Olor a mar [Larisa]

por **Alastor M. Latzer** Miér Sep 26, 2012 4:39 pm

Tomé la chaquetea de encima de la cama de arriba del camarote en donde dormia y despues de despedirme del encargado de la buhardilla salí un poco rapido para perderme por las calles parisinas. No sabía a donde iría, el trato que habia en esa casona grande, era el pago de una pequeña cantidad de dinero solamente para dormir, asi que casi siempre llegaba cerca de las nueve de la noche para no perder una cama de ese cuarto que me gustaba por las ventanas que tenía.

Mi primer lugar donde pensé en ir fue al mercado, donde estuve casi dos horas hablando con ciertas personas que ya conocía de hacer cerca de un año, era mi mejor posibilidad de comer, y aunque no me sentaba, tenía algo con que llenar el estomago, y luego de despedirse tuvo la genial idea de ir al puerto, y es que el olor a mar era especial para el, ya que habia nacido en un pueblo de pescadores y muchas veces habia tenido que acompañar a su padre y hermano a alta mar a pescar para ganar dinero.

Del mercado no tardó mucho en encontrar el lugar y se quedó mirando de lejos como el primer barco habia llegado y algunas personas empezaban a bajar.

por **Larisa Navratinova** Miér Sep 26, 2012 8:06 pm

El mar era curioso. Hermoso, rebelde, violento. Especialmente para alguien que lo ha visto sólo dos veces en la vida.

La primera vez que Larisa había visto el mar fue a los cinco años, cuando su familia fue a los países bálticos a vacacionar. Nunca olvidaría cómo las olas azotaban fuertemente aquellas escarpadas rocas, cómo trataban de derribar el continente, con un estruendo sólo comparable al de un trueno.
La segunda vez era ahora, en el puerto. Esta vez, el mar estaba tranquilo.

Era una suerte que su madre hubiera contratado un cochero de manera permanente. No le molestaba caminar por París- aunque sí perderse en el intento-, pero era realmente incómodo cuando quería visitar otros lugares más alejados de su actual residencia. Ahora podía disfrutar de todos esos rincones inexplorados, sin el inconveniente de extraviarse o cansarse en demasía.

Se tomó su tiempo para recorrer aquel lugar, pintoresco a su manera, donde, a pesar de que sentía que llamaba la atención, no le importaba mucho. La sensación del viento marino en su cara, del olor a sal, eran cosas que había olvidado y que ahora redescubría con felicidad. Aunque nunca cambiaría la tranquilidad del campo por el encanto de las aguas.

En un momento dado, necesitó un pequeño descanso. Suerte para ella que había un pequeño banquito a la orilla del puerto. Cuidando de no manchar su vestido, se sentó a disfrutar de aquel día observando la marea.

por **Alastor M. Latzer** Miér Sep 26, 2012 8:39 pm

Puso las manos en los bolsillos de tu pantalón de tela y agachó un poco la cabeza, era una señal que estaba algo aburrido, aunque no de la forma en que se esta normalmente, ya que a el le encantaba ese olor a sal en el aire y también el olor a puerto, solo que este día no era uno de esos días que le gustaba estar solo, ya que era un lindo día para no tener una charla amena con alguna persona pero a esta hora del día.

Así que se giró en su puesto y miró hacia algunos lados hasta que se fijó en algunas personas sentadas en banquitos muy cerca de la posición en donde estaba parado; unas señoras de cierta edad que tejían mientras observan los barcos y las gaviotas, unos cabelleros jugando ajedrez, algunas señoras de no tanta edad con cochecitos hablando entre ellas y una joven, sentada sola en un banquito, y por lo visto, era de una clase mas alta que yo, se podía notar en la forma en que estaba vestida y también en su postura, pero no perdía nada con intentar.

Así que se aproximó al baquito y se sentó en el otro extremo mirando a la misma dirección de la joven, y esperando unos minutos sin pronunciar palabra, suspiró -es un bello día ¿no lo cree?-

por **Larisa Navratinova** Jue Sep 27, 2012 12:56 pm

Al parecer, en París todos tenían la mala costumbre de llegar por sorpresa. Así lo sentía Larisa, que por enésima vez saltó de la impresión y se volvió a ver a quien le había hablado, totalmente ruborizada. Resultó ser un muchacho con un indiscutible aire extranjero y con aspecto de estar familiarizado con los puertos. No parecía peligroso, por lo que se calmó y respondió a su pregunta con buen talante.

-Pues sí, señor, es un hermoso día. ¿Siempre es así en este puerto?

Siempre se le venía a la mente el recuerdo del mar báltico, con sus enormes olas. Al lado de aquel espectáculo de la naturaleza, estas aguas parecían tan inofensivas como un pajarillo recién salido del cascarón. No es que ella conociera mucho de la vida marina, claro.

Pero este paisaje le daba una sensación de calma que le gustaba. De hecho, su corazón se sentía como aquellas aguas que se mecían con cuidado, arrastradas por el viento. Luego de un penoso inicio en Francia, muchos le habían tendido una mano y le habían ofrecido su amistad, la cual ella había aceptado sin miramientos de ningún tipo. Clase o nacionalidad no le importaban en absoluto, a ningún Navratinov que se preciara le hubieran importado. No eran una familia discriminadora, y les gustaba más dar que recibir.

Por lo mismo, cuando notó que su acompañante era de una indudable clase baja, no le recriminó absolutamente nada.

-¿A usted también le gusta el mar, Monsieur…?- allí la chica vaciló un momento. El joven no se había presentado.

por **Alastor M. Latzer** Vie Sep 28, 2012 3:25 pm

La miré unos instantes cuando la escuché hablar y por lo visto no habia hecho ese gesto normal que hacen las personas de su clase, ese gesto de desagrado que tratan de ocultar pero que no pueden hacerlo, cuando fruncen los labios solo un poco y ponen esa mirada despectiva o arrugan la nariz como si oliera a las alcantarillas del mercado de París, pero por lo menos ella no habia hecho eso.

-El puerto es hermoso- contesté mirando de nuevo los barcos y el mar- creo aunque tengo mucha certeza, que incluso en los días nublados este puerto se ve hermoso, creo que es el mejor de Francia, y no es por menospreciar a los demás, solo que esta muy bien cuidado, y creo que a la gente que viene a pasear aqui tambien viene por la misma razon-

Me quedé en silencio, la vista era preciosa y calmada para arruinarla con hablar, y respiré hondamente para sentir nuevamente el olor a sal que habia en el aire, hasta que ella, la joven de mi lado habló, y cerré los ojos antes de contestarle

-Yo amo el mar..emm- le miré- me llamo Alastor - le sonrei- yo amo el mar- continue-nací y crecí cerca del mar, por las noches iba a pescar mar adentro con mi padre y mi hermano y no volviamos hasta la mañana del siguiente dia. Me encanta sentir el oleaje bajo mis pies, o quedarme a ver la inmensidad del mar en un dia nublado como en un dia despejado, o tambien cuando las estrellas y la luna se ven reflejadas en el- dié nuevamente dando la vista hacia los barcos.

por **Larisa Navratinova** Vie Sep 28, 2012 7:31 pm

Entonces él había vivido siempre cerca del mar. En cierto modo, lo envidiaba. Aquel paisaje parecía crear gente vivaz y honesta… Pero luego recordaba los campos siempre verdes y su opinión cambiaba por completo.

-Yo sólo he visto el mar dos veces- dijo, pensativa-. La primera vez fue el mar Báltico. Era mucho más agresivo que éste, pero más majestuoso. Más salvaje.

De hecho, lo había temido. El ruido ensordecedor y la violencia del choque entre mar y tierra la había aterrorizado al principio. Luego, poco a poco, se fue acostumbrando. Comenzó a disfrutar el fuerte viento cercano a la playa. Luego, admiró el bonito color turquesa de las olas al chocar con los roqueríos, y cómo éstos aguantaban valientemente los embates de la naturaleza. Al final, fue conquistada por una puesta de sol. El agua teñida de naranjo y el cielo haciendo juego. Una imagen que nunca se borraría de su mente.

Absorta en sus pensamientos, se dio cuenta repentinamente que no se había presentado.

-Mi nombre es Larisa Navratinova, mucho gusto, señor Alastor- inclinó la cabeza a la usanza francesa a la vez que sonreía.

por **Alastor M. Latzer** Dom Sep 30, 2012 11:51 am

Abri bien los ojos cuando dijo señor, y negue con las manos con una sonrisa nerviosa -emm, no, no, no soy señor, solo soy Alastor o Al, es un nombre mas corto señorita Larisa- me reí un poco mas nervioso y luego junte mis manos mirando hacia el mar pero tambien con una inclinación hacia el piso. La única vez que me habia llamdo señor era cuando jugaba con una niña en la buhardilla a que eramos señores y señoras de clase alta, era un juego entretenido, cambiando nuestro tono de voz a algo mas parecido a las personas con mas dinero que veiamos algunas veces en los sectores mas ricos de Paris, pero mas que eso no, asi que fue entre nerviosismo y algo de risa mezclada lo que senti cuando me dijo eso.

-La verdad señorita es que nunca me han dicho señor, y es que es un titulo que cualquier persona no merece, ademas- me giré para verle- me gusta mas que me nombren por mi nombre de pila-

por **Larisa Navratinova** Lun Oct 01, 2012 7:02 pm

-Entonces, si usted es Alastor, entonces yo soy Larisa- respondió ella, con una sonrisa.

Tenía la costumbre de siempre decir "señor" o "señorita" cada vez que hablaba con alguna persona, con la que sea. Era una muletilla producto de la educación que había recibido desde pequeña, y no le molestaba. Mostraba el respeto que sentía por la persona con la que estaba hablando.

Pero a veces sabía que algunas personas se sentían incómodas con el título de "señor". Alastor era uno de ellos. Y si no le gustaba oírlo, pues ella se lo ahorraría.

-Lo siento si le molestó. Estoy acostumbrada desde pequeña a llamar así a todo el mundo. Es cosa de costumbre. Pero como dije antes, usted será Alastor y yo Larisa. ¿Vive usted en el puerto, Alastor?- preguntó, ahora curiosa. No conocía a la gente que se dedicaba al mar, para ella siempre eran objeto de misterio.

por **Alastor M. Latzer** Vie Oct 05, 2012 3:52 pm

-No me molestó- le sonrei mientras le observaba -solamente que nadie me ha llamado asi, bueno, nadie de su clase claramente, y no es algo que sea propio de mi, aunque ya ve- toque mi chaqueta -para nada soy un señor- me reí un poco ya que esto de ser pobre no era para nada algo que tuviera que entristecerme.
Miré el mar nuevamente cuando me preguntó eso si es que vivia aqui, lo que negué con la cabeza despacio.
-No señori...digo Larisa- me rei nervioso y preseguí- vivo en una buhardilla como a diez kilometros de aqui o algo asi, pero me gusta el puerto, es uno de los lugares que siempre me ha gustado recorrer, y tambien hay mucho mas cosas que ver que solo los barcos, aunque todo lo que se ve, viene impregnado con algo del olor a mar y el sonido de las olas rompiendo en los roquerios, es algo que no se ve en Paris-

Y digame- presegui despues de hacer una pausa- usted viene muy seguido por aqui?

por **Larisa Navratinova** Sáb Oct 06, 2012 4:46 pm

-No. Es la primera vez que vengo a este lugar.

Hace mucho tiempo que sentía curiosidad por recorrer más allá de los límites de la zona residencial de París. La mayoría de las veces se quedaba encerrada en su casa, tocando el piano o leyendo algún libro, o a veces haciendo alguna labor de costura, trabajo en el que era bastante buena. Casi nunca salía.

Éste día era, por así decirlo, una excepción a la regla. Una ocasión bastante extraña.

-Me gustaría venir más seguido por aquí- siguió-, pero a veces siento que el día no es propicio y desisto de la idea de salir de mi casa. Quizá me estoy perdiendo de muchas cosas, como por ejemplo esta vista.

Los paisajes abiertos, como el de los campos en su natal Rusia, o el mar en este país casi desconocido, tenían la habilidad de cambiar su estado de ánimo a uno bastante pensativo. Puede que haya sido la acción del aire salino en su rostro, o la ilusión de una unión entre las aguas y el cielo. No estaba segura.

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