemente tentador para un alma amante de los libros, en especial para una a la que le gustaba escapar de la buena sociedad. Para Larisa, este edificio era como el paraíso en la tierra, lleno de escritos tan antiguos como interesantes. Desde que puso un pie en tierra Francesa, solía escabullirse sutilmente hasta la calle, donde sus pasos la dirigían a su amada Biblioteca. El único lugar donde podía respirar paz y silencio, dos de sus cosas favoritas en este mundo.

Ese preciso día, su rostro estaba lleno de júbilo. Había encontrado una versión original de El Sueño de una Noche de Verano, de William Shakespeare. Aquel escritor Inglés era uno de sus favoritos, pues sus dramas tenían tanta pasión como inclinaciones puramente humanas. Ya había leído Hamlet, Macbeth y Romeo y Julieta incontables veces, pero nunca se había encontrado con un ejemplar de Sueño de una noche de Verano, y la curiosidad la invadió. Debía leerlo ahora.

Para este propósito, se sentó en su lugar favorito, junto a un ventanal que daba paso a toda la luz solar posible, inspiró profundamente, y se sumergió en la lectura de aquel antiguo escrito, que parecía hechizarla tal como a los personajes del mismo. Un hechizo que la mantuvo totalmente inconsciente del resto de las personas, sumergida en un mundo de fantasía y comedia.

por **Eva** Dom Oct 07, 2012 6:05 pm

Después de tantos meses en Paris, era una de las primeras veces que entraba a la biblioteca. Claro, en casa de sus tíos no necesitaba mas que hacer unos pocos pasos y encontrarse con una biblioteca de mas de 12 mil volúmenes, es que siempre los Aude fueron grandes mecenas literarios y poseían colecciones únicas y manuscritos de diferentes escritores de toda Europa y de américa también. Su vida se había desarrollado entre los libros por ello le costaba tanto estar lejos de aquellas puertas a mundos paralelos.
Su nueva residencia, todavía no estaba lista y a pesar que sus tíos le regalarían gran cantidad de ejemplares únicos e incunables, estaba decidida a comprar una buena dotación de libros, especialmente de los noveles escritores. Mientras tanto, no le quedaba otra que trasladarse todos los días - libres – y sentarse en uno de los butacones que estaban diseminados en la imponente biblioteca y leer tranquila alguna de sus obras favoritas.
Aquel día decidió inspeccionar los estantes que contenían obras de escritores ingleses y aunque los había leído infinidades de veces, extrajo un ejemplar de Romeo y Julieta – Italia, en cierta forma, nuestro amor estaba condenado como los protagonistas de esta tragedia, – pensó – Giro un maldito cazador - Montesco – y yo un demonio – Capuleto – ojalá tengamos mejor destino que estos pobres desdichados.
Tomo el libro entre las manos y luego de ojearlos, se encaminó a sentarse junto a uno de los majestuosos ventanales, al lado de un asiento vacío se encontraba otro, ocupado en ese momento por una bella señorita, se notaba que estaba inmersa en su lectura y Maryeva trató de hacer el menor
ruido posible para no molestarla, pero cuando fue a sentarse las patas del butacón chirriaron en el piso de madera y Maryeva se quedo expectante y con los ojos bien abiertos y los oídos alertas, lo que mas ansiaba siempre era pasar inadvertida y no llamar la atención. Miró hacia la muchacha mientras se terminaba de acomodar – uff – se dijo – parece que por lo menos no la importune – sonrió triunfante.

Off: Mil perdones por la tardanza. Bs

por **Larisa Navratinova** Lun Oct 08, 2012 8:09 pm

Estaba tan inserta en su lectura que no se dio cuenta de que alguien se había sentado frente a ella. Pero luego de un tiempo, cuando la cabeza comenzó a darle vueltas, dejó la lectura y vio a su acompañante por primera vez.

Era una joven alta, vestida de manera elegante. Era notorio que era de las clases altas, al igual que Larisa. Tenía el cabello largo y rubio, en general era bastante bonita. Pero la muchacha vio algo en ella, una especie de halo. Estaba rodeada de ¿tristeza?

Luego se dio cuenta qué libro estaba sosteniendo. Romeo y Julieta. Al parecer también sentía cierta afición por Shakespeare. Pero para Larisa significaba algo más. Una explicación para su cara triste.

Hace mucho tiempo, cuando aún vivía en Rusia, uno de sus tutores le había explicado el significado de Romeo y Julieta. Un amor imposible, separado por el odio humano, por la guerra, por los prejuicios. Capuleto y Montesco enfrentándose en una lucha sangrienta por venganza, por intereses personales, ¡por quién sabe qué otras cosas! Y el destino, cruel e irónico, quiso hacerle una jugarreta a ambos bandos, en forma de la creciente pasión de dos jóvenes a quienes la lucha les importaba poco. Una pasión que no llevaba a ninguna parte, salvo a un trágico final.

Aunque a Larisa le gustaba mucho aquel libro, no le agradaba para nada vivir un idilio como ese. El romanticismo de ese estilo no le gustaba nada. Pero eso no la hacía insensible ni al amor ni a los problemas de los demás.

Por lo mismo, no pudo más que preocuparse por aquella muchacha al frente suyo.

-Disculpe, ¿Está usted triste por alguna razón?- preguntó, a su manera tímida, esperando no molestar.

por **Eva** Dom Oct 14, 2012 10:08 am

Una lagrima, caía por su mejilla y sus ojos expresaban abiertamente el dolor que sentía. Aquel relato le parecía que, en esos momentos, no era tan distante a su vida. Se retrepó en su asiento, porque el vestido de una tela suave y sedosa, hacía que se deslisara hacía el borde del mismo.

Instintivamente, cruzó las piernas bajo la falda, mientras con el dorso de su mano se limpiaba los rastros de llanto de su rostro. Sorbió las lágrimas por la nariz, como cuando era niña, olvidando todas las enseñanzas de buenas costumbres, pero tan ensimismada estaba en sus pensamientos que había olvidado donde estaba y en su mente se encontraba en la inmensa biblioteca de la casa de su tía abuela, quien la malcriaba a más no poder. Menos podía recordar que cerca de ella se encontraba otra persona leyendo. Cayó en la cuenta cuando aquella bella señorita, de rubios cabellos y ojos dulcísimos, le preguntó si estaba triste y cual podía ser la razón. Al darse cuenta de como estaba sentada y lo inapropiado de su estado, casi se le cae el libro al suelo, luego de crear una divertida escena de malabares, logro atraparlo en el aire, de una de las tapas y tras intentar recomponer su postura, dejó el libro en su regazo y tomando aire para calmarse, le contesto, totalmente ruborizada aun – Es que me encantan las historias tristes – no le gustaba mentir y en cierta forma no era una mentira completa, era verdad que le encantaban las historias de amores contrariados y que prefería esas al típico cuento… “y vivieron felices y comieron perdices”. Pero en ese momento, había estado pensando que con ninguno de los dos amores de su vida había podido ser feliz y eso le hacía doler el alma.

Sus pestañas todavía estaba mojadas por las lagrimas y su nariz seguía roja como una pequeña frutilla. Se sonrió, mientras miraba a esa muchachita que ahora se había convertido en una compañera de lectura – gracias por preguntar – le contestó - permítame que me presente, son Maryeva Aude y no siempre me pongo tan… - no supo que palabra utilizar - disculpe el espectáculo lamentable que le hice vivir – se sonrojó mientras agarraba nuevamente el libro y trataba de meter su rostro dentro de las paginas, sin darse cuenta que lo tenía invertido.

Off Rol: Mil disculpas por la tremenda demora. Bs

por **Larisa Navratinova** Lun Oct 15, 2012 12:42 pm

Larisa no quería reírse, pero no pudo evitarlo al ver el libro invertido. Fue una escena demasiado cómica para dejarla pasar. Para ahogar el sonido de su risa, se cubrió la boca, pero fue para peor porque el murmullo ahogado se escuchaba más fuerte que la misma risa. Luego de un rato se detuvo, más que nada por la sensación de culpabilidad que la invadió al ver que había estado llorando.

-Lamento haberme reído, es que estaba sujetando el libro al revés- se secó algunas lágrimas de risa que le habían quedado en los ojos-. Mi nombre es Larisa Navratinova, y no tiene que preocuparse por el espectáculo, no la juzgaré si está lo suficientemente triste como para leer ese libro.

Romeo y Julieta. Una elección triste para una persona triste. Shakespeare, a pesar de ser un genio de las letras, siempre se iba a los extremos. O hacía obras para cortarse las venas y llorar de sufrimiento, o hacía comedias sin pies ni cabeza, en donde lo único que quieres hacer es reír sin parar y sin tomar en cuenta a la persona de al lado.

Eran como dos polos opuestos. Maryeva sostenía Romeo y Julieta. Larisa, Sueño de una Noche de Verano. Dos de las facetas de Shakespeare, encontrándose y chocando.

-Lamento ser tan impertinente pero, ¿Por qué está usted tan triste?- volvió a preguntar, esperando que al desahogarse algo de ese desasosiego se fuera.

por **Eva** Sáb Oct 20, 2012 8:02 pm

Maryeva, miró, con cierta complicidad a esa jovencita y le devolvió la dulce risa, con una sonrisa amplia de dientes como perlas y colmillos algo puntiagudos. – Un gusto señorita Navratinova, mi nombre es Maryeva Aude .

La observó - realmente una muchachita muy particular, dulce y compasiva – pensó, en verdad eso le gustó pues en cierta forma ella también había sido así. - Pero había pasado tanto tiempo de cuando tu vida era alegre y despreocupada que me cuesta pensar que todo aquello penas pasó hace unos años – se dijo mientras su rostro volví a cubrirse con un mascara de tristeza, cuando, Larisa, preguntó nuevamente por su dolor. Se retrepó en su asiento y acomodó su falda alisando unas arrugas con la palma de la mano. Ubicó de forma correcta, el libro que descansaba en su regazo, lo acarició como quien le entrega su cariño a un ser amado y pensó que debía hacer – a veces contar las angustias a un extraño, es mas fácil que a un conocido – caviló.

Levantó su rostro hasta encontrar el de Larisa y como si se tratara de una amiga que hacía mucho tiempo que no veía le comenzó a relatar su gran pena, inspiró profundamente, como para darse valor y de su boca fluyeron las primeras palabras – Hace unos años, pensaba que el dolor, el sufrimiento, solo lo sentían algunos pobres desdichados y que era la voluntad del Altísimo que fuera feliz para de esa forma dar consuelo los menos afortunados. Mi vida transcurría en una gran propiedad, rodeada por bosques, ríos y valles extensos que se extendían tras el horizonte. A pesar de haber vivido una infancia sola con un padre bastante ausente aunque supiera que me amara. - paró su relato y sonrió tristemente – seguramente usted no tuvo que vivir algo así… jamás. – sus ojos recorrieron el rostro de la joven - Toda esa riqueza me pertenecía, perdón aun me pertenece, pero todo aquello perdió sentido cuando el amor toco a mi alma y luego la crueldad y las creencias extremistas lo alejaron de mi y tras su muerte pensé que todo terminaría.

Sonrió tímidamente y trs intentar en vano que los ojos no se le llenaran de lagrimas prosiguió – La vida, el amor, la tristeza, la muerte… me trajeron esta tierra y después de un tiempo creí que se me daba otra oportunidad para ser feliz – bajó sus ojos a la tapa del libro y de ellos, y tras deslisarse por su piel de porcelana, cayeron dos gruesas lagrimas sobre la cubierta de cuero y las letras de oro, con su voz ahogada por la tristeza continuó el relato – pero como en las tragedias de Shakespeare todo cambia en un segundo y lo que pensamos eterno, el destino y las rivalidades se confabulan para destruir y separar – sorbió las lagrimas por la nariz como cuando era pequeña y secó sus ojos con un pañuelo primorosamente bordado que sacó de un bolsillo de su vestido – solo que esta vez no me conformaré con aceptar mi tragedia -. Aun con los ojos cuajados de lagrimas, la miró, un instantes, aquella muchacha también parecía que algo la afligía – Ahora dime, ¿porqué tu también pareces poseer un halo de tristeza?

por **Larisa Navratinova** Dom Oct 21, 2012 8:42 pm

No pudo negar que esa pregunta la sorprendió. ¿Tan notoria era su tristeza, aún cuando sostenía el libro mas alegre del mundo? Se detuvo a pensar en su respuesta. No quería ponerse a llorar mientras rememoraba la causa de su venida a París.

La muerte de su más querido hermano mayor, a manos de alguien o algo que apenas podía recordar. No era fácil vivir con esas memorias en tu mente, especialmente cuando se ve la muerte de primera mano, tan cercana.

-Yo solía ser como tú eras antes. También creía que debía aplacar el sufrimiento de los demás, y a eso me dediqué durante todo lo que llevo de vida. Pero la verdad es que estaba muy alejada de lo que significaba el sufrimiento en realidad, alejada de las penurias de la muerte y la enfermedad. Y entonces, sin previo aviso, se coló entre nosotros, llevándose a un ser querido de la peor manera posible.

Larisa estaba haciendo un gran esfuerzo por no echarse a llorar. Aunque sentía los ojos humedecidos, no quería seguir gastando lágrimas en alguien que no volvería al mundo de los vivos, por mucho que suplicara por él. Así que se enderezó y miró a Maryeva a los ojos.

-Supongo que el destino o algo parecido quiso que nos conociéramos en un lugar como este. Es en verdad una enorme coincidencia, ¿no? Dos personas que sufren por cosas fuera de su alcance...

por **Eva** Miér Oct 31, 2012 9:21 pm

- Creo, que nada en este mundo pasa por que si, y lo que muchas veces creemos incomprensible, al transcurrir de los años descubrimos, no sin sorprendernos, que el porqué de las cosas, era mas sencillo de lo que esperábamos. - Sonrió, de aquella manera tan particular que tenía, con sus ojos, con la boca, con el alma – es verdad, la vida me quitó muchas cosas, muchos afectos, pero creo que si cada mañana puedo abrir mis ojos y disfrutar el suave perfume de las rosas de mi jardín, o escuchar el dulce trinar de los pájaros, es porque… ellos, los que ya no están, me dieron la fuerza para seguir luchando, para pensar que al final de los tiempos lograré reencontrarlos.

No había tristeza en sus palabras, solo la resignación sanadora y serena. Deseaba con todo su corazón que aquella dulce personita, pudiera encontrar las fuerzas para salir adelante, permitirse llorar, si eso era lo que necesitaba. – Sabes, las lagrimas no son signo de flaqueza, solo demuestran que el alma está viva. Llorarlos no es malo, lo malo es no dejarlos partir, aferrarnos a un recuerdo que cada día se desdibuja y nos hiere como si ese desvanecerse en el tiempo, desgarrara aquellas fibras más sensibles del alma. – Abrazó con pasión el libro que hasta hacía solo un instante reposaba en su regazo, como si en ese gesto de apropiación y de cariño, estuviera abrazando a todos sus ausentes. – Amo los libros porque me acercan al recuerdo de mi madre, porque cada momento importante de mi vida fue marcado por su presencia y porque me demuestran en sus paginas, que cualquiera de las situaciones difíciles que tuve que afrontar en mi vida, alguien ya las había superado – Una lagrima solitaria rodó por su mejilla sedosa, hasta quedar prendida en su barbilla y morir en las páginas del libro – Pero vamos, basta de tanta tristeza, la vida es el don mas apreciado y por ello debemos reír y disfrutarla, cuéntame sobre Larisa, la joven que tengo sentada a mi lado, y yo te contaré de, ésta Maryeva, renacida de las cenizas del sufrimiento pero dispuesta a ser una amiga leal y fiel de la vida. Que aprendió que las venganzas solo hieren a quien la desea y que vale mas el perdón pues cura tanto el alma del culpable como del que busca justicia.

por **Larisa Navratinova** Sáb Nov 10, 2012 5:20 pm

Larisa sólo sonrió ante las palabras de Maryeva, sintiéndose de pronto revitalizada. Había algo en aquella joven que la hacía sentirse como si fueran familia.

-Bueno, Larisa, la que ves aquí, llegó hace pocas semanas desde San Petersburgo, Rusia- comenzó hablando en tercera persona, pero luego cambió por el hecho de que no se le daba demasiado bien el francés-. Mi madre y yo vinimos desde allá para pasar una temporada en París. Como ves, me gusta Shakespeare- continuó, señalando el libro que estaba sosteniendo-. En mi país dejamos a mi padre y a mis tres... digo dos hermanos.

Al momento de nombrar a los hermanos que le quedaban, Larisa hizo una pequeña pausa. Su memoria la había traicionado de una manera no muy agradable, haciéndole recordar a su recientemente fallecido hermano mayor. Movio la cabeza a ambos lados y siguió hablando.

-Ahora cuéntame un poco sobre Maryeva, ¿quieres?

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